lunes, diciembre 27, 2021

REFLEXIÓN 964. EL TRONO DE DIOS Y EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS: El Triunfo Del Cordero (APOCALIPSIS 5).

Apocalipsis 5

El Triunfo Del Cordero, 5:1-14. 

Vers. (1-8). El libro sellado con siete sellos, (9-11) que solo el Cordero que fue inmolado es digno de abrir. (12-14) Por eso lo alaban los ancianos. (9) y confiesan que él lo a redimió con su sangre.

1 Y Vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. 2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?

3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. 5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. 7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. 8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,

12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 5).

1. Vi. Ver com. cap. 4:1. El ambiente de este capítulo es el mismo que el del cap. 4; sin embargo, mientras que en el cap. 4 se describe mayormente una escena que tiene como centro el trono de Dios, en el cap. 5 se destacan el Cordero y el rollo sellado.

"El quinto capítulo del Apocalipsis debe estudiarse detenidamente. Es de la mayor importancia para los que han de desempeñar una parte en la obra de Dios en estos últimos días" (3JT 414; ver com. vers. 7, 13).

Que estaba sentado. Ver com. cap. 4:2.

Libro. Gr. biblíon "rollo", "libro". En los tiempos del NT el tipo más común de libro era el rollo de papiro, y sin duda es un "libro" como éste el que ve Juan aquí. 

El códice o libro de hojas unidas con una costura por un lado, no comenzó a usarse sino hasta el siglo II d. C. Ver t. V, pp. 114-115.

Por dentro y por fuera. Algunos comentadores han sugerido que este pasaje debiera llevar la coma después de la palabra "dentro", y entonces su significado sería: "escrito por dentro, y por fuera sellado con siete sellos".

Según la puntuación de la RVR y otras versiones, el pasaje indicaría que el rollo estaba escrito por ambos lados.

Esta interpretación es digna de tomarse en cuenta por dos razones.

En primer lugar, la expresión griega ésÇthen kái ópisthen, "por dentro y por fuera", parece ser una unidad compuesta por dos adverbios que suenan de manera semejante, lo cual implicaría que deben ser entendidos en conjunto.

En segundo lugar, los antiguos rollos de papiro, debido a la naturaleza del material, pocas veces excedían de unos 10 m de largo. Normalmente estaban escritos sólo por dentro, pero debido a su tamaño limitado a veces se usaba el reverso del papiro si el asunto que se escribía era más largo que el espacio interior disponible.

Este pasaje parece que corresponde a un caso como ése, lo que sugeriría que apenas había lugar para contener lo registrado en este "libro".

Siete sellos. Puesto que el número siete es símbolo de perfección (ver com. cap. 1:11), esta indicación implicaría que el "libro" estaba perfectamente sellado.

En verdad, nadie sino el Cordero podría abrirlo (cap. 5:3, 5).

Según PVGM 236, la decisión de los dirigentes judíos de rechazar a Cristo, "fue registrada en el libro que Juan vio en la mano de Aquel que se sienta en el trono".

Por lo tanto, ese libro sellado sin duda incluye más que un registro de los acontecimientos ocurridos durante el período de la iglesia cristiana, aunque las profecías del Apocalipsis conciernen específicamente a ellos. Ver com. cap. 6:1.

2. ¿Quién es digno? Poder abrir ese libro no es asunto de fuerza, dignidad o posición, sino de victoria y valor moral (ver com. vers. 5; cf. cap. 4:11).

3. Ninguno. Gr. oudéis, "ni uno", incluso no sólo de los hombres sino también de todos los seres de todo el universo.

En el cielo. Estas palabras son un recurso literario 

para describir todo el universo de Dios.

Ni aun mirarlo. Es decir, leerlo y de este modo revelar su contenido.

4. Lloraba yo mucho. Estas palabras reflejan la intensa reacción emotiva de Juan debido al drama que pasaba ante sus ojos. Lo que veía y oía le era muy real.

Ninguno. Gr. oudéis, ver com. vers. 3.

Digno. Ver com. vers. 2.

De leerlo. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras.

5. Ancianos. Ver com. cap. 4:4.

No llores. O "deja de llorar". El texto griego sugiere que Juan ya estaba llorando.

León de la tribu de Judá. Este título quizá está basado en Gén. 49:9.

Cristo nació de la tribu de Judá (ver com. Mat. 1:2).

El león simboliza fuerza (Apoc. 9:8, 17; 10:3; 13:2,5), y Cristo ha ganado la victoria en el gran conflicto con el mal (ver com. de "ha vencido"). Esto es lo que le da el derecho de abrir el libro (ver com. cap. 5:7).

Además, puede notarse que Cristo, como "León de la tribu de Judá", aparece como Aquel que "ha vencido", el triunfador, el paladín de la causa de su pueblo.

En el vers. 6 aparece como "un Cordero como inmolado", Aquel que los había redimido.

La raíz de David. Este título proviene de Isa. 11:1,10, donde dice: "saldrá vara de la raíz de Isaí" (LXX) o "retoño del tronco de Isaí" (Heb.), o sea el padre de David.

En Rom. 15:12 Pablo aplica este símbolo a Cristo, lo que muestra que Cristo es un segundo David. David fue el máximo rey y héroe militar de Israel.

El concepto davídico del Mesías era esencialmente el de un vencedor que restauraría el reino de Israel (Mat. 21:9; cf. Hech. 1:6).

Aunque Cristo no restauró el reino literal de los judíos, su victoria en el gran conflicto con Satanás restituirá el reino en un sentido infinitamente mayor y más importante. 

Por lo tanto, desde el punto de vista de este pasaje, 

este título es sumamente adecuado.

Ha vencido. Gr. nikáÇ, "vencer", "ser victorioso".

Indica directamente la victoria de Cristo en el gran conflicto contra Satanás. Ese triunfo es la base de su derecho de abrir el libro. La victoria de Cristo es única, por lo tanto ninguno más pudo abrir los sellos (vers. 3).

Un ángel no podría haber tomado el lugar de Cristo, porque el punto central del gran conflicto es la integridad del carácter de Dios que se expresa en su ley. Ni un ángel ni un hombre podría haber logrado esa vindicación porque están sujetos a la ley (PP 67).

Sólo Cristo, que es Dios y de cuyo carácter la ley es una expresión, podría lograr tal vindicación del carácter divino. Este hecho es el pensamiento central del cap. 5.

 (Ver com. vers. 9-13).

6. En medio. Puede interpretarse como que el Cordero estaba de pie entre los seres vivientes y el trono, en medio de los ancianos; pero es difícil imaginarse tal escena cuando se compara con cap. 4:4,6.

También es posible entender que el Cordero apareció en medio de todos. Esta quizá sea la mejor explicación, porque el Cordero llega a ser ahora el Punto central de la visión (cf. Hech. 7:56).

Cuatro seres vivientes. Ver com. cap. 4:6.

Ancianos. Ver com. cap. 4:4.

Cordero. Gr. arníon, palabra que se usa 29 veces en el Apocalipsis, y sólo una vez en todo el resto del NT (Juan 21:15).

 Sin embargo, el pensamiento es el mismo que sugiere la palabra amnós, "cordero", en Juan 1:29,36: hechos 8:32, 1Pedro 1:19, Isa 53:7 (LXX).

Juan acababa de oír que Cristo es un león vencedor, pero al mirar ve un cordero. Un contraste tan marcado puede sugerir que esa victoria de Cristo no proviene de la fuerza física sino de su excelencia moral, porque por sobre todas las demás cosas se le declara "digno" (ver com. Apoc. 5:2)

El sacrificio vicario de su vida sin pecado, simbolizado por el sacrificio de un cordero inmaculado, es, más que cualquier demostración de fuerza, lo que ha ganado la victoria para él en el gran conflicto con el mal.

La figura del NT de Cristo como "el cordero", sólo aparece en los escritos de Juan, aunque tanto Felipe como Pedro le aplican ese símbolo tomado del AT (Hech 8:32, 1Ped 1:19).

Como inmolado. Quizá Juan vio al cordero con su herida de muerte aún sangrante, como un cordero muerto para el sacrificio en el servicio del santuario. La palabra "como" indica que es una comparación, un símbolo.

Juan no dice que un cordero inmolado está realmente delante del trono de Dios; lo que está describiendo es lo que ve una visión simbólica. Como sin duda es así en lo que se refiere al Cordero, se deduce que los otros elementos de esta visión -las siete lámparas (cap 4 y 5), los cuatro seres vivientes (cap. 4:6) y el libro (cap.5:1)- son también simbólicos (ver com. Eze 1:10; Apoc 4:1).

La flexión verbal que traduce "inmolado" indica que la inmolación se había hecho en el pasado, pero que sus resultados continuaban.

La muerte de Cristo está históricamente en el pasado, pero sus benéficos resultados para la humanidad son siempre nuevos y eficaces. En cuanto al significado de la figura de Jesús como el Cordero de Dios, ver com. Juan 1:29

Siete cuernos. Siete es un número que significa perfección.

Los cuernos pueden entenderse como símbolo de fuerza y gloria (ver com. Lam 2:3). De manera que los siete cuernos del Cordero indican que es perfecto en poder.

Siete ojos. Un símbolo de perfecta sabiduría e inteligencia.

Estos ojos son identificados como los siete espíritus de Dios, expresión que se usa para el Espíritu Santo. (Ver com. cap 1:4).

En el cap, 4:5 se usa un símbolo diferente: "siete lámparas".

Enviados. Ver Zac 1:10; 6:5; Juan 14:26; 15:26; 16:7; Gál 4:6.

Vino y tomó. Literalmente "vino, y ha tomado".

Este es el punto central de los cap. 4 y 5: que Cristo, al tomar el libro de la mano de Dios, hace lo que ningún otro ser en el universo puede hacer (ver com. cap 5:5).

Esta acción es un símbolo de la victoria sobre el mal, y cuando lo hace, resuena por todo el universo el gran himno antifonal que entona toda la creación (ver com. 9-13).

Las palabras de Juan "vino, y ha tomado", son las de un hombre cuya pluma apenas puede mantenerse a la par con las dramáticas escenas que pasan delante de sus ojos. 

Con el aliento entrecortado por el asombro y la excitación, declara que Cristo "ha tomado el libro". Ver com. vers. 13.

El libro. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras; sin embargo, por el vers. 8 es evidente que lo que toma el Cordero es el libro sellado.

Del que estaba sentado. Ver com. cap. 4:2.

8. Cuando hubo tomado. Este es el momento cuando responde a la hueste celestial (ver. com. vers. 7).

Cuatro seres vivientes. Ver com. cap. 4:6

Ancianos. Ver com. cap. 4:4.

Arpas. Gr. Kithára, "lira", instrumento que se usaba a menudo para acompañar el canto (ver t. III, pp. 36-37); "cítara" (BJ, BC, NC).

Según el griego, cada anciano tenia una lira en la mano. Es natural que se mencione este instrumento en relación con el himno que está a punto de cantarse (vers. 9-10).

Copas. Gr fiál', "taza", "copa"; los recipientes en que generalmente se presentaban las ofrendas. Según Josefo, se colocaban "copas" (fiál') de incienso sobre los panes de la proposición en el santuario (Antigüedades iii.6).

El hecho de que las oraciones de los santos sean puestas en receptáculos de oro, puede indicar el valor que tiene delante del cielo.

Oraciones de los santos. El hecho de que tuvieran "arpas" e incensarios que representan las oraciones de los santos, sugiere que los ancianos simbolizan la iglesia triunfante de Cristo en la tierra, que eleva su voz en canto y oración.

Ver com. vers. 9-10; pp 366.

9. Cantaban. Los 24 ancianos y quizá también los 4 seres vivientes.

(Ver com. de "nos").

Un nuevo cántico. El canto era nuevo en el sentido de que era enteramente diferente de cualquiera que hubiese sido cantado antes. Esta expresión es común en el AT

(Sal 33:3; 40:3; Isa. 42:10).

Aquí es particularmente mente adecuado porque representa el canto que inspira una experiencia que no tiene ninguna comparación: la salvación por medio de la victoria de Jesucristo (ver com. Apoc. 5:5).

Es el "nuevo cántico" de los que tendrán un "nombre nuevo" (cap 2:17; 3:12), de los que habitarán la "nueva Jerusalén" (cap. 21:2) cuando todas las cosas sean hechas "nuevas" (cap 21:5).

Digno. Ver com. vers. 2. El coro celestial es el primero en reconocer que Dios ha sido vindicado de las acusaciones hechas por Satanás, por medio de la victoria de su hijo.

Algunos ven en los 24 ancianos a representantes de los santos que fueron una vez cautivos del mal. Los santos aparecen delante del universo espectador como testigo de la justicia y la gracia de Dios. ver com. Apoc. 5:5; cf. Efe. 3:10.

Fuiste inmolado. La muerte de Cristo, que trajo la salvación para el hombre y que a su vez vindicó el carácter de Dios, es el fundamento de la dignidad de Cristo. 

(Ver com. vers. 2).

Con tu sangre. Ver com. Rom. 3:25; 5:9.

Nos. Aquí la evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "los", con referencia a los redimidos del vers. 9. La variante "nos" quizá fue tomada por los traductores de la RVR de la Vulgata latina. Por lo tanto, es evidente que en el vers. 10 los que hablan no se incluyen específicamente como "reyes y sacerdotes"; sin embargo, no es imposible que puedan estar hablando de sí mismo en tercera persona, pero ésta no es la conclusión natural indicada por los manuscritos antiguos.

Según el texto preferido, los vers. 9-10, pueden ser traducidos como sigue: "Eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste inmolado y con tu sangre compraste para Dios de toda tribu y lengua y pueblo y nación, y los hiciste para nuestro Dios un reino y sacerdotes, y ellos reinarán sobre la tierra".

Esta es, en esencia, la traducción de la BJ, BA, y NC.

(Ver com. de "reyes" y " reinaremos").

El reino es sin duda el reino espiritual de la gracia.

(Ver com. Mat. 4:17; 5:3; Apoc. 1:6).

Reyes. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la variante "reino"

(ver com. cap. 1:6).

Sacerdotes. Ver com. cap. 1:6.

Reinaremos. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10)

por la variante "reinarán" (ver el comentario de "nos").

Sobre la tierra. El tiempo del reinado sobre la tierra no se especifica, pero en los cap. 20 y 21 se muestra que será en periodo posterior al milenio.

11. Muchos ángeles. En respuesta al testimonio de los 4 seres vivientes y de los 24 ancianos, las huestes del cielo se unen para aclamar la suprema dignidad del Cordero. De esta manera Dios es vindicado delante de los ángeles, quienes desde las primeras acusaciones de Satanás en el cielo, no han comprendido plenamente el proceder divino al desterrar a Satanás y salvar al hombre (ver DTG 709,713).

Los seres vivientes. Ver com. cap. 4:6. Estos seres vivientes toman parte en la aclamación de alabanza de Dios (cap 5:12), la cual expresa la forma en que valoran la muerte de Cristo.

Millones de millones. Evidentemente no es un número literal sino una indicación de huestes innumerables. 

Probablemente provienen de Dan. 7:10, y puede compararse con un pasaje del apocalipsis seudoepigráfico de Enoc Etiópico (ver. t. V, p. 88), cap. 14:22. "diez mil veces diez mil (estaban) delante de él". Cf. Heb 12: 22.

Cordero. Ver com. vers. 6

12. Digno. Ver com. vers 2,9

Poder. Gr. dúnamis, aquí, el poder de Dios en acción. La doxología de las huestes celestiales tiene siete partes. Como siete significa perfección y se usa repetidas veces en esta visión y en todo el Apocalipsis (ver com. cap. 1:11), puede ser que la séptuple alabanza de cap. 5:12 sugiera que la del cielo es completa y perfecta.

Riquezas. Cf. Fil. 4:19

Sabiduría. Gr. sofia (cf. com. Sant. 1:5).

Fortaleza. Gr. isjús, probablemente se refiere a la energía divina en potencia.

13. Todo lo creado. Es decir, todo ser creado.

El coro aumenta, y en respuesta al canto de alabanza de las huestes del cielo toda la creación se une en adoración del padre y el hijo. Cristo es vencedor, y el carácter de Dios es vindicado delante de todo el universo (ver com. vers. 11).

¿A Qué Momento Del Gran Conflicto Se Refieren Las Escenas Simbólicas Descritas En Los Capítulos 4 Y 5?

Según lo que se dice en DTG 774, el canto fue entonado por los ángeles cuando Cristo fue entronizado a la diestra de Dios después de su ascensión; y de acuerdo con HAp. 480-481 y CS 729, este canto también será entonado por los santos al establecerse la tierra nueva, y por los redimidos y los ángeles por la eternidad.

 (8T 44; PP 583; CS 600, 737).

Estas variadas circunstancias sugieren que la visión de los cap. 4 y 5 no debe tomarse como la representación de una ocasión específica en el cielo, sino como la descripción eterna y muy simbólica de la victoria de Cristo y la resultante vindicación de Dios.

Cuando esta visión se entiende así, puede concebirse que representa la actitud del cielo hacia el Hijo y su obra a partir de la cruz, actitud que se magnificará en un crescendo cuando culmine victoriosamente el gran conflicto. En cuanto a la naturaleza de las visiones simbólicas, ver com. Eze. 1:10.

En el cielo, y sobre la tierra. Según la cosmología antigua, el cielo, la tierra, lo que está bajo la tierra y el mar, constituyen todo el universo. Toda la creación reconocerá finalmente la justicia de Dios (ver CS 728-729).

Al que está sentado. Ver com. cap. 4:2.

Al Cordero. Ver com. vers. 6. El hecho de que se adora al Cordero en la misma forma que al Padre, da a entender su igualdad (ver Fil. 2:9-11).

La alabanza. Los cuatro homenajes del vers. 13 son paralelos a los cuatro de la séptuple doxología del vers. 12.

El poder. Gr. krátos, "poder", "gobierno", autoridad", "dominio"; vocablo sinónimo de "poder" en el vers. 12; pero difiere en que krátos representa el poder divino en acción.

Un poder semejante es el que contemplan todas las criaturas terrenales (ver com. vers. 12).

14. Amén. Ver com. Mat. 5:18. Las alabanzas antifonales y el "Amén" que las sigue caracterizaban el primitivo culto cristiano.

Plinio, escribiendo menos de dos décadas después de Juan, registró que en sus servicios de culto los cristianos "cantaban en versos alternados un himno a Cristo, como a un dios" (Cartas x. 96).

Describiendo la celebración de la Cena del Señor, Justino Mártir, que escribió en el siglo II, dice que después de que el dirigente de la congregación ofrecía oraciones y acciones de gracias, "la gente asiente, diciendo Amén" (Primera apología 67). 7CBA

COMENTARIOS DE EGW

1-5. PVGM 236. LOS GOBERNANTES JUDÍOS NO AMABAN A DIOS; por lo que se apartaron de él, y rechazaron todos sus ofrecimientos de hacer un justo arreglo. Cristo, el Amado de Dios, vino para presentar las demandas del Dueño de la viña, pero los labradores lo trataron con marcado desprecio, diciendo: Este: 236 hombre no nos gobernará. Tenían envidia de la belleza de carácter de Cristo. 

La forma de enseñar que Cristo tenia era muy superior a la de ellos, y temían su éxito. El los reconvino, desenmascarando su hipocresía y mostrándoles los resultados seguros de su proceder. Esto los irritó hasta la locura. Se sentían requemados bajo los reproches que no podían acallar. 

ABORRECIAN la elevada norma de justicia que Cristo presentaba continuamente. Veían que sus enseñanzas los estaban colocando en el lugar en donde su egoísmo iba a quedar al descubierto, y determinaron matarlo.

ABORRECÍAN SU EJEMPLO DE VERACIDAD Y PIEDAD, y la elevada espiritualidad revelada en todo lo que hacía.  Su vida entera era un reproche para el egoísmo de ellos, y cuando se presentó la prueba final, la prueba que significaba obediencia para vida eterna o desobediencia para muerte eterna, rechazaron al Santo de Israel.

Cuando se les pidió que escogieran entre Cristo y Barrabás, clamaron: "Suéltanos a Barrabás".  Y cuando Pilato preguntó: "¿Qué pues haré de Jesús?" gritaron ferozmente: "Crucifícale". "¿A vuestro rey he de crucificar?" preguntó Pilato, y de los sacerdotes y magistrados se elevó la respuesta: "No tenemos rey sino a César".  

Cuando Pilato se lavó las manos diciendo: "Inocente soy yo de la sangre de este justo", los sacerdotes se unieron con la turba ignorante en su exclamación apasionada: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos".

*Lucas 23:18; Mateo 27:22; Juan 19:15; Mateo 27:24,25.

ASÍ HICIERON SU ELECCIÓN LOS DIRIGENTES JUDÍOS. Su decisión fue registrada en el libro que Juan vio en la mano de Aquel que se sienta en el trono, el libro que ningún hombre podía abrir.  Con todo su carácter vindicativo aparecerá esta decisión delante de ellos el día en que este libro sea abierto por el León de la tribu de Judá.

1-14. 3JT 414. ¿Qué hará el tal hombre cuando los libros sean abiertos y cada uno sea juzgado según lo que estuviere escrito en ellos?

El quinto capítulo del Apocalipsis debe estudiarse detenidamente. Es de la mayor importancia para los que han de desempeñar una parte en la obra de Dios en estos últimos días. Algunos están engañados. No se percatan de lo que está por suceder en la tierra. Son víctimas de un error fatal los que se han dejado confundir en lo que concierne a la naturaleza del pecado. A menos que hagan un cambio decisivo, serán 415 encontrados faltos cuando Dios pronuncie sus sentencias sobre los hijos de los hombres.  Habiendo transgredido la ley y quebrantado el pacto eterno, recibirán un galardón correspondiente a sus obras.

5-6. HAp 470. El Salvador Se Presenta Ante Juan Bajo Los Símbolos Del "León De La Tribu De Judá" Y De "Un Cordero Como Inmolado." (Apoc. 5:5,6.) Dichos símbolos representan la unión del poder omnipotente con el abnegado sacrificio de amor.

EL LEÓN DE JUDÁ, tan terrible para los que rechazan su gracia,

ES EL CORDERO DE DIOS para el obediente y fiel.

La columna de fuego que anuncia terror e ira al transgresor de la ley de Dios, es una 471 señal de misericordia y liberación para los que guardan sus mandamientos. 

El brazo que es fuerte para herir a los rebeldes, será fuerte para librar a los leales. Todo el que sea fiel será salvo. "Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro." (Mat. 24:31.)

9. CS. 710. Cuando las naciones de los salvos miren a su Redentor y vean la gloria eterna 710 del Padre brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo: "¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado, y nos ha redimido para Dios con su propia preciosísima sangre!"

El misterio de la cruz explica todos los demás misterios. A la luz que irradia del Calvario, los atributos de Dios que nos llenaban de temor respetuoso nos resultan hermosos y atractivos. Se ve que la misericordia, la compasión y el amor paternal se unen a la santidad, la justicia y el poder. Al mismo tiempo que contemplamos la majestad de su trono, tan grande y elevado, vemos su carácter en sus manifestaciones misericordiosas y comprendemos, como nunca antes, el significado del apelativo conmovedor: "Padre nuestro."

Se echará de ver que Aquel cuya sabiduría es infinita no hubiera podido idear otro plan para salvarnos que el del sacrificio de su Hijo. La compensación de este sacrificio es la dicha de poblar la tierra con seres rescatados, santos, felices e inmortales. El resultado de la lucha del Salvador contra las potestades de las tinieblas es la dicha de los redimidos, la cual contribuirá a la gloria de Dios por toda la eternidad. Y tal es el valor del alma, que el Padre está satisfecho con el precio pagado; y Cristo mismo, al considerar los resultados de su gran sacrificio, no lo está menos. 711

10. PE 290. Oí, de parte de los ángeles y de los santos redimidos, exclamaciones de triunfo que resonaban como diez mil instrumentos músicos, porque ya no se verían ellos molestados ni tentados por Satanás, y porque los habitantes de otros mundos quedaban libres de él y de sus tentaciones.

Después vi tronos en los cuales estaban sentados Jesús y los redimidos. Los santos reinaban como reyes y sacerdotes de Dios. En unión con los suyos juzgaba Cristo a los impíos muertos, comparando sus acciones con el libro del estatuto, la Palabra de Dios, y fallando cada caso según lo hecho con el cuerpo. Después sentenciaban a los impíos a la pena que debían sufrir de acuerdo con sus obras, y quedaba escrita frente a sus nombres en el libro de la muerte. También Satanás y sus ángeles fueron juzgados por Jesús y los santos. 

El castigo de Satanás había de ser mucho más terrible que 291 el de aquellos a quienes engañó. Su sufrimiento había de ser incomparablemente mayor. Después de perecer todos los que fueron engañados por él, Satanás iba a continuar viviendo para sufrir mucho más tiempo.

11. CS 533, 565. "ESTUVE mirando -dice el profeta Daniel- hasta que fueron puestas sillas: y un Anciano de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama de fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él: millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó y los libros se abrieron." (Daniel 7:9,10.)

Así se presentó a la visión del profeta el día grande y solemne en que los caracteres y vidas de los hombres habrán de ser revistados ante el Juez de toda la tierra, y en que a todos los hombres se les dará "conforme a sus obras." El Anciano de días es Dios, el Padre. 

El salmista dice: "Antes que naciesen los montes, y formases la tierra y el mundo, y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios." (Salmo 90: 2.) Es él, Autor de todo ser y de toda ley, quien debe presidir en el juicio. Y "millares de millares . . . y millones de millones" de santos ángeles, como ministros y testigos, están presentes en este gran tribunal.

"Y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, e hiciéronle llegar delante de él. Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino no se corromperá." (Daniel 7:13,14.) 

La venida de Cristo descrita aquí no es su segunda venida a la tierra. El viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria, y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 534 días, en 1844.

* Las Santas Escrituras nos dan información acerca del número, del poder y de la gloria de los seres celestiales, de su relación con el gobierno de Dios y también con la obra de redención. "Jehová afirmó en los cielos su trono; y su reino domina sobre todos." 

Y el profeta dice: "Oí voz de muchos ángeles alrededor del trono." Ellos sirven en la sala del trono del Rey de los reyes- "ángeles, poderosos en fortaleza," 566 "ministros suyos," que hacen "su voluntad," "obedeciendo a la voz de su precepto." (Salmo 103:19-21; Apocalipsis 5:11.) 

Millones de millones y millares de millares era el número de los mensajeros, celestiales vistos por el profeta Daniel. 

El apóstol Pablo habla de "las huestes innumerables de ángeles." (Hebreos 12:22, V.M.) Como mensajeros de Dios, iban y volvían "a semejanza de relámpagos" (Ezequiel 1:14), tan deslumbradora es su gloria y tan veloz su vuelo. 

El ángel que apareció en la tumba del Señor, y cuyo "aspecto era como un relámpago y su vestido blanco como la nieve," hizo que los guardias temblaran de miedo y quedaran "como muertos." (Mateo 28:3,4.)

12. CS 705-706. Entonces se cumple la oración del Salvador por sus discípulos: "Padre, aquellos que me has dado. quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo." 

A aquellos a quienes rescató con su sangre, Cristo los presenta al Padre "delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría" (Judas 24, V.M.), diciendo: "¡Heme aquí a mí, y a los hijos que me diste!" "A los que me diste, yo los guardé." ¡Oh maravillas 705 del amor redentor! ¡qué dicha aquella cuando el Padre eterno, al ver a los redimidos verá su imagen, ya desterrada la discordia del pecado y sus manchas quitadas, y a lo humano una vez más en armonía con lo divino!

Con amor inexpresable, Jesús admite a sus fieles "en el gozo de su Señor." El Salvador se regocija al ver en el reino de gloria las almas que fueron salvadas por su agonía y humillación. Y los redimidos participarán de este gozo, al contemplar entre los bienvenidos a aquellos a quienes ganaron para Cristo por sus oraciones, sus trabajos y sacrificios de amor. 

Al reunirse en torno del gran trono blanco, indecible alegría llenará sus corazones cuando noten a aquellos a quienes han conquistado para Cristo, y vean que uno ganó a otros, y éstos a otros más, para ser todos llevados al puerto de descanso donde depositarán sus coronas a los pies de Jesús y le alabarán durante los siglos sin fin de la eternidad.

Cuando se da la bienvenida a los redimidos en la ciudad de Dios, un grito triunfante de admiración llena los aires. Los dos Adanes están a punto de encontrarse. El Hijo de Dios está en pie con los brazos extendidos para recibir al padre de nuestra raza al ser que él creó, que pecó contra su Hacedor, y por cuyo pecado el Salvador lleva las señales de la crucifixión. Al distinguir Adán las cruentas señales de los clavos, no se echa en los brazos de su Señor, sino que se prosterna humildemente a sus pies, exclamando: "¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado!"

El Salvador lo levanta con ternura, y le invita a contemplar nuevamente la morada edénica de la cual ha estado desterrado por tanto tiempo.

Después de su expulsión del Edén, la vida de Adán en la tierra estuvo llena de pesar. Cada hoja marchita, cada víctima ofrecida en sacrificio, cada ajamiento en el hermoso aspecto de la naturaleza, cada mancha en la pureza del hombre, le volvían a recordar su pecado. Terrible fue la agonía del remordimiento cuando noto que aumentaba la iniquidad, y que en contestación a sus advertencias, se le tachaba de ser él mismo 706 causa del pecado.

Con paciencia y humildad soportó, por cerca de mil años, el castigo de su transgresión. Se arrepintió sinceramente de su pecado y confió en los méritos del Salvador prometido, y murió en la esperanza de la resurrección. El Hijo de Dios reparó la culpa y caída del hombre, y ahora, merced a la obra de propiciación, Adán es restablecido a su primitiva soberanía.

Transportado de dicha, contempla los árboles que hicieron una vez su delicia -los mismos árboles cuyos frutos recogiera en los días de su inocencia y dicha. Ve las vides que sus propias manos cultivaron, las mismas flores que se gozaba en cuidar en otros tiempos. Su espíritu abarca toda la escena; comprende que éste es en verdad el Edén restaurado y que es mucho más hermoso ahora que cuando él fue expulsado. 

El Salvador le lleva al árbol de la vida, toma su fruto glorioso y se lo ofrece para comer. Adán mira en torno suyo y nota a una multitud de los redimidos de su familia que se encuentra en el paraíso de Dios. Entonces arroja su brillante corona a los pies de Jesús, y, cayendo sobre su pecho, abraza al Redentor. Toca luego el arpa de oro, y por las bóvedas del cielo repercute el canto triunfal: "¡Digno, digno, digno es el Cordero, que fue inmolado y volvió a vivir!" La familia de Adán repite los acordes y arroja sus coronas a los pies del Salvador, inclinándose ante él en adoración.

Presencian esta reunión los ángeles que lloraron por la caída de Adán y se regocijaron cuando Jesús, una vez resucitado, ascendió al cielo después de haber abierto el sepulcro para todos aquellos que creyesen en su nombre. Ahora contemplan el cumplimiento de la obra de redención y unen sus voces al cántico de alabanza.

Delante del trono, sobre el mar de cristal, -ese mar de vidrio que parece revuelto con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios- hállase reunida la compañía de los que salieron victoriosos "de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre."

 Con el Cordero en el 707 monte de Sión, "teniendo las arpas de Dios," están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, "una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas." Cantan "un cántico nuevo" delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero, un canto de liberación.

Ninguno sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su experiencia -una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás. Son "éstos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere." Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por "primicias para Dios y para el Cordero." (Apocalipsis 15: 2, 3; 14: 1-5.)

"Estos son los que han venido de grande tribulación;" han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues "han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero." "En sus bocas no ha sido hallado engaño; están sin mácula" delante de Dios. "Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono tenderá su pabellón sobre ellos." (Apocalipsis 7:14, 15.)

Han visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, al sol que tenía el poder de quemar a los hombres con un intenso calor, y ellos mismos han soportado padecimientos, hambre y sed. Pero "no tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos." (Apocalipsis 7: 14-17.)

En todo tiempo, los elegidos del Señor fueron educados y disciplinados en la escuela de la prueba. 

Anduvieron en los senderos angostos de la tierra; fueron purificados en el horno 708 de la aflicción. Por causa de Jesús sufrieron oposición, odio y calumnias. Le siguieron a través de luchas dolorosas; se negaron a sí mismos y experimentaron amargos desengaños. 

Por su propia dolorosa experiencia conocieron los males del pecado, su poder, la culpabilidad que entraña y su maldición; y lo miran con horror. Al darse cuenta de la magnitud del sacrificio hecho para curarlo, se sienten humillados ante sí mismos, y sus corazones se llenan de una gratitud y alabanza que no pueden apreciar los que nunca cayeron. 

Aman mucho porque se les ha perdonado mucho. Habiendo participado de los sufrimientos de Cristo, están en condición de participar de su gloria.

12-13. HAp 481. CUANDO SE EXPRESEN LAS PALABRAS: "Venid, benditos de mi Padre" pondrán sus coronas a los pies del Redentor, exclamando: "El Cordero que fue inmolado es 481 digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza.... Al que está sentado en el trono, y al Cordero sea la bendición y la honrad y la gloria, y el poder, para siempre jamás." (Mat. 25:34; Apoc. 5:12,13.)

ALLÍ LOS REDIMIDOS darán la bienvenida a los que los condujeron al Salvador, y todos se unirán para alabar al que murió para que los seres humanos pudiesen tener la vida que se mide con la de Dios.

EL CONFLICTO TERMINÓ. La tribulación y la lucha están en el pasado.

HIMNOS DE VICTORIA llenan todo el cielo al elevar los redimidos el gozoso cántico: Digno, digno es el Cordero que fue muerto, y que vive nuevamente como conquistador triunfante.

"DESPUÉS DE ESTAS COSAS MIRÉ, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; y clamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero." (Apoc. 7:9,10.)

"ESTOS SON Los Que Han Venido De Grande Tribulación, y han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos." "Y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son pasadas." (Apoc. 7:14-17; 21:4.) 

*LOS 7 SELLOS DE APOCALIPSIS CON ESTEBAN BOHR/AUDIO/PROFECÍAS. 

TEMARIO: “Como Interpretar Los Símbolos De Las Profecías” “La Estructura De Apocalipsis” “Visión Introductoria A Los Sellos” “El Primer Y Segundo Sello” “Los Tres Primeros Sellos” “Cuarto Y Quinto Sello” “El Sexto Sello” “Los Sellados” El Séptimo Sello: Job Y Apocalipsis”

https://www.youtube.com/playlist?list=PL0QviWO_Fy-0oAOgRzEFFNeFkcpPcx5Tn

Ministerio Hno. Pio


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