Judas 1
I. SALUDO, 1-2.
II. MOTIVO DE LA CARTA, 3-4.
“Exhortación A Ser Constantes En
La Profesión De Fe”.
III. ADVERTENCIAS HISTÓRICAS
CONTRA LA APOSTASÍA, 5-7.
A.- Los Israelitas, 5.
B.- Los Ángeles, 6.
C.- Sodoma Y Gomorra, 7.
IV LA ACTITUD DESAFIANTE DE LOS
PECADORES, 8-11.
V. LA ESTERILIDAD DEL PECADO,
12-13.
VI. LA SEGURIDAD DE LA
CONDENACIÓN DE LOS IMPÍOS, 14-16.
“Profetizada Desde Antiguo, Su
Destrucción Es Justa”.
VII. LA CRISIS PREDICHA, 17-19.
VIII. CONCLUSIÓN, 20-25.
A.- Exhortación, 20-23.
1. Aplicación Personal Para Los
Creyentes, 20-21.
2. Responsabilidad Para Con
Otros, 22-23.
B.- Doxología, 24-25.
“Exhortación a ser constantes en
la profesión de fe”.
“Los Falsos Maestros Actúan
Cautelosamente Para Engañar,
Pero Para Ellos Y Su Conducta
Está Preparado Un Horrible Castigo”.
“Mientras Que Los Santos Pueden,
Por La Ayuda Del Espíritu Santo Y Sus Oraciones A Dios, Perseverar Y Crecer En
La Gracia, Guardarse A Sí Mismos Y Salvar A Otros De Las Trampas De Los
Engañadores”.
1 JUDAS, siervo de Jesucristo, y
hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en
Jesucristo: 2 Misericordia y paz y amor os sean multiplicados.
3 Amados, por la gran solicitud
que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario
escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una
vez dada a los santos. 4 Porque algunos hombres han entrado encubiertamente,
los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres
impíos, que convierten en libertinaje
la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor
Jesucristo.
5 Mas quiero recordaros, ya que
una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de
Egipto, después destruyó a los que no creyeron. 6 Y a los ángeles que no
guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado
bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; 7 como
Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que
aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el
castigo del fuego eterno.
8 No obstante, de la misma manera
también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman
de las potestades superiores. 9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el
diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir
juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. 10 Pero
éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza
conocen, se corrompen como animales irracionales. 11 ¡Ay de ellos! porque han
seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y
perecieron en la contradicción de Coré.
12 Estos son manchas en vuestros
ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos;
nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales,
sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; 13 fieras ondas del mar, que
espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada
eternamente la oscuridad de las tinieblas.
14 De éstos también profetizó
Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas
decenas de millares, 15 para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a
todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas
las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él. 16 Estos son
murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla
cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho.
17 Pero vosotros, amados, tened
memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro
Señor Jesucristo; 18 los que os decían- En el postrer tiempo habrá burladores,
que andarán según sus malvados deseos. 19 Estos son los que causan divisiones;
los sensuales, que no tienen al Espíritu.
20 Pero vosotros, amados,
edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, 21
conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor
Jesucristo para vida eterna. 22 A algunos que dudan, convencedlos. 23 A otros
salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor,
aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.
24 Y a aquel que es poderoso para
guardaros sin caída, y presentaras sin mancha delante de su gloria con gran
alegría, 25 al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad,
imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén. (Judas 1).
1. Judas. En cuanto a la posible identidad del autor, ver Introducción General a Judas.
Siervo de Jesucristo. O "esclavo de Jesucristo" (ver com. Rom. 1:1).
Si Judas y Jacobo eran hermanos del Señor (p. 719), entonces ambos muestran una gran delicadeza en sus epístolas al abstenerse de mencionar esa relación y al preferir reconocer la deidad de su Maestro y proclamar su completa sumisión a él como sus obedientes esclavos (cf. com. Sant. 1:1).
Judas no pretende ser
apóstol (ver com. Hech. 1:2; Rom. 1:1).
Santificados. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto
"amados" (BJ, BA, BC), y en este caso la última parte del versículo
diría literalmente: "A los que son amados por Dios el Padre y guardados en
[o para] Jesucristo, a los llamados".
La redacción es un poco difícil, pero el significado es claro.
El autor se está dirigiendo a los que han sido
llamados (cf. com. Rom. 1:67), que son profundamente amados por el Padre y
están siendo guardados por Jesús para la herencia que Dios ha prometido (cf. 2
Ped. 2:9).
2. Misericordia. Esta forma de saludo no aparece
en ninguna otra parte del NT, pero sí los hay algo similares en 1Ped. 1:2; 2Ped.
1:2.
Compárese con la forma de saludo
que acostumbraba Pablo en casi todas sus cartas (cf.Rom. 1:7; 1Cor. 1:3; 2Cor.,
1:2; etc.).
Judas, como Pedro, desea que sus
lectores reciban más abundantemente los dones celestiales (cf. com. 2Ped. 1:2).
3. Amados. Una forma común de expresarse en las epístolas
generales (cf.1Ped. 4:12; 2Ped. 3:1; 1Juan 3:2; etc.).
Solicitud. Gr. spoud' (ver com. Rom. 12:8, 11; cf. com. 2Ped.
1:5). Judas comparte con los lectores la situación en que
se encontraba cuando se propuso escribir la carta.
Nuestra común salvación. La salvación que todos
compartimos. La intención original de judas fue escribir una carta pastoral,
general, pero parece que recibió noticias perturbadoras acerca de las
actividades destructoras de "hombres impíos" (vers. 4), lo que lo
indujo a abandonar su propósito original para emprender un fuerte ataque contra
los perturbadores y presentar una ferviente exhortación a los creyentes.
Me ha sido necesario. Esto implica una súbita urgencia
que indujo a Judas a cambiar su plan y le impidió escribir la epístola que
había planeado con un tono apacible,
Exhortándoos. Gr. parakaléÇ (ver com. Mat. 5:4).
Contendáis ardientemente. Gr. epagÇnízo-mai, forma más
enfática del verbo agÇnízomai (ver com. Luc. 13:24).
La fe. Osea el conjunto completo de la enseñanza cristiana.
(Ver com. Hech. 6:7; Rom. 1:5).
Una vez dada. Mejor, "transmitida... una vez para
siempre" (BJ, BC). En cuanto a "dada", ver com. 2Ped. 2:21.
Santos. Ver com. Rom. 1:7. Judas quería que sus lectores se
aferraran firmemente de la doctrina cristiana original que había sido dada a la
iglesia por Jesús y los apóstoles.
4. Algunos hombres. Cf. 2Ped. 2:1. Pedro habla aquí
de un grupo similar de hombres cuya llegada era aún futura. Judas declara que
en el tiempo cuando escribía, esos engañadores ya estaban perturbando a la
iglesia. Ver com. Jud. 18.
Entrado encubiertamente. Gr. pareisdúÇ, "entrar
secretamente", "introducirse solapadamente". Los falsos maestros
no eran honrados. Como sus doctrinas eran subversivas, se esforzaban por
disfrazarse y penetrar en la iglesia sin manifestar su verdadero carácter.
Antes... destinados. Gr. prográfÇ, "escribir de
antemano". Judas quiere decir que la condenación de los maestros engañosos
ya había sido pronunciada, no como una predestinación sino como un castigo bien
pensado que tenía como base el conocimiento de las actividades perjudiciales de
dichos maestros.
La frase "desde antes"
podría referirse a las palabras de Enoc citadas en los vers. 14 y 15; pero si
"desde antes" (pálai) se interpreta en un sentido más inmediato como
en Mar. 15:44, la referencia podría ser a 2Ped. 2:3; sin embargo, ver las pp.
719-720,
Condenación. Gr. kríma, "sentencia', "perdición"
(ver com. Rom. 2:2).
Judas no identifica esa condenación.
Si su carta fue escrita después de 2 Pedro (pp. 719-720), pudo
haber tenido en cuenta las palabras de este apóstol y también la explicación
que da (ver com. 2Ped. 2:3,9).
Hombres impíos. Gr. aseb's, "impío" (ver com. Rom. 4:5).
Pedro aplica este término a los antediluvianos (2Ped. 2:5).
Convierten. Gr. metatíth'mi, "cambiar",
"mudar" (cf. com. Gál. 1:6).
Libertinaje. Gr. asélgeia (ver com. 2Ped. 2:2).
La descripción
que hace Judas del carácter y de la obra de los falsos maestros es paralela con
la que presenta Pedro. Pervertían las palabras de las Escrituras para sus propios
fines inmorales (cf.com. 2Ped. 2:2).
Gracia. Gr. járis (ver com. Rom. 3:24).
Niegan a Dios el único soberano. La evidencia textual establece
(cf. p. 10) la omisión de la palabra "Dios". Literalmente "y
están negando al único Dueño [despótes] Señor [kúrios] de nosotros,
Jesucristo". De los otros escritores del NT sólo Pedro aplica directamente
a Cristo el nombre despótes, "amo" o "dueño".
En cuanto a despótes, ver com.
2Ped. 2:1.
5. Recordaros. Estas palabras no necesariamente significan que los
lectores de Judas habían olvidado las enseñanzas que el autor está por
recordarles.
Judas evoca hechos conocidos como
parte de su fuerte defensa de la fe. Hay expresiones muy similares en 2Ped.
1:12-13; 3:1.
Ya que una vez lo habéis sabido. La evidencia textual sugiere (cf.
p. 10) el texto "habiendo sabido todas las cosas". Esto confirma la
interpretación de "quiero recordaros".
El Señor. Es decir, Cristo, quien guió a Israel sacándolo de Egipto.
(Ver com. Exo. 23:20; 1Cor. 10:4).
El texto griego sugerido pone acá la
frase "una vez".
Después. Literalmente "la segunda vez"; es decir,
el acontecimiento siguiente fue la destrucción de los incrédulos mencionados en
el vers. 4 (Núm. 14:26-39).
6. Ángeles. Ver el pasaje correspondiente de 2 Ped. 2:4. En
este caso Judas da más detalles que Pedro.
Ver Nota Adicional de 1 Ped. 3.
Dignidad. Gr. arj', que generalmente se traduce
"principio" (Juan 1:1; etc.).
Pablo por lo general usa arj'
para describir principados (ver com. Rom. 8:38; Efe. 1:21; 6:12; etc.). Arj'
una vez se traduce como "dominio" (ver com. 1Cor. 15:24).
Judas aplica claramente este vocablo a la condición original que disfrutaron los ángeles, la cual perdieron cuando siguieron a Lucifer y fueron expulsados del cielo.
(Ver com. Isa. 14:12;
Eze. 28:16-28; Apoc. 12:7-9).
Abandonaron. Gr. apoléipÇ, "dejar atrás",
"renunciar a".
Guardado. O "reservado" (cf. com. 2Ped. 4:4,9).
Bajo oscuridad, en prisiones eternas. Las
"prisiones" o "abismos" son eternos porque los ángeles
rebeldes no pueden escapar de ellos.
Ver com. 2Ped. 2:4.
Juicio. Gr. krísis (ver com. 2Ped. 2:4).
Gran día. Es decir, el día del juicio (ver com. 2Ped. 2:4,9).
7. Sodoma y Gomorra.
Ver com. 2 Ped. 2:6; cf. Gén. 19:23-28.
Judas ni se refiere a Noé ni a los antediluvianos,
ni tampoco menciona a Lot (2 Ped. 2:5, 7-8).
Ver Nota Adicional de 1 Ped. 3.
Las ciudades vecinas. Es decir, Adma y Zeboim, las
ciudades próximas (Deut. 29:23) que no menciona Pedro.
Habiendo fornicado. El verbo griego así traducido
sólo se usa aquí en el NT, e implica una entrega completa al libertinaje
sexual.
Vicios contra naturaleza. Literalmente "siguieron en
pos de una carne diferente". Una indudable referencia al pecado de sodomía
como lo practicaban las ciudades de la llanura (ver com. Gén. 19:5).
Fueron puestas. Gr. prókeimai, "ser colocado
ante", "estar expuesto".
El pecado y la suerte de las
ciudades de la llanura siempre han sido presentados como una advertencia de los
terribles e inevitables resultados cuando se rechaza la conducta que se debe
seguir.
El mar Muerto, con su ausencia total de vida y las extrañas características de sus aguas, destaca en forma muy peculiar la naturaleza de la paga del pecado.
(cf. Sant. 1:15).
Por ejemplo. El "fuego eterno" que finalmente
destruirá a todos los impíos se compara con el "fuego eterno" que destruyó
a Sodoma y a Gomorra. Este fue eterno en sus efectos, y así también lo será el
otro.
Sufriendo. Gr. hupéjÇ, literalmente "mantener
debajo", y por lo tanto, "sufrir", "padecer".
Judas usa una flexión verbal
presente, lo que significa que las ciudades destruidas todavía están sufriendo
su castigo.
Este castigo es su condición de
destrucción total, y por esta razón continúa su castigo.
Castigo. Gr. diké, "condenación",
"pena".
Fuego eterno. Ver com. Mat. 25:41. Algunos comentadores han
interpretado en la forma siguiente las palabras de Judas: "son puestas
como ejemplo de fuego eterno, sufriendo castigo"; pero esta traducción,
que no armoniza con 2Ped. 2:6, no es más que un esfuerzo innecesario para
evitar el problema que implica una interpretación correcta de la frase
"fuego eterno".
El Fuego que aniquiló a
las ciudades de Sodoma y Gomorra completó su obra.
El Fuego terminó cuando
todo lo que tenía que ser completamente quemado fue destruido.
Ese Fuego hace mucho que dejó de arder, pero sus efectos continuarán durante toda la
eternidad. En este sentido es que esas ciudades están "sufriendo el
castigo del fuego eterno".
8. De la misma manera. Se destaca que a pesar del
terrible ejemplo de los sodomitas, los falsos maestros persistían en una
conducta similar.
Estos soñadores. Los falsos maestros. "Soñadores"
podría ser una alusión los falsos maestros por sus actitudes falsas, afectadas,
como imitación a los profetas.
Mancillan la carne. Compárese con las palabras
"siguiendo la carne" (2Ped. 2:10).
Rechazan la autoridad. Cf. com. 2Ped. 2:10. Judas usa el
verbo athetéÇ para referirse a "rechazar", que no emplea Pedro; pero
en cambio ambos usan el mismo vocablo (kuriót's) traducido como "autoridad"
en Judas, y "señorío" en 2Pedro.
Blasfeman de las potestades. Ver com. 2Ped. 2:10.
9. Arcángel. Gr. arjággelos (ver com. 1Tes. 4:16-17).
Los ángeles son seres creados.
Cristo es su Creador (Col. 1:16-17).
Cristo es Dios (ver t. V, pp.
894-895; com. Juan 1:1-3), y se ordena a los ángeles que lo adoren (ver com. Heb.
1:3-8, 13-14).
Miguel. Este Comentario sostiene el punto de vista de que
"Miguel" es uno de los nombres de Cristo (ver com. Dan. 10:13; 1Tes.
4:16; Apoc. 12:7); pero no como el ángel principal sino como el que gobierna a
los ángeles.
Contendía. Pedro no se refiere a este episodio mencionado por
Judas (cf. com. 2Ped. 2:11), sino que habla en forma general de la conducta
respetuosa de los ángeles en la presencia del Señor. Judas es más específico y
cita un ejemplo más crucial en el encuentro personal entre Miguel y el diablo.
Diablo. Gr. diábolos (ver com. Mat. 4:1; Efe. 4:27).
El cuerpo de Moisés. Fuera de este registro, la única
referencia bíblica a la sepultura de Moisés se halla en Deut. 34:5-6, donde se
registra que el Señor enterró a su fiel siervo y que el lugar de su tumba no
fue conocido por los hombres.
Judas ahora revela que el cadáver
fue objeto de disputa entre Cristo y Satanás. Como Moisés apareció con Elías en
el monte de la transfiguración, se puede deducir que el Señor triunfó en la
lucha contra el diablo y resucitó a Moisés, y lo convirtió en la primera
persona que fue objeto del poder resucitador de Cristo (ver com. Deut. 34:6;
Mat. 17:3; PP 510-512).
Atrevió. Gr. tolmáÇ, "atreverse",
"osar". No armoniza con el carácter divino desacreditar a nadie, ni
aun al diablo. Cristo no se atrevió a hacer algo contrario a su propia
naturaleza perfecta y a su carácter en su condición de Dios. No iba a
"proferir juicio de maldición contra él [el diablo]", así como no iba
a mentir ni a robar.
Satanás es el gran
"acusador" (Apoc. 12:10), el gran difamador (ver com. Zac. 3:1-2), y
Cristo nunca podía rebajarse a usar las armas del diablo.
Proferir. O "pronunciar" (BJ).
Juicio de maldición. Literalmente "juicio
injurioso" (BJ, NC).
El Señor te reprenda. Cf. Zac. 3:2, donde el Señor
reprende al diablo. No puede haber una condenación mayor que ser reprobado por
el Señor. Cf. com. 2Ped. 2:11.
Clemente de Alejandría, Orígenes
y Dídimo de Alejandría afirman que Jud. 9 es una cita de un pasaje de la obra
seudoepigráfica La asunción de Moisés (ver t. V, p. 90).
De esa obra sólo se han
preservado fragmentos, y en ninguno se encuentra el pasaje en cuestión. Sin
embargo, los eruditos concuerdan por lo general en que no hay razón para dudar
lo que afirman esos antiguos padres de la iglesia.
La declaración de que Judas cita
de La asunción de Moisés no nos obliga a aceptar esa obra como inspirada. Si
Judas la citó, sólo estaba usando cierto material verídico contenido en la obra
(cf. com. vers. 14).
10. Por éstos. Los falsos maestros. Todo este versículo es muy parecido
al pasaje paralelo de 2Ped. 2:12 (ver el comentario respectivo).
11. ¡Ay! Cf. com. Mat. 11:21; cf. Apoc. 8:13.
La exclamación de Judas indica
los resultados inevitables para los que prefieren seguir los caminos elegidos
por los falsos maestros.
Han seguido. Judas podía basar su juicio referente a los
maestros en la conducta pasada de ellos, pues ya habían seguido el camino de
otros impíos.
Caín. Judas ya ha citado el ejemplo del Israel incrédulo
(vers. 5), de los ángeles rebeldes (vers. 6) y de Sodoma y Gomorra (vers. 7);
ahora añade en la lista a Caín, Balaam y Coré, y así son seis las ilustraciones
de la clase de personas a la cual pertenecen los falsos maestros.
El nombre de Caín inmediatamente sugiere
el crimen de asesinato.
Judas tiene en cuenta sin duda el
horrible crimen de asesinato, pues la obra de los engañadores producía la
muerte espiritual.
Se lanzaron. Gr. ekjéÇ, "verter",
"derramar", lo que implica que los maestros temerariamente se
entregaron a imitar el pecado de Balaam.
El error de Balaam. Pedro dice que los falsos
maestros se habían "extraviado" (Gr. planáÇ) yendo en pos de Balaam,
mientras que Judas afirma que estaban siguiendo "error" (plán') de
Balaam. Los dos autores presentan pensamientos similares aunque con sólo una
pequeña diferencia de palabras.
En cuanto a la analogía entre
Balaam y los falsos maestros, ver com. 2Ped. 2:15.
Contradicción. Gn antilogía, "contradicción", y por lo
tanto "oposición"; en este caso "rebelión" (BJ, BA, NC).
Coré. Coré, Datán y Abiram se sublevaron contra la
autoridad divinamente instituida de Moisés, y produjeron una rebelión en el
campamento de Israel.
Judas dice que los falsos
maestros se habían rebelado de manera similar contra la autoridad. Como
resultado de su actitud perecerían tan ciertamente como perecieron Coré y sus
compañeros por causa de su pecado (ver com. Núm. 16:1-35).
12. Manchas. Mejor "escollos", metáfora que describe a
los que hacen naufragar a otros.
Vuestros ágapes. Las comidas de camaradería
cristiana (cf. com. 2Ped. 2:13).
Se apacientan a sí mismos. Es decir, se ocupan egoístamente
de sus propios intereses a expensas de otros. Siguen esta conducta
temerariamente; es decir, sin un temor piadoso, de una manera desvergonzada.
Judas usa en este versículo tres
palabras que comienzan con el prefijo a, que significa "sin": afóbÇs,
"sin temor" ["impúdicamente", RVR]; ánudros, "sin
agua"; ákarpos, "sin fruto" (ver el comentario siguiente).
Nubes. Judas continúa con la lista de metáforas que
comienza cuando llamó a los maestros "manchas en vuestros ágapes".
Ahora añade cuatro comparaciones
más: "nubes", "árboles", "ondas" y
"estrellas".
Los falsos maestros son
"nubes sin agua" porque no cumplen la promesa de proporcionar lluvia
espiritual; son como las nubes que no riegan la tierra sedienta.
En este sentido son fraudulentos,
pues defraudan las esperanzas de los que esperan de ellos refrigerio
espiritual.
Llevadas de acá para allá. O "llevadas de paso",
pues son como nubes que huyen sin dejar caer su humedad.
Árboles otoñales. Al final del otoño se espera
cosechar el fruto, pero esos falsos profetas son "sin fruto" (cf.
com. 2Ped. 1:8).
Dos veces muertos. Los "árboles" no sólo
son sin fruto sino que han sido desarraigados.
Los falsos maestros estaban antes muertos en el pecado, y ahora han
vuelto a esa condición espiritual anterior.
Desarraigados. Un árbol lozano no puede sobrevivir si es
desarraigado. Los falsos maestros habían dejado de aferrarse a Cristo. Habían dejado de estar "arraigados y
cimentados en amor" (Efe. 3:17), y en cambio habían basado su vida en el
egoísmo.
13. Fieras ondas. U "olas furiosas". Una
referencia a las pasiones indómitas de los maestros apóstatas.
Espuman su propia vergüenza. Así como el mar junta su basura
en la espuma de sus olas, así también los maestros manifiestan sus vergonzosas
concupiscencias para que todos las vean. "Vergüenza" literalmente
debiera leerse "vergüenzas", pues se refiere a todos los hábitos
detestables practicados por los falsos instructores.
Estrellas errantes. Las estrellas fijas son útiles
para guiar en la navegación, pero las "estrellas errantes", nombre
que puede interpretarse como "cometas", no sirven para ningún
propósito útil, ni tampoco dan luz constante ni sirven para guiar.
Esos falsos maestros parecían
brillar, pero no ayudaban a nadie a progresar y orientarse en su camino al
reino celestial.
Para las cuales ... eternamente. Esta expresión es muy parecida a
la de 2Ped. 2:17 (ver el comentario respectivo). Como los meteoros que brillan
al cruzar el cielo oscuro y después se sumergen en las tinieblas perdiéndose
para siempre de la vista de los mortales, así también los engañadores después
de una llamarada de publicidad, desaparecerán de la vista.
14. También... Enoc. La referencia que hace Judas de
Enoc y la cita de la profecía de ese patriarca, han sido objeto de muchos
comentarios.
Los comentadores concuerdan
generalmente en que el libro seudoepigráfico llamado 1Enoc circulaba entre los
judíos a mediados del siglo I a. C. (t. V. pp. 88-89).
En el cap. 1:9 de ese libro, que
no es canónico, dice lo siguiente: "¡Y he aquí! El viene con diez mil de
sus santos para ejecutar juicio sobre todos y para destruir a todos los impíos;
y para convencer de culpabilidad a toda carne de todas las obras de su impiedad
que han cometido impíamente, y de todas las cosas duras que los impíos pecadores
han hablado contra El" (R. H. Charles, The Apocrypha and
Pseudepigrapha of the Old Testament, t. 2, p. 189).
Por lo común se cree que Judas
citó de esta obra no canónica, aunque algunos sostienen que en realidad fue a
la inversa. Si Judas citó de 1 Enoc fue porque el Espíritu Santo lo indujo a hacerlo.
Séptimo desde Adán. En 1Enoc 60:8 se hace también
referencia al patriarca como que fue de la séptima generación a partir de Adán.
La genealogía se presenta en Gén.
5:4-20 donde se traza el siguiente linaje: Adán, Set, Enós, Cainán, Mahalaleel,
Jared y Enoc. Esto hace que Enoc sea el séptimo en la descendencia incluyendo a
Adán, de acuerdo con un antiguo método bien establecido que se llama
"cómputo inclusivo" (t. II, pp. 139-140).
En la terminología moderna se
llamaría el sexto desde Adán.
Vino el Señor. El tiempo del verbo en pasado indica la certidumbre
del cumplimiento de la profecía. Después de que Pedro describe a los falsos
maestros y predice su suerte, dedica la mayor parte del capítulo (2Ped. 3) a
tratar el regreso del Señor.
Judas se contenta con una breve referencia que consiste enteramente en una cita de la profecía de Enoc (Jud. 14-15), quizá porque quería que su carta no fuera larga
(cf. com. vers. 3).
Tanto Pedro como Judas se ocupan
de la venida del Señor en relación con los maestros impíos, y Judas pone su
mayor énfasis en el castigo de los engañadores.
Sus... decenas de millares. Mejor "en sus santas
miríadas"; es decir, en medio de sus santas miríadas. La palabra traducida
"decenas de millares" (muriás) es la raíz de la palabra
"miríadas" (ver com. Luc. 12:1).
Santas. No se puede saber con seguridad si Judas aquí se
refiere a la inmensa hueste de santos ángeles que acompañarán a Cristo cuando
vuelva a la tierra (cf. com. Dan. 7:10; Mat. 25:31; 1Tes. 3:13), o a los redimidos
al fin de los 1.000 años (ver com. Apoc. 20:4-9).
15. Juicio. Gr. krísis (ver com. 2Ped. 2:4).
Cristo viene para pronunciar
juicio sobre todos los hombres, algunos de los cuales serán salvados y otros en
cambio se perderán (cf. com. Juan 3:17; 5:22, 27).
Dejar convictos. Ver com. Juan 8:46; 16:8.
Todos los impíos. En cuanto a "impíos"
(aseb's), ver com. vers. 4. El hecho de que Judas use en este versículo dos
veces la palabra "impíos", una vez "impías" y otra
"impíamente", pone de relieve la naturaleza depravada de los maestros
del vers. 4 y también destaca la certeza de su castigo.
Cosas duras. Los pecadores siempre han dicho cosas duras en
cuanto a Dios y a Cristo, como una manera de excusar su propia pecaminosidad y
para despreciar la salvación y la justicia del Señor. Estas acusaciones serán respondidas y
recibirán su sanción en el juicio final.
16. Estos son. Judas se ocupa de nuevo de los falsos maestros (cf.
vers. 12; 2 Ped. 2:17), dando a entender que están incluidos entre los que la
profecía cataloga como "impíos".
Murmuradores. Gr. goggustés, "refunfuñador", de
goggúzÇ, vocablo onomatopéyico, "refunfuñar", "murmurar".
Cf. com. 1Ped. 4:9.
Querellosos. Es decir, los que están desconformes con su suerte
y, por lo tanto, murmuran contra Dios.
Según sus propios deseos. Ver com. 2Ped. 3:3.
Cosas infladas. "Palabras altisonantes"
(BJ).
Gr. hupérogkos (ver com. 2Ped.
2:18).
Adulando a las personas. Literalmente "admirando
rostros"; es decir, haciendo acepción de personas, algo contrario a la
ética cristiana (cf. com. Sant. 2:1).
Los falsos maestros estaban
moralmente corrompidos y no tenían escrúpulos en emplear adulaciones para
provecho propio. No se debe confiar en tales personas, y Judas fue específico
al advertir a sus lectores en cuanto a sus engaños.
17. Pero vosotros, amados. El énfasis en
"vosotros" es para hacer distinción entre los cristianos fieles y los
egoístas murmuradores.
Tened memoria. El olvido de lo que los apóstoles habían dicho
incapacitaría a los creyentes para resistir las enseñanzas engañosas del
enemigo y prepararía el camino para la apostasía.
Antes fueron dichas. Aunque la referencia podría ser
principalmente a la palabra hablada, no se excluye lo que fue escrito. La mayor
parte de lo que escribieron los apóstoles sin duda también lo habían presentado
personalmente.
Apóstoles. Probablemente también se incluía a Pablo y a sus
principales colaboradores (ver com. Hech. 1:2, 1Tes. 2:6).
Los apóstoles recurrían a su vez
a las enseñanzas de su Señor y a las Escrituras del AT para apoyar sus
afirmaciones (cf. com. 2Ped. 3:2).
18. Los que os decían. No es seguro si Judas alude a 2
Ped. 3:3 o a alguna otra fuente inspirada. Algunos sostienen que tanto Judas
como Pedro citaron alguna profecía anterior bien conocida.
Otros ven en las palabras de
Judas una cita casi literal de 2Ped. 3:3.
Presentan tres razones para apoyar esta opinión: (1) Judas declara que está recordando a sus lectores "las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo" (vers. 17); (2) luego cita una profecía que sólo se encuentra en 2Ped. 3:3; (3) y, además, aunque Pedro se refiere tanto a las enseñanzas del AT como del NT (ver com. 2 Ped. 3:2), no afirma que está citando sino que presenta una declaración propia que tiene validez porque está basada en una enseñanza inspirada anterior y en armonía con ella (ver com. vers. 3). Algunos consideran esto como una evidencia de la prioridad de 2Pedro (ver pp. 719-720).
Sea como fuere, Judas recuerda a
sus lectores la predicción apostólica en cuanto a los "burladores"
del "postrer tiempo" que, él declara (vers. 4), ya se habían
introducido subrepticiamente en la iglesia.
Juan también recuerda a quienes
escribía acerca de la advertencia que había sido dada en cuanto al anticristo
(1Juan 2:18), y después añade: "Ahora han surgido muchos anticristos; por
esto conocemos que es el último tiempo"
(cf. 1 Juan 4:3; ver Nota
Adicional de Rom. 13).
Las diferencias de palabras entre
Jud. 18 y el versículo correspondiente de 2 Pedro se presentarán en el
comentario que sigue, pero el sentido es idéntico en los dos pasajes (ver com.
2Ped. 3:3).
Postrer tiempo. "Postreros días" (2Ped.
3:3).
Habrá. "Vendrán" (2Ped. 3:3)
Burladores. Ver 2Ped. 3:3.
Andarán. "Andando" (2Ped. 3:3).
Según sus malvados deseos. "Según sus propias
concupiscencias" (2Ped. 3:3). Son impulsados por las concupiscencias que
producen sus prácticas irreligiosas. Pedro sólo habla de "sus propias
concupiscencias" sin referirse a su origen o naturaleza.
19. Causan divisiones. Los que fomentan divisiones
dentro de la iglesia lo hacen para beneficio de sus fines egoístas. El que
alberga ambiciones malsanas tiene muy poca esfera de acción en una iglesia
unida para alcanzar sus fines; por eso busca oportunidades para causar divisiones
entre los miembros.
La verdadera vida espiritual
desaparece cuando aparecen las divisiones (cf. 1Cor. 1:10-13).
Sensuales. Gr. psujikós (ver com. 1Cor. 15:44; Sant. 3:15).
Psujikós corresponde con "no
tiene el Espíritu", es decir, personas no espirituales.
Al Espíritu. En el texto griego no tiene el artículo
"el", presente en la contracción "al".
Es posible interpretar las
palabras de Judas como "no tienen vida espiritual", de acuerdo con el
pensamiento previo acerca de la naturaleza no espiritual de los falsos
maestros.
Pero la referencia al Espíritu
Santo en el vers. 20 hace probable que judas tuviera también en cuenta al
Espíritu Santo. No hay duda de que los que causan divisiones en la iglesia y no
son espirituales, no son poseídos por el Espíritu Santo.
20. Pero vosotros, amados. Como en el vers. 17 se pone
énfasis en los verdaderos creyentes, como diferentes de los egoístas
destructores de iglesias.
Edificándoos. Judas amonesta a sus lectores a que edifiquen su fe como una defensa contra los engañadores que habían estado tan activos en destruir su propia vida espiritual y la de otros.
En cuanto a la figura de
"edificar", ver com. Hech. 9:31; cf. com. 1Ped. 2:5.
Sobre vuestra santísima fe. O "por vuestra santísima
fe"; es decir, la fe cristiana, todo lo que la iglesia enseña acerca de
Cristo. Pablo habla de que estamos edificados sobre el fundamento de los
apóstoles, de los profetas y de Jesucristo (Efe. 2:20), y es probable que Judas
pensara en forma similar. La fe personal que el lector tiene en Jesucristo
difícilmente puede ser llamada "santísima".
Orando en el Espíritu Santo. U orando de acuerdo con la
dirección del Espíritu Santo y con la ayuda de él (cf. com. Hech. 9:31; Efe.
6:18).
En cuanto al valor espiritual de
la oración, ver com. Luc. 18:1.
21. Conservaos. Aunque los cristianos son
"guardados por el poder de Dios" (1Ped. 1:5; cf. com. Juan 17:11),
también deben protegerse a sí mismos de todo mal y permanecer en la esfera de
las buenas influencias (cf. com. 1Tim. 5:22; Sant. 1:27; 1Juan 5:18,21).
En el amor de Dios. Es decir, dentro de la esfera del
amor de Dios para los seres humanos. Los que se alejan del amor protector de
Dios, como lo hacían los falsos maestros, no pueden esperar ser protegidos del
mal.
En cuanto al amor de Dios, ver
com. Rom. 5:5; 1Cor. 13:1.
Esperando. Gr. prosdéjomai, "aguardar" (cf. com.
Tito 2:13). Cf. com. 2Ped. 3:12.
Misericordia de nuestro Señor. Las Escrituras hablan mucho de la
misericordia de Dios (cf. com. Efe. 2:4; 1Ped. 1:3); pero Cristo, siendo de la
misma naturaleza del Padre, no es menos misericordioso. Este atributo, del cual
depende nuestro futuro, llegará a su culminación en la segunda venida, cuando
el Señor vuelva para redimir a los que han aceptado la vida eterna que ha
provisto su misericordia. Por lo tanto, el cristiano espera con intenso anhelo
este cumplimiento.
22. Convencedlos. La evidencia textual se inclina
(cf. p. 10) por el texto "tened misericordia". Esta gente es digna de
compasión. Lógicamente, también hay que tratar de convencerlos.
23. A otros salvad... con temor. Este texto es un poco difícil
(cf. vers. 22).
Pero es claro que Judas exhorta a
sus lectores a esforzarse en favor de otros.
Ellos también estaban bajo el
constante estímulo que se produce cuando se sabe cuál será la suerte que
aguarda a los que no quieren ser salvos y, además, se comprende la propia
incapacidad cuando se capta la magnitud de la tarea que hay que enfrentar.
Arrebatándolos. Gr. harpázÇ (ver com. Fil. 2:6).
Fuego. Es posible que esta figura sea sugerida por la
referencia que hace Judas al fuego en relación con la suerte de Sodoma y
Gomorra (vers. 7), y la de Coré y su grupo (vers. 11; cf. Núm. 16:35). Se usa
una figura similar en Amós 4:11; Zac. 3:2.
Aborreciendo. Una expresión de la repugnancia que el cristiano
siente por la contaminación causada por el pecado, aun cuando atienda con amor
a las víctimas del pecado.
Ropa. Gr. jitón, la prenda de vestir interior que se
usaba sobre la piel (ver com. Mat. 5:40), y la que más fácilmente se
contaminaba con enfermedades contagiosas.
Contaminada por su carne. Judas puede haber tenido en cuenta la lepra, enfermedad considerada generalmente como símbolo del pecado (cf. DTG 231); o puede haberse referido a la "carne" como un símbolo de los deseos pecaminosos del hombre.
(cf. com. Rom. 6:19; 8:3-5).
Su figura se refiere al aborrecimiento que siente el que está
convertido por todas las manifestaciones
de pecado.
24. Y. Al concluir su carta, Judas deja el tema de los
falsos maestros y de sus prototipos, y dirige la atención de sus lectores a la
inefable gloria del Señor.
Esta doxología es muy semejante a
la de Rom. 16:25-27 (ver el comentario respectivo).
A aquel que es poderoso. Estas mismas palabras griegas se
traducen "a Aquel que puede" en Rom. 16:25 (ver com. Rom. 16:25; Efe.
3:20).
Guardaros. Un vívido cuadro del constante cuidado del Señor
por sus hijos.
Sin caída. El que acepta el amparo de Dios puede vivir por
encima del pecado (cf. com. 1Juan 3.6,9).
Presentaros. El clímax de la protección de Dios llegará cuando
el creyente se presente sin temor en la presencia divina, en el día del juicio
(cf. com. 1Juan 2:28).
Mediante la gracia de Cristo que
le da poder, el cristiano vive creyendo confiadamente que el poder de Dios lo
guarda de caer en el pecado, y que finalmente podrá presentarse sin mancha y
sin tener de qué avergonzarse en la presencia divina.
Sin mancha. Gr. ámÇmos (ver com. Efe. 1:4).
Delante de su gloria. La prueba final de estar sin
pecado es poder presentarse delante de Dios "que habita en luz
inaccesible" (1Tim. 6:16).
El propósito del Evangelio es
hacer que los hombres estén preparados para esa sublime experiencia (Col.
1:22).
En cuanto a "gloria"
(dóxa), ver com. Juan 1: 14; Rom. 3:23.
Gran alegría. Es decir, un gozo tan grande que supera todo lo que
pueden expresar las palabras. La mente no es capaz de describir el gozo que
llenará el corazón del creyente cuando al fin se encuentre delante del trono de
Dios.
25. Único y sabio Dios. La evidencia textual establece
(cf. p. 10) el texto "único Dios".
De ese modo se hace énfasis en el
hecho de que Dios es único y el único.
(Ver com. Juan 5:44; cf. com.
Rom. 16:27; 1Tim. 1:17).
Nuestro Salvador. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la inclusión de la frase "por medio de Jesucristo nuestro Señor" después de "nuestro Salvador" (cf. Rom. 16:27).
En cuanto al calificativo "Salvador" aplicado al Padre,
ver com. Luc. 1:47;
1Tim. 1:1; 4:10.
Sea gloria. Judas, completamente asombrado ante la infinita grandeza y bondad de Dios, le atribuye toda la "gloria y majestad". En cuanto a "gloria" (dóxa),
ver com. Juan 1:14; Rom. 3:23.
Majestad. Gr. megalÇsún' (ver com. Heb. 1:3).
Imperio. Gr. krátos, también se traduce "poder"
(ver com. Efe. 1:19).
Potencia. Gr. exousía, "autoridad" (ver com. Mat.
10:1; Mar. 2:10).
Ahora y por todos los siglos. La evidencia textual establece
(cf. p. 10) la inclusión de la frase "antes de toda la eternidad" o
"antes de todo tiempo" (pro pantós tou aiónos), antes de "ahora
y por todos los siglos".
Esta añadidura puede leerse en la BJ, BA, BC y NC.
Judas testifica de esta manera en cuanto a la preexistencia y
eternidad de Jesucristo, por medio de quien el Padre ha recibido, recibe y
recibirá la cuádruple atribución de gloria, majestad, imperio y potencia.
La misión del Salvador siempre ha
sido glorificar al Padre (Juan 17:1-5), y continuará haciéndolo por toda la
eternidad.
Amén. Gr. amén (ver com. Mat. 5:18). Con esta palabra
Judas quizá quiso expresar que concordaba con la atribución de esa alabanza a
Dios; o quizá manifestó su deseo de que los lectores fueran guardados de caer,
para que también pudieran unirse en el himno de alabanza al Padre. Es probable
que el autor tuviera el propósito de que su "amén" fuera aplicado en
ambos sentidos. Su carta, aunque breve, ciertamente debe haber infundido
firmeza espiritual en las vidas de los que la leyeron. (7CBA).
COMENTARIOS DE EGW
3. CS 55, 69, 343. UNA DE LAS
PRINCIPALES DOCTRINAS DEL ROMANISMO enseña que el papa es cabeza
visible de la iglesia universal de Cristo, y que fue investido de suprema
autoridad sobre los obispos y los pastores de todas las partes del mundo. Aun
más, al papa se le han dado los títulos propios de la divinidad. Se le ha
titulado "Señor Dios el Papa" (véase el Apéndice), y se le ha
declarado infalible. Exige que todos los hombres le rindan homenaje. La misma
pretensión que sostuvo Satanás cuando tentó a Cristo en el desierto, la
sostiene aún por medio de la iglesia de Roma, y muchos son los que están
dispuestos a rendirle homenaje.
Empero los que temen y
reverencian a Dios, resisten esa pretensión, que es un desafío al Cielo, como
resistió Cristo las 55 instancias
del astuto enemigo: "¡Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo
servirás!" (Lucas 4: 8, V.M.) Dios no ha hecho alusión alguna en su
Palabra a que él haya elegido a un hombre para que sea la cabeza de la iglesia.
La doctrina de la supremacía papal se opone abiertamente a las enseñanzas de
las Santas Escrituras. Sólo por usurpación puede el papa ejercer autoridad
sobre la iglesia de Cristo.
Los romanistas se han empeñado en
acusar a los protestantes de herejía y de haberse separado caprichosamente de
la verdadera iglesia. Pero estos cargos recaen más bien sobre ellos mismos.
Ellos son los que arriaron la bandera de Cristo y se apartaron de "la fe
que ha sido una vez dada a los santos." (Judas 3.)
* En los países que estaban fuera de la jurisdicción de Roma existieron por
muchos siglos grupos de cristianos que permanecieron casi enteramente libres de
la corrupción papal. Rodeados por el paganismo, con el transcurso de los años
fueron afectados por sus errores; no obstante siguieron 69 considerando la Biblia como la única regla de fe y adhiriéndose
a muchas de sus verdades. Creían estos cristianos en el carácter perpetuo de la
ley de Dios y observaban el sábado del cuarto mandamiento. Hubo en el África
central y entre los armenios de Asia iglesias que mantuvieron esta fe y esta
observancia.
Mas entre los que resistieron las
intrusiones del poder papal, los valdenses fueron los que más sobresalieron. En
el mismo país en donde el papado asentara sus reales fue donde encontraron
mayor oposición su falsedad y corrupción. Las iglesias del Piamonte mantuvieron
su independencia por algunos siglos, pero al fin llegó el tiempo en que Roma
insistió en que se sometieran. Tras larga serie de luchas inútiles, los jefes
de estas iglesias reconocieron aunque de mala gana la supremacía de aquel poder
al que todo el mundo parecía rendir homenaje.
Hubo sin embargo algunos que
rehusaron sujetarse a la autoridad de papas o prelados. Determinaron mantenerse
leales a Dios y conservar la pureza y sencillez de su fe. Se efectuó una
separación. Los que permanecieron firmes en la antigua fe se retiraron;
algunos, abandonando sus tierras de los Alpes, alzaron el pendón de la verdad
en países extraños; otros se refugiaron en los valles solitarios y en los
baluartes peñascosos de las montañas, y allí conservaron su libertad para
adorar a Dios.
La fe que por muchos siglos
sostuvieron y enseñaron los cristianos valdenses contrastaba notablemente con
las doctrinas falsas de Roma. De acuerdo con el sistema verdaderamente cristiano,
fundaban su creencia religiosa en la Palabra de Dios escrita. Pero esos
humildes campesinos en sus obscuros retiros, alejados del mundo y sujetos a
penosísimo trabajo diario entre sus rebaños y viñedos, no habían llegado de por
sí al conocimiento de la verdad que se oponía a los dogmas y herejías de la
iglesia apóstata.
Su fe no era una fe nueva. Su
creencia en materia de religión la habían heredado de sus padres. Luchaban en
pro de la fe de la iglesia apostólica,- "la fe que ha sido una vez dada a
los santos." (Judas 3.) 70
"La iglesia del desierto," y no la soberbia jerarquía que ocupaba el
trono de la gran capital, era la verdadera iglesia de Cristo, la depositaria de
los tesoros de verdad que Dios confiara a su pueblo para que los diera al mundo.
* La vasta circulación que alcanzó la Biblia en los comienzos del siglo XIX,
y la abundante luz que de esa manera se esparció por todo el mundo, no fue
seguida por el adelanto correspondiente en el conocimiento de la verdad
revelada, ni en la religión experimental. Satanás no pudo, como en las edades
pasadas, quitarle al pueblo la Palabra de Dios, que había sido puesta al
alcance de todos; pero para poder alcanzar su objeto indujo a muchos a tenerla
en poca estima. Los hombres descuidaron el estudio de las Sagradas Escrituras y
siguieron aceptando interpretaciones torcidas y falsas y conservando doctrinas
que no tenían fundamento alguno en la Biblia.
Viendo el fracaso de sus
esfuerzos para destruir la verdad por medio de la persecución, Satanás había
recurrido de nuevo al plan de transigencias que condujo a la apostasía y a la
formación de la iglesia de Roma. Había inducido a los cristianos a que se
aliasen, no con los paganos, sino con aquellos que por su devoción a las cosas
de este mundo demostraban ser tan idólatras como los mismos adoradores de
imágenes.
Y los resultados de esta unión no
fueron menos perniciosos entonces que en épocas anteriores; el orgullo y el
despilfarro fueron fomentados bajo el disfraz de la religión, y se corrompieron
las iglesias. Satanás siguió pervirtiendo las doctrinas de la Biblia, y empezaron
a echar profundas raíces las tradiciones que iban a perder a millones de almas.
La iglesia amparaba y defendía estas tradiciones, en lugar de defender "la
fe que una vez fue entregada a los santos." Así se degradaron los
principios que los reformadores sustentaron y por los cuales sufrieran tanto.
344
6. CS 40. NO PODEMOS SABER CUÁNTO DEBEMOS A
CRISTO POR LA PAZ Y LA PROTECCIÓN DE QUE DISFRUTAMOS. Es el poder
restrictivo de Dios lo que impide que el hombre caiga completamente bajo el
dominio de Satanás. Los desobedientes e ingratos deberían hallar un poderoso
motivo de agradecimiento a Dios en el 40 hecho de que su misericordia y
clemencia hayan coartado el poder maléfico del diablo. Pero cuando el hombre
traspasa los límites de la paciencia divina, ya no cuenta con aquella
protección que le libraba del mal. Dios no asume nunca para con el pecador la
actitud de un verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que
abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que
recojan los frutos de lo que sembraron sus propias manos.
Todo rayo de luz que se
desprecia, toda admonición que se desoye y rechaza, toda pasión malsana que se
abriga, toda transgresión de la ley de Dios, son semillas que darán
infaliblemente su cosecha.
Cuando se le resiste tenazmente,
el Espíritu de Dios concluye por apartarse del pecador, y éste queda sin fuerza
para dominar las malas pasiones de su alma y sin protección alguna contra la
malicia y perfidia de Satanás. La destrucción de Jerusalén es una advertencia
terrible y solemne para todos aquellos que menosprecian los dones de la gracia
divina y que resisten a las instancias de la misericordia divina. Nunca se dio
un testimonio más decisivo de cuánto aborrece Dios el pecado y de cuán
inevitable es el castigo que sobre sí atraen los culpables.
La profecía del Salvador
referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento,
y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que
será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada
la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su
ley. Lóbregos son los anales de la humana miseria que ha conocido la tierra a
través de siglos de crímenes. Al contemplarlos, el corazón desfallece y la
mente se abruma de estupor; horrendas han sido las consecuencias de haber
rechazado la autoridad del Cielo; pero una escena aun más sombría nos anuncian
las revelaciones de lo porvenir.
La historia de lo pasado, la interminable serie de alborotos, conflictos y contiendas, "toda la armadura del guerrero en el tumulto de batalla, y los vestidos revolcados en sangre" (Isaías 9:5V.M.),
¿Qué son y qué valen en 41 comparación con los horrores de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y a merced de la saña satánica?
Entonces el mundo verá, como nunca los vio,
los resultados
del gobierno de Satanás.
Pero en aquel día, así como sucedió en tiempo de la destrucción de Jerusalén, el pueblo de Dios será librado, porque serán salvos todos aquellos cuyo nombre esté "inscrito para la vida."
(Isaías 4:3, V.M.)
Nuestro Señor Jesucristo anunció
que vendrá la segunda vez para llevarse a los suyos: "Entonces se mostrará
la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las
tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del
cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo
hasta el otro." (Mateo 24:30,31.)
Entonces los que no obedezcan al
Evangelio serán muertos con el aliento de su boca y destruídos con el
resplandor de su venida. (2Tesalonicenses 2:8.) Así como le sucedió
antiguamente a Israel, los malvados se destruirán a sí mismos, y perecerán
víctimas de su iniquidad. Debido a su vida pecaminosa los hombres se han
apartado tanto del Señor y tanto ha degenerado su naturaleza con el mal, que la
manifestación de la gloria del Señor es para ellos un fuego consumidor.
Deben guardarse los hombres de no
menospreciar el aviso de Cristo respecto a su segunda venida; porque como
anunció a los discípulos la destrucción de Jerusalén y les dio una señal para
cuando se acercara la ruina, así también previno al mundo del día de la
destrucción final y nos dio señales de la proximidad de ésta para que todos los
que quieran puedan huir de la ira que vendrá.
DIJO JESÚS: " Y habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y sobre la tierra angustia de naciones." (Lucas 21:25, V.M.; Mateo 24:29; Apocalipsis 6:12-17.)
"Cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las
puertas." (Mateo 24:33.) " Velad pues " (Marcos 13:35, 42) es la
amonestación del Señor. Los que le presten atención no serán dejados en
tinieblas ni sorprendidos por aquel día. Pero los que no quieran velar serán
sorprendidos, porque "el día del Señor vendrá así como ladrón de
noche." (1Tesalonicenses 5:1-5.)
EL MUNDO no está hoy más
dispuesto a creer el mensaje dado para este tiempo de lo que estaba en los días
de los judíos para recibir el aviso del Salvador respecto a la ruina de
Jerusalén.
VENGA CUANDO
VENGA, el día de Dios caerá repentinamente sobre los impíos desprevenidos. El
día menos pensado, en medio del curso rutinario de la vida, absortos los
hombres en los placeres de la vida, en los negocios, en la caza al dinero,
cuando los guías religiosos ensalcen el progreso y la ilustración del mundo, y
los moradores de la tierra se dejen arrullar por una falsa seguridad, -
entonces, como ladrón que a media noche penetra en una morada sin custodia, así
caerá la inesperada destrucción sobre los desprevenidos "y no
escaparán." (Vers. 3.) 43
9. DMJ 52. "Cualquiera que diga:
Necio, a su hermano, será culpable 52 ante el concilio". En la dádiva
de su Hijo para nuestra redención, Dios demostró cuánto valor atribuye a toda
alma humana, y a nadie autoriza para hablar desdeñosamente de su
semejante. Veremos defectos y debilidades en los que nos rodean, pero Dios
reclama cada alma como su propiedad, por derecho de creación, y dos veces suya
por haberla comprado con la sangre preciosa de Cristo. Todos fueron
creados a su imagen, y debemos tratar aun a los más degradados con respeto y
ternura. Dios nos hará responsables hasta de una sola palabra
despectiva hacia un alma por la cual Cristo dio su vida.
"¿Quién
te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo
recibiste, ¿Por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?" "¿Tú
quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio Señor está en
pie, o cae". *1 Corintios 4:7; Romanos 14:4.
"Cualquiera
que le diga [a su hermano]: Fatuo, quedará expuesto al infierno de
fuego". En el Antiguo Testamento la palabra fatuo se usa para
describir a un apóstata o al que se entregó a la iniquidad. Dice
Jesús que quienquiera que considere a su hermano como apóstata, o como
despreciador de Dios, muestra que él mismo merece semejante condenación.
El
mismo Cristo, cuando contendía con Satanás sobre el cuerpo de Moisés, "no
se atrevió a proferir juicio de maldición contra él". Si lo
hubiera hecho, le habría dado una ventaja a Satanás, porque las acusaciones son
armas del diablo. En las Sagradas Escrituras se lo llama "el
acusador de nuestros hermanos". Jesús no empleó ninguno de los
métodos de Satanás. Le respondió con. las palabras:
"El
Señor te reprenda". *Judas 9; Apoc. 12:10.
Su
ejemplo es para nosotros. Cuando nos vemos en conflicto con los enemigos
de Cristo, no debemos hablar con espíritu de desquite, ni deben nuestras
palabras asemejarse a una acusación burlona. El que vive como vocero de
Dios no debe decir palabras que aun la Majestad de los cielos se negó a usar
cuando contendía con Satanás. Debemos dejar a Dios la obra de juzgar y
condenar.53
11. CMC 144. LAS ESCRITURAS
enseñan que la riqueza es una posesión peligrosa únicamente cuando se la hace
competir con el tesoro inmortal.
Se convierte en una trampa cuando
lo mundano y lo temporal absorben los pensamientos, los afectos y la devoción
que Dios reclama para sí. Los que cambian el eterno peso de gloria por un poco
de brillo del oropel del mundo, las moradas eternas por una casa que puede ser
suya en el mejor de los casos tan sólo durante unos pocos años, están
realizando una elección insensata. Tal fue el cambio realizado por Esaú cuando
vendió su primogenitura 145 por un plato de comida; por Balaam cuando rechazó
el favor de Dios por la recompensa del rey de Madián; por Judas cuando
traicionó al Señor de gloria por treinta piezas de plata.
La Palabra de Dios denuncia el
amor al dinero como la raíz de todos los males. El dinero en sí mismo es el don
de Dios al hombre, para que éste lo utilice con fidelidad en su servicio. Dios
bendijo a Abrahán y lo enriqueció con ganado, plata y oro. Y la Biblia declara,
como una evidencia del favor divino, que Dios dio a David, Salomón, Josafat y
Ezequías muchas riquezas y honor.
Tal como ocurre con otros dones
de Dios, la posesión de riquezas produce un aumento de responsabilidad y tiene
sus tentaciones peculiares. Cuántos hay
que en la adversidad han permanecido fieles a Dios pero que han caído bajo las
deslumbrantes seducciones de la prosperidad. Con la posesión de riquezas se
pone de manifiesto la pasión dominante de una naturaleza egoísta. El mundo está
maldecido hoy por la desgracia de la codicia y los vicios de la complacencia de
los adoradores de Mamón.-RH, mayo 16, 1882.
PP 68. Durante algún tiempo las dos
clases permanecieron separadas. Esparciéndose del lugar en que
se establecieron primeramente, los descendientes de Caín se dispersaron por
todos los llanos y valles donde habían habitado los hijos Set éstos, para
escapar a la influencia contaminadora de 68 aquéllos, se retiraron a las
montañas, y allí establecieron sus hogares. Mientras duró esta separación, los
hijos de Set mantuvieron el culto a Dios en toda su pureza. Pero con el
transcurso del tiempo, se aventuraron poco a poco a mezclarse con los
habitantes de los valles. Esta asociación produjo los peores resultados. Vieron
"los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas." (Gen.
6: 2.) Atraídos por la hermosura de las hijas de los descendientes de Caín, los
hijos de Set desagradaron al Señor aliándose con ellas en matrimonio.
Muchos de los que adoraban a Dios
fueron inducidos a pecar mediante los halagos que ahora estaban constantemente
ante ellos, y perdieron su carácter peculiar y santo. Al mezclarse con los
depravados, llegaron a ser semejantes a ellos en espíritu y en obras;
menospreciaron las restricciones del séptimo mandamiento, y "tomáronse
mujeres escogiendo entre todas." Los hijos de Set siguieron "el
camino de Caín" (Judas 11), fijaron su atención en la prosperidad y el
gozo terrenales y descuidaron los mandamientos del Señor.
A los hombres "no les pareció
tener a Dios en su noticia;" "se desvanecieron en sus discursos, y el
necio corazón de ellos fue entenebrecido." Por tanto, "Dios los
entregó a una mente depravada." (Rom. 1:21,28.) El pecado se extendió por
toda la tierra como una lepra mortal.
Adán vivió casi mil años entre
los hombres, como testigo de los resultados del pecado. Con toda fidelidad
trató de poner coto a la corriente del mal. Se le había ordenado instruir a su
descendencia en el camino del Señor; y cuidadosamente atesoró lo que Dios le había
revelado, y lo repetía a las generaciones que se sucedían. A sus hijos y a sus
nietos hasta la novena generación, pudo describir Adán el estado santo y feliz
del hombre en el paraíso, y repitiéndoles la historia de su caída, les refirió
los sufrimientos mediante los cuales Dios le había enseñado la necesidad de
adherirse estrictamente a su ley y les explicó las misericordiosas medidas
tomadas para su salvación. Pero sólo unos pocos prestaron 69 atención a sus
palabras. A menudo le hacían amargos reproches por el pecado que había traído
tanto dolor a sus descendientes.
12. TM 81. EL DEPORTE DEL
CICLISMO. Vamos a otra escena. En las
calles de la ciudad hay una partida reunida para una carrera de bicicletas. En
ese grupo también se encuentran los que profesan conocer a Dios y a Jesucristo
a quien él ha enviado. ¿Pero quién que presencie la excitante carrera pensaría
que aquellos que se están exhibiendo de esta manera son los seguidores de
Cristo? ¿Quién supondría que algunos de los que constituyen esa partida sienten
su necesidad de Cristo? ¿Quién pensaría que se han dado cuenta del valor de su
tiempo y de sus facultades físicas como dones de Dios para ser preservadas para
su servicio? ¿Quién piensa en el peligro del accidente, o que la muerte puede
ser el resultado de su alocada persecución? ¿Quién ha orado por la presencia de
Jesús y la protección de los ángeles ministradores? ¿Es glorificado Dios por
estos actos? Satanás está jugando el
juego de la vida por la posesión de estas almas, y a él le agrada lo que ve y
lo que oye.
UNA PROFANACIÓN DE LA RELIGIÓN. Quien
una vez fue ferviente cristiano y participa de estos deportes se halla cuesta
abajo. Ha dejado la región saturada de la atmósfera vital del cielo, y se ha
sumergido en una atmósfera de niebla y confusión. Puede ser que algún humilde
creyente sea inducido a unirse en estos deportes. Pero si mantiene su relación
con Cristo, no puede participar de corazón en la excitante escena. Las palabras
que oye no concuerdan con su forma de ser, porque no son el lenguaje de Canaán.
Los que hablan no dan evidencia de estar produciendo melodía en sus corazones
para con Dios. Más hay una inconfundible evidencia de que Dios ha sido
olvidado. Él no está en todos sus pensamientos.
Estas partidas de placer, y reuniones deportivas 82 excitantes,
compuestas por aquellos que profesan ser cristianos, son una profanación de la
religión y del nombre de Dios.
13. 1JT 163. Los ministros
que predican la doctrina deben ser obreros cabales, deben presentar la verdad
en su pureza, aunque con sencillez. Deben apacentar la grey con forraje limpio,
esmeradamente aventado.
Hay estrellas fugaces que profesan ser ministros enviados por Dios y van predicando el sábado de lugar en lugar; pero han mezclado la verdad con el error y le ofrecen al pueblo el conjunto de sus opiniones dispares. Satanás los ha introducido para disgustar a los incrédulos inteligentes y sensatos.
Algunos tienen mucho que decir acerca de los dones, y tienen a menudo manifestaciones especiales. Se entregan a sentimientos desenfrenados y excitantes, y hacen ruidos ininteligibles que llaman don de lenguas. Cierta clase de personas parece encantada con estas extrañas manifestaciones. Un espíritu extraño domina a estas gentes, que están dispuestas a atropellar a cualquiera que se proponga reprenderlas.
El Espíritu
de Dios no está en esta obra y no acompaña a tales obreros. Ellos tienen otro
espíritu. Sin embargo, estos predicadores tienen éxito entre cierta clase. Pero
esto multiplicará el trabajo de aquellos siervos a quienes Dios envíe, que
estén preparados para presentar a la gente el sábado y los dones en su debido
marco, y cuya influencia y ejemplo sean dignos de imitación.
La verdad debe ser presentada de
una manera que la haga atractiva para el espíritu inteligente. No se nos
comprende como pueblo, sino que se nos considera como personas degradadas, de
intelecto débil y humilde condición. Por lo tanto, cuán importante es que todos
los que enseñan la verdad y todos los que la creen estén de tal manera
afectados por su influencia santificadora que su vida consecuente y elevada
demuestre a los incrédulos que han estado equivocados con respecto a este
pueblo. Cuán importante es que la causa de la verdad quede despojada de todo lo
que se parezca a una excitación falsa y164 fanática, a fin de que la verdad se
destaque por sus propios méritos, revelando su pureza original y su carácter
excelso.
14-15. CS 344. UNA de las verdades más solemnes y más gloriosas que revela la Biblia, es la de la segunda venida de Cristo para completar la gran obra de la redención. Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar "en región y sombra de muerte," le es dada una valiosa esperanza inspiradora de alegría con la promesa de la venida de Aquel que es "la resurrección y la vida" para hacer "volver a su propio desterrado."
La doctrina del segundo advenimiento es verdaderamente la nota tónica de las Sagradas Escrituras. Desde el día en que la primera pareja se alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado la venida del Prometido que había de aniquilar el poder destructor de Satanás y volverlos a llevar al paraíso perdido.
Hubo santos desde los antiguos tiempos que miraban hacia el tiempo del advenimiento glorioso del Mesías como hacia la consumación de sus esperanzas.
Enoc, que se contó entre la séptima generación descendiente de los que moraran en el Edén y que por tres siglos anduvo con Dios en la tierra, pudo contemplar desde lejos la venida del Libertador. "He aquí que viene el Señor, con las huestes innumerables de sus santos ángeles, para ejecutar juicio sobre todos." (Judas 14,15, V.M.)
El
patriarca Job, en la lobreguez de su aflicción, exclamaba con confianza
inquebrantable: "Pues yo sé que mi Redentor vive, y que en lo venidero ha
de levantarse sobre la tierra; . . . aun desde mi carne he de ver a Dios; a
quien yo tengo de ver por mí mismo, y mis ojos le mirarán; y ya no como a un extraño."
(Job 19:25-27, V.M.)
16. CMC 216. REPITIENDO EL PECADO DE NADAB Y ABIÚ. Los cristianos presuntos rechazan el plan de Dios para reunir recursos para su obra; ¿y de qué echan mano para suplir la falta? Dios ve la impiedad del método que adoptan. Los lugares de culto son contaminados con toda clase de disipación idólatra, a fin de ganar un poquito de dinero de los amadores egoístas de los placeres para pagar las deudas de la iglesia o sustentar la obra que ésta realiza.
Muchas de esas personas no darían por
voluntad propia ni un chelín con propósitos religiosos. ¿Dónde en las
instrucciones dadas por Dios para el sostén de su obra, encontramos mención
alguna acerca de tómbolas de beneficencia, 216 ciertos, venta de caridad y
otros entretenimientos similares? ¿Debe la causa de Dios depender precisamente
de las cosas que él ha prohibido en su Palabra -de esas cosas que apartan la
mente de Dios, de la sobriedad, la piedad y la santidad?
¿Y qué impresión se realiza con
esto sobre la mente de los incrédulos?
Las elevadas normas de la Palabra de Dios son arrastradas en el polvo. Y
así se atrae oprobio sobre Dios y el nombre cristiano. Los principios más
corrompidos son fortalecidos por este método no bíblico de reunir recursos
financieros. Y eso es lo que Satanás desea que ocurra. Los hombres están
repitiendo el pecado de Nadab y Abiú. Están utilizando fuego profano en lugar
de fuego sagrado en el servicio de Dios. El Señor no acepta tales ofrendas.
Todos estos métodos para llevar
dinero a su tesorería constituyen una abominación para él. Es una falsa
devoción la que promueve tales procedimientos. ¡Cuánta ceguera e infatuación
afectan a muchos que pretenden ser cristianos!
Los miembros de la iglesia están haciendo lo mismo que los habitantes
del mundo que vivían en los días de Noé, cuando sus pensamientos se dirigían
continuamente hacia el mal. Todos los
que temen a Dios aborrecerán tales prácticas como una desfiguración de la
religión de Cristo Jesús.-RH, dic. 8, 1896.
20-21. CC 97. SI CONSULTAMOS NUESTRAS DUDAS Y TEMORES, o procuramos resolver cada cosa que no veamos claramente, antes de tener fe, solamente se acrecentarán y profundizarán las perplejidades.
Más si venimos a Dios sintiéndonos desamparados y necesitados, como realmente somos, si venimos con humildad y con la verdadera certidumbre de la fe le presentamos nuestras necesidades a Aquel cuyo conocimiento es infinito, a quien nada se le oculta y quien gobierna todas las cosas por su voluntad y palabra, él puede y quiere atender nuestro clamor y hacer resplandecer su luz en nuestro corazón.
Por la oración sincera nos ponemos en comunicación con la 97 mente del Infinito. Quizás no tengamos al instante ninguna prueba notable de que el rostro de nuestro Redentor está inclinado hacia nosotros con compasión y amor; sin embargo es así. No podemos sentir su toque manifiesto, mas su mano nos sustenta con amor y piadosa ternura.
Cuando imploramos misericordia y bendición de Dios, debemos tener un espíritu de amor y perdón en nuestro propio corazón. ¿Cómo podemos orar: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mateo 6:12) y abrigar, sin embargo, un espíritu que no perdona? Si esperamos que nuestras oraciones sean oídas, debemos perdonar a otros como esperamos ser perdonados nosotros.
LA PERSEVERANCIA en la oración ha sido constituida en condición para recibir. Debemos orar siempre si queremos crecer en fe y en experiencia. Debemos ser "perseverantes en la oración" (Romanos 12:12). "Perseverad en la oración, velando en ella, con acciones de gracia". (Colosenses 4:2). El apóstol Pedro exhorta a los cristianos a que sean "sobrios, y vigilantes en las oraciones" (1 Pedro 4:7).
San Pablo ordena: “En todas las circunstancias,
por medio de la oración y la plegaria, con acciones de gracias, dense a conocer
vuestras peticiones a Dios" (Filipenses 4:6). "Vosotros empero,
hermanos,... - dice Judas - orando en el Espíritu Santo, guardaos en el amor de
Dios" (Judas 20,21). Orar sin cesar es mantener una unión no interrumpida
del alma con Dios, de modo que la vida de Dios 98 fluya a la
nuestra; y de nuestra vida la pureza y la santidad refluyan a Dios.
20-23. 2JT 518. "Más vosotros, oh amados, edificándoos sobre vuestra santísima 518 fe, orando por el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, para vida eterna. Y recibid a los unos en piedad, discerniendo: mas haced salvos. a los otros por temor, arrebatándolos del fuego." (Jud. 20-23.) Haced sentir a las conciencias los terribles resultados de la transgresión de la ley de Dios. Demostrad que no es Dios quien causa el dolor y el sufrimiento, sino que el hombre, por su propia ignorancia y pecado, atrajo esta condición sobre si mismo.
Esta obra, debidamente realizada,
salvará a muchos pobres pecadores que han sido descuidados por las iglesias.
Muchos que no pertenecen a nuestra fe están anhelando la ayuda que los cristianos
tienen el deber de darles. Si el pueblo de Dios quisiera manifestar verdadero
interés en sus vecinos, muchos serían alcanzados por las verdades especiales
para este tiempo. Nada puede dar tanto carácter a la obra como el ayudar a la
gente donde está. Miles podrían estar regocijándose hoy en el mensaje, si los
que aseveran amar a Dios y guardar sus mandamientos hubiesen querido trabajar
como Cristo trabajó.
Cuando la obra misionera médica
conduzca así a hombres y mujeres a un conocimiento salvador de Cristo y su
verdad, se podrá invertir sin peligro dinero y fervientes labores en ella;
porque será una obra perdurable.
Dios hizo sacrificios asombrosos
para los seres humanos. Dedicó gran energía a recobrar al hombre de la
transgresión y el pecado y hacerlo volver a la lealtad y a la obediencia, pero
se me ha mostrado que no hace nada sin la cooperación de los agentes humanos.
Nos ha provisto generosamente con su gracia, poder y eficiencia. Ha presentado
los motivos más poderosos para despertar y mantener vivo el espíritu misionero
en el corazón humano, para que puedan combinarse los esfuerzos de los agentes
divinos con los humanos. -1904, tomo 8, Pág. 54. 519
24. CS 704. Los justos
vivos son mudados "en un momento, en un abrir de ojo." A la voz de
Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con los
santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires.
Los ángeles "juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del
cielo hasta el otro." Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus
madres. Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se
reúnen para no separarse más, y con cantos de alegría suben juntos a la ciudad
de Dios.
En cada lado del carro nebuloso
hay alas, y debajo de ellas, ruedas vivientes; y mientras el carro asciende las
ruedas gritan: "¡Santo!" y las alas, al moverse, gritan:
"¡Santo!" y el cortejo de los ángeles exclama: "¡Santo, santo,
santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso!" Y los redimidos exclaman:
"¡Aleluya!" mientras el carro se adelanta hacia la nueva Jerusalén.
Antes de entrar en la ciudad de
Dios, el Salvador confiere a sus discípulos los emblemas de la victoria, y los
cubre con las insignias de su dignidad real. Las huestes resplandecientes son
dispuestas en forma de un cuadrado hueco en derredor de su Rey, cuya majestuosa
estatura sobrepasa en mucho a la de los 704
santos y de los ángeles, y cuyo rostro irradia amor benigno sobre ellos. De un
cabo a otro de la innumerable hueste de los redimidos, toda mirada está fija en
él, todo ojo contempla la gloria de Aquel cuyo aspecto fue desfigurado
"más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hijos de
Adam."
Sobre la cabeza de los
vencedores, Jesús coloca con su propia diestra la corona de gloria. Cada cual
recibe una corona que lleva su propio "nombre nuevo" (Apocalipsis
2:17), y la inscripción: "Santidad a Jehová." A todos se les pone en
la mano la palma de la victoria y el arpa brillante. Luego que los ángeles que
mandan dan la nota, todas las manos tocan con maestría las cuerdas de las
arpas, produciendo dulce música en ricos y melodiosos acordes. Dicha indecible
estremece todos los corazones, y cada voz se eleva en alabanzas de
agradecimiento. "Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con
su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre; a él sea
gloria e imperio para siempre jamás." (Apocalipsis 1:5,6.)
Delante de la multitud de los
redimidos se encuentra la ciudad santa. Jesús abre ampliamente las puertas de
perla, y entran por ellas las naciones que guardaron la verdad. Allí contemplan
el paraíso de Dios, el hogar de Adán en su inocencia. Luego se oye aquella voz,
más armoniosa que cualquier música que haya acariciado jamás el oído de los
hombres, y que dice: "Vuestro conflicto ha terminado." "Venid,
benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la
fundación del mundo."
Entonces se cumple la oración del
Salvador por sus discípulos: "Padre, aquellos que me has dado. quiero que
donde yo estoy, ellos estén también conmigo." A aquellos a quienes rescató
con su sangre, Cristo los presenta al Padre "delante de su gloria
irreprensibles, con grande alegría" (Judas 24, V.M.), diciendo:
"¡Heme aquí a mí, y a los hijos que me diste!" "A los que me
diste, yo los guardé." ¡Oh maravillas 705
del amor redentor! ¡qué dicha aquella cuando el Padre eterno, al ver a los
redimidos verá su imagen, ya desterrada la discordia del pecado y sus manchas
quitadas, y a lo humano una vez más en armonía con lo divino!
Con amor inexpresable, Jesús
admite a sus fieles "en el gozo de su Señor." El Salvador se regocija
al ver en el reino de gloria las almas que fueron salvadas por su agonía y
humillación. Y los redimidos participarán de este gozo, al contemplar entre los
bienvenidos a aquellos a quienes ganaron para Cristo por sus oraciones, sus
trabajos y sacrificios de amor. Al reunirse en torno del gran trono blanco,
indecible alegría llenará sus corazones cuando noten a aquellos a quienes han
conquistado para Cristo, y vean que uno ganó a otros, y éstos a otros más, para
ser todos llevados al puerto de descanso donde depositarán sus coronas a los
pies de Jesús y le alabarán durante los siglos sin fin de la eternidad.
Cuando se da la bienvenida a los
redimidos en la ciudad de Dios, un grito triunfante de admiración llena los
aires. Los dos Adanes están a punto de encontrarse. El Hijo de Dios está en pie
con los brazos extendidos para recibir al padre de nuestra raza al ser que él
creó, que pecó contra su Hacedor, y por cuyo pecado el Salvador lleva las
señales de la crucifixión. Al distinguir Adán las cruentas señales de los
clavos, no se echa en los brazos de su Señor, sino que se prosterna
humildemente a sus pies, exclamando: "¡Digno, digno es el Cordero que fue
inmolado!" El Salvador lo levanta con ternura, y le invita a contemplar
nuevamente la morada edénica de la cual ha estado desterrado por tanto tiempo.
Ministerio Hno. Pio
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