GÁLATAS 1:1-10. SALUDO E INTRODUCCIÓN: Vers. (1-7) Pablo se maravilla que los gálatas se hayan apartado de él y del Evangelio tan pronto, (8-10) y anatematiza a quienes predican un evangelio diferente, falso.
GÁLATAS 1:11-24. DEFENSA DE LA AUTORIDAD APOSTÓLICA DE PABLO: Vers. (11-13) El aprendió el Evangelio no de los hombres, sino de Dios. (14-16) Explica lo que era antes de ser llamado, (17-24) y lo que hizo después de su llamamiento.
1 PABLO, apóstol (no de hombres
ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos),
2 y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: 3 Gracia y
paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo. 4 el cual
se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo,
conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os Perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio diferente del que os hemos anunciado sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. 10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
11 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; 12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. 13 Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba;
14 y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. 15 Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, 16 revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre,
17 ni subí a Jerusalén a los que
eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.
18 Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí
con él quince días; 19 pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo
el hermano del Señor.
20 En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento. 21 Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, 22 y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; 23 solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. 24 Y glorificaban a Dios en mí. (Gálatas 1).
1. Apóstol. Ver com. Rom. 1:1. Pablo se refiere a sí mismo
generalmente como "apóstol", sin tratar de justificar su derecho a
este título. Sin embargo, la dilatada defensa de su apostolado (Gál. 1:1 a 2:14)
indica aquí que las iglesias a las que se dirigía vacilaban en aceptar que era
apóstol como decía serlo.
Su Evangelio era de origen divino
(cap. 1:6 -10). Estaba genuinamente convertido (vers. 12-18) y fue recibido en
la comunión de las iglesias de Judea (vers. 19-24). Suposición frente a la
circuncisión fue aprobada por los dirigentes de Jerusalén (cap. 2:1-6). Su
misión como apóstol para los gentiles era reconocida por ellos (vers. 7-10). Su
autoridad como apóstol era igual a la de los doce.
No de hombres. Es obvio que sus oponentes le negaban su derecho a
la autoridad apostólica argumentando que no había sido nombrado ni comisionado
por los doce; esto lo admite sin dificultades, pero inmediatamente presenta su
derecho a una ordenación aun más importante.
Por Jesucristo. Pablo, como los doce, había
recibido su misión directamente de Cristo. El papel de Ananías fue completamente
secundario (ver Hech. 9:17-20). En cuanto al significado de "Jesús" y
"Cristo", ver com. Mat. 1:1.
De los muertos. La autoridad de Pablo como apóstol
provenía del Cristo resucitado. La referencia a la resurrección de Cristo en el
saludo de una epístola, es peculiar de la carta a los gálatas. Es evidente que
los falsos hermanos de Judea, que estaban descarriando a los gálatas creyentes,
desafiaban la validez del apostolado de Pablo, argumentando que no había tenido
el privilegio de una relación personal con Cristo como los doce, y que no había
sido llamado cuando ellos fueron elegidos. Basados en ese hecho evidente,
llegaban a la conclusión de que era inferior a los doce, y que como no había
sido elegido formalmente, ni comisionado por ellos, era un impostor y su
Evangelio no era fidedigno.
2. Los hermanos. Pablo acostumbraba incluir los
nombres de sus compañeros en los saludos de sus epístolas. Por ejemplo,
menciona a Sostenes (1 Cor. 1:1) y a Timoteo (Fil. 1:1). En vista de la
posibilidad de que esta epístola y la de Romanos se escribieran alrededor del
mismo tiempo desde Corinto, quizá se refiera aquí a los mencionados en Rom. 16:21-23.
Las iglesias de Galacia. Ver p. 929. Los saludos de esta
carta son muy diferentes de los de casi toda las otras que Pablo escribió. No
hay una expresión de afecto personal como el "amados" de Rom. 1:7, ni
de confianza en la lealtad a la verdad, como en 1 Tes. 1:3. No hay una
expresión de aprecio por la fidelidad o el servicio cristiano. Ni siquiera se
refiere a los gálatas como a "santos'. Quizá esto refleje los alcances de
su apostasía. Pablo no podía encontrar nada por lo cual alabarlos.
3. Gracia y paz. El saludo habitual de casi todas
las epístolas de Pablo (ver com. Rom.
1:7; 1 Cor. 1:3). No importa cuánto pudiera sentir Pablo la apostasía de los
gálatas, no por eso los amaba menos. Su sincero deseo era que recibieran la
gracia que llega hasta los hombres desde Dios como una dádiva por medio de la
fe en Jesucristo. La preocupación de Pablo en esta carta es grabar en los
gálatas la gran verdad de que la justificación proviene de Dios como un favor
(ver p. 931). Nunca puede ser ganada por obras, sino sólo creyendo en el sacrificio
expiatorio de Cristo. Cuando el pecador recibe esa gracia, disfruta de paz (ver
com. Rom. 5:1; cf. Fil. 4:7).
4. Se dio a sí mismo. Ver com. Mat. 20:28; Rom. 4:25. El tema de esta epístola es la salvación por medio de Jesucristo. Los gálatas se habían apartado de esa verdad espiritual y habían aceptado la falsa enseñanza de que la salvación se puede ganar.
La aceptación de esta doctrina ajena a las
Escrituras los había llevado prácticamente a ignorar la muerte expiatorio de
Cristo. Cuando Jesús se entregó para librarnos del castigo del pecado, no sólo
se ofreció como sacrificio por el hombre para sufrir y morir en lugar de él,
sino que se unió con la familia humana e identificó los intereses de ella con
los suyos (ver com. Fil. 2:6-8).
Por nuestros pecados. Ver com. Isa. 53:4-6.
Presente siglo malo. Es decir, del pecado prevaleciente
y la corrupción del mundo. Nosotros no tenemos poder ninguno para librarnos del
mal (ver com. Rom. 7:24 a 8:4). A los gálatas, que tan pronto habían olvidado
las grandes verdades de la justificación y de la santificación, y se habían
vuelto a las obras de la ley como un medio de salvación, Pablo otra vez les
presenta la gran verdad de que Jesús, por medio de su sacrificio expiatorio, ha
proporcionado un camino de escape para todos los que lo acepten como Salvador.
Cualquier intento de ganar esta
victoria sobre el mal de este mundo mediante nuestros propios esfuerzos, no
está de acuerdo con la voluntad de Dios. Por eso Pablo insinúa su propósito al
escribir su breve introducción. Si los gálatas persistían en su legalismo, no
podían esperar ser liberados del pecado y, por lo tanto, tampoco ser admitidos
en el mundo futuro libre de pecado.
Conforme a la voluntad. Ver com. Isa. 53:10; cf Juan 3:16.
Nuestro Dios y Padre. Ambos nombres se refieren a la
misma Persona.
5. A quien sea la gloria. Al pensar el apóstol en la gran
dádiva de amor de Dios, se siente inspirado a irrumpir en una expresión de
alabanza. Durante toda la eternidad, los redimidos cantarán alabanzas a Aquel
que mediante su infinito sacrificio hizo posible su salvación eterna. En cuanto
a la palabra "gloria", ver com. Rom. 3:23.
Amén. Ver com. Mat. 5:18.
6. Estoy maravillado. Este es el único caso en todas
sus cartas a las iglesias en que Pablo no expresa agradecimiento ni gozo. Hay
sí una manifestación de profundo asombro. ¿Cómo podían olvidar los gálatas tan
pronto las verdades del Evangelio y todas las evidencias del llamamiento de
Dios, que una vez significó tanto para ellos, para ir tras los falsos maestros
que contradecían todo lo que Pablo les había enseñado?
No mucho antes habían aceptado
con gozo a Cristo como su sustituto, y se regocijaban en la liberación del
pecado por medio de la fe. Ahora aceptaban la expiación de sus pecados por
medio de las obras de la ley. En realidad, estaban negando la validez de todas
sus experiencias anteriores.
Tan pronto. Quizá "tan pronto" después de su
conversión, pero posiblemente después de que habían oído "un evangelio
diferente".
Alejado. Gr. metatíth'mi, "cambiarse",
"pasarse", "desertar". El verbo está en el tiempo presente,
lo que indica que la apostasía aún estaba en proceso de desarrollo cuando Palo
escribía.
Ese apartarse de la fe había
sobrevenido súbitamente y progresaba con rapidez. La flexión del verbo también
indica que ellos eran responsables de abandonar a Pablo. Otros habían influido
en ellos, pero voluntariamente habían respondido a esa influencia. Por
supuesto, eso no absolvía de pecado a los falsos maestros.
Del que os llamó. Los comentadores difieren en
cuanto a si esta frase se refiere a Dios, a Cristo o a Pablo, aunque éste
siempre designa a Dios el Padre como Aquel del cual procede la invitación
evangélica (ver Rom. 8:30; 9:11; 1 Cor. 1:9; etc.); pero fue por medio de Pablo
que Dios había extendido su bondadoso llamamiento a los gálatas (cf. 2 Cor. 5:18-20).
Un evangelio diferente. Ver com. 2 Cor. 11:4. El
"evangelio" de los falsos maestros no era una variante del Evangelio
de Pablo, sino algo del todo diferente. En realidad, no era un Evangelio en lo
más mínimo (ver Gál. 1:7). No hay otra buena nueva sino la de la salvación por
medio de Jesucristo (ver Hech. 4:12).
Pablo predicaba que los hombres se salvan por la fe sin tener en cuenta las obras de la ley Cualquier intento de superponer las obras por encima de la fe como medio de salvación, es una perversión del Evangelio porque niega tanto la necesidad como la eficacia del sacrificio de Cristo.
Para un estudio de la palabra "evangelio", ver
com. Mar. 1:1. En cuanto a las tentativas de mezclar el judaísmo con el
cristianismo, ver pp. 54-56.
7. No que haya otro. Lo que esos judaizantes
predicaban no era en ninguna forma el "Evangelio", sino una
perversión o falsificación del Evangelio.
Sino que hay algunos. Pablo ni siquiera designa por nombre
a los judaizantes, pero insinúa que son sólo unos individuos aislados que
hablan por cuenta propia y cuyo único propósito es beneficiar sus propios
intereses.
Perturban. Gr. tarássÇ, "agitar",
"molestar", "provocar perplejidad" en la mente respecto a
algo. En este caso, sugiriendo dudas y escrúpulos acerca de la validez del
Evangelio como lo proclamaba Pablo.
8. Nosotros. Evidentemente se trata de Pablo y quizá los
colaboradores a los cuales se alude en el vers. 2. Es frecuente que Pablo use
el pronombre de la primera persona plural para referirse a él solo.
Un ángel del cielo. Difícilmente Pablo hubiera podido
hacer una afirmación más vigorosa de certidumbre respecto al Evangelio que
ésta. Era increíble que un ángel del cielo engañara a los hombres.
Diferente del que. O "contrario a". "Otro
evangelio diferente", es decir un evangelio de una clase diferente sería
contrario al verdadero Evangelio. Dios ni cambia ni se contradice.
Anatema. Gr. anáthema, "cosa maldita", es decir destinada
al castigo merecido. En este caso, a sufrir la ira de Dios. En la LXX anáthema
equivale al sustantivo hebreo jérem, que se relaciona con el verbo jaram, y
significa una persona o cosa destinada a la destrucción (ver com. 1 Sam. 15:3).
Espiritualmente denota el estado
de aquel que está apartado de Dios por el pecado. Tal como se usa en el NT, no
se refiere a la excomunión eclesiástica como se practicó en siglos posteriores,
pero sin duda incluía alguna forma de separación de la iglesia. En el caso del
hombre inmoral de la iglesia de Corinto, Pablo había aconsejado que fuera eliminado
de la iglesia (1 Cor. 5:2).
9. Como antes hemos dicho. Es evidente que en una visita
previa Pablo había advertido a los gálatas contra los falsos maestros que
tratarían de pervertir el Evangelio (cf. Hech. 20:29-30). Esa advertencia
anterior debería haberlos protegido contra tales impostores.
Ahora lo repito. Pablo pasa de la primera persona
plural al singular con la intención de añadir su autoridad personal como
apóstol a la declaración que estaba por repetir.
Anatema. Ver com. vers. 8.
10. ¿Busco ahora el favor? Es decir, para agradarlos y ganar
así su favor. Cf. Mat. 28:14. Lo que Pablo acaba de decir en cuanto a los
gálatas y la forma de tratar a los que se oponen al Evangelio (Gál. 1:6-9) de
ninguna manera puede interpretarse como un intento de ganar el favor de los
hombres. Esta pregunta quizá era una respuesta a una acusación presentada
contra Pablo por los falsos maestros, de que, según ellos, él había intentado
ganarse el favor de los gálatas mediante adulaciones y subterfugios.
Siervos de Cristo. Como siervo de Cristo, Pablo debía hacer todo lo que pudiera para salvar a los hombres, y no para agradarlos. Si hubiera procurado "agradar a los hombres" sin tener en cuenta su obligación como predicador del Evangelio, no habría sido leal a su misión como siervo de Cristo.
Era imposible pensar en tal componenda. Es cierto
que Pablo "a todos" se "había hecho de todo" a fin de
salvar a algunos (1 Cor. 9:22); pero al hacerlo nunca transigió en su lealtad a
la verdad. Anhelaba por sobre todas las cosas salvar a los hombres, y con ese
fin estaba dispuesto a sacrificar gozosamente aun su misma vida.
11. Os hago saber. Solemnemente Pablo anuncia el
tema que tratará a continuación (cap. 1:11 a 2:21).
No es según hombre. El punto en disputa es la
autoridad de Pablo como apóstol, y por lo tanto la validez de su
"Evangelio" de salvación por la fe y no por "las obras de la
ley". Dedica mucho espacio a un relato detallado de ciertos sucesos desde
el tiempo de su conversión hasta el concilio de Jerusalén, cuando los apóstoles
reconocieron formalmente que había sido llamado al ministerio evangélico.
Eso se hizo necesario debido a la
persistente denuncia de los maestros judaizantes de que como Pablo no era uno
de los doce, su Evangelio no era apostólico, y por lo tanto no era genuino. En
los vers. 12-24 demuestra el origen divino de su Evangelio, y más adelante
(cap. 2:1-10) presenta la prueba de que los apóstoles reconocieron la validez
de ese Evangelio.
12. Revelación. Gr. apokálupsis (ver com. Apoc.
1:1).
De Jesucristo. Tal vez una revelación de la verdad que le fue
concedida por Jesucristo, y no sencillamente una revelación acerca de Cristo. Pablo
fue instruido en el Evangelio "de [por] Jesucristo" y no "de
[por] hombres". Esto incluía la visión en el camino a Damasco y las
revelaciones subsiguientes, que parecen haber sido muchas. En 2 Cor. 12:7 habla
de "la grandeza de las revelaciones" que había recibido.
En Gál. 1:17 insinúa que una gran
parte de esas instrucciones las recibió durante los tres años pasados en
Arabia. La soledad del desierto debe haber proporcionado un ambiente ideal para
la revelación y la contemplación. Es evidente que esa instrucción era completa
porque en una visita posterior a Jerusalén los dirigentes no pudieron añadir
nada a ella (cap. 2:6). Reconocieron la validez del llamamiento de Pablo al ministerio
y le dieron "la diestra en señal de compañerismo" (cap. 2:7-9).
13. Conducta. El proceder de Pablo antes de su conversión, cuando
perseguía a la iglesia debido a un espíritu de lealtad fanática al judaísmo,
demuestra que no había estructurado su concepto del Evangelio antes de su
conversión.
Recuerda a los gálatas que ellos
conocían su notoria conducta. Ese conocimiento parece haberse divulgado mucho,
pues en su defensa ante el rey Agripa declaró que su conducta desde su juventud
era bien conocida por todos los judíos (Hech. 26:4-5). Su celo anterior por el
judaísmo y su sistema legal era diametralmente opuesto a su fervor posterior
por la libertad del Evangelio (ver Hech. 26:9-11). Esta alusión a su pasado
también puede haber tenido el propósito de llamar la atención al hecho de que
su oposición posterior al judaísmo no era el resultado de su ignorancia de la
fe judía, sino, por el contrario, de su conocimiento cabal de la misma.
Sobremanera. El empeño que ponía Pablo en la persecución excedía
al de otros judíos. Era una obsesión para él, tal como lo fue posteriormente la
predicación del Evangelio. No se había sentido satisfecho con perturbar a la
iglesia cristiana; estaba decidido a destruirla completamente (Hech. 8:3;
22:19; 26:10-11). Si no hubiese intervenido Dios, Pablo podría haber destruido
a la iglesia naciente.
Asolaba. Gr. porthéÇ, "destruir";
"devastaba" (BJ).
14. Aventajaba. Gr. prokóptÇ,
"avanzar", "progresar"; unido en el griego a la preposición
hupér, "por encima", "más". Este verbo se usaba
originalmente para referirse a un explorador que se abría camino a través de
los matorrales. Pablo había sido considerado antes de su conversión como una
estrella de primera magnitud que surgía en el cielo del judaísmo.
Contemporáneos. Pablo se había distinguido no
sólo por su erudición teológico, sino también por su celo en la estricta
observancia de los reglamentos rituales de la ley. Sin duda se refiere a los
jóvenes de su misma generación que estudiaban en Jerusalén bajo la dirección de
Gamaliel o de los otros eminentes maestros judíos. Su precoz promoción al
Sanedrín (HAp 92) demuestra la alta estima en que lo tenían sus mayores.
Las tradiciones. Es decir, la ley oral, diferente de
la ley escrita (ver Mat. 15:2; t. V, pp. 97-98). La ley oral había evolucionado
gradualmente hasta el punto de complementar la ley escrita de Moisés, y era
considerada como de igual validez a la ley escrita de Dios. Pero Jesús declaró
que esas tradiciones tenían el efecto de invalidar y anular la ley de Dios (ver
com. Mat. 7:13).
Algunos comentadores sugieren que
Pablo quizá pertenecía a un sector extremista de los fariseos que se consideraban
celosos de la ley Ante el rey Agripa testificó que había vivido de acuerdo con
la más rigurosa secta del judaísmo (Hech. 26:4-5).
15. Dios, que me apartó. La evidencia textual (cf. p. 10)
sugiere el texto de la RVR, pero admite la importancia de manuscritos que
omiten el nombre de Dios. El sentido no cambia: Dios lo había apartado para el
ministerio. La educación de Pablo, su preparación, sus creencias y sus
prácticas desde su nacimiento, habían estado de acuerdo con las tradiciones del
judaísmo (vers. 14). En el ambiente de su vida nada lo había predispuesto para
que rechazara el sistema legal; al contrario, todo había tendido mucho en la
dirección opuesta. Desde el punto de vista humano, no había ninguna explicación
satisfactoria para que pasara de creer en la salvación por la ley a creer en la
salvación por la fe. El cambio sólo podía atribuirse a la interposición directa
de Dios.
Por su gracia. El propósito de Dios con Pablo, aun antes de su
nacimiento, había sido el de enviarlo como su representante entre los gentiles,
lo que, por supuesto, estaba sujeto al consentimiento de Pablo; pero Dios
previó que él respondería a la invitación cuando le llegara. Pablo declara aquí
que su designación para el apostolado fue determinada por Dios y no por hombre.
No había hecho nada que mereciera ese alto honor, y por lo tanto lo atribuía a
un acto de gracia. Su propio plan para su vida había sido completamente
diferente. Lo que le sucedió en el camino a Damasco fue una gran sorpresa para
él, pero ahora reconocía que era un acto especial de la Providencia que lo
invitaba a seguir el plan que Dios tenía para su vida.
16. Revelar a su Hijo. La conversión de Pablo al
cristianismo y su misión de predicar el Evangelio, fueron dos aspectos de su
primer encuentro personal con el Cristo resucitado (ver Hech. 26:12-19). La
revelación o aparición de Cristo ante él en persona, en el camino a Damasco (1
Cor. 15:8), lo hizo abandonar la lealtad que había profesado al judaísmo y
aceptar el cristianismo; y la consiguiente experiencia de Cristo que moraba en
él (Gál. 2:20) lo indujo a su fructífera predicación de Cristo entre los
paganos. Por medio de Pablo el mundo había de saber muchas cosas acerca de
Jesús y del plan de Dios para la humanidad por medio de la vida y la muerte del
Redentor. Pablo se convirtió en un poderoso instrumento para la predicación del
Evangelio porque daba un testimonio personal del poder del Evangelio.
Entre los gentiles. La misión de Pablo entre los
gentiles le fue dada por medio de Ananías tres días después de la visión en el
camino a Damasco (Hech. 9:9, 15-17). No se le prohibía predicar a los judíos,
pero su principal responsabilidad era hacia los que no eran judíos. Cuando
llegaba a una ciudad primero visitaba la sinagoga y daba testimonio acerca de
Jesús ante sus compatriotas, y allí también se encontraba con los gentiles temerosos
de Dios (ver Hech. 13:14, 43-48; 14:1; 17:1-4).
No consulté. Otra prueba del origen divino de su misión fue el
hecho de que no sostuvo conversaciones con los dirigentes de Jerusalén durante
tres años (vers. 17) después de su conversión, y no había recibido
instrucciones de ellos en cuanto a cómo debía predicar a Jesús.
17. Ni subí. Para recibir la aprobación oficial de la iglesia,
Pablo tendría que haber consultado con los apóstoles más antiguos, que eran los
dirigentes reconocidos que estaban en Jerusalén. El hecho de que no lo hiciera
era una evidencia de que no lo creía necesario. En cierto sentido Pablo era
"un abortivo" (1 Cor. 15:8) y un apóstol, aunque no pertenecía a los
doce.
Fui a Arabia. No se sabe a qué parte de Arabia se retiró Pablo ni
cuánto tiempo estuvo allí; pero no fue por más de tres años (vers. 18). Algunos
creen que Pablo se refiere al desierto de las proximidades de Damasco. Otros
sugieren que pudo haber permanecido en el desierto cerca del monte Sinaí; pero
es dudoso que Pablo hubiera denominado a esa región como "Arabia".
La secuencia de los
acontecimientos entre la conversión de Pablo y su siguiente visita a Jerusalén
(vers. 18), debe completarse con el relato tal como lo presenta Lucas y las
declaraciones incidentales de otros pasajes de Pablo. Lucas no menciona la
visita a Arabia; sólo relata que Pablo predicaba en Damasco después de su
conversión, y que de allí fue a Jerusalén.
Combinando la información de
todas las fuentes que se tienen, los acontecimientos de este período de dos o
tres años sucedieron de la siguiente manera. Después de pasar algún tiempo
predicando en Damasco, Pablo se retiró a Arabia. Cuando regresó a Damasco su
predicación fue mal recibida, pues se intentó detenerlo, lo que indudablemente
fue instigado por los judíos; sin embargo, pudo huir siendo "descolgado
del muro en un canasto" (2 Cor. 11:33). Ver p. 104; mapa p. 226; com.
Hech. 9:24-25.
18. Después, pasados tres años. Pablo presenta a los gálatas un
relato detallado de los acontecimientos posteriores a su conversión, para que
sus opositores no tuvieran motivo para decir que él había visitado secretamente
a los apóstoles de Jerusalén en alguna ocasión durante ese período, y que recibió
instrucciones de ellos. Su propósito evidente era aclarar cuánto tiempo pasó
después de su conversión antes de ir a Jerusalén. Pasaron "tres años"
antes de que ni siquiera viera a Pedro, y durante parte de ese tiempo ya estaba
predicando.
Para ver. O "visitar". Cuando Pablo fue a Jerusalén
lo hizo específicamente para ver a Pedro, pero no para recibir instrucciones de
él ni para conseguir su permiso para predicar. Es evidente que el propósito de
Pablo fue el de relacionarse con Pedro y tener su amistad. Bernabé se encontró
con Pablo en Jerusalén y lo presentó a algunos de los apóstoles, informándoles
de su conversión y audacia para declarar públicamente que Jesús era el Hijo de
Dios (Hech. 9:27).
Pedro. La evidencia textual (cf. p. 10) establece el uso
del nombre "Cefas" (BC, BJ, NC). Ver com. Mat. 16:18.
Quince días. Durante esta breve permanencia en la ciudad, Pablo
se ocupó en predicar y disputar con judíos que hablaban griego, y sólo una
pequeña parte de ese tiempo pudo haber pasado con los apóstoles (Hech. 9:
28-29). Pronto surgió odio contra él, y comenzó a tramarse un complot para
matarlo.
Un día, mientras estaba en el
templo, se le ordenó en una visión que se fuera inmediatamente de Jerusalén
(Hech. 22:17-21). Sin duda Pablo hubiera prolongado esta visita a Jerusalén, si
no hubiese sido por la intensa oposición, la amenaza de muerte y la advertencia
divina de que se fuera.
Su propósito al mencionar esta
visita era demostrar que los principales apóstoles se habían relacionado con él
ya en ese tiempo, habían aceptado su conversión como genuina y, se deduce,
habían aprobado su interpretación del Evangelio (Gál. 1:24).
Pedro y Jacobo (vers. 18-19),
como dirigentes responsables, no habrían dejado de enterarse de las enseñanzas de
Pablo ni de hacerlo callar si hubiesen desaprobado lo que estaba enseñando. La
mención específica de "quince días" da un tono de veracidad al relato
y sugiere la imposibilidad de que Pablo recibiera muchas instrucciones mientras
estuvo allí.
19. Otro de los apóstoles. Además de los doce había otros a
los que en una u otra ocasión se los llama apóstoles, pero que nunca fueron
considerados como pertenecientes al grupo elegido y enviado por Jesús (ver Rom.
16:7; 1 Tes. 2:6).
Jacobo el hermano del Señor. Algunos identifican a este Jacobo con el hijo de Alfeo, explicando que "hermano" debe entenderse en el sentido general de "primo" o algún otro pariente cercano.
Esta
identificación se basa en la creencia de que Pablo se refiere a este Jacobo
como a un apóstol; sin embargo, la forma de expresarse no lleva a esa
conclusión, y la identificación es sumamente improbable (ver Mat. 13:55; com.
Mar. 3:18; 6:3).
20. No miento. Pablo sostiene solemnemente mediante un juramento
la veracidad de lo que considera como una parte muy importante de su relato.
21. De Siria y de Cilicia. Pablo se alejó de Jerusalén
debido a un complot contra su vida (Hech. 9:29-30). El Señor le advirtió por
medio de una visión que huyera rápidamente de la ciudad (Hech. cap. 22:17-18).
En este tiempo Siria y Cilicia
estaban unidas, pues dependían de una sola administración provincial romana
(ver mapa frente a p. 33). Tarso, la ciudad de donde procedía Pablo, estaba en
Cilicia. Hay un silencio en el relato del NT que cubre aproximadamente los siguientes
cinco años (ver com. Hech. 9:30). Tal vez Pablo desplegó un activo ministerio
en Tarso y sus proximidades. Unos cinco años más tarde Bernabé fue a Tarso y
llevó a Pablo a Antioquía, donde ambos enseñaron el Evangelio durante todo un
año (Hech. 11:25-26).
22. No era conocido de vista. Quizá Pablo llegó a ser conocido
por los cristianos de Jerusalén durante los 15 días que pasó allí, pues Lucas
dice que "entraba y salía" entre ellos en Jerusalén (Hech. 9:26-28);
pero no era conocido por las comunidades cristianas fuera de la ciudad.
23. Aquel que en otro tiempo nos perseguía. Pablo había
sido completamente sincero al perseguir a esa odiada secta (ver Hech. 26:9-10).
No satisfecho con desarraigar el cristianismo de Jerusalén y de las ciudades de
Judea, continuó con su propósito en regiones fuera de Palestina.
Predica la fe. ¡Qué cambio se ha efectuado en el perseguidor! La
noticia de este milagro de la fe estaba siendo proclamada por dondequiera. Pablo
destaca que los judíos de Palestina reconocían que la calidad de su predicación
y enseñanza era genuina. Es evidente que nadie advertía ninguna diferencia
significativa entre el Evangelio de Pablo y el que proclamaban los apóstoles.
24. En mí. Es decir, hallaban en Pablo, en su conversión y en
su ministerio, un motivo para alabar a Dios. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1. HAp 104. EL SOLEMNE COMETIDO QUE SE DIO A PABLO en ocasión de su entrevista con Ananías pesaba de modo creciente sobre su corazón. Cuando, en respuesta a las palabras: "Hermano Saulo, recibe la vista,"
Pablo había mirado por primera vez el rostro de este hombre
devoto, Ananías, bajo la inspiración del Espíritu Santo, le dijo: "El Dios
de nuestros padres te ha predestinado para que conocieses su voluntad, y vieses
a aquel Justo, y oyeses la voz de su boca. Porque has de ser testigo suyo a
todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora pues, ¿por qué te
detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su
nombre." (Hech. 22:14-16.)
ESTAS
PALABRAS ESTABAN EN ARMONÍA CON LAS DE JESÚS MISMO, 104 quien,
cuando detuvo a Saulo en el camino a Damasco, declaró: "Para esto te he
aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de
aquellas en que apareceré a ti: librándote del pueblo y de los Gentiles, a los
cuales ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por
la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte entre los santificados."
(Hech. 26:16-18.)
MIENTRAS
CONSIDERABA ESTAS COSAS EN SU CORAZÓN, Pablo
entendía más y más claramente el significado de su llamamiento "a ser
apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios." (1 Cor. 1:1.) Su
llamamiento había provenido, "no de los hombres, ni por hombre, mas por
Jesucristo y por Dios el Padre." (Gál. 1:1.)
3. HAp 307;
6-8. HAp 307. MIENTRAS ESTABA EN CORINTO,
PABLO tenía motivo de seria aprensión
concerniente a algunas de las iglesias ya establecidas.
Por
la influencia de falsos maestros que se habían levantado entre los creyentes de
Jerusalén, se estaban extendiendo rápidamente la división, la herejía y el
sensualismo entre los creyentes de Galacia.
ESOS
FALSOS MAESTROS mezclaban las tradiciones judías con las
verdades del Evangelio. Haciendo caso omiso de la decisión del concilio general
de Jerusalén, instaban a los conversos gentiles a observar la ley ceremonial.
LA
SITUACIÓN ERA CRÍTICA. Los males
que se habían introducido amenazaban con destruir rápidamente a las iglesias
gálatas. El corazón de Pablo se sintió herido y su alma fue conmovida por esta
abierta apostasía de aquellos a quienes había enseñado fielmente los principios
del Evangelio.
ESCRIBIÓ
INMEDIATAMENTE A LOS CREYENTES ENGAÑADOS, exponiendo
las falsas teorías que habían aceptado, y reprendiendo con gran severidad a los
que se estaban apartando de la fe. Después de saludar a los gálatas con las
palabras: "Gracia sea a vosotros, y paz de Dios el Padre, y de
nuestro Señor Jesucristo," les dirigió estas palabras de agudo reproche: "Estoy
maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó a la gracia
de Cristo, a otro evangelio: no que hay otro, sino que hay algunos que os
inquietan, y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más aún si nosotros o un
ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea
anatema."
LAS
ENSEÑANZAS DE PABLO habían estado en 308 armonía
con las Escrituras, y el Espíritu había dado testimonio acerca de sus labores;
por lo tanto exhortó a sus hermanos a que no escucharan a quien contradijera la
verdad que él les había enseñado.
3-4. HAp 169. TODO VERDADERO
MINISTRO siente una pesada responsabilidad 169 por el
progreso espiritual de los creyentes confiados a su cuidado, un anhelante deseo
de que sean colaboradores de Dios. Comprende que del fiel cumplimiento del
trabajo que Dios le da depende en gran medida el bienestar de la iglesia.
Trata Ardiente E Incansablemente
De Inspirar En Los Creyentes El Deseo De Ganar Almas Para Cristo, recordando que
todo el que se añade a la iglesia debería ser un agente más para el
cumplimiento del plan de la redención.
Habiendo visitado las
iglesias de Pisidia y de la región vecina, Pablo y Silas, con Timoteo,
penetraron en "Frigia y la provincia de Galacia," donde proclamaron
con gran poder las buenas nuevas de la salvación. Los gálatas eran idólatras,
pero cuando los apóstoles les predicaron se gozaron en el mensaje que les
prometía libertad de la servidumbre del pecado.
PABLO Y SUS
COLABORADORES proclamaron la doctrina de la justicia por la fe en el sacrificio
expiatorio de Cristo.
PRESENTABAN A
CRISTO como Aquel que, al ver la impotente condición de la especie caída, vino
a redimir a los hombres y mujeres viviendo una vida de obediencia a la ley de
Dios y pagando la penalidad de la desobediencia. Y a la luz
de la cruz, muchos que nunca habían conocido antes al Dios verdadero empezaron
a comprender la grandeza del amor del Padre.
ASÍ SE LES ENSEÑARON
A LOS GÁLATAS las verdades fundamentales concernientes a "Dios el
Padre," y a "nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por
nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la
voluntad de Dios y Padre nuestro." "Por el oír de la fe,"
recibieron el Espíritu de Dios, y llegaron a ser "hijos de Dios por la fe
en Cristo." (Gál. 1:3,4; 3:2,26.)
Pablo vivió de tal
manera entre los gálatas que pudo decir más tarde: "Os ruego, sed como
yo." (Gál. 4:12). Sus labios habían sido tocados con un carbón encendido
del altar, y fue habilitado para sobreponerse a las debilidades corporales y
presentar a Jesús como la única esperanza del pecador. Los que lo oían sabían
que había estado con Jesús.
11-16. HAp 309. EN
LAS IGLESIAS GÁLATAS, el error
abierto y desenmascarado estaba suplantando al mensaje evangélico. Cristo, el
verdadero fundamento de la fe, era virtualmente desplazado por las anticuadas
ceremonias del judaísmo. El apóstol vio que para salvar a los creyentes gálatas
de las peligrosas influencias que los amenazaban, debían tomarse las más
decisivas medidas, darse las más penetrantes amonestaciones.
UNA
IMPORTANTE LECCIÓN que todo ministro de Cristo debe aprender es que debe
adaptar sus labores a la condición de aquellos a quienes trata de beneficiar.
La ternura, la paciencia, la decisión y la firmeza son igualmente necesarias;
pero han de ejercerse con la debida discriminación. El tratar sabiamente con diferentes
clases de mentes, en diversas circunstancias y condiciones, es un trabajo que
requiere sabiduría y juicio iluminados y santificados por el Espíritu de Dios.
EN
SU CARTA A LOS CREYENTES GÁLATAS, Pablo repasa
brevemente los principales incidentes relacionados con su propia conversión y
primera experiencia cristiana. Por este medio trató de demostrar que fue por
una manifestación especial del poder divino, cómo él fue inducido a ver y
recibir las grandes verdades del Evangelio.
FUE
Por Instrucción Recibida De Dios Mismo cómo
Pablo fue inducido a reprender y amonestar a los gálatas en tan solemne y
positiva manera. Escribió no con vacilación y duda, sino con la seguridad de la
firme convicción y del conocimiento absoluto. Bosquejó claramente la diferencia
entre el ser enseñado por el hombre y el recibir instrucción directa de Cristo.
EL
APÓSTOL instó a los gálatas a dejar a los falsos
guías por los cuales habían sido extraviados, y a volver a la fe que había sido
acompañada por evidencias inconfundibles de la aprobación divina. Los hombres
que habían tratado de apartarlos de su fe en el Evangelio eran hipócritas,
profanos de corazón y corruptos en su vida. Su religión estaba constituida por
una rutina de 310 ceremonias, con cuyo cumplimiento esperaban ganar
el favor de Dios. No querían un Evangelio que exigía obediencia a la palabra:
"El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios." (Juan
3:3.) Sentían que una religión fundada en tal doctrina, requería demasiado
sacrificio, y se aferraban a sus errores, engañándose a sí mismos y a otros.
17-18. HAp 105. EN
EL CURSO DE SU MINISTERIO ULTERIOR, Pablo Nunca Perdió De Vista La Fuente De Su
Sabiduría Y Fuerza. Oídlo años más tarde
declarar todavía: "Para mí el vivir es Cristo." (Fil. 1:21.) Y otra
vez: "Y ciertamente, aun reputo todas las cosas pérdida 105 por
el eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, . . . para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi
justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia
que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y la virtud de su resurrección, y
la participación de sus padecimientos." (Fil. 3:8-10.)
DE
ARABIA VOLVIÓ PABLO "DE NUEVO A DAMASCO" (Gál.
1: 17)," y hablaba confiadamente en el nombre de Jesús." Incapaces
los judíos de rebatir la sabiduría de sus argumentos, "hicieron entre sí
consejo de matarle." Día y noche guardaron diligentemente las puertas de
la ciudad para que no escapara. Esta crisis movió a los discípulos a buscar a
Dios ardientemente, y al fin, "tomándole de noche, le bajaron por el muro
en una espuerta."
DESPUÉS
DE HABER HUÍDO DE DAMASCO, FUE PABLO A JERUSALÉN a
los tres años de su conversión, con el principal objeto de "ver a
Pedro," según él mismo declaró después. Al llegar a la ciudad donde tan
conocido fuera un tiempo como Saulo el perseguidor, "tentaba de juntarse
con los discípulos; mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era
discípulo." Era difícil para ellos creer que ese fanático fariseo, que
tanto había hecho para destruir la iglesia, pudiese llegar a ser un sincero
seguidor de Jesús.
"Entonces
Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y contóles cómo había visto al
Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado
confiadamente en el nombre de Jesús."
AL
OÍR ESTO, LOS DISCÍPULOS LO ADMITIERON EN SU MEDIO, y
muy luego tuvieron abundantes pruebas de la sinceridad de su experiencia
cristiana. El futuro apóstol de los gentiles estaba a la sazón en la ciudad
donde residían muchos de sus antiguos colegas, y anhelaba explicar a estos
dirigentes judíos las profecías referentes al Mesías, que se habían cumplido
con el advenimiento del Salvador.
21, 23. HAp 127. La Obra De Bernabé En Antioquía Fue Copiosamente
Bendecida y aumentó allí
muchísimo el número de fieles. Al prosperar la obra, sintió Bernabé la
necesidad de ayuda conveniente a fin de avanzar por las puertas abiertas por la
providencia de Dios; y así se fue a Tarso en busca de Pablo quien, después de
salir de Jerusalén algún tiempo antes, había estado trabajando en las comarcas
de "Siria y de Cilicia," anunciando "la fe que en otro tiempo
destruía." (Gál. 1:21,23.) Bernabé encontró a Pablo y le persuadió a que
volviese con él como su compañero en el ministerio.
24. OE 66. En tiempos
pasados, había quienes fijaban su mente en un alma tras otra, diciendo:
"Señor, ayúdame a salvar esta alma." Pero ahora escasean mucho los
tales casos. ¿Cuántos obran como si se diesen cuenta del peligro que corren los
pecadores? ¿Cuántos toman a aquellos a quienes saben que están en peligro, y
los presentan a Dios en oración, suplicándole que los salve?
El apóstol Pablo pudo decir de la
iglesia primitiva: "Y glorificaban
a Dios en mí."*Gal. 1:24. ¿No nos esforzaremos por vivir de modo tal
que estas mismas palabras se puedan decir de nosotros? El Señor proveerá medios y recursos para
aquellos que lo busquen de todo corazón.
El desea que reconozcamos la dirección divina manifestada en la
preparación de campos de labor y del camino para que estos campos fuesen
ocupados con éxito.
Ministerio Hno. Pio
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