Apocalipsis 5
El Triunfo Del Cordero, 5:1-14.
Vers. (1-8). El libro sellado con siete sellos, (9-11) que solo el Cordero que fue inmolado es digno de abrir. (12-14) Por eso lo alaban los ancianos. (9) y confiesan que él lo a redimió con su sangre.
1 Y Vi en la mano derecha del que
estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con
siete sellos. 2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es
digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
3 Y ninguno, ni en el cielo ni en
la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 4 Y
lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro,
ni de leerlo, ni de mirarlo. 5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la
raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
6 Y miré, y vi que en medio del
trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en
pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales
son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. 7 Y vino, y tomó
el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. 8 Y cuando hubo
tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se
postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de
incienso, que son las oraciones de los santos;
9 y cantaban un nuevo cántico,
diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y
pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y
reinaremos sobre la tierra.
11 Y miré, y oí la voz de muchos
ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su
número era millones de millones,
12 que decían a gran voz: El
Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la
sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo
creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el
mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el
trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los
siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los
veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por
los siglos de los siglos. (Apocalipsis 5).
1. Vi. Ver com. cap. 4:1. El ambiente de este capítulo es
el mismo que el del cap. 4; sin embargo, mientras que en el cap. 4 se describe
mayormente una escena que tiene como centro el trono de Dios, en el cap. 5 se
destacan el Cordero y el rollo sellado.
"El quinto capítulo del
Apocalipsis debe estudiarse detenidamente. Es de la mayor importancia para los que han de desempeñar una parte en
la obra de Dios en estos últimos días" (3JT 414; ver com. vers. 7, 13).
Que estaba sentado. Ver com. cap. 4:2.
Libro. Gr. biblíon "rollo", "libro". En los tiempos del NT el tipo más común de libro era el rollo de papiro, y sin duda es un "libro" como éste el que ve Juan aquí.
El códice o libro
de hojas unidas con una costura por un lado, no comenzó a usarse sino hasta el
siglo II d. C. Ver t. V, pp. 114-115.
Por dentro y por fuera. Algunos comentadores han sugerido
que este pasaje debiera llevar la coma después de la palabra
"dentro", y entonces su significado sería: "escrito por dentro,
y por fuera sellado con siete sellos".
Según la puntuación de la RVR y
otras versiones, el pasaje indicaría que el rollo estaba escrito por ambos
lados.
Esta interpretación es digna de tomarse en cuenta por dos razones.
En primer lugar, la expresión griega ésÇthen kái ópisthen, "por dentro y por
fuera", parece ser una unidad compuesta por dos adverbios que suenan de
manera semejante, lo cual implicaría que deben ser entendidos en conjunto.
En segundo lugar, los antiguos rollos de papiro, debido a la naturaleza del material, pocas
veces excedían de unos 10 m de largo. Normalmente estaban escritos sólo por
dentro, pero debido a su tamaño limitado a veces se usaba el reverso del papiro
si el asunto que se escribía era más largo que el espacio interior disponible.
Este pasaje parece que
corresponde a un caso como ése, lo que sugeriría que apenas había lugar para
contener lo registrado en este "libro".
Siete sellos. Puesto que el número siete es símbolo de perfección
(ver com. cap. 1:11), esta indicación implicaría que el "libro"
estaba perfectamente sellado.
En verdad, nadie sino el Cordero
podría abrirlo (cap. 5:3, 5).
Según PVGM 236, la decisión de
los dirigentes judíos de rechazar a Cristo, "fue registrada en el libro
que Juan vio en la mano de Aquel que se sienta en el trono".
Por lo tanto, ese libro sellado
sin duda incluye más que un registro de los acontecimientos ocurridos durante
el período de la iglesia cristiana, aunque las profecías del Apocalipsis
conciernen específicamente a ellos. Ver com. cap. 6:1.
2. ¿Quién es digno? Poder abrir ese libro no es
asunto de fuerza, dignidad o posición, sino de victoria y valor moral (ver com.
vers. 5; cf. cap. 4:11).
3. Ninguno. Gr. oudéis, "ni uno", incluso no sólo de
los hombres sino también de todos los seres de todo el universo.
En el cielo. Estas palabras son un recurso literario
para
describir todo el universo de Dios.
Ni aun mirarlo. Es decir, leerlo y de este modo
revelar su contenido.
4. Lloraba yo mucho. Estas palabras reflejan la
intensa reacción emotiva de Juan debido al drama que pasaba ante sus ojos. Lo
que veía y oía le era muy real.
Ninguno. Gr. oudéis, ver com. vers. 3.
Digno. Ver com. vers. 2.
De leerlo. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la
omisión de estas palabras.
5. Ancianos. Ver com. cap. 4:4.
No llores. O "deja de llorar". El texto griego
sugiere que Juan ya estaba llorando.
León de la tribu de Judá. Este título quizá está basado en
Gén. 49:9.
Cristo nació de la tribu de Judá
(ver com. Mat. 1:2).
El león simboliza fuerza (Apoc.
9:8, 17; 10:3; 13:2,5), y Cristo ha ganado la victoria en el gran conflicto con
el mal (ver com. de "ha vencido"). Esto es lo que le da el derecho de
abrir el libro (ver com. cap. 5:7).
Además, puede notarse que Cristo,
como "León de la tribu de Judá", aparece como Aquel que "ha
vencido", el triunfador, el paladín de la causa de su pueblo.
En el vers. 6 aparece como
"un Cordero como inmolado", Aquel que los había redimido.
La raíz de David. Este título proviene de Isa.
11:1,10, donde dice: "saldrá vara de la raíz de Isaí" (LXX) o
"retoño del tronco de Isaí" (Heb.), o sea el padre de David.
En Rom. 15:12 Pablo aplica este
símbolo a Cristo, lo que muestra que Cristo es un segundo David. David fue el
máximo rey y héroe militar de Israel.
El concepto davídico del Mesías
era esencialmente el de un vencedor que restauraría el reino de Israel (Mat.
21:9; cf. Hech. 1:6).
Aunque Cristo no restauró el reino literal de los judíos, su victoria en el gran conflicto con Satanás restituirá el reino en un sentido infinitamente mayor y más importante.
Por lo tanto, desde el punto de vista de este pasaje,
este título es sumamente adecuado.
Ha vencido. Gr. nikáÇ, "vencer", "ser
victorioso".
Indica directamente la victoria
de Cristo en el gran conflicto contra Satanás. Ese triunfo es la base de su
derecho de abrir el libro. La victoria de Cristo es única, por lo tanto ninguno
más pudo abrir los sellos (vers. 3).
Un ángel no podría haber tomado
el lugar de Cristo, porque el punto central del gran conflicto es la integridad
del carácter de Dios que se expresa en su ley. Ni un ángel ni un hombre podría
haber logrado esa vindicación porque están sujetos a la ley (PP 67).
Sólo Cristo, que es Dios y de cuyo carácter la ley es una expresión, podría lograr tal vindicación del carácter divino. Este hecho es el pensamiento central del cap. 5.
(Ver com.
vers. 9-13).
6. En medio. Puede interpretarse como que el Cordero estaba de
pie entre los seres vivientes y el trono, en medio de los ancianos; pero es
difícil imaginarse tal escena cuando se compara con cap. 4:4,6.
También es posible entender que
el Cordero apareció en medio de todos. Esta quizá sea la mejor explicación,
porque el Cordero llega a ser ahora el Punto central de la visión (cf. Hech.
7:56).
Cuatro seres vivientes. Ver com. cap. 4:6.
Ancianos. Ver com. cap. 4:4.
Cordero. Gr. arníon, palabra que se usa 29 veces en el Apocalipsis, y sólo una vez en todo el resto del NT (Juan 21:15).
Sin embargo, el
pensamiento es el mismo que sugiere la palabra amnós, "cordero", en
Juan 1:29,36: hechos 8:32, 1Pedro 1:19, Isa 53:7 (LXX).
Juan acababa de oír que Cristo es
un león vencedor, pero al mirar ve un cordero. Un contraste tan marcado puede
sugerir que esa victoria de Cristo no proviene de la fuerza física sino de su
excelencia moral, porque por sobre todas las demás cosas se le declara
"digno" (ver com. Apoc. 5:2)
El sacrificio vicario de su vida
sin pecado, simbolizado por el sacrificio de un cordero inmaculado, es, más que
cualquier demostración de fuerza, lo que ha ganado la victoria para él en el
gran conflicto con el mal.
La figura del NT de Cristo como
"el cordero", sólo aparece en los escritos de Juan, aunque tanto
Felipe como Pedro le aplican ese símbolo tomado del AT (Hech 8:32, 1Ped 1:19).
Como inmolado. Quizá Juan vio al cordero con su herida de muerte
aún sangrante, como un cordero muerto para el sacrificio en el servicio del
santuario. La palabra "como" indica que es una comparación, un
símbolo.
Juan no dice que un cordero
inmolado está realmente delante del trono de Dios; lo que está describiendo es
lo que ve una visión simbólica. Como sin duda es así en lo que se refiere al
Cordero, se deduce que los otros elementos de esta visión -las siete lámparas
(cap 4 y 5), los cuatro seres vivientes (cap. 4:6) y el libro (cap.5:1)- son
también simbólicos (ver com. Eze 1:10; Apoc 4:1).
La flexión verbal que traduce "inmolado"
indica que la inmolación se había hecho en el pasado, pero que sus resultados
continuaban.
La muerte de Cristo está
históricamente en el pasado, pero sus benéficos resultados para la humanidad
son siempre nuevos y eficaces. En cuanto al significado de la figura de Jesús
como el Cordero de Dios, ver com. Juan 1:29
Siete cuernos. Siete es un número que significa perfección.
Los cuernos pueden entenderse
como símbolo de fuerza y gloria (ver com. Lam 2:3). De manera que los siete
cuernos del Cordero indican que es perfecto en poder.
Siete ojos. Un símbolo de perfecta sabiduría e inteligencia.
Estos ojos son identificados como
los siete espíritus de Dios, expresión que se usa para el Espíritu Santo. (Ver
com. cap 1:4).
En el cap, 4:5 se usa un símbolo
diferente: "siete lámparas".
Enviados. Ver Zac 1:10; 6:5; Juan 14:26; 15:26; 16:7; Gál
4:6.
Vino y tomó. Literalmente "vino, y ha tomado".
Este es el punto central de los
cap. 4 y 5: que Cristo, al tomar el libro de la mano de Dios, hace lo que ningún
otro ser en el universo puede hacer (ver com. cap 5:5).
Esta acción es un símbolo de la
victoria sobre el mal, y cuando lo hace, resuena por todo el universo el gran
himno antifonal que entona toda la creación (ver com. 9-13).
Las palabras de Juan "vino, y ha tomado", son las de un hombre cuya pluma apenas puede mantenerse a la par con las dramáticas escenas que pasan delante de sus ojos.
Con el aliento entrecortado por el asombro y la excitación, declara que Cristo "ha tomado el libro". Ver com. vers. 13.
El libro. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la
omisión de estas palabras; sin embargo, por el vers. 8 es evidente que lo que
toma el Cordero es el libro sellado.
Del que estaba sentado. Ver com. cap. 4:2.
8. Cuando hubo tomado. Este es el momento cuando
responde a la hueste celestial (ver. com. vers. 7).
Cuatro seres vivientes. Ver com. cap. 4:6
Ancianos. Ver com. cap. 4:4.
Arpas. Gr. Kithára, "lira", instrumento que se
usaba a menudo para acompañar el canto (ver t. III, pp. 36-37);
"cítara" (BJ, BC, NC).
Según el griego, cada anciano
tenia una lira en la mano. Es natural que se mencione este instrumento en
relación con el himno que está a punto de cantarse (vers. 9-10).
Copas. Gr fiál', "taza", "copa"; los
recipientes en que generalmente se presentaban las ofrendas. Según Josefo, se
colocaban "copas" (fiál') de incienso sobre los panes de la
proposición en el santuario (Antigüedades iii.6).
El hecho de que las oraciones de
los santos sean puestas en receptáculos de oro, puede indicar el valor que
tiene delante del cielo.
Oraciones de los santos. El hecho de que tuvieran
"arpas" e incensarios que representan las oraciones de los santos,
sugiere que los ancianos simbolizan la iglesia triunfante de Cristo en la
tierra, que eleva su voz en canto y oración.
Ver com. vers. 9-10; pp 366.
9. Cantaban. Los 24 ancianos y quizá también los 4 seres
vivientes.
(Ver com. de "nos").
Un nuevo cántico. El canto era nuevo en el sentido
de que era enteramente diferente de cualquiera que hubiese sido cantado antes.
Esta expresión es común en el AT
(Sal 33:3; 40:3; Isa. 42:10).
Aquí es particularmente mente
adecuado porque representa el canto que inspira una experiencia que no tiene
ninguna comparación: la salvación por medio de la victoria de Jesucristo (ver
com. Apoc. 5:5).
Es el "nuevo cántico"
de los que tendrán un "nombre nuevo" (cap 2:17; 3:12), de los que
habitarán la "nueva Jerusalén" (cap. 21:2) cuando todas las cosas
sean hechas "nuevas" (cap 21:5).
Digno. Ver com. vers. 2. El coro celestial es el primero
en reconocer que Dios ha sido vindicado de las acusaciones hechas por Satanás,
por medio de la victoria de su hijo.
Algunos ven en los 24 ancianos a
representantes de los santos que fueron una vez cautivos del mal. Los santos
aparecen delante del universo espectador como testigo de la justicia y la
gracia de Dios. ver com. Apoc. 5:5; cf. Efe. 3:10.
Fuiste inmolado. La muerte de Cristo, que trajo la salvación para el hombre y que a su vez vindicó el carácter de Dios, es el fundamento de la dignidad de Cristo.
(Ver com. vers. 2).
Con tu sangre. Ver com. Rom. 3:25; 5:9.
Nos. Aquí la evidencia textual establece (cf. p. 10) el
texto "los", con referencia a los redimidos del vers. 9. La variante
"nos" quizá fue tomada por los traductores de la RVR de la Vulgata
latina. Por lo tanto, es evidente que en el vers. 10 los que hablan no se
incluyen específicamente como "reyes y sacerdotes"; sin embargo, no
es imposible que puedan estar hablando de sí mismo en tercera persona, pero
ésta no es la conclusión natural indicada por los manuscritos antiguos.
Según el texto preferido, los
vers. 9-10, pueden ser traducidos como sigue: "Eres digno de tomar el
libro y de abrir sus sellos, porque fuiste inmolado y con tu sangre compraste
para Dios de toda tribu y lengua y pueblo y nación, y los hiciste para nuestro
Dios un reino y sacerdotes, y ellos reinarán sobre la tierra".
Esta es, en esencia, la
traducción de la BJ, BA, y NC.
(Ver com. de "reyes" y
" reinaremos").
El reino es sin duda el reino
espiritual de la gracia.
(Ver com. Mat. 4:17; 5:3; Apoc.
1:6).
Reyes. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la
variante "reino"
(ver com. cap. 1:6).
Sacerdotes. Ver com. cap. 1:6.
Reinaremos. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10)
por la variante
"reinarán" (ver el comentario de "nos").
Sobre la tierra. El tiempo del reinado sobre la
tierra no se especifica, pero en los cap. 20 y 21 se muestra que será en
periodo posterior al milenio.
11. Muchos ángeles. En respuesta al testimonio de los
4 seres vivientes y de los 24 ancianos, las huestes del cielo se unen para
aclamar la suprema dignidad del Cordero. De esta manera Dios es vindicado
delante de los ángeles, quienes desde las primeras acusaciones de Satanás en el
cielo, no han comprendido plenamente el proceder divino al desterrar a Satanás
y salvar al hombre (ver DTG 709,713).
Los seres vivientes. Ver com. cap. 4:6. Estos seres
vivientes toman parte en la aclamación de alabanza de Dios (cap 5:12), la cual
expresa la forma en que valoran la muerte de Cristo.
Millones de millones. Evidentemente no es un número literal sino una indicación de huestes innumerables.
Probablemente provienen de
Dan. 7:10, y puede compararse con un pasaje del apocalipsis seudoepigráfico de
Enoc Etiópico (ver. t. V, p. 88), cap. 14:22. "diez mil veces diez mil
(estaban) delante de él". Cf. Heb 12: 22.
Cordero. Ver com. vers. 6
12. Digno. Ver com. vers 2,9
Poder. Gr. dúnamis, aquí, el poder de Dios en acción. La
doxología de las huestes celestiales tiene siete partes. Como siete significa
perfección y se usa repetidas veces en esta visión y en todo el Apocalipsis
(ver com. cap. 1:11), puede ser que la séptuple alabanza de cap. 5:12 sugiera
que la del cielo es completa y perfecta.
Riquezas. Cf. Fil. 4:19
Sabiduría. Gr. sofia (cf. com. Sant. 1:5).
Fortaleza. Gr. isjús, probablemente se refiere a la energía
divina en potencia.
13. Todo lo creado. Es decir, todo ser creado.
El coro aumenta, y en respuesta
al canto de alabanza de las huestes del cielo toda la creación se une en
adoración del padre y el hijo. Cristo es vencedor, y el carácter de Dios es
vindicado delante de todo el universo (ver com. vers. 11).
¿A Qué Momento Del Gran Conflicto Se Refieren Las Escenas Simbólicas
Descritas En Los Capítulos 4 Y 5?
Según lo que se dice en DTG 774, el canto fue entonado por los ángeles cuando Cristo fue entronizado a la diestra de Dios después de su ascensión; y de acuerdo con HAp. 480-481 y CS 729, este canto también será entonado por los santos al establecerse la tierra nueva, y por los redimidos y los ángeles por la eternidad.
(8T 44; PP 583; CS
600, 737).
Estas variadas circunstancias
sugieren que la visión de los cap. 4 y 5 no debe tomarse como la representación
de una ocasión específica en el cielo, sino como la descripción eterna y muy
simbólica de la victoria de Cristo y la resultante vindicación de Dios.
Cuando esta visión se entiende
así, puede concebirse que representa la actitud del cielo hacia el Hijo y su
obra a partir de la cruz, actitud que se magnificará en un crescendo cuando
culmine victoriosamente el gran conflicto. En cuanto a la naturaleza de las
visiones simbólicas, ver com. Eze. 1:10.
En el cielo, y sobre la tierra. Según la cosmología antigua, el
cielo, la tierra, lo que está bajo la tierra y el mar, constituyen todo el
universo. Toda la creación reconocerá finalmente la justicia de Dios (ver CS
728-729).
Al que está sentado. Ver com. cap. 4:2.
Al Cordero. Ver com. vers. 6. El hecho de que se adora al
Cordero en la misma forma que al Padre, da a entender su igualdad (ver Fil.
2:9-11).
La alabanza. Los cuatro homenajes del vers. 13 son paralelos a
los cuatro de la séptuple doxología del vers. 12.
El poder. Gr. krátos, "poder",
"gobierno", autoridad", "dominio"; vocablo sinónimo de
"poder" en el vers. 12; pero difiere en que krátos representa el
poder divino en acción.
Un poder semejante es el que
contemplan todas las criaturas terrenales (ver com. vers. 12).
14. Amén. Ver com. Mat. 5:18. Las alabanzas antifonales y el
"Amén" que las sigue caracterizaban el primitivo culto cristiano.
Plinio, escribiendo menos de dos
décadas después de Juan, registró que en sus servicios de culto los cristianos
"cantaban en versos alternados un himno a Cristo, como a un dios"
(Cartas x. 96).
Describiendo la celebración de la
Cena del Señor, Justino Mártir, que escribió en el siglo II, dice que después
de que el dirigente de la congregación ofrecía oraciones y acciones de gracias,
"la gente asiente, diciendo Amén" (Primera apología 67). 7CBA
COMENTARIOS DE EGW
1-5. PVGM 236. LOS GOBERNANTES JUDÍOS NO AMABAN A DIOS; por lo que se apartaron de él, y rechazaron todos sus ofrecimientos de hacer un justo arreglo. Cristo, el Amado de Dios, vino para presentar las demandas del Dueño de la viña, pero los labradores lo trataron con marcado desprecio, diciendo: Este: 236 hombre no nos gobernará. Tenían envidia de la belleza de carácter de Cristo.
La forma de enseñar que Cristo tenia era muy superior a la de ellos, y temían su éxito. El los reconvino, desenmascarando su hipocresía y mostrándoles los resultados seguros de su proceder. Esto los irritó hasta la locura. Se sentían requemados bajo los reproches que no podían acallar.
ABORRECIAN la
elevada norma de justicia que Cristo presentaba continuamente. Veían que
sus enseñanzas los estaban colocando en el lugar en donde su egoísmo iba a
quedar al descubierto, y determinaron matarlo.
ABORRECÍAN SU EJEMPLO DE VERACIDAD Y PIEDAD, y
la elevada espiritualidad revelada en todo lo que hacía. Su vida entera
era un reproche para el egoísmo de ellos, y cuando se presentó la prueba final,
la prueba que significaba obediencia para vida eterna o desobediencia para
muerte eterna, rechazaron al Santo de Israel.
Cuando se les pidió que escogieran entre Cristo y Barrabás, clamaron: "Suéltanos a Barrabás". Y cuando Pilato preguntó: "¿Qué pues haré de Jesús?" gritaron ferozmente: "Crucifícale". "¿A vuestro rey he de crucificar?" preguntó Pilato, y de los sacerdotes y magistrados se elevó la respuesta: "No tenemos rey sino a César".
Cuando Pilato se lavó las manos diciendo: "Inocente soy yo de la sangre de este justo", los sacerdotes se unieron con la turba ignorante en su exclamación apasionada: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos".
*Lucas 23:18; Mateo 27:22; Juan 19:15; Mateo 27:24,25.
ASÍ HICIERON SU ELECCIÓN LOS DIRIGENTES JUDÍOS. Su
decisión fue registrada en el libro que Juan vio en la mano de Aquel que se
sienta en el trono, el libro que ningún hombre podía abrir. Con todo su
carácter vindicativo aparecerá esta decisión delante de ellos el día en que
este libro sea abierto por el León de la tribu de Judá.
1-14. 3JT 414. ¿Qué hará el
tal hombre cuando los libros sean abiertos y cada uno sea juzgado según lo que
estuviere escrito en ellos?
El quinto capítulo del
Apocalipsis debe estudiarse detenidamente. Es de la mayor importancia para los
que han de desempeñar una parte en la obra de Dios en estos últimos días.
Algunos están engañados. No se percatan de lo que está por suceder en la
tierra. Son víctimas de un error fatal los que se han dejado confundir en lo
que concierne a la naturaleza del pecado. A menos que hagan un cambio decisivo,
serán 415 encontrados faltos cuando Dios pronuncie sus sentencias sobre los
hijos de los hombres. Habiendo
transgredido la ley y quebrantado el pacto eterno, recibirán un galardón
correspondiente a sus obras.
5-6. HAp 470. El
Salvador Se Presenta Ante Juan Bajo Los Símbolos Del "León De La Tribu De
Judá" Y De "Un Cordero Como Inmolado." (Apoc. 5:5,6.) Dichos
símbolos representan la unión del poder omnipotente con el abnegado sacrificio
de amor.
EL
LEÓN DE JUDÁ, tan terrible para los que rechazan su gracia,
ES
EL CORDERO DE DIOS para el obediente y fiel.
La columna de fuego que anuncia terror e ira al transgresor de la ley de Dios, es una 471 señal de misericordia y liberación para los que guardan sus mandamientos.
El brazo
que es fuerte para herir a los rebeldes, será fuerte para librar a los leales.
Todo el que sea fiel será salvo. "Enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo
hasta el otro." (Mat. 24:31.)
9. CS. 710. Cuando las naciones de los salvos miren a su Redentor y vean la gloria
eterna 710 del Padre brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es
desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin,
entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo: "¡Digno, digno es el
Cordero que fue inmolado, y nos ha redimido para Dios con su propia
preciosísima sangre!"
El misterio de la cruz explica
todos los demás misterios. A la luz que irradia del Calvario, los atributos de
Dios que nos llenaban de temor respetuoso nos resultan hermosos y atractivos.
Se ve que la misericordia, la compasión y el amor paternal se unen a la
santidad, la justicia y el poder. Al mismo tiempo que contemplamos la majestad
de su trono, tan grande y elevado, vemos su carácter en sus manifestaciones
misericordiosas y comprendemos, como nunca antes, el significado del apelativo
conmovedor: "Padre nuestro."
Se echará de ver que Aquel cuya
sabiduría es infinita no hubiera podido idear otro plan para salvarnos que el
del sacrificio de su Hijo. La compensación de este sacrificio es la dicha de
poblar la tierra con seres rescatados, santos, felices e inmortales. El
resultado de la lucha del Salvador contra las potestades de las tinieblas es la
dicha de los redimidos, la cual contribuirá a la gloria de Dios por toda la
eternidad. Y tal es el valor del alma, que el Padre está satisfecho con el
precio pagado; y Cristo mismo, al considerar los resultados de su gran
sacrificio, no lo está menos. 711
10. PE 290. Oí, de parte de
los ángeles y de los santos redimidos, exclamaciones de triunfo que resonaban
como diez mil instrumentos músicos, porque ya no se verían ellos molestados ni
tentados por Satanás, y porque los habitantes de otros mundos quedaban libres
de él y de sus tentaciones.
Después vi tronos en los cuales estaban sentados Jesús y los redimidos. Los santos reinaban como reyes y sacerdotes de Dios. En unión con los suyos juzgaba Cristo a los impíos muertos, comparando sus acciones con el libro del estatuto, la Palabra de Dios, y fallando cada caso según lo hecho con el cuerpo. Después sentenciaban a los impíos a la pena que debían sufrir de acuerdo con sus obras, y quedaba escrita frente a sus nombres en el libro de la muerte. También Satanás y sus ángeles fueron juzgados por Jesús y los santos.
El castigo de Satanás había de ser mucho más terrible
que 291 el de aquellos a quienes engañó. Su sufrimiento había de ser
incomparablemente mayor. Después de perecer todos los que fueron engañados por
él, Satanás iba a continuar viviendo para sufrir mucho más tiempo.
11. CS 533, 565. "ESTUVE
mirando -dice el profeta Daniel- hasta que fueron puestas sillas: y un Anciano
de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su
cabeza como lana limpia; su silla llama de fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un
río de fuego procedía y salía de delante de él: millares de millares le
servían, y millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó y los libros
se abrieron." (Daniel 7:9,10.)
Así se presentó a la visión del profeta el día grande y solemne en que los caracteres y vidas de los hombres habrán de ser revistados ante el Juez de toda la tierra, y en que a todos los hombres se les dará "conforme a sus obras." El Anciano de días es Dios, el Padre.
El salmista dice: "Antes que naciesen los montes, y
formases la tierra y el mundo, y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres
Dios." (Salmo 90: 2.) Es él, Autor de todo ser y de toda ley, quien debe
presidir en el juicio. Y "millares de millares . . . y millones de
millones" de santos ángeles, como ministros y testigos, están presentes en
este gran tribunal.
"Y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, e hiciéronle llegar delante de él. Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino no se corromperá." (Daniel 7:13,14.)
La venida de Cristo descrita aquí no es su segunda venida a
la tierra. El viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el
dominio y la gloria, y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de
mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la
profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 534 días, en 1844.
* Las Santas Escrituras nos dan información acerca del número, del poder y de la gloria de los seres celestiales, de su relación con el gobierno de Dios y también con la obra de redención. "Jehová afirmó en los cielos su trono; y su reino domina sobre todos."
Y el profeta dice: "Oí voz de muchos ángeles alrededor del trono." Ellos sirven en la sala del trono del Rey de los reyes- "ángeles, poderosos en fortaleza," 566 "ministros suyos," que hacen "su voluntad," "obedeciendo a la voz de su precepto." (Salmo 103:19-21; Apocalipsis 5:11.)
Millones de millones y millares de millares era el número de los mensajeros, celestiales vistos por el profeta Daniel.
El apóstol Pablo habla de "las huestes innumerables de ángeles." (Hebreos 12:22, V.M.) Como mensajeros de Dios, iban y volvían "a semejanza de relámpagos" (Ezequiel 1:14), tan deslumbradora es su gloria y tan veloz su vuelo.
El ángel que apareció en la
tumba del Señor, y cuyo "aspecto era como un relámpago y su vestido blanco
como la nieve," hizo que los guardias temblaran de miedo y quedaran
"como muertos." (Mateo 28:3,4.)
12. CS 705-706. Entonces se cumple la oración del Salvador por sus discípulos: "Padre, aquellos que me has dado. quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo."
A
aquellos a quienes rescató con su sangre, Cristo los presenta al Padre
"delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría" (Judas 24,
V.M.), diciendo: "¡Heme aquí a mí, y a los hijos que me diste!"
"A los que me diste, yo los guardé." ¡Oh maravillas 705 del amor redentor! ¡qué dicha
aquella cuando el Padre eterno, al ver a los redimidos verá su imagen, ya
desterrada la discordia del pecado y sus manchas quitadas, y a lo humano una
vez más en armonía con lo divino!
Con amor inexpresable, Jesús admite a sus fieles "en el gozo de su Señor." El Salvador se regocija al ver en el reino de gloria las almas que fueron salvadas por su agonía y humillación. Y los redimidos participarán de este gozo, al contemplar entre los bienvenidos a aquellos a quienes ganaron para Cristo por sus oraciones, sus trabajos y sacrificios de amor.
Al reunirse en torno del gran trono blanco,
indecible alegría llenará sus corazones cuando noten a aquellos a quienes han
conquistado para Cristo, y vean que uno ganó a otros, y éstos a otros más, para
ser todos llevados al puerto de descanso donde depositarán sus coronas a los
pies de Jesús y le alabarán durante los siglos sin fin de la eternidad.
Cuando se da la bienvenida a los
redimidos en la ciudad de Dios, un grito triunfante de admiración llena los
aires. Los dos Adanes están a punto de encontrarse. El Hijo de Dios está en pie
con los brazos extendidos para recibir al padre de nuestra raza al ser que él
creó, que pecó contra su Hacedor, y por cuyo pecado el Salvador lleva las
señales de la crucifixión. Al distinguir Adán las cruentas señales de los
clavos, no se echa en los brazos de su Señor, sino que se prosterna
humildemente a sus pies, exclamando: "¡Digno, digno es el Cordero que fue
inmolado!"
El Salvador lo levanta con
ternura, y le invita a contemplar nuevamente la morada edénica de la cual ha
estado desterrado por tanto tiempo.
Después de su expulsión del Edén,
la vida de Adán en la tierra estuvo llena de pesar. Cada hoja marchita, cada
víctima ofrecida en sacrificio, cada ajamiento en el hermoso aspecto de la
naturaleza, cada mancha en la pureza del hombre, le volvían a recordar su
pecado. Terrible fue la agonía del remordimiento cuando noto que aumentaba la
iniquidad, y que en contestación a sus advertencias, se le tachaba de ser él
mismo 706 causa del pecado.
Con paciencia y humildad soportó,
por cerca de mil años, el castigo de su transgresión. Se arrepintió
sinceramente de su pecado y confió en los méritos del Salvador prometido, y
murió en la esperanza de la resurrección. El Hijo de Dios reparó la culpa y
caída del hombre, y ahora, merced a la obra de propiciación, Adán es
restablecido a su primitiva soberanía.
Transportado de dicha, contempla los árboles que hicieron una vez su delicia -los mismos árboles cuyos frutos recogiera en los días de su inocencia y dicha. Ve las vides que sus propias manos cultivaron, las mismas flores que se gozaba en cuidar en otros tiempos. Su espíritu abarca toda la escena; comprende que éste es en verdad el Edén restaurado y que es mucho más hermoso ahora que cuando él fue expulsado.
El
Salvador le lleva al árbol de la vida, toma su fruto glorioso y se lo ofrece
para comer. Adán mira en torno suyo y nota a una multitud de los redimidos de
su familia que se encuentra en el paraíso de Dios. Entonces arroja su brillante
corona a los pies de Jesús, y, cayendo sobre su pecho, abraza al Redentor. Toca
luego el arpa de oro, y por las bóvedas del cielo repercute el canto triunfal:
"¡Digno, digno, digno es el Cordero, que fue inmolado y volvió a
vivir!" La familia de Adán repite los acordes y arroja sus coronas a los
pies del Salvador, inclinándose ante él en adoración.
Presencian esta reunión los
ángeles que lloraron por la caída de Adán y se regocijaron cuando Jesús, una
vez resucitado, ascendió al cielo después de haber abierto el sepulcro para
todos aquellos que creyesen en su nombre. Ahora contemplan el cumplimiento de
la obra de redención y unen sus voces al cántico de alabanza.
Delante del trono, sobre el mar de cristal, -ese mar de vidrio que parece revuelto con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios- hállase reunida la compañía de los que salieron victoriosos "de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre."
Con el Cordero en el 707 monte de Sión,
"teniendo las arpas de Dios," están en pie los ciento cuarenta y
cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el
estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, "una voz
de tañedores de arpas que tañían con sus arpas." Cantan "un cántico
nuevo" delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino
aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero,
un canto de liberación.
Ninguno sino los ciento cuarenta
y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su
experiencia -una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás. Son
"éstos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere."
Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por
"primicias para Dios y para el Cordero." (Apocalipsis 15: 2, 3; 14:
1-5.)
"Estos son los que han venido
de grande tribulación;" han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha
sido desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo de la
aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de
los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues "han lavado sus ropas, y
las han blanqueado en la sangre del Cordero." "En sus bocas no ha
sido hallado engaño; están sin mácula" delante de Dios. "Por esto
están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que
está sentado sobre el trono tenderá su pabellón sobre ellos." (Apocalipsis
7:14, 15.)
Han visto la tierra asolada con
hambre y pestilencia, al sol que tenía el poder de quemar a los hombres con un
intenso calor, y ellos mismos han soportado padecimientos, hambre y sed. Pero
"no tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá sobre ellos, ni otro
ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y
los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos
de ellos." (Apocalipsis 7: 14-17.)
En todo tiempo, los
elegidos del Señor fueron educados y disciplinados en la escuela de la prueba.
Anduvieron en los senderos angostos de la tierra; fueron purificados en el horno 708 de la aflicción. Por causa de Jesús sufrieron oposición, odio y calumnias. Le siguieron a través de luchas dolorosas; se negaron a sí mismos y experimentaron amargos desengaños.
Por su propia dolorosa experiencia conocieron los males del pecado, su poder, la culpabilidad que entraña y su maldición; y lo miran con horror. Al darse cuenta de la magnitud del sacrificio hecho para curarlo, se sienten humillados ante sí mismos, y sus corazones se llenan de una gratitud y alabanza que no pueden apreciar los que nunca cayeron.
Aman mucho porque se les ha perdonado
mucho. Habiendo participado de los sufrimientos de Cristo, están en condición
de participar de su gloria.
12-13. HAp 481. CUANDO
SE EXPRESEN LAS PALABRAS: "Venid,
benditos de mi Padre" pondrán sus coronas a los pies del Redentor,
exclamando: "El Cordero que fue inmolado es 481 digno de
tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y
alabanza.... Al que está sentado en el trono, y al Cordero sea la bendición y
la honrad y la gloria, y el poder, para siempre jamás." (Mat. 25:34; Apoc.
5:12,13.)
ALLÍ
LOS REDIMIDOS darán la bienvenida a los que los condujeron al Salvador, y
todos se unirán para alabar al que murió para que los seres humanos pudiesen
tener la vida que se mide con la de Dios.
EL
CONFLICTO TERMINÓ. La tribulación y la
lucha están en el pasado.
HIMNOS
DE VICTORIA llenan todo el cielo al elevar los redimidos
el gozoso cántico: Digno, digno es el Cordero que fue muerto, y que vive
nuevamente como conquistador triunfante.
"DESPUÉS
DE ESTAS COSAS MIRÉ, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar,
de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y
en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos;
y clamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado
sobre el trono, y al Cordero." (Apoc. 7:9,10.)
"ESTOS
SON Los Que Han Venido De Grande Tribulación, y
han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por esto
están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que
está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. No tendrán más
hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni ningún calor. Porque el
Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes
vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos."
"Y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor:
porque las primeras cosas son pasadas." (Apoc. 7:14-17; 21:4.)
*LOS 7 SELLOS DE APOCALIPSIS CON ESTEBAN BOHR/AUDIO/PROFECÍAS.
TEMARIO: “Como Interpretar Los Símbolos De Las Profecías” “La Estructura De Apocalipsis” “Visión Introductoria A Los Sellos” “El Primer Y Segundo Sello” “Los Tres Primeros Sellos” “Cuarto Y Quinto Sello” “El Sexto Sello” “Los Sellados” “El Séptimo Sello: Job Y Apocalipsis”
https://www.youtube.com/playlist?list=PL0QviWO_Fy-0oAOgRzEFFNeFkcpPcx5Tn
Ministerio Hno. Pio
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