Jeremías
26. Se divide en 3 partes fundamentalmente: La Predicción de la caída de
Jerusalén y de la destrucción del templo. Donde Jeremías exhorta al arrepentimiento con promesas y amenazas (1-6). Es detenido y acusado. Donde Se pide sui muerte; y éste hace su defensa. (7-15). Se le deja en libertad debido a la experiencia con Miqueas y Urías, y por el cuidado de
Ahicam. Todo esto, es debido a la defensa hecha por los príncipes y ancianos (16-24).
1 EN EL principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová, diciendo: 2 Así ha dicho Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé hablarles; no retengas palabra. 3 Quizá oigan, y se vuelvan cada uno de su mal camino, y me arrepentiré yo del mal que pienso hacerles por la maldad de sus obras. 4 Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová: Si no me oyerais para andar en mi ley, la cual puse ante vosotros, 5 para atender a las palabras de mis siervos los profetas, que yo os envío desde temprano y sin cesar, a los cuales no habéis oído, 6 yo pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por maldición a todas las naciones de la tierra.
7 Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová. 8 Y cuando terminó de hablar jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás. 9 ¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y todo el pueblo se juntó contra jeremías en la casa de Jehová. 10 Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se sentaron en la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová. 11 Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos.
12 Y habló jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y ¿contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído. 13 Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros. 14 En lo que a mí toca, he aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto os parezca. 15 Mas sabed de cierto que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros, y sobre esta ciudad y sobre sus moradores; porque en verdad Jehová me envió a vosotros para que dijese todas estas palabras en vuestros oídos.
16 Y dijeron los príncipes y todo el pueblo a los sacerdotes y profetas: No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de Jehová nuestro Dios nos ha hablado. 17 Entonces se levantaron algunos de los ancianos de la tierra y hablaron a toda la reunión del pueblo, diciendo: 18 Miqueas de Moreset profetizó en tiempo de Ezequías rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Sión será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque. 19 ¿Acaso lo mataron Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿No temió a Jehová, y oró en presencia de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Haremos, pues, nosotros tan gran mal contra nuestras almas?
20 Hubo también un hombre que profetizaba en nombre de Jehová, Urías hijo de Semaías, de Quiriat-jearim, el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme a todas las palabras de Jeremías; 21y oyeron sus palabras el rey Joacim y todos su grandes, y todos sus príncipes, y el rey procuró matarle; y entendiendo lo cual Urías, tuvo temor, y huyó a Egipto. 22 Y el rey Joacim envió hombres a Egipto, a Elnatán hijo de Acbor y otros hombres con él, a Egipto; 23 los cuales sacaron a Urías de Egipto y lo trajeron al rey Joacim, el cual lo mató a espada, y echó su cuerpo en los sepulcros del vulgo. 24 Pero la mano de Ahicam hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, para que no lo entregasen en las manos del pueblo para matarlo. (Jeremías 26).
1. En El Principio Del Reinado. Esta no es una fecha precisa (ver com. cap. 28: l),
pero puede situarse aproximadamente entre los años 609 y 605 a. C. Sin duda,
fue antes del primer asedio de Jerusalén por Nabucodonosor (ver com. Dan. l: l), porque no se menciona a los
babilonios en este capítulo y se presenta a Joacim como amigo de los egipcios.
En este cap. 26 se resume brevemente el discurso en el templo (Jer. 7-10). Sólo
se registra aquí la reacción del pueblo y de los dirigentes ante ese discurso y
el resultado final de todo el incidente (ver com. cap. 7: 1; también PR
305-308).
2. Ponte En El Atrio. Ver com. cap. 7: 2. Los vers. 2-6 del cap. 26 resumen el cap. 7: 1-15. Es muy probable que esto ocurriera en una de las fiestas donde se congregaban adoradores de todas partes de la nación. No Retengas Palabra. Evidentemente el mensaje divino debía contener algo que Jeremías no quería decir al pueblo.
3. Quizá. La amenaza que sigue es tan severa (ver vers. 6) que
se la expresa con la esperanza de que no sea necesario llevarla a cabo.
Se Vuelvan. Ver com. vers. 19.
4. Andar En Mi Ley. El profeta tenía la responsabilidad de enseñar al
pueblo los requerimientos de la ley de Dios y tenía que procurar que la
entendieran con claridad (cap. 7:25-28; 25:4-7).
5. Desde Temprano. Ver com. cap. 7: 13.
6. Pondré Esta Casa Como Silo. Este lugar del antiguo santuario había sido
destruido (ver com. cap. 7: 12, 14).
7. Los Sacerdotes, Los Profetas. Dios mandó a jeremías que amonestara de un modo
especial a los dos grupos a los cuales él mismo pertenecía: a los primeros, por
nacimiento (ver com. cap. 1: 1); a los segundos, por orden divina (ver com.
cap. 1:5). Los falsos profetas eran
enemigos de Jeremías (cap. 23: 940).
8. De Cierto Morirás. Debido a su iniquidad, por haberse engañado a sí
mismos, los sacerdotes, los profetas y "todo el pueblo" decidieron
silenciar la voz acusadora del que fielmente les señalaba sus iniquidades.
9. ¿Por Qué Has Profetizado? La idea de que el templo, orgullo y gloria de los
israelitas (ver com. cap. 7: 4), pudiera sufrir el mismo fin del antiguo
santuario de Silo era tan insoportable, que "todo el pueblo" se unió
contra el profeta. La gente había depositado toda su confianza en la estricta
observancia de los servicios religiosos y externos del templo.
10. Los Príncipes De Judá Oyeron. Evidentemente esos gobernantes de la casa real no
estaban presentes cuando Jeremías pronunció la advertencia divina; estaban en
"la casa del rey", quizá en una reunión privada con el monarca.
Cuando llegaron al templo "se sentaron" para escuchar lo que Jeremías
pudiera añadir a su discurso.
11. Pena De Muerte. Este es un buen ejemplo de los malignos métodos y
perversas medidas legislativas que caracterizaron la Edad Media; leyes que
hicieron que se entregara a los que eran falsamente acusados de herejía y
blasfemia al "brazo" secular del Estado para que se los castigara y
se les diera muerte.
12. Jehová Me Envió. Los verdaderos profetas y predicadores de la Palabra
siempre responden que el mensaje que presentan no lo han elegido ni inventado
ellos, sino que viene directamente de Dios por medio de ellos (2 Sam. 23:1-3;
Amós. 3:7-8; 2 Ped. 1:20-21).
13. Mejorad Ahora Vuestros Caminos. Jeremías se defendió sencilla y únicamente con el mensaje que Dios le había dado. Si el pueblo de Dios mejoraba sus caminos, aún era posible que evitaran la destrucción que los amenazaba.
Se Arrepentirá Jehová. Ver com. vers. 19.
https://elaguila3008.blogspot.com/2017/08/69-dios-se-arrepiente-aveces-si-y.html
14. Estoy En Vuestras Manos. Mediante esta sorprendente despreocupación por su
propia seguridad, Jeremías añadió fuerza a su mensaje, y en realidad preservó
su vida. Los príncipes se convencieron de que Jeremías era sincero y tomaron
las medidas necesarias para proteger su vida (ver PR 308).
15. Mas Sabed De Cierto. El profeta no recurre a los sacerdotes y profetas,
de quienes no puede esperar justicia, sino a "todos los príncipes y a todo
el pueblo" (vers. 12). En especial los príncipes vacilaban en permitir que
se derramara la sangre inocente de uno que no hablaba de sí mismo sino que era
portavoz de Dios.
16. No Ha Incurrido. Por medio de su mensaje directo indudablemente
Jeremías inclinó la opinión pública en su favor y salvó su vida.
17. Los Ancianos. Se les llamaba así por sus altos cargos (1 Rey. 8: 1; 20: 7) o por su edad. Se respetaba
grandemente la opinión de quienes eran ancianos y sabios.
18. Miqueas. El autor del libro de Miqueas (Miq. 1: 1; p. 24).
19. Temió A Jehová. Aunque no hay ninguna otra referencia bíblica a este suceso específico, armoniza perfectamente con el carácter de Ezequías (2 Crón. 29: 4-10; 32: 26).
Jehová Se Arrepintió. Ver com. Gén. 6:6; Exo. 32:14; Núm. 23:19; Juec. 2:18; Joel 2:13.
Mal Contra Nuestras Almas. Si mataban a un profeta inocente, se harían a sí
mismos un gran mal. La LXX dice: "Y nosotros hicimos un gran mal contra
nuestras almas". Este versículo se parece mucho al consejo dado por
Gamaliel ante el concilio: "Mas si es de Dios, no lo podréis destruir; no
seáis tal vez hallados luchando contra Dios" (Hech. 5: 34-39). Debido a
este consejo de los ancianos Jeremías quedó libre para continuar con su
ministerio; y por causa, en buena medida, del apoyo que el profeta recibió de
Ahicam (Jer. 26: 24), los gobernantes de la nación aceptaron el consejo de los
ancianos.
20. Urías. Quizá se registró este caso para mostrar que la
experiencia de Jeremías no fue única.
21. A Egipto. Ver los casos paralelos de Jeroboam (1 Rey. 11: 40),
Hadad (1 Rey. 11: 17-18) y José y María (Mat. 2: 13-15). Con frecuencia el país
del Nilo fue un asilo para los refugiados procedentes de Judea.
22. Envió Hombres A Egipto. Los tratados de la antigüedad contenían cláusulas de extradición: los gobernantes estaban obligados a devolver los presos políticos a su país de origen. Elnatán. Quizá el suegro del rey (ver 2 Rey. 24: 8). Elnatán era uno de los príncipes que favorecía a Jeremías (Jer. 36: 12).
23. Sacaron A Urías. En 1 Rey. 19: 10, 14; 2 Crón. 24: 19-22 hay ejemplos
anteriores de martirio de profetas. Según la tradición judía, Isaías fue
"aserrado" por Manasés (ver Heb. 11: 37; Material Suplementario de
EGW, com. Isa. 1: 1). A Urías se lo
trató en forma denigrante. Se le negó sepultura con sus padres y su cuerpo fue
echado en "los sepulcros del vulgo" en el valle del Cedrón. Pero el
rey que cometió este ultraje más tarde fue enterrado "en sepultura de
asno", sin que se le rindieran los honores acostumbrados ni se lo llorara
(Jer. 22: 18-19).
24. Ahicam. Es probable que el padre de Ahicam fuera el mismo
Safán, tan conocido como escriba en tiempos de la reforma de Josías, el que
supervisó la reconstrucción del templo (2 Rey. 22: 3, 8-14; 2 Crón. 34: 8,
14-21). Los hermanos de Ahicam, Gemarías (Jer. 36: 12, 25) y Elasa (cap. 29: 3)
también tenían el mismo carácter noble. Fue Gedalías, hijo de Ahicam (cap. 40:
6), gobernador de las "ciudades de Judá", el que proporcionó refugio
a Jeremías después de que Nabucodonosor conquistó a Judea (cap. 40: 5-6). 4CBA/Ministerio
Hno. Pio
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