miércoles, febrero 26, 2020

REFLEXIÓN 153. ¿QUIÉN ES ESTE REY DE GLORIA? (Salmo 24)


1 DE JEHOVÁ es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan.
2 Porque él la fundó sobre los mares,
Y la afirmó sobre los ríos.
3 ¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y quién estará en su lugar santo?
4 El limpio de manos y puro de corazón;
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
Ni jurado con engaño.
5 El recibirá bendición de Jehová,
Y justicia del Dios de salvación.
6 Tal es la generación de los que le buscan,
De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. 

7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
8 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.
9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
10 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos,
Él es el Rey de la gloria.   
Salmo 24.

*EL Sal. 24, uno de los himnos compuestos para celebrar la fundación de Jerusalén como la ciudad del gran Rey (ver Sal. 30; 101; 132: 1-9), parece tener su marco histórico en los acontecimientos narrados en 2 Sam. 6 y 1 Crón. 15. Después que David tomó la fortaleza jebusea de Sión (2 Sam. 5: 6- 10), decidió trasladar el arca desde su sede transitoria en casa de Obed-edom, en Quiriat-jearim, hasta el lugar que le había preparado en Jerusalén.  Preparó una ceremonia para esta ocasión, y como parte culminante de este servicio se cantó el Sal. 24 (ver PP 766, 767). Algunos han pensado que David escribió este salmo especialmente para dicha ocasión; pero esto no se dice explícitamente.

DOS COROS ANGELICALES entonaron las palabras de los vers. 7-10, cuando el verdadero Hijo de David -Jesús- regresó a la Jerusalén celestial y recibió la bienvenida del cielo (ver DTG 772; PE 187, 190, 191).
El himno consta de dos partes. Cuando se cantaba mientras se trasladaba el arca, sin duda se entonó la primera parte al pie de la colina donde se levantaba Jerusalén, antes de que los participantes comenzaran a ascender hasta la ciudad (vers. 1-6). La segunda parte se cantó frente a las puertas de la ciudad, inmediatamente antes de hacer la entrada triunfal (vers. 7- 10).  Posiblemente las dos estrofas de la primera parte fueron cantadas en forma alternada por dos coros. Los desafíos y las respuestas de la segunda parte sin duda se cantaron en forma antifonal.  Los vers. 7-10 aparecen en el inspirador coro "Alzad, oh puertas, vuestras cabezas", de la segunda parte del oratorio El Mesías de Haendel, el cual interpreta muy adecuadamente la naturaleza antifonal de este salmo.

Este poema, tan cuidadosamente estructurado, se considera como una ampliación del pensamiento implícito en la declaración de Jesús: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios" (Mat. 5: 8). El primer requisito para llegar a ser ciudadano del reino de Dios es la pureza. Sólo los puros de corazón podrán entrar en la Jerusalén celestial. La rectitud permite la entrada por las puertas del cielo (ver Sal. 118: 19, 20). 
3CBA


*COMO DIOS es el Creador y Señor de toda la tierra, él tiene derecho sobre ella, sobre todo lo que la misma contiene y sobre todos sus habitantes. Este concepto elimina el exclusivismo del judío o del gentil. Este versículo es un perfecto ejemplo de paralelismo sinónimo. La segunda parte equilibra, repite y amplía el pensamiento de la primera.

¿QUIÉN SUBIRÁ AL MONTE DE JEHOVÁ?
El Limpio de manos. No manchadas por la iniquidad. Las manos son los instrumentos de la actividad, y tenerlas limpias equivale a ser recto (ver Job 17: 9; Sal. 18: 24).
El Puro de corazón. La verdadera religión no consiste sólo en la conformidad externa con las ceremonias religiosas, sino que también convierte al corazón y produce pureza de pensamiento y sinceridad de motivos.
Elevado su alma. O sea, "no se ha elevado" 
(ver com. Sal. 3: 2; 16: 10).
Cosas vanas. Heb. shaw", "inutilidad". Algunas veces se emplea esta voz para indicar que los ídolos no son sino "vanidad" (Jer. 18: 15). También puede referirse a las opiniones falsas, al perjurio o al acto de tomar el nombre de Dios en vano (Exo. 20: 7). El hombre piadoso sólo toma en consideración lo que es verdadero y real.
Ni jurado con engaño. Ver el noveno mandamiento 
(Exo. 20: 16).

EL RECIBIRÁ BENDICIÓN DE JEHOVÁ, Y JUSTICIA DEL DIOS DE SALVACIÓN.
*La persona cuyo carácter es como el que se acaba de describir disfruta de la aprobación y el favor de Dios.
Como es justo, recibe la 697 aprobación de Dios y el trato que se merece por su verdadero carácter.

TAL ES LA GENERACIÓN DE LOS QUE LE BUSCAN, DE LOS QUE BUSCAN TU ROSTRO, OH DIOS DE JACOB. 
 Generación. El término hebreo significa "pueblo", "raza" o "tipo de persona" (ver Sal. 14: 5). La frase "buscar a Dios" se emplea para describir la verdadera religión del corazón (ver Sal. 9: 10; 14: 2; 63: 1).  Abarca el sincero deseo de conocer a Dios.
Oh Dios de Jacob. El hebreo dice sólo: "tu rostro, oh Jacob". La LXX traduce: "de los que buscan el rostro del Dios de Jacob".

ALZAD, OH PUERTAS, VUESTRAS CABEZAS.
La procesión se acerca a las puertas de Sión; está a punto de entrar en la ciudad, y desde allí se pide permiso para que el Rey de gloria pueda pasar (ver com.  Mar. 16: 19).
Puertas eternas. Esta frase sugiere permanencia. Jerusalén debía ser el lugar de la morada permanente del arca.

¿QUIÉN ES ESTE REY DE GLORIA?
Esta pregunta se cantó en respuesta a la demanda que se había hecho de que las puertas de la ciudad fueran abiertas (ver PP 766). En seguida, se da la respuesta: el Rey de gloria es Jehová, fuerte y poderoso; un Dios de autoridad que fue el creador y dueño de la tierra, y que manifiesta su poder derribando a sus enemigos.

ALZAD, OH PUERTAS.
La repetición de esta exhortación refuerza lo que se está diciendo y enaltece la forma ritual del poema. Se está celebrando una ceremonia. La poesía hebrea usa agradablemente la repetición para lograr mayor énfasis.
 (ver vers. 7).

¿QUIÉN ES ESTE REY?
Jehová de los ejércitos. Dios es soberano de un universo de cosas y de seres creados, y que están ordenados como ejércitos dispuestos para la batalla. Su dominio es universal. Los habitantes del universo, de toda clase y categoría, reconocen su dominio. Algunas veces se usa el término "ejércitos" para referirse a los cuerpos celestes (ver Gén. 2: 1; Deut. 17: 3); en otros casos, para referirse a los ángeles (Jos. 5: 14; Sal. 103: 21; 148: 2). Los que llevaban el arca respondieron por primera vez (Sal. 24: 8), pero aparentemente las puertas permanecieron cerradas frente a la procesión que espera.  Cuando responden por segunda vez con la frase "Jehová de los ejércitos", en vez de "Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla", parece haber sido un glorioso santo y seña para que se abriera la ciudad, con lo cual se refuerza el efecto del ritual. Ver también 1 Sam. 17: 45; 2 Sam. 6: 2; Isa. 1: 9.

ESTE SALMO termina en perfecta armonía con la idea inicial: sólo Dios es el gobernante del universo; sólo a él se le debe rendir reconocimiento universal. La ceremonia de la instalación del arca en el monte del Señor es una ocasión propicia para lanzar esta proclama.


*El Salmo 24, en su primera parte nos muestra a un Dios creador y dueño. Y las condiciones de quienes morarán con él. En su segunda parte a partir del vers. 7. Nos muestra: que es más que, una liturgia preparada en el tiempo de David. Y va más allá de lo visible a lo invisible. Nos muestra la ascensión de Cristo, después de que los discípulos lo perdieron de vista, durante su ascensión.  Hechos 1: 9 “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”.

LA ASCENSIÓN DE CRISTO.
El cielo entero aguardaba la hora triunfal en que Jesús ascendería a su Padre. Vinieron ángeles a recibir al Rey de gloria y escoltarlo triunfalmente hasta el cielo. Después de bendecir Jesús a sus discípulos, separóse de ellos y ascendió a los cielos seguido de numerosos cautivos libertados cuando él resucitó. Acompañábale una numerosísima hueste celestial, mientras una innumerable cohorte de ángeles esperaba su llegada en el cielo. Según iban ascendiendo hacia la santa ciudad, los ángeles que escoltaban a Jesús exclamaban "Alzad, oh puertas, vuestras cabezas y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloría."

Los ángeles de la ciudad exclamaban arrobados:
"¿QUIÉN ES ESTE REY DE GLORIA?" 
Los ángeles de la escolta respondían con voz de triunfo "Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria."
Nuevamente los ángeles del cielo preguntaban: 
"¿Quién es este Rey de gloria?"
Y los de la escolta respondían en melodiosos acentos: "Jehová de los ejércitos, él es el Rey de la gloria." Y la celeste comitiva entró en la ciudad de Dios.

Entonces toda la hueste celestial rodeó a su majestuoso Caudillo, e inclinóse ante él con profundísima adoración, arrojando las brillantes coronas a sus pies. Después pulsaron las áureas arpas, y con dulces y melodiosos acordes hinchieron todo el cielo de embelesadora música y cánticos en loor del Cordero que había sido inmolado, y sin embargo vive en majestad y gloria.

Mientras los discípulos miraban tristemente al cielo para captar la última vislumbre de su Señor que ascendía, dos ángeles vestidos de blanco se pusieron junto a ellos y les dijeron: "Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? 191 Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo." Los discípulos, y la madre de Jesús que con ellos había presenciado la ascensión del Hijo de Dios, pasaron la noche siguiente hablando de las admirables obras de Jesús y de los extraños y gloriosos acontecimientos ocurridos en tan corto tiempo.

Satanás tuvo otra vez consejo con sus ángeles y con acerbo odio contra el gobierno de Dios les dijo que si bien él retenía su poder y autoridad en la tierra, debían de duplicar sus esfuerzos contra los discípulos de Jesús. No habían prevalecido contra Cristo, pero de ser posible debían vencer a sus discípulos. En cada generación deberían procurar engañar a quienes creyeran en Jesús. Les dijo Satanás a sus ángeles que Jesús había conferido a sus discípulos la potestad de reprenderlos y expulsarlos, y de sanar a cuantos afligieran. Entonces los ángeles de Satanás salieron como leones rugientes a procurar la destrucción de los seguidores de Jesús. 
(Primeros Escritos Por EGW). 
Ministerio Hno. Pio

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