Hebreos 9.
EL MINISTERIO DE
CRISTO COMO SUMO SACERDOTE, 9:1-28.
A. Una descripción
del santuario terrenal y sus servicios, 9:1-7.
B. El significado
simbólico del santuario terrenal, 9:8-14.
C. CRISTO Como
Mediador Del Nuevo Pacto, 9:15-28.
1. Ratificación del antiguo pacto
y dedicación de su santuario mediante sangre, 9:15-22.
2. La sangre de Cristo da eficacia al nuevo pacto, 9:23-28.
1 AHORA bien, aun el primer pacto
tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. 2 Porque el tabernáculo
estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el
candelabro, la mesa y los panes de la proposición. 3 Tras el segundo velo
estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 4 el cual tenía un
incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la
que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que
reverdeció, y las tablas del pacto; 5 y sobre ellas los querubines de gloria
que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en
detalle. 6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo
entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 7 pero
en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la
cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
8 dando el Espíritu Santo a
entender con esto que aún no se había manifestado el camino
al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese
en pie. 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se
presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la
conciencia, al que practica ese culto, 10 ya que consiste sólo de comidas y
bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas
hasta el tiempo de reformar las cosas.
11 Pero estando ya presente
Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más
perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no
por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró
una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de
la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la
carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno
se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?
15 Así que, por eso es mediador
de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las
transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa
de la herencia eterna. 16 Porque donde hay testamento, es necesario que
intervenga muerte del testador. 17 Porque el testamento con la muerte se
confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. 18 De donde ni
aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19 Porque habiendo anunciado
Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los
becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el
mismo libro y también a todo el pueblo, 20 diciendo: Esta es la sangre del
pacto que Dios os ha mandado. 21 Y además de esto, roció también con la sangre
el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22 Y casi todo es purificado,
según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales
fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores
sacrificios que estos. 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano,
figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por
nosotros ante Dios; 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo
sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le
hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero
ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el
sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueren una sola vez, y después de esto el juicio, 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. (Hebreos 9).
1. El primer pacto. La palabra "pacto" ha
sido añadida, pero es una añadidura correcta como en el cap. 8:13 (ver el
comentario respectivo). Se hace referencia al pacto que se hizo con Israel en
el Sinaí (ver com. Heb. 8:7; cf. com. Eze. 16:60).
Tenía. "También tenía" (VM). Si el primer pacto
también tenía ordenanzas, quiere decir que el nuevo pacto las tiene. El autor
ya ha presentado el servicio de Cristo como sumo sacerdote (cap. 5:5-6;
6:19-20; 7:22-25; 8:12). Ahora se ocupa más detalladamente de ese servicio.
Ordenanzas. Gr. dikáiÇma, "reglamento",
requisito", "mandamiento".
De culto. Gr. latréia; en cuanto a latréia, ver com. Rom.
9:4; 12:1.
Santuario terrenal. Un contraste con el santuario del
nuevo pacto, "aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el
hombre" (cap. 8:2).
2. Tabernáculo. Gr. sk'nL, "tienda",
"albergue", "cabaña".
La primera parte. El griego dice "primer tabernáculo"
o "primera tienda". El primer compartimiento y el segundo (vers. 3)
también son llamados "tienda" (BJ) o "estancia" (BC, NC).
Durante todo el año se entraba
sólo en el primer compartimiento o "tienda"; pero en el segundo
compartimiento o lugar santísimo entraba únicamente el sumo sacerdote una sola
vez cada año: en el día de la expiación.
El Lugar Santo. Gr. hágia; ver Nota Adicional del
cap. 8. Si bien la evidencia textual establece el texto hágia, el Códice
Vaticano dice ta hágia, y algunos MSS dicen hágia hagíÇn (ver com. cap. 9:3). Es
evidente que la palabra neutra plural no satisfacía a los copistas, por lo cual
unos pocos manuscritos tardíos cambian la acentuación para que el adjetivo sea
femenino y concuerde con sk'nL. Corresponde señalar que durante los primeros
siglos de la era cristiana no se usaron los acentos ortográficos en el griego,
por lo cual no habría cómo definir dónde estaba el acento. Por otra parte, el
problema del uso de ta hágia para referirse al santuario o a una parte del
mismo debe entenderse a la luz del uso tradicional reflejado en la LXX.
A pesar de todas las
especulaciones en cuanto a la palabra que se usa, es totalmente claro que aquí
se hace referencia al primer compartimento del santuario.
El candelabro. Se describen los muebles en el orden en que estaban
en el antiguo tabernáculo y no en el templo de ese entonces (cf. com. vers. 3).
En Exo. 25:31-40 hay una descripción del candelabro.
La mesa. Ver Exo. 25:23-30.
Los panes de la proposición. Ver Ley 24:5-9.
3. Tras. Gr. metá, "detrás", "más allá
de", "más lejos", "al otro lado de".
El segundo velo. El velo que separaba el lugar
santo del lugar santísimo. Se llama "segundo" porque tanto éste como
el velo que estaba en la entrada del lugar santo se denominan con la misma
palabra: katapétasma (ver com. cap. 6:19).
Tabernáculo. Cf. vers. 2.
Lugar Santísimo. Gr. hágia hagíon. "Santo de
los Santos" (BJ, NC). Aquí aparece nuevamente el neutro plural, hágia,
usado comúnmente para designar a todo el santuario, refiriéndose a una parte
del santuario. Ver Nota Adicional del cap. 8.
4. Incensario. Gr. thumiatLrion, literalmente "lugar o
recipiente para quemar el incienso"; por lo tanto, podría tratarse de un
incensario o del altar del incienso. Como ejemplos de este último significado,
puede verse en Josefo, Guerra v. 5. 5; Antigüedades iii. 6. 8; S. 3; cf. Herodoto
2. 162.
Es posible que en Hebreos se haga
referencia al altar del incienso. Ese altar era el mueble más importante del
lugar santo, y sería raro que el autor no lo mencionara, teniendo especialmente
en cuenta que está enumerando los muebles de cada compartimiento.
La traducción "altar del
incienso" presenta un problema; pues ese altar parece presentarse aquí
como si estuviera en el lugar santísimo, pero ese mueble estaba en el primer
compartimiento del antiguo tabernáculo (Exo. 30:6). Debe tenerse en cuenta que
el autor no afirma que el altar del incienso estaba dentro del segundo
compartimiento; sólo dice que el lugar santísimo "tenía" ese altar o
"incensario" (RVR). Esto podría sencillamente indicar que el altar
tenía relación con el lugar santísimo.
La relación entre el altar y el
lugar santísimo que aquí se indica podría ser que su función estaba íntimamente
relacionada con el lugar santísimo. El incienso que se ofrecía diariamente
sobre ese altar en el lugar santo era dirigido al propiciatorio del lugar
santísimo. Dios manifestaba allí su presencia entre querubines, y a medida que
el incienso ascendía con las oraciones de los que rendían culto, llenaba tanto
el lugar santísimo como el santo. El velo que separaba a ambos compartimientos
no llegaba hasta el techo, y el incienso que se ofrecía en el lugar santo -el
único lugar donde podían entrar los sacerdotes- llegaba hasta el segundo
compartimiento, el lugar hacia donde era dirigido. En Rey. 6:22 se dice que el
altar del incienso el templo de Salomón estaba "frente al lugar
santísimo", es decir, que estaba relaciona con él, o que pertenecía -por
función- al lugar santísimo.
Arca. Ver Exo. 25:10-16.
Del pacto. Se llama así al arca porque contenía "las
tablas del pacto", las dos tablas de piedra sobre las cuales Dios había escrito
los Diez Mandamientos. En Deut. 4:13 se declare que los Diez Mandamientos son
el pacto que Dios ordenó a su pueblo que pusiera "por obra".
Urna de oro. "Vasija". Ver Exo. 16:33-34. En la LXX se
añade "de oro".
Vara de Aarón. Ver Núm. 17:1-11. Aquí aparentemente se declara que
la vasija y la vara de Aarón estaban en el arca. En el AT se dice que estaban
"delante de Jehová" o "delante del testimonio" (Exo.
16:33-34; Núm. 17:10). Esto no significa necesariamente que haya una
discrepancia, pues estas últimas expresiones podrían también indicar una
posición dentro del arca. La declaración de 1 Rey. 8:9 de que "en el arca
ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto
Moisés", podría implicar que una vez hubo en el arca otras cosas tales
como las que aquí se mencionan (ver el comentario respectivo).
Algunos han tratado de resolver
esta aparente discrepancia haciendo que la frase "en la que" se
refiera a "la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo" (Heb.
9:3). Aunque es gramaticalmente posible, la sintaxis general no acepta tal
relación. Además, el hecho de que las tablas del pacto estén incluidas en la
lista de cosas que vienen después de "en la que", es un poderoso
argumento para indicar que aquí se está haciendo referencia al arca y no al lugar
santísimo.
Tablas del pacto. Ver Exo. 25:16; 32:15-16; Deut.
9:9, y com. de "del pacto".
5. Querubines. Para una descripción de los querubines, ver Exo.
25:18-20.
De gloria. Quizá se los llame así para hacer referencia a la
gloria de Dios que se manifestaba en medio de ellos (Exo. 25:22; Núm. 7:8-9; 1Sam.
4:4; Sal. 80:1).
Propiciatorio. Gr. hilastLrion (ver com. Rom. 3:25).
No se puede ahora hablar. El autor no desea entrar en
detalles pues su propósito no era tratar extensamente estos asuntos.
6. Dispuestas. Mejor "preparadas", "aparejadas".
El tabernáculo había sido bien erigido y preparado.
Primera parte del tabernáculo. Es decir, el primer
compartimiento (ver com. vers. 2).
Entran. El tiempo presente del verbo griego presenta esta
acción como algo habitual (cf. com. vers. 9).
Para cumplir los oficios. Parte del servicio era la ofrenda diaria de incienso en el lugar santo y el arreglo de las lámparas (Exo. 27:20-21; 30:7-8). Los panes de la proposición eran colocados cada semana en orden sobre la mesa (Lev. 24:5-9).
Además, cada vez que el sacerdote ungido o
toda la congregación pecaban, se sacrificaba un becerro, y el sacerdote tomaba
de esa sangre y la llevaba dentro del primer compartimiento; metía su dedo en
ella y la rociaba siete veces delante del velo, y también ponía algo de la
sangre sobre los cuernos del altar del incienso aromático delante de Jehová
(Lev. 4:5-7, 16-18).
7. En la segunda. El sumo sacerdote era el único a
quien se le permitía entrar en el segundo compartimiento una sola vez en el año:
el día de la expiación (Lev. 16:2,24; 23:27).
No sin sangre. El sumo sacerdote entraba por primera vez en el
lugar santísimo con la sangre de un becerro como ofrenda por el pecado por sí
mismo y por su casa (Lev 16:34, 11-14). Cuando entraba por segunda vez llevaba
la sangre del macho cabrío de Jehová, con la cual eran limpiados tanto el santuario
como el pueblo (Lev. 16:15-17).
Por. Gr. hupér, "a favor de", "a causa
de", "con referencia a". En este contexto podría traducirse
"para hacer expiación por" (ver Lev. 16:30).
Pecados de ignorancia. Gr. agnóema,
"ignorancia", "error"; "pecado cometido por
ignorancia" (cf. Lev. 4:2,13). No se puede admitir la idea de que no se
había hecho provisión para el perdón de los pecados en el día de la expiación.
8. Espíritu Santo. El Espíritu es el intérprete
divino de la verdad (ver com. Juan 14:26).
A entender. Cf. 1 Ped. 1:11.
Lugar Santísimo. Aquí el texto griego otra vez
emplea la hágia (ver Nota Adicional del cap. 8), por el cual puede designarse
tanto el santuario entero como una parte del mismo. El contexto aclara que la
hágia (nominativo de ton hagíon) se refiere al "más amplio, y más perfecto
tabernáculo, no hecho de manos" (cap. 9:11); es decir, el santuario
celestial (cf. vers. 24-25).
La interpretación de los
traductores de la RVA, BC, BJ y NC se ciñe mejor al griego:
"santuario". Pero también
pueden haber pensado en el ciclo, donde fue Jesús (24), como el lugar más
santo de todos, correspondiente al "Santísimo" del tabernáculo
terrenal.
Primera parte del tabernáculo. Algunos sostienen que esta frase
se refiere al primer compartimiento del santuario terrenal. Este punto de vista
se basa en que en los vers. 2 y 6 se usa la misma frase para referirse al
primer compartimiento del santuario. Como los vers. 6-8 están estrechamente
relacionados, los que sostienen la opinión mencionada afirman que la fuerza y
la lógica de este pasaje se debilitarían si se tradujera "primer
tabernáculo" en el vers. 8, mientras se le da otro significado en los vers.
2 y 6. Otras traducciones de esta frase son: "primera Tienda" (BJ);
"primer tabernáculo" (RVA, BA, NC y VM); "primera estancia"
(BC).
Otros sostienen que "primer
tabernáculo", tal como se usa aquí, se refiere a todo el tabernáculo
mosaico en contraste con el tabernáculo celestial (cap. 8:2). Afirman que el
propósito de Pablo es el de establecer un contraste entre los santuarios de los
dos pactos (cap. 9:1), y que el vers. 8 enseña que el servicio en el cielo no
podía comenzar mientras no terminara el servicio terrenal.
Ambos puntos de vista concuerdan
con la tesis de Pablo, de que el ministerio de Cristo como sumo sacerdote en el
"más perfecto tabernáculo" (vers. 11) no podía comenzar mientras no
terminara el servicio terrenal.
Estuviese en pie. Mejor "esté aún en pie".
El texto griego no denota necesariamente la permanencia del edificio como tal,
sino que puede tener referencia a la validez de las funciones del edificio. En
cuanto al sentido en que el "primer tabernáculo" todavía estaba en
pie, ver com. vers. 9. La frase "estuviese en pie" puede significar:
"ocupa su lugar establecido" o "retiene su condición legal
divinamente señalada".
9. Lo cual. El texto griego aclara que el antecedente de
"lo cual" es "primera parte del tabernáculo" o "primer
tabernáculo". Por lo tanto, la interpretación del vers. 9 depende de la
definición dada a "primera parte del tabernáculo" o "primer
tabernáculo".
Símbolo. Gr. parabole, "parábola" (ver t. V, pp.
193-194; cl t. 111, p. 1129).
Tiempo presente. Pablo concede, quizá por razones
de delicadeza, que el servicio en el santuario terrenal aún era eficaz, aunque
en realidad Cristo, como el Mediador de un mejor pacto (cap. 8:6), ya se había
sentado a la diestra de la Majestad en los cielos (cap. 1:3; 9:11-12).
Todavía se celebraban servicios en el templo (cap. 8:4), en los cuales evidentemente tomaban parte muchos de los cristianos de origen judío (ver HAp 153-154). Esos conversos judíos poco a poco llegaron a comprender que los símbolos del sistema ceremonial se habían cumplido en Cristo, y que por lo tanto había terminado ese sistema.
El concilio de Jerusalén había dispuesto que no se exigiera a los gentiles que se circuncidaran ni guardaran la ley de Moisés (ver Hech. 15; cf. HAp 153-163); pero no se registra que ese concilio hubiera legislado sobre algo para los cristianos de origen judío.
Es evidente que se dejó que ellos decidieran, de acuerdo con su conciencia, el asunto de cumplir, a lo menos con ciertos ritos de la ley ceremonial (cf. com. Rom. 14:1,5). Por eso parece que el autor, como los servicios en el templo continuaban y muchos cristianos de origen judío mostraban respeto por los ritos y las ceremonias de la ley mosaica, se sintió en libertad para referirse al sistema como si aún hubiera estado en vigencia.
Su Propósito Era Mostrar Que Algo Mejor Ya Había Sido
Inaugurado.
Ofrendas y sacrificios. Una expresión genérica que abarca
las diversas ofrendas levíticas.
No pueden hacer perfecto. El autor ya ha tratado de la
insuficiencia del antiguo sistema (ver com. cap. 7:18-19).
Conciencia. Gr. sunéidesis (ver com. Rom. 2:15). El adorador
podía cumplir con todos los requisitos externos y sin embargo no sentir paz ni
tener la seguridad de que había sido aceptado por Dios. Esa paz sólo podía
encontrarla por medio de su fe personal en Cristo. Pero pocos obtenían esta
elevadora experiencia. La mayoría de los judíos dependían del minucioso
cumplimiento de una multitud de reglamentos para ser aceptados por Dios.
10. Consiste. Esta flexión verbal no está en el texto griego;
pero se usa en concordancia con los tiempos presentes del vers. 9 y para unir o
dar continuidad a ambos versículos.
Sólo. Se destaca la naturaleza externa del sistema
levítico.
Comidas y bebidas. Una referencia a las diversas
comidas de cereales y libaciones de la ley ceremonial judía (Exo. 29:40-41;
Lev. 2:1-15; 23:13,18,37; Núm. 6:15; etc.).
Diversas abluciones. Ver Mar. 7:3-4, 8; cf. Exo. 29:4;
Lev. 11:25; Núm. 8:7; etc. Algunas de las "abluciones" servían para
enseñar higiene y limpieza personal, además de las aplicaciones espirituales
que podrían haber tenido. Pero a las ordenanzas originales los judíos habían
añadido muchas otras que Dios nunca ordenó. Esas "abluciones" fueron
ordenadas para que desempeñaran un papel importante en la religión.
Y ordenanzas acerca de la carne. La evidencia textual favorece
(cf. p. 10) la omisión de la conjunción "y"; en esta forma
"ordenanzas acerca de la carne" queda en aposición con "ofrendas
y sacrificios" (vers. 9), o quizá también con "comidas... bebidas...
[y] abluciones" (vers. 10). "Ordenanzas" es literalmente
"reglamentos" (cf. como. vers.1). "Carnales" tiene aquí
evidentemente el propósito de establecer un contraste con
"espirituales". Los reglamentos carnales no pudieron proporcionar
satisfacción espiritual. Su cumplimiento no hizo que los hombres fueran
perfectos en cuanto a la conciencia (vers. 9).
Impuestas. Gr. epíkeimai, literalmente "estar
encima", "ser impuesto", "incumbir".
Tiempo de reformar. Literalmente "tiempo de enderezamiento".
De este modo se muestra claramente que el sistema levítico era transitorio. Sus
ordenanzas preanunciaban la obra del Mesías y tenían el propósito de estar en
vigencia hasta su venida. La transición del sistema antiguo al nuevo puede ser
llamada aquí una "reforma" debido a que se abusó del sistema antiguo
(ver com. Efe. 2:15).
11. Pero... Cristo. Ahora se presenta la obra del
sumo sacerdocio de Cristo para ser considerada, y se muestra que es
inmensamente superior a los servicios que celebraban los sumos sacerdotes del
santuario terrenal.
Estando ya presente. Gr. paragínomai,
"venir", "llegar", "estar presente",
"aparecer". El tiempo verbal griego indica que la acción ocurrió en
el pasado: "habiendo venido", o "habiendo aparecido". Aquí
se presenta a Cristo en el momento en que es investido como sumo sacerdote del
santuario celestial, cosa que ya había ocurrido.
Bienes venideros. La evidencia textual se inclina
(cf. p. 10) por el texto "bienes ya aparecidos. Ambas variantes tienen
sentido lógico. Con la frase "bienes venideros" se reconocería que el
período cuando Pablo escribió era un momento de transición, y que lo nuevo aún
no había reemplazado completamente a lo antiguo. Esto era especialmente cierto
en cuanto a los cristianos de origen judío (ver com. vers. 9). La traducción
"bienes que han venido" tomaría en cuenta el hecho de que cuando
Jesús fue investido como sumo sacerdote 468 en el cielo, también se habían
hecho presentes los bienes del nuevo pacto.
Por. Gr. diá, "a través de" (BJ, BA),
"por medio del" (VM), "con". Esta preposición también tiene
otros significados. El contexto debe determinar el significado preciso. El
contexto no favorece aquí la idea de pasar a través de algo. Ciertos
comentadores, apoyándose en esta idea, interpretan "tabernáculo" como
los cielos inferiores a través de los cuales pasó Jesús en camino al cielo;
pero aquí no hay razón suficiente para darle a "tabernáculo" un
significado diferente al que se le da en el cap. 8:2 (ver el comentario
respectivo).
Además, los cielos inferiores son
"de esta creación". Después de todo, la idea de pasar "a través
de" es sólo uno de los varios significados de diá. La idea instrumental es
muy común, y ese significado aquí -en el sentido de "empleando"- es
completamente lógico dentro del contexto.
Por esta razón el pasaje podría traducirse: "Pero Cristo, habiendo
aparecido como sumo sacerdote de bienes venideros, empleando el más amplio y
más perfecto tabernáculo,... entró una vez para siempre en el lugar [o 'lugares']
Santo(s)". Los sacerdotes llevaban a cabo sus servicios en el tabernáculo
"hecho de manos"; pero Cristo cumple con los suyos en "el más
amplio y perfecto tabernáculo".
Podría mencionarse además otro
punto de vista. La mayoría de los llamados "padres de la iglesia",
tanto griegos como latinos, sostenían que la palabra "tabernáculo" se
refiere aquí al cuerpo de Cristo, o a su humanidad. Daban a diá un significado
instrumental; enseñaban que fue por medio de la encarnación como Cristo fue
preparado para su ministerio de sumo sacerdote.
Este es un hecho que el autor ya
ha destacado (ver com. cap. 5:7-9). Los que apoyan este punto de vista hacen
notar que Jesús habló del templo de su cuerpo Juan 2:21) y que la palabra
"habitó" en Juan 1:14 literalmente es "moró en tienda" (Gr.
skenáo, cuyo sustantivo correspondiente, skene, es la palabra que se traduce
como "tabernáculo" en Heb. 9:11).
También citan otros textos para
mostrar que se hace referencia al cuerpo humano como a un
"tabernáculo" (2 Cor. 5:1,4) o "templo" (1 Cor. 6:19). La
principal objeción a este punto de vista es que no parece concordar bien con el
contexto. Introduce una definición de "tabernáculo" que altera el uso
uniforme consistente que le da el autor a esta palabra, por lo menos hasta
llegar a este punto. Por eso es más seguro atribuirle a "tabernáculo"
una definición que ya se ha dado en el contexto, especialmente porque no se
encuentra ninguna dificultad al interpretar el pasaje de esa manera.
Más amplio y más perfecto. Ningún edificio terrenal puede
representar la amplitud y la gloria del templo celestial donde mora Dios (ver
PP 371).
Tabernáculo. Ver com. cap. 8:2; cf. cap. 9:24.
No hecho de manos. Es decir, no hecho con manos
humanas. Los sumos sacerdotes terrenales actuaban en templos hechos de manos. Cristo,
el gran Sumo Sacerdote, actúa en un tabernáculo muy superior que
"levantó" el Señor (cap. 8:2).
No de esta creación. Quizá con el sentido de creación
visible. "No de este mundo" (BJ). Cf. com. Rom. 8:19.
12. No por sangre de machos cabríos ni de becerros. En cuanto a la parte que representaban los machos cabríos y los becerros en
las ofrendas por el pecado en el día de la expiación, ver Lev. 16:59, 11-16.
Su propia sangre. Se confirma así la superioridad del
ministerio de Cristo. Ya se ha demostrado que sobresale porque se lleva a cabo
en un "más amplio y más perfecto tabernáculo" (vers. 11). Ahora se demuestra su superioridad porque la
sangre necesaria para sus servicios era la del Hijo de Dios en contraste con la
sangre de animales. En cuanto al significado de la sangre de Cristo, ver com.
Rom. 3:25.
Una vez. Gr. efápax, "una vez por todas" o
"para siempre" (cf. com. Rom. 6:10). Cristo no necesita ofrecer
repetidos sacrificios para continuar como sumo sacerdote en el santuario
celestial (Heb. 9:24-26).
El Lugar Santísimo. Gr. ta hágia, "lo santo", "los lugares santos", "el santuario". Mejor es la traducción "santuario" (BJ, BC, NC, RVA). Ver Nota Adicional del cap. 8.
El códice porfiriano (siglo IX) dice ta hágia ton hagíon, "santo
de los santos", pero la evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto
ta hágia. Después de que Cristo hubo ofrecido "su propia sangre" en
el Calvario y ascendido al cielo, entró "dentro del velo" (ver com.
cap. 6:19; cf. Nota Adicional del cap. 10).
Habiendo obtenido. Una evidente referencia a la redención
que se obtuvo en la cruz como se indica en los vers. 13-17.
Eterna. En contraste con las disposiciones transitorias del
sistema levítico.
Redención. Gr. lútrosis, "rescate", "liberación", "redención".
Esta palabra aparece en el NT
sólo aquí y en Luc. 1:68; 2:38. La palabra afín lútron, "rescate", se
halla en Mat. 20:28 (ver el comentario respectivo); lutrotés,
"libertador" o "redentor" se encuentra en Hech. 7:35 (ver
el comentario respectivo), y apolútrosis, que también significa "redención",
en Rom. 3:24 (ver el comentario respectivo).
13. Sangre de los toros. Ver com. vers. 12.
Cenizas de la becerra. Acerca de la purificación efectuada por las cenizas de la becerra, ver com.
Núm. 19.
Rociadas a los inmundos. O "a los contaminados".
Ver Núm. 19:18.
Santifican. Gr. hagiázo, "consagrar", "dedicar",
"santificar", "purificar". Este verbo parece tener aquí el
significado de "purificar como en Núm. 6:11 en la LXX; en la RVR se
traduce "santificará".
Purificación de la carne. En contraste con la limpieza de las conciencias (vers. 14). Se destaca que los ritos levíticos eran externos.
Proporcionaban
pureza ceremonial, pero no un verdadero descanso espiritual del alma (ver com.
cap. 3:11). Cf. cap. 7:11,19.
14. ¿Cuánto más? Se destaca la superioridad de la
ofrenda de Cristo.
Sangre de Cristo. En contraste con la sangre de
animales (cf. com. vers. 12).
Mediante el Espíritu eterno. El artículo no se encuentra en el
texto griego lo cual sugiere, aunque no prueba, que no se está hablando del
Espíritu Santo sino de la naturaleza divina de Cristo, que es eterna. Mientras
aún se hallaba en su estado eterno, anterior a su vida terrenal, Cristo se
ofreció para dar su vida por los seres humanos (Apoc. 13:8).
A sí mismo. Cristo se entregó a sí mismo como sacrificio
voluntario. Tenía poder para dar su vida, y tenía poder para tomarla otra vez
(Juan 10:18).
Limpiará. Gr. katharízo, "hacer limpio", "limpiar", "purificar". Compárese con el uso que tiene en Hech. 10:15; 15:9; 2Cor. 7:1; Efe. 5:26; Tito 2:14; Sant. 4:8; 1 Juan 1:7,9.
El
hecho de que el verbo esté en tiempo futuro sin duda tiene aplicación para
aquellos a quienes fue escrita la epístola, quienes aún no habían participado
plenamente de la experiencia que les aguardaba en el nuevo pacto (Heb. 8:10-12;
ver com. cap. 9:9). Para muchos, el antiguo sistema sólo había reportado pureza
ceremonial; el nuevo pacto les ofrecía limpieza total por medio de Jesús.
Conciencias. Ver com. vers. 9.
Obras muertas. Ver com. cap. 6:1.
Para que sirváis. El objeto de la purificación es
preparar para el servicio. Los hombres y las mujeres son redimidos para que
sirvan. La limpieza no es un fin en sí misma, sino que prepara a los que son
limpiados para que sirvan a Dios de tina manera aceptable (ver com. Rom. 12:1)
Dios vivo. Título corriente de Dios tanto en el AT como en el
NT (Deut. 5:26; Jos. 3:10; Heb. 3:12; etc.). Aquí parece haberse utilizado en
contraste con las "obras muertas". Los que sirven al Dios vivo
producen frutos vivos para justicia.
15. Por eso. Es decir, debido a la eficacia de la sangre de
Cristo para limpiar la conciencia.
Mediador de un nuevo pacto. El autor ya ha presentado a
Cristo como "mediador de un mejor pacto" (ver com. cap. 8:6). En
cuanto al nuevo pacto, ver com. cap. 8:8-12.
Interviniendo muerte. Mejor "habiendo ocurrido
muerte". Una referencia a la muerte en la cruz (cf com. cap. 2:14).
Remisión. Gr. apolútrosis (ver com. Rom. 3:24).
Bajo el primer pacto. Ver com. cap. 7:22; 9:16. Durante
el sistema de sacrificios se concedía el perdón de los pecados teniendo en
cuenta la sangre del Cordero de Dios que sería derramada. La sangre de los
animales no tenía intrínsecamente poder para perdonar los pecados. Su oficio
era simbolizar la muerte de Cristo por los pecados del mundo. Si Jesús no
hubiera dado su vida, el perdón que se ofrecía bajo el primer pacto no hubiera
tenido ninguna validez.
Llamados. Ver com. Rom. 8:28,30.
Reciban. La recepción de la herencia dependía del sacrificio de Cristo.
Si él no hubiese ofrecido su vida, habría sido vana la esperanza de
los que estaban bajo el antiguo pacto.
Herencia. Ver com. Gál. 3:18.
16. Testamento. Gr. diatheke, palabra que puede
significar "pacto", o "testamento" como se hace antes de
morir (ver com. Heb. 7:22; Gál. 3:15). En Heb. 9:15-18 se aplica este doble
significado. La "herencia" mencionada en el vers. 15 quizá sugiera la
idea de un testamento, y la frase "interviniendo muerte", quizá
recuerde que Cristo había muerto dejando una herencia, y que ésta nos había
sido dejada en un testamento.
Es necesario. Un testamento no tiene ninguna vigencia mientras
viva el testador; éste debe morir para que entonces se haga efectivo.
17. Pues no es válido. Se destaca nuevamente el hecho
bien conocido de que un testamento no tiene vigencia sino cuando muere el
testador.
18. Primer pacto. El autor está hablando del pacto hecho con Israel en el Sinaí .
(Ver com. cap. 8:7).
Fue instituido. Gr. egkainízó,
"inaugurar", "dedicar". Esta palabra sólo aparece aquí y en
el cap. 10:20, donde el autor habla de un camino nuevo y vivo que fue abierto,
o inaugurado.
19. Habiendo anunciado Moisés. En cuanto a lo que aquí se
refiere, ver com. Exo. 24:3-8.
Machos cabríos. No son mencionados en Exo. 24:3-8;
allí sólo se especifican los animales ofrecidos como sacrificios de paz (Exo.
24:5).
Agua, lana escarlata e hisopo. Estas cosas no se mencionan en
Exo. 24:3-8. Su uso se menciona en otras ocasiones: Lev. 14 y Núm. 19. En el
relato de Éxodo no hay nada que no admita los detalles que añade el autor de
Hebreos.
Libro. No se menciona en Exo. 24:3-8 que el libro fuera
rociado con sangre, pero eso bien podría haberse hecho en las ceremonias que
allí se describen.
20. Diciendo. La redacción es aquí algo diferente a la de Exo.
24:8, pero el pensamiento general es el mismo (ver la Nota 2, al término de
Mat. 3). Hay una notable similitud entre el lenguaje de Hebreos y el de Cristo
cuando sirvió el vino al instituir la Cena del Señor (Mat. 26:28).
21. Roció también con la sangre. Este detalle no se menciona en el
relato del AT, donde sólo se refiere a la unción con aceite (Exo. 40:9-11).
Josefo describe la consagración del tabernáculo, y habla de sangre rociada
sobre el tabernáculo y sobre los utensilios pertenecientes a él (Antigüedades
iii. 8.6). El autor de Hebreos confirma esta tradición.
22. Casi todo. Había ciertas excepciones. Algunas cosas eran
limpiadas con fuego o agua, y no con sangre (Núm. 19; 31:23-24).
Purificado. Gr. katharízo (ver com. vers. 14).
Según la ley. La ley de Moisés (cf com. cap. 7:12,19).
Sin derramamiento de sangre. Cf. Lev. 17:11. Pero en ciertas
circunstancias podía haber expiación por los pecados con harina en lugar de
sangre (Lev 5:11-13). Pero como regia general el ritual levítico exigía
derramamiento de sangre para la expiación.
Remisión. Gr. áfesis, "perdón" (ver com. Mat.
26:28). Casi siempre que se usa esta palabra en el NT es seguida por el
sustantivo "pecados". Afesis aparece sólo aquí y en Mar. 3:29 sin
indicar qué es lo que se perdona; evidentemente la palabra tácita es
"pecados". La gran verdad que enseñaba la prescripción de que era
necesario el derramamiento de sangre para el perdón, era que la salvación de
los seres humanos exigía en su debido momento la muerte del Hijo de Dios (cf.
Mat. 26:28). Cada sacrificio de animales anticipaba el supremo sacrificio del
"Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29).
23. Pues. Es decir, debido al principio general establecido
en el vers. 22.
Figuras. Gr. hupodeigma (ver com. cap. 8:5). El tabernáculo
del desierto y sus muebles eran una representación de las realidades
celestiales que anticipaban la obra que haría nuestro gran Sumo Sacerdote por
los pecadores.
Purificadas. Gr. katharízo, "limpiar" (ver com. vers.
14).
Así. Es decir, con las cosas mencionadas en los vers. 18-22.
Las cosas celestiales. Gr. ta epouránia, "lo
celestial", "las cosas celestiales". El autor está contrastando
las cosas celestiales con las diversas cosas terrenales que ya ha mencionado.
El término es genérico y podría referirse a cualquier cosa relacionada con el
servicio celestial de Cristo. El énfasis del pasaje no se hace sobre el acto de
limpiar sino sobre la necesidad de una limpieza por medio de un sacrificio
mejor, a saber: la sangre de Cristo.
El cielo es un lugar de pureza, y
por eso se ha discutido mucho entre los comentadores por qué alguna cosa
celestial necesitaba ser limpiada y qué fue lo que purificó la sangre de
Cristo.
Algunos afirman que es
completamente imposible comprender lo que quiso decir el autor; otros sugieren
que la limpieza consistió en el apaciguamiento de la ira de Dios. Esta opinión
debe rechazarse, pues revela una incomprensión de la naturaleza de Dios y de la
expiación (ver com. Rom. 5:10).
La dificultad radica quizá en que se trata de llevar demasiado lejos la comparación del autor. La esencia de lo que ha dicho es clara: está mostrando que el sacrificio de Cristo fue infinitamente superior a los sacrificios de animales.
La sangre de los becerros y los machos cabríos limpiaba (Heb. 9:22) lo relacionado con el santuario terrenal, el santuario del antiguo pacto (vers. 1); pero la sangre de Cristo está íntimamente relacionada con el servicio en el "verdadero tabernáculo"(cap. 8:2), el santuario del nuevo pacto (cap. 9:11,15).
En el primer caso se lograba la pureza ceremonial;
en el segundo, la moral (ver
com. vers. 13-14).
Cristo se ha presentado "por
nosotros ante Dios" (vers. 24). Vive "siempre para interceder "
por nosotros (cap. 7:25). La razón por la que necesitamos que alguien se
presente delante de Dios por nosotros e interceda por nosotros, es porque hemos
pecado. Cristo "se presentó... por el sacrificio de sí mismo para quitar de
en medio el pecado" (cap. 9:26).
AHORA ESTÁ OFRECIENDO LA EFICACIA DE SU EXPIACIÓN EN
FAVOR DEL PECADOR. El resultado de esto es la
limpieza de la conciencia del pecador (vers. 14). La palabra que se traduce
"limpiará", es una flexión del verbo katharízo, otra de cuyas
flexiones se ha traducido "purificadas" (vers. 23). Cf. 1Juan 1:9, en
donde katharízo se ha traducido como "limpiarnos". De modo que Jesús,
como ministro del verdadero tabernáculo, presentándose ante Dios por nosotros e
intercediendo por nosotros, está llevando a cabo una obra de limpieza, limpieza
que se aplica a los pecados de todos los que se arrepienten.
PERO CRISTO HACE ADEMÁS una
obra especial de limpieza del santuario celestial, que corresponde con el
servicio que efectuaba el sumo sacerdote en el santuario terrenal en el día de
la expiación (ver com. Lev. 16). El profeta Daniel habla de esta obra especial
de Cristo: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario
será purificado [katharízo, LXX]" (Dan. 8:14). Cuando se aplica el
principio de un día por cada año, este período termina en 1844 d. C. (ver com.
Dan. 8:14). Cuando llegó ese año, hacía muchos siglos que había desaparecido el
templo terrenal, construido según el modelo de las cosas celestiales; por lo tanto,
esta referencia (Dan. 8:14) debe corresponder con el santuario del nuevo pacto,
el "verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre" (Heb.
8:2). Ver com. Dan. 8:14.
Mejores sacrificios. Aquí
se usa el plural para el único sacrificio de Cristo, quizá porque ese único
sacrificio cumplió cada uno de los requisitos que simbolizaban los sacrificios
del sistema antiguo.
24. Santuario. Gr. hágia (ver Nota Adicional del cap. 8). Aquí
falta el artículo, pero el adjetivo neutro plural bien puede traducirse
"santuario" o "lo santo".
Hecho de mano. Ver com. vers. 11.
Figura. Gr. antítupos, "copia", "figura",
"imagen". "Antitipo" deriva de esta palabra, aunque usamos
"antitipo" para expresar lo que es anunciado por el
"tipo".* La palabra griega puede referirse tanto al original como a
la copia. Este término griego aparece una vez más en el NT (1Ped. 3:21).
El cielo mismo. "El más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos" (vers.11) se iguala aquí con "el cielo mismo".
"Ningún edificio terrenal podría representar
la grandeza y la gloria del templo celestial, la morada del Rey de reyes donde
millares de millares le sirven y millones de millones están delante de él (Dan.
7:10), de aquel templo lleno de la gloria del trono eterno, donde los
serafines, sus guardianes resplandecientes, se cubren el rostro en su
adoración" (PP 371).
Ahora. El autor pone de relieve el pensamiento de que
Cristo ya está ministrando como sumo sacerdote, y exhorta a sus lectores a que
dejen de depender del antiguo sistema levítico y disfruten plenamente de las
gloriosas prerrogativas que dispensa el nuevo pacto (cf. com. vers. 9).
Por nosotros. O "en favor de nosotros"; intercede por
nosotros (cap. 7:25). "Si alguno hubiera pecado, abogado tenemos para con el
Padre" (ver com. 1 Juan 2:1).
Ante Dios. En contraste con el sumo sacerdote del santuario
terrenal (ver com. vers.8), que sólo podía llegar hasta delante de la
manifestación de la Deidad en la gloria sobre el propiciatorio (ver com. Gén.
3:24), y eso sólo una vez al año.
25. Ofrecerse. Cf. "su propia sangre" (ver com. vers.
12).
Muchas veces. El ofrecimiento voluntario de Cristo y su entrada
"en el ciclo mismo" (vers. 24) fueron actos únicos, consumados una
sola vez.
Como entra el sumo sacerdote. Ver com. vers. 7.
El Lugar Santísimo. Gr. ta hágia (ver Nota Adicional
del cap. 8). "Lugar Santísimo" es una interpretación probable, aunque
el griego emplea el neutro plural, el cual puede referirse tanto al todo, como
a una parte del santuario.
Sangre ajena. O sangre no suya. Se presenta un contraste entre la
entrada del sumo sacerdote con la de Jesús, quien entró "por su propia
sangre" (vers. 12).
26. De otra manera. Es decir, si la ofrenda de Jesús
sólo hubiera tenido una eficacia transitoria, como sucedía con las ofrendas del
sum sacerdote terrenal.
Padecer muchas veces. Su encarnación y muerte se
hubieran tenido que repetir muchas veces.
En la consumación de los siglos. Esta expresión se usa aquí como
sinónimo de "estos postreros días" (cap. 1:2), y debe entenderse de
acuerdo con la explicación que se da para este pasaje.
Se presentó. Es decir, su primer advenimiento.
Una vez para siempre. Gr. hápax, "una vez por
todas".
Sacrificio de sí mismo. Ver com. vers. 14.
Para quitar de en medio el pecado. Cristo vino para salvar "a su pueblo de sus pecados" (Mat. 1:21).
Él era "el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Ver Isa.
53:6; 1Ped. 2:24; cf. Dan. 9:24; Heb. 9:23.
27. Y de la manera. Los vers. 27 y 28 son un
paréntesis. El tema del vers. 26 se reanuda en el cap. 10:1.
Está establecido. Gr apókeimai,
"existir", estar guardado", "estar asegurado". Compárese
con el uso que se le da en Luc. 19:20; Col. 1:5; 2Tim. 4:8. La mención de que
Cristo murió una vez sugiere, sin duda, el pensamiento de que los hombres
mueren una vez. Por causa del pecado de Adán, la muerte pasó a todos los hombres
(Rom. 5:12).
Mueran una sola vez. Dios ha establecido que los
hombres mueran una sola vez antes del juicio; pero esto no contradice la idea
de que si el juicio los condena, tengan que morir otra vez (Apoc. 20:15).
Después de esto el juicio. La muerte no es el fin del
hombre. Un día todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo (ver
com. 2Cor. 5:10). Este hecho se menciona aquí aparentemente para mostrar un
paralelo con la obra de Cristo, cuya primera venida no sería su última, pues
vendrá "por segunda vez" (vers. 28).
28. Fue ofrecido una sola vez. La Biblia dice que Cristo se dio
a sí mismo (Gál. 1:4), o se ofreció a sí mismo (Heb. 9:14), y que el Padre dio
a su Hijo (Juan 3:16); pero también dice que Cristo fue apresado, crucificado y
muerto por manos impías (Hech. 2:23).
Llevar los pecados. Ver com. Heb. 9:26;
cf. com. 2Cor. 5:21.
De muchos. Literalmente "de los muchos"; "la
multitud" (BJ); "de la muchedumbre" (BC), lo que equivale a
"de todos" (NC; ver com. Rom. 5:15).
Aparecerá. Gr horáo; según el significado que aquí se le da,
equivale a "hacerse visible", "aparecer". Compárese con el
significado que tiene en Luc. 24:34, Hech. 7:2, 1Tim. 3:16.
Segunda vez. Su encarnación fue su primera venida. Este es el
único texto del NT en donde se usa el adjetivo "segunda" para
referirse a la venida de Cristo en poder y gloria.
Sin relación con el pecado. Un contraste con la frase "para llevar los pecados de muchos". En su primer advenimiento Cristo tomó sobre sí los pecados del mundo (cf.1Juan 2:2); "por nosotros" fue hecho "pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2Cor 5:21); pero la obra que vino a hacer en relación con el pecado, se completará antes de que vuelva por segunda vez.
Le esperan. Gr.
apekdéjomai, "esperar ávidamente" (ver com. Rom. 8:19). 7CBA
COMENTARIOS DE EGW
1. CS 465. Después que los
israelitas se hubieron establecido en Canaán el tabernáculo fue reemplazado por
el templo de Salomón, el cual, aunque edificio permanente y de mayores
dimensiones, conservaba las mismas proporciones y el mismo amueblado. El
santuario subsistió así -menos durante el plazo 465 en que permaneció en ruinas en tiempo de Daniel- hasta su
destrucción por los romanos, en el año 70 de nuestra era.
Tal fue el único santuario que
haya existido en la tierra y del cual la Biblia nos dé alguna información. San
Pablo dijo de él que era el santuario del primer pacto. Pero ¿no tiene el nuevo
pacto también el suyo?
Volviendo al libro de los
Hebreos, los que buscaban la verdad encontraron que existía un segundo
santuario, o sea el del nuevo pacto, al cual se alude en las palabras ya
citadas del apóstol Pablo: "En verdad el primer pacto también tenía
reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo." El uso de
la palabra "también" implica que San Pablo ha hecho antes mención de
este santuario. Volviendo al principio del capítulo anterior, se lee: "Lo
principal, pues, entre las cosas que decimos es esto: Tenemos un tal sumo
sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos; ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo, que plantó el
Señor, y no el hombre." (Hebreos 8:1,2, V.M.)
Aquí tenemos revelado el
santuario del nuevo pacto. El santuario del primer pacto fue asentado por el
hombre, construido por Moisés; éste segundo es asentado por el Señor, no por el
hombre. En aquel santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio;
en éste es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de
Dios. Uno de los santuarios estaba en la tierra, el otro está en el cielo.
Además, el tabernáculo construido
por Moisés fue hecho según un modelo. El Señor le ordenó: "Conforme a todo
lo que yo te mostrare, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus
vasos, así lo haréis." Y le mandó además: "Mira, y hazlos conforme a
su modelo, que te ha sido mostrado en el monte." (Éxodo 25: 9, 40.)
1-5. CS 463. En sus
investigaciones vieron que en las Santas Escrituras no hay prueba alguna en
apoyo de la creencia general de que la tierra es el santuario; pero encontraron
en la Biblia una explicación completa de la cuestión del santuario, su
naturaleza, su situación y sus servicios; pues el testimonio de los escritores
sagrados era tan claro y tan amplio que despejaba este asunto de toda duda. El
apóstol Pablo dice en su Epístola a los Hebreos: "En verdad el primer pacto
también tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo.
Porque un tabernáculo fue preparado, el primero, en que estaban el candelabro y
la mesa y los panes de la proposición; el cual se llama el Lugar Santo. Y
después del segundo velo, el tabernáculo que se llama el Lugar Santísimo: que
contenía el incensario de oro y el arca del pacto, cubierta toda en derredor de
oro, en la cual estaba el vaso de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón
que floreció, y las tablas del pacto; y sobre ella, los querubines de gloria,
que hacían sombra al propiciatorio." (Hebreos 9:1-5, V.M.)
El santuario al cual se refiere
aquí San Pablo era el tabernáculo construido por Moisés a la orden de Dios como
morada terrenal del Altísimo. "Me harán un santuario, para que yo 464 habite en medio de ellos"
(Éxodo 25:8, V.M.), había sido la orden dada a Moisés mientras estaba en el
monte con Dios.
8-12. DTG 138. EN VIRTUD DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN, PASÓ A SER
"MINISTRO DEL SANTUARIO, y de aquel verdadero tabernáculo que
el Señor asentó, y no hombre.' (Hebreos 8:2). Los hombres habían construido el
tabernáculo, y luego el templo de los judíos; pero el santuario celestial, del
cual el terrenal era una figura, no fue construido por arquitecto humano.
"He aquí el varón cuyo nombre es Vástago: [V.M.] . . . él edificará el
templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y
será sacerdote en su solio." (Zacarías 6:12,13).
EL CEREMONIAL DE LOS
SACRIFICIOS QUE HABÍA SEÑALADO A CRISTO PASÓ: pero los ojos de los hombres fueron
dirigidos al verdadero sacrificio por los pecados del mundo.
CESÓ EL SACERDOCIO
TERRENAL, PERO MIRAMOS A JESÚS, MEDIADOR DEL NUEVO PACTO, y "a la sangre del esparcimiento que habla
mejor que la de Abel." "Aún no estaba descubierto el camino para el
santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie.... Mas
estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el
más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, . . . por su propia
sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna
redención.' (Hebreos 12:24;
9:8-12). "Por lo cual puede también salvar eternamente a los
que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.'
(Hebreos 7:25).
AUNQUE EL
MINISTERIO HABÍA DE SER TRASLADADO DEL TEMPLO TERRENAL AL CELESTIAL, aunque el santuario y
nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los
discípulos no habían de sufrir pérdida por ello. No sufrirían interrupción en
su comunión, ni disminución de poder por causa de la ausencia del Salvador.
Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre por su Espíritu
el ministro de la iglesia en la tierra. Está oculto a la vista, pero se cumple
la promesa que hiciera al partir: "He aquí, yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo.' (Mateo 28:20). Aunque delega su poder a
ministros inferiores, su presencia vivificadora está todavía con su
iglesia. "Por tanto, teniendo
un gran Pontífice,. . . Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
Porque no tenemos 139 un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras
flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro." (Hebreos
4:14-16). 140 DTG/EGW
13-14. 1JT 485. El cuerpo de la
vaquillona se reducía a cenizas, lo cual significaba un sacrificio completo y
amplio. Luego, una persona que no había sido contaminada por el contacto con
los muertos recogía las cenizas, y las colocaba en una vasija que contenía agua
de un arroyo. Esta persona limpia y pura
tomaba luego un palo de cedro con un trapo escarlata y un manojo de hisopo y
asperjaba el contenido de la vasija sobre el tabernáculo y la gente congregada.
La ceremonia se repetía varias veces a fin de ser cabal, y se hacía como
purificación del pecado.
Así también Cristo, con su propia
justicia inmaculada, después 485 de derramar su preciosa sangre entra en el
lugar santo a purificar el santuario. Y allí la corriente carmesí inicia el
servicio de reconciliación entre Dios y el hombre. Algunos pueden considerar el
sacrificio de la vaquillona como una ceremonia sin significado; pero se
ejecutaba de acuerdo con la orden de Dios, y encierra un profundo significado
que no ha perdido su aplicación en nuestro tiempo.
El sacerdote usaba cedro e
hisopo, lo sumergía en el agua de la purificación, y con ello rociaba lo
inmundo. Esto simbolizaba la sangre de Cristo derramada para limpiarnos de las
impurezas morales. Las repetidas aspersiones ilustran el carácter cabal de la
obra que debe realizarse en favor del pecador arrepentido. Todo lo que éste
tiene debe ser consagrado. No sólo debe purificar su propia alma, sino que debe
esforzarse porque su familia, sus arreglos domésticos, su propiedad y todo lo
que le pertenece, quede consagrado a Dios.
Después de rociar con hisopo la
tienda, sobre la puerta de aquellos que habían sido purificados se escribía:
"No soy mío, Señor; soy tuyo." Así debe ser con los que profesan ser
purificados por la sangre de Cristo. Dios no es menos exigente ahora que en
tiempos antiguos. En su oración, el
salmista se refiere a esta ceremonia simbólica cuando dice: "Purifícame
con hisopo, y seré limpio: lávame, y seré emblanquecido más que la nieve."
"Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto
dentro de mi." "Vuélveme el gozo de tu salud; y el espíritu libre me
sustente." (Sal. 51: 7,10,12).
La sangre de Cristo es eficaz,
pero necesita ser aplicada continuamente.
No sólo quiere Dios que sus siervos empleen para su gloria los recursos que
les ha confiado, sino que desea que se consagren ellos mismos a su causa.
Hermanos míos, si os habéis vuelto egoístas y estáis privando al Señor de
aquello que debierais dar alegremente para su servicio, entonces necesitáis que
se os aplique cabalmente la sangre de la aspersión, para consagramos vosotros y
todos vuestros bienes a Dios. 486
TM 98. Cuando Moisés
descendió del monte con las dos tablas del testimonio en sus manos, escuchó los
clamores del pueblo, y, al acercarse, contempló el ídolo y la multitud rebelde.
Abrumado de horror e indignación porque Dios había sido deshonrado, y aquel
pueblo había quebrantado su solemne pacto con él, arrojó las dos tablas de
piedra sobre la tierra, y las rompió al pie del monte. Aunque su amor por
Israel era tan grande que estaba dispuesto a deponer su propia vida por ellos,
sin embargo su celo por la gloria de Dios lo enojó, y ese enojo halló expresión
en ese acto de tan terrible significado. Dios no lo reconvino. El haber roto
las tablas de piedra era sólo una representación del hecho de que Israel había
quebrantado el pacto que tan recientemente había hecho con Dios. El siguiente
texto se refiere a la justa indignación contra el pecado, que surge del celo
por la gloria de Dios, y no al enojo promovido por la ambición del amor propio
herido: "Airaos, y no pequéis".
Tal fue el enojo de Moisés.
"Y tomó el becerro que
habían hecho, y quemólo en el fuego, y moliólo hasta reducirlo a polvo, que
esparció sobre las aguas, y diólo a beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés
a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran
pecado? Y respondió Aarón: No se enoje
mi señor; tú conoces el pueblo, que es inclinado a mal. Porque me dijeron:
Haznos dioses que vayan delante de nosotros, que a este Moisés, el varón que
nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido". Y vio Moisés "que el pueblo estaba
despojado, porque Aarón lo había despojado para vergüenza entre sus
enemigos". 99
14. HAp 451. LA
ORACIÓN ES EL MEDIO Ordenado Por El Cielo Para Tener Éxito en el
conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano. Las influencias
divinas que vienen en respuesta a la oración de fe, efectuarán en el alma del
suplicante todo lo que pide. Podemos pedir perdón del pecado, el Espíritu Santo,
un temperamento semejante al de Cristo, sabiduría y poder para realizar 451 su obra, o cualquier otro don que él ha prometido; y la
promesa es: "Se os dará."
FUE EN EL MONTE
CON DIOS DONDE MOISÉS contempló el modelo de aquel
maravilloso edificio donde debía morar su gloria. Es en el monte con Dios -en
el lugar secreto de comunión- donde nosotros podemos contemplar su glorioso
ideal para la humanidad. En todas las edades, mediante la comunión con el
cielo, Dios ha realizado su propósito para con sus hijos, desarrollando
gradualmente ante sus mentes las doctrinas de la gracia. Su manera de impartir
la verdad se ilustra con las siguientes palabras: "Como el alba está
aparejada su salida." (Oseas 6:3.) El que se coloca donde Dios puede
iluminarle, alcanza, por decirlo así, desde la obscuridad parcial del alba
hasta la plena luz del mediodía.
LA
VERDADERA SANTIFICACIÓN SIGNIFICA AMOR PERFECTO, obediencia perfecta y
conformidad perfecta a la voluntad de Dios. Somos santificados por Dios
mediante la obediencia a la verdad. Nuestra conciencia debe ser purificada de
las obras de muerte sirviendo al Dios viviente. Todavía no somos perfectos;
pero es nuestro privilegio separarnos de los lazos del yo y del pecado y
avanzar hacia la perfección. Grandes posibilidades, altos y santos fines están
al alcance de todos.
LA RAZÓN POR LA
CUAL MUCHOS EN ESTE SIGLO no realizan mayores progresos en la vida espiritual, es porque
interpretan que la voluntad de Dios es precisamente lo que ellos desean hacer.
Mientras siguen sus propios deseos se hacen la ilusión de que están
conformándose a la voluntad de Dios. Los tales no tienen conflictos consigo
mismos. Hay otros que por un tiempo tienen éxito en su lucha contra sus propios
deseos de placeres y comodidad. Son sinceros y fervorosos, pero se cansan por
el prolongado esfuerzo, la muerte diaria y la incesante inquietud. La
indolencia parece invitarlos, la muerte al yo es desagradable; finalmente
cierran sus soñolientos ojos y caen bajo el poder de la tentación en vez de
resistirla.
LAS
INSTRUCCIONES FORMULADAS EN LA PALABRA DE DIOS no dan 452 lugar para transigir con el mal. El
Hijo de Dios se manifestó para atraer a todos los hombres a si mismo. No vino
para adormecer al mundo arrullándolo, sino para señalarle el camino angosto por
el cual todos deben andar si quieren alcanzar finalmente las puertas de la
ciudad de Dios. Sus hijos deben seguir por donde él señaló la senda; sea cual
fuere el sacrificio de las comodidades o de las satisfacciones egoístas que se
les exija; sea cual fuere el costo en labor o sufrimiento, deben sostener una
constante batalla consigo mismos.
La Mayor Alabanza
Que Los Hombres Pueden Ofrecer A Dios Es Llegar A Ser Medios Consagrados Por
Los Cuales Pueda Obrar.
19-20. PP 321. Durante todo el
peregrinaje de Israel, Cristo, desde la columna de nube y fuego, fue su guía.
Mientras tenían símbolos que señalaban al Salvador que vendría, también tenían
un Salvador presente, que daba mandamientos al pueblo por medio de Moisés y que
les fue presentado como el único medio de bendición.
Al descender del monte, Moisés
"contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todos los derechos: y
todo el pueblo respondió a una voz, y dijeron: Ejecutaremos todas las palabras que
Jehová ha dicho." Esta promesa, junto con las palabras del Señor que ellos
se comprometían a obedecer, fueron escritas por Moisés en un libro.
Entonces se procedió a ratificar
el pacto. Se construyó un altar al pie del monte, y junto a él se levantaron
doce columnas "según las doce tribus de Israel," como testimonio de
que aceptaban su pacto. En seguida, jóvenes escogidos para ese servicio,
presentaron sacrificios a Dios.
Después de rociar el altar con la
sangre de las ofrendas, Moisés tomó "el libro de la alianza, y leyó a
oídos del pueblo." En esta forma fueron repetidas solemnemente las
condiciones del pacto, y todos quedaron en libertad de decidir si querían
cumplirlas o no. Antes habían prometido obedecer la voz de Dios; pero desde
entonces habían oído pronunciar su ley; y se les habían detallado sus
principios, para que ellos supieran cuánto abarcaba ese pacto. Nuevamente el
pueblo contestó a una voz: "Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y
obedeceremos." "Porque habiendo leído Moisés todos los mandamientos
de la ley a todo el pueblo, tomando la sangre de los becerros y de los machos
cabríos, . . . roció al mismo libro, y también a todo el pueblo, diciendo: Esta
es la sangre del testamento que Dios ha mandado." (Heb. 9:19,20.) 322
21. PP 370. El día de la
expiación, el sumo sacerdote, llevando una ofrenda por la congregación, entraba
en el lugar santísimo con la sangre, y la rociaba sobre el propiciatorio,
encima de las tablas de la ley. En esa forma los requerimientos de la ley, que
exigían la vida del pecador, quedaban satisfechos. Entonces, en su carácter de
mediador, el sacerdote tomaba los pecados sobre sí mismo, y salía del santuario
llevando sobre sí la carga de las culpas de Israel. A la puerta del tabernáculo
370 ponía las manos sobre la cabeza del macho cabrío símbolo de Azazel, y
confesaba "sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas
sus rebeliones, y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho
cabrío." Y cuando el macho cabrío que llevaba estos pecados era conducido
al desierto, se consideraba que con él se alejaban para siempre del pueblo. Tal
era el servicio verificado como "bosquejo y sombra de las cosas
celestiales." (Heb. 8:5.)
Como se ha dicho, el santuario
terrenal fue construido por Moisés, conforme al modelo que se le mostró en el
monte. "Era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían
presentes y sacrificios." Los dos lugares santos eran "figuras de las
cosas celestiales." Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es el
"ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor
asentó, y no hombre." (Heb. 9:9,23; 8:2.) Cuando en visión se le mostró al
apóstol Juan el templo de Dios que está en el cielo, vio allí "siete
lámparas de fuego . . . ardiendo delante del trono." Vio también a un
ángel "teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso para
que lo añadiese a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que
estaba delante del trono." (Apoc. 4:5; 8:3.) Se le permitió al profeta
contemplar el lugar santo del santuario celestial; y vio allí "siete
lámparas de fuego ardiendo" y "el altar de oro," representados
por el candelero de oro y el altar del incienso o perfume en el santuario
terrenal. Nuevamente "el templo de Dios fue abierto en el cielo" (Apoc.
11:19), y vio el lugar santísimo detrás del velo interior. Allí contempló
"el arca de su testamento," representada por el arca sagrada
construida por Moisés para guardar la ley de Dios.
Moisés hizo el santuario
terrenal, "según la forma que había visto." Pablo declara que
"el tabernáculo y todos los vasos del ministerio," después de haber
sido hechos, eran símbolos de "las cosas celestiales." (Hech 7: 44;
Heb. 9: 21, 23.)
22-23. CS 470. Las Escrituras Contestan Con Claridad A La Pregunta:
¿QUÉ ES EL SANTUARIO?
La palabra
"santuario," tal cual la usa la Biblia, se refiere, en primer lugar,
al tabernáculo que construyó Moisés, como figura o imagen de las cosas
celestiales; y, en segundo lugar, al "verdadero tabernáculo" en el
cielo, hacia el cual señalaba el santuario terrenal. Muerto Cristo, terminó el
ritual típico. El "verdadero tabernáculo" en el cielo es el santuario
del nuevo pacto. Y como la profecía de Daniel 8:14 se cumple en esta
dispensación, el santuario al cual se refiere debe ser el santuario del nuevo
pacto. Cuando terminaron los 2.300 días, en 1844, hacía muchos siglos que no
había santuario en la tierra. De manera que la profecía: "Hasta dos mil y
trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el 470 Santuario," se refiere indudablemente al santuario que
está en el cielo.
PERO QUEDA AÚN LA PREGUNTA MÁS IMPORTANTE POR CONTESTAR:
¿QUÉ ES LA PURIFICACIÓN DEL SANTUARIO?
En el Antiguo
Testamento se hace mención de un servicio tal con referencia al santuario
terrenal. ¿Pero puede haber algo que purificar en el cielo? En el noveno
capítulo de la Epístola a los Hebreos, se menciona claramente la purificación
de ambos santuarios, el terrenal y el celestial. "Según la ley, casi todas
las cosas son purificadas con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay
remisión. Fue pues necesario que las representaciones de las cosas celestiales
fuesen purificadas con estos sacrificios, pero las mismas cosas celestiales,
con mejores sacrificios que éstos" (Hebreos 9:22,23, V.M.), a saber, la
preciosa sangre de Cristo.
En ambos servicios, el típico y
el real, la purificación debe efectuarse con sangre; en aquél con sangre de
animales; en éste, con la sangre de Cristo. San Pablo dice que la razón por la
cual esta purificación debe hacerse con sangre, es porque sin derramamiento de
sangre no hay remisión. La remisión, o sea el acto de quitar los pecados, es la
obra que debe realizarse. ¿Pero como podía relacionarse el pecado con el
santuario del cielo o con el de la tierra? Puede saberse esto estudiando el
servicio simbólico, pues los sacerdotes que oficiaban en la tierra, ministraban
"lo que es la mera representación y sombra de las cosas celestiales."
(Hebreos 8:5, V.M.)
El servicio del santuario
terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el
lugar santo, mientras que una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un
servicio especial de expiación en el lugar santísimo, para purificar el
santuario. Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta
del tabernáculo, y poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba
sus pecados, transfiriéndolos así figurativamente de sí mismo a la víctima
inocente. Luego se mataba el animal. "Sin derramamiento de sangre,"
dice el apóstol, no hay remisión de pecados. "La vida de la carne en 471
la sangre está." (Levítico 17:11.) La ley de Dios quebrantada exigía la
vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida comprometida del
pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al lugar santo
y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley
que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era
transferido figurativamente, por intermedio de la sangre, al santuario. En
ciertos casos, la sangre no era llevada al lugar santo; pero el sacerdote debía
entonces comer la carne, como Moisés lo había mandado a los hijos de Aarón,
diciendo: "Dióla él a vosotros para llevar la iniquidad de la
congregación." (Levítico 10:17.) Ambas ceremonias simbolizaban por igual
la transferencia del pecado del penitente al santuario.
Tal era la obra que se llevaba a
cabo día tras día durante todo el año. Los pecados de Israel eran transferidos
así al santuario, y se hacía necesario un servicio especial para eliminarlos.
Dios mandó que se hiciera una expiación por cada uno de los departamentos
sagrados. "Así hará expiación por el Santuario, a causa de las inmundicias
de los hijos de Israel y de sus transgresiones, con motivo de todos sus
pecados. Y del mismo modo hará con el Tabernáculo de Reunión, que reside con
ellos, en medio de sus inmundicias." Debía hacerse también una expiación
por el altar: "Lo purificará y lo santificará, a causa de las inmundicias
de los hijos de Israel." (Levítico 16:16,19, V.M.)
23-24. CS 465. Después que los israelitas se hubieron establecido
en Canaán el tabernáculo fue reemplazado por el templo de Salomón, el cual,
aunque edificio permanente y de mayores dimensiones, conservaba las mismas
proporciones y el mismo amueblado. El santuario subsistió así -menos durante el
plazo 465 en que permaneció en
ruinas en tiempo de Daniel- hasta su destrucción por los romanos, en el año 70
de nuestra era.
Tal fue el único santuario que
haya existido en la tierra y del cual la Biblia nos dé alguna información. San
Pablo dijo de él que era el santuario del primer pacto. Pero ¿no tiene el nuevo
pacto también el suyo?
Volviendo al libro de los
Hebreos, los que buscaban la verdad encontraron que existía un segundo
santuario, o sea el del nuevo pacto, al cual se alude en las palabras ya
citadas del apóstol Pablo: "En verdad el primer pacto también tenía
reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo." El uso de
la palabra "también" implica que San Pablo ha hecho antes mención de
este santuario. Volviendo al principio del capítulo anterior, se lee: "Lo
principal, pues, entre las cosas que decimos es esto: Tenemos un tal sumo
sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos; ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo, que plantó el
Señor, y no el hombre." (Hebreos 8:1,2, V.M.)
Aquí tenemos revelado el
santuario del nuevo pacto. El santuario del primer pacto fue asentado por el
hombre, construido por Moisés; éste segundo es asentado por el Señor, no por el
hombre. En aquel santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio;
en éste es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de
Dios. Uno de los santuarios estaba en la tierra, el otro está en el cielo.
Además, el tabernáculo construido
por Moisés fue hecho según un modelo. El Señor le ordenó: "Conforme a todo
lo que yo te mostrare, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus
vasos, así lo haréis." Y le mandó además: "Mira, y hazlos conforme a
su modelo, que te ha sido mostrado en el monte." (Éxodo 25: 9, 40.) Y San
Pablo dice que el primer tabernáculo "era una parábola para aquel tiempo
entonces presente; conforme a la cual se ofrecían dones y sacrificios;"
que sus santos lugares eran "representaciones de las cosas
celestiales;" que los sacerdotes que presentaban las ofrendas 466 según la ley, ministraban lo que
era "la mera representación y sombra de las cosas celestiales," y que
"no entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación
del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios
por nosotros." (Hebreos 9:9,23; 8:5; 9:24, V.M.)
El santuario celestial, en el
cual Jesús ministra, es el gran modelo, del cual el santuario edificado por
Moisés no era más que trasunto. Dios puso su Espíritu sobre los que
construyeron el santuario terrenal. La pericia artística desplegada en su
construcción fue una manifestación de la sabiduría divina. Las paredes tenían
aspecto de oro macizo, y reflejaban en todas direcciones la luz de las siete
lámparas del candelero de oro. La mesa de los panes de la proposición y el
altar del incienso relucían como oro bruñido. La magnífica cubierta que formaba
el techo, recamada con figuras de ángeles, en azul, púrpura y escarlata,
realzaba la belleza de la escena. Y más allá del segundo velo estaba la santa
shekina, la manifestación visible de la gloria de Dios, ante la cual sólo el
sumo sacerdote podía entrar y sobrevivir.
28. CS 361. No fue sólo sobre los collados de Judea, ni entre los humildes pastores, donde los ángeles encontraron a quienes velaban 361 esperando la venida del Mesías En tierra de paganos había también quienes le esperaban; eran sabios, ricos y nobles filósofos del oriente. Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras.
Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de Aquel que sería no sólo la "consolación de Israel," sino una "luz para iluminación de las naciones" y "salvación hasta los fines de la tierra." (Lucas 2:25,32; Hechos 13:47, V.M.)
Buscaban luz, y la luz del trono de Dios
iluminó su senda. Mientras los sacerdotes y rabinos de Jerusalén, guardianes y
expositores titulados de la verdad, quedaban envueltos en tinieblas, la
estrella enviada del cielo guió a los gentiles del extranjero al lugar en que
el Rey acababa de nacer.
Es "para la salvación de los
que le esperan" para lo que Cristo aparecerá "la segunda vez, sin
pecado." (Hebreos 9:28, V.M.) Como las nuevas del nacimiento
del Salvador, el mensaje del segundo advenimiento no fue confiado a los
caudillos religiosos del pueblo. No habían conservado éstos la unión con Dios,
y habían rehusado la luz divina; por consiguiente no se encontraban entre
aquellos de quienes habla el apóstol Pablo cuando dice: "Vosotros, empero,
hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día a vosotros os sorprenda
como ladrón: porque todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día;
nosotros no somos de la noche, ni de las tinieblas." (1 Tesalonicenses 5:
4, 5, V.M.)
*CS 539. En el servicio
ritual típico el sumo sacerdote, hecha la propiciación por Israel, salía y
bendecía a la congregación. Así también Cristo, una vez terminada su obra de
mediador, aparecerá "sin pecado . . . para la salvación" (Hebreos
9:28, V.M.), para bendecir con el don de la vida eterna a su pueblo que le
espera. Así como, al quitar los pecados del santuario, el sacerdote los
confesaba sobre la cabeza del macho cabrío emisario, así también Cristo colocará
todos estos pecados sobre Satanás, autor e instigador del pecado. El macho
cabrío emisario, que cargaba con los pecados de Israel, era enviado "a
tierra inhabitada" (Levítico 16: 22); así también Satanás, cargado con la
responsabilidad de todos los pecados que ha hecho cometer al pueblo de Dios,
será confinado durante mil años en la tierra entonces desolada y sin
habitantes, y sufrirá finalmente la entera penalidad del pecado en el fuego que
destruirá 540 a todos los impíos.
Así el gran plan de la redención alcanzará su cumplimiento en la extirpación
final del pecado y la liberación de todos los que estuvieron dispuestos a
renunciar al mal.
Ministerio Hno. Pio
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