Gálatas 5.
LA ESCLAVITUD DEL LEGALISMO INCOMPATIBLE CON LA
LIBERTAD EN CRISTO. Vers. (1-2) Los aconseja a permanecer en su
libertad (3-12) y a no circuncidarse.
LA LIBERTAD CRISTIANA NO ES UNA EXCUSA PARA EL LIBERTINAJE: El Amor Es El Cumplimiento De La Ley: (13-18). Las Obras De La Carne Y Las Obras Del Espíritu (19-24) Y Los Exhorta A Andar Bajo La Dirección Del Espíritu (25-26).
1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres,
y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2 He aquí, yo Pablo os digo
que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo.
3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5 Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. 7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Esta persuasión no procede de aquel que os llama. 9 Un poco de levadura leuda toda la masa. 10 Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. 11 Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!
13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servios por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros. 16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
19 Y manifiestas son las obras de
la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a
estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los
que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. (Gálatas 5).
1. Estad, pues, firmes. Continúa sin interrupción el
curso del pensamiento que se comenzó en el cap. 4:22. Pablo exhorta a los
gálatas a que se mantengan fieles al Evangelio como él se lo presentó
originalmente (cap. 1:6-9), y que no se dejen influir en lo más mínimo por el
falso evangelio de los judaizantes.
Esta admonición es de suprema
importancia para hoy debido a las innumerables teorías no bíblicas acerca de la
justificación por la fe y la salvación (cf. Efe. 4:14).
Para que uno pueda estar
"firme", debe estar sobre una base sólida. Para los cristianos esta
base es la verdad como se presenta en las Sagradas Escrituras. El cristiano
diligente perseverará en su examen de las escrituras (2 Tim. 3:16-17; 2JT 315),
y luego se examinará así mismo para que si está "firme" en la fe (2
Cor. 13:5).
No importa cuánto pueda
saber una persona acerca de las Escrituras y de su interpretación, debe
continuar siempre buscando nuevas verdades.
El propósito de Dios es que el
cristiano continuamente crezca "en la gracia y el conocimiento" de
Cristo (2 Ped. 3:18), comprendiendo que "la senda de los justos es como la
luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Prov.
4:18).
Libertad. Es decir, la libertad de la salvación por la fe
directamente en Cristo, sin tener en cuenta los requisitos del sistema
ceremonial (ver 3:25; 4:5,31).
Nos hizo libres. Ver com. cap. 3:22-29; 4:4-5, 31.
No estéis otra vez sujetos. O "no seáis
entrampados" ' Los gálatas habían salido de la esclavitud a los ídolos
cuando recibieron el Evangelio de Pablo; pero aceptar los principios del
judaísmo sería volver a un estado similar de servidumbre (ver coro. cap.
4:3,9). Significaba virtualmente renunciar por completo a Cristo. Negar o
abandonar la verdad es hacerse vulnerable al error y al pecado. Es pecado no
hacer lo que sabemos que es correcto (ver Sant. 4:17).
2. Yo Pablo. El apóstol habla en primera persona y se expresa con plena autoridad apostólica. Si permanecía en silencio ante esa crisis, se habría convertido en traidor a Cristo, quien le había confiado el cuidado de las iglesias (cf. 2 Tim. 4:1-2).
El recibió su autoridad de Cristo (ver com. Gál. 1:11-12), y esperaba ser reconocido como representante de Dios y portavoz del Señor (ver coro. 2 Cor. 5:19-20).
Cuando la ocasión lo demandaba, Pablo
defendía su autoridad sin temor ni jactancia (cf. 1 Cor. 5:3-5; 2 Cor. 13:1-4).
Si os circuncidáis. Es como si Pablo les estuviera
diciendo: "Vosotros sabéis que una vez fui judío estricto, firme creyente
en los ritos y en las ceremonias de judaísmo" (cf.Hech. 26:5). Lo que
estaba en peligro era importante; la situación era crítica. Pablo consideraba
que era necesario e ejercer firmeza para impedir que algunos que estaban a
punto de practicar ritos judaizantes lo hicieran.
El apóstol no quería decir que el
que había sido circuncidado no podía hacerse cristiano, pues él mismo estaba
circuncidado. Si algunos de los gálatas ya habían aceptado la circuncisión,
podían, como él, considerar su circuncisión como "incircuncisión" (cf
1 Cor 7:18-20). Pero los que querían practicar la circuncisión con la esperanza
de disfrutar de una experiencia más rica de justificación por la fe, tenían que
ser advertidos. Ver com. Rom. 4:9-13.
De nada os aprovechará. Las promesas de Dios pertenecen
sólo a los que las aceptan por fe, no a los que se proponen ganarlas por sus
propios méritos. Las obras de justicia del hombre no tienen valor en el banco
del cielo (ver Isa. 64:6).
La justificación por las obras es
diametralmente opuesta a la justificación por la fe. Lo que se ha ganado no
puede recibirse como si fuera un regalo (Rom. 4:4-5; 11:6). Pablo procura con
mucha insistencia que se reconozca este hecho. Las "obras de la ley"
(ver com. Rom. 2:12; Gál. 2:16) son completamente inútiles como medio de salvación
(ver com. Gál. 3:19). En cuanto a la aplicación del principio aquí presentado,
para los cristianos de hoy día, ver p. 932.
3. Otra vez testifico. Cf. cap. 3:10. Está obligado. Tal persona se pone a las órdenes de la ley. Pablo lo afirma teniendo en cuenta que "la ley" coloca a un hombre "bajo maldición" si descuida sólo una de sus ordenanzas (ver com. cap. 3:10). Los judaizantes que estaban intranquilizando a las iglesias de Galacia aparentemente sólo habían puesto énfasis, por lo menos hasta ese momento, sobre la circuncisión y algunos otros ritos legales específicos (ver cap. 4:10; 5:2-3).
Pero la ley no admite que se haga
una selección: o todo o nada. El que aceptaba la circuncisión, de esa manera expresaba
su creencia en todo el sistema y concordaba en someterse a todas sus
exigencias; pero al mismo tiempo expresaba desconfianza en la eficacia de la
expiación hecha para él por Jesucristo. A los gálatas les iba a resultar
imposible ser fieles al Judaísmo y al cristianismo al mismo tiempo (ver com.
Mat. 6:24).
Pablo no tenía el propósito de enseñar que es pecado que alguno se circuncidara. Había consentido en que Timoteo fuera circundado, aunque en circunstancias muy diferentes. Timoteo era medio judío, y Pablo permitió que fuera circuncidado como una concesión ante los prejuicios de los judíos entre quienes tenía que trabajar (ver Hech. 16:1-3). En lo que concernía a Pablo y a Timoteo, ese acto fue sólo una conveniencia. Lo que Pablo continuamente negaba y combatía era la insistencia de los judaizantes en la necesidad de la circuncisión como un medio para la salvación y como un requisito en las iglesias cristianas. Toda la ley. Ver com. cap. 2:16.
4. De Cristo os desligasteis. O "rompisteis relaciones con
Cristo". "Rompisteis con Cristo" (BC). La relación del pacto
exige fe absoluta de parte del creyente (ver com. vers. 1). El que mezcla las
obras para la justificación con su fe, viola su parte en el convenio, y de ese
modo Cristo queda liberado de toda obligación con él. Las "obras"
realizadas para lograr salvación son una negación de la fe.
Los gálatas se llamaban a sí
mismos cristianos; sin embargo, habían sido persuadidos de que sólo los que
aceptaban "la ley podían ser verdaderos cristianos. Con su proceder
estaban negando precisamente lo que Cristo había hecho por ellos y se habían
despejado de los méritos del Salvador.
No hay duda de que si podían ganar la salvación, ¿para qué necesitaban a Cristo?
La obra en favor de ellos se había vuelto superflua, pues habían hallado el modo de arreglar sus cuentas con Dios por sí mismos. Si podían encontrar la justificación fuera de Cristo, entonces no lo necesitaban. Pero Jesús había declarado que nadie podía ir al Padre sino mediante él (Juan 14:6; cf. Hech. 4:12).
El énfasis de Jesús en la verdad
de que él es "el camino", es tan prominente en sus enseñanzas, que en
años posteriores sus seguidores se llamaron a sí mismos la gente del
"Camino" (ver Hech. 9:2; 22:4).
Por la ley os justificáis. Es decir, pensando que podían
lograr la justificación medio de las obras de la ley (ver p. 931; com. Rom.
3:20; Gál. 3:19,24). Lo más que puede hacer "la ley" es mostrarle a
un hombre su necesidad de justificación y señalarle el camino a Cristo. Pablo
había presentado claramente en su Evangelio el plan de Dios para la salvación
del hombre, que es el mismo plan por el cual Abrahán recibió la justificación
(ver com. Gál. 3:6), quien sólo después de que fue declarado justo recibió el
rito de la circuncisión.
La circuncisión -una de "las obras de la
ley"- no produjo su justificación, sino que fue una señal de que él
aceptaba la justificación por la fe (ver Rom. 4:9-11). Las obras que después
recomendó (Gál. 5:13; 6:15) son el "fruto del Espíritu" (cap. 5:22),
y así demuestran el poder de Cristo para la salvación (Rom. 1:16); pero en
ninguna forma son un recurso para ganar la salvación.
De la gracia habéis caído. En cuanto al significado de
"gracia", ver com. Rom. 3:24. Los gálatas habían recibido el Espíritu
de Dios (cap. 3:2-3), habían experimentado la justificación por la fe (cap. 1:6),
habían disfrutado en verdad de la libertad del Evangelio (cap. 5:1), habían
corrido "bien" por un tiempo (cap. 5:7); si ahora buscaban la
salvación por "las obras de la ley" (ver com. cap. 2:16) estarían
renunciando a la gracia de Cristo, de la cual habían disfrutado hasta ese
momento (ver coro. cap. 5:1-4; cf. com. cap. 3:19).
Estos dos métodos de
alcanzar la salvación se excluyen mutuamente; aceptar uno es rechazar el otro.
Algunos sostienen que Pablo afirma aquí el retiro arbitrario de la gracia de Dios debido a ciertos actos pecaminosos; pero esta suposición carece de base bíblica. La falta del favor divino resulta del acto voluntario del que renuncia a él.
Dios no exceptúa a
nadie de las bendiciones de la salvación, salvo a aquellos que se exceptúan a
sí mismos (ver Eze. 18:23,31; 33:11; 2 Ped. 3:9; com. Juan 3:17-20; Efe.
1:4-6). El contexto de esta afirmación muestra claramente que la
responsabilidad recae completamente sobre los que deliberadamente rechazan la
salvación por la fe a cambio de la salvación por las obras.
Dios no abandona al hombre, es
éste el que se aparta del Señor y rechaza sus ofrecimientos de misericordia. Dios
promete perdón a todos los que se aparten de sus caminos caprichosos (ver Juan
3:16; 1 Juan 1:9).
El único que cae de
la gracia de Dios es el que voluntariamente ha elegido un proceder que sabe que
es contrario a la voluntad divina. Esta es la deplorable condición de muchos
llamados cristianos hoy día.
Esta condición es el resultado
del deseo de seguir las inclinaciones naturales del corazón humano disfrutar de
los placeres del pecado en vez de prestar atención a las insinuaciones del
Espíritu de Dios. Hasta que estas personas no cometan el pecado imperdonable,
que consiste en resistir persistentemente las insinuaciones del Espíritu (ver
com. Mat. 12:31,32, 43-45), hay esperanza de que puedan ser restauradas a la
gracia.
Pablo niega aquí específica y enfáticamente otra enseñanza popular que carece de base bíblica, y que comúnmente se expresa con estas palabras: "Una vez salvado, salvo para siempre". Esta enseñanza se basa en otra que tampoco es bíblica: que Dios ha predestinado a unos para que sean salvos y a otros para que se pierdan, sin tener en cuenta la libre elección de cada uno en este asunto. La verdadera naturaleza de la predestinación bíblica se trata en el comentario de Juan 3:17-20; Efe. 1:4-6.
Según el concepto común de la
predestinación, aquellos a quienes Dios ha escogido para la salvación, es
imposible que caigan de la gracia divina porque su derecho a ella ha sido
garantizado por Dios; por lo tanto, con razonamiento semejante, quienes han
sido predestinados por Dios para la condenación, nunca podrán alcanzar la
gracia divina, y por lo mismo nunca pueden caer de ella.
La deducción es que los que
parecen haber caído de la gracia sólo cayeron en apariencia, pues en realidad
nunca estuvieron en ella. Sobra decir que únicamente cuando se sacan las
palabras de Gál. 5:4 completamente fuera de su contexto, es posible que den la
apariencia de que apoyan dicha conclusión (ver com. vers. 1-4).
Esta teoría -la de los llamados
decretos divinos-ignora en realidad las claras afirmaciones de las Escrituras
de que la voluntad humana es el factor decisivo en la salvación de cada uno. Ver
pasajes de las Escrituras como Isa. 55:1; Eze. 18:21-30; 33:12-13; Luc. 5:32;
Juan 6:37; cf. Juan 7:37; 12:32; Rom. 10:13; 11:20-23; 1 Cor. 9:27; Apoc. 22:17.
La doctrina de que Dios
predestina a unos para la salvación y a otros para la destrucción,
desconociendo así la elección individual en este asunto, es evidentemente
incompatible con estas afirmaciones de las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, la enseñanza de que una persona
no puede caer de la gracia porque "una vez salvada, salva para
siempre" es sencillamente una invención humana.
5. Pues nosotros. El pronombre "nosotros"
es enfático: "nosotros" que procuramos la salvación por la fe, en contraste
con aquellos a quienes se alude en los vers. 1-4, que la buscan por las obras
de la ley (ver com. cap. 2:16).
Por el Espíritu. El Espíritu Santo tuvo a su cargo
la misión de continuar la obra que Cristo había comenzado (Juan 14:16), y
mediante la acción del Espíritu los hombres participarían de la salvación por
la fe en Cristo (cap. 16:7-9).
La presencia del Espíritu en las
vidas de los creyentes es un recordativo constante, una garantía, de que Dios
cumplirá todas sus promesas (ver com. 2 Cor. 1:22). Esto es cierto
particularmente en cuanto a las promesas del regreso de Jesús y de la herencia
de los santos (Efe. 1:13-14; cf. Col. 1:27; Tito 2:13).
La dádiva de la justificación es
comunicada a los seres humanos por medio de la acción del Espíritu Santo (ver
Juan 16:8). Aquí radica la diferencia entre la justificación ineficaz que el
hombre busca por medio de las obras y la justificación eficaz que viene por la
fe. En la primera no tiene parte el Espíritu, pues el esfuerzo es puramente
humano y, por lo tanto, independiente de la gracia divina.
Aguardamos. Gr. apekdéjomai, "esperar pacientemente".
En otros seis casos donde aparece esta palabra (Rom. 8:19,23,25; 1 Cor. 1:7;
Fil. 3:20; Heb. 9:28) se la usa para referirse a la espera de la venida de Jesús
y la resurrección.
Por fe. No por "obras".
La esperanza de la justificación. Es decir, la
esperanza hecha posible por la justificación Pablo no insinúa que los que han
recibido el Espíritu deben esperar la justificación. Aguardan "la
esperanza" impartida por la justificación, la esperanza de que se complete
el plan de salvación con el regreso de Jesús y la resurrección de los muertos
(Rom. 8:23; Tito 2:13). Pablo habla finalmente de la justificación como de una
obra ya completa en la vida del cristiano (Rom. 5:1; etc.; ver com. Mat. 5:48).
6. En Cristo Jesús. Pablo describe la condición el
que ha sido justificado por la fe en Cristo, del que ha llegado a ser cristiano
no de nombre sino de verdad.
Circuncisión. Ver com. Gén. 17:10 -11; Rom. 4:11. Pablo no
condena en ningún sentido a los que han sido circuncidados; sólo advierte que
cuando una persona está "en Cristo Jesús" la circuncisión no
establece ninguna diferencia. El factor decisivo es la fe. La circuncisión en
sí misma no hace diferencia para los cristianos, excepto las consecuencias
físicas implícitas; pero el cristianismo siempre estará en pugna contra el
supuesto valor religioso del rito y el concepto implicado de la justificación
por las obras.
La fe que obra. No hay duda de que la fe tiene o
produce "obras"; pero no "las obras de la ley" (ver com.
cap. 2:16); por lo tanto se excluyen todas las "obras" hechas con el
propósito de ganar la justificación (ver p. 932).
Las "obras" que
acompañan a la fe genuina son inspiradas debido al sentimiento de aprecio por
el don de la gracia divina, por el amor a Dios y a nuestros prójimos (ver Gál.
5:14; com. Mat. 22:34-40). Santiago habla de esta clase de obras cuando declara
que "la fe sin obras está muerta" (Sant. 2:26; cf. cap. 1:17).
En este punto concuerdan las enseñanzas de Pablo y Santiago. Las dos no están en conflicto como algunos apresuradamente lo han supuesto. La fe que no produce "el fruto del Espíritu" en la vida es una falsificación (Gál. 5:22-23). La supuesta fe que induce a una persona a creer que está eximida de obedecer la voluntad de Dios tal como se expresa en el Decálogo, que es un compendio de cómo se debe expresar el amor a Dios y al hombre, es una falsificación (ver com. Mat. 5:17-18; 7:21-27).
Una profesión de amor es pura
hipocresía si no hay obediencia. La obediencia al deber conocido es el
resultado inevitable de la justificación que proviene de la fe, y es la prueba
suprema de que esa justificación es genuina (ver Sant. 2:18).
Pablo declara enfáticamente que
el propósito de Dios al dar a su Hijo para salvar a los pecadores (ver com.
Juan 3:16) fue hacer posible que los principios de su santa ley se cumplieran
en las vidas de los seres humanos (ver com. Rom. 8:3-4). En el pasaje de Gál.
5:13 a 6:15 Pablo se refiere a la clase de "obras" que él recomienda
a los gálatas cristianos.
Por el amor. El amor a Dios y al hombre es el espíritu que
impulsa las "obras" que acompañan a la fe.
7. Corríais bien. Pablo compara repetidas veces la vida
cristiana como una carrera (1Cor.
9:24,26; Fil 2:16; 2 Tim. 4:7; Heb.12:1). Los Gálatas habían corrido
"bien" hasta la llegada de los judaizantes (ver com. Gál. 1:6-7; 3:1);
habían emprendido una carrera cristiana con ardor y celo.
Estorbó. Gr. anakóptÇ, "impedir",
"frenar", como a un navío en su viaje. En la terminología militar
significa, por ejemplo, romper un camino o destruir un puente, o poner un
obstáculo en el camino del enemigo para detener su avance. Es obvio que había
quienes perturbaban a los gálatas (cap. 1:7) y los fascinaban (cf. cap. 3:1);
eran, por supuesto, los judaizantes (ver p. 930).
8. Esta persuasión. Es decir, persuasión para que
aceptaran las enseñanzas de los judaizantes.
Aquel que os llama. Es decir, Pablo, o quizá Dios que
hablaba por medio de Pablo (ver com. Gál. 1:6; cf. 2 Cor. 5:19-20). Dios no
podría haberlos persuadido así, ni tampoco Pablo. Debe haber habido algo
peculiarmente fascinante en la enseñanza de los judaizantes, pues fueron
seducidos tantos cristianos y Pablo tuvo que escribir tan extensamente para
advertir contra ella (ver pp. 34-35, 930). A estas alturas parece casi tan
extraño que los cristianos fueran seducidos por los judaizantes como lo fueron
los judíos por la idolatría en los tiempos del AT.
9. Levadura. Ver com. Mat. 13:33; 1 Cor. 5:6; cf. 2 Tim. 2:17. La
influencia de los judaizantes había comenzado en forma aparentemente pequeña,
pero había alcanzado grandes proporciones. Cuando Pablo cita este proverbio en
su carta a los corintios (1Cor. 5:6) se refiere al ejemplo contagioso de unos
pocos miembros cuya conducta él se sentía obligado a reprender. Si se permitía
que continuara el movimiento de Galacia, con el tiempo toda la iglesia
cristiana podría volver a la práctica de los ritos y de las ceremonias del
judaísmo.
10. Confío respecto de vosotros. El progreso de la apostasía en
Galacia, aunque era alarmante, no era todavía completo (ver com. cap. 1:7;
3:10; 4:10; 5:3). Pablo confiaba en que
por lo menos la mayoría reconociera su error y no se apartaran (cf. 2 Cor. 2:3;
7:16; 8:22). Esta expresión de confianza refleja bien juicio de parte de Pablo
como dirigente de iglesia, pues la confianza inspira confianza y estimula a la
acción. Los que dirigen siempre deben hacer resonar una nota de esperanza y
ánimo, aun bajo pruebas difíciles.
No pensaréis de otro modo. Es decir, se sentirían inclinados
a aceptar su consejo y a prestar atención a su advertencia (ver com. vers.
1-6). Pablo evita con tacto no ejercer presión sobre sus lectores para que
creyeran lo mismo que él. Les presenta los hechos en forma honrada y lógica, y
los exhorta para que hagan su propia decisión teniendo en cuenta la evidencia
presentada. Espera que haya unidad en la iglesia de Galacia, y puesto que la
única conducta razonable que se debía seguir es la que él aconseja, cree que
los gálatas verán las cosas como él las ve. Los alaba de antemano por su buen
juicio.
El que os perturba. Ver com. cap. 1:7. Los gálatas
eran vacilantes; indudablemente se hallaban en un estado de incertidumbre y
perplejidad. Más de una persona era responsable de la apostasía en Galacia
(cap. 1:7; 4:17). El hecho de que Pablo utilice el singular -"el que-,
quizá no signifique que se refiera a un solo caudillo sino individualmente a
cada maestro de herejía; de lo contrario ese singular podría reflejar el hecho
de que sólo unos pocos eran responsables de las dificultades de la iglesia.
Sentencia. Gr. kríma, "sentencia", juicio", "pena". "Castigo" (BJ, NC); "condenación" (BC). Los que perturbaban las iglesias de Galacia tendrían que responder ante Dios por su reprensible conducta y aceptar el castigo que seguramente el Señor les impondría (ver Hech. 17:31; Rom. 14:10; 2 Cor. 5:10).
Pablo cree en el triunfo
de la verdad y la justicia, y que nada puede impedir la marcha triunfal del
Evangelio (ver 2 Cor. 13:8; Fil. 1:12).
11. Predico la circuncisión. Los judaizantes evidentemente
habían acusado a Pablo de que hacía esto, probablemente porque había permitido
que Timoteo fuera circuncidado y tal vez otros más (Hech. 16:1-3). Sin duda
procuraban que Pablo apareciera como inconsecuente. Ver com. Gál. 5:2-4.
¿Por qué padezco persecución? Pablo responde a la infundada acusación presentando una pregunta que demuestra que el cargo es falso. Si es cierto, pregunta: ¿por qué entonces aún lo persiguen los judaizantes? (ver 2 Cor. 11:26; Gál. 2:4).
El mayor número de persecuciones que sufrió Pablo fue de parte de los judíos.
(ver com. cap. 4:29).
Por dondequiera que iba se
levantaba la persecución, casi invariablemente porque en su Evangelio no había
lugar para el legalismo judaico. Por supuesto, se trataba de una acusación
falsa, pues Pablo continuamente citaba a Moisés para fundamentar su Evangelio. Como
la circuncisión era el distintivo peculiar del judaísmo, hubiera sido sin duda
muy extraño que los judíos lo persiguieran si realmente hubiese creído que él
favorecía la circuncisión.
Se ha quitado. La "circuncisión" es incompatible con la
"cruz" (ver com. vers. 1-2). Si Pablo predicaba la
"circuncisión" era indudablemente porque ya no predicaba la
"cruz". Ambas se excluyen entre sí: o la una o la otra.
Tropiezo. Gr. skándalon, el palo que, a manera de gatillo o
disparador, hace que funcione una trampa (ver com. 1 Cor. 1:23). Un skándalon
podía ser metafóricamente cualquier movimiento que, como una zancadilla, hiciera
tropezar a una persona. Para los judíos la cruz era un skándalon, un
"tropezadero" (1 Cor. 1:23).
Pensaban así porque esperaban que
el Mesías vendría como un gran caudillo político y militar para liberarlos de
la tiranía de los Romanos (ver com. Luc. 4:19). Cuando Jesús se sometió a las
crueldades que le infligieron, los judíos llegaron a la conclusión de que no
podía ser el Mesías prometido. Interpretaron su humildad como debilidad. Si
hubieran aceptado la profecía de Isa. 53 no habrían cometido ese error. En su
mente y corazón no había lugar para un Mesías sufriente.
12. ¡Ojalá! Pablo no deseaba el mal a sus adversarios. Sólo
quiere decir que era natural y lógico que los judaizantes hicieran lo que él
les sugería, pues de haberlo hecho se habrían presentado como lo que en
realidad eran: fanáticos.
Mutilasen. Gr. apokóptÇ, "cortar", "trozar
"separar", como en el caso de Hech. 27:32; "amputar",
"mutilarse", como en Mar. 9:43; Juan 18:10; "castrarse",
"convertirse en eunuco", como aquí y en Deut. 23:1, en la LXX, y por
lo general en los papiros. La palabra nunca se usa en sentido figurado, como
cortar (separar) a una persona de la feligresía de la iglesia, o quitarle la
vida.
La ciudad de Pesino, en la
Galacia central (ver mapa p. 928), era la sede del culto de Cibeles, la diosa
madre de la naturaleza de la antigua Anatolia. Los hombres que consagraban su
vida al culto y servicio de Cibeles tenían la costumbre de convertirse en
eunucos. Pablo sugiere que los judaizantes que abogaban por la circuncisión
podían también castrarse. Si se podía lograr una cierta medida de virtud
mediante la circuncisión, podría lograrse aún más castrándose. Debido a la
deliberada tergiversación de las enseñanzas de Pablo por parte de los
judaizantes (vers. 11), éstos demostraban que no eran mejores que los
paganos. Ver pp. 34-35; com. Hech. 16:6.
Este es el clímax del tema de
Pablo contra los judaizantes y su última referencia a ellos en el libro de
Gálatas. judaizar equivalía a convertirse al paganismo, y la circuncisión tenía
tanto valor como medio de salvación como la costumbre pagana de castrarse. La
circuncisión como rito religioso para los cristianos estaba tan desprovista de
significado como la mutilación del cuerpo.
13. A libertad fuisteis llamados. Es decir, la
"libertad" de la salvación por la fe en Cristo, en contraste con la
fingida salvación por las obras de la ley (ver com. vers. 1). Acerca de la
relación entre la "libertad" del Evangelio y la ley de Dios, ver com.
vers. 6. Comparar con las enseñanzas de nuestro Señor en cuanto al tema de la
libertad cristiana (Juan 8:31-36).
La libertad no debe confundirse
con libertinaje. El verdadero amor a Dios induce a tratar de comprender y hacer
la voluntad de Dios. El amor y la gracia de Dios no eximen a una persona de la
lealtad y la obediencia al Señor (ver com. Mat. 7:21-27; Gál. 5:6). La
"libertad" de que Pablo habla es la liberación de la
"esclavitud" del sistema ceremonial (ver com. cap. 5:1). En cuanto a
la relación de la libertad cristiana con la ley divina, ver com. Rom. 3:31 (cf.
com. Gál. 3:19,24). Una persona no puede experimentar un gozo mayor que el que
se deriva de una inteligente cooperación de todo corazón con el propósito
divino que dio existencia a tal persona.
Ocasión para la carne. La libertad del Evangelio no es
una licencia para que se practiquen las "obras de la carne" (ver com.
vers. 19-21). La libertad es una posesión segura sólo cuando hay dominio propio
para equilibrarla. Dios libera a los
hombres del pecado y después "produce" en ellos "así el querer
como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:13; cf. com. Rom. 8:3-4).
Servíos... los unos a los otros. Es decir, en lugar de intentar
aprovecharse unos de otros. Las últimas
dos frases constituyen una antítesis. El que da "ocasión para la
carne" se sirve a sí mismo y no a sus prójimos. El amor hacia otros se
manifiesta por la buena disposición para servirles (ver com. Mat. 22:39-40).
Pablo con frecuencia se llama a
sí mismo "siervo" (ver Rom. 1:1; Tito 1:1); pero su servidumbre era voluntaria
y el fruto del amor. El amor a Dios halla su más sublime y mejor expresión en
el amor y el servicio para nuestros prójimos (ver 1 Juan 4:20-21). En Gál. 5:13
a 6:15.
Pablo destaca la verdad de que la
única evidencia válida de que Dios nos ha aceptado y adoptado como hijos de él,
es la vida transformada (cap. 6:15) en la cual "el fruto del
Espíritu" (cap. 5:22-23) alcanza la madurez y hace "bien a
todos" (cap. 6:10; cf. cap. 5:13). Esa clase de amor cumple la ley (Rom.
13:10).
14. La ley. En el griego de este pasaje se halla el artículo
definido "la" (com. Rom.2:12). Pablo se refiere a la Torah, es decir a toda la voluntad revelada de
Dios para el hombre, pero especialmente a la ley moral, como lo implica el
contexto.
Esta sola palabra. Es decir, amor (ver com. Mat. 5:43-44).
Amarás a tu prójimo. Este es el tema del pasaje (cap.
5:13 a 6:15). Los últimos seis Mandamientos del Decálogo se ocupan del amor al
prójimo (ver com. Mat. 22:39-40); los seis rigen las relaciones del hombre con
el hombre, así como los primeros cuatro rigen las relaciones del hombre para
con Dios.
El hecho de que Pablo no mencione
aquí los cuatro primeros Mandamientos no implica que en ninguna manera hayan
perdido su valor para el cristiano. El tema de la epístola hasta aquí ha sido
las correctas relaciones entre el cristiano y Dios. Pero para que los gálatas
no erraran pensando que la religión consiste únicamente en una correcta
relación con Dios, Pablo les hizo notar que también consistía en las correctas
relaciones con los prójimos. La cita es de Lev. 19:18.
15. Os mordéis y os coméis. "Os devoráis
mutuamente" (BJ). Expresiva metáfora que sugiere una especie de
canibalismo. Los gálatas se comportaban como bestias feroces y salvajes, con
sus palabras y sus hechos se devoraban mutuamente. Sin duda se incluyen las
murmuraciones, las calumnias y los tratos ásperos.
Os consumáis unos a otros. La historia eclesiástica registra
la triste suerte de sucesivos grupos religiosos en los cuales se cumplió la
funesta advertencia de Pablo. La unidad
en la fe y la unidad de los creyentes dentro de la unidad de la fe, fueron el
tema de la oración de nuestro Señor registrada en Juan 17. Cuando prevalece una
situación como la que aquí describe Pablo, ningún grupo cristiano puede
disfrutar de una vida cristiana saludable.
16. Andad en el Espíritu. Literalmente "andad en
Espíritu", es decir, en armonía con ideales espirituales (ver com. Rom.
8:1,14). Pablo usa esta expresión repetidas veces en sus epístolas. El Espíritu
Santo es el instrumento establecido por Dios para conducir a los hombres a la
vida eterna (ver com. Juan 16:8-11).
Deseos. Gr. epithumía, "pasión",
"concupiscencia" (BC, NC); "apetencias" (BJ). Ver com. Mar. 4:19. En cuanto a la expresión
"deseos de la carne", ver com. Rom. 13:14. Satisfacer "los
deseos de la carne" es aceptar el predominio de las pasiones, sentimientos
y deseos carnales; la antítesis de caminar reír el Espíritu". El
comportamiento del Espíritu conduce a la vida, pero el de la carne lleva a la
muerte (ver Rom. 8:6-8). La palabra "carne" significa la naturaleza
humana corrupta.
17. Contra el Espíritu. Prosigue la contienda
aparentemente interminable: la lucha entre la inclinación de hacer lo correcto
y la inclinación a hacer lo malo. Cuando Pablo analizó este conflicto en su
propia vida pasada, vio que la victoria sólo era posible por medio de
Jesucristo (Rom. 7:24 a 8:2).
Estos se oponen. Algo inevitable e inmutable; no
hay transigencia del uno frente al otro. Nunca viene el bien si se transige con
el mal.
Lo que quisiereis. Ver com. Rom. 7:21-24. La
enseñanza de Pablo acerca de la debilidad de la carne no concuerda con la
creencia de que en el ser humano hay una fuerza latente, por medio de la cual
puede vencer sus malas tendencias.
18. Guiados por el Espíritu. Ver com. Rom. 8:14.
No estáis bajo la ley. Pablo advierte a los gálatas que
el Espíritu Santo nunca conduce a los hombres a buscar la salvación mediante el
cumplimiento de los preceptos del sistema ritual judío, o mediante cualquier
sistema de justificación propia (ver p. 932). Los que se someten a una religión
legalista siempre están en guerra con el Espíritu Santo. Ver com. cap. 2:16.
19. Manifiestas. La lista de pecados que a
continuación presenta el apóstol son sólo algunos ejemplos, pues no agotan el
tema. Aparecen la sensualidad, la superstición, el egoísmo y la intemperancia. Cuando
los gálatas renunciaron a la conducción del Espíritu Santo, esos malos frutos
sin duda aparecieron en sus vidas.
Obras de la carne. Es decir, los hechos que resultan
de la acción sin trabas de las pasiones, los sentimientos y los deseos humanos.
Ver com. vers. 16. El apóstol Pablo presenta una lista parcial de esas
"obras" en los vers. 19-21.
Adulterio. La evidencia textual (cf. p. 10) establece la
omisión de esta palabra. (No aparece en la BJ, BC ni NC.)
"Fornicación", es decir, inmoralidad en general, por supuesto
incluiría "adulterio".
Fornicación. O "inmoralidad" (ver com. Mat. 5:32).
Inmundicia. O "impureza" (BJ, BC, NC). Ver com. 2
Cor. 12:21.
Lascivia. O "concupiscencia desenfrenada" (ver com.
2 Cor. 12:21). "Libertinaje" (BJ, BC).
20. Idolatría. Todo lo que ocupa el lugar de Dios en nuestros afectos
se convierte en un ídolo. El culto pagano incluía por lo general prácticas
inmorales y estimulaba a sus feligreses a practicarlas (ver t. II, pp. 41-42;
com. Deut. 23:17).
Hechicería. Gr. farmakéia, literalmente, "veneno",
"poción mágica", "administración de drogas", y por lo
tanto, "brujería" (ver com. Exo. 7:11), la pretendida capacidad de
producir embelesas mágicos. Pablo se enfrentó a la brujería en Éfeso (ver com.
Hech. 19;19). La brujería antigua y el espiritismo moderno tienen mucho en
común. Juan incluye la hechicería entre los pecados de los que finalmente
quedarán excluidos de la presencia de Dios (Apoc. 21:8; cf. cap. 9:21; 18:23).
Enemistades. U "hostilidades"; "odios" (BJ,
NC).
Pleitos. O "envidia"; "discordias" (BJ,
NC).
Disensiones. O "divisiones" (NC).
Herejías. Gr. háiresis (ver com. 1 Cor. 11:19), aquí con el significado de "disensiones" (BJ); "sectas" (BC). Compárese con la situación en la iglesia de Corinto (1 Cor. 1:12-13).
El verdadero
espíritu cristiano es siempre de unidad (ver com. Juan 17:21).
21. Homicidios. La evidencia textual (cf. p. 10)
sugiere la omisión de esta palabra.
Orgías. O "francachelas". Festines en los que se
come y bebe sin moderación y se cometen otros excesos.
No heredarán. Ver com. 1 cor: 6:9; cf. Apoc. 21:27.
Reino de Dios. Osea el futuro reino de la gloria divina (ver com.
Mat. 4:17; 5:2).
22. Fruto del Espíritu. Lo que naturalmente se produce en
la vida cuando está dirigida por el Espíritu (cf. vers. 18). Los resultados de
este predominio son un contraste con las obras de la carne (vers. 19-21). El
fruto del Espíritu no es un producto espontáneo de la naturaleza humana, sino
de un poder completamente diferente al del hombre.
Es digno de tener en cuenta que
"fruto" está en singular y "obras" (vers. 19) está en
plural. No hay sino un solo "fruto del Espíritu", y ese único fruto
incluye todas las gracias cristianas enumeradas en los vers. 22-23. En otras
palabras, todas esas gracias o virtudes deben estar presentes en la vida del
cristiano, y no se puede decir que él da el "fruto del Espíritu" si falta
una de ellas.
Pero hay muchas maneras en que
puede manifestarse el mal, y sólo es necesario que se presente en la vida uno
de los malos rasgos de la lista de los vers. 19-21 para que la persona sea
clasificada con los que practican las "obras de la carne". Se
necesitan todas las virtudes cristianas para que una persona sea un verdadero
seguidor de Cristo; pero basta sólo una de las "obras de la carne"
para que el que la practica sea un seguidor del maligno.
Amor. Ver com. Mat. 5:43-44; 1 Cor. 13.
Gozo. Ver com. Rom. 14:17.
Paz. Ver com. Juan 14:27.
Paciencia. O "resignación". Ver com. 1 Cor. 13:4; 2
Cor. 6:6.
Benignidad. O "afabilidad" (BJ, NC). Gr. jr'stót's
(ver com. 2 Cor. 6:6). Una persona afable es de temperamento suave, tranquilo y
apacible. Un cristiano nunca debe ser áspero ni hosco, sino siempre alegre,
considerado y cortés.
Bondad. Es decir, rectitud en el corazón y en la vida, en
los motivos y en la conducta. Ver com. Mat. 7:12; 12:33; 19:17; Juan 7:12.
Fe. Gr. pístis, que significa tanto "fe" como
"fidelidad" (BJ). La "fe" es una actitud de confianza en
otras personas o en verdades respecto a las cuales la evidencia objetiva es
incompleta, entre tanto que la "fidelidad" es una cualidad de la
conducta que permite que otros tengan confianza en nosotros. La fe es una
actitud mental; la fidelidad es una norma de conducta. "Fidelidad"
sería en este pasaje una característica más apropiada, pues se aproxima más a
los otros aspectos del "fruto" del Espíritu que se hallan en la
lista. Ver com. Heb. 11:16.
23. Mansedumbre. O "apacibilidad",
"dulzura". En cuanto a este rasgo del carácter, ver com. Mat. 5:5;
11:29
Templanza. Mejor "dominio propio". Implica mucho más
que abstenerse de bebidas embriagantes. Significa moderación en todas las cosas
y un dominio completo de cada pasión y apetito, quedando excluidos los excesos
de toda especie. Es posible ser intemperante aun en el trabajo para el Señor al
descuidar las leyes de la salud. En cuanto al ideal cristiano de perfección,
ver 1 Cor. 10:31; cf. com. Mat. 5:48. Aunque en algunos MSS se añade
"pureza" a la lista de virtudes, la evidencia textual (cf. p. 10)
establece su omisión.
No hay ley. No hay ninguna condenación contra los que dirigen
su vida de esta manera. "Obras" como éstas son dignas de toda
alabanza (ver com. vers. 6, 13-14), así como se desechan las "obras"
del sistema ceremonial (vers. 1,4). Los que reflejan en su vida estas
características del Espíritu son los únicos que están verdaderamente libres y
pueden disfrutar de genuina felicidad. Sólo ellos están completamente en paz
con Dios y con el hombre.
24. Crucifícado la carne. Es decir, han renunciado completa
e irrevocablemente a cada tendencia natural que no está en armonía con la
voluntad de Dios. En cuanto a "con Cristo estoy juntamente crucificado",
ver com. Gál. 2:20; cf. com. Rom. 6:2-16; y en cuanto a "la carne",
ver com. Gál. 5:13,17,19.
La lucha del cristiano contra las tendencias naturales desordenadas, los apetitos y las pasiones consta de dos etapas. La primera es una decisión bien meditada, firme, estable e irrevocable de rendir el corazón y la voluntad a Cristo para que él elimine cada mala tendencia de la vida.
Esta decisión debe ser reafirmada cada día, y durante el
día con tanta frecuencia como surjan las tentaciones o cada vez que se advierta
que no se ha alcanzado la meta de la perfección. Sólo así puede el cristiano
llevar a cabo la orden de presentar su cuerpo a Dios "en sacrificio vivo,
santo, agradable" (ver com. Rom. 12:1).
Dios acepta esta resucita decisión de la voluntad, y él continúa con la obra celestial de transformar la vida (Rom. 12:2) y de reformarla a la semejanza de Cristo.
Este es el proceso de santificación, de alcanzar "la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efe. 4:13).
En cuanto a la condición del cristiano durante este
proceso, ver com. Mat. 5:48.
El cristiano quizá todavía cometa
faltas (ver MJ 336), aunque no deliberadamente; pero mientras acuda a Cristo
genuinamente arrepentido (Heb. 4:15-16; 1 Juan 2:1) y reafirme su voto original
de lealtad, sigue siendo reconocido como hijo de Dios y se le concede el privilegio
de llevar el manto de la justicia de Cristo (ver com. Mat. 22:1-14).
Es posible que nos desanimemos debido a los fracasos cuando tratamos de vencer el pecado con nuestro propio poder y no con el de Dios, o cuando no cooperamos con Dios (ver Fil. 2:12-13). También hay peligro de quedar satisfechos con lo que hemos logrado, peligro de medir nuestro progreso por el de los que nos rodean. La crucifixión de la carne es una lucha que no admite treguas en esta vida. Sin embargo, la vida del cristiano puede ser de una victoria continua en Cristo Jesús, y levantarse inmediatamente cada vez que cayere. Ver com. Rom. 7:25 a 8:4; 1 Juan 5:4.
Deseos. Ver com. vers. 16.
25. Si vivimos. Si hemos aceptado la conducción
del Espíritu Santo, demostrémoslo en forma efectiva en nuestra vida diaria.
26. No nos hagamos vanagloriosos. O
"presuntuosos", "ególatras". Los cristianos no deben
jactarse ni aun en su corazón de sus triunfos espirituales (vers. 25), sino que
con humildad deben considerar que otros son mejores que ellos (Fil. 2:3).
Irritándonos unos a otros. Nada es más ofensivo para los
demás que la presunción de que somos más virtuosos o superiores que ellos.
Envidiándonos unos a otros. Algo opuesto a "irritándonos
unos a otros". Es tan fatal para el carácter cristiano envidiar a los que,
en cierto sentido, quizá sean superiores a nosotros, como lo es el sentirnos
superiores a los demás. Afectar superioridad es con frecuencia sólo un esfuerzo
para ocultar sentimientos de inferioridad debidos a la comprensión de que en
realidad otros son superiores a nosotros. La envidia conduce al odio, y éste a
su vez lleva a la venganza. La humildad permanece siempre como una de las
virtudes cristianas cardinales. Ver Fil.
2:3. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1. HAp 311; 22-23. HAp 311. EN
SU ESFUERZO POR RECUPERAR LA CONFIANZA DE SUS HERMANOS GÁLATAS, Pablo
vindicó hábilmente su posición como apóstol de Cristo. Se declaró
apóstol, "no de los hombres, ni por hombre, mas por Jesucristo y
por Dios el Padre, que lo resucitó de los muertos." Él no había
recibido su comisión de los hombres, sino de la más alta autoridad del cielo. Y
su posición había sido reconocida por un concilio general en Jerusalén, cuyas
decisiones Pablo había cumplido en todas sus labores entre los gentiles. A los
que procuraban negar su apostolado, Pablo les presentó así pruebas de que "en
nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles" (2 Cor.
11:5), no para exaltarse a sí mismo, 311 sino para magnificar
la gracia de Dios.
LOS
QUE PROCURABAN EMPEQUEÑECER SU VOCACIÓN Y SU OBRA, estaban
luchando contra Cristo, cuya gracia y poder se manifestaban por medio de Pablo.
El apóstol se vio forzado, por la oposición de sus enemigos, a defender
decididamente su posición y autoridad.
PABLO
ROGÓ a los que habían conocido una vez el poder de
Dios en sus vidas, a volver a su primer amor de la verdad evangélica. Con
argumentos irrefutables les presentó su privilegio de llegar a ser hombres y
mujeres libres en Cristo, por cuya gracia expiatoria todos los que se entregan
plenamente son vestidos con el manto de su justicia. Sostuvo que toda alma que
quiera ser salvada debe tener una experiencia genuina y personal en las cosas
de Dios.
LAS
FERVIENTES PALABRAS de ruego del apóstol no
fueron estériles. El Espíritu Santo obró con gran poder, y muchos cuyos pies
habían sido descarriados por caminos extraños, volvieron a su primera fe en el
Evangelio.
DESDE
ENTONCES SE MANTUVIERON FIRMES en la
libertad con que Cristo los había hecho libres. En sus vidas se revelaban los
frutos del Espíritu: "Caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza." El nombre de Dios fue
glorificado, y muchos fueron agregados al grupo de creyentes por toda esa
región.312
https://elaguila3008.blogspot.com/2021/08/capitulo-36-apostasia-en-galacia.html
6. DMJ 49. "CUALQUIERA
QUE QUEBRANTE UNO DE ESTOS MANDAMIENTOS MUY PEQUEÑOS, Y ASÍ ENSEÑE A LOS
HOMBRES, MUY PEQUEÑO SERÁ LLAMADO EN EL REINO DE LOS CIELOS". Eso
significa que no tendrá lugar en el reino, pues el que deliberadamente
quebranta un mandamiento no guarda ninguno de ellos en espíritu ni en
verdad. "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero
ofendiere en un punto, se hace culpable de todos". * Santiago
2:10.
No
es la magnitud del acto de desobediencia lo que constituye el pecado sino el
desacuerdo con la voluntad expresa de Dios en el detalle más mínimo, porque
demuestra que todavía hay comunión entre el alma y el pecado. El corazón
está dividido en su servicio. Niega realmente a Dios, y se rebela contra
las leyes de su gobierno.
Si los hombres
estuviesen en libertad para apartarse de lo que requiere el Señor y pudieran
fijarse una norma de deberes, habría una variedad de normas que se ajustarían a
las diversas mentes y se quitaría el gobierno de las manos de Dios. La
voluntad de los hombres se haría suprema, y la voluntad santa y altísima de
Dios, sus fines de amor hacia sus criaturas, no serían honrados ni respetados.
Siempre
que los hombres escogen su propia senda, se oponen a Dios. No tendrán
lugar en el reino de los cielos, porque guerrean contra los mismos principios
del cielo. Al despreciar la voluntad de Dios, se sitúan en el partido de
Satanás, el enemigo de Dios y de los hombres. No por una palabra, ni por
muchas palabras, sino por toda palabra que ha hablado Dios, vivirá el hombre.
No podemos despreciar una sola palabra, por pequeña que nos parezca, y estar
libres de peligro. No hay en la ley un mandamiento que no sea para el
bienestar y la felicidad de los hombres, tanto en esta vida como en la
venidera. Al obedecer la ley 49 de Dios, el hombre queda rodeado de un
muro que lo protege del mal. Quien derriba en un punto esta muralla
edificada por Dios destruye la fuerza de ella para protegerlo porque abre un
camino por donde puede entrar el enemigo para destruir y arruinar.
Al osar despreciar la voluntad de Dios en un punto, nuestros primeros padres abrieron las puertas a las desgracias que inundaron el mundo. Toda persona que siga su ejemplo cosechará resultados parecidos. El amor de Dios es la base de todo precepto de su ley, y el que se aparte del mandamiento labra su propia desdicha y su ruina.
"SI
VUESTRA JUSTICIA NO FUERE, MAYOR QUE LA DE LOS ESCRIBAS Y FARISEOS, NO
ENTRARÉIS EN EL REINO DE LOS CIELOS." Los
escribas y los fariseos habían acusado de pecado no solamente a Cristo sino
también a sus discípulos, porque no respetaban los ritos y las ceremonias
rabínicas. A menudo los discípulos se habían sentido perplejos y confusos
ante la censura y la acusación de aquellos a quienes se habían acostumbrado a
venerar como maestros religiosos. Mas Jesús desenmascaró ese engaño. Declaró
que la justicia, a la cual los fariseos daban tanta importancia, era
inútil. La nación judaica aseveraba ser el pueblo especial y leal que Dios
favorecía; pero Cristo representó su religión Como privada de fe salvadora. Todos
sus asertos de piedad, sus ficciones y ceremonias de origen humano, y aun su
jactancioso obediencia a los requerimientos exteriores de la ley, no lograban
hacerlos santos. No eran limpios de corazón, ni nobles ni parecidos a
Cristo en carácter.
Una religión
formalista no basta para poner el alma en armonía con Dios. La
ortodoxia rígida e inflexible de los fariseos, sin contrición, ni ternura ni
amor, no era más que un tropiezo para los pecadores. Se asemejaban ellos a
sal que hubiera perdido su sabor; porque su influencia no tenía poder para
proteger al mundo contra la corrupción. La única fe verdadera es la
que "obra por el amor" *Gálatas 5:6, para Purificar
el alma. Es como una levadura que transforma el carácter. 50
Los judíos debían haber aprendido todo esto de las enseñanzas de los
profetas. Siglos atrás, la súplica del alma por la justificación en Dios
había hallado expresión y respuesta en las palabras del profeta Miqueas:
"¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me
presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová
de millares de: carneros, o de diez mil arroyos de aceite?. . . Oh hombre, él
te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer
justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios". *Miq. 6:6-8.
El profeta Oseas había
señalado lo que constituye la esencia del farisaísmo, en las siguientes
palabras: "Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto
para sí misma". *Oseas 10:1. En el servicio que profesaban
prestar a Dios, los judíos trabajaban en realidad para sí mismos. Su
justicia era fruto de sus propios esfuerzos para observar la ley, conforme a
sus propias ideas y para su propio bien egoísta. Por lo tanto, no podía
ser mejor que ellos. En sus esfuerzos para hacerse santos, procuraban
sacar cosa limpia de algo inmundo.
La ley de Dios es tan santa como él, tan perfecta como él. Presenta
a los hombres la justicia de Dios. Es imposible que los seres humanos por
sus propias fuerzas, observen esta ley; porque la naturaleza del hombre es
depravada, deforme y enteramente distinta del carácter de Dios. Las obras
del corazón egoísta son "como suciedad, y todas nuestras justicias
como trapo de inmundicia". * Isaías 64:6.
Aunque
la ley es santa, los judíos no podían alcanzar la justicia por sus propio
esfuerzos para guardarla. Los discípulos de Cristo debían buscar una justicia
diferente de la justicia de los fariseos, si querían entrar en el reino de los
cielos. Dios les ofreció, en su Hijo, la justicia perfecta de la
ley. Si querían abrir sus corazones para recibir plenamente a Cristo,
entonces la vida misma de Dios, su amor, moraría en ellos, transformándolos a
su semejanza; así, por el don generoso, de Dios, poseerían la justicia exigida
por la ley. Pero los fariseos rechazaron a Cristo; "ignorando
la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia", * Romanos
10:3. no querían someterse a la justicia de Dios.51 Jesús
procedió entonces a mostrar a sus oyentes lo que significa observar los
mandamientos de Dios, que son en sí mismos una reproducción del carácter de
Cristo. Porque en él, Dios se manifestaba diariamente ante ellos.
9. 1JT 569. El amor que
debe existir entre los miembros de la iglesia 569 es con frecuencia reemplazado
por críticas y censuras; y éstas se manifiestan hasta en los servicios
religiosos, en reproches y severas alusiones personales. Los ministros, los
ancianos o los hermanos no deben apoyar estas cosas. Los servicios de la
iglesia deben llevarse a cabo con un sincero deseo de glorificar a Dios. Cuando
los hombres, con sus peculiaridades, se reúnen en la iglesia, a menos que la
verdad de Dios suavice y subyugue los rasgos duros del carácter, aquélla
quedará afectada y su paz y armonía serán sacrificadas a causa de estos rasgos
egoístas no santificados. Muchos, al tratar de descubrir las faltas de sus
hermanos, descuidan la investigación de su propio corazón y la purificación de
su propia vida. Esto desagrada a Dios. Cada miembro de la iglesia debe ser
celoso de su propia alma y debe vigilar atentamente sus propias acciones, no
sea que obre por motivos egoístas y sea una causa de tropiezo para sus hermanos
débiles.
Dios toma a los hombres tales
como son, con el elemento humano de su carácter, y luego los educa para su
servicio si quieren dejarse disciplinar y aprender de él. La raíz de amargura,
de envidia, de desconfianza, de celos y aun de odio que existe en el corazón de
algunos miembros de la iglesia, es obra de Satanás. Tales elementos tienen una
influencia perniciosa sobre la iglesia. "Un poco de levadura leuda toda la
masa." (Gál. 5:9.) El celo religioso que se manifiesta al acusar a los
hermanos, es un celo que no es conforme al conocimiento. Cristo no tiene nada
que hacer con un testimonio tal. 570
12-16. 2JT 84. Debemos buscar
la verdadera bondad más bien que la grandeza. Los que poseen el ánimo de Cristo
tendrán humilde opinión de sí mismos. Trabajarán por la pureza y prosperidad de
la iglesia, y estarán listos para sacrificar sus propios intereses y deseos
antes que causar disensión entre sus hermanos.
Satanás está
tratando constantemente de sembrar desconfianza, enajenamiento y malicia entre
el pueblo de Dios. Con frecuencia estaremos tentados a sentir que nuestros
derechos han sido invadidos, sin que haya verdadera causa para tener esos
sentimientos.
LOS QUE SE AMAN
A SÍ MISMOS más que a Cristo y su causa, pondrán sus intereses en primer lugar, y
recurrirán a casi cualquier expediente para guardarlos y mantenerlos. Cuando se
consideren perjudicados por sus hermanos, algunos acudirán a los tribunales, en
vez de seguir la regla del Salvador. 84
Aun muchos de los que parecen
cristianos concienzudos son disuadidos por el orgullo y la estima propia de ir
privadamente a aquellos a quienes creen errados, para hablar del asunto con el
espíritu de Cristo y orar uno por otro. Las contenciones, disensiones y pleitos
entre hermanos deshonran la causa de la verdad. Los que siguen tal conducta
exponen a la iglesia al ridículo de sus enemigos, y hacen triunfar las
potestades de las tinieblas. Están abriendo de nuevo las heridas de Cristo y
exponiéndole al oprobio. Desconociendo la autoridad de la iglesia, manifiestan
desprecio por Dios, quien dio su autoridad a la iglesia.
PABLO ESCRIBE A LOS GÁLATAS: "Ojalá fuesen también
cortados los que os inquietan. Porque vosotros, hermanos, a libertad habéis
sido llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión a la carne, sino
servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en aquesta sola
palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y si os mordéis y os
coméis los unos a los otros, mirad que también no os consumáis los unos a los
otros. Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de
la carne." (Gál. 5:12-16).
Algunos falsos maestros habían
presentado a los gálatas doctrinas opuestas al Evangelio de Cristo. Pablo
trataba de exponer y corregir estos errores. Deseaba mucho que los falsos
maestros fuesen separados de la iglesia, pero su influencia había afectado a
tantos de los creyentes que parecía azaroso tomar una decisión contra ellos.
Había peligro de ocasionar contiendas y divisiones ruinosas para los intereses
espirituales de la iglesia. Por lo tanto trataba de hacer ver a sus hermanos la
importancia de ayudarse unos a otros con amor.
Declaró que todas las demandas de
la ley que presentan nuestros deberes hacia nuestros semejantes se cumplen al
amarse unos a otros. Les advirtió que si se entregaban al odio y a la
contención, dividiéndose en partidos, y mordiéndose y devorándose unos a otros
como las bestias, atraerían sobre sí mismos desgracia inmediata y ruina futura.
Había tan sólo una manera 85 de evitar estos terribles males, a saber, como les
recomendó el apóstol, andando "en el Espíritu." Mediante constante
oración debían buscar la dirección del Espíritu Santo, que los conducirla al
amor y la unidad.
Una casa divida
contra sí misma no puede subsistir. Cuando los cristianos contienden, Satanás
acude para ejercer el dominio.
¡Con cuánta frecuencia ha tenido
éxito en destruir la paz y armonía de las iglesias! ¡Qué fieras controversias,
qué amarguras, qué odios han comenzado con un asunto pequeño! ¡Cuántas
esperanzas han sido marchitadas, cuántas familias han sido divididas por la
discordia y la contención!
17. CRA 465. Disminuye El Vigor Mental. Los que usan carne en abundancia,
no siempre tienen un cerebro despejado y una inteligencia activa, debido a que
el uso de carne tiende a causar una tosquedad o pesadez 465 en el cuerpo, y a
entorpecer las facultades más delicadas de la mente.
Dios quiere que las
facultades perceptivas de sus hijos sean claras y capaces de arduo
trabajo. Pero si estáis viviendo a base
de un régimen de carne, no necesitáis esperar que vuestra mente sea fructífera.
Los pensamientos deben ser limpiados; entonces la bendición de Dios descansará
sobre su pueblo.
Es imposible que quienes
hacen copioso consumo de carne tengan un cerebro despejado y un intelecto
activo.
Existe un letargo
alarmante sobre el tema del sensualismo inconsciente. Es costumbre comer carne de
animales muertos. Esto estimula las bajas pasiones del organismo humano.
Un régimen a base de
carne cambia la disposición y fortalece la animalidad. Nos componemos de lo que
comemos, y el comer mucha carne disminuirá la actividad intelectual. Los estudiantes lograrían mucho más en sus
estudios si nunca probaran la carne. Cuando la parte animal del agente humano
es fortalecida por el consumo de carne, las facultades intelectuales disminuyen
proporcionalmente. Una vida religiosa puede obtenerse y mantenerse con mayor
éxito si se descarta la carne, porque este régimen estimula las tendencias
sensuales a una actividad intensa, y debilita la naturaleza moral y espiritual.
"El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra
la carne" (Gál. 5:17) 466
19-21. 2JT 85. PABLO ENCARGÓ A SUS HERMANOS que tuviesen cuidado, no fuese
que al tratar de corregir las faltas ajenas, estuviesen ellos mismos cometiendo
pecados igualmente graves. Les advierte que el odio, la emulación, la ira, las
contiendas, las sediciones, las herejías y las envidias son tan ciertamente
obras de la carne como la lascivia, el adulterio, la borrachera y el homicidio,
y tan seguramente negarán a los culpables la entrada al cielo.
Cristo declaró: "Y
cualquiera que escandalizara a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor
le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado en la
mar." (Mar. 9:42.) Quienquiera que por engaño voluntario o por su mal
ejemplo extravía a un discípulo de Cristo, es culpable de un grave pecado.
Quienquiera que le haga objeto de calumnia o ridículo, insulta a Jesús. Nuestro
Salvador nota todo daño hecho a los que le siguen.
¿Cómo fueron castigados
antiguamente los que se mofaron de aquello que Dios había elegido como sagrado
para sí? Belsasar y sus príncipes profanaron los vasos de oro de Jehová y
alabaron los ídolos de Babilonia. Pero el Dios a quien desafiaron era testigo
de la escena profana. En medio de su alegría sacrílega, se vio una mano sin
sangre que trazaba caracteres misteriosos en la pared del palacio. Llenos de
terror, oyeron su suerte anunciada por el siervo del Altísimo.
RECUERDEN
los que se deleitan en formular palabras de 86 calumnia y mentira contra los
siervos de Dios que él es testigo de sus acciones. Sus calumnias no están
profanando vasos sin alma, sino el carácter de aquellos que Cristo compró con su
sangre. La mano que trazó los caracteres sobre las paredes del palacio de
Balsasar, registra fielmente cada acto de injusticia u opresión cometido contra
el pueblo de Dios.
21. DTG
746. La iglesia tiene el deber de amonestar, instruir y si es posible
restaurar a aquellos que caigan en el pecado. "Redarguye,
reprende, exhorta --dice el Señor,-- con toda paciencia y doctrina."
(2Timoteo 4:2).
Obrad fielmente con
los que hacen mal.
Amonestad a toda alma que está
en peligro.
No dejéis que
nadie se engañe.
Llamad al pecado por
su nombre.
Declarad Lo Que Dios
Ha Dicho Respecto De La Mentira, La Violación Del Sábado, El Robo, La Idolatría
Y Todo Otro Mal: "Los Que Hacen Tales Cosas No Heredarán El Reino De
Dios."*(Gálatas 5:21).
Si Persisten En El Pecado, el juicio que
habéis declarado por la Palabra de Dios es pronunciado sobre ellos en el cielo.
Al elegir pecar, niegan a Cristo; la iglesia debe mostrar que no sanciona sus
acciones, o ella misma deshonra a su Señor. Debe decir acerca del pecado lo que
Dios dice de él. Debe tratar con él como Dios lo indica, y su acción queda
ratificada en el cielo.
El que desprecia la
autoridad de la iglesia desprecia la autoridad de Cristo mismo.
PP 493. Los pecados que
cometió Israel en Beth-peor atrajeron los juicios de Dios sobre la nación, y
aunque ahora no se castiguen los mismos pecados con idéntica presteza,
recibirán su retribución tan seguramente como la recibieron entonces. "Si
alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal." (1 Cor. 3:17.)
LA NATURALEZA ha vinculado a estos crímenes terribles castigos
que, tarde o temprano, se aplicarán a todos los transgresores. Estos pecados,
en mayor medida que cualesquiera otros, son los que han causado la terrible
degeneración de nuestra raza y la carga de enfermedades y miseria que afligen
al mundo. Podrán los hombres ocultar sus transgresiones a los ojos de sus
semejantes, pero no por eso dejarán de segar las consecuencias, en forma de
padecimientos, enfermedades, degeneración mental, 493 o muerte. Y más allá de
esta vida les aguarda el tribunal del juicio, con su galardón de consecuencias
eternas. "Los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios,"
sino que con Satanás y los malos ángeles, recibirán su parte en aquel
"lago de fuego" que es "la muerte segunda." (Gál. 5:21;
Apoc. 20:14.).
"Los labios de la extraña
destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es amargo
como el ajenjo; agudo como cuchillo de dos filos." "Aleja de ella tu
camino, y no te acerques a la puerta de su casa; porque no des a los extraños
tu honor, y tus años a cruel; porque no se harten los extraños de tu fuerza, y
tus trabajos estén en casa del extraño, y gimas en tus postrimerías, cuando se
consumiere tu carne y tu cuerpo." "Su casa está inclinado a la muerte."
"Todos los que a ella entraron, no volverán." "Sus convidados
están en los profundos de la sepultura." (Prov. 5:3,4, 8-11; 2:18,19;
9:18.) 494
22-23. CC
57. Cuando el corazón ha sido renovado por el Espíritu de Dios, el hecho se
manifiesta en la vida. Al paso que no podemos hacer nada para cambiar nuestro
corazón, ni para ponernos en armonía con Dios, al paso que no debemos confiar
para nada en nosotros ni en nuestras buenas obras, nuestras vidas han de
revelar si la gracia de 57 Dios mora en nosotros. Se notará un
cambio en el carácter, en las costumbres y ocupaciones. La diferencia será muy
clara e inequívoca entre lo que han sido y lo que son.
El carácter se da a
conocer, no por las obras buenas o malas que de vez en cuando se ejecutan, sino
por la tendencia de las palabras y de los actos en la vida diaria. Es cierto
que puede haber una corrección del comportamiento externo, sin el poder
regenerador de Cristo. El amor a la influencia y el deseo de la estimación de
otros pueden producir una vida muy ordenada. El respeto propio puede
impulsarnos a evitar la apariencia del mal. Un corazón egoísta puede ejecutar
obras generosas.
¿De qué medio nos
valdremos, entonces, para saber a qué clase pertenecemos? ¿Quién posee nuestro
corazón? ¿Con quién están nuestros pensamientos? ¿De quién nos gusta hablar?
¿Para quién son nuestros más ardientes afectos y nuestras mejores energías?
Si somos de Cristo, nuestros
pensamientos están con él y nuestros más gratos pensamientos son para él. Todo
lo que tenemos y somos lo hemos consagrado a él. Deseamos vehementemente ser
semejantes a él, tener su Espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo. Los
que son hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús manifiestan los frutos del
Espíritu: “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, templanza". (Gálatas 5:22,23).
24. CRA 51. Cuando La
Santificación Es Imposible. Una gran proporción de todas las
enfermedades que afligen a la familia humana es resultado de sus propios
hábitos erróneos, debido a su deliberada ignorancia, a su descuido de la luz
que Dios ha dado con respecto a las leyes de su ser. No es posible que
glorifiquemos a Dios mientras vivamos violando las leyes de la vida. El corazón
no puede de ninguna manera mantener su consagración a Dios mientras se complace
el apetito carnal.
Un cuerpo enfermo y un intelecto
desordenado, debido a la continua complacencia de la lujuria perniciosa, hace
que la santificación del cuerpo y del espíritu sean imposibles. El apóstol
entendía 51 la importancia de una
condición saludable del cuerpo para lograr el éxito en el perfeccionamiento del
carácter cristiano. Él dice: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre,
no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado"
(1 Cor. 9:27). Menciona el fruto del Espíritu, en el cual está incluida la
temperancia. "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos" (Gál. 5:24)
[Imposibilidad de obtener la
perfección cristiana mientras se da rienda suelta al apetito - 356]
La Ignorancia
Voluntaria Aumenta El Pecado. Es un deber saber cómo preservar
el cuerpo en la mejor condición posible de salud, y es un deber sagrado vivir
de acuerdo con la luz que Dios misericordiosamente ha dado. Si cerramos
nuestros ojos a la luz por temor a ver nuestros errores, que no estamos
dispuestos a abandonar, nuestros pecados no resultan disminuidos, sino
aumentados. Si uno se aparta de la luz en un caso, será descuidado en otro. Es
tan pecaminoso violar las leyes de nuestro ser como violar uno de los Diez
Mandamientos, porque no podemos hacer ni una cosa ni la otra sin quebrantar la
ley de Dios. No podemos amar al Señor con todo el corazón, la mente, el alma y
las fuerzas mientras amemos nuestros apetitos y nuestros gustos mucho más de lo
que amamos al Señor. Estamos disminuyendo diariamente nuestra fuerza para
glorificar a Dios, cuando él exige toda nuestra fuerza, toda nuestra mente. Por
medio de nuestros malos hábitos estamos disminuyendo el dominio que tenemos de
la vida, y sin embargo estamos profesando ser seguidores de Cristo,
preparándonos para el toque final de la inmortalidad. CRA/EGW
Ministerio Hno. Pio
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