Efesios 1. SALUDO Y SECCIÓN DOCTRINAL: Vers. (1-2) Después del saludo y (3) de dar gracias por los efesios, (4-5) Pablo habla de la elección y (6-10) adopción por la gracia, (11-12) la cual es la verdadera fuente de la salvación del hombre. (13-15) Y como la profundidad de este misterio no puede humanamente sondearse, (16-17) él ora para que ellos lleguen (18-19) al pleno conocimiento y, (20-23) por lo tanto, a la posesión de Cristo.
1 PABLO, apóstol de Jesucristo
por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:
2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo,
4 según nos escogió en él antes
de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de
su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8
que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9
dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se
había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación
del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que
están en la tierra.
11 En él asimismo tuvimos
herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas
las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para
alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
13 En él también vosotros,
habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida,
para alabanza de su gloria. 15 Por esta causa también yo, habiendo oído de
vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16
no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis
oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria,
os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,
18 alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y
cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder de su fuerza,
20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;
22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. (Efesios 1).
1. Pablo. Ver com. Rom. 1:1.
Apóstol. Gr. apóstolos (ver com. Hech. 1:2).
Jesucristo. Ver com. Mat. 1:1 en cuanto al significado de este
vocablo.
Voluntad de Dios. Cf. 1 Cor. 1:1; 2 Cor. 1: 1; Col.
1:1; 2 Tim. 1:1; ver com. 1 Cor. 1:1. Pablo no estaba tratando de aumentar su
autoridad personal, sino de expresar un claro sentido de vocación y obligación
(cf. 2 Cor. 8:5). Su llamamiento procedía directamente de Dios (ver com. Gál.
1:15-16). Su firme convicción respecto al llamamiento divino era el secreto de
su poderoso ministerio y consagrada vida cristiana, y la raíz de su valor y fe
en medio del sufrimiento.
Santos. Gr. hagios, "santo" (ver com. Rom. 1:7; 1
Cor. 1:2). La palabra griega denota la idea de haberse separado de todo lo
común.
Fieles. Gr. pistós, "fiel", "creyente".
En Cristo Jesús. Esta frase, así como cualquiera
de sus similares -"en Cristo", "en él", "en
quien", "en el Señor", "en el amado"-, puede ser
considerada como la frase clave de la epístola. Estas expresiones ocurren
frecuentemente en la epístola para señalar a Cristo Jesús como la esfera o
medio, en el cual el creyente vive y actúa. Esas palabras destacan la estrecha
unidad que existe entre el cristiano y su Señor. Todo lo que el cristiano hace
lo realiza con referencia a su Señor.
En Éfeso. Si bien la frase "en Éfeso" es omitida
por algunos de los más importantes manuscritos antiguos, la crítica textual se
inclina (cf. p. 10) por su inclusión en el texto (ver p. 991). Si se omite la
frase en cuestión, la última parte del versículo podría traducirse: "a los
santos quienes también son fieles en Cristo Jesús". Sin embargo la BJ
prefiere la exclusión no sólo de la frase "en Éfeso" sino también del
antecedente "que están", considerando a esta última una muy antigua
adición que se supone estaba seguida de un espacio en blanco para incluir el
nombre de la iglesia a la cual se enviaba una copia de la carta. Siguiendo este
criterio, la BJ traduce de la siguiente manera: "a los santos y fieles en
Cristo Jesús".
2. Gracia y paz. En cuanto al significado de este
saludo, ver com. Rom. 1:7.
Dios. . . Jesucristo. Cuando Pablo señala al Padre y al
Hijo como el origen de una bendición espiritual, puntualiza la igualdad que
existe entre ellos (cf. com. Rom. 1:7).
3. Bendito sea el Dios. Esta expresión de alabanza
introduce uno de los más sublimes pasajes de la Escritura, algunas veces
denominado como "el portal de la alabanza". Los vers. 3-14 se ocupan
de la manera en la cual la gracia divina es revelada, y presentan promesas del
amor redentor de Dios y los gloriosos privilegios de la iglesia. Se puede
considerar que estos versículos presentan un bosquejo del plan de salvación.
Bendijo. Gr. eulogéÇ, "bendecir". La flexión del
verbo es afín del adjetivo eulog'tós, "bendito".
Toda bendición espiritual. La bendición que pertenece o es
producida por el Espíritu.
En los lugares celestiales. Gr. en tóis epouraníois, "en
los celestiales". Esta frase, característica de Efesios, es usada cinco
veces en la epístola (cap. 1:3,20; 2:6; 3:10; 6:12). En el cap. 6:12 la frase
se traduce "en las regiones celestes"; sin embargo, la palabra
traducida "celeste" aparece en otros pasajes (Juan 3:12; 1 Cor.
15:48; Fil. 2:10; etc.). En Efe. 1:20 la frase en tóis epouraníois es utilizada
como sinónimo de cielo, pues se refiere al lugar donde Cristo se sienta a la
diestra del Padre.
Este parece ser también el significado
de la frase en el cap. 2:6. Si somos ensalzados junto con Cristo, y estamos
"en Cristo Jesús", y Cristo está a la diestra de Dios Padre en los
cielos, entonces nosotros también, en sentido figurado, estamos sentados con
Cristo en los cielos. La frase en tóis epouraníois es también utilizada por el
apóstol para describir la morada de las potencias angélicas, refiriéndose (cap.
3:10) probablemente a los ángeles buenos y a los ángeles caídos (cap. 6:12). En
este pasaje la frase parece calificar a "bendición espiritual", al
designar al cielo como su fuente de origen.
En Cristo. Ver com. vers. 1.
4. Según. Los vers. 4-6 han sido utilizados en algunas
ocasiones como una evidencia en favor de la doctrina de que algunos son
elegidos para salvación y otros para perdición, sin que nada puedan hacer las
personas involucradas para alterar el resultado final. Es cierto que estos
versículos se refieren a la predestinación o designación de ciertos elegidos
desde antes de la fundación del mundo para ser adoptados como Hijos de Dios;
pero nada dice respecto a elegidos para perdición.
También se llama
"nosotros" a los elegidos, es decir a los cristianos que por la fe
han aceptado al Señor Jesucristo. Cuando se trazó el plan de salvación antes de
la fundación del mundo, se decidió que quienes se ajustaran a las condiciones de
dicho plan serían considerados nuevamente como Hijos. El deseo de Dios era que
todos aceptaran el plan y fueran salvos (1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9). Sobre el tema
de la predestinación, ver com. Rom. 8:29.
Nos escogió. El comentario sobre Gén. 1:3 del Midrash Rabbah,
dice que Dios eligió a Israel antes de la creación. Pablo expresa aquí una idea
similar con relación a la iglesia o Israel espiritual. Es una elección general,
no individual.
En él. Toda la vida espiritual del cristiano se centra en Cristo, por lo tanto constituye la esfera en la cual puede hacerse la elección. El que se acerca a Cristo es elegido para salvación, así como quien se une a un coro es elegido o escogido para cantar. Por esta razón no hay una elección arbitraria. El propósito de Dios es salvar a todos los que por fe aceptan a Cristo como su Redentor. Antes de la fundación. El plan de salvación fije trazado antes de la fundación del mundo. En ese momento Dios se propuso salvar a quienes aceptaran su plan (cf. com. Apoc. 13:8).
Santos. Gr. hágio (ver com. Rom. 1:7; cf. HAp 42). Ser
santo es reflejar la imagen divina, porque Dios es santo (1 Ped. 1:16). El
propósito del plan de salvación es restaurar la imagen divina en el hombre (Ed
121).
Sin mancha. Gr. ámÇmos, "sin mancha", "sin
culpa". La RVR siempre traduce ámÇmos como "sin mancha". En la
LXX ámomos se traduce de la palabra hebrea tamim, "completo",
"intacto", "sin mancha". La palabra tamim era utilizada en
el contexto del sistema de sacrificios para describir las víctimas que debían ser
sin mancha o defecto (Lev. 1:3; etc.). AmÇmos es utilizada en el NT para
describir el perfecto sacrificio de Cristo (Heb. 9:14; 1 Ped. 1:19).
5. En amor. La sintaxis del original griego permite unir esta
frase con su antecedente, "sin mancha delante de él", y también con
su conclusión, "habiéndonos predestinado". La BJ, BC y NC siguen la
primera posibilidad, mientras que la RVR sigue la segunda. Debemos recordar que
los manuscritos griegos poco ayudan a entender la división exacta de las ideas
o frases, porque no tienen signos de puntuación ni división de palabras. De
todas maneras "en amor [caridad]" tiene significado teológico aceptable
en los dos casos posibles. Todo acto divino surge del atributo básico del
carácter de Dios: el amor. En cuanto a la idea de amor (agáp'), ver com. Mat.
5:43-44; 1 Cor. 13:1.
Predestinado. Gr. proorizÇ (ver com. Rom. 8:29; cf. com. Efe.
1:4).
Adoptados Hijos. Gr. huiothesía,
"adopción" (ver com. Rom. 8:15).
Por medio de Jesucristo. Cristo es el instrumento del plan
de salvación, es el Mediador entre Dios y el hombre (1 Tim. 2:5). Pero no era
un Dios iracundo que exigía que lo apaciguaran, pues el Padre actúa para lograr
su propósito mediante Cristo: la salvación del hombre. Cf. Gál. 4:3-5.
El puro afecto. Gr. eudokía, "agrado",
"beneplácito", "buena voluntad". "El beneplácito"
(BJ, BC, NC) transmite mejor la idea del original griego. Frases como
"beneplácito de su voluntad", que combinan dos ideas abstractas, son
características del estilo de esta epístola. El beneplácito de Dios fue idear y
llevar a feliz término el plan de salvación, para que todos los que ejercieran
firmemente su fe en Cristo Jesús fueran adoptados como Hijos en la familia de
Dios (Juan 3:16; Apoc. 22:17).
6. Para alabanza. Como resultado de la revelación
de la gracia de Dios en la adopción, el universo tendrá un verdadero concepto
del carácter y propósitos de Dios, y consecuentemente responderá con
expresiones de alabanza. Uno de los propósitos del plan de salvación es la
vindicación del carácter de Dios ante el universo (PP 55; cf. DTG 578-580; Efe.
3:10-11).
Gloria de su gracia. La abundancia y plenitud de la
gracia divina es un tema sobresaliente en esta epístola, el cual es presentado
como el motivo principal de confianza y esperanza. Sobre el concepto de gracia,
ver com. Rom. 3:24.
Hizo aceptos. Gr. jaritóÇ, "favorecer", "llenar de
gracia". "Nos agració en el Amado" (BJ, BC). La idea que se
expresa es la de gracia gratuitamente otorgada por medio de la cual hemos sido
enriquecidos y adornados. Aquel que entregó a su Hijo a una muerte ignominiosa
también proporciona abundantemente sus otras riquezas (Rom. 8:32). La
misericordia, el favor y la bondadosa disposición de Dios hacia nosotros
permiten una relación con él que de otra manera sería imposible. A Dios no se
lo puede comprar, sobornar ni adular. Lo que Dios hace es el resultado del
ejercicio de su propia buena voluntad y del propósito divino.
En el Amado. He aquí otra forma de expresar la frase clave de la
epístola (ver. com. vers. 1). La designación del Hijo como el Amado es
apropiada en este contexto. Somos atraídos a Dios por el Amado, y como
resultado podemos ser llamados Hijos amados (cap. 5:1), Dios ama a quienes
reciben su gracia de la misma manera como ama a su propio Hijo.
7. En quien. La redención se efectúa por algo más que una cierta
cooperación con Cristo o una simple unión mística con él. Cristo es la
"esfera viviente" de la redención; en su persona tiene lugar esa gran
obra. Cristo es el Arquitecto, el Constructor y la Piedra angular de la
redención. Él es no sólo el Pastor sino también la Puerta del aprisco (Juan 10:1-14).
Redención. Gr. apolútrÇsis, "redención",
"remisión", "liberación mediante pago de rescate" (ver com.
Rom. 3:24).
Por su sangre. La vida está en la sangre (Lev. 17:11). La sangre
derramada de Cristo representa la vida que fue entregada para redimir a la
humanidad.
Perdón de pecados. Redención es liberación de la
esclavitud en que cayó el hombre por transgredir la voluntad divina, liberación
hecha a un costo infinito. El derramamiento de la sangre de Cristo fue
"para remisión de pecados" (ver com. Mat. 26:28).
Riquezas de su gracia. Compárese con las riquezas de su
benignidad (Rom. 2:4) y las riquezas de su gloria (Efe. 3:16; Fil. 4:19; Col.
1:27), etc.
8. Sobreabundar para con nosotros. O "ha
prodigado sobre nosotros" (BJ); "que superabundantemente derramó
sobre nosotros" (NC); "que hizo desbordar sobre nosotros" (BC).
Las riquezas de la gracia de Dios no sólo son suficientes para cada necesidad,
sino que proporcionan además nuevos dones. Toda la creación testifica de cuán
generosamente ha dotado el Creador a sus obras. Quien suplica la gracia divina,
descubre que Dios no es menos generoso con sus dones espirituales.
En toda sabiduría e inteligencia. Esta frase
puede unirse tanto con lo que antecede como con lo que sigue. Si se considera
como parte del vers. 8, se refiere a la esfera en la cual la gracia de Dios nos
es conferida; de esta forma "sabiduría" e "inteligencia"
son dones divinos para el hombre. Pero si se considera como la primera parte
del vers. 9, "sabiduría" e "inteligencia" se refieren a
cualidades de Dios. Ambas interpretaciones son posibles porque en los
manuscritos antiguos no hay signos de puntuación ni división de las palabras
(ver com. "En amor").
9. Misterio. Gr. musterion (ver com. Rom. 11:25). Había llegado el tiempo de revelar el misterio de la voluntad de Dios.
El mundo se había estado preparando durante mucho tiempo para esta hora, y el apóstol Pablo había sido sumamente honrado al ser uno de los portadores de un secreto "que había estado oculto desde los siglos y edades" (Col. 1:26; cf. Efe. 3:3).
La superabundancia
de la gracia de Dios había sido un "misterio" hasta su proclamación
en la vida y muerte de Cristo, y su extensión y aplicación a los gentiles sólo
comenzaba a ser conocida ahora. Esta extensión y aplicación es el motivo
principal de esta epístola de Pablo.
Algunos han afirmado que Pablo usa en este pasaje tres palabras de las religiones paganas dadas a lo misterioso: "misterio", "conocimiento" y "sabiduría"; pero el uso de estas palabras y los conceptos que representan no estaban restringidos a dichas religiones.
Sus equivalentes
hebreos, que representan conceptos propios de la mentalidad judía, son
utilizados tanto en el Antiguo Testamento (cf. Job 12:13; Sal. 73:11; 111:10;
Isa. 11:2; Dan. 2:18,28) como en los Rollos del Mar Muerto. Como el apóstol
Pablo conocía bien el Antiguo Testamento y lo consideraba como revelación
divina, es muy posible que hubiera tomado estos antiguos conceptos y los
acomodara de acuerdo a la idea sublime que el cristianismo tiene acerca de
Dios.
Voluntad. Ver com. vers. 5. El bondadoso propósito de Dios
era proporcionar esta revelación. La entrada del pecado en el mundo no fue un
dilema para Dios, ni hizo que él, de mala gana, pusiera en marcha la sublime
aunque angustiosa obra de redención. Dios no tuvo que ser obligado ni convencido
por circunstancias externas. El hace con agrado su obra en favor de la
humanidad. La idea que representa a Dios como de carácter renuente para ceder a
las súplicas del hombre o de Cristo antes de estar dispuesto a perdonar el
pecado o de auxiliar a sus criaturas que sufren, no es ni cierta, ni reverente.
Sí mismo. La crítica textual establece (cf. p. 10) la lectura
"él", quizá refiriéndose a Cristo. "Que en él se propuso de
antemano" (BJ); "se propuso en él" (BC, NC).
10. Reunir. Gr. anakefalaióÇ, "resumir",
"recapitular", "reunir". Esta palabra se usa en el NT sólo
aquí y en Rom. 13:9, en donde Pablo presenta la ley como sintetizada en el
amor.
Todas las cosas en Cristo. Este es el propósito divino: la
restauración de la unidad perdida. Esto tiene que ser hecho necesariamente en
Cristo, pues él es el centro de todas las cosas. Todo fue hecho por él; él
sustenta el universo por el poder de su palabra; él es el centro de la iglesia
y su suprema esperanza. La vida cristiana no es una marcha solitaria hacia el
reino de Dios.
El cristiano es miembro de una
comunidad, el cuerpo de Cristo, la iglesia. La unidad del universo de Dios fue
rota por el pecado. El misterio de la voluntad de Dios se refiere al plan de
restaurar dicha unidad cuando la ocasión fuera propicia, restauración que se
haría mediante Cristo. Este misterio llegará a su culminación cuando finalice
el gran conflicto cósmico entre el bien y el mal, cuando todas las cosas en los
cielos y en la tierra sean reunidas en Cristo y el carácter de la divinidad sea
vindicado.
Dispensación. Gr. oikonomía, "administración",
"orden", "plan". Pablo parece referirse al plan de
salvación, el cual finalmente llevará a cabo la unidad que aquí se describe.
Cumplimiento de los tiempos. El plural sugiere una sucesión de
períodos u ocasiones (cf. com. 1 Cor. 10:11). Esta expresión parece abarcar
toda la edad apostólica. Así como hay momentos apropiados para sembrar la
semilla y recoger la cosecha, también hay momentos propicios para la actividad
divina en relación con la redención de la humanidad. Hay cosas que sólo pueden
ser hechas en determinado momento, porque Dios trata con seres morales libres a
los cuales ni siquiera intentará forzar para que cumplan los propósitos
divinos. A través de los siglos ha habido continuas revelaciones de los planes
de Dios, etapas sucesivas de una marcha que conduce a la consumación final
cuando se alcanzará la unidad universal.
El apóstol procederá a ampliar este tema a medida que escribe su
epístola.
11. Tuvimos herencia. Gr. kl'róÇ, "ser llamado o
elegido", palabra que aparece únicamente aquí en el NT. Kl'róÇ contiene la idea de
"determinación" o "designación" que afecta a la naturaleza
del ser humano, incluyendo el matiz particular de significación que implica que
el llamamiento imparte "algo" al que es llamado. Ese "algo"
impartido por el llamamiento al ser humano es la meta o el propósito para la
vida. Esta última connotación del texto griego se destaca en la traducción
"tuvimos herencia" (RVR). Cada creyente se halla en posesión de su
herencia por medio de la promesa. La herencia es para el cristiano un derecho
adquirido por medio de la adopción mencionada en el vers. 5. Esta herencia es
en Cristo, quien la compró por me dio de su sangre.
Habiendo sido predestinados. Gr. proorízÇ,
"predestinar", "determinar de antemano", "predefinir"
(ver com. vers. 4-5). El apóstol menciona nuevamente la predestinación,
probablemente con el propósito de recordarnos que la herencia no se obtiene por
accidente o casualidad, sino que está en armonía con el propósito que Dios
predeterminó.
Designio de su voluntad. El hecho de que Dios actúe de
acuerdo con su voluntad y no de acuerdo con la del hombre, proporciona
seguridad, pues la voluntad humana es voluble e impredecible. Los hombres desafían
o cuestionan los actos de Dios hasta atreverse a atribuirle la misma
mutabilidad propia del género humano, olvidando que cada acto divino está
respaldado por la perfección y el amor infinito de Dios. El Altísimo no actúa
bajo presión o necesidad, pues posee sabiduría y amor infinitos y voluntad
soberana.
12. Alabanza de su gloria. Cf. com. vers. 6.
Los que primeramente esperábamos en Cristo. Literalmente
"quienes han esperado antes [y aún esperan] en Cristo". "Los que
ya antes esperábamos en Cristo" (BJ); "los que antes habíamos
esperado en Cristo" (BC). Estas palabras tenían una importancia especial
para los judíos cristianos, quienes, mediante sus padres, fueron los que
primero participaron de la herencia esperando al Mesías desde el tiempo de
Abrahán. Para el pueblo judío constituyó un gran privilegio el que se le diera
la oportunidad de vivir y trabajar para "alabanza de su gloria". Los
cristianos, que tienen hoy la verdad evangélica también se constituyen en los
mayordomos de la gracia divina para el mundo incrédulo.
Cuando la esperanza cristiana se
fundamenta en las promesas de Dios en Cristo, es más que un simple anhelo
relacionado con el futuro. La Escritura nos habla de la "plena certeza de
la esperanza" (Heb. 6:11), "una esperanza viva" (1 Ped. 1:3), la
esperanza que "no avergüenza" (Rom. 5:5), "el Dios de
esperanza" (Rom. 15:13). En el ser humano hay un instinto profundamente
enraizado, implantado por Dios mismo, que lo persuade a buscar un final feliz
para los trágicos acontecimientos de la vida.
Los judíos conversos al
cristianismo fueron los primeros que tuvieron el privilegio de colocar su
esperanza en Cristo. Pablo menciona a sus parientes Andrónico y Junias, que
llegaron a ser cristianos antes que él (Rom. 16:7).
Pablo sin duda siempre tuvo que
sentir dolor por haber malgastado los primeros años de su juventud. Felices
aquellos que se acercan a Cristo desde sus primeros años para ofrendarle su
vida entera en lugar de consagrarle sólo el resto de una vida desperdiciada. La
esperanza es como una cuerda que se arroja a quien se está ahogando. ¡Cuán
necio sería que dudara de las intenciones de quien le arroja la cuerda o de la
resistencia de ésta! El que perece se
aferra de la "bendita esperanza", y descubre que lo sostiene y lo
lleva a Cristo quien le ofrece vida eterna.
13. La palabra de verdad. La palabra de verdad se define aquí como el "evangelio de vuestra salvación" (cf. Rom. 1:16).
Se nos insta a tomar en serio esta palabra (Mar. 4:24), a recibirla con humildad (Sant. 1:21) y con fe (Heb. 4:2), porque es el medio para obtener vida eterna. Existen diversas teorías filosóficas acerca de la naturaleza de la verdad.
Sin embargo,
en las Sagradas Escrituras se concibe como estrechamente vinculada con la
salvación del ser humano. Según este último concepto, "verdad" es
mucho más que una simple colección de afirmaciones que, como es obvio, no
pueden tener en sí mismas la salvación. Finalmente, la verdad debe llevarnos a
Aquel que es "el camino, y la verdad, y la vida" (Juan 14:6).
Todo impulso noble que surge en
el alma, ya sea de cristianos o de paganos, deriva de esa Fuente. Para que haya
una verdadera recepción de la verdad, es necesaria la influencia del Espíritu
Santo (1 Cor. 2:12-15). La palabra escrita o hablada, como la semilla que cae
en tierra poco fértil, no tiene poder para cambiar la vida a menos que esté
acompañada por la Palabra viviente.
Sellados. Gr. sfragízÇ (ver com. 2 Cor. 1:22; cf. com. Juan
6:27). El cambio en la vida del creyente se produce en forma ordenada: primeramente
es el oír, luego el creer, y finalmente el sellamiento, que pone sobre él, por
así decirlo, una marca indeleble.
El Espíritu Santo de la promesa. El Espíritu Santo fue prometido
desde los días del Antiguo Testamento (Isa. 32:15; Eze. 36:26; Joel 2:28), y
también por Cristo (Juan 14:16-17). El que sella o identifica a quienes
pertenecen a Cristo es el Espíritu Santo (2Tim. 2:19), guardándolos hasta el
día de la redención final (Efe. 4:30). El Espíritu Santo es identificado aquí
como el Ser que hace el sellamiento. Los que son sellados reciben el testimonio
espiritual interno de que son hijos de Dios (1 Juan 5:10). El sello se coloca
sobre todos aquellos que deciden de todo corazón servir a Cristo. El Espíritu
Santo nos asegura que las promesas de Dios son verdaderas. Sobre esta base el
creyente las acepta por fe.
14. Arras. Gr. arrabón (ver com. 2 Cor 1:22). La idea general
de este pasaje es que Espíritu Santo había sido prometido en la palabra de
Dios, y cuando los creyentes aceptaron esa Palabra recibieron el Espíritu Santo
y fueron sellados. Este sellamiento es a su vez una garantía adicional del
cumplimiento final de todas las promesas divinas hechas al hombre.
El hijo de Dios tiene el
privilegio de participar inclusive en esta vida de los gozos celestiales;
porque si no fuera así bien podría uno preguntarse acerca de la autenticidad de
su experiencia cristiana. El cristiano puede gozar de una profunda certeza de
la resurrección corporal, la segunda venida de Cristo, la recepción de la inmortalidad
y todas las realidades eternas, pues han sido garantizadas personalmente por
Dios mediante su Santo Espíritu.
Redención. Ver com. vers. 7. Se presenta la redención como
algo futuro, aunque el creyente ya ha sido salvado al aceptar a Cristo como su
Salvador personal; aunque aún esperamos ser completamente liberados del pecado
y de sus consecuencias, pues hay una gloria que se revelará.
Posesión adquirida. Gr. peripói'sis, "adquisición",
"posesión". Peripói'sis se traduce con el mismo sentido en 1 Ped.
2:9: "pueblo adquirido". Algunos comentadores sostienen que el
apóstol Pablo con esta expresión se refiere a los santos como posesión
adquirida por Dios; otros opinan que está hablando de la herencia en los santos
(ver com. Efe. 1:18). La última opinión parece concordar mejor con el contexto.
Los santos anticipan la posesión futura, de la cual el Espíritu Santo es
"las arras".
Alabanza de su gloria. Ver com. vers. 6. La notable
introducción de Efesios termina con esta nota de alabanza. El pensamiento de
Pablo abarca desde "antes de la fundación del mundo" hasta "la
redención de la posesión adquirida". Pablo ve a Cristo en todo este amplio
proceso como el centro de todo. Todo es "en él". Pablo no presenta
esta idea como una abstracción teológico, sino como un tema de gran importancia
práctica. No está entretejiendo una filosofía ni escribiendo un tratado sobre
el problema de la predestinación y el libre albedrío, pues considera que Cristo
resuelve cada problema moral e intelectual que el hombre debe enfrentar.
15. Por esta causa también yo. Debido a las bendiciones
descritas en los vers. 1-14, el apóstol ahora expresa una oración de alabanza y
agradecimiento.
Habiendo oído. Durante su encarcelamiento Pablo frecuentemente
recibía informes y mensajes de las iglesias que había fundado, los cuales a
veces lo alegraban y a veces lo entristecían. La fe de los efesios era un gran
motivo de ánimo para él.
Amor para con todos. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) la inclusión de la palabra "amor" en el texto.
En otros
pasajes Pablo relaciona la fe y el amor (1 Cor. 13:13; 1 Tes. 1:3; etc.),
características que distinguen a todo verdadero cristiano. Amar a los santos es
el resultado natural de la fe en Cristo. Es imposible amar a Dios y no amar a
los santos (1Juan 4:20) y también a los que no son tan santos. El amor que
Pablo ensalza es amplio; incluye a todos los santos y aun a aquellos a quienes
nos resulta difícil amar debido a sus hábitos y a su temperamento.
16. Dar gracias. Declaraciones similares de agradecimiento se encuentran en Rom. 1:8; 1 Cor. 1:4; Fil. 1:3; Col. 1:3; 1 Tes. 1:2; 2 Tes. 1:3; 2 Tim. 1:3; File. 4-5.
El permanente espíritu de gratitud de Pablo encontraba muchas oportunidades para manifestarse. La frecuencia de las expresiones de agradecimiento del apóstol es una señal de la naturaleza rebosante de alegría y gozo de su espíritu, sin la cual nunca podría haber soportado sus muchos padecimientos.
La nota de regocijo y agradecimiento -es triste decirlo- no vibra en la vida de muchos llamados cristianos. El remedio puede encontrarse parcialmente compartiendo con otros las experiencias felices de la vida religiosa. Haciendo memoria. Un estudio de las oraciones de Pablo revela que sus peticiones eran mayormente en favor de sus iglesias y de determinadas personas (Rom. 1:9; Fil. 1:4).
17. El Dios. El hecho de que Dios el Padre sea descrito como
"el Dios de nuestro Señor Jesucristo", de ninguna manera implica
subordinación del Hijo al Padre (ver com. Juan 14:28). Al orar a Dios, nos
identificamos con nuestro hermano mayor, aun cuando sólo comprendemos
parcialmente el significado de esa relación.
Padre de gloria. Cf. com. Hech. 7:2. La expresión podría referirse a la gloria que pertenece al Padre como una cualidad característica. Para un comentario sobre el término "gloria", ver com. Rom. 3:23.
Así como el Padre glorificó al Hijo con la gloria que el Verbo tenía con Dios antes de la fundación del mundo Juan 17:24), de la misma manera el Altísimo glorificará a aquellos que se alleguen a él por medio de Cristo (2Cor. 3:18).
Espíritu. Es obvio que en este contexto "espíritu" no se refiere al Espíritu Santo, sino que más bien puede indicar la iluminación que el Espíritu Santo concede al cristiano que sinceramente busca el conocimiento de Dios (cf. Luc. 12:12; Juan 14:26; 1 Cor. 2:9-10).
Sabiduría. Gr. sofía (ver com.
Luc. 2:52). Su equivalente hebreo es jokmah cuya definición se comenta
en Prov. 1:2.
Revelación. Probablemente Pablo no se refiere aquí a una
comunicación directa de Dios al ser humano, sino más bien a la concesión de la
capacidad necesaria para comprender lo que Dios ha revelado. La razón no es
suficiente para lograr un correcto conocimiento de Dios. Se debe poseer la
ayuda especial de la iluminación divina, por la cual el creyente obtiene la
visión espiritual necesaria para el estudio de la revelación de Dios en su
Palabra.
Conocimiento. Gr. epígnÇsis, "conocimiento pleno",
"conocimiento cabal". No se trata sólo de reconocer a Dios, sino de
conocerlo perfectamente. Este conocimiento lo poseen quienes voluntariamente
aceptan la revelación que Dios hace de sí mismo. No se trata de un conocimiento
teórico o de un mero asentimiento intelectual, sino más bien de un conocimiento
íntimo de aquellos cuyas facultades espirituales han sido vivificadas, y han
llegado a ser sensibles a las verdades espirituales. Este conocimiento es
progresivo; Dios revela cada día nuevos aspectos de su carácter, que conmueven
el alma e inspiran para una vida más santa.
De él. Es decir de Dios, como se presenta en los vers.
18-20.
18. Ojos de vuestro entendimiento. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la variante "ojos de vuestro corazón". Esta sorprendente frase sólo se usa aquí en el NT. La palabra "corazón" representaba para la mentalidad hebrea la sede de los pensamientos, la voluntad y las emociones (ver com. Rom. 1:21).
Este parece ser el sentido que Pablo le
dio aquí a esta expresión. El sustantivo "ojos" equivale a
perspicacia y visión clara, conocimiento espiritual y entendimiento moral. Las
"cosas que ojo no vio, ni oído oyó" son vistas por ojos
espiritualmente perceptivos (ver com. 1 Cor. 2:9-10). Se experimenta una nueva
y profunda comprensión que afecta lo más íntimo de la personalidad. No es una
nueva facultad o don, sino más bien una nueva visión o perspectiva.
Sepáis. El apóstol enumera tres aspectos del conocimiento
experimentado por aquellos cuyos ojos son abiertos a la luz (vers. 18-19).
Esperanza. Ver com. Rom. 5:2-5; 8:24. Algunos comentadores
opinan que en este pasaje Pablo no se refiere a lo que se anhela, sino al
principio de esperanza que es inspirado en la vida del creyente por el
llamamiento divino. Poseer esta esperanza es una experiencia preciosa e
invalorable. Como los efesios no comprendían todavía el pleno significado del
llamamiento cristiano, Pablo anhelaba mostrarles que la esperanza del cristiano
se basa en los hechos de la redención: "Cristo, en vosotros, la esperanza
de gloria" (Col. 1:27-28).
Los efesios habían recibido el
perdón de los pecados y ahora eran hijos de Dios; sin embargo su visión
espiritual aún era limitada. Pablo quería que poseyeran la esperanza que les
abriera horizontes jamás soñados por ellos. La esperanza es una combinación de
fe y seguridad que espera su plenitud en el futuro. El creyente debe saber que
si es llamado por Dios por intermedio del Espíritu, experimentará en todos los
aspectos de su vida la bendita esperanza.
Otros comentadores sostienen que
con "esperanza" Pablo se refiere al propósito final del llamamiento
divino: la cumbre de las adquisiciones espirituales a la cual Dios llama a sus
santos, y la glorificación postrera cuando los santos serán restaurados al
estado original de perfección del cual cayó el hombre.
Llamado. Ver com. Rom.
8:30.
Herencia. Se ha entendido que este término se refiere a los
santos como herencia de Dios o a los privilegios que disfrutan los santos como
herederos de Dios. En otros pasajes se habla de los redimidos como el tesoro,
la riqueza o la herencia de Dios (Exo. 19:5). Ellos son de Dios por creación y
por redención; fueron "comprados por precio" (1 Cor. 6:20), y por lo
tanto Dios se deleita en su herencia.
La herencia, considerada como el
privilegio de los santos, se describe en términos de "riquezas" y
"gloria", pues "el que venciera heredará todas las cosas"
(Apoc. 21:7). Las riquezas de la gracia de Dios, de su amor, poder,
misericordia y reino, son compartidas con sus hijos fieles (cf. Fil. 4:19).
19. Poder para con nosotros. El apóstol no sólo pide en
oración un conocimiento de la "esperanza" y de las
"riquezas" (vers. 18), sino también un conocimiento personal del
poder de Dios en la vida. Al experimentar la conversión y la santificación,
nuestra débil naturaleza es revitalizada y transformada por la energía divina. El
ofrecimiento de "la esperanza" (vers. 18) a que Dios nos ha llamado
sería algo atormentador e insatisfactorio si no fuera por el poder que la
acompaña.
Los que creemos. La fe es el medio que hace
posible que actúe el poder divino (ver com. Rom. 4:3-5).
Según la operación. La característica permanente del
poder de Dios consiste en que es ejercido o realizado en Cristo (vers. 20).
Poder. Gr. krátos, "poder", "fuerza". Esta
palabra se usa en el NT sólo en relación con Dios o su Palabra. Cuando un
pecador es transformado en santo, se manifiesta el grandioso poder de Dios. Un
cambio tan notable no es producido por procedimientos psicológicos educativos o
la realización de buenas obras, sino que es un acto del poder divino y de la
gracia de Dios.
20. Operó en Cristo. Ver com. vers. 19.
Resucitándole. Es maravilloso que el mismo poder que efectuó la
resurrección de Cristo sea el que obra hoy en el corazón de los creyentes. El
poder divino actuó sobre el cuerpo muerto de Cristo, y actúa siempre de nuevo
en quienes están muertos en "delitos y pecados" (Efe. 2:1; cf. Rom.
8:11; 2 Cor. 4:14). Cristo resucitó con un cuerpo glorificado y recibió autoridad
a la diestra de Dios. Su resurrección es una seguridad de la resurrección de
los santos (Rom. 4:25; 1 Cor. 15:20-22), y su ensalzamiento es una garantía del
ensalzamiento final que tendrán los santos (cf. Efe. 1:18).
Diestra. La "diestra" indica una posición de autoridad. La idea de que Cristo comparte la autoridad con el Padre está claramente expuesta en otros pasajes bíblicos (Juan 1:1; 17:5; Hech. 7:55; Apoc. 3:21). Lugares celestiales. Ver com. vers. 3.
21. Todo principado. . . señorío. Generalmente se entiende que esta enumeración se refiere a poderes angélicos (cf. com. Efe. 6:12; Rom. 8:38), posiblemente tanto buenos como malos. Cristo es superior a todos los poderes celestiales y terrenales.
Él es Señor Soberano con autoridad suprema y universal (ver com. Rom. 8:38; cf. 1Cor. 15:24; Efe. 3:10; 6:12; Col. 1:16).
Pablo siempre quiere dejar en claro que Cristo no debe ser
considerado como una deidad subordinada, concepto que fácilmente podía ser
aceptado debido a la creciente influencia de la herejía gnóstica. El utiliza
términos frecuentes en las enseñanzas judías de aquella época (ver el libro
pseudoepigráfico de Enoc 61:10), y destaca la verdad de que Cristo está por
sobre todos los otros seres, no importa cuál sea su jerarquía supuesta o real.
Todo nombre. Estas palabras abarcan todo. Están usadas para
llevar a su clímax la enumeración precedente. No hay nombre que pueda
compararse con el de Cristo porque no existe ser alguno que pueda compararse
con él.
Siglo. Gr. aión, "edad", "era",
"siglo" (ver com. Mat. 13:39); "mundo" (BJ). "Este
siglo" significa el presente orden tanto en el cielo como en la tierra, y
que el siglo o "mundo" "venidero" se refiere a la era
futura del universo. Como resultado de su humillación y ensalzamiento, Cristo
será reconocido universalmente como Supremo no sólo en esta era presente sino
también en la venidera.
22. Bajo sus pies. Ver com. 1 Cor. 15:24-28.
Cabeza sobre todas las cosas. Esta relación implica más que gobierno. Ser "cabeza", en el sentido que se le da en la epístola, incluye las ideas de unión vital y relación (Efe. 4:15-16; Col. 2:19). La cabeza es el centro de todas las funciones del cuerpo. Así destaca Pablo la idea de unidad, bien ilustrada por la estrecha relación que existe entre la cabeza y el cuerpo. Iglesia. Gr. ekkl'sía (ver com. Mat. 18:17).
23. Su cuerpo. Cristo, la Cabeza, es la sede de toda autoridad para la iglesia.
La analogía entre la iglesia y el cuerpo humano es muy
estrecha. Así como el cuerpo es uno y la
iglesia es una, ambos están compuestos de diversos miembros, cada uno de los
cuales posee características y funciones particulares. La existencia de una
gran diversidad de dones no es impedimento para la asociación y operación
armoniosas. En realidad, sólo cuando los miembros actúan en estrecha relación
pueden desempeñar las funciones propias de cada uno.
Plenitud. Gr. pl'rÇma, "plenitud", "abundancia", "cumplimiento", también "complemento". Esta palabra se refiere en sentido pasivo a lo que es llenado o a la condición de plenitud de algo, una vez que se llenó (cf. com. Col. 1:19). Pablo ve a la iglesia como el cuerpo de Cristo rebosante de la plenitud de Dios (Efe. 3:19).
Cristo ha obsequiado sus características y su plenitud en la iglesia, colmándola así de vida santa y abundante.
En Colosenses Pablo destaca la naturaleza divina de la Cabeza;
en Efesios, los privilegios del cuerpo.
Llena. Ver com. cap. 4:10.
COMENTARIOS DE EGW
3-7. 2JT 326. EL DON INESTIMABLE. "BENDITO el Dios y Padre del
Señor nuestro Jesucristo, cual nos bendijo con toda bendición espiritual en
lugares celestiales en Cristo: según nos escogió en él, . . . para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él en amor; habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos por Jesucristo sí mismo, . . . para alabanza de la gloria de su
gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado: en el cual tenemos redención
por su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de su gracia."
(Efe. 1:3-7.)
"Dios, que es rico en
misericordia, por su mucho amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos
en pecados, no dio vida juntamente con Cristo; ... y juntamente nos resucitó, y
asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús para mostrar en los
siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús. (Efe. 2:4-7).
Tales son las palabras con que
"Pablo el anciano," "prisionero de Cristo Jesús," escribiendo
desde su cárcel de Roma, se esforzó por presentar a sus hermanos, aquello para
cuya presentación plena el lenguaje le resultaba inadecuado: "las
inescrutables riquezas de Cristo," el tesoro de la gracia que se ofrecía
sin costo a los caídos hijos de los hombres. El plan de la redención se basaba
en un sacrificio, un don, Dice apóstol: "Porque ya sabéis la gracia de
nuestro Señor Jesucristo, que por amor de vosotros se, hizo pobre, siendo rico
para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos." "De tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito." Cristo
"se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad." Y
tenemos como bendición culminante de 327 la redención, "la dádiva de
Dios" que "es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro." (2
Cor. 8:9; Juan 3:16; Tito 2:14; Rom. 6:23). "Cosas que ojo no vio, ni
oreja oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios preparado
para aquellos que le aman." Por cierto que nadie, al contemplar las
riquezas de su gracia, podrá menos que exclamar con el apóstol: "¡Gracias a Dios por su don
inefable!" (1 Cor. 2:9; 2 Cor. 9:15.)
9. HAp 129. LAS LABORES DE PABLO EN
ANTIOQUÍA, EN UNIÓN CON BERNABÉ, le fortalecieron
en su convicción de que el Señor le había llamado a hacer una obra especial en
el mundo gentil. En ocasión de la conversión de Pablo, el Señor había declarado
que había de ser ministro a los gentiles, para abrir "sus ojos, para que
se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios;
para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte entre
los santificados." (Hech. 26:18.)
El
ángel que le apareció a Ananías le había dicho de Pablo: "Instrumento
escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y
de reyes, y de los hijos de Israel." (Hech. 9:15.) Y Pablo mismo, más
tarde en su vida cristiana, mientras oraba en el templo de Jerusalén, había
sido visitado por un ángel del cielo, que le ordenó: "Ve, porque yo te
tengo que enviar lejos a los Gentiles." (Hech. 22:21.)
ASÍ
EL SEÑOR HABÍA MANDADO A PABLO Que Entrase En El Vasto Campo Misionero Del
Mundo Gentil. A fin de prepararlo para esta extensa y
difícil tarea, Dios le había atraído en estrecha comunión consigo y había
abierto ante su arrobada visión las bellezas y glorias del cielo. Se le había
confiado el ministerio de hacer conocer el "misterio" que había
estado "encubierto desde los tiempos eternos," "el misterio de
su voluntad, . . . el cual misterio en los otros siglos no se dio a conocer a
los hijos de los hombres como ahora es revelado a sus santos apóstoles y 130 profetas
en el Espíritu: Que los Gentiles sean juntamente herederos, e incorporados, y
consortes de su promesa en Cristo por el evangelio:
Del
cual declara Pablo, yo soy hecho ministro. . . A mí, que soy menos que el
más pequeño de todos los santos, es dada esta gracia de anunciar entre los
Gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a
todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios,
que crió todas las cosas. Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora
notificada por la iglesia a los principados y potestades en los cielos,
conforme a la determinación eterna, que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor."
(Rom. 16:25; Efe: 1:9; 3:5-11).
14. CS 733. "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la
primera tierra han pasado." (Apocalipsis 21: 1, V.M.) El fuego que consume
a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de la maldición. Ningún
infierno que arda eternamente recordará a los redimidos las terribles
consecuencias del pecado.
Sólo queda un recuerdo: nuestro
Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en
su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra
cruel efectuada por el pecado. El profeta, al contemplar a Cristo en su gloria,
dice: "Su resplandor es como el fuego, y salen de su mano rayos de luz; y allí
mismo está el escondedero de su poder." (Habacuc 3: 4, V.M.) En sus manos,
y su costado heridos, de donde manó la corriente purpurina que reconcilió al
hombre con Dios, allí está la gloria del Salvador, "allí mismo está el
escondedero de su poder." "Poderoso para salvar" por el
sacrificio de la redención, fue por consiguiente fuerte para ejecutar la
justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las
marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas,
las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder. 733
"¡Oh, torre del rebaño, colina de la hija de Sión, a ti te llegará; sí, a
ti vendrá el dominio anterior!" (Miqueas 4: 8, V.M.) Llegó el momento por
el cual suspiraron los santos desde que la espada de fuego expulsó a la primera
pareja del paraíso -el tiempo de "la redención de la posesión
adquirida." (Efesios 1: 14.) La tierra dada al principio al hombre para
que fuera su reino, entregada alevosamente por él a manos de Satanás, y conservada
durante tanto tiempo por el poderoso enemigo, ha sido recuperada mediante el
gran plan de la redención. Todo lo que se había perdido por el pecado, ha sido
restaurado. "Así dice Jehová, . . . el que formó la tierra y la hizo, el
cual la estableció; no en vano la creó, sino que para ser habitada la
formó." (Isaías 45: 18, V.M.) El propósito primitivo que tenía Dios al
crear la tierra se cumple al convertirse ésta en la morada eterna de los
redimidos. "Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre
ella." (Salmo 37: 29.)
EL TEMOR de hacer
aparecer la futura herencia de los santos demasiado material ha inducido a
muchos a espiritualizar aquellas verdades que nos hacen considerar la tierra
como nuestra morada. Cristo aseguró a sus discípulos que iba a preparar
mansiones para ellos en la casa de su Padre. Los que aceptan las enseñanzas de
la Palabra de Dios no ignorarán por completo lo que se refiere a la patria
celestial. Y sin embargo son "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, y que
jamás entraron en pensamiento humano las cosas grandes que ha preparado Dios
para los que le aman." (1 Corintios 2: 9, V.M.) El lenguaje humano no
alcanza a describir la recompensa de los justos. Sólo la conocerán quienes la
contemplen. Ninguna inteligencia limitada puede comprender la gloria del paraíso
de Dios.
DTG 768. LAS INAGOTABLES
PROVISIONES DEL CIELO ESTÁN A SU DISPOSICIÓN. Cristo les da el aliento de su propio
espíritu, la vida de su propia vida. El Espíritu Santo despliega sus más 768
altas energías para obrar en el corazón y la mente.
LA GRACIA DE DIOS
AMPLÍA y multiplica sus facultades y toda perfección de la naturaleza
divina los auxilia en la obra de salvar almas. Por la cooperación con Cristo,
son completos en él, y en su debilidad humana son habilitados para hacer las
obras de la Omnipotencia. El Salvador anhela manifestar su gracia e imprimir su
carácter en el mundo entero. Es su posesión comprada, y anhela hacer a los
hombres libres, puros y santos.
17. TM 101. Debemos llegar
a una posición tal en que toda diferencia sea eliminada. Si yo creo que tengo
luz, cumpliré mi deber en presentarla. Suponed que yo haya consultado a otros
con respecto al mensaje que el Señor quiere darme para el pueblo; la puerta
puede cerrarse de manera que la luz no llegue a las personas a quienes Dios la
ha enviado. Cuando Jesús cabalgó hacia Jerusalén, "toda la multitud de los
discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las
maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre
del Señor: paz en el cielo, y gloria en lo altísimo! Entonces algunos fariseos
de la compañía, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Y él
respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaren, las piedras
clamarán" (Review and Herald, 18 de febrero de 1890).
Hermanos míos, en su gran
misericordia y amor, Dios os ha dado gran luz, y Cristo os dice: "De
gracia recibisteis, dad de gracia".
Ojalá que la luz concedida a vosotros brille iluminando á los que se encuentran
en tinieblas. Regocijémonos y alegrémonos de que Cristo no solamente nos ha
dado su palabra, sino que nos ha dado también el espíritu de sabiduría y
revelación en el conocimiento de Dios, y de que en su fuerza podemos ser más
que vencedores. Cristo dice: "Venid
a mí. A mí me pertenece el consejo y el
juicio sano. Tengo comprensión y fuerza para vosotros". Por la fe debemos
descansar en Jesús, recordando las palabras de uno que fue inspirado por Dios
para escribir: "Tu benignidad me ha acrecentado". Pedid a Dios que os
dé mucho del aceite de su gracia. Considerad cuidadosamente cada palabra, ora
sea escrita o hablada (Review and Herald, 22 de diciembre de, 1904). 102
17-19. CS 11. En favor de los
creyentes de Efeso, el apóstol rogó así: "Que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de él; siendo iluminados los ojos de vuestro
entendimiento, para que conozcáis cuál sea la esperanza de vuestra vocación, .
. . y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros que
creemos." (Efesios 1: 17-19, V.M.) Que el ministerio del Espíritu divino
iluminara el entendimiento y revelara a la mente las cosas profundas de la
santa Palabra de Dios, tal era la bendición que San Pablo pedía para la iglesia
de Efeso.
2JT 337. Todo el amor
paterno que se haya transmitido de generación a generación por medio de los
corazones humanos, todos los manantiales de ternura que se hayan abierto en las
almas de los hombres, son tan sólo como una gota del ilimitado océano, cuando
se comparan con el amor infinito e inagotable de Dios.
La lengua no lo puede expresar,
la pluma no lo puede describir. Podéis meditar en él cada día de vuestra vida;
podéis escudriñar las Escrituras diligentemente a fin de comprenderlo; podéis
dedicar toda facultad y capacidad que Dios os ha dado al esfuerzo de comprender
el amor y la compasión del Padre celestial; y aún queda su infinidad. Podéis
estudiar este amor durante siglos, sin comprender nunca plenamente la longitud
y la anchura, la profundidad y la altura del amor de Dios al dar a su Hijo para
que muriese por el mundo. La eternidad misma no lo revelará nunca plenamente.
Sin embargo, cuando estudiemos la
Biblia y meditemos en la vida de Cristo y el plan de redención, estos grandes
temas se revelarán más y más a nuestro entendimiento. Y alcanzaremos la
bendición que Pablo deseaba para la iglesia de Éfeso, cuando rogó: "El
Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de,
sabiduría y de revelación para su conocimiento; alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles
las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál aquella supereminente
grandeza de, su poder para con nosotros los que creemos." (Efe. 1: 17-19.)
3JT 155. Hermanos míos
que ocupáis puestos de responsabilidad, ¡ojalá que el Señor no sólo unja
vuestros ojos para que vean, sino que derrame en vuestro corazón el aceite
santo que de las 155 dos olivas fluye por conductos de oro al recipiente de oro
que alimenta las lámparas del santuario! ¡Ojalá que él "os dé espíritu de
sabiduría y de revelación para su conocimiento; alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, . . . y
cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que
creemos"! (Efe. 1:17-19.)
Como fieles padres de familia,
dad alimento en sazón a los miembros de la casa de Dios. Presentad la verdad a
la gente. Obrad como quienes están en plena vista del universo entero del
cielo. No tenemos tiempo que perder, ni un momento. Pronto habrá que hacer
frente a crisis importantes, y necesitaremos hallarnos ocultos en la hendidura
de la roca, para poder ver a Jesús y ser vivificados por su Espíritu Santo.
20-21. DTG
731. PARA EL CREYENTE, CRISTO ES LA RESURRECCIÓN Y LA
VIDA. En nuestro Salvador, la vida que se
había perdido por el pecado es restaurada; porque él tiene vida en sí mismo
para vivificar a quienes él quiera. Está investido con el derecho de dar la 731
inmortalidad.
LA VIDA QUE ÉL
DEPUSO EN LA HUMANIDAD, LA VUELVE A TOMAR Y LA DA A LA HUMANIDAD. "Yo
he venido -dijo- para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia." "El que bebiere del agua que yo le
daré, para siempre no tendrá sed: más el agua que yo le daré, será en él una
fuente de agua que salte para vida eterna." "El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero."
(Juan 10:10; 4:14; 6:54).
PARA EL CREYENTE, LA
MUERTE ES ASUNTO TRIVIAL. Cristo habla de ella como si fuera de poca
importancia. "El que guardaré mi palabra, no verá muerte para
siempre," "no gustará muerte para siempre."
PARA EL CRISTIANO, LA MUERTE ES TAN SÓLO UN SUEÑO, un momento de silencio y tinieblas. La vida está oculta con Cristo en
Dios y "cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare, entonces
vosotros también seréis manifestados con él en gloria." (Juan
8:51,52; Colosenses 3:4).
LA VOZ QUE CLAMÓ
DESDE LA CRUZ: "CONSUMADO ES," FUE OÍDA ENTRE LOS MUERTOS. Atravesó las
paredes de los sepulcros y ordenó a los que dormían que se levantasen. Así
sucederá cuando la voz de Cristo sea oída desde el cielo. Esa voz penetrará en
las tumbas y abrirá los sepulcros, y los muertos en Cristo resucitarán.
EN OCASIÓN DE LA
RESURRECCIÓN DE CRISTO, UNAS POCAS TUMBAS FUERON ABIERTAS; pero en su segunda
venida, todos los preciosos muertos oirán su voz y surgirán a una vida gloriosa
e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su
iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados y
potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este
mundo, sino también en el mundo venidero. DTG/EGW
22-23. DTG
382. "SOBRE ESTA PIEDRA --DIJO JESÚS-- EDIFICARÉ MI IGLESIA". En la presencia de
Dios y de todos los seres celestiales, en la presencia del invisible ejército
del infierno, Cristo fundó su iglesia sobre la Roca viva. Esa Roca es él mismo
-- su propio cuerpo quebrantado y herido por nosotros. Contra la iglesia
edificada sobre ese fundamento, no prevalecerán las puertas del infierno.
CUÁN DÉBIL PARECÍA
LA IGLESIA CUANDO CRISTO PRONUNCIÓ ESTAS PALABRAS. Se componía apenas
de un puñado de creyentes contra quienes se dirigía todo el poder de los
demonios y de los hombres malos; sin embargo, los discípulos de Cristo no
debían temer. Edificados sobre la Roca de su fortaleza, no podían ser
derribados.
DURANTE SEIS MIL
AÑOS, LA FE HA EDIFICADO SOBRE CRISTO. Durante seis mil años, las
tempestades y los embates de la ira 382 satánica han azotado la Roca de nuestra
salvación; pero ella sigue inconmovible.
PEDRO HABÍA
EXPRESADO LA VERDAD QUE ES EL FUNDAMENTO DE LA FE DE LA IGLESIA, y Jesús le
honró como representante de todo el cuerpo de los creyentes. Dijo: "A
ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra
será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado
en los cielos."
"LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS" SON LAS PALABRAS DE
CRISTO. Todas las palabras de la Santa Escritura son suyas y están incluidas en
esa frase. Esas palabras tienen poder para abrir y cerrar el cielo. Declaran
las condiciones bajo las cuales los hombres son recibidos o rechazados. Así la
obra de aquellos que predican la Palabra de Dios tiene sabor de vida para vida
o de muerte para muerte. La suya es una misión cargada de resultados eternos.
EL SALVADOR NO CONFIÓ LA OBRA DEL EVANGELIO A PEDRO INDIVIDUALMENTE. En una ocasión ulterior, repitiendo las palabras que fueron dichas a Pedro, las aplicó directamente a la iglesia. Y lo mismo fue dicho en substancia también a los doce como representantes del cuerpo de creyentes.
Si Jesús hubiese delegado en
uno de los discípulos alguna autoridad especial sobre los demás, no los
encontraríamos contendiendo con tanta frecuencia acerca de quién sería el
mayor. Se habrían sometido al deseo de su Maestro y habrían honrado a aquel a
quien él hubiese elegido.
En vez de nombrar a
uno como su cabeza, Cristo dijo de los discípulos: "No queráis ser
llamados Rabbí;" "ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro
Maestro, el Cristo." (Mateo 23:8,10). "Cristo es la cabeza de todo
varón." Dios, quien puso todas las cosas bajo los pies del Salvador,
"diólo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su
cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos.' (1 Corintios
11:3; Efesios 1:22,23).
LA IGLESIA ESTÁ
EDIFICADA SOBRE CRISTO COMO SU FUNDAMENTO; ha de obedecer a Cristo como su
cabeza. No debe depender del hombre, ni ser regida por el hombre. Muchos
sostienen que una posición de confianza en la iglesia les da autoridad para
dictar lo que otros hombres deben creer y hacer. Dios no sanciona esta
pretensión. El Salvador declara: "Todos vosotros sois hermanos.' Todos 383
están expuestos a la tentación y pueden errar. No podemos depender de ningún
ser finito para ser guiados.
LA ROCA DE LA FE ES
LA PRESENCIA VIVA DE CRISTO EN LA IGLESIA. De ella puede depender el más débil,
y los que se creen los más fuertes resultarán los más débiles, a menos que
hagan de Cristo su eficiencia. "Maldito el varón que confía en el
hombre, y pone carne por su brazo." El Señor "es la Roca,
cuya obra es perfecta." "Bienaventurados todos los que en él
confían.' (Jeremías 17:5; Deuteronomio 32:4; Salmos 2:12).
Ministerio Hno. Pio
No hay comentarios:
Publicar un comentario