sábado, octubre 09, 2021

CAPÍTULO 49. LA ÚLTIMA CARTA DE PABLO.

Basado En 2 Timoteo.

DESDE EL TRIBUNAL DEL CÉSAR, Pablo volvió al calabozo, convencido de que sólo había conseguido un corto respiro. Sabía que sus enemigos no iban a cejar en su empeño hasta lograr su muerte. Pero también sabía que momentáneamente la verdad había triunfado. Ya era de por sí una victoria el haber proclamado al Salvador crucificado y resucitado ante la numerosa multitud que escuchó su defensa. Ese día había comenzado una obra que iba a prosperar y fortalecerse, y que ni Nerón ni los demás enemigos de Cristo lograrían entorpecer ni destruir.

CONFINADO INDEFINIDAMENTE EN SU LÓBREGA CELDA, y sabiendo que una palabra o una señal de Nerón bastaban para que su vida fuera sacrificado, Pablo pensó en Timoteo y resolvió hacerlo venir. A éste se le había encomendado el cuidado de la iglesia de Éfeso, y por eso quedó allí cuando Pablo hizo su último viaje a Roma. Ambos estaban unidos por un afecto excepcionalmente profundo y fuerte.

DESDE SU CONVERSIÓN, Timoteo había compartido los trabajos y sufrimientos de Pablo, y la amistad entre los dos era cada día más fuerte, más profunda y sagrada, a tal punto que todo lo que un hijo podría ser para un padre amado y honrado, lo era Timoteo para el anciano y agotado apóstol. No sorprende entonces que en su soledad éste anhelara verlo. Aun si las circunstancias fueran muy favorables, iban a pasar algunos meses antes que Timoteo pudiera llegar a Roma desde Asia Menor.

PABLO SABÍA QUE SU PORVENIR ERA INCIERTO, y temía que Timoteo llegara demasiado tarde para verlo. Tenía consejos e instrucciones importantes para el joven, a quien le había encargado tan grandes responsabilidades; 398 y mientras lo instaba a que viniera sin demora, le dictó su postrer testimonio, que posiblemente no le iba a poder dar personalmente. Con el alma henchida de amante solicitud por su hijo en el Evangelio y por la iglesia que estaba bajo su cuidado, Pablo procuró impresionar a Timoteo con la importancia de la fidelidad a su sagrado cometido.

COMENZÓ SU CARTA CON ESTE SALUDO: "A Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor. Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día".

LUEGO FERVOROSAMENTE se refirió a la necesidad de mantenerse firme en la fe. "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios".

LE SUPLICÓ que recordara que había sido llamado "con llamamiento santo" a proclamar el poder de Aquel que "sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual -declaró- yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día".

A TRAVÉS de su largo período de servicio, la fidelidad de Pablo hacia su Salvador nunca vaciló. Por doquiera, ya fuera frente a los enfurruñados fariseos o a las autoridades romanas, o frente a la furiosa turba de Listra o los convictos pecadores de la cárcel macedónica, o razonando con los atemorizados tripulantes del buque náufrago, o solo ante Nerón para defender su vida, nunca se avergonzó de la causa que había abrazado. El gran propósito de su vida cristiana había sido servir a Aquel por cuyo nombre una vez había sentido desprecio; y de ese propósito no habían sido capaces 399 de apartarlo ni la oposición ni la persecución. Su fe, robustecida por el esfuerzo y purificada por el sacrificio, lo sostuvo y lo fortaleció.

"TÚ, PUES, HIJO MÍO -CONTINUÓ PABLO-, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo".

EL VERDADERO MINISTRO DE DIOS NO REHÚYE LAS DIFICULTADES NI LAS RESPONSABILIDADES. De la fuente que nunca deja de manar para los que sinceramente buscan el poder divino, obtiene fuerza que lo capacita para enfrentar y vencer las tentaciones, y cumplir los deberes que Dios le impone. 

La naturaleza de la gracia que recibe aumenta su capacidad para conocer a Dios y a su Hijo. Su alma anhela fervorosamente realizar un servicio aceptable para su Maestro. A medida que avanza en el camino cristiano, se esfuerza "en la gracia que es en Cristo Jesús".

Esta gracia lo habilita para ser testigo fiel de las cosas que ha oído. No desprecia ni descuida el conocimiento que ha recibido de Dios, sino que lo confía a hombres fieles, que a su vez lo enseñarán a otros.

EN ESTA SU ÚLTIMA CARTA A TIMOTEO, Pablo le presenta al joven obrero un elevado ideal, puntualizando los deberes que le corresponden como ministro de Cristo. "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado -escribió el apóstol-, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad". "Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invoca al Señor. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad".

LE AMONESTA CONTRA LOS FALSOS MAESTROS que intentarían levantarse 400 en la iglesia. "Esto también sepas -declaró,- que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes a los padres, ingratos, sin santidad. . . teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ellos: y a éstos evita".

"MAS Los Malos Hombres Y Los Engañadores Irán De Mal En Peor -CONTINUÓ-, engañando y siendo engañados. Empero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación. . . Toda la Escritura es inspirada por divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra".

Dios ha provisto abundantes medios para tener éxito en la guerra contra la maldad que hay en el mundo. La Biblia es el arsenal donde podemos equiparnos para la lucha, Nuestros lomos; deben estar ceñidos con la verdad. Nuestra cota debe ser la justicia. El escudo de la fe debe estar en nuestra mano, el yelmo de la salvación sobre nuestra frente, y con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, hemos de abrirnos camino a través de los obstáculos y la maraña del pecado.

PABLO sabía que la iglesia debía esperar tiempos sumamente peligrosos. Sabía que debía cumplirse una fiel y fervorosa tarea por parte de los que habían sido encargados de cuidar las iglesias; y por eso escribió a Timoteo: "Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques 401 la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina".

ESTA SOLEMNE AMONESTACIÓN A ALGUIEN TAN CELOSO Y FIEL COMO TIMOTEO, constituye un poderoso testimonio de la importancia y la responsabilidad de la obra del ministro evangélico. Al invitarlo a comparecer ante el tribunal de Dios, Pablo le ordena predicar la Palabra, no los dichos y tradiciones de los hombres, le ordena que esté listo para testificar por Dios en cualquier oportunidad que se le presente, delante de grandes congregaciones o en círculos privados, por el camino o junto al fogón, a amigos y a enemigos, ya sea que esté seguro o expuesto a dificultades y peligros, oprobios y pérdidas.

TEMEROSO de que el carácter dulce y condescendiente de Timoteo pudiera inducirlo a rehuir una parte esencial de su tarea, lo exhortó a ser fiel en la reprensión del pecado, y hasta a amonestar con severidad a los que fueran culpables de graves males. No obstante debía hacerlo "con toda paciencia y doctrina". Debía revelar la paciencia y el amor de Cristo, y explicar y reforzar sus reprensiones con las verdades de la Palabra.

Odiar Y Reprender El Pecado Y Al Mismo Tiempo Manifestar Misericordia Y Ternura Hacia El Pecador, Es Tarea Difícil.

CUANTO MÁS FERVOROSO SEA NUESTRO ESFUERZO para obtener santidad de vida y corazón, tanto más aguda será nuestra percepción del pecado y más decidida nuestra desaprobación frente a cualquier desviación de lo recto. Debemos cuidarnos de no ser excesivamente severos hacia los que obran mal, pero al mismo tiempo no debemos perder de vista la suma gravedad del pecado. Es necesario manifestar paciencia y amor cristiano por el pecador; pero también existe el peligro de ser tan tolerantes con sus errores, que le parezca inmerecida la reprensión, y la rechace como innecesaria e injusta.

A VECES LOS MINISTROS DEL EVANGELIO causan mucho daño al permitir que su lenidad hacia los que yerran degenere en tolerancia de pecados y hasta en su participación en ellos. De este modo son inducidos a excusar y no darle importancia a lo que Dios condena; y después de un tiempo se ciegan de tal modo que son capaces de elogiar a los mismos a quienes Dios les ordenó reprender. El que ha embotado sus percepciones espirituales al tolerar pecaminosamente a los que Dios condena, no tardará en cometer un pecado mayor al manifestar severidad y dureza hacia aquellos a quienes Dios aprueba. 402 Debido al orgullo de la sabiduría humana, el desprecio por la influencia del Espíritu Santo y la aversión por las verdades de la Palabra de Dios, muchos que profesan ser cristianos y que se sienten competentes para enseñar a otros, serán inducidos a apartarse de los requerimientos de Dios.

PABLO LE DIJO A TIMOTEO: "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas".

EL APÓSTOL NO SE REFIERE AQUÍ A LOS ABIERTAMENTE IRRELIGIOSOS, sino a los profesos cristianos que han hecho de sus inclinaciones la norma, y que así se han esclavizado al yo. Los tales están deseosos de oír solamente las doctrinas que no reprenden sus pecados ni condenan su afán de placeres. Se ofenden ante las sencillas palabras de los fieles siervos de Cristo, y escogen a los maestros que los alaban y lisonjean. Y entre los profesos ministros de Cristo hay quienes predican las opiniones de los hombres en vez de la Palabra de Dios. Infieles a su cometido, desvían a los que buscan en ellos orientación espiritual.

EN LOS PRECEPTOS DE SU SANTA LEY, Dios ha dado una perfecta norma de vida; y ha declarado que hasta el fin del tiempo esa ley, que no ha cambiado ni en una sola jota ni en un tilde, sostendrá su vigencia ante los seres humanos.

CRISTO VINO PARA MAGNIFICAR LA LEY Y ENGRANDECERLA. Mostró que se funda en el amplio conocimiento del amor a Dios y al hombre, y que la obediencia a sus preceptos abarca todos los deberes de éste. Su propia vida es un ejemplo de obediencia a la ley de Dios. En el sermón del monte demostró que sus requerimientos se refieren no sólo a las acciones externas sino que abarcan los pensamientos y las intenciones del corazón.

LA LEY, cuando es obedecida, induce a los hombres a renunciar "a la impiedad y a los deseos mundanos" y a vivir "en este siglo sobria, justa y piadosamente" (Tito 2:12).

PERO EL ENEMIGO DE TODA JUSTICIA ha sometido el mundo a cautiverio, y ha instigado a la humanidad 403 a desobedecerla. Como Pablo lo previó, multitudes se han apartado de las claras y escrutadoras verdades de la Palabra de Dios, y han elegido maestros que les presentan las fábulas que desean. Muchos, tanto pastores como miembros de iglesia, están pisoteando los mandamientos de Dios. Así se insulta al Creador del mundo, y Satanás se ríe triunfalmente al verificar cuánto éxito obtienen sus estratagemas.

CON EL DESPRECIO CRECIENTE QUE SE MANIFIESTA HACIA LA LEY DE DIOS, aumenta la aversión hacia la religión. Aumenta asimismo el orgullo, el amor a los placeres, la desobediencia a los padres y la complacencia propia; y la gente que piensa se pregunta por doquier ansiosamente: "¿Qué se puede hacer para impedir este alarmante avance del mal?"

LA RESPUESTA la hallamos en la exhortación de Pablo a Timoteo: "Predica la palabra". En la Biblia se encuentran los únicos principios que, al aplicarlos, nos darán seguridad al actuar. Es el trasunto de la voluntad de Dios; la expresión de la sabiduría divina. Capacita a los hombres para comprender los grandes problemas de la vida; y para todo el que tenga en cuenta sus preceptos será una guía infalible que le evitará consumir su vida en esfuerzos mal orientados.

DIOS HA DADO A CONOCER SU VOLUNTAD, y es insensato que el hombre ponga en tela de juicio lo que ha salido de sus labios. Después que ha hablado la Sabiduría Infinita, el hombre no tiene dudas que aclarar, ni divergencias que ventilar. Todo lo que el Señor requiere de él es un sincero y fervoroso acatamiento de su expresa voluntad.

La obediencia es el mayor dictado de la razón, tanto como la conciencia.

PABLO CONTINÚA SUS INSTRUCCIONES: "Pero tú vela en todo, soporta las aflicciones, haz la obra evangelista, cumple tu ministerio. El apóstol estaba cerca del fin de su carrera y deseaba que Timoteo ocupara su lugar, guardando a la iglesia de fábulas y herejías por medio de las cuales el enemigo, de varias maneras, se esforzaría por seducirlos y apartarlos de la sencillez del Evangelio.

LE AMONESTÓ que evitara toda ocupación 404 y complicación temporal que le podría impedir una entrega completa a la obra de Dios, que soportara con alegría la oposición, el vituperio y la persecución a que pudiera exponerse en virtud de su fidelidad, y a hacer completa demostración de su ministerio, empleando cada recurso a su alcance para beneficiar a aquellos por quienes Cristo murió.

LA VIDA DE PABLO FUE UNA EJEMPLIFICACIÓN DE LAS VERDADES QUE ENSEÑABA: en eso estribaba su poder. Su corazón estaba lleno de un profundo y perdurable sentido de su responsabilidad; y trabajaba en íntima comunión con Aquel que es la fuente de la justicia, misericordia y verdad. Se aferraba a la cruz de Cristo como a su única garantía de éxito. El amor del Salvador era el motivo imperecedero que le sostenía en sus conflictos con el yo, en sus luchas contra el mal, mientras avanzaba en el servicio de Cristo contra la hostilidad del mundo y la oposición de sus enemigos.

LO QUE LA IGLESIA NECESITA en estos días de peligro es un ejército de obreros que, como Pablo, se hayan educado para ser útiles, tengan una experiencia profunda en las cosas de Dios y estén llenos de fervor y celo.

SE NECESITAN hombres santificados y abnegados, hombres que no esquiven las pruebas y la responsabilidad; hombres valientes y veraces; hombres en cuyos corazones Cristo constituya la "esperanza de gloria," y quienes, con los labios tocados por el fuego santo, prediquen la Palabra.

POR CARECER DE TALES OBREROS la causa de Dios languidece, y errores fatales, cual veneno mortífero, corrompen la moral y agostan las esperanzas de una gran parte de la raza humana.

A MEDIDA QUE LOS FIELES Y FATIGADOS PORTAESTANDARTES están ofreciendo su vida por causa de la verdad, ¿quién se adelantará para ocupar su lugar? ¿Aceptarán nuestros jóvenes el santo cometido de manos de sus padres? ¿Están ellos preparados para llenar las vacantes producidas por la muerte de los fieles? ¿Tendrán en cuenta las recomendaciones de los apóstoles? ¿Escucharán el llamamiento del deber mientras están rodeados 405 por las incitaciones al egoísmo y a la ambición que engañan a la juventud?

PABLO CONCLUYÓ SU CARTA Con Mensajes Particulares Para Distintas Personas, y otra vez repitió el urgente ruego de que Timoteo fuera pronto -si fuese posible, antes del invierno. Habló de su soledad, causada por el abandono de algunos amigos suyos, y la ausencia necesaria de otros; y para que Timoteo no vacilase, temiendo que la iglesia de Éfeso necesitara sus atenciones, Pablo le manifestó que había enviado ya a Tíquico para que ocupase la vacante.

DESPUÉS de hablar de la escena de su juicio ante Nerón, la deserción de sus hermanos y la gracia sostenedora del Dios guardador de su pacto, Pablo concluyó su carta encomendando a Timoteo al cuidado del jefe de los pastores, quien, aun cuando los subpastores cayesen en la lucha, seguiría cuidando su rebaño. 406

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP


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