miércoles, julio 01, 2020

REFLEXIÓN 284. TODO EL QUE RESPIRE ALABE A JEHOVÁ (Salmo 150).


El Salmo 150, invita a todo el que está vivo, que alabe a Jehová. 
Lo alabe por todos sus beneficios que nos da.
[Este Salmo o cántico es una doxología final de todo el libro.]

Aleluya.
1 ALABAD a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento.
2 Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.
3 Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa.
4 Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas.
5 Alabadle con címbalos resonantes; Alabadle con címbalos de júbilo.
6 Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya.

El Salmo 150, es el último de la serie de los salmos que comienzan con un "aleluya". Es el gran aleluya final o doxología del Salterio. De este modo el libro de Salmos termina con una exhortación a todos los que respiran a que se unan en un himno universal de alabanza. 3CBA

Decíamos que solo, quien alcanzó un nivel de comprensión de Dios, 
puede alabar e invitar a otros a hacerlo.
Cuando pasamos por pruebas difíciles de llevar, nuestra fe es sacudida de tal forma que está a punto de abandonarnos. Pero Dios estuvo presente con nosotros, por eso podemos contarlo hoy. 
¿Y no es grato alabarlo por su amor mostrado en nosotros?
El salmista pasó por distintas pruebas y luchas. A lo largo de este libro podemos verlo luchando con Dios y saliendo victorioso, porque su confianza nunca claudicó. Al final, en la mayoría de sus salmos, siempre terminaba con gratitud y con una confianza y esperanza en la misericordia divina.
Ahora puedes entenderlo, porque alaba a Dios y exhorta a su pueblo
 a alabar el nombre bendito de Dios.
¿Cómo está tu vida de adoración? 
¿siempre estás dispuesto a alabarlo?

La disposición que muestra el salmista, es que alcanzó un nivel de madurez espiritual.
¡En ese nivel solo hay gratitud al Señor!
Ahora dice: Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza…. 
Y luego comienza enumerando los instrumentos de alabanza, que hacen 
más completo la alabanza a Dios. Por todo lo que hace por su pueblo.
Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa… 
Y añade el salmista Alabadle con pandero y danza.

Es imposible que, al alabar con todos estos instrumentos mencionados, 
y no haya movimientos en quien alaba.
Así como María, hermana de Moisés junto a todas las mujeres, luego del cruce del mar rojo y lo que había hecho con el ejército amenazante de Faraón. Con gozo y gratitud al Señor. 
Salieron... con panderos y danzas. Éxodo 15:20.

*El empleo de danzas en las ceremonias religiosas, tan contrario a las ideas occidentales del decoro, siempre ha sido aceptable para la mentalidad y los sentimientos orientales.  Varios ejemplos de danzas religiosas se encuentran en las narraciones del AT. David danzó delante del arca cuando la llevaba a Jerusalén (2 Sam. 6: 16), la hija de Jefté fue danzando al encuentro de su padre victorioso (Juec. 11: 34) y las vírgenes de Silo celebraron una fiesta en esa forma (Juec. 21: 21).  La danza también es mencionada con aprobación por el salmista (Sal. 149: 3; 150: 4). La danza en los tiempos bíblicos era una manifestación externa de gozo santo, que se realizaba con el mismo espíritu con que se elevaban cantos de alabanza u oraciones de agradecimiento.  Era netamente un acto de culto, y Dios la aceptaba como tal (cf.  Juan 6: 37).  Los bailes sociales modernos no tienen el menor parecido con las danzas religiosas de los tiempos bíblicos, pues en ellas no se mezclaban hombres y mujeres, y el único propósito de los participantes era expresar amor, dedicación y agradecimiento a Dios.  La danza antigua era una parte integral del ritual del culto. 1CBA

Y termina éste Salmo, diciendo: Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya.
Con este "aleluya" final. concluye la mayor colección de himnos sagrados jamás escrita.  
En el gran auditorio de los salmos, donde se ha estremecido nuestro corazón al compás de muchos coros conmovedores, nos ponemos de pie con reverencia mientras la gran sinfonía llega a su culminación. De muy buena gana uniríamos nuestras voces en este último apoteósico "aleluya"
 al Cordero de Dios. ¡Bendito y alabado sea nuestro Dios, siempre! Amen. 3CBA
Ministerio Hno. Pio

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