(Este
capítulo 15. Está basado en San Juan 2:1-11).
JESÚS NO EMPEZÓ SU MINISTERIO HACIENDO ALGUNA GRAN OBRA
DELANTE DEL SANEDRÍN DE JERUSALÉN. Su
poder se manifestó en una reunión familiar, celebrada en una pequeña aldea de
Galilea, para aumentar el placer de una fiesta de bodas. Así demostró su
simpatía por los hombres y su deseo de contribuir a su felicidad.
EN EL DESIERTO DE LA TENTACIÓN, él mismo había bebido la copa de la desgracia; y de allí
salió para dar a los hombres la copa de la bendición, de su bendición que había
de santificar las relaciones de la vida humana.
DESDE EL JORDÁN,
Jesús había regresado a Galilea. Debía celebrarse un casamiento en Caná,
pequeño pueblo no lejano de Nazaret; las partes contrayentes eran parientes de
José y María, y Jesús, teniendo conocimiento de esa reunión familiar, fue a
Caná, y con sus discípulos fue invitado a la fiesta. Allí volvió a encontrarse
con su madre, de la cual había estado separado desde hacía cierto tiempo.
MARÍA HABÍA OÍDO HABLAR DE LA MANIFESTACIÓN HECHA A ORILLAS
DEL JORDÁN, en ocasión de su
bautismo. Las noticias habían sido llevadas a Nazaret, y le habían hecho
recordar las escenas que durante tantos años había guardado en su corazón.
EN COMÚN CON TODO ISRAEL, MARÍA QUEDÓ PROFUNDAMENTE
CONMOVIDA POR LA MISIÓN DE JUAN EL BAUTISTA.
Bien recordaba ella la profecía hecha en ocasión de su nacimiento. Ahora la
relación que había tenido con Jesús volvía a encender sus esperanzas. Pero
también le habían llegado noticias de la partida misteriosa de Jesús al
desierto, y le habían oprimido presentimientos angustiosos. Desde el día en que
oyera el anuncio del ángel en su hogar de Nazaret, María había atesorado toda
evidencia de que Jesús era el Mesías. Su vida de mansedumbre y abnegación le
aseguraba que él no podía ser otro que el enviado de Dios.
SIN EMBARGO, TAMBIÉN A ELLA LA ASALTABAN DUDAS Y
DESILUSIONES, y anhelaba el momento de
la revelación de su gloria. La muerte 119 la había separado de José, quien
había compartido con ella el conocimiento del misterio del nacimiento de Jesús.
Ahora no había nadie a quien pudiese confiar sus esperanzas y temores. Los
últimos dos meses habían sido de mucha tristeza.
ELLA HABÍA ESTADO SEPARADA DE JESÚS, en cuya simpatía hallaba consuelo; reflexionaba en las
palabras de Simeón: "Una espada traspasará tu alma;' (Lucas 2:35).
Recordaba los tres días de agonía durante los cuales pensaba que había perdido
para siempre a Jesús, y con ansioso corazón anhelaba su regreso.
EN EL FESTÍN DE BODAS
LE ENCONTRÓ; era el mismo hijo tierno
y servicial. Sin embargo, no era el mismo. Su rostro había cambiado. Llevaba
los rastros de su conflicto en el desierto, y una nueva expresión de dignidad y
poder daba evidencia de su misión celestial. Le acompañaba un grupo de jóvenes,
cuyos ojos le seguían con reverencia, y quienes le llamaban Maestro. Estos
compañeros relataron a María lo que habían visto y oído en ocasión del bautismo
y en otras partes, y concluyeron declarando: "Hemos hallado a Aquel de
quien escribió Moisés en la ley, y los profetas." (Juan 1:45).
AL REUNIRSE LOS CONVIDADOS,
muchos parecían preocupados por un asunto de interés absorbente. Una agitación
reprimida parecía dominar a la compañía. Pequeños grupos conversaban en voz
baja, pero con animación, y miradas de admiración se dirigían hacia el Hijo de
María.
AL OÍR MARÍA EL TESTIMONIO DE LOS DISCÍPULOS acerca de Jesús, la alegró la seguridad de que las
esperanzas que alimentara durante tanto tiempo no eran vanas.
SIN EMBARGO, ella
habría sido más que humana si no se hubiese mezclado con su santo gozo un
vestigio del orgullo natural de una madre amante. Al ver cómo las miradas se
dirigían a Jesús, ella anheló verle probar a todos que era realmente el honrado
de Dios. Esperaba que hubiese oportunidad de realizar un milagro delante de
todos.
EN AQUELLOS TIEMPOS, era costumbre que las festividades
matrimoniales durasen varios días. En esta ocasión, antes que terminara la
fiesta, se descubrió que se había agotado la provisión de vino. Este
descubrimiento ocasionó mucha perplejidad y pesar. Era algo inusitado que faltase
el vino en las fiestas, pues esta carencia se habría interpretado como falta de
hospitalidad.
COMO PARIENTE DE LAS PARTES INTERESADAS, María 120 había ayudado en los arreglos hechos para la
fiesta, y ahora se dirigió a Jesús diciendo: "Vino no tienen." Estas
palabras eran una sugestión de que él podría suplir la necesidad.
PERO JESÚS CONTESTÓ: "¿Qué
tengo yo contigo, mujer? aún no ha venido mi hora." Esta respuesta, por
brusca que nos parezca, no expresaba frialdad ni falta de cortesía. La forma en
que se dirigió el Salvador a su madre estaba de acuerdo con la costumbre
oriental. Se empleaba con las personas a quienes se deseaba demostrar respeto.
Todo acto de la vida terrenal de Cristo estuvo en armonía con el precepto que
él mismo había dado: "Honra a tu padre y a tu madre." (Éxodo 20:12).
EN LA CRUZ, EN SU ÚLTIMO ACTO DE TERNURA HACIA SU MADRE, Jesús volvió a dirigirse a ella de la misma manera al
confiarla al cuidado de su discípulo más amado. Tanto en la fiesta de bodas
como sobre la cruz, el amor expresado en su tono, mirada y modales, interpretó
sus palabras. En ocasión de su visita al templo en su niñez, al revelársele el
misterio de la obra que había de llenar su vida, Cristo había dicho a María:
"¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?"
(Lucas 2:49). Estas palabras fueron la nota dominante de toda su vida y
ministerio. Todo lo supeditaba a su trabajo: la gran obra de redención que
había venido a realizar en el mundo. Ahora repitió la lección.
HABÍA
PELIGRO DE QUE MARÍA CONSIDERASE QUE SU RELACIÓN CON JESÚS Le Daba Derechos Especiales Sobre Él, Y Facultad Para Dirigirle Hasta
Cierto Punto En Su Misión. Durante treinta años, había sido para ella un hijo amante y
obediente, y su amor no había cambiado; pero debía atender ahora la obra de su
Padre. Como Hijo del Altísimo, y Salvador del mundo, ningún vínculo terrenal
debía impedirle cumplir su misión, ni influir en su conducta. Debía estar libre
para hacer la voluntad de Dios.
ESTA LECCIÓN ES TAMBIÉN PARA NOSOTROS. Los derechos
de Dios superan aun al parentesco humano. Ninguna atracción terrenal debe
apartar nuestros pies de la senda en que él nos ordena andar. La única
esperanza de redención para nuestra especie caída está en Cristo;
MARÍA PODÍA HALLAR SALVACIÓN ÚNICAMENTE POR MEDIO DEL
CORDERO DE DIOS. En sí misma, no poseía
méritos. Su relación con Jesús no la colocaba en una relación espiritual 121
con él diferente de la de cualquier otra alma humana. Así lo indicaron las
palabras del Salvador. El aclara la distinción que hay entre su relación con ella
como Hijo del hombre y como Hijo de Dios.
El Vínculo De Parentesco Que Había Entre Ellos
No La Ponía De Ninguna Manera En Igualdad Con Él.
LAS PALABRAS: "AUN NO HA VENIDO MI HORA," indican que todo acto de la vida terrenal de Cristo se
realizaba en cumplimiento del plan trazado desde la eternidad. Antes de venir a
la tierra, el plan estuvo delante de él, perfecto en todos sus detalles. Pero
mientras andaba entre los hombres, era guiado, paso a paso, por la voluntad del
Padre. En el momento señalado, no vacilaba en obrar. Con la misma sumisión,
esperaba hasta que llegase la ocasión.
AL DECIR A MARÍA QUE SU HORA NO HABÍA LLEGADO
TODAVÍA, Jesús contestaba al pensamiento que
ella no había expresado, la expectativa que acariciaba en común con su pueblo.
Esperaba que se revelase como Mesías, y asumiese el trono de Israel. Pero el
tiempo no había llegado.
JESÚS HABÍA ACEPTADO LA SUERTE DE LA HUMANIDAD, no como Rey, sino como Varón de dolores, familiarizado con
el pesar.
PERO AUNQUE MARÍA NO TENÍA UNA CONCEPCIÓN CORRECTA DE LA
MISIÓN DE CRISTO, confiaba implícitamente
en él. Y Jesús respondió a esta fe.
El Primer Milagro Fue Realizado Para Honrar La
Confianza De María Y Fortalecer La Fe De Los Discípulos.
ESTOS IBAN A ENCONTRAR MUCHAS Y GRANDES TENTACIONES A DUDAR. Para ellos las profecías habían indicado, fuera de toda
controversia, que Jesús era el Mesías. Esperaban que los dirigentes religiosos
le recibiesen con una confianza aun mayor que la suya. Declaraban entre la
gente las obras maravillosas de Cristo y su propia confianza en la misión de
él, pero se quedaron asombrados y amargamente chasqueados por la incredulidad,
los arraigados prejuicios y la enemistad que manifestaron hacia Jesús los
sacerdotes y rabinos.
Los Primeros Milagros Del Salvador Fortalecieron A
Los Discípulos Para Que Se Mantuviesen Firmes Frente A Esta Oposición.
EN NINGUNA MANERA DESCONCERTADA POR LAS PALABRAS DE JESÚS, María dijo a los que servían a la mesa: "Haced todo
lo que os dijere." Así hizo lo que pudo para preparar el terreno para la
obra de Cristo. 122
AL LADO DE LA PUERTA, HABÍA SEIS GRANDES TINAJAS DE PIEDRA, y Jesús ordenó a los siervos que las llenasen de agua. Así
lo hicieron. Entonces, como se necesitaba vino para el consumo inmediato, dijo:
"Sacad ahora, y presentad al maestresala." En vez del agua con que
habían llenado las tinajas, fluía vino. Ni el maestresala ni los convidados en
general, se habían dado cuenta de que se había agotado la provisión de vino. Al
probar el vino que le llevaban los criados, el maestresala lo encontró mejor
que cualquier vino que hubiese bebido antes y muy diferente de lo que se
sirviera al principio de la fiesta. Volviéndose al esposo, le dijo: "Todo
hombre pone primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces lo que
es peor; mas tú has guardado el buen vino hasta ahora."
ASÍ COMO LOS HOMBRES PRESENTAN EL MEJOR VINO
PRIMERO Y LUEGO EL PEOR, así hace
también el mundo con sus dones. Lo que ofrece puede agradar a los ojos y
fascinar los sentidos, pero no resulta satisfactorio. El vino se trueca en
amargura, la alegría en lobreguez. Lo que empezó con canto y alegría, termina
en cansancio y desagrado.
PERO
LOS DONES DE JESÚS SON SIEMPRE FRESCOS Y NUEVOS. El banquete que él provee para el alma no
deja nunca de dar satisfacción y gozo. Cada nuevo don aumenta la capacidad del
receptor para apreciar y gozar las bendiciones del Señor. Da gracia sobre
gracia. No puede agotarse la provisión. Si moramos en él, el recibimiento de un
rico don hoy, nos asegura la recepción de un don más rico mañana. Las palabras
de Jesús a Natanael expresan la ley de Dios al tratar con los hijos de la fe. A
cada nueva revelación de su amor, declara al corazón dispuesto a recibirle: "¿Crees?
cosas mayores que éstas verás." (Juan 1:50).
EL DON DE CRISTO EN EL FESTÍN DE BODAS FUE UN SÍMBOLO. El agua representaba el bautismo en su muerte; el vino, el
derramamiento de su sangre por los pecados del mundo. El agua con que llenaron
las tinajas fue traída por manos humanas, pero sólo la palabra de Cristo podía
impartirle la virtud de dar vida.
ASÍ SUCEDERÍA CON LOS RITOS QUE IBAN A SEÑALAR LA MUERTE DEL
SALVADOR. Únicamente por el poder de Cristo,
obrando por la fe, es como tienen eficacia para alimentar el alma.
LA PALABRA DE CRISTO PROPORCIONÓ UNA AMPLIA PROVISIÓN PARA
LA FIESTA. Así de abundante es la provisión de
su gracia para 123 borrar las iniquidades de los hombres, y para renovar y
sostener el alma.
EN EL PRIMER BANQUETE AL CUAL ASISTIÓ CON SUS
DISCÍPULOS, Jesús les
dio la copa que simbolizaba su obra en favor de su salvación. En la última cena
se la volvió a dar, en la institución de aquel rito sagrado por el cual su
muerte había de ser conmemorada hasta que volviera. (1 Corintios 11:26). Y el
pesar de los discípulos al tener que separarse de su Señor, quedó consolado por
la promesa de reunirse que les hizo al decir: "No beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo
tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre." (Mateo 26:29).
EL VINO QUE JESÚS PROVEYÓ PARA LA FIESTA, y que
dio a los discípulos como símbolo de su propia sangre, fue el jugo puro de uva.
A esto se refiere el profeta Isaías cuando habla del "mosto en un
racimo," y dice: "No lo desperdicies, que bendición hay en él."
(Isaías 65:8).
FUE CRISTO QUIEN DIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO LA
ADVERTENCIA A ISRAEL: "El vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora; y
cualquiera que por ello errare, no será sabio." (Proverbios 20:1). Y él mismo no proveyó bebida tal. Satanás tienta a
los hombres a ser intemperantes para que se enturbie su razón y se emboten sus
percepciones espirituales, pero Cristo nos enseña a mantener sujeta la
naturaleza inferior.
TODA SU VIDA
FUE UN EJEMPLO DE RENUNCIAMIENTO PROPIO. A fin de dominar el poder del apetito, sufrió en nuestro favor
la prueba más severa que la humanidad pudiese soportar. Cristo fue quien indicó
que Juan el Bautista no debía beber ni vino ni bebida alcohólica. Él fue quien
ordenó abstinencia similar a la esposa de Manoa. Y él pronunció una maldición
sobre el hombre que ofreciese la copa a los labios de su prójimo. Cristo no
contradice su propia enseñanza.
EL VINO
SIN FERMENTAR que él proveyó a los huéspedes de la boda era una bebida sana
y refrigerante. Su efecto consistía en poner al gusto en armonía con el apetito
sano.
AL OBSERVAR LOS HUÉSPEDES LA CALIDAD DEL VINO, las preguntas hechas a los criados provocaron de su parte
una explicación del milagro. La compañía quedó por un momento demasiado
asombrada para pensar en Aquel que había realizado esta obra maravillosa.
CUANDO AL FIN LE BUSCARON,
descubrieron que se 124 había retirado tan quedamente que ni siquiera lo habían
notado sus discípulos. La atención de la gente quedó entonces concentrada en
los discípulos.
POR PRIMERA VEZ, TUVIERON OPORTUNIDAD DE CONFESAR SU FE EN
JESÚS. Dijeron lo que habían visto y oído al
lado del Jordán, y se encendió en muchos corazones la esperanza de que Dios
había suscitado un libertador para su pueblo.
LAS NUEVAS DEL MILAGRO SE DIFUNDIERON POR TODA AQUELLA
REGIÓN, Y
LLEGARON HASTA JERUSALÉN. Con nuevo interés, los sacerdotes y ancianos
escudriñaron las profecías relativas a la venida de Cristo. Existía un ávido
deseo de descubrir la misión de este nuevo maestro que de manera tan modesta
aparecía entre la gente.
EL MINISTERIO DE CRISTO ESTABA EN NOTABLE
CONTRASTE CON EL DE LOS ANCIANOS JUDÍOS. La consideración por la tradición y el
formalismo que manifestaban éstos había destruido toda verdadera libertad de
pensamiento o acción. Vivían en continuo temor de la contaminación. Para evitar
el contacto con lo "inmundo," se mantenían apartados no sólo de los
gentiles, sino de la mayoría de su propio pueblo, sin tratar de beneficiarlos
ni de ganar su amistad. Espaciándose constantemente en esos asuntos, habían
empequeñecido sus intelectos y estrechado la órbita de su vida. Su ejemplo
estimulaba el egotismo y la intolerancia entre todas las clases del pueblo.
JESÚS EMPEZÓ LA OBRA DE REFORMA PONIÉNDOSE EN
UNA RELACIÓN DE ESTRECHA SIMPATÍA CON LA HUMANIDAD. Aunque manifestaba la mayor reverencia por la ley de Dios,
reprendía la presuntuosa piedad de los fariseos, y trataba de libertar a la
gente de las reglas sin sentido que la ligaban. Procuraba quebrantar las
barreras que separaban las diferentes clases de la sociedad, a fin de unir a
los hombres como hijos de una sola familia.
SU ASISTENCIA A LAS BODAS ESTABA DESTINADA A SER UN PASO
HACIA LA OBTENCIÓN DE ESTE FIN. Dios
había indicado a Juan el Bautista que morase en el desierto, a fin de
mantenerlo escudado contra la influencia de los sacerdotes y rabinos, y
prepararlo para una misión especial. Pero la austeridad y el aislamiento de su
vida no era un ejemplo para la gente. Juan mismo no había indicado a sus
oyentes que abandonasen sus deberes anteriores. Los instaba a dar 125 evidencia
de su arrepentimiento siendo fieles a Dios en el lugar donde los había llamado.
JESÚS CONDENABA LA COMPLACENCIA PROPIA EN TODAS SUS FORMAS; sin embargo, era de naturaleza sociable. Aceptaba la
hospitalidad de todas las clases, visitaba los hogares de los ricos y de los
pobres, de los sabios y de los ignorantes, y trataba de elevar sus pensamientos
de los asuntos comunes de la vida, a cosas espirituales y eternas.
NO AUTORIZABA LA DISIPACIÓN, y ni una sombra de liviandad mundanal manchó su conducta;
sin embargo, hallaba placer en las escenas de felicidad inocente, y con su
presencia sancionaba las reuniones sociales. Una boda entre los judíos era una
ocasión impresionante, y el gozo que se manifestaba en ella no desagradaba al
Hijo del hombre.
AL ASISTIR A ESTA FIESTA, JESÚS HONRÓ EL
CASAMIENTO COMO INSTITUCIÓN DIVINA. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la relación
matrimonial se emplea para representar la unión tierna y sagrada que existe
entre Cristo y su pueblo.
EN EL PENSAR DE CRISTO, la alegría de las festividades de bodas
simbolizaba el regocijo de aquel día en que él llevará la Esposa a la casa del
Padre, y los redimidos juntamente con el Redentor se sentarán a la cena de las
bodas del Cordero. Él dice: "De la manera que el novio se regocija sobre
la novia, así tu Dios se regocijará sobre ti" "Ya no serás llamada
Dejada, . . . sino que serás llamada mi Deleite, . . .porque Jehová se deleita en ti."
"Jehová . . . gozaráse sobre ti con alegría, callará de amor, se
regocijará sobre ti con cantar." (Isaías 62:5,4 VM.; Sofonías 3:17).
CUANDO LA VISIÓN DE LAS COSAS CELESTIALES FUE
CONCEDIDA A JUAN EL APÓSTOL, ESCRIBIÓ: "Y oí como la voz
de una grande compañía, y como el ruido de muchas aguas, y como la voz de
grandes truenos, que decía: Aleluya: porque reinó el Señor nuestro Dios
Todopoderoso. Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque son venidas las
bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado." "Bienaventurados los
que son llamados a la cena del Cordero.' (Apocalipsis 19:6, 7,9).
JESÚS VEÍA EN TODA ALMA UN SER QUE DEBÍA SER LLAMADO A SU
REINO. Alcanzaba el corazón de la gente
yendo entre ella como quien desea su bien. La buscaba en las calles, en las
casas privadas, en los barcos, en la sinagoga, a orillas del lago, en la fiesta
de bodas. Se encontraba con ella en sus ocupaciones 126 diarias y manifestaba
interés en sus asuntos seculares.
LLEVABA SUS INSTRUCCIONES HASTA LA FAMILIA, poniéndola, en el hogar, bajo la influencia de su presencia
divina. Su intensa simpatía personal le ayudaba a ganar los corazones.
CON FRECUENCIA SE DIRIGÍA A LAS MONTAÑAS PARA ORAR EN LA
SOLEDAD, pero esto era en preparación para su
trabajo entre los hombres en la vida activa. De estas ocasiones, salía para
aliviar a los enfermos, instruir a los ignorantes, y romper las cadenas de los
cautivos de Satanás.
FUE POR MEDIO DEL CONTACTO Y LA ASOCIACIÓN
PERSONALES CÓMO JESÚS PREPARÓ A SUS DISCÍPULOS. A veces les enseñaba, sentado entre ellos en
la ladera de la montaña; a veces a la orilla del mar, o andando con ellos en el
camino, les revelaba los misterios del reino de Dios.
NO SERMONEABA, COMO HACEN LOS HOMBRES HOY. Dondequiera que hubiese
corazones abiertos para recibir el mensaje divino, revelaba las verdades del
camino de salvación. No ordenaba a sus discípulos que hiciesen esto o aquello,
sino que decía: "Seguid en pos de mí."
EN SUS VIAJES POR EL CAMPO Y LAS CIUDADES, los llevaba consigo, a fin de que pudiesen ver cómo
enseñaba él a la gente. Vinculaba su interés con el suyo, y ellos participaban
en la obra con él.
EL EJEMPLO DE CRISTO, AL VINCULARSE CON LOS INTERESES DE LA
HUMANIDAD, debe ser seguido por todos los que
predican su Palabra y por todos los que han recibido el Evangelio de su gracia.
No hemos de renunciar a la comunión social. No debemos apartarnos de los demás.
A fin de alcanzar a todas las clases, debemos tratarlas donde se encuentren.
Rara vez nos buscarán por su propia iniciativa. No sólo desde el púlpito han de
ser los corazones humanos conmovidos por la verdad divina.
HAY OTRO CAMPO DE TRABAJO,
más humilde tal vez, pero tan plenamente promisorio. Se halla en el hogar de
los humildes y en la mansión de los encumbrados; junto a la mesa hospitalaria,
y en las reuniones de inocente placer social.
COMO
DISCÍPULOS DE CRISTO, NO NOS MEZCLAREMOS CON EL MUNDO SIMPLEMENTE POR AMOR AL
PLACER, O PARA PARTICIPAR DE SUS LOCURAS. Un trato tal no puede sino traer
perjuicios. Nunca debemos sancionar el pecado por nuestras palabras o nuestros
hechos, nuestro silencio o nuestra presencia.
DONDEQUIERA QUE VAYAMOS, DEBEMOS LLEVAR A JESÚS CON NOSOTROS, y revelar a otros cuan precioso es nuestro Salvador. Pero
los que procuran 127 conservar su religión ocultándola entre paredes pierden
preciosas oportunidades de hacer bien.
MEDIANTE LAS RELACIONES SOCIALES, el cristianismo se pone en contacto con el mundo. Todo
aquel que ha recibido la iluminación divina debe alumbrar la senda de aquellos
que no conocen la Luz de la vida.
TODOS DEBEMOS LLEGAR A SER TESTIGOS DE JESÚS. El poder social, santificado por la gracia de Cristo, debe
ser aprovechado para ganar almas para el Salvador. Vea el mundo que no estamos
egoístamente absortos en nuestros propios intereses, sino que deseamos que
otros participen de nuestras bendiciones y privilegios. Dejémosle ver que
nuestra religión no nos hace faltos de simpatía ni exigentes.
Sirvan Como Cristo Sirvió, Para Beneficio De
Los Hombres, Todos Aquellos Que Profesan Haberle Hallado.
NUNCA DEBEMOS DAR AL MUNDO LA IMPRESIÓN FALSA DE QUE LOS CRISTIANOS
SON UN PUEBLO LÓBREGO Y CARENTE DE DICHA.
Si nuestros ojos están fijos en Jesús, veremos un Redentor compasivo y
percibiremos luz de su rostro. Doquiera reine su espíritu, morará la paz. Y
habrá también gozo, porque habrá una serena y santa confianza en Dios.
LOS QUE SIGUEN A JESÚS LE AGRADAN CUANDO MUESTRAN QUE,
AUNQUE HUMANOS, son partícipes de la
naturaleza divina. No son estatuas, sino hombres y mujeres vivientes. Su
corazón, refrigerado por los rocíos de la gracia divina, se abre y expande bajo
la influencia del Sol de justicia. Reflejan sobre otros, en obras iluminadas
por el amor de Cristo, la luz que resplandece sobre ellos mismos. 128 DTG/EGW
(Este capítulo 15. Está basado en San Juan 2:1-11).
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