La Epístola Universal De Santiago
INTRODUCCIÓN
1. Título. Es probable que esta epístola, como las otras del
NT, por ser una carta, originalmente no tuviera ningún título. El Códice
Sinaítico, uno de los manuscritos más antiguos en donde se halla la Epístola de
Santiago, no tiene título al comienzo de la carta; pero termina con la añadidura,
"Epístola de Santiago". Otros manuscritos antiguos tienen el sencillo
título en griego, Iakobou Epistole ("Epístola de Santiago"). Manuscritos
posteriores dan a esta epístola el título de general o católica, porque está
dirigida a toda la iglesia y no a una comunidad específica o a una persona.
Eusebio se refiere a la Epístola
de Santiago como a la primera de las siete epístolas llamadas
"católicas", en el sentido de "generales" o
"universales" (Historia eclesiástica ii. 23). Eran llamadas así
porque estaban dirigidas a la iglesia en general, aunque esto no es
completamente apropiado cuando se aplica a 2 y 3 Juan, que fueron dirigidas a
personas. Las siete epístolas desde Santiago hasta Judas estaban colocadas
juntas después de Hechos en todos los primeros manuscritos, precediendo a las
epístolas de Pablo. El orden de las epístolas generales, como aparecen en las
Biblias modernas, es el que generalmente se encuentra en los manuscritos
principales.
2. Autor. En la Epístola de Santiago no hay suficientes evidencias para identificar en forma definitiva a su autor.
En el NT (RVR) hay
muchas referencias a hombres llamados "Jacobo" (o Santiago). Este
nombre era muy común entre los judíos porque representa el equivalente griego
del nombre hebreo Jacob.
El uso frecuente de este nombre se advierte en la lista de los doce apóstoles (Mat. 10:2-3; Mar. 3:16-19; Luc. 6:14-16). Uno de los apóstoles era Jacobo, el hijo de Zebedeo y hermano de Juan; y un segundo Jacobo era el hijo de Alfeo.
Otro personaje bíblico llamado
Jacobo era el padre de uno de los doce, que es identificado como Judas "de
Jacobo" ("Judas de Santiago", BJ, BC, NC), es decir el hijo de
Jacobo y no "hermano de Jacob", como está en la RVR (Luc. 6:16).
Es razonable suponer que el autor
de la Epístola de Santiago es una de las personas cuyo nombre aparece en el
registro de las Escrituras, y no otro Jacobo (Santiago) completamente diferente
de los conocidos. El tono de la introducción (cap. 1:1) sugiere que el autor
habla como uno que es bien conocido por aquellos a los que se dirige, y que lo
hace con autoridad reconocida.
Aunque de acuerdo con el relato
de los Evangelios, los doce estaban íntimamente relacionados con el Señor,
Jacobo el hijo de Zebedeo era el más destacado de los 514 dos apóstoles de ese nombre.
Sin embargo, muy pocos autores le han atribuido la epístola a él. Y aun esta posibilidad parece quedar eliminada
por su muerte temprana (44 d. C.) y por el hecho adicional de que la
introducción (cap. 1:1) parece indicar que había sólo un Santiago Jacobo)
prominente en la iglesia en el tiempo cuando se escribió la epístola, y no dos
o más.
El segundo apóstol llamado Jacobo (Santiago) era hijo de Alfeo, quien es claramente identificado cuatro veces mediante el nombre de su padre (Mat. 10:3; Mar 3:18; Luc. 6:15; Hech. 1:13).
Se ha debatido mucho si este Jacobo es también "Jacobo el menor" (Mar. 15:40). Si así fuese, su padre se llamaba Alfeo y su madre María, y tenía un hermano llamado José (Mat. 27:56; Mar. 15:47; 16:1; Luc. 24:10).
Pero en otro
lugar esta María es llamada la mujer de Cleofas (Juan 19:25). Aunque se ha
tratado de identificar a Cleofas (Luc. 24:18) con Alfeo mediante el vocablo
arameo Jalpai, equivalente a Alfeo, es una identificación dudosa. Parece mejor
llegar a la conclusión de que los nombres Jacobo hijo de Alfeo, y Jacobo
"el menor" no se refieren al mismo hombre.
Además de estas personas llamadas
Jacobo, los autores de los Evangelios se refieren a otro Jacobo, el primero que
se nombra y, por lo tanto, probablemente el mayor de los cuatro hermanos de
Jesús (Mat. 13:55; Mar 6:3). Como Jacobo "el menor", tenía un hermano
llamado José y la madre de ambos (más bien madrastra; ver com. Mat. 12:46) se
llamaba María. Pero parece sumamente improbable que un Jacobo deba ser
identificado con el otro, y también muy dudoso que se haga referencia a la
madre de Jesús como "María la madre de Jacobo y de José" (Mat.
27:56). Jacobo el hermano de Jesús aparece con seguridad sólo en Gál. 1:19,
donde Pablo afirma que en su primera visita a Jerusalén, después de su
conversión, de todos los apóstoles sólo vio a Cefas (Pedro) y a "Jacobo el
hermano del Señor".
Sin embargo, en otros pasajes del
NT se hace mención a un dirigente de la iglesia llamado Jacobo, cuyo nombre no
está acompañado por ninguna otra identificación. Se destaca por primera vez en
los Hechos después de la muerte de Jacobo el hijo de Zebedeo. Después de esto
es evidente que sólo había un dirigente de suficiente capacidad para ser
conocido como Jacobo, sin ninguna otra identificación. Referencias subsiguientes a este Jacobo lo
caracterizan como una figura destacada. Cuando Pedro fue librado de la prisión
de Herodes, pidió que se informara de su liberación a Jacobo (Hech. 12:17).
Jacobo presidió el concilio de la iglesia en Jerusalén y pronunció la decisión
final (Hech. 15:13,19).
Pablo informó a Jacobo acerca de
su obra (Hech. 21:18), y Jacobo dio autorización para visitar iglesias (Gál.
2:9). Este también podría ser el Jacobo a quien se le apareció Cristo, de un
modo especial, después de su resurrección (1 Cor, 15:7), quizá para darle
instrucciones particulares acerca de sus futuras responsabilidades. Finalmente
Pablo lo menciona primero como una de las tres "columnas" de la
iglesia primitiva (Gál. 2:9). Teniendo en cuenta todo esto, este Jacobo parece
ser la persona más indicada para presentarse ante la iglesia en general
refiriéndose a sí mismo sencillamente como "Santiago Jacobo, siervo de
Dios y del Señor Jesucristo" (Sant. 1:1).
Queda, pues, en pie la pregunta
si este Jacobo era el hijo de Alfeo, o el hermano del Señor. En favor de
identificarlo como hijo de Alfeo, está el hecho de que parece extraño que se
mencione por nombre a un Jacobo entre los doce (Hech. 1:13-14), para que poco
después desaparezca del relato sin que se tenga siquiera noticia de su muerte,
mientras que otro del mismo nombre aparece en forma destacada (Hech. 12:17) sin
ninguna palabra de introducción. Por otro lado, pueden presentarse algunas
evidencias para identificar a este hombre con Jacobo el hermano del Señor. La
referencia que hace Pablo en Gál. 2:9 a Jacobo, el dirigente de la iglesia,
poco 515 después de que lo menciona
como "el hermano del Señor" en Gál. 1:19, da la impresión -aunque no
se pueda probar- de que estos dos Jacobos son el mismo. Además, el relato que presenta Josefo de la
muerte de Jacobo, el hermano del Señor, sugiere que era uno de los dirigentes
de la iglesia (Josefo, Antigüedades xx. 9.1; cf. t. V, p. 73). La tradición
cristiana, por lo menos desde el siglo 11, identifica a Jacobo, el dirigente de
la iglesia de Jerusalén, como el hermano del Señor (Hegesipo, citado por
Eusebio, Historia eclesiástica ii. 23).
Los escritores cristianos más
antiguos presentan un laberinto de discrepancias, contradicciones y
conclusiones personales acerca del autor de esta epístola. Sus errores se deben
principalmente a una incorrecta identificación de Jacobo "de Alfeo"
con Jacobo "de José", y a la conclusión no probada de que el Jacobo
de Gál. 1:19 es el mismo de Gál. 2:9.
Josefo declara que la muerte de
Jacobo, "el hermano de Jesús, que era llamado Cristo", ocurrió
después de la muerte de Festo y antes de la llegada de Albino, su sucesor (62
d. C.), y que Jacobo fue apedreado (Antigüedades xx. 9.1). Tomada al pie de la
letra, esta afirmación parece ser un registro fidedigno de la muerte de Jacobo
"de José", aunque Eusebio aplica esto a Jacobo "el justo",
dirigente de la iglesia de Jerusalén (Historia eclesiástica ii. 23), y usa otra
cita que no se halla en ningún otro texto conocido de Josefo.
Además, Eusebio declara que los libros divinos muestran que Jacobo, que primero recibió de Cristo y de los apóstoles el episcopado de Jerusalén, era "un hermano de Cristo" (Id. vii. 19), y presenta a la Biblia como autoridad. Cita a Pablo como si identificara a Jacobo "el justo" con Jacobo "el hermano del Señor" (Id. ii. 1), con lo que hace decir otra vez a sus fuentes de información más de lo que dicen.
Sin embargo, en otro lugar Eusebio se refiere a Jacobo
como a uno de los supuestos hermanos del Salvador, y afirma que era uno de los
setenta. Identifica a Jacobo como
"hermano del Señor", "hijo de José" y "el justo"
(Ibíd.). Afirma que Jacobo fue martirizado inmediatamente antes de la caída de
Jerusalén (70 d. C.), y dice que Simeón, hijo de Cleopas, y según algunos primo
del Salvador, fue su sucesor en el "trono de la diócesis" de
Jerusalén (Id. iii. 11). Así contradice la fecha que da Josefo para la muerte
de Jacobo. Presenta otras referencias a
Simeón como hijo de Cleopas y a Judas como hermano de Cristo según la carne
(Id. iii. 19-20, 22,32). Cita a Hegesipo en apoyo de sus conclusiones, de que
Simeón era hijo de Cleopas, y que Cleopas era tío del Señor (Id. iii. 32). Otra
vez cita a Hegesipo como que hubiera afirmado que Simeón era primo de Jacobo
(Id. iv. 22). Cita el famoso relato de Hegesipo en cuanto a la vida y la muerte
de Jacobo, aunque por el contexto fácilmente se ve que esa narración es
mutilada y sumamente exagerada (Id. ii. 23).
Eusebio cita a Clemente en apoyo
de su teoría de que hubo dos hombres de nombre Jacobo: uno, "el
justo", muerto a golpes con un palo de batanero; el otro, decapitado (Id.
ii. l). Identifica al primero como
hermano del Señor, aunque Clemente mismo no lo dice. En el mismo pasaje cita a
Clemente como que hubiera dicho: "Después de la ascensión del Salvador..
Pedro, Santiago [Jacobo de Zebedeo] y Juan no por ello disputaron entre sí
acerca del primer grado de honor, sino que eligieron obispo de Jerusalén a
Santiago [Jacobo], apellidado el justo".
En la obra apócrifa denominada
Evangelio según los hebreos, se dice que Jacobo el justo había hecho un
juramento de no comer pan desde el tiempo en que el Señor bebió de la copa
hasta que lo viera resucitado de los muertos. Esto evidentemente lo coloca entre
los doce en la última cena. Después se registra en esa obra la aparición de
Jesús de la siguiente manera: Jesús "tomó pan, lo bendijo, lo partió, lo
dio a Jacobo el justo, y le dijo: 'Mi hermano, come tu pan, pues el Hijo del
Hombre ha 516 resucitado de los
muertos"'. El uso de las palabras "mi hermano" se interpreta que
quiere decir que este Jacobo era el hermano del Señor. Es obvio que nada de
este material extrabíblico puede ser de mucha ayuda para identificar al autor
de esta epístola.
El problema más serio que quizá
está implicado en la identificación del autor de la epístola como el hermano
del Señor, es el hecho de que el lenguaje y el estilo de la carta indican que
su autor era un hombre de ciertos conocimientos en composición literaria
griega. No sólo posee un rico vocabulario, sino que su estilo sigue a propósito
la forma literaria griega conocida como "diatriba": una plática
popular de tono ético. Hasta donde se sepa del hermano del Señor, nada indica
que tenía antecedentes para una obra tal, pues era el hijo de un carpintero
galileo y, sin duda, completamente judío en su cultura. Sin embargo, no se
puede llegar a una conclusión definida en este punto, pues los argumentos se
basan más en lo que no se sabe que en lo que se sabe.
En conclusión, se puede decir que
aún no se ha definido la paternidad literaria de la Epístola de Santiago. El
autor era probablemente uno de los tres principales personajes que llevan el
nombre de Jacobo (Santiago) en el NT.
3. Marco Histórico. Una cantidad de alusiones
geográficas que hay en esta epístola, sugieren que se escribió en Palestina. Se
puede conjeturar que el autor vivía en una tierra donde abundaban el aceite, el
vino y los higos, que no estaba lejos del mar, que muy cerca había fuentes de
agua dulce y amarga, que la tierra estaba expuesta a sequías y que la lluvia
era de gran importancia.
No hay manera segura para determinar la fecha de la epístola. Como ya se hizo notar, parece que fue escrita cuando sólo había un Jacobo que se destacaba en la iglesia, o sea después de 44 d. C. cuando fue muerto Jacobo el hijo de Zebedeo. La evidencia interna la ubica entre los primeros documentos del NT. En la epístola no hay referencia a ningún grupo grande de cristianos de origen gentil, ni a ninguna clase de problemas acerca de los gentiles. En esta epístola la sinagoga es aún la iglesia, y sin embargo ya se ha difundido el cristianismo (ver Hech. 2:9-11; 4:36; 9:2,10,14,19,26; 11:19-20).
El tenor general
de la epístola es que el cristianismo es la culminación del verdadero judaísmo.
4. Tema. Esta epístola enseña un cristianismo práctico,
mostrando los resultados o las obras que una fe viviente y genuina produce en
la vida de un discípulo. En toda la carta se destaca el contraste entre las
manifestaciones, los efectos y los resultados de la verdadera y de la falsa
religión. Esta epístola homilética está llena de bellas y atrayentes
ilustraciones. El estilo es sencillo y directo. Los pensamientos están en
grupos claramente diferenciados entre sí, y no dispuestos en un plan evidente.
Santiago escribe con libertad lo que brota de la abundancia de su corazón; se
ocupa de los temas a medida que surgen en su mente. Hay muchas alusiones al
Sermón del Monte, de las cuales la siguiente es una lista parcial.
Mat. 5:3;4;7,9; 8;9; 11-12; 19; 22; 5:27; 34; 48; 6:15; 19; 24; 25; 7:1; 2; 7, 11; 8; 12; 16; 21-26. Sant. 2:5; 1:9; 4:9; 2:13; 1:17; 4:8; 3:18; 1:2; 5:10-11; 1:19-25; 2:10-11; 1:20; 2:10-11; 5:12; 1:4; 2:13; 5:2; 4:4; 4:13-16; 3:1; 4:11; 2:13; 1:5, 17; 4:3; 2:8; 3:12; 1:22; 2:14; 5:7-9. 517
En esta epístola hay diversos
pasajes paralelos con los escritos de Pablo (como Sant. 1:22; cf. Rom. 2:13) y
con los escritos de Pedro (como Sant. 4:7; cf. 1 Ped. 5:8-9).
5. Bosquejo.
I. Saludo, 1:1.
II. LA TENTACIÓN, 1:2-18.
A. La necesidad de paciencia y
sabiduría, 1:2-8.
B. Cómo soportar las aflicciones
terrenales o el ensalzamiento, 1:9-12.
C. El origen de la tentación, 1:13-18.
III. EVIDENCIAS DE LA VERDADERA
RELIGIÓN, 1: 19-27.
A. Mejor oír que hablar, 1:19-22.
B. No sólo oír sino hacer, 1:23-27.
IV. ADVERTENCIAS CONTRA PELIGROS COMUNES EN LA
IGLESIA PRIMITIVA, 2:1 A 5:6.
A. Contra la acepción de personas,
2:1-13.
B. Contra una simple profesión de
fe, 2:14-26.
1. La fe sin obras "es muerta", 2:14-20.
2. Ejemplos de fe genuina que produce obras, 2:21-26.
C. Contra los pecados de la lengua,
3:1-18.
1. Dominio de la lengua,
especialmente en la enseñanza, 3:1-2.
2. Ilustraciones del uso debido e
indebido de la lengua, 3:3-12.
3. Exhortaciones a la conducta adecuada, incluso en el uso de la lengua,
3:13-18.
D. Contra las luchas y dificultades
entre los hermanos, 4:1-17.
1. El origen de las luchas y del
egoísmo, 4:1-4.
2. Exhortación a someterse a Dios,
4:5-10.
3. Exhortación contra la
maledicencia, 4:11-12.
4. Exhortación contra la vana
jactancia, 4:13-17.
E. Contra las ganancias fraudulentas
y el uso indebido de las riquezas, 5:1-6.
V. EXHORTACIONES FINALES, 5:7-20.
A. La paciencia es necesaria hasta que venga Cristo, 5:7-11.
B. Siempre se necesita una conducta apropiada, 5:12-13.
C. La oración es eficaz para ayudar a los enfermos, 5:14-18.
D. Exhortación a trabajar por la salvación de otros, 5:19-20. (7CBA) MHP
No hay comentarios:
Publicar un comentario