martes, noviembre 02, 2021

REFLEXIÓN 896. CONSUELO A LOS CREYENTES PERSEGUIDOS (2 TESALONICENSES 1).

2 Tesalonicenses 1

CONSUELO A LOS CREYENTES PERSEGUIDOS: Vers. (1-4) Pablo agradece a Dios por la fe, amor fraternal y paciencia de los tesalonicenses en medio de la persecución. (5) Bienaventuranza de los perseguidos (6) y castigo de los perseguidores; (7) descanso de los unos (8-9) y castigo de los otros. (10) Glorificación de Cristo y sus santos. (11-12) Oraciones por los creyentes.

1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo: 2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 3 Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; 4 tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis.

5 Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. 6 Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, 

7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder,

8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, 10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).

11 Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga en llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, 12 para que el nombre de nuestro señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. (2 Tesalonicenses 1).

1. Pablo, Silvano y Timoteo. En cuanto a este encabezamiento, ver com. 1 Tes. 1:1.

En Dios nuestro Padre. Esta expresión difiere de la de 1 Tes.1:1 sólo en el uso del adjetivo "nuestro", que destaca la relación íntima y personal de Pablo y sus conversos con Aquel a quien adoraban.

2. Gracia y paz a vosotros. La bendición paulina usual (ver com. Rom. 1:7; cf.1Tes.1:1), que sólo varía en las epístolas pastorales añadiéndole la palabra "misericordia" (ver 1 Tim. 1:1-2). El apóstol reconoce que las dádivas espirituales de la gracia y de la paz sólo pueden provenir de Dios. La gracia es el amor de Dios en acción, que mediante Jesucristo proporciona gratuitamente completa salvación a los pecadores indignos, mientras que la paz -el resultado de ese hecho- implica la comprensión íntima del perdón de los pecados, el reconocimiento de la reconciliación con Dios.

3. Dar gracias a Dios. Cuando Pablo escuchó la buena noticia de la espiritualidad de la iglesia de Tesalónica (ver p. 270), no creyó que él debía ser alabado por esa espiritualidad, sino que consideró que sólo debía ser causa para dar gracias a Dios.

Como es digno. Ver com. 1 Cor. 16:4. En vista de su ruego previo por la condición espiritual de los tesalonicenses (1 Tes. 3:12), Pablo creía que no era menos que justo reconocer la respuesta a sus oraciones.

Vuestra fe va creciendo. Pablo había sentido preocupación por sus conversos, y había orado fervientemente para tener la oportunidad de visitarlos a fin de fortalecerles y edificarlos en aquello en lo cual su fe era deficiente (cf. 1 Tes. 3:10); pero este privilegio le había sido negado. Sin embargo, Dios en su providencia los había bendecido de tal manera que habían crecido mucho en la fe.

Amor. Gr. agápè (ver com. 1 Cor. 13:1). No sólo había crecido la fe de los tesalonicenses, sino que había sobreabundado su amor mutuo e iba en aumento. Sin duda continuamente tenían la oportunidad de ayudarse mutuamente debido a los peligros y a las privaciones de las repetidas persecuciones. Esta es, a no dudarlo, una buena alabanza. Pero Pablo no estaba diciendo que no había debilidades en la iglesia; por el contrario, en los dos capítulos siguientes procede a señalar serios defectos, no obstante quería que todos supieran que tenía confianza en sus virtudes espirituales.

4. Nosotros mismos. Es decir, Pablo y sus compañeros, no los tesalonicenses, que en justicia no podían jactarse de sus antecedentes.

Gloriamos. Gr. kaujáomai, "jactarse", "gloriarse" (cf. com. Rom. 5:2).

En las iglesias. Pablo no identifica a esas iglesias, ni tampoco quiere decir que todos los cristianos conocían las excelentes virtudes de los tesalonicenses; es probable que se refiriera a grupos locales, como los de Corinto y Berea. Al escribir posteriormente a los corintios se glorió de las iglesias de Macedonia, e instó a los corintios a que siguieran el ejemplo de sus hermanos macedonios en abrir el corazón al Espíritu de Dios (2 Cor. 8).

Paciencia. Gr. hupomoné (ver com. Rom. 2:7; 5:3).

Fe. Gr. pístis (ver com. Rom. 3:3). Para que la paciencia tenga valor debe estar combinada con la fe, pues sin la ayuda divina nadie puede esperar el triunfo en su lucha contra los poderes de las tinieblas (Efe. 6:11-16). 

Las Escrituras no alaban una paciencia sólo estoica. No se debe aspirar a sufrir sólo por el hecho de sufrir. El apóstol no se gloriaba en los sufrimientos de sus conversos sino en su firmeza y fe.

Persecuciones. Ver com. cap. 3:3.

Tribulaciones. Gr. thlípsis (ver com. Rom. 2:9; 5:3). Cf. 1 Tes. 3:4.

Soportáis. Gr. anéjomai, que originalmente significó "mantenerse erguido" y por lo tanto, "sostener", "llevar", "soportar". Esta flexión verbal debe traducirse "estáis soportando", lo cual significa que los creyentes aún estaban siendo perseguidos.

5. Demostración. Gr. éndeigma, "evidencia", "prueba", "señal"; "prueba" (NC). Cf. com. Fil. 1:28, donde se usa la palabra afín éndeixis. Las persecuciones y tribulaciones no son una prueba o demostración del justo juicio de Dios, sino más bien de la actitud del creyente ante tales aflicciones. El sufrimiento paciente y la fe valerosa en medio de la persecución, que son producto de la gracia de Dios, son una evidencia de su vivo interés y su cuidado hacia los que sufren; lo que demuestra que él finalmente quitará las injusticias del mundo (cf. Ecl. 3:16-17).

Justo juicio de Dios. Este juicio podría aplicarse a la intervención de Dios en favor de su pueblo (vers. 6) y al gran castigo que se describe en los vers. 7-10 (ver com. Sal. 73:3-24; Rom. 2:5). La fortaleza de los santos perseguidos es para los impíos un presagio de su propia y futura destrucción (cf. com. Fil. 1:28).

Tenidos por dignos. El cristiano no es en sí mismo digno del reino de Dios, ni los sufrimientos necesariamente lo hacen digno. No hay nada que nos haga merecedores del reino de Dios (cf. Efe. 2:8); pero por la gracia perdonadora de Dios somos "tenidos por dignos" (cf. com. Rom. 6:23).

Reino de Dios. Esta expresión, tal como se usa aquí, generalmente se considera como sinónimo de "cielo" (cf. com. Mat. 4:17).

Asimismo padecéis. O "asimismo estáis padeciendo". Pablo comprende que los apóstoles no son los únicos que sufren, sino que los tesalonicenses precisamente en ese momento sufrían persecución por causa del reino.

6. Es justo. "Es justo" según el parecer de Dios. Dios ve las cosas no como el hombre las ve, y puede llegar a decisiones completamente justas, pues conoce todos los hechos y puede discernir los motivos del corazón humano.

Pagar. Gr. antapodídòmi, "devolver en reciprocidad", y por lo tanto, "pagar con la misma moneda", "retribuir". Los principios de justicia exigen que los seres humanos reciban una retribución correspondiente con sus obras. Los que menosprecian la expiación del Salvador quedan sin protección y se exponen a la justa retribución divina. Cf. com. Rom. 2:6; Gál. 6:7; Apoc. 22:12.

Os atribulan. Gr. thlíbò, "oprimir", "afligir". Este verbo es afín del sustantivo thlípsis, "aflicción', "tribulación" (ver com. vers. 4). No se identifica a los que atribulaban a los tesalonicenses, pero se deduce por el relato de Hechos (cap. 17:5-9) que los judíos atizaban la persecución.

7. Reposo. Gr. ánesis, "desatadura", "aflojamiento", "alivio", y por lo tanto "reposo". Pablo contrasta las retribuciones a perseguidores y perseguidos. Los primeros sufrirán la tribulación que han causado a otros, mientras que los segundos obtendrán lo que han anhelado: "reposo". El valor de este "reposo" aumenta cuando se sabe que se disfrutará en compañía de los apóstoles. Los conversos y los evangelistas triunfarán juntos. Para los perseguidos tesalonicenses, ¡cuán gran incentivo habrán sido estas palabras para que permanecieran firmes!

Se manifieste el Señor Jesús. Literalmente "en la revelación del Señor Jesús"; "en la manifestación del Señor Jesús" (NC); "en la revelación del Señor Jesús" (BC). 

Pablo emplea el sustantivo apokálupsis, "acto de quitar un velo", o "revelación" (ver com. 1 Cor. 1:7; Apoc. 1:1). Pablo identifica el reposo que alcanzarán los creyentes con el segundo advenimiento de su Señor en gloria. En ese momento los justos recibirán su recompensa y los impíos su castigo (ver la Segunda Nota Adicional de Apoc. 20).

Con los ángeles de su poder. Cf. com. Mat. 25:31; Jud. 14.

8. En llama de fuego. Esta frase quizá sea parte del vers. 7, como parte de la descripción de la venida de Cristo. El contexto y la enseñanza global de las Escrituras parecen apoyarlo. En el gran día del advenimiento, el Señor se revelará con su propia gloria, con la gloria de su Padre y de los santos ángeles (ver Luc. 9:26). Esa gloria aparece como fuego ante los ojos de los mortales. Así describieron la gloria de Dios Moisés (Exo. 3:2), Ezequiel (Eze. 1:27), Daniel (Dan. 7:9-10) y Juan (Apoc. 1:14-15).

Retribución. Gr. ekdíkèsis (ver com. Rom. 12,19). La expresión "dar retribución" es sinónima de "infligir castigo".

No conocieron a Dios. Pablo considera que aquellos a quienes el Señor castiga pertenecen a dos clases: los que no conocen a Dios, y los que no obedecen al Evangelio. Algunos interpretan que estas dos clases representan a los gentiles y los judíos, respectivamente (cf. Jer. 10:25; Rom. 10:16); pero parece mejor pensar que son dos clases generales de individuos. 

Los primeros son los que han tenido la oportunidad de conocer a Dios, pero han menospreciado ese privilegio (cf. Sal. 19:1-3; Rom. 1:18-21); y los segundos, los que conocen el mensaje evangélico pero se han resistido a obedecerlo. El Señor muestra claramente que la razón que tienen para rechazar el Evangelio, es su amor al pecado (ver Juan 3:17-20). 

9. Eterna perdición. Gr. ólethros aiónios. En cuanto al significado de ólethros, ver com. 1 Tes. 5:3; acerca del significado de aiónios, ver com. Mat. 25:41. 

La yuxtaposición de estas dos palabras describe con exactitud la suerte final de los que rechazan las misericordias de Dios. Todos serán finalmente destruidos, no transitoriamente para ser resucitados después, sino con una destrucción de la cual no se levantarán más. Las palabras de Pablo excluyen cualquier idea de un tormento eterno (ver com. Mat. 3:12; 5:22).

De la presencia del Señor. O "del rostro del Señor". Esta frase implica una separación del Señor. Así como el clímax de la bienaventuranza de los justos será vivir en la presencia del Señor (Mat. 5: 8; Apoc. 22:4), así también, en el extremo opuesto, la peor desgracia del castigo de los impíos será su exclusión de la presencia divina.

 Cuando vivían en la tierra menospreciaron sus oportunidades de conocer al Señor (cf. com. 2 Tes. 1:8); pero finalmente y cuando ya sea demasiado tarde, se darán cuenta del valor de los privilegios que rechazaron.

Nótese que Pablo no está haciendo una distinción entre las venidas de Cristo -antes y después del milenio-, sino que incluye a ambas en un grandioso suceso. La muerte de los impíos al comienzo del milenio será seguida -mil años después- por su resurrección, y entonces serán lanzados "al lago de fuego" para ser definitivamente consumidos (Mal. 4:1-3; ver com. Apoc. 20:5,15). 

Aunque Pablo está hablando de "eterna perdición", no es correcto presentar este pasaje como una evidencia de que los impíos serán destruidos definitivamente en la segunda venida de Cristo (ver com. Apoc. 20:3).

Gloria de su poder. O "gloria de su fuerza". Es decir, la gloria que procede de la fortaleza de Cristo (ver com. Juan 1:14), que se manifestará cuando salve a los santos y destruya a los impíos.

10. Cuando venga. El apóstol identifica de nuevo el acontecimiento en torno al cual giran sus pensamientos, a saber, la venida de nuestro Señor en gloria (cf. vers. 7).

En aquel día. Ver com. Hech. 2:20; cf. com. Fil. 1:6.

Glorificado en sus santos. Es decir, para ser glorificado en las personas de sus santos. La suprema vindicación del proceder de Cristo se realizará cuando se reúna toda la familia de sus santos. 

Entonces el universo verá el valor del sacrificio del Redentor y la eficacia de su proceder. Así será glorificado el Salvador (cf. Gál. 1:24; 1 Tes. 2:20; 2 Tes. 1:4). 

Así como la gloria del artista se revela en su obra maestra, así también Cristo es glorificado ante las huestes celestiales por su obra: los milagros de su gracia (Mat.13:43; TM 18, 49-50).  

El Salvador recibirá gloria a través de la eternidad, a medida que sus santos den a conocer más plenamente la sabiduría de Dios en su maravilloso plan de salvación, "que realizó en Cristo Jesús" (Efe. 3:10-11 BJ).

Admirado. Gr. thaumázò, "asombrarse", en sentido secundario "admirar". Ambos significados aparecen en el texto. Los santos han esperado con ansiedad a su Libertador, han anticipado con gozo su aparición, pero el cumplimiento de sus expectativas superará en sumo grado sus más confiadas esperanzas. Nunca soñaron que su Señor pudiera ser tan glorioso. Cuando luzca sobre ellos la belleza de su presencia, a su asombro se añadirá una admiración reverente (ver Isa. 25:9).

En todos. O "por todos".

Los que creyeron. Los que sean salvos "en aquel día" serán los que han creído o fijado su fe antes de la venida de Cristo. Cuando Cristo venga, serán salvados los que ya hayan aceptado a su Señor por fe y hayan perseverado hasta el fin (Mat. 24:13). Pablo tenía particularmente en cuenta a sus conversos tesalonicenses y su acto inicial de fe en el Evangelio, como se puede ver por la expresión incidental, "por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros". Se habían transformado al aceptar el mensaje de salvación y, si eran fieles, se les aseguraba que también estarían entre los santos. Pero la frase "todos los que creyeron" también se aplica a todos los fieles creyentes.

Nuestro testimonio. Los apóstoles daban testimonio de las grandes verdades del Evangelio (Hech. 1:8; 2:32; 8:25; 1 Juan 1:1-2). No predicaban temas abstractos, sutiles teorías o "fábulas artificiosas" (2 Ped. 1:16). Su predicación era más bien el testimonio de testigos oculares. Conocían por experiencia propia esas verdades, e instaban para que se aceptara, una forma de vida que ellos mismos vivían. Esta clase de predicación siempre tiene poder.

11. Oramos siempre. Cf. 1 Tes. 1:2; 2 Tes. 1:3, ver com. Fil. 1:4.

Os tenga por dignos. O "haga dignos". Ver com. vers. 5, donde Pablo quiere decir que la forma en que los tesalonicenses soportaban la persecución los ensalzaba delante de Dios. Aquí ora para que sean dignos del llamamiento de Dios.

Su llamamiento. "La vocación" (BJ, BC, NC). Ver com. Rom. 8:28, 30; 2 Tim. 1: 9. 

Se nos llama a una vida santa, a salir del mundo y a estar separados de él (2 Cor. 6:17-18), a ser "ciudadanos del cielo" (Fil. 3:20, BJ). Bien podríamos preguntar: ¿Se adapta mi vida al propósito divino de Aquel que llama tan bondadosamente? ¿El juez me tendrá "por digno"?

Todo propósito de bondad. La palabra que se traduce "propósito" es eudokía, "buena voluntad", "deseo"; y "bondad" es una traducción de agathosúnè, vocablo que sólo es usado por los escritores bíblicos y eclesiásticos, y denota rectitud de corazón y vida. Pero aquí no se habla de la bondad de Dios, sino más bien de todo "buen deseo" de los hijos de Dios: "Todo vuestro deseo de hacer el bien" (BJ). 

Pablo ora para que Dios "cumpla", es decir "lleve a término" (BJ) completamente toda aspiración hacia el bien que experimenten sus conversos. 

Es Dios quien, mediante su Espíritu, coloca en nuestros corazones el deseo de cumplir su "buen deseo" (eudokía), y por el mismo Espíritu nos da el poder que capacita para llevar a cabo ese deseo (ver Fil. 2:13; 1 Tes. 5:24). La "bondad" es uno de los frutos del Espíritu (Gál. 5:22).

Toda obra de fe. El pasaje podría traducirse, "toda buena resolución y toda obra inspirada por la fe". "Todo vuestro deseo de hacer el bien y la actividad de la fe" (BJ). La clase de fe que Pablo deseaba ver en las vidas de los hijos de Dios no es una simple creencia teórica, sino un principio activo y dinámico (cf. Sant. 2:17). 

El apóstol reconocía que tal fe viviente y vigorizante era inspirada por Dios y su Espíritu (ver 1Tes. 1:3,5); por lo tanto, fervientemente suplicaba que Dios los capacitara para vencer los obstáculos humanos y perfeccionara la obra de fe en sus vidas (cf. Rom. 4:20-21).

Con su poder. O "en poder". De esta manera leeremos: "Dios... cumpla... en poder".

12. Para que el nombre. El propósito final en la oración de Pablo era que las vidas de los tesalonicenses glorificaran el nombre de Jesús. En cuanto al significado de "nombre", ver com. Hech. 3:6; Fil. 2:9.

Glorificado. Glorificamos el nombre de Cristo cuando demostramos el poder salvador de su gracia en nuestras vidas.  

Esa glorificación es mutua, pues a medida que lo glorificamos, él nos da de su gloria para perfeccionar en nosotros su carácter (ver Juan 17:10,22). 

Gracia. Pablo reconoce otra vez que el creyente no puede hacer nada bueno por sí mismo (cf. com. Juan 15:5; Rom. 7:18), y que la bondad sólo es posible mediante la operación de la gracia divina en la vida del cristiano.

De nuestro Dios y del Señor Jesucristo. El texto griego permite traducir "nuestro Dios y Señor, Jesucristo" (ver com. Rom. 9:5). Pero en 1 Tes. 2:2. Pablo habla de "nuestro Dios" sin hacer referencia a Cristo; de modo que es posible que aquí también se esté refiriendo al Padre y al Hijo. (7CBA).

COMENTARIOS DE EGW

Vers. 4; 7-9; 11-12. HAp 215. EN SU SEGUNDA CARTA, Pablo procuró corregir su errónea comprensión de la enseñanza que les había dado, y trató de presentarles lo que en verdad creía. Expresó de nuevo su confianza en la integridad de ellos, así como su gratitud porque la fe de ellos era fuerte y porque abundaban en amor mutuo y para con la causa de su Señor. Les dijo que los presentaba a otras iglesias como ejemplo de la fe paciente y perseverante que soporta valerosamente persecución y tribulación; y dirigió su atención hacia el tiempo de la segunda venida de Cristo, cuando el pueblo de Dios descansará de todos sus cuidados y perplejidades. 215

"Nosotros mismos ­escribió­ nos gloriarnos de vosotros en las iglesias de Dios, de vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que sufrís: . . . Y a vosotros que sois atribulados, dar reposo con nosotros, cuando se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia.... Por lo cual, asimismo oramos siempre por vosotros, que nuestro Dios os tenga por dignos de su vocación, e hincha de bondad todo buen intento, y toda obra de fe con potencia, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo."

PERO antes de la venida de Cristo, iban a producirse importantes acontecimientos en el mundo religioso, predichos en la profecía.

EL APÓSTOL DECLARÓ: "No os mováis fácilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como nuestra, como que el día del Señor esté cerca. No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, oponiéndose y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios."

Las palabras de Pablo no debían ser mal entendidas. No estaban destinadas a enseñar que él, por revelación especial, había anunciado a los tesalonicenses la inmediata venida de Cristo. Esa idea hubiera provocado confusión de fe; porque el desengaño conduce a menudo a la incredulidad.

10. 3JT 432. "Si permaneciere la obra de alguno. . . . recibirá recompensa." (1 Cor. 3: 14.) Gloriosa será la recompensa concedida cuando los fieles obreros se reúnan en derredor del trono de Dios y del Cordero.  Cuando, en su estado mortal, Juan contempló la gloria de Dios, cayó como muerto; no pudo soportar la visión. Pero cuando los hijos de Dios hayan recibido la inmortalidad, le verán "como él es." (1 Juan 3:2.) Estarán delante del trono, aceptos en el Amado. Todos sus pecados habrán sido borrados, todas sus transgresiones expiadas. Entonces podrán mirar sin velo la gloria del trono de Dios. Habrán participado con Cristo en sus sufrimientos, habrán trabajado con él en el plan de la salvación, y participarán con él del gozo de ver las almas salvadas en el reino de Dios, para alabar allí a Dios durante toda la eternidad.

Mi hermano, mi hermana, os ruego que os preparéis para la venida de Cristo en las nubes de los cielos. Día tras día, desechad de vuestro corazón el amor al mundo. Comprended por experiencia lo que significa tener comunión con Cristo. Preparaos para el juicio, para que cuando Cristo venga para ser admirado por todos los que creen, podáis estar entre aquellos que le recibirán en paz. En aquel día los redimidos resplandecerán en la gloria del Padre y del Hijo.  Tocando sus arpas de oro, los ángeles darán la bienvenida al Rey y a los trofeos de su victoria: los que fueron lavados y emblanquecidos en la sangre del Cordero.  Se elevará un canto de triunfo que llenará todo el cielo.  Cristo habrá vencido.  Entrará en los atrios celestiales acompañado por sus redimidos, testimonios de que su misión de sufrimiento y sacrificio no fue en vano.

Ministerio Hno. Pio


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