NO
PODÍA ESCAPAR
a la atención de sus enemigos la obra de Pablo entre las iglesias después de su
absolución en Roma. Desde los comienzos de la persecución de Nerón, los
cristianos se convirtieron por doquier en una secta proscrita.
PASADO ALGÚN TIEMPO, los
judíos incrédulos concibieron la idea de achacar a Pablo el crimen de haber
INSTIGADO el incendio de Roma. Ninguno de ellos, ni por un instante, lo
creyó culpable; pero sabían que semejante acusación, hecha con la menor
apariencia de probabilidad, acarrearía su condena. Debido a sus esfuerzos,
Pablo fue detenido nuevamente y llevado en seguida a su prisión final.
EN
SU SEGUNDO VIAJE A ROMA, acompañaron a Pablo varios de sus antiguos
colaboradores; otros deseaban con ansias compartir su suerte, pero él no quiso
permitirles que pusieran su vida en peligro. Las perspectivas esta vez eran
bastante más desfavorables que en ocasión de su primer encarcelamiento.
LA
PERSECUCIÓN
desatada por Nerón había contribuido a que disminuyera muchísimo el número de cristianos
que vivían en Roma. Miles habían sufrido el martirio por causa de su fe; muchos
habían abandonado la ciudad, y los que quedaban estaban sumamente deprimidos e
intimidados.
AL
LLEGAR A ROMA, lo encerraron en una lóbrega mazmorra, en la cual iba a
quedar hasta que terminara su proceso. Acusado de instigar uno de los más viles
y terribles crímenes contra la ciudad y la nación, era objeto de desprecio
universal.
LOS POCOS AMIGOS Que Habían
Compartido Las Penurias Del Apóstol, Comenzaron A Abandonarlo; algunos
simplemente lo dejaron solo, otros salieron a cumplir misiones definidas en
favor de diversas iglesias, Figelo y Hermógenes fueron los primeros en irse.
Luego Demas, desanimado por las crecientes nubes de dificultades 391 y peligros, abandonó al apóstol
perseguido.
PABLO envió a Crescente
a las iglesias de Galacia. Tito fue a Dalmacia y Tíquico a Éfeso. Al escribir a
Timoteo acerca de su situación, Pablo dijo: "Sólo Lucas está conmigo"
(2 Tim. 4:11). Nunca había necesitado tanto el apóstol el servicio de sus
hermanos como entonces, puesto que estaba debilitado por la edad, fatigado,
enfermo y confinado en una húmeda y oscura celda subterránea de una prisión
romana. Los servicios de Lucas, el amado discípulo y fiel amigo, eran un gran
consuelo para Pablo y le permitían comunicarse con sus hermanos y con el mundo
exterior.
EN
ESE PERÍODO DE PRUEBA, el corazón de Pablo fue animado gracias a las
frecuentes visitas de Onesíforo. Este amable ciudadano de Éfeso hizo todo lo
posible para aminorar la dureza del encarcelamiento del apóstol. Su amado
maestro estaba encadenado por causa de la verdad mientras él estaba libre; y no
escatimó ningún esfuerzo para hacer más soportable la suerte de Pablo.
EN
LA ÚLTIMA CARTA QUE ESCRIBIÓ EL APÓSTOL, habla así de este fiel
discípulo: "Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque
muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando
estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle
misericordia cerca del Señor en aquel día" (2 Tim. 1:16-18).
EL
ANHELO DE AMOR Y SIMPATÍA ha sido implantado en el corazón por Dios
mismo. Cristo, en su hora de agonía en el Getsemaní, anheló la simpatía de sus
discípulos. Y Pablo, aunque aparentemente indiferente a las penurias y los
sufrimientos, deseaba vivamente simpatía y amistad. La visita de Onesíforo,
testimonio de su fidelidad en una hora de soledad y abandono, infundió alegría
y ánimo en quien había dedicado su vida a servir a los demás. 392
Los Hechos
De Los Apóstoles En La Proclamación
Del
Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP
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