INTRODUCCIÓN
1. Título. El título de esta carta se debe a que fue dirigida a los cristianos de
Filipos, ciudad de Macedonia. En el comentario de Hech. 16:12 hay una reseña
histórica de la ciudad. Los manuscritos más antiguos, que se remontan al siglo
III, llevan el sencillo título de Pros filipp'síous ("A [los] filipenses").
2. Autor. En la carta se menciona al apóstol Pablo como su autor (cap. 1:1). El
apóstol presenta a Timoteo como a uno de sus colaboradores (cap. 1:1; 2:19), y
se refiere a su encarcelamiento (cap. 1:7) y a su anterior predicación en
Macedonia (cap. 4:15) de una manera completamente natural y en armonía con lo
que se sabe de la vida de Pablo. La iglesia primitiva unánimemente reconoció
que esta carta era de Pablo. El primer testimonio extrabíblico en cuanto a la
paternidad literaria paulina de esta epístola, proviene de Policarpo, líder y
mártir cristiano de mediados del siglo II (ver t. V, p. 126). La evidencia en
cuanto a la paternidad literaria de Pablo es tan manifiesta, que hay pocos
motivos para ponerla en duda. Acerca de la fecha cuando se escribió la
epístola, ver t. VI, pp. 108-109.
3. Marco histórico. La Epístola a los Filipenses fue escrita en Roma durante el primer encarcelamiento de Pablo en esa ciudad (ver t. VI, pp. 108-109). Habían pasado más de diez años desde que Pablo predicara por primera vez el Evangelio en Filipos. Lucas describe las circunstancias de la primera visita del apóstol a Filipos (Hech. 16). Mientras el apóstol estaba en Troas, en la costa noroeste del Asia Menor, alrededor del año 50 d. C., recibió una visión en la que contempló a "un varón macedonio" que le suplicaba: "pasa a Macedonia, y ayúdanos" (Hech. 16:8-9). Pablo y sus compañeros, Silas, Timoteo y Lucas, respondieron inmediatamente viajando a Filipos por la vía de Neápolis. Filipos fue el primer lugar de Europa donde se predicó el Evangelio (ver com. Hech. 16:11-12). Los misioneros se unieron allí con un reducido grupo de creyentes para celebrar un culto fuera de la ciudad, a la orilla de un río (ver com. Hech. 16:13).
Entre los presentes se destacaba la presencia de "Lidia, vendedora
de púrpura, de la ciudad de Tiatira". Lidia y los suyos recibieron con
alegría el mensaje del apóstol, se convirtieron y fueron bautizados. Posteriormente,
mientras Pablo y Silas se ocupaban en su obra de enseñanza, se encontraron con
una muchacha esclava poseída por un espíritu de adivinación, la cual repetidas
veces los 144 anunciaba como
"siervos del Dios Altísimo". Pero cuando Pablo libero a la muchacha
de ese mal espíritu, los que habían sido sus amos instigaron a una turba contra
los apóstoles, y Pablo y Silas fueron golpeados y encarcelados. Entonces se
produjo un terremoto a la media noche, e inmediatamente el carcelero se
convirtió y también su familia. En esta
forma comenzó la iglesia de Filipos. Su feligresía estaba formada por Lidia, la
vendedora de púrpura de Tiatira y su casa, el carcelero, que quizá era romano
(ver com. Hech. 16:23), y su familia, y otros.
Varios años más tarde, cuando regresaba a Jerusalén después de terminar su
tercer viaje misionero, Pablo se detuvo otra vez en Filipos. Era el tiempo de
la pascua, y el apóstol la observó con los creyentes. Debe haber disfrutado de
unos días de pacífica y feliz comunión que le fue concedida junto con aquellos
que se encontraban entre los más amados y leales de todos sus conversos (Hech.
20:6; cf. HAp 312-314).
Pablo regresó a Jerusalén, y poco después fue arrestado y encarcelado en Cesarea por lo menos durante dos años (Hech. 24:27). Entonces tuvo lugar su viaje a Roma, donde vivió "dos años enteros en una casa alquilada" (Hech. 28:30).
Durante ese encarcelamiento Pablo escribió, sin duda, su
epístola a la iglesia de los filipenses y también las cartas a los colosenses,
a los efesios y a Filemón. Roma no se menciona en la Epístola a los Filipenses;
pero la referencia de Pablo a "la casa de César" (cap. 4:22) y su
expectativa de una rápida liberación (cap. 2:24), sugieren que Roma fue el
lugar en donde la escribió.
En la carta se puede apreciar bastante bien la situación de Filipos, la
condición de Pablo y la relación del apóstol con los creyentes filipenses. La
iglesia de Filipos era presidida por obispos y diáconos (cap. 1:1); sus
miembros estaban sufriendo persecución (vers. 29), e indudablemente se había
producido alguna tendencia a la discordia, especialmente entre dos de las
hermanas de la iglesia (cap. 4:2); pero no hay ninguna indicación de que
hubiera corrupción moral o falsas doctrinas. Había poco que perturbara el gozo
y la gratitud con que el apóstol contemplaba el crecimiento de los filipenses
en la gracia. Su amor por Pablo era inmutable. Le habían enviado a Epafrodito,
uno de sus dirigentes, para que le llevara sus dádivas y lo ayudara en su
aflicción (cap. 2:25). Pablo pensaba que sería liberado pronto, y expresaba su
confianza de que antes de mucho los vería otra vez (cap. 1:26; 2:24). Más tarde
fue liberado y durante un tiempo trabajó entre las iglesias que había ayudado a
establecer, lo que tal vez incluyó a la iglesia de Filipos (ver HAp 389).
La ocasión inmediata para que el apóstol escribiera esta carta, fue que
Epafrodito -que había enfermado gravemente durante su visita a Pablo en Roma-
ya había mejorado lo suficiente como para regresar a Filipos (cap. 2:25-30). Los
miembros de la iglesia anhelaban que Epafrodito estuviera con ellos, y Pablo
deseó aprovechar la oportunidad para mandar un mensaje de agradecimiento a sus
amigos por haberle enviado algunos obsequios, para contarles cómo estaba y
recordarles de su interés y oraciones por ellos.
4. Tema. La Epístola a los Filipenses es una carta de un amigo a sus amigos, una carta de consejo espiritual, escrita para reconocer una ayuda dada con amor. Pablo les habla a los creyentes de Filipos de sus prisiones, del progreso del Evangelio en Roma, de los esfuerzos de ciertos adversarios para afligirlo mediante una oposición sectaria, pues predicaban a Cristo movidos por la envidia y el espíritu de división (cap. 1:12-17).
Les cuenta de la paz interior
y del gozo que lo sostuvieron en todas sus aflicciones. Se siente seguro de la
simpatía de ellos; les escribe teniendo la confianza plena de la amistad
cristiana. Su gozo es el gozo de ellos. Les habla de la 145 incertidumbre de su futuro, pues no sabe cómo terminará su juicio,
si en muerte o en vida. Pero está
preparado para ambas: una vida santa es una bendición, y también lo es una
muerte santa (vers. 19-24). Les habla de que acepta sus presentes con gratitud.
No había estado dispuesto a recibir ayuda de otras iglesias, pero con ellos
compartía una estrecha intimidad, y esa amistad afectuosa y confiada hacía que
estuviera listo para aceptar la ayuda de ellos (cap. 4:14-17). La apreciaba no
tanto como un alivio para sus propias necesidades, sino más bien como una
evidencia adicional del amor de ellos por él y de su crecimiento en ese amor,
que es la primera de las virtudes cristianas. El, les dice, se sentía contento,
pues había aprendido a bastarse a sí mismo en el sentido cristiano. Nadie
sentía como él sus propias debilidades, pero podía hacer todas las cosas con la
fortaleza de Cristo (vers. 10-13).
Por lo tanto, el tema de la epístola es el gozo en Cristo. Pablo escribió
esta carta mientras estaba preso y sin saber qué le sucedería; sin embargo,
utiliza repetidas veces las palabras "gozo" y
"regocijaos". La expresión
"en Cristo" aparece con frecuencia, y cuando está unida con el
pensamiento de gozo, expresa adecuadamente el tema de la epístola.
5. Bosquejo.
I. INTRODUCCIÓN, 1:1-11.
A. Saludos a los filipenses,
1:1-2.
B. Acción de gracias por los
conversos de Pablo, 1:3-8.
C. Oración por el continuo
crecimiento de ellos, 1:9-11.
II. REPASO DE LAS CIRCUNSTANCIAS
Y... DE PABLO, 1:12-26.
A. Su encarcelamiento y su
efecto en el progreso del Evangelio, 1:12-17.
1.Le añadió
publicidad, 1:12-13.
2.Aumentó el
testimonio de los miembros de iglesia, 1:14.
3.Produjo una
predicación maliciosa, 1:15-17.
B. Actitud de Pablo hacia su
encarcelamiento, 1:18-26.
1.Regocijo porque
Cristo es más ampliamente predicado, 1:18.
2.Convicción acerca de
su beneficio espiritual, 1:19.
3.Determinación de
ensalzar a Cristo, en vida o en muerte, 1:20-26.
III. EXHORTACIÓN A LA UNIDAD Y A
LA ABNEGACIÓN, 1:27 A 2:16.
A. Necesidad de una firme intrepidez,
1:27-28.
B. Paciencia ante el
sufrimiento, 1:29-30.
C. Exhortación a la unidad y a
la humildad cristianas, 2:1-4.
D. Cristo, el modelo supremo
de humildad, 2:5-11.
E. Aplicación práctica del
modelo, 2:12-16.
IV. EXPLICACIÓN DE LOS PLANES DE
PABLO PARA EL FUTURO, 2:17-30.
A. Su plan de enviarles a
Timoteo, 2:17-23.
B. Su esperanza de ser pronto
liberado, 2:24.
C. Su plan inmediato de
enviarles a Epafrodito, 2:25-30.
1. Enfermedad y
restablecimiento de Epafrodito, 2:25-27.
2. Epafrodito es
elogiado, 2:28-30.
V. UNA NUEVA EXHORTACIÓN CON UN
PARÉNTESIS DOCTRINAL, 3:1 A 4:9.
A. Regocijo en el Señor, 3:1.
B. Amonestación contra dos
errores, 3:2-21.
1. Judaísmo: las obras
en oposición a la gracia, 3:2-16.
a. La
verdadera circuncisión, 3:2-3.
b. Pablo resta
importancia a sus antecedentes hebreos, 3:4-7.
c. Nada tiene
valor frente al conocimiento de Cristo, 3:8-11.
d. Necesidad de un
progreso continuo y unificado, 3:12-16.
2. Materialismo: la
mente sensual contra la mente espiritual, 3:17-21.
a. Exhortación
a imitar a Pablo, 3:17.
b.
Amonestación contra los sensuales, 3:18-19.
c. La bendita
esperanza, 3:20-21.
C. Renovada exhortación a la
firmeza y la unidad, 4:1-3.
D. Exhortación al gozo, la
liberación de la ansiedad y la prosecución de metas dignas, 4:4-9.
VI. CONCLUSIÓN, 4:10-23.
A. Reconocimiento de la dádiva
de los filipenses, 4:10-19.
B. Saludos de todos para
todos, bendición, 4:20-23. (7CBA) MHP
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