viernes, diciembre 03, 2021

REFLEXIÓN 933. ADVERTENCIAS CONTRA PELIGROS COMUNES EN LA IGLESIA PRIMITIVA: La Acepción De Personas/Una Simple Profesión De Fe (SANTIAGO 2).

Santiago 2.

ADVERTENCIAS CONTRA PELIGROS COMUNES 

EN LA IGLESIA PRIMITIVA, 2:1-26.

A.          Contra la acepción de personas, 2:1-13.

“Honrar al rico y despreciar al pobre 

contradice la profesión cristiana de fe; 

por lo tanto, debemos ser amantes 

y misericordiosos”.

B.  Contra una simple profesión de fe, 2:14-26.

1. La fe sin obras "es muerta", 2:14-20.

“No jactarnos de tener fe careciendo de obras, 

pues es una fe muerta, como la de los demonios”.

2. Ejemplos de fe genuina que produce obras, 2:21-26.

“La Fe De Abrahán Y De Rahab”.

1 HERMANOS míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. 2 Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, 3 y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado;

4 ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? 5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?

6 Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? 7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?

8 Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; 9 pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.

10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. 

11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho; No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.

12 Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados 

por la ley de la libertad. 

13 Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio. 

14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?

15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?

17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20 Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 

21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?

23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.

24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.

25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Santiago 2).

1. Hermanos míos. Ver com. cap. 1:2. Esta expresión común en Santiago es muy adecuada debido al énfasis que se ha puesto sobre el principio de la igualdad. Si los miembros de iglesia se mantienen "sin mancha del mundo" (cap. 1:27), cuidadosamente evitarán que se haga discriminación entre los hermanos en la fe debido a su riqueza o su pobreza.

Fe en nuestro... Señor. El texto griego puede entenderse como "fe de nuestro Señor" o "fe en nuestro Señor". El contexto favorece el segundo,

 (ver com. Mar. 11: 22; Efe. 3:12).

Glorioso. Literalmente "de la gloria" (cf. 1 Cor. 2:8); "Señor de la gloria" (BJ). Nuestro Señor Jesús posee todas las prerrogativas de la Deidad (ver t, V, p. 896). Él es el "Rey de gloria" (Sal. 24:7). Tomado en su debida perspectiva, aun las personas más ricas son pobres en comparación con el santo que comparte la herencia de la "gloria" del Señor (ver com. Rom. 8:17).

Sea sin. El contexto sugiere que había habido favoritismo en la iglesia a favor de los ricos. Por esta razón el consejo del apóstol enfocaba directamente un problema de las iglesias locales.

Acepción de personas. Gr. prosopolempsía, "actos de parcialidad" (ver com. Rom. 2:11). junto con mantenerse "sin mancha del mundo" (Sant. 1:27), los miembros de la iglesia deben guardarse de que la riqueza y la posición social no sean consideradas como cualidades necesarias en los dirigentes de la iglesia, en lugar de los dones espirituales.

2. Porque. Santiago ahora presenta una ilustración práctica que revela los peligros de la parcialidad.

Congregación. Gr. sunagoge, "sinagoga"; también "reunión" (BC), "asamblea" (BJ, NC). Este es el único texto del NT en donde la palabra sunagoge se aplica a la iglesia cristiana.

Con anillo de oro. Gr. jrusodaktúlios, "que lleva anillo de oro". Los anillos comúnmente adornaban los dedos de los ricos.

Espléndida. Gr. lamprós, "brillante", "magnífico", "espléndido" 

(cf. Luc. 23:11; Apoc. 18:14).

Vestido andrajoso. "Vestido sucio" (BJ); "vestido mugriento" (BC). Es decir, sin lavar y mal cuidado, en contraste con la vestidura elegante de los ricos. Santiago parece referirse a los que inesperadamente se presentan en una reunión cristiana, y no a los miembros regulares de la iglesia. Es evidente que se trataba de esos visitantes de acuerdo con sus posesiones: unos eran descuidados y otros recibían honores.

3. Miráis con agrado. U "os fijáis"; "fijáis la atención" (NC), con el propósito de agradar.

En buen lugar. Gr. kalos, "bien"; en forma honrosa o cómoda; también "tener a bien", o sea una invitación cortés. Describe gran deferencia y respeto.

Estate tú allí en pie. Al pobre no se le prestaba una atención cortés, y tenía que escoger entre permanecer humildemente de pie junto a la pared, o sentarse en el suelo entre los "estrados", donde apoyaban los pies aquellos miembros o visitas que eran considerados dignos de mayor respeto.

Bajo. Es decir, al lado del "estrado" de otro. La persona más favorecida, que tiene estrado y asiento, trata al pobre como si no fuera digno de la menor atención.

4. Distinciones. Gr. diakríno, "hacer distinción", "hacer diferencia" (cf. com. cap. 1:6). Esta clase de parcialidad indica que no se conocen las claras enseñanzas del Señor en cuanto a la humildad y la atención a otros. Mediante esta doble norma, por la cual los ricos y los pobres son tratados de una manera tan diferente, los miembros de iglesia niegan por medio de sus hechos su pregonada lealtad al humilde Jesús (ver com. 2:1). Cuando estas personas hacen tales diferencias, demuestran que son "de doble ánimo" (cap. 1:8), que vacilan entre Dios y el mundo.

Pensamientos. "Criterios" (BJ). Gr. dialogismós, "razonamiento", "reflexión". El apóstol llama "jueces" a los que son parciales porque han dado su fallo mediante su conducta. Juzgan a los ricos y a los pobres con normas no cristianas. 

Su juicio, que establecía una diferencia entre ricos y pobres, estaba basado en un falso concepto de los valores: la norma generalmente practicada por el "mundo" (cap. 1:27). Para un cristiano genuino, el pobre tiene tanto valor como el rico. El Calvario es el gran factor de igualdad.

5. Hermanos. Ver com. cap. 1:2; 2:1.

Oíd. Santiago hace comparecer ante el tribunal a los que se habían constituido a sí mismos como jueces (vers. 4).

Elegido. Gr. eklégomai (ver com. Rom. 8:33). Esta forma verbal indica que Dios los elige para sí mismo. Escoge para sí a los que continuamente contemplan a, Jesús, confían en él (ver com. Juan 6:40) y desean ser como él. Pablo también emplea este verbo para describir la elección que hace Dios de "lo vil del mundo" en la formación de la iglesia cristiana (ver com. 1 Cor. 1:26-28).

Pobres de este mundo. O pobres a juicio de este mundo. Debido a que el "mundo" (ver com. cap. 1:27) juzga el valor de un hombre de acuerdo con sus posesiones materiales, con frecuencia los pobres son despreciados por los más afortunados; sin embargo, Cristo ha pronunciado una bendición sobre los pobres, enseñando que su reino estará mayormente constituido por ellos (ver com. Luc. 6:20-25). Las personas no son llamadas porque son pobres, sino porque están dispuestas a ser leales de todo corazón a Jesucristo y a confiar completamente en él (ver com. Mat. 6:33). Las posesiones de los ricos con frecuencia se convierten en sustituto de la confianza en Dios. Por eso la confianza plena en Cristo quizá no parezca tan necesaria para el rico como lo es para el pobre.

Ricos en fe. Es decir, ricos en el ejercicio de la fe. Una persona puede ser pobre ante los ojos del mundo, pero rica delante de Dios.

Herederos del reino. Santiago habla aquí del futuro reino de gloria, reino que fue previsto antes de que entrara el pecado en nuestro mundo (ver Dan. 7:27; com. Mat.25:34). Los cristianos no sólo son herederos sino "coherederos" con Jesús, y les pertenecen todas las prerrogativas inherentes a ese honor (ver com. Rom. 8:17). Este "reino" puede compararse con la "corona de vida" (Sant. 1:12), que también se dará "a los que le aman".

6. Afrentado. Gr. átimazo, "deshonrar"; "menospreciado" (BJ). La primera parte de este versículo parece estar más estrechamente relacionada con el vers. 5. Santiago establece un contraste entre la manera como Dios trata a los hombres y la forma como esos miembros de iglesia trataban a sus semejantes. Dios trata a todos de la misma manera; no prefiere a nadie según sea su jerarquía en el mundo. 

Si Dios hubiese juzgado y elegido a los hombres como lo estaban haciendo esos miembros de iglesia, cuán pocos de ellos hubieran estado en la iglesia y llegado a ser "herederos del reino" (cf. 1Cor. 1:26). Esta práctica discriminatoria podría haber parecido a los que no pertenecían a la iglesia como la norma del proceder cristiano; Santiago desea vehementemente desvirtuar este falso concepto acerca de Jesucristo (ver com. vers. 1).

Oprimen. Gr. katadunastéuo, "oprimir", "tiranizar", Este mismo verbo se usa para describir las aflicciones que se originan en Satanás (Hech. 10:38). Los miembros de iglesia deben tratar a otros como ellos quisieran ser tratados (ver com. Mat. 7:12). 

A los feligreses que hacían "distinciones" (vers. 4), Santiago les recuerda las injusticias con que los afligían los "ricos". Teniendo eso en cuenta los insta a no cometer opresiones parecidas con los pobres de su congregación.

Ricos. Es decir, los ricos en general y más particularmente los ricos judíos (vers. 7). La primera persecución de la iglesia cristiana fue instigada por los judíos políticamente poderosos, especialmente los saduceos (ver t. V, pp. 54-55; com. Hech. 8:1), los opresores tradicionales de los pobres.

Tribunales. Gr. kriterion, "tribunal" (ver com. 1 Cor. 6:2,4). Esto no necesita limitarse a los tribunales judíos, aunque los judíos ricos con frecuencia encabezaban la persecución de los cristianos (Hech. 16:19; 17:6; 18:12).

7. Blasfeman. Es obvio que esos blasfemos ricos eran judíos incrédulos (Hech. 13:45) o paganos, pues los que no eran cristianos blasfemaban el nombre de Jesucristo. La obediencia a Cristo fue lo que causó aflicciones muy duras en los primeros siglos de la era cristiana.

Ellos. En el texto griego el énfasis se halla en este pronombre, que se refiere a los "ricos" del vers. 6. ¿No son ellos, esos mismos ricos que blasfeman a vuestro Señor, a quienes estáis dispuestos a dar preferencia?

Buen. Gr. kalós, "bello", "excelente", "honorable".

Nombre. El nombre de Cristo por el cual sin duda eran conocidos los discípulos (ver com. Hech. 11:26) y por el cual sufrían (Hech. 5:41; 1Ped. 4:14-16). El nombre de Cristo es "digno" u "honorable" porque está revestido de honor e imparte dignidad al que lo lleva.

Fue invocado sobre vosotros. Una expresión similar a ésta se registra en Hech.15:17 (ver Amos 9:12). Lo que dice Santiago es que en vista de la arrogancia demostrada en las prácticas de los "ricos" (vers. 6), el visitante adinerado no merece la servil parcialidad que se le tributa cuando visita la iglesia. Los feligreses deben ser respetuosos con los ricos, pero no mostrarles más respeto y consideración que los que les manifiestan a los pobres.

8. Cumplís. Gr. tele, "llevar a su cumplimiento", "realizar perfectamente". Téleo es más enfático que teréo (vers. 10). Compárese con pleróo, una de cuyas inflexiones se traduce como "cumplido" (Mat. 5:18), que se usa en el sentido de "cumplir plenamente".

Real. Gr. basilikós, "perteneciente a un rey" por lo tanto, "principal", "suprema". "Ley real" puede, pues, significar una ley promulgada por un rey, en este caso el Rey del cielo, o una ley suprema. La ley de amor es el principio supremo del cual depende toda otra ley sagrada. Esa "ley real" -el Decálogo-, que también es llamada "la perfecta ley" (ver com. Sant. 1:25; cf. CS 519), se basa en este principio.

Escritura. Gr. grafe, "escrito", "escritura". La regla de la práctica cristiana está definida por las Escrituras. Santiago, como otros autores del NT, emplea el término grafe para referirse al AT (ver com. 2Tim. 3:16). 

El precepto "amarás a tu prójimo como a ti mismo" aparece por primera vez en Lev. 19:18, y está respaldado y fortalecido  por las enseñanzas de Cristo (ver com. Mat. 5:43; 19:16-19; 22:37-40; Luc. 10:27-29; Juan 13:34).

Bien hacéis. La aprobación divina descansa sobre los miembros de la iglesia que viven plenamente esta ley del amor en su vida diaria. Pero esta ley se aplica tanto a los pobres como a los ricos, pues son "prójimos" recíprocamente, y deben ser considerados imparcialmente como iguales. Amar sólo a los ricos como a uno mismo, no es cumplir la ley.

9. Acepción. Ver com. vers. 3.

Pecado. Al mostrar deferencia por los "ricos", es probable que los cristianos piensen que están cumpliendo la ley del amor; pero esa misma ley muestra que están pecando al hacer acepción de personas en su trato con sus semejantes.

Convictos. Gr. elégjo, "convencer de culpa", "demostrar una falta" 

(ver com. Juan 16:8).

Ley. La ley es la perfecta norma de justicia por la cual se evalúan las acciones de las personas (ver com. Rom. 3:20; Sant. 1:25).

Transgresores. Gr. parabátes, "transgresor"; uno que se desvía del buen camino.

10. Guardare. Gr. teréo, "guardar", "prestar cuidadosa atención". Santiago presenta como ejemplo el caso hipotético de un miembro de iglesia que guarda toda la ley, excepto un mandamiento. No afirma que ese caso fuera real.

Ofendiere. Gr. ptáio, "tropezar", "delinquir", "faltar al deber".

Punto. La ley no es una simple colección de preceptos aislados: es un trasunto perfectamente armonioso de la voluntad divina. Todos los preceptos son manifestaciones del amor en acción, ya sea hacia Dios o hacia nuestros prójimos. Preferir la parte de la ley que nos conviene e ignorar el resto, aunque sólo se trate de un pequeño detalle, revela el deseo de hacer nuestra propia voluntad y no la de Dios. Se quebranta la unidad del amor y aparece el pecado básico del capricho egoísta.

Culpable de todos. Para quebrantar la ley, ya sea civil o religiosa, no es necesario violar todas las leyes: una sola falta es suficiente. El punto esencial es la cuestión básica de ser leal a la autoridad; es suficiente una sola violación para manifestar la inclinación del corazón.

"Un vidrio que es golpeado en un solo punto queda, sin embargo, destrozado. La ley no es un conjunto de diez bolos, uno de los cuales puede ser derribado mientras los otros quedan firmes. La ley es una unidad; su unidad es el amor. Si se viola en un punto, se viola el amor como tal, o sea la unidad de ella" (R. C. H. Lenski, The Interpretation of the Epistle to the Hebrews and of the Epistle of James, Wartburg Press, Columbus, Ohio, 1946, p. 572).

Así como una cadena queda rota cuando se rompe su eslabón más débil, así como una nota puede echar a perder toda la armonía musical, así como una parte herida hace sufrir todo el cuerpo, o así como la lepra en cualquier lugar del cuerpo hace que todo el hombre sea catalogado como leproso, así también quebrantar un mandamiento arruina la plenitud y la armonía de toda la ley para el transgresor

11. El. Hay sólo un Legislador (cf. cap. 4:12), y la ley es la expresión de la voluntad divina(ver com. Exo. 20:1); por lo tanto, la autoridad de Dios se revela igualmente en cada uno de los diez preceptos pronunciados por él en el Sinaí, y cualquiera que voluntariamente viole un mandamiento, se rebela contra la expresa voluntad de Dios.

Dijo. Probablemente sea una referencia al hecho de que el Señor pronunció personalmente los Diez Mandamientos (Exo. 20:1; Deut. 5:26).

No cometerás adulterio. El apóstol cita, como ejemplo, dos de los Diez Mandamientos; pero otros dos pudieran igualmente haber servido como ilustración. 

El Señor citó esos dos mandamientos en el Sermón del Monte, en donde mostró que pueden ser violados tanto en el corazón como con las acciones (Mat. 5:21-28). Con esta ilustración Santiago enseña que la observancia de una parte de la ley no justifica la violación de otra parte. 

Ningún juez perdonaría la violación de una ley sencillamente porque el infractor ha respetado muchas otras leyes. Por eso se recordaba a los miembros de la iglesia que excusaban su parcialidad hacia los ricos como el cumplimiento de la ley del amor, que esa práctica no anulaba sus injusticias con los pobres. Así se destruía la unidad del genuino amor cristiano.

Transgresor. Ver com. vers. 9.

Ley. De ese modo es violado el espíritu de toda la ley y se revela la falta de una entrega completa a la voluntad de Dios.

12. Hablad. En resumen: el apóstol exhortaba a sus hermanos en la fe a esforzarse para que sus palabras y acciones diarias se sujetaran a la ley de Dios. La afirmación de Santiago de que somos responsables por nuestras palabras y nuestros hechos, es característica de él; es otra alusión a las enseñanzas de Cristo (Mat. 12:36-37).

Juzgados. El registro de la vida de cada ser humano será un día revisado por Dios,

 (ver com. Hech. 17:31; 2 Cor. 5:10).

Ley de la libertad. Ver com. Sant. 1:25. Además del Decálogo, las otras "palabras" que Jesús habló finalmente juzgarán a los hombres (ver com. Juan 12:48). 

"El pecado puede triunfar solamente debilitando la mente y destruyendo la libertad del alma. La sujeción a Dios significa la rehabilitación de uno mismo, de la verdadera gloria y la dignidad del hombre. La ley divina a la cual somos inducidos a sujetarnos, es "la ley de la libertad' " (DTG 432). 

Ver Mishnah Aboth 6. 2.

13. Juicio. Santiago concluye su consejo específico acerca de no mostrar parcialidad hacia los ricos. 

La advertencia bíblica de que habrá "juicio sin misericordia" para los que no son misericordiosos, es un principio equitativo, y se presenta tanto en el AT (ver com. 2Sam. 22:26-27; Prov. 21:13) como en el NT (ver com. Mat. 5:7; 6:15; 7:1; 18:21-35; 25:41-46).

Misericordia. Gr. éleos, "compasión", "piedad", "misericordia". Cf. com. Mat. 5:7

 (ver Nota Adicional de Sal. 36; com. Miq. 6:8).

Triunfa. Gr. katakaujáomai, "gloriarse", jactarse", "ponerse por encima de otro". 

El misericordioso se enfrenta al juicio con alegre confianza, sin temor; sabe que Dios es misericordioso con los misericordiosos.

Cuando hace misericordia, Dios no anula la justicia como Satanás lo había argumentado.  La cruz demostró la falsedad de esta acusación (DTG 709-711), y reveló el glorioso esplendor de la calidad de la misericordia divina (ver com. Sal. 85:10).

14. Hermanos. Cf. vers. 1, 5; com. cap. 1:2.

¿De qué aprovechará? Literalmente "¿cuál [es] el provecho?"; es decir, en cuanto a la salvación eterna. El apóstol se ocupa aquí de otro aspecto de los deberes prácticos de la "religión pura" (ver com. cap. 1:27). Algunos feligreses (cap. 2:1-13) quizá excusaban la parcialidad que mostraban con los ricos argumentando con un uso pervertido de la ley del amor.

Otros miembros de la iglesia (vers. 14-26) parecían excusarse por no haber cumplido con su deber cristiano referente a las buenas obras, argumentando que tenían "fe".

Fe. Gr. pístis, "fe", "lealtad", "confianza" (ver com. Heb. 11:1). Esos cristianos sin duda afirmaban que la fe puede existir sin obras; pero Santiago les argumenta que la "fe" que no se manifiesta por medio de las buenas "obras", es inútil. La fe verdadera es evidente para los demás por las "obras" que produce. Su existencia no depende de un simple testimonio personal. La persona que dice que tiene "fe", pero carece de "obras", puede ser comparada con el que piensa que es religioso (cf. Sant. 1:26), pero no manifiesta las acciones o frutos de la "religión pura".

Obras. En los cap. 1 y 2 el apóstol ha destacado la importancia de las acciones cristianas; ahora hace frente directamente a los que descuidan los deberes de la "religión pura" (cf. cap. 1:27) porque tienen fe. En consonancia con los escritos de Pablo (ver com. Rom. 2:6-10), se destaca aquí la necesidad tanto de la fe como de las obras en una genuina experiencia cristiana. Las obras llegan a ser la expresión de una vida convertida: acciones que brotan espontáneamente debido a la motivación de la fe.

¿Podrá la fe? Es decir, la fe sin obras. La pregunta demuestra que Santiago espera una respuesta negativa: "No; por supuesto que no". 

La fe que no se manifiesta en buenas acciones continuas, nunca salvará a nadie; tampoco lo harán las buenas obras sin una fe genuina (ver com. Rom. 3:28).

15. Si. Santiago presenta una situación común que a menudo pone a prueba la autenticidad de la fe de un cristiano.

Desnudos. Gr. gumnós (ver com. Juan 21:7). Este adjetivo con frecuencia se aplica a los que están escasos de ropas y se encuentran expuestos a la intemperie sin una protección adecuada.

Tienen necesidad. Esas personas carecen no sólo de lo superfluo sino de lo esencial para poder vivir.

16. Alguno de vosotros. El apóstol, sin hacer ninguna referencia personal, discretamente pone de relieve la inhumanidad de semejante conducta, quizá teniendo en cuenta casos reales.

Id en paz. Forma común de despedida entre los judíos, aunque no sólo limitada a ellos (ver Hech. 16:36). Explica aquí el deseo de escapar a prisa de una responsabilidad, diciendo: "Vete, y que Dios o algún amigo atiendan tus necesidades".

Calentaos y saciaos. Se necesita algo más que la simple fe para cubrir un cuerpo aterido y eliminar las angustias del hambre. Sería una cruel burla presentar textos bíblicos y dar consejos llenos de piedad sin proporcionar la ayuda material necesaria. El texto griego implica que esos miembros de la iglesia sugerían que algún otro debía socorrer a los necesitados.

Necesarias. Algunos miembros de iglesia, que se jactaban de su "fe", se negaban a socorrer a otros hermanos en Cristo, no dándoles lo que era absolutamente necesario para la vida, aunque se entiende que ellos podrían haber satisfecho esas necesidades.

¿De qué aprovecha? Esta fe vacía no aprovecha a los que necesitan ayuda material, ni tampoco a los miembros de la iglesia que pierden una oportunidad más de ayudar a Cristo en la persona de uno de sus "hermanos más pequeños" 

(ver 1 Juan 3:17; com. Mat. 25:41-45).

17. La fe. O sea "la fe" sin "obras" del vers. 14. Esta fe es simplemente una convicción intelectual de que ciertas doctrinas son verdaderas. La mente se convence debido a la abrumadora evidencia de la Palabra de Dios, pero el corazón permanece frío e inconverso.

Si no tiene obras. Así como sólo puede demostrarse por medio de las obras que son genuinos los buenos deseos de ayudar a los pobres y a los necesitados, así también sólo puede demostrarse por medio de las obras que la fe es genuina. La fe sin el fruto de las obras cristianas es una fe sólo nominal; le falta el principio viviente que rige las acciones del corazón (cf. Rom. 2:13; 1 Cor. 13). 

Muerta. La fe sin obras puede, como un cadáver, tener apariencia de una persona, pero no tiene vida. Una vid muerta no puede dar frutos; la fe muerta tampoco produce un modelo adecuado de las acciones cristianas. Ambas son inútiles.

En sí misma. Santiago no está comparando la fe con las obras, sino la fe genuina con la fe muerta. El que tiene una fe muerta puede creer en Dios, pero su fe es inútil porque esa convicción mental no da los frutos necesarios del servicio cristiano en la vida. Además de ser inútil en esta vida, esta fe muerta no puede salvar al que la posee.

 (Ver com. vers. 14).

18. Pero. Santiago aquí presenta a dos personas hipotéticas envueltas en una discusión: una es "tú" y la otra "yo". La primera -aparentemente cristiana- pretende salvarse sólo por fe; la segunda  -aparentemente un cristiano, quizá de origen judío-, por sus propias obras. Santiago en realidad no apoya ninguno de los dos puntos de vista; pero dirige su exhortación (en la última parte de este versículo) al que aboga por la fe sin obras.

Muéstrame. Gr. déiknumi, "demostrar", "dar pruebas". Santiago interviene ahora hipotéticamente en el debate, y despeja el error de pensar que la fe puede existir separada de las obras.

Sin. Mostrar fe aparte de las obras es imposible, porque la fe, como un principio y una actitud de la mente, siempre revela su naturaleza en el comportamiento externo. El que no manifiesta buenas obras, demuestra, por lo mismo, su carencia de fe genuina.

Te mostraré. La fe genuina se demuestra en acciones desinteresadas, pues engendra el deseo de servir al prójimo. Así sucedió con Cristo y así también sucederá con todos los que siguen su ejemplo.

19. Crees. Santiago concede que una fe "muerta" no puede acompañar a una teología correcta.

Dios es uno. Esta doctrina es básica para todo el pensamiento cristiano. La creencia en un solo Dios, omnipotente y personal, distinguía a los judíos y a los primeros cristianos de los seguidores de otras religiones.

Bien haces. Compárese la ironía de Santiago con la de Cristo (Mar. 7:9). Es esencial que la teología sea correcta; pero ésta es sólo un medio para alcanzar el fin más importante: una vida cristiana simétrica.

Demonios. Gr. daimónion, "demonio" (ver com. Mar. 1:23). 

Acerca del origen de los demonios, ver 2 Ped. 2:4. Nadie duda de que los demonios creen que Dios existe (ver com. Mar. 3:11; 5:7). Su creencia puede ser intelectualmente correcta, pero continúan siendo demonios.

 Nadie diría que conocer una teología correcta es tener una fe suficiente. La fe que salva transforma la vida.

Tiemblan. Gr. frísso, "erizarse", "estar horrorizado", "temblar". Los demonios están tan convencidos de la existencia de Dios, que tiemblan ante el pensamiento de su castigo en el juicio final (ver com. Mat. 25:41; 2 Ped. 2:4).

20. Quieres. Gr. thélo, "querer", "desear". Santiago apela al intelecto, pues con frecuencia el verdadero obstáculo para la recepción de la verdad es una ignorancia voluntaria.

Saber. Gr. ginosko, "saber", "conocer"; tener conocimiento experimental con comprensión y entendimiento.

Vano. Gr. kenós, "vacío", "sin contenido" (ver com. 1 Con 15:14). Una fe muerta es una fe vacía porque no salva a nadie. Santiago exhorta con una solemne amonestación a los miembros de la iglesia que tienen una fe que no es más eficaz que la que poseen los demonios.

Sin. Gr. jorís, "aparte de" (cf. vers. 18). La idea no es que las obras hacen que la fe sea viva, sino que una fe viva produce obras vivas.

Muerta. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto "improductiva"; "estéril" (BJ, BA, BC, NC). Con una u otra variante el significado es claro: una simple profesión de fe es inútil (ver com. vers. 14,16) para el que la posee y también para los que estén en necesidad.

21. Fue. Es evidente que los lectores de esta epístola concordarían fácilmente con esta afirmación. Justificado. Gr. dikaióo, "declarar justo" (ver com. Rom. 2:13; 3:28).

Por las obras. Mejor "por obras", es decir, "en base a obras". Santiago no dice que las "obras" solas justificarán a un pecador. Está destacando que las obras de Abrahán demostraban la autenticidad de aquella fe que Dios había declarado como correcta. Santiago, al igual que el apóstol Pablo (ver com. Rom. 4:1-25; Heb. 11:4-39), coloca a la fe en el corazón mismo de la justificación e ilustra la vitalidad de esa fe citando las acciones dignas de los que fueron justificados.

Abraham nuestro padre. Tanto los cristianos de origen judío como los de origen gentil eran espiritualmente descendientes de Abrahán (ver com. Rom. 4:10-12; Gál. 3:7-9, 29). Santiago ha recurrido a la lógica (vers. 19); ahora, a las Escrituras. Los miembros sinceros de la iglesia no podían desear nada mejor que una fe semejante a la de Abrahán.

Cuando. La ocasión que se menciona no es el único caso en la vida de Abrahán cuando Dios lo declaró justo. El primer caso ocurrió algunos años antes del nacimiento de Isaac, y está descrito en Rom. 4. Años después Dios probó la fe de Abrahán pidiéndole que sacrificara a Isaac. Mientras Abrahán se ocupaba en las "obras" preparatorias para esa ofrenda, demostraba plenamente que su fe era genuina.

Ofreció. Ver Gén. 22:5-13; Heb. 11:17.

Altar. Sólo la inmutable confianza de Abrahán en la fidelidad de Dios puede explicar este supremo acto de obediencia. Su fe, demostrada por sus "obras", recibió nuevamente, como en el primer caso de santificación (Gén. 15:6), la declaración de la aprobación de Dios (Gén. 22:15-18).

22. ¿Ves? O "ves". El texto griego puede entenderse como una afirmación, y probablemente así debe ser aquí. La ilustración del episodio de Abrahán es tan clara que todos la comprenden.

La fe. Es decir, la fe que impulsó a Abrahán a ofrecer a Isaac.

Actuó juntamente. Gr. sunergéo, "trabajar junto con", "cooperar con". Este versículo es el clímax lógico del tema de la relación de la fe con las obras. El propósito básico de Santiago no es hacer reconocer la importancia de las obras, sino lograr la unión completa de la fe genuina y las acciones cristianas. Nadie puede hacer frente voluntariamente a problemas y peligros a menos que esté poseído íntimamente por una fe firme. La verdadera fe ayuda a los hombres a ejecutar grandes obras.

Perfeccionó. Gr. teleió, "completar", "acabar" (ver com. Mat. 5:48; Luc. 13:32). La fe y las obras no pueden estar separadas en una vida genuinamente cristiana. Cuando Abrahán enfrentó la prueba, sus obras demostraron que su fe era verdadera.

Por las obras. Ver com. vers. 21. Estas "obras" de Abrahán consistían en obedecer las órdenes de Dios, no en la ejecución rutinaria de obras prescritas por autoridades humanas.

23. Se cumplió. Es decir, "se realizó". Cf. Gén. 15:6; ver com. Mat. 5:17. 

Antes del nacimiento de Isaac, Dios declaró que Abrahán tendría muchos descendientes (ver com. Gén. 15:1-5). 

Esta profecía dependía del nacimiento de un hijo y de que se perpetuara el linaje familiar. Abrahán creyó que se cumpliría la promesa de Dios aun cuando todavía no tenía hijos y ya era anciano (ver com. Gén. 15:6). Ahora, muchos años más tarde, Dios le exigía algo que aparentemente contradecía la promesa original de hacer de Abrahán una gran nación; pero Abrahán todavía confiaba en la sabiduría de Dios, y obedeció.

Creyó. Ver com. Gén. 15:6.

Contado. Gr. logízomai, "computar", "atribuir" (ver com. Rom. 4:3). Abrahán fue considerado justo porque confió en la palabra de Dios y gozosamente aceptó la promesa de un Redentor (ver com. Gál. 3:6). La evidencia culminante de que confiaba en Dios, se reveló en su disposición de sacrificar a Isaac ante la orden de Dios: un acto que aparentemente habría anulado las promesas de Dios. Esta terrible prueba justificó la declaración de Dios en cuanto a la dignidad del patriarca.

Amigo de Dios. Ver 2 Crón. 20:7. Era común entre los judíos aplicar este título a Abrahán, y sigue siéndolo entre los árabes. La límpida autenticidad de la confianza de Abrahán en Dios es un ejemplo que todos debemos tratar de imitar.

24. Vosotros veis. Santiago utiliza la experiencia de Abrahán como ejemplo de que la fe y las obras son inseparables a fin de cerrar su argumento expresado en los vers. 14-23.

Es justificado. Santiago no niega que el hombre sea declarado justo por la fe, pues la cita que acaba de presentar de Gén. 15:6 así lo demuestra; lo que niega enfáticamente es que la profesión de fe, por sí sola, pueda justificar a alguien. 

Las buenas obras acompañan a la fe y demuestran la validez de la fe por la cual una persona es justificada. Si no hay "obras" es evidente que tampoco existe una fe genuina (ver com. Sant. 2:17,20).

Por las obras. Nadie que haya decidido ser más y más semejante a Cristo, podrá vivir una vida que no tenga buenas obras.

Solamente. El apóstol continúa poniendo el énfasis en la inseparabilidad de la fe y las obras (ver com. vers. 22). Es evidente que no se está ocupando del problema de las "obras de la ley" según los requisitos rituales del judaísmo (ver com. Rom. 3:28).

25. Asimismo. Santiago cita otro episodio bien conocido del AT para ilustrar el principio de que la fe se demuestra mediante las buenas obras. La lección es paralela con la que dedujo del episodio de Abrahán, aunque el supremo acto de fe en cada caso fue muy diferente del otro.

Rahab. Ver com. Jos. 2:1; Heb. 11:31. Abrahán era notable por su piedad; Rahab, por su inmoralidad. Abrahán era creyente desde muchos años antes de que ofreciera a Isaac; la fe de Rahab era incipiente. Pero ambos demostraron su fe mediante una completa despreocupación por su seguridad personal y aceptando sin reparos el programa divino. Santiago muestra que el más venerable de los fieles y la más despreciada de los gentiles, encuentran igualmente su justificación mediante una fe que actúa.

Justificada. Ver com. vers. 21. Rahab decidió echar su suerte con el pueblo de Dios, y demostró su fe en el Dios de Israel poniendo en peligro su vida para salvar a los espías. Santiago dice implícitamente que si ella hubiese profesado tener fe en el Dios de Israel y sin embargo no hubiese ocultado a los espías, su fe hubiera sido estéril, muerta.

26. Espíritu. O "aliento". El apóstol concluye su tema con un hecho irrefutable que expone a la consideración de sus opositores: no hay vida en el cuerpo cuando falta el aliento (ver com. Gén. 2:7).

Fe. O una supuesta fe, porque sin obras no existe la fe genuina. Un asentimiento intelectual, una convicción basada en un credo, pueden existir sin buenas obras; pero no una fe viviente que coopera con el plan de Dios para la restauración de la humanidad.

Muerta. En la fe de Abrahán, en la de Rahab o en cualquiera de los otros héroes de la fe mencionados en la lista de honor de Heb. 11, no hubo nada muerto. Obedecían por fe. Los miembros de iglesia que son cristianos sólo de nombre, que no dan un testimonio personal que refleje el ministerio de Cristo en favor de ellos, son, por así decirlo, simples cadáveres. (7CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1-26. TM 125. La verdadera religión significa vivir la Palabra en vuestra vida práctica. Vuestra profesión no tiene ningún valor sin la práctica realización de la Palabra. "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame". Esta es la condición para ser discípulo. "He aquí mi siervo, al cual he escogido; mi Amado, en el cual se agrada mi alma: Pondré mi Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio.  No contenderá, ni voceará: Ni nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no quebrará, y 125 el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles".

5. Ev 411. UN GRUPO MÁS FÁCILMENTE ACCESIBLE.- No existe otra clase más fácilmente accesible. Muchos de sus miembros son más merecedores que los más ricos, porque los que son más ricos no han obtenido sus riquezas en virtud de los más estrictos principios de integridad. Existen personas que no sacrifican los principios de la más estricta honradez para poseer cualquier cantidad de recursos. Esta es la clase que, si la luz le fuera presentada con sabiduría, la recibiría, y sus componentes serían obreros de confianza juntamente con Dios. El obrero, por la sabiduría que le es dada por Dios, trabajará de una manera tal como para atraer a estas personas y unirlas en Cristo Jesús (Manuscrito 66, 1894).

¿CÓMO PODEMOS ALCANZARLOS? ¿Y cómo podemos alcanzar a la gente común? Cristo trató de trabajar por los más altos dignatarios de la nación.  Pero ellos no lo recibieron, porque les dijo la verdad. Tenían ideas exaltadas acerca de su propia piedad. No querían ser instruidos. Pensaban que su trabajo era instruir a los demás, y no ser instruidos ellos mismos. Pero acerca de los pobres las Escrituras testifican: "Los que eran del común del pueblo le oían de buena gana". "Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre". "El Señor daba palabra: de las evangelizantes había grande ejército" (Manuscrito 125, 1897).

CRISTO LLEGABA A SUS MENTES.- Haremos mucho en poco tiempo si trabajamos en la forma como Cristo lo hacía. Podemos reflexionar provechosamente en la formó como él enseñaba. Trataba de llegar a la mente de la gente común. Su estilo era sencillo, natural y abarcante. Tomaba sus ilustraciones de las escenas con las que sus oyentes estaban más familiarizados. Ilustraba verdades de importancia eterna utilizando cosas de la naturaleza y en esta forma relacionaba el cielo con la tierra (Manuscrito 24, 1903).

MEDITAD EN LA SENCILLEZ DE CRISTO.- El Salvador vino "para dar buenas nuevas a los pobres" (Luc. 4:18). En su enseñanza, hacía uso de los términos más sencillos y de los símbolos más claros. Y "los que eran del común del pueblo le oían de buena gana" (Mat. 12:37).  Los que hoy procuran hacer su obra para este tiempo necesitan una comprensión más profunda de las lecciones que él dio (El Ministerio de Curación, pág. 349. Año 1905).

EL PUEBLO DEL SEÑOR ESTÁ INTEGRADO MAYORMENTE POR GENTE COMÚN.- El pueblo del Señor se compone mayormente de los pobres de este mundo, de gente común. No muchos sabios, no muchos poderosos, no muchos nobles son llamados. Dios ha escogido a "los pobres de este mundo". "A los pobres es anunciado 412 el evangelio". 

Los ricos son llamados, en un sentido; son invitados, pero no aceptan la invitación.  Pero en estas malvadas ciudades el Señor tiene muchas personas que son humildes, y sin embargo, dignas de confianza (Manuscrito 17, 1898).

6-7. HAp 128. BIEN PODÍAN LOS PAGANOS 128 LLAMARLOS CRISTIANOS, siendo que predicaban a Cristo, y dirigían sus oraciones al Padre por medio de él. Fue Dios el que les dio el nombre de cristianos. Este es un nombre real, que se da a todos los que se unen con Cristo. En cuanto a este nombre Santiago escribió más tarde: "¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los juzgados? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?" (Sant. 2:6,7.) Y Pedro declaró: "Si alguno padece como Cristiano, no se avergüence; antes glorifique a Dios en esta parte." "Si sois vituperados en el nombre de Cristo, sois bienaventurados; porque la gloria y el Espíritu de Dios reposan sobre vosotros." (1 Ped. 4:16,14.)

LOS CREYENTES DE ANTIOQUÍA comprendían que Dios estaba dispuesto a obrar en sus vidas "el querer como el hacer, por su buena voluntad." (Fil. 2:13.) Mientras vivían en medio de un pueblo que parecía preocuparse poco por las cosas de valor eterno, trataban de dirigir la atención de los de corazón sincero, y dar testimonio positivo de Aquel a quien amaban y servían. En su humilde ministerio, aprendieron a depender del poder del Espíritu Santo para hacer eficaz la palabra de vida. Y así, en las diversas ocupaciones de la vida, daban testimonio diariamente de su fe en Cristo.

EL EJEMPLO DE LOS SEGUIDORES DE CRISTO EN ANTIOQUÍA debería constituir una inspiración para todo creyente que vive en las grandes ciudades del mundo hoy. Aunque es plan de Dios que escogidos y consagrados obreros de talento se establezcan en los centros importantes de población para dirigir esfuerzos públicos, es también su propósito que los miembros de la iglesia que viven en esas ciudades usen los talentos que Dios les ha dado trabajando por las almas.

Hay en reserva ricas bendiciones para los que se entreguen plenamente al llamamiento de Dios. Mientras esos obreros se esfuercen por ganar almas para Jesús, hallarán que muchos que nunca hubieran sido alcanzados de otra manera están listos para responder al esfuerzo personal inteligente. 129

LA CAUSA DE DIOS En La Tierra Necesita Hoy Día Representantes Vivos De La Verdad Bíblica. Los ministros ordenados solos no pueden hacer frente a la tarea de amonestar a las grandes ciudades. Dios llama no solamente a ministros, sino también a médicos, enfermeros, colportores, obreros bíblicos, y a otros laicos consagrados de diversos talentos que conocen la Palabra de Dios y el poder de su gracia, y los invita a considerar las necesidades de las ciudades sin amonestar. El tiempo pasa rápidamente, y hay mucho que hacer. Deben usarse todos los agentes, para que puedan ser sabiamente aprovechadas las oportunidades actuales.

8. CS 519. Hay en las diversas denominaciones hombres eminentes por su piedad, que reconocen y deploran este hecho. El profesor Eduardo A. Park, al exponer los peligros religiosos corrientes, dice acertadamente: "Una de las fuentes de peligros es el hecho de que los predicadores insisten muy poco en la ley divina. En otro tiempo el púlpito era eco de la voz de la conciencia.... Nuestros más ilustres predicadores daban a sus discursos una amplitud majestuosa siguiendo el ejemplo del Maestro y recalcando la ley, sus preceptos y sus amenazas. Repetían las dos grandes máximas de que la ley es fiel trasunto de las perfecciones divinas, y de que un hombre que no tiene amor a la ley no lo tiene tampoco al Evangelio, pues la ley, tanto como el Evangelio, es un espejo que refleja el verdadero carácter de Dios.

ESTE PELIGRO ARRASTRA A OTRO: el de desestimar la gravedad del pecado, su extensión y su horror. El grado de culpabilidad que 519 acarrea la desobediencia a un mandamiento es proporcional al grado de justicia de ese mandamiento....

"A los peligros ya enumerados se une el que se corre al no reconocer plenamente la justicia de Dios. La tendencia del púlpito moderno consiste en hacer separación entre la justicia divina y la misericordia divina, en rebajar la misericordia al nivel de un sentimiento en lugar de elevarla a la altura de un principio. El nuevo prisma teológico separa lo que Dios unió. ¿Es la ley divina un bien o un mal? Es un bien. Luego la justicia es buena; pues es una disposición para cumplir la ley. De la costumbre de tener en poco la ley y justicia divinas, el alcance y demérito de la desobediencia humana, los hombres contraen fácilmente la costumbre de no apreciar la gracia que proveyó expiación por el pecado." Así pierde el Evangelio su valor e importancia en el concepto de los hombres, que no tardan en dejar a un lado la misma Biblia.

Muchos maestros en religión aseveran que Cristo abolió la ley por su muerte, y que desde entonces los hombres se ven libres de sus exigencias. Algunos la representan como yugo enojoso, y en contraposición con la esclavitud de la ley, presentan la libertad de que se debe gozar bajo el Evangelio.

Pero no es así como las profetas y los apóstoles consideraron la santa ley de Dios. David dice: "Y andaré con libertad, porque he buscado tus preceptos." (Salmo 119: 45, V.M.)

El apóstol Santiago, que escribió después de la muerte de Cristo, habla del Decálogo como de la "ley real," y de la "ley perfecta, la ley de libertad." (Santiago 2: 8; 1: 25, V.M.)

Y el vidente de Patmos, medio siglo después de la crucifixión, pronuncia una bendición sobre los "que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad." (Apocalipsis 22: 14.)

EL ASERTO de que Cristo abolió con su muerte la ley de su Padre no tiene fundamento. Si hubiese sido posible cambiar la ley o abolirla, entonces Cristo no habría tenido por qué morir para salvar al hombre de la penalidad del pecado. La muerte 520 de Cristo, lejos de abolir la ley, prueba que es inmutable. El Hijo de Dios vino para engrandecer la ley, y hacerla honorable. (Isaías 42:21.) Él dijo: "No penséis que vine a invalidar la ley;" "hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley." (Mateo 5:17,18, V.M.) Y con respecto a sí mismo declara: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón." (Salmo 40:8, V.M.)

LA LEY DE DIOS, POR SU NATURALEZA MISMA, ES INMUTABLE. Es una revelación de la voluntad y del carácter de su Autor. Dios es amor, y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el amor a Dios y al hombre. "El amor pues es el cumplimiento de la ley." (Romanos 13:10, V.M.) El carácter de Dios es justicia y verdad; tal es la naturaleza de su ley. 

Dice el salmista: "Tu ley es la verdad;" "todos tus mandamientos son justos." (Salmo119:142,172, V.M.) Y el apóstol Pablo declara: "La ley es santa, y el mandamiento, santo y justo y bueno." (Romanos 7:12, V.M.) Semejante ley, expresión del pensamiento y de la voluntad de Dios, debe ser tan duradera como su Autor.

Es obra de la conversión y de la santificación reconciliar a los hombres con Dios, poniéndolos de acuerdo con los principios de su ley. Al principio el hombre fue creado a la imagen de Dios. Estaba en perfecta armonía con la naturaleza y la ley de Dios; los principios de justicia estaban grabados en su corazón. Pero el pecado le separó de su Hacedor. Ya no reflejaba más la imagen divina. Su corazón estaba en guerra con los principios de la ley de Dios. "La intención de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede." (Romanos 8:7.) Mas "de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito," para que el hombre fuese reconciliado con Dios.

Por los méritos de Cristo puede restablecerse la armonía entre el hombre y su Creador. Su corazón debe ser renovado por la gracia divina; debe recibir nueva vida de lo alto. Este cambio es el nuevo nacimiento, sin 521 el cual, según expuso Jesús, nadie "puede ver el reino de Dios." El primer paso hacia la reconciliación con Dios, es la convicción del pecado. "El pecado es transgresión de la ley." "Por la ley es el conocimiento del pecado." (1 Juan 3: 4; Romanos 3: 20.) Para reconocer su culpabilidad, el pecador debe medir su carácter por la gran norma de justicia que Dios dio al hombre. Es un espejo que le muestra la imagen de un carácter perfecto y justo, y le permite discernir los defectos de su propio carácter.

La ley revela al hombre sus pecados, pero no dispone ningún remedio. Mientras promete vida al que obedece, declara que la muerte es lo que le toca al transgresor. Sólo el Evangelio de Cristo puede librarle de la condenación o de la mancha del pecado. Debe arrepentirse ante Dios cuya ley transgredió, y tener fe en Cristo y en su sacrificio expiatorio. Así obtiene "remisión de los pecados cometidos anteriormente," y se hace partícipe de la naturaleza divina. Es un hijo de Dios, pues ha recibido el espíritu de adopción, por el cual exclama: "¡Abba, Padre!"

¿ESTÁ ENTONCES LIBRE PARA VIOLAR LA LEY DE DIOS? El apóstol Pablo dice: "¿Abrogamos pues la ley por medio de la fe? ¡No por cierto! antes bien, hacemos estable la ley." "Nosotros que morimos al pecado, ¿cómo podremos vivir ya en él?" Y San Juan dice también: "Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos." (Romanos 3:31; 6:2; 1 Juan 5:3, V.M.)

En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al estarlo con su ley. Cuando se ha efectuado este gran cambio en el pecador, entonces ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la santidad, de la transgresión y rebelión a la obediencia y a la lealtad. Terminó su antigua vida de separación con Dios; y comenzó la nueva vida de reconciliación, fe y amor. Entonces "la justicia que requiere la ley" se cumplirá "en nosotros, los que no andamos según la carne, sino según el espíritu." (Romanos 8:4, V.M.) Y el lenguaje del alma será 522 "¡Cuánto amo yo tu ley! todo el día es ella mi meditación." (Salmo 119:97.) "La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma." (Salmo 19: 7, V.M.)

SIN LA LEY, los hombres no pueden formarse un justo concepto de la pureza y santidad de Dios ni de su propia culpabilidad e impureza. No tienen verdadera convicción del pecado, y no sienten necesidad de arrepentirse. Como no ven su condición perdida como violadores de la ley de Dios, no se dan cuenta tampoco de la necesidad que tienen de la sangre expiatoria de Cristo. Aceptan la esperanza de salvación sin que se realice un cambio radical en su corazón ni reforma en su vida.

Así abundan las conversiones superficiales, y multitudes se unen a la iglesia sin haberse unido jamás con Cristo.

FALSAS TEORÍAS SOBRE LA SANTIFICACIÓN, debidas a que no se hizo caso de la ley divina, o se la rechazó, desempeñan importante papel en los movimientos religiosos de nuestros días. Esas teorías son falsas en cuanto a la doctrina y peligrosas en sus resultados prácticos, y el hecho de que hallen tan general aceptación hace doblemente necesario que todos tengan una clara comprensión de lo que las Sagradas Escrituras enseñan sobre este punto.

LA DOCTRINA DE LA SANTIFICACIÓN VERDADERA ES BÍBLICA.

El apóstol Pablo, en su carta a la iglesia de Tesalónica, declara: "Esta es la voluntad de Dios, es a saber, vuestra santificación." Y ruega así: "El mismo Dios de paz os santifique del todo." (1 Tes. 4:3; 5:23 V.M.) La Biblia enseña claramente lo que es la santificación, y cómo se puede alcanzarla. 

El Salvador oró por sus discípulos: "Santifícalos con la verdad: tu Palabra es la verdad." (Juan 17:17,19, V.M.) 

Y San Pablo enseña que los creyentes deben ser santificados por el Espíritu Santo. (Romanos 15:16.) ¿Cuál es la obra del Espíritu Santo? Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de toda la verdad." (Juan 16:13, V.M.) Y el salmista dice: "Tu 523 ley es la verdad." Por la Palabra y el Espíritu de Dios quedan de manifiesto ante los hombres los grandes principios de justicia encerrados en la ley divina. Y ya que la ley de Dios es santa, justa y buena, un trasunto de la perfección divina, resulta que el carácter formado por la obediencia a esa ley será santo. Cristo es ejemplo perfecto de semejante carácter. El dice: "He guardado los mandamientos de mi Padre." "Hago siempre las cosas que le agradan." (Juan 15:10; 8:29, V.M.) Los discípulos de Cristo han de volverse semejantes a él, es decir, adquirir por la gracia de Dios un carácter conforme a los principios de su santa ley. Esto es lo que la Biblia llama santificación.

Esta obra no se puede realizar sino por la fe en Cristo, por el poder del Espíritu de Dios que habite en el corazón. San Pablo amonesta a los creyentes: "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad." (Filipenses 2:12,13.) El cristiano sentirá las tentaciones del pecado, pero luchará continuamente contra él. Aquí es donde se necesita la ayuda de Cristo. La debilidad humana se une con la fuerza divina, y la fe exclama: "A Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo." (1 Corintios 15:57.)

Las Santas Escrituras enseñan claramente que la obra de santificación es progresiva. Cuando el pecador encuentra en la conversión la paz con Dios por la sangre expiatoria, la vida cristiana no ha hecho más que empezar. Ahora debe llegar "al estado de hombre perfecto;" crecer "a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo." El apóstol San Pablo dice: "Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús." (Filipenses 3:13,14.) Y San Pedro nos presenta los peldaños por los cuales se llega a la santificación de que habla la Biblia: "Poniendo de vuestra parte todo empeño, añadid a vuestra fe el poder; y al poder, la ciencia; y a la ciencia, la templanza; y a 524 la templanza, la paciencia; y a la paciencia, la piedad; y a la piedad, fraternidad; y a la fraternidad, amor.... Porque si hacéis estas cosas, no tropezaréis nunca." (2 Pedro 1:5-10, V.M.)

Los que experimenten la santificación de que habla la Biblia, manifestarán un espíritu de humildad. Como Moisés, contemplaron la terrible majestad de la santidad y se dan cuenta de su propia indignidad en contraste con la pureza y alta perfección del Dios infinito.

10. CS 639. DESDE el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás ha consistido en destruir la ley de Dios. Para realizarlo se rebeló contra el Creador y, aunque expulsado del cielo, continuó la misma lucha en la tierra. Engañar a los hombres para inducirlos luego a transgredir la ley de Dios, tal fue el objeto que persiguió sin cejar. Sea esto conseguido haciendo a un lado toda la ley o descuidando uno de sus preceptos, el resultado será finalmente el mismo. El que peca "en un solo punto" manifiesta menosprecio por toda la ley; su influencia y su ejemplo están del lado de la transgresión; y viene a ser "culpado de todos" los puntos de la ley. (Santiago 2:10).

https://piopablohuaman.blogspot.com/2019/10/02-el-conflicto-inminente.html

12. CS 536. La ley de Dios es la regla por la cual los caracteres y las vidas de los hombres serán probados en el juicio. Salomón dice: "Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es la suma del deber humano. Pues que Dios traerá toda obra a juicio." (Eclesiastés 12:13, 14, V.M.) El apóstol Santiago amonesta a sus hermanos diciéndoles: "Así hablad pues, y así obrad, como hombres que van a ser juzgados por la ley de libertad." (Santiago 2:12, V.M.)

Los que en el juicio "serán tenidos por dignos," tendrán parte en la resurrección de los justos. Jesús dijo: "Los que serán tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo venidero, y la resurrección de entre los muertos, . . . son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección." (Lucas 20:35,36, V.M.) Y además declara que "los que hicieron bien saldrán a resurrección de vida." (Juan 5:29.) Los justos ya muertos no serán resucitados más que después del juicio en el cual habrán sido juzgados dignos de la "resurrección de vida." No estarán pues presentes en persona ante el tribunal cuando sus registros sean examinados y sus causas falladas.

Jesús aparecerá como el abogado de ellos, para interceder en su favor ante Dios. "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a saber Jesucristo el justo." (1 Juan 2:1.) "Porque no entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros." "Por lo cual también, puede salvar hasta lo sumo a los que se acercan a Dios por medio de él, viviendo siempre para interceder por ellos." (Hebreos 9:24; 7:25, V.M.)

13. PVGM 142. SE ACERCA EL TIEMPO EN QUE ÉL DIRÁ: "Anda, pueblo mío, éntrate en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; 142 escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la ira. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para visitar la maldad del morador de la tierra contra él; y la tierra descubrirá sus sangres, y no más encubrirá sus muertos". Isa. 26:20,21.

PUEDE SER QUE HOMBRES QUE PRETENDEN SER CRISTIANOS DEFRAUDEN Y OPRIMAN AHORA AL POBRE; roben a las viudas y a los huérfanos; se inspiren de ira satánica porque no pueden dominar las conciencias de los hijos de Dios; pero por todo esto Dios los llamará a juicio. "Juicio sin misericordia será hecho con aquel que no hiciere misericordia". Santiago 2:13.

NO PASARÁ MUCHO TIEMPO Antes Que Ellos Estén Ante El Juez De Toda La Tierra Para Rendir Cuenta Del Dolor Que Han Causado A Los Cuerpos Y Las Almas De Los Que Forman La Herencia Divina.

PUEDEN ahora permitirse falsas acusaciones, pueden ridiculizar a aquellos que Dios ha señalado para hacer su obra.

PUEDEN enviar a los creyentes en Dios a la cárcel, a los trabajos forzados, al destierro, a la muerte; pero por toda angustia infligida, por toda lágrima vertida, tendrán que dar cuenta. Dios les pagará doblemente por sus pecados.

CON RESPECTO A BABILONIA, EL SÍMBOLO DE LA IGLESIA APÓSTATA, Dios dice a sus ministros de juicio: "Sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Tornadle a dar como ella os ha dado, y pagadle al doble según su obra; en el cáliz que ella os dio a beber, dadle a beber doblado". Apoc. 18:5,6.

DE LA INDIA, DEL ÁFRICA, DE LA CHINA, DE LAS ISLAS DEL MAR, de entre los pisoteados millones que habitan los países llamados cristianos, el clamor del dolor humano asciende a Dios. Ese clamor no subirá por mucho tiempo más sin ser contestado.

Dios Limpiará La Tierra De Su Corrupción Moral, No Por Un Mar De Aguas, Como En Los Días De Noé, Sino Por Un Mar De Fuego Que No Podrá Ser Apagado Por Ninguna Invención Humana.

"Será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces: más en aquel tiempo será libertado 143 tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro". Daniel 12:1. De buhardillas, de chozas, de calabozos, de patíbulos, de montañas y desiertos, de cuevas de la tierra y cavernas del mar, Cristo reunirá a sus hijos a sí. En la tierra, han sido destituidos, afligidos y atormentados.

14; 20-22, 24. CS 525. La santificación, tal cual la entiende ahora el mundo religioso en general, lleva en sí misma un germen de orgullo espiritual y de menosprecio de la ley de Dios que nos la presenta como del todo ajena a la religión de la Biblia. Sus defensores enseñan que la santificación es una obra instantánea, por la cual, mediante la fe solamente, alcanzan perfecta santidad. "Tan sólo creed -dicen- y la bendición es vuestra." Según ellos, no se necesita mayor esfuerzo de parte del que recibe la bendición. Al mismo tiempo niegan la autoridad de la ley de Dios y afirman que están dispensados de la obligación de guardar los mandamientos. ¿Pero será acaso posible que los hombres sean santos y concuerden con la voluntad y el modo de ser de Dios, sin ponerse en armonía con los principios que expresan su naturaleza y voluntad, y enseñan lo que le agrada?

EL DESEO de llevar una religión fácil, que no exija luchas, ni desprendimiento, ni ruptura con las locuras del mundo, ha hecho popular la doctrina de la fe, y de la fe sola; ¿Pero Qué Dice La Palabra De Dios?

El apóstol Santiago dice: "Hermanos míos, ¿Qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? . . . ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe obró con sus obras, y que la fe fue perfecta por las obras? . . . Veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe." (Santiago 2:14-24.) 526

El testimonio de la Palabra de Dios se opone a esta doctrina seductora de la fe sin obras. No es fe pretender el favor del Cielo sin cumplir las condiciones necesarias para que la gracia sea concedida. Es presunción, pues la fe verdadera se funda en las promesas y disposiciones de las Sagradas Escrituras.

NADIE SE ENGAÑE A SÍ MISMO CREYENDO QUE PUEDA VOLVERSE SANTO mientras viole premeditadamente uno de los preceptos divinos. Un pecado cometido deliberadamente acalla la voz atestiguadora del Espíritu y separa al alma de Dios. "El pecado es transgresión de la ley." Y "todo aquel que peca [transgrede la ley], no le ha visto, ni le ha conocido." (1 Juan 3:6.) Aunque San Juan habla mucho del amor en sus epístolas, no vacila en poner de manifiesto el verdadero carácter de esa clase de personas que pretenden ser santificadas y seguir transgrediendo la ley de Dios. "El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y no hay verdad en él; mas el que guarda su palabra, verdaderamente en éste se ha perfeccionado el amor de Dios." (1 Juan 2:4,5, V.M.)

ESTA ES LA PIEDRA DE TOQUE DE TODA PROFESIÓN DE FE. No podemos reconocer como santo a ningún hombre sin haberle comparado primero con la sola regla de santidad que Dios haya dado en el cielo y en la tierra.

Si los hombres no sienten el peso de la ley moral, si empequeñecen y tienen en poco los preceptos de Dios, si violan el menor de estos mandamientos, y así enseñan a los hombres, no serán estimados ante el cielo, y podemos estar seguros de que sus pretensiones no tienen fundamento alguno.

Y LA ASERCIÓN de estar sin pecado constituye de por sí una prueba de que el que tal asevera dista mucho de ser santo. Es porque no tiene un verdadero concepto de lo que es la pureza y santidad infinita de Dios, ni de lo que deben ser los que han de armonizar con su carácter; es porque no tiene verdadero concepto de la pureza y perfección supremas de Jesús ni de la maldad y horror del pecado, por lo que el hombre puede creerse santo. Cuanto más lejos esté de Cristo y más yerre acerca del carácter y los pedidos de Dios, más justo se cree. 527

La Santificación Expuesta En Las Santas Escrituras Abarca Todo El Ser: Espíritu, Cuerpo Y Alma.

SAN PABLO rogaba por los tesalonicenses, que su "ser entero, espíritu y alma y cuerpo" fuese "guardado y presentado irreprensible en el advenimiento de nuestro Señor Jesucristo." (1Tesalonicenses 5:23, V.M.) Y vuelve a escribir a los creyentes: "Os ruego pues, hermanos, por las compasiones de Dios, que le presentéis vuestros cuerpos, como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios." (Romanos 12:1 V.M.)

EN TIEMPOS DEL ANTIGUO ISRAEL, toda ofrenda que se traía a Dios era cuidadosamente examinada. Si se descubría un defecto cualquiera en el animal presentado, se lo rechazaba, pues Dios había mandado que las ofrendas fuesen "sin mancha."

ASÍ TAMBIÉN SE PIDE A LOS CRISTIANOS que presenten sus cuerpos en "sacrificio vivo, santo, acepto a Dios." Para ello, todas sus facultades deben conservarse en la mejor condición posible. Toda costumbre que tienda a debilitar la fuerza física o mental incapacita al hombre para el servicio de su Creador. ¿Y se complacerá Dios con menos de lo mejor que podamos ofrecerle?

CRISTO DIJO: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón."

Los Que Aman A Dios De Todo Corazón desearán darle el mejor servicio de su vida y tratarán siempre de poner todas las facultades de su ser en armonía con las leyes que aumentarán su aptitud para hacer su voluntad. No debilitarán ni mancharán la ofrenda que presentan a su Padre celestial abandonándose a sus apetitos o pasiones.

SAN PEDRO DICE: "Os ruego . . . que os abstengáis de las concupiscencias carnales, las cuales guerrean contra el alma." (1Pedro 2:11, V.M.) Toda concesión hecha al pecado tiende a entorpecer las facultades y a destruir el poder de percepción mental y espiritual, de modo que la Palabra o el Espíritu de Dios ya no puedan impresionar sino débilmente el corazón.

SAN PABLO ESCRIBE A LOS CORINTIOS: "Limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios." (2Corintios 7:1.) Y entre los frutos del Espíritu- "amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, 528 bondad, fidelidad, mansedumbre," -clasifica la "templanza." (Gálatas 5:22, 23, V.M.)

15-17. MB 36. LA DOBLE REFORMA DE ISAÍAS 58. La obra especificada en estas palabras [Isaías 58] es el trabajo que Dios pide a su pueblo que realice. Es la obra señalada por el mismo Dios. Con la labor de defender los mandamientos de Dios y reparar las brechas que 36 se han hecho a la ley de Dios, hemos de unir la compasión por la humanidad doliente.  Hemos de mostrar el supremo amor de Dios. Hemos de exaltar su monumento conmemorativo, el cual ha sido hollado por pies sacrílegos. Y con esto hemos de manifestar misericordia, benevolencia y la más tierna piedad por la raza caída. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Como un pueblo, debemos realizar esta labor. El amor revelado hacia la humanidad doliente da significado y poder a la verdad (Special Testimonies, serie A, Nº 10, págs. 3, 4.).

LA VERDADERA INTERPRETACIÓN DEL EVANGELIO. Solamente con un generoso desinterés por aquellos que necesitan ayuda podremos dar una demostración práctica de las verdades del Evangelio. "Si el hermano o la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos: pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo: ¿qué aprovechará? Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma". "Ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres: empero la mayor de ellas es la caridad".

Mucho más que un mero sermón está incluido en la predicación del Evangelio. Los ignorantes han de ser instruidos; los desanimados han de ser reanimados: los enfermos han de ser restaurados. La voz humana debe tomar parte en la obra de Dios. Palabras de ternura, simpatía y amor han de testificar de la verdad.  Oraciones cordiales y sinceras han de acercar a los ángeles. . . El Señor os dará el éxito en esta labor; . . . ella está entretejida con la vida diaria, cuando se vive y se practica. La verdadera interpretación del Evangelio es la unión de la obra en favor del cuerpo y del alma, tal como Cristo la realizó (Review and Herald, 4-3-1902). 37

18. CMC 45. GOZOSA LIBERALIDAD EN LA OBRA FINAL En los momentos más difíciles, antes de que esta obra termine, miles de pesos serán depositados gozosamente sobre el altar. Hombres y mujeres consideran un bendito privilegio participar en la obra de la preparación de las almas para que estén firmes en el gran día de Dios, y darán cientos de pesos con tanta presteza como ahora dan uno .

Si el amor de Cristo ardiera en los corazones de su pueblo profeso, hoy veríamos manifestarse el mismo espíritu. Si tan sólo comprendieran cuán cerca está el fin de toda obra en favor de la salvación de las almas, sacrificarían sus posesiones tan espontáneamente como lo hicieron los miembros de la iglesia primitiva. Trabajarían por el progreso de la causa de Dios con tanto fervor como los hombres mundanos trabajan por adquirir riquezas. Se ejercería tacto y habilidad, y se pondría en práctica un trabajo fervoroso y abnegado a fin de adquirir dinero no para guardarlo, sino para derramarlo en la tesorería del Señor.

¿Y si alguno se empobrece por invertir sus recursos en la obra? Cristo se hizo pobre por amor a nosotros, pero nosotros estamos asegurándonos riquezas eternas, un tesoro en el cielo que no fallará. Nuestro caudal está mucho más seguro depositado allá que en un banco o invertido en casas y terrenos. Es colocado en bolsas que no envejecen. Ningún ladrón puede aproximarse a él, y ningún fuego puede consumirlo. . .

Al obedecer la orden del Salvador, nuestro ejemplo predicará con voz más alta que nuestras palabras. La manifestación más patente del poder de la verdad se ve cuando los que profesan ser creyentes dan evidencia de su fe por medio de sus obras. Los que creen en esta verdad solemne deberían poseer espíritu de sacrificio en una medida tal que sirvan de reproche a las ambiciones mundanas de los adoradores del dinero.- Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh-day Adventists, págs. 291-293.  46

19. CC 63. Así dijo Jesús a sus discípulos: "No 63 sois vosotros quienes habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros' (Mateo 10: 20). De modo que si Cristo obra en vosotros, manifestaréis el mismo espíritu y haréis las mismas obras: obras de justicia y obediencia. Así pues no hay nada en nosotros mismos de que jactarnos. No tenemos motivo para ensalzarnos. El único fundamento de nuestra esperanza es la justicia de Cristo imputada a nosotros y la que produce su Espíritu obrando en nosotros y por nosotros.

Cuando hablamos de la fe debemos tener siempre presente una distinción. Hay una clase de creencia enteramente distinta de la fe. La existencia y el poder de Dios, la verdad de su Palabra, son hechos que aun Satanás y sus huestes no pueden negar de corazón.

La Biblia dice que "los demonios lo creen, y tiemblan" (Santiago 2:19), pero ésta no es fe. Donde no sólo hay una creencia en la Palabra de Dios, sino una sumisión de la voluntad a él; donde se le da a él el corazón y los afectos se fijan en él, allí hay fe, fe que obra por el amor y purifica el alma. Mediante esta fe, el corazón se renueva conforme a la imagen de Dios. Y el corazón que en su estado carnal no se sujetaba a la ley de Dios ni tampoco podía, se deleita después en sus santos preceptos, diciendo con el salmista: "¡Oh cuánto amo tu ley! todo el día es ella mi meditación' (Salmo 119:97). Y la justicia de la ley se cumple en nosotros, los que no andamos "conforme a la carne, mas conforme al espíritu' (Romanos 8:1). 64

21-23. PP 149. EL GRAN ACTO DE FE DE ABRAHÁN descuella como un fanal de luz, que ilumina el sendero de los siervos de Dios en las edades subsiguientes. Abrahán no buscó excusas para no 149 hacer la voluntad de Dios. Durante aquel viaje de tres días tuvo tiempo suficiente para razonar, y para dudar de Dios si hubiera estado inclinado a hacerlo. Pudo pensar que si mataba a su hijo, se le consideraría asesino, como un segundo Caín, lo cual haría que sus enseñanzas fuesen desechadas y menospreciadas, y de esa manera se destruiría su facultad de beneficiar a sus semejantes. Pudo alegar que la edad le dispensaba de obedecer. Pero el patriarca no recurrió a ninguna de estas excusas. Abrahán era humano, y sus pasiones y sus inclinaciones eran como las nuestras; pero no se detuvo a inquirir cómo se cumpliría la promesa si Isaac muriera. No se detuvo a discutir con su dolorido corazón. Sabía que Dios es justo y recto en todos sus requerimientos, y obedeció el mandato al pie de la letra.

"Abrahán creyó a Dios, y le fue imputado a justicia, y fue llamado amigo de Dios." (Sant. 2:23.) San Pablo dice: "Los que son de fe, los tales son hijos de Abrahán." (Gál. 3:7.) Pero la fe de Abrahán se manifestó por sus obras. "¿No fue justificado por las obras Abrahán, nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe obró con sus obras, y que la fe fue perfecta por las obras?" (Sant. 2:21,22.)

Son muchos los que no comprenden la relación que existe entre la fe y las obras. Dicen: "Cree solamente en Cristo, y estarás seguro. No tienes necesidad de guardar la ley." Pero la verdadera fe se manifiesta mediante la obediencia. Cristo dijo a los judíos incrédulos: "Si fuerais hijos de Abrahán, las obras de Abrahán haríais." (Juan 8:39.) Y tocante al padre de los fieles el Señor declara: "Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes." (Gén. 26:5.) 

El apóstol Santiago dice: "La fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma." (Sant. 2:17.) Y Juan, que habla tan minuciosamente acerca del amor, nos dice: "Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son penosos." (1 Juan 5:3.) 150

Ministerio Hno. Pio


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