INTRODUCCIÓN
1. Título. Esta carta fue dirigida a las iglesias de Galacia. No se sabe si estas iglesias estaban en el norte de Galacia, en ciudades como Tavion, Pesino y Ancira (Angora), o en el sur, en Antioquía, Iconio, Listra, Derbe y otras ciudades.
A la primera opinión se le da el nombre de teoría de la Galacia del norte;
y a la segunda, teoría de la Galacia del sur. El tema de estas dos teorías se
trata detenidamente en las dos Notas Adicionales de Hech. 16. El nombre Galacia
se debe a las tribus de galos que invadieron el Asia Menor alrededor del año
278 a. C. y se establecieron en la parte norte de lo que en el 25 a. C. se
transformó en la provincia romana de Galacia.
2. Paternidad Literaria. La paternidad literaria paulina de esta epístola no ha sido puesta en duda seriamente. La evidencia interna de la epístola es convincente, y concuerda en forma completa con el carácter de Pablo como es descrito en los Hechos y en otras cartas atribuidas a él. Los escritores cristianos posteriores a los apóstoles conocían la epístola, y consideraban que provenía de la mano de Pablo. Aparece en las listas más antiguas de libros del NT.
3. Marco Histórico. Pablo y Bernabé fundaron en su primer viaje las iglesias de Antioquía de
Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (ver Hech. 13:14 a 14:23), alrededor de los
años 45-47 d. C. Después de volver a Antioquía fueron enviados a Jerusalén con
la pregunta de si se debía imponer a los gentiles convertidos al cristianismo
la práctica de los ritos y las ceremonias del judaísmo (ver Hech. 15).
El Concilio de Jerusalén, celebrado alrededor del año 49 d. C., se pronunció en contra de
imponer dichos ritos y ceremonias a los que no eran judíos.
Pablo comenzó su segundo viaje misionero poco después de ese concilio,
acompañado por Silas. Primero visitaron de nuevo las iglesias del sur de
Galacia que Pablo había organizado en su primer viaje, tres de las cuatro se
mencionan específicamente: Derbe, Listra e Iconio (ver Hech. 16:15). Después
llevaron el Evangelio a Frigia y Galacia (vers. 6). Los que sostienen la teoría
de la Galacia del norte (ver Nota Adicional de Hech. 16), hacen notar que
después de esta visita a Derbe, Listra e Iconio, Pablo y Silas pasaron por el
lugar que Lucas llama "la provincia de Galacia". Por esto se puede
deducir que Lucas hablaba de la región donde se establecieron los galos y no lo
que los Romanos llamaban la 930 provincia de Galacia, que incluía otras zonas
hacia el sur. Pablo volvió una vez más a Galacia a
comienzos de su tercer viaje misionero, alrededor de los años 53 y 54 d. C.
La Epístola a los Gálatas tuvo que haber sido escrita después de los sucesos registrados en Gál. 2:1-14. Si aquí se hace alusión al concilio de Jerusalén descrito en Hech. 15, la carta debe haber sido escrita después de la terminación del primer viaje, pues ese concilio se celebró entre el primer viaje misionero y el segundo
(ver Hech. 15:36-41).
Además, de acuerdo con Gál. 4:13, parece que Pablo ya había visitado las
iglesias de Galacia dos veces, y si es así, la carta tuvo que haber sido
escrita después de que terminara su segundo viaje. Si se acepta la teoría de la
Galacia del norte, la carta a los Gálatas fue escrita después del tercer viaje,
pues Pablo no había visitado las iglesias del norte de Galacia en su primer
viaje. Por lo tanto, el momento cuando escribió la epístola podría ser el
invierno (diciembre febrero) del año 57/58 d. C.
Un argumento presentado en favor de Corinto como lugar de donde se escribió
la epístola, es el gran parecido entre el tema de esa carta y Romanos, que fue
escrita durante la tercera visita de Pablo a Corinto.
La Justificación Por La Fe Es El Tema De Ambas
Epístolas, Y Ambas Tratan Ampliamente La Diferencia Entre "La Ley" Y
El Evangelio.
Pero si se acepta la teoría de la Galacia del sur, es posible fijar la
fecha más temprana de 45 d. C. Algunos piensan que pudo haber sido escrita aún
antes del concilio de Jerusalén, inmediatamente después del regreso de Pablo a
Antioquía al terminar su primer viaje. La razón que se da para esta conclusión
es que la epístola no contiene ninguna mención específica del concilio ni de la
decisión que allí se tomó. Ante la objeción de que Pablo ya había visitado dos
veces las iglesias del sur de Galacia, los que aceptan la teoría de la Galacia
del sur argumentan que su regreso a ellas durante el primer viaje debe ser
considerado como una segunda visita (ver Hech. 14:21-23).
El propósito de la carta es evidente por su contenido. Amenazaba
la apostasía -Si
es que ya no había comenzado, por lo cual la carta era naturalmente una
epístola polémica.
La apostasía sobrevino debido a la acción de algunos maestros judaizantes, quizá del mismo grupo que
causó dificultades en la iglesia de Antioquía de Siria en cuanto a la misma
cuestión (Hech. 15:1). La discordia de esos hombres en Antioquía determinó la
celebración del concilio de Jerusalén, en donde los judaizantes se opusieron
otra vez a Pablo argumentando que los conversos cristianos debían observar las ordenanzas legales
judaicas, y exigían la circuncisión de Tito (Gál. 2:3-4).
En esta epístola Pablo no se ocupa mucho de la circuncisión, ni en particular de cualquier otra característica de la ley ceremonial, sino de la falsa enseñanza de que el hombre puede salvarse a sí mismo observando los preceptos de "la ley".
Esto es evidente por el hecho de que el apóstol en algunas ocasiones
había participado de los ritos (Hech. 18:18; 21:20-27). También permitió
que Timoteo fuera circuncidado (Hech. 16:3).
Es indudable que esos falsos maestros habían logrado gran éxito en sus esfuerzos y
hasta habían engañado con sus enseñanzas a una cantidad no pequeña de los
feligreses de las iglesias de Galacia (ver Gál. 1:6). No se puede saber con
exactitud hasta dónde habían llegado las iglesias engañadas en la práctica del
legalismo antes de que recibieran la epístola de Pablo, pero se nota por el
tono general de la carta que había un peligro inminente de apostasía general.
Esos maestros iban directamente en contra de la decisión del concilio. No
sólo repudiaban el Evangelio de Pablo, sino que desafiaban su autoridad como
apóstol, haciendo mucho énfasis en el hecho de que 931 Pablo
no era uno de los doce elegidos y ordenados por Cristo.
Para que los gálatas vieran con claridad el error en el cual habían caído,
Pablo reafirmó los grandes principios del Evangelio tal como se los había
enseñado. Pero como se acusaba al apóstol de que predicaba un evangelio falso,
y eso implicaba la otra afirmación de que él no estaba calificado para enseñar,
Pablo se sintió obligado a dar pruebas que demostraran su apostolado. Esto
explica la parte autobiográfica de la carta (cap. 1:11 a 2:14).
Su propósito al presentar un relato tan detallado de hechos personales
relacionados con el problema, era probar la validez de su Evangelio. También
destacó que sus enseñanzas que explicó a los apóstoles en el concilio estaban
en armonía con las de los dirigentes que se habían relacionado personalmente
con Jesús y habían recibido sus mensajes directamente de él.
4. Tema. El tema de la Epístola a los Gálatas es la justificación por medio de la fe
en Jesucristo, lo cual presenta un contraste con el concepto judaico de la
justificación por medio del cumplimiento de las "obras" prescritas en
el sistema legal judío.
Esta carta ensalza lo que Dios ha hecho mediante Cristo para la salvación
del hombre, y rechaza categóricamente la idea de que una persona puede ser
justificada por sus propios méritos. Ensalza la dádiva gratuita de Dios, en
contraste con los esfuerzos del hombre de salvarse por sí mismo.
La pregunta específica en disputa entre Pablo y los maestros de la herejía
en Galacia era: el cumplimiento de las ceremonias y requisitos prescritos en el
judaísmo, ¿le da derecho a una persona
al favor divino y a ser aceptada por Dios?
La respuesta fue un rotundo No:
"el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de
Jesucristo" (ver com. cap. 2:16). El cristiano que trata de ganar la
salvación mediante las "obras de la ley", está renunciando
completamente a la gracia de Cristo (cap. 2:21; 5:4). Los cristianos, como
"hijos de la promesa" (cap. 4:28), son "herederos" (cap.
3:6-7, 14,29).
Ya no eran niños inmaduros en la fe para necesitar un "ayo" que
los guiara (Gál. 3:23-26; 4:1-7), pues se habían convertido en nuevas criaturas
en Cristo (cap. 4:7; 6:15), "guiados por el Espíritu" (cap. 5:18), y
Cristo vivía por la fe en sus corazones, en donde tenían escrita la ley moral
(Gál. 2:20; Heb. 8:10).
Pero entre tanto que los judíos se jactaban de una justificación que
pretendían adquirir mediante sus propios esfuerzos, observando las leyes de
Dios (Rom. 2:17; 9:4), los cristianos reconocían -y reconocen- que no tenían
nada de qué gloriarse, excepto en el poder salvador de "la cruz de nuestro
Señor Jesucristo" (ver Gál. 6:14).
"LEY"
en la epístola de Gálatas equivale a toda la revelación recibida en el Sinaí,
las reglas de Dios para sus hijos: leyes morales, estatutos civiles y ritos
ceremoniales; aunque posteriormente los judíos les añadieron por su cuenta un
cúmulo de leyes.
Pensaban equivocadamente que por sus propios esfuerzos podían obedecer
perfectamente esas leyes y que con semejante obediencia podían ganar su
salvación. La Epístola a los Gálatas no se ocupa prácticamente de ninguna de
esas leyes en particular, sino de la falsa idea de que alguien pueda ganar su
propia salvación mediante el cumplimiento riguroso de los diversos
requerimientos legales. El dilema es: o la salvación por la fe, o la salvación
por las obras; ambas se excluyen entre sí.
Pablo explica que las promesas del, Evangelio fueron confirmadas a Abrahán
en el pacto, y que la revelación de la ley de Dios 430 años después no alteró
las condiciones de ese pacto (cap. 3:6-9, 14-18). "La ley" no tenía
el propósito de reemplazar el pacto o de proporcionar otro medio de salvación,
sino de ayudar a los hombres a que entendieran las condiciones del pacto de la
gracia divina y se apropiaran de ella. "La ley" no tenía el propósito
de ser un fin en sí misma, como suponían los judíos, sino un medio -un
"ayo"- para guiar a los hombres a la salvación en Cristo de acuerdo
con las promesas del pacto.
El propósito de "la ley", su "fin", o meta, es 932
conducir a los hombres a Cristo (ver com. Rom. 10:4), no abrirles otro sendero
de salvación. Sin embargo, la mayoría de los judíos voluntariamente
permanecieron en la ignorancia del plan de Dios de justificar a los hombres por
la fe en Cristo, y continuaron tratando de establecer su propia justicia
"por las obras de la ley" (Gál. 2:16; ver Rom. 10:3).
Pablo explica, además, que el pacto con Abrahán hacía provisión para la
salvación de los gentiles, pero "la ley" no; y que por tal razón los
gentiles debían encontrar la salvación por medio de la fe en la promesa hecha a
Abrahán, y no por medio de "la ley" (Gál. 3:8-9, 14, 27-29).
El error y el grave problema que los judaizantes habían introducido en las
iglesias de Galacia consistía en tratar de imponer sobre los conversos gentiles
formas ceremoniales como la circuncisión y la observancia ritual de "los
días, los meses, los tiempos y los años" (cap. 4:10; 5:2).
Ese problema específico había dejado de existir, pues los cristianos ya no
estaban -ni están, por supuesto- en peligro de tener que practicar las leyes
rituales del judaísmo (cf. cap. 4:9; 5:1). Pero esto no equivale a decir que el
libro de Gálatas tiene únicamente interés histórico, y ningún valor espiritual
y pedagógico para los cristianos modernos. La inclusión de la epístola en el
canon sagrado demuestra su tremendo valor e importancia para nuestros días
(cf. Rom. 15:4; 1 Cor. 10:11; 2 Tim. 3:16-17).
Como ya se ha
hecho notar (ver p. 931), la palabra "ley" en Gálatas incluye dentro
de sus alcances tanto la ley moral como la ceremonial.
En realidad la ley ceremonial no habría tenido sentido sin la ley moral
(ver com. cap. 2:16). La ley ceremonial terminó en la cruz debido a su
limitación (ver com. Col. 2:14-17); pero
la ley moral -el Decálogo- permanece en plena vigencia (ver com. Mat. 5:17-18).
Existe aún el peligro de aferrarse a la "letra" del Decálogo sin
penetrar o comprender su espíritu (Mat. 19:16-22; ver com. Gál. 5:17-22), como
sucedió en los días de Pablo: el peligro de participar en el sistema de
sacrificios sin comprender que sus símbolos señalaban a Cristo.
Por lo tanto, si los cristianos modernos aceptan el error -no importa en
qué grado sea- de tratar de salvarse por sus esfuerzos guardando el Decálogo,
caen de la gracia y quedan "sujetos" al "yugo de
esclavitud" (Gál. 5:1,4). Para ellos Cristo habrá muerto en vano (cap. 2:21);
se les aplica la advertencia de Gálatas.
El cristiano guarda el Decálogo no para ganar la salvación, sino porque ha
sido salvo. No hay duda de que sólo una persona que es salva porque Cristo mora
en ella, puede guardarlo.
*Éste tema es
complejo. Si ya somos salvos porque guardarlos se podría también argumentar. La
cuestión es simple. Los teólogos dogmáticos confunden lo claro que es este
tema. Los simples es que entre los dos pactos. El antiguo era temporal. Y terminó
el día que Jesús murió. Mt. 27:50-51. Y los judíos engañados con un falso
nacionalismo; nunca lo aceptaron. Entonces hacían la vida difícil al apóstol
pablo. Decían que para ser cristianos y salvos. Todo converso gentil tenía que
practicar los ritos judíos. pero ya no estaban vigentes. Todas esas leyes
ceremoniales miraban al mesías que vendría y los cumpliría; y como vino dejaron
de ser. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12. “Seguid la
paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Hebreos 12:14.
No hay santidad sin obediencia a los mandamientos de Dios.
La ley moral
aún sigue vigente en el nuevo pacto o de la gracia. Por eso en Apocalipsis en
orden se presenta la ley luego la fe en Jesús. 12:17.
Esta advertencia se aplica también a los que piensan alcanzar un nivel más
alto de justicia delante de Dios porque practican minuciosamente reglas humanas
sobre normas de vida cristiana, como el vestido y el régimen alimentarlo. Al
hacerlo cometen el mismo error que los judíos de los días de Cristo (ver Rom.
14:17; com. Mar. 7: 1-14). Otros devuelven sus diezmos, asisten a la iglesia y
aun observan el sábado porque creen equivocadamente que de esa manera ganan
méritos delante de Dios. Es cierto que el cristiano deseará cumplir fielmente
con todos esos mandatos divinos, pero lo hará no con la esperanza de
congraciarse con Dios, sino porque como hijo de Dios por la fe en la gracia
salvadora de Jesucristo, siente supremo gozo y felicidad de vivir en armonía
con la voluntad expresada por Dios (ver com. Mat. 7:21-27; Material Suplementario
de EGW de Gál. 3:24).
LA LECCIÓN QUE SE DESTACA EN
GÁLATAS para la iglesia actual es la misma que en los días
de Pablo: que la salvación sólo se puede lograr por medio de una fe sencilla en
los méritos de Cristo (cap. 2:16; 3:2; 5:1), y que nada de lo que el hombre
pueda hacer mejora en lo más mínimo su condición delante de Dios ni incremento
sus posibilidades de obtener el perdón y la redención. La ley, ya sea moral o
ceremonial, no tiene poder para librar a los hombres de la condición de pecado
en que se 933 encuentran (ver com.
Rom. 3:20; 7:7). Este es el "Evangelio" de Pablo en contraste con el
"evangelio" pervertido de los judaizantes (Gál. 1:6-12; 2:2,5,7,14).
La carta concluye con una exhortación para que no abusaran de la libertad
que poco antes habían encontrado en el Evangelio, sino para que vivieran una
vida santa (cap. 6). El amor cristiano debía inducir a los gálatas a estar en
guardia contra un espíritu de santidad fingida y a tratar bondadosamente a los
que cayeran en error. La iglesia debía ser conocida por sus buenas obras al
fruto del Espíritu, y no debía tratar de sustituir la fe en los méritos
salvadores de Cristo con las buenas obras.
5. Bosquejo.
I. SALUDO E INTRODUCCIÓN, 1:1-10.
A. La autoridad apostólica del
autor, 1:1-5.
B. La ocasión para escribir la
carta y su propósito, 1:6-10.
II. DEFENSA DE LA AUTORIDAD
APOSTÓLICA DE PABLO, 1:11 A 2:14.
A. La autenticidad de su conversión al cristianismo, 1:11-24.
1. El origen divino de su interpretación del
Evangelio, 1:11-12.
2. Su celo anterior
por la fe judía, 1:13-14.
3. Su conversión y su
misión entre los paganos, 1:15-16.
4. Su retiro preparatorio
en Arabia, 1:17.
5. Su primer contacto
con los apóstoles en Jerusalén, 1:18-20.
6. Su aceptación por
las iglesias de Judea, 1:21-24.
B.
La aprobación apostólica de su interpretación del Evangelio, 2:1-14.
1. Pablo explica su
Evangelio a los apóstoles, 2:1-2.
2. El caso de Tito
comprueba el Evangelio de Pablo, 2:3-5.
3. Igualdad apostólica
de Pablo con los doce, 2:11-14.
III. LA FE CONTRA EL LEGALISMO
COMO MEDIO DE SALVACIÓN, 2:15 A 3:29.
A. Los cristianos de origen judío también dependen de la fe en Cristo
para la salvación, no de la ley, 2:15-21.
1. Los cristianos judíos comprenden la ineficacia del legalismo, 2:15-16.
2. La incompatibilidad
del cristianismo y el judaísmo, 2:17-21.
B. La salvación de los gentiles provista en el pacto con Abrahán,
3:1-14.
1. Los gálatas se
habían hecho cristianos por medio de la fe, 3:1-5.
2. La fe es la
característica distintiva del pacto hecho con Abrahán, 3:6-7.
3. La salvación de los
gentiles por medio de la fe, 3:8-14.
C. La condición de "la ley" en relación con el pacto con Abrahán, 3:15-29.
1. "La ley"
no anulaba las provisiones mesiánicas del pacto, 3:15-18.
2. El papel subordinado
y provisorio de "la ley", 3:19-25.
3. En Cristo todos son
herederos de las promesas del pacto..., 3:26-29.
IV. EL CRISTIANO QUEDA LIBRE DE
LA TUTELA DE "LA LEY", 4:1-31.
A.
De la inmadurez de "la ley" a la madurez del Evangelio, 4:1-7.
1. La condición de
subordinación de un heredero durante su niñez, 4:1-3.
2. Se confieren los
privilegios plenos de la herencia mediante Cristo, 4:4-7.
B.
El insensato proceder de la iglesia de Galacia, 4:8-31.
1. La insensatez de
judaizar, 4:8-12.
2. ...Pablo y su solícito interés en las iglesias de Galacia, 4:13-20.
3. La alegoría de los
dos hijos, 4:21-31.
V. EXHORTACIONES MORALES Y
ESPIRITUALES, 5: 1 A 6: 10.
A. La esclavitud del legalismo incompatible con la libertad en Cristo,
5:1-12.
B.
La libertad cristiana no es una excusa para el libertinaje, 5:13-26.
1. El amor es el
cumplimiento de la ley, 5:13-18.
2. Las obras de la carne
y las obras del Espíritu, 5:19-26.
C.
El amor fraternal cumple con la ley de Cristo, 6:1-10.
VI. CONCLUSIÓN, 6:11-18. (6CBA).
Ministerio Hno. Pio
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