Apocalipsis 8.
EL TRONO DE DIOS Y EL LIBRO DE
LOS SIETE SELLOS:
El Séptimo Sello: Finaliza El
Conflicto, 8:1
Cuando se abre el séptimo sello,
siete ángeles reciben siete
trompetas.
LOS JUICIOS DE
DIOS: LAS SIETE TROMPETAS, 8:2-13.
A.- Introducción,
8:2-6.
“Cuatro tocan sus trompetas y
sobrevienen grandes plagas”.
“Sobre el altar de oro otro ángel
añadió incienso a las oraciones de los santos”.
B.- Las Primeras 4
Trompetas, 8:7-13.
1. La Primera Trompeta: Fuego, Granizo Y Sangre,
8:7.
2. La Segunda
Trompeta: La Montaña Que Arde, 8:8-9.
3. La Tercera
Trompeta: La Estrella Que Cae, 8:10-11.
4. La Cuarta Trompeta: Son Heridos El Sol, La Luna Y Las Estrellas, 8:12-13.
1 Cuando abrió el séptimo sello,
se hizo silencio en el cielo como por media hora.
2 Y vi a los siete ángeles que
estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. 3 Otro ángel vino
entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho
incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de
oro que estaba delante del trono.
4 Y de la mano del ángel subió a
la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. 5 Y
el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la
tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.
6 Y los siete ángeles que tenían
las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.
7 El primer ángel tocó la
trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados
sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la
hierba verde.
8 El segundo ángel tocó la
trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar;
y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. 9 Y murió la tercera parte
de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves
fue destruida.
10 El tercer ángel tocó la
trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y
cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. 11 Y
el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se
convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se
hicieron amargas.
12 El cuarto ángel tocó la
trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna,
y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte
de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.
13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz:
¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de
trompeta que están para sonar los tres ángeles! (Apocalipsis 8).
1. El séptimo sello. En el cap. 6 se describe la
apertura de los primeros seis sellos.
El cap. 7 es un paréntesis, pues
interrumpe la apertura de los sellos para mostrar que Dios tiene un pueblo leal
que se mantendrá firme en medio de los terrores que han sido descritos (ver
com. cap. 6:17). Ahora la visión vuelve a la apertura de los sellos.
Silencio en el cielo. En contraste con los
espectaculares acontecimientos que siguen a la apertura de los seis primeros
sellos, ahora se produce un solemne silencio con la apertura del séptimo. Este
silencio ha sido explicado por lo menos de dos maneras.
Algunos sostienen que este silencio en el cielo, que sigue a los terribles acontecimientos que suceden en la tierra inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo (cap. 6:14-16), se debe a la ausencia de las huestes angélicas que han abandonado las cortes celestiales para acompañar a Cristo al venir a la tierra.
(Mat. 25:31).
Otra opinión explica que este silencio en el cielo es de solemne expectativa.
(Cf. referencias al silencio en
PE 15-16; DTG 642).
Hasta este momento las cortes
celestiales han sido descritas como llenas de alabanza y canto; ahora todo está
en silencio, en solemne expectativa por las cosas que están a punto de suceder.
Si se entiende de esta manera, este silencio del séptimo sello es un puente
entre la apertura de los sellos y el sonido de las trompetas, porque implica
que con el séptimo sello aún no se ha completado la revelación, que aún hay más
que debe ser explicado en cuanto al programa de los acontecimientos de parte de
Dios en el gran conflicto con el mal (ver com. vers. 5)
Media Hora. Algunos intérpretes han entendido este lapso en términos proféticos, en base a que un día representa un año literal (ver com. Dan. 7:25).
Según esta interpretación "media hora" sería
aproximadamente igual a una semana literal (cf. PE 16).
Otros sostienen que en las
Escrituras no hay un claro fundamento para tomar como tiempo profético un
período menor de un día completo, y por eso han preferido entender que
"como por media hora" significa solamente no período corto de
duración no especificada. Los adventistas del séptimo día han favorecido en
general la primera opinión.
2. Vi. Ver com. cap. 4:1.
Los siete ángeles. Aunque Juan no ha mencionado
antes a estos siete ángeles, es evidente que da por sentado que su identidad
queda suficientemente establecida por la declaración de que son "los siete
ángeles que estaban en pie ante Dios".
Siete trompetas. En esta visión los siete ángeles
hacen sonar sus trompetas para anunciar castigos divinos que vendrán (ver com.
vers. 5-6).
3. Otro ángel. Es decir, no uno de los siete ángeles que tienen
las trompetas.
El altar. Cf. Exo. 30:1-10.
Incensario. Cf. Lev. 10:1.
Mucho incienso. Cf. Exo. 30:34-38.
A las oraciones. El cuadro presenta al ángel que
añade incienso a las oraciones de los santos a medida que éstas ascienden al
trono de Dios. La escena descrita puede entenderse como símbolo de la
ministración de Cristo a favor de su pueblo (ver Rom. 8:34; 1 Juan 2:1; cf. PP
370; CS 466-467; PE 32, 252). Cristo, como intercesor, añade sus méritos a las
oraciones de los santos, que por este medio son hechas aceptables ante Dios.
4. El humo del incienso. Ver com. vers. 3.
5. Lo llenó del fuego. Se
produce un cambio repentino en la escena de intercesión. Una vez más el ángel
llena su incensario con fuego, pero no le añade incienso.
Lo arrojó a la tierra. El
significado de este acto es importante para la comprensión de lo que sigue al
sonar las trompetas. Pueden presentarse dos interpretaciones.
De acuerdo con el
punto de vista que han favorecido los adventistas del séptimo día, la cesación
del ministerio del ángel junto al altar del incienso simboliza el fin de la
ministración de Cristo en favor de la humanidad, o sea el fin del tiempo de
gracia. Las voces, los truenos, los relámpagos y el terremoto que suceden
cuando el ángel arroja el incensario en la tierra, describen acontecimientos
que sucederán al fin de la séptima trompeta, después de la apertura del templo
(cap. 11:19), y en la séptima plaga, cuando sale una voz del templo y declara:
"Hecho está" (cap. 16:17).
Algunos prefieren
ver el pasaje del cap. 8:3-5 no tanto en su relación cronológica como en su
relación lógica con los sellos y las trompetas. Esta opinión está de acuerdo
con la anterior, de que el ministerio del ángel junto al altar del incienso
representa la intercesión de Cristo a favor de su pueblo a través de la era
cristiana.
Pero destaca el
hecho de que se ven ascender las oraciones de los santos, e interpreta el
significado de esas oraciones de acuerdo con las oraciones de los mártires
presentadas durante el quinto sello: "¿Hasta cuándo, Señor, santo y
verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la
tierra?" (cap. 6:10). Esta fue no sólo la oración de los mártires sino
también el tema de las oraciones de todos los hijos de Dios que sufrieron
durante los horrores descritos cuando se abrieron los sellos.
De manera que cuando
las oraciones del cap. 8:3 se consideran dentro del conjunto de los sellos, la
acción del ángel que arroja a la tierra un incensario de fuego sin añadirle
incienso puede considerarse como un símbolo de que ahora se contestan esas
oraciones.
En el cap. 6:11 los
santos que sufrían recibieron una respuesta provisoria, pues se les dijo que
esperaran hasta que se completase el número de los mártires. Ahora llega la
verdadera respuesta a su oración.
La ira de Dios
contra los perseguidores de su pueblo no es retenida indefinidamente.
Finalmente es derramada sin ser atemperada por la intercesión de Cristo. Se
considera que las trompetas describe estos castigos.
Este segundo punto
de vista procura relacionar los sellos y las trompetas al suponer que éstas son
la respuesta de Dios a los acontecimientos descritos en los sellos.
Voces. Hay repeticiones de
estos portentos en cap. 11:19; 16:18; cf. com. "lo arrojó a la
tierra".
6. Siete ángeles. Ver com. vers. 2.
Siete trompetas. Ver com. vers. 2. Se han expuesto
una cantidad de puntos de vista respecto a la interpretación de las escenas
sucesivas que siguen al sonido de las trompetas.
Una opinión acerca de las
trompetas se basa en la suposición de que como lo que se dice en el vers. 5
simboliza el fin de la intercesión de Cristo, los sucesos que siguen a
continuación pueden considerarse, lógicamente, como una representación de los
castigos que Dios derramará sobre la tierra después de que termine el tiempo de
gracia.
De acuerdo con este punto de
vista, estos castigos son paralelos con las siete últimas plagas (cap. 16). Los
que defienden esta interpretación señalan ciertos aspectos de cada una de las
trompetas que tienen características parecidas a cada una de las plagas.
Según otro enfoque, las siete
trompetas no deben considerarse cronológicamente, sino como símbolos de la
respuesta divina a las oraciones del pueblo de Dios, que ha sufrido en todas
las épocas. En otras palabras, esta interpretación considera que las trompetas
son la seguridad que Dios da a sus santos perseguidos de que a pesar de las
guerras, plagas, hambres y muerte por las cuales pasen, él continúa ejerciendo
el control del mundo; que aún es, juez y castigará a los impíos. Ver com. vers.
5.
El punto de vista al cual se
inclinan los adventistas del séptimo día es que estas trompetas corresponden
cronológicamente, en gran medida, con el período de historia cristiana que abarcan
las siete iglesias (cap. 2; 3) y los siete sellos (cap. 6; 8:1), los cuales
destacan los acontecimientos políticos y militares sobresalientes de este
período. Estos acontecimientos serán estudiados después en los comentarios de
las diversas trompetas.
7. Granizo y fuego. Esta gran tormenta de granizo mezclado con relámpagos trae a la mente la
séptima plaga que cayó sobre Egipto (Exo. 9:22-25).
Tierra. La tierra con su vegetación es el blanco específico de este castigo.
(Cf. cap. 16:2).
El flagelo describe muy particularmente la
invasión del Imperio Romano por los visigodos presididos por Alarico.
Esta fue la primera de las
incursiones teutónicas contra dicho imperio, que jugaron una parte tan importante
en su caída final.
Los visigodos comenzaron su
invasión alrededor del año 396 d. C. entrando en Tracia, Macedonia y Grecia, en
la parte oriental del imperio; después cruzaron los Alpes y saquearon la ciudad
de Roma en el año 410 d. C. También saquearon una gran parte de lo que es ahora
Francia y finalmente se establecieron en España.
Tercera parte. Esta fracción aparece repetidas veces en el Apocalipsis.
(Vers. 8-9, 11-12; cap. 9:15,18; 12:4; cf. Zac. 13:8-9).
Probablemente implica
una parte considerable, pero no la mayor parte.
Toda la hierba verde. Lo terrible de esta tempestad se
describe dramáticamente como destruyendo gran parte de la vegetación de la
tierra.
8. Como. Sin duda Juan piensa que un monte ardiendo es la
mejor representación de la escena que se está pasando frente a sus ojos.
La figura de una "montaña
ardiendo" aparece en la literatura apocalíptico judía (Apocalipsis de Enoc
Etiópico 18: 13); pero no se puede comprobar que Juan tomase de esa fuente para
describir el fenómeno que ahora está contemplando. Cf. Jer. 51:25, en donde el
profeta describe a Babilonia como un "monte destruidor" que se
transformará en un "monte quemado".
Mar. El mar, con la vida que hay en él y sobre él, se
presenta como el objeto especial del castigo de la segunda trompeta (cf. cap.
16:3).
La catástrofe anunciada por esta
trompeta ha sido interpretada como una representación de las incursiones de los
vándalos. Estos, desalojados de su territorio en Tracia por las incursiones de
los hunos provenientes del Asia central, emigraron a través de la Galia (ahora
Francia) y España hasta el norte del África romana, y establecieron un reino
con centro en Cartago.
Desde allí dominaban el
Mediterráneo occidental con una flota de piratas que saqueaban las costas de
España, Italia y hasta Grecia, y atacaban los barcos romanos.
El punto máximo de sus
depredaciones fue en el año 455 d. C., cuando saquearon la ciudad de Roma
durante dos semanas.
Tercera parte. Ver com. vers. 7.
Mar se convirtió en sangre. Este castigo recuerda la primera
plaga que cayó sobre Egipto (Exo. 7:20). En la segunda plaga (Apoc. 16:3) el
mar "se convirtió en sangre como de muerto". La "sangre" sin
duda significa en esta trompeta una matanza en gran escala.
9. Seres vivientes. Gr. ktísma, "ser o cosa
creada". La palabra griega no implica necesariamente vida, de aquí que se
añada "vivientes". Cf. Exo. 7:21.
Vivientes. Gr. psuj' (ver com. Mat. 10:28).
10. Cayó... una gran estrella. Esta "gran estrella" de
la tercera trompeta se ha interpretado como una descripción de la invasión y el
saqueo perpetrados por los hunos bajo la dirección de su rey Atila, en el siglo
V.
Los hunos penetraron en Europa
desde el Asia central alrededor del 372 d. C., y se establecieron a lo largo
del Danubio inferior; pero unos 75 años más tarde emprendieron nuevamente la
marcha, y por un breve período asolaron varias regiones del decadente Imperio
Romano.
Cruzaron el río Rin en el año 451
d. C., pero fueron detenidos por las tropas compuestas por romanos y germanos
en Chalôns, en la Galia del norte.
Atila murió en 453 d. C. después
de un corto período de pillaje en Italia, y los hunos casi inmediatamente
desaparecieron de la historia. Los hunos, a pesar del corto período de su
predominio, desolaban tanto en sus devastaciones, que su nombre ha perdurado en
la historia como sinónimo de las peores matanzas y destrucciones.
Antorcha. Gr. lampás (ver com. Mat. 25:1).
Tercera parte. Ver com. vers. 7.
Los ríos. Este castigo cae sobre las fuentes de agua dulce,
en contraste con las extensiones de agua salada afectadas por la segunda trompeta
(vers. 8; cf. cap. 16:4).
11. Nombre. En la antigüedad el "nombre" a menudo denotaba una característica especial de la persona que lo llevaba; el nombre de esta estrella puede tomarse, pues, como una descripción del castigo que cayó durante esta trompeta.
(Ver com. Hech. 3:16).
Ajenjo. Gr. ápsinthos, una hierba sumamente amarga,
Artemisia absinthium.
Aquí inclusive las aguas se
convirtieron en ajenjo.
12. La tercera parte. Ver com. vers. 7.
Sol. Se ha interpretado que el sol, la luna y las estrellas representan las grandes luminarias del gobierno de la Roma Occidental: sus, emperadores, senadores y cónsules. Con la extinción de la Roma Occidental en el año 476 d. C.
(Ver pp. 23-24; cf. pp. 115-116) dejó de reinar el último de sus emperadores.
El senado y los cónsules se extinguieron poco
después.
Para que se oscureciese la tercera parte. La idea parece
ser que estos astros serían heridos durante la tercera parte del tiempo en que
brillaban, y no que la tercera parte de ellos sería herida de manera que
brillarían con dos terceras partes de su brillo.
Por lo tanto, una tercera parte
del día y una tercera parte de la noche se oscurecerían. Esta figura, aplicada
a las divisiones del gobierno romano, puede describir la extinción sucesiva de
los emperadores, senadores y cónsules.
13. Miré. Ver com. cap. 4:1.
Este breve intervalo en la
secuencia de las trompetas llama especialmente la atención a las últimas tres,
que de una manera especial son llamadas "ayes".
Un ángel. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "un águila"
(BJ, BA, BC, NC).
El águila puede considerarse como un presagio de destrucción.
(Mat. 24:28; cf. Deut. 28:49; Ose. 8:1; Hab. 1:8).
Medio del cielo. Es decir, en el cenit, de manera
que todos pudieran oír su mensaje.
Ay, ay, ay. El ay se repite tres veces a causa de los tres
castigos que aún sobrevendrán cuando suenen las tres trompetas restantes. Cada
una de ellas se denomina como un "ay" (cap. 9:12; 11:14).
Los que moran en la tierra. Es decir, los impíos (ver com.
cap. 3:10). 7CBA
COMENTARIOS DE EGW
3. CS 467. Cuando 467 en una visión le fue dado al apóstol Juan que viese el templo de Dios en el cielo, contempló allí "siete lámparas de fuego ardiendo delante del trono."
(Apocalipsis
4:5, V.M.)
Vio un ángel
que tenía "en su mano un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso,
para que lo añadiese a las oraciones de todos los santos, encima del altar de
oro que estaba delante del trono." (Apocalipsis 8:3, V.M.) Se le permitió
al profeta contemplar el primer departamento del santuario en el cielo; y vio
allí las "siete lámparas de fuego" y el "altar de oro"
representados por el candelabro de oro y el altar de incienso en el santuario
terrenal.
De nuevo,
"fue abierto el templo de Dios" (Apocalipsis 11:19, V.M.), y miró
hacia adentro del velo interior, el lugar santísimo. Allí vio "el arca de
su pacto," representada por el cofre sagrado construido por Moisés para
guardar la ley de Dios.
Así fue como los que estaban
estudiando ese asunto encontraron pruebas irrefutables de la existencia de un
santuario en el cielo. Moisés hizo el santuario terrenal según un modelo que le
fue enseñado.
San Pablo declara que ese modelo
era el verdadero santuario que está en el cielo. Y San Juan afirma que lo vio
en el cielo.
En el templo celestial, la morada
de Dios, su trono está asentado en juicio y en justicia. En el lugar santísimo
está su ley, la gran regla de justicia por la cual es probada toda la humanidad.
El arca, que contiene las tablas
de la ley, está cubierta con el propiciatorio, ante el cual Cristo ofrece su
sangre a favor del pecador.
Así se representa la
unión de la justicia y de la misericordia en el plan de la redención humana.
Sólo la sabiduría infinita podía
idear semejante unión, y sólo el poder infinito podía realizarla; es una unión
que llena todo el cielo de admiración y adoración. Los querubines del santuario
terrenal que miraban reverentemente hacia el propiciatorio, representaban el
interés con el cual las huestes celestiales contemplan la obra de redención.
Es el misterio de misericordia
que los ángeles desean contemplar, a saber: que Dios puede 468 ser justo al mismo tiempo que justifica al pecador arrepentido
y reanuda sus relaciones con la raza caída; que Cristo pudo humillarse para
sacar a innumerables multitudes del abismo de la perdición y revestirlas con
las vestiduras inmaculadas de su propia justicia, a fin de unirlas con ángeles
que no cayeron jamás y permitirles vivir para siempre en la presencia de Dios.
3-4. AFC 78. UN ABOGADO REVESTIDO
CON NUESTRA NATURALEZA. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si
alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo
(1 Juan 2: 1).
Son
ilimitados los decretos y dádivas de Dios en nuestro favor. El mismo trono de gracia está ocupado por
Aquel que nos permite que lo llamemos Padre... Ha colocado a su diestra a un
Abogado revestido con nuestra naturaleza.
Como nuestro Intercesor, la obra de Cristo es presentarnos ante Dios
como a sus hijos e hijas. Intercede a
favor de los que lo reciben. Con su
propia sangre ha pagado el precio de su rescate. Por virtud de sus propios méritos les da
poder para llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey
celestial. Y el Padre demuestra su
infinito amor por Cristo al recibir y dar la bienvenida a los amigos de Cristo
como a sus amigos. Está satisfecho con
la expiación efectuada. Es glorificado
con la encarnación, la vida, la muerte y la mediación de su Hijo.
Nuestras
peticiones ascienden al Padre en el nombre de Cristo. El intercede en nuestro favor, y el Padre
abre todos los tesoros de su gracia a nuestra disposición para que los
disfrutemos y los impartamos a otros...
Cristo es el vínculo entre Dios y el hombre... Coloca toda la virtud de su justicia del lado del suplicante. Ruega por el hombre, y el hombre que necesita ayuda divina suplica por sí mismo en la presencia de Dios usando la influencia de Aquel que dio su vida por la vida del mundo. Cuando reconocemos delante de Dios nuestro aprecio por los méritos de Cristo, se añade fragancia a nuestras intercesiones. Cuando nos acercamos a Dios mediante la virtud de los méritos del Redentor, Cristo nos coloca muy cerca de su lado, rodeándonos con su brazo humano, mientras su brazo divino se aferra del trono del Infinito. Pone sus méritos, como dulce incienso en el incensario de nuestras manos a fin de animar nuestras peticiones.
(Testimonies, tomo 8, págs. 177-179). 79
DTG 620. JESÚS NO REVELÓ CUALIDADES NI EJERCIÓ FACULTADES Que Los Hombres No Pudieran Tener Por La Fe En Él. Su perfecta 620 humanidad es lo que todos sus seguidores pueden poseer si quieren vivir sometidos a Dios como él vivió.
"Y mayores que
éstas hará; porque yo voy al Padre." Con esto no quiso decir
Cristo que la obra de los discípulos sería de un carácter más elevado que la
propia, sino que tendría mayor extensión. No se refirió meramente a la
ejecución de milagros, sino a todo lo que sucedería bajo la operación del
Espíritu Santo.
DESPUÉS DE LA
ASCENSIÓN DEL SEÑOR, los discípulos experimentaron el cumplimiento de su promesa. Las
escenas de la crucifixión, resurrección y ascensión de Cristo fueron para ellos
una realidad viviente. Vieron que las profecías se habían cumplido
literalmente. Escudriñaron las Escrituras y aceptaron sus enseñanzas con una fe
y seguridad que no conocían antes. Sabían que el divino Maestro era todo lo que
había aseverado ser. Y al contar ellos lo que habían experimentado y al ensalzar
el amor de Dios, los corazones humanos se enternecían y subyugaban, y
multitudes creían en Jesús.
LA PROMESA DEL
SALVADOR A SUS DISCÍPULOS Es Una Promesa Hecha A Su Iglesia Hasta El Fin Del
Tiempo. Dios no quería que su admirable plan para redimir a los hombres
lograse solamente resultados insignificantes.
TODOS LOS QUE QUIERAN
IR A TRABAJAR, no confiando en lo que ellos mismos pueden hacer sino en lo que
Dios puede hacer para ellos y por ellos, experimentarán ciertamente el
cumplimiento de su promesa. "Mayores [obras] que éstas hará --él
declara;-- porque yo voy al Padre." Hasta entonces los discípulos no
conocían los recursos y el poder limitado del Salvador. Él les dijo:
"Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre." (San Juan 16:24).
EXPLICÓ QUE EL
SECRETO DE SU ÉXITO CONSISTIRÍA EN PEDIR FUERZA Y GRACIA EN SU NOMBRE. Estaría
delante del Padre para pedir por ellos. La oración del humilde suplicante es
presentada por él como su propio deseo en favor de aquella alma. Cada oración
sincera es oída en el cielo. Tal vez no sea expresada con fluidez; pero si
procede del corazón ascenderá al santuario donde Jesús ministra, y él la
presentará al Padre sin balbuceos, hermosa y fragante con el incienso de su
propia perfección.
LA SENDA DE LA SINCERIDAD E INTEGRIDAD NO ES UNA SENDA LIBRE 621 DE OBSTRUCCIÓN, pero en toda dificultad hemos de ver una invitación a orar. Ningún ser viviente tiene poder que no haya recibido de Dios, y la fuente de donde proviene está abierta para el ser humano más débil.
"Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre --dijo Jesús,-- esto
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi
nombre, yo lo haré." "En mi nombre," ordenó Cristo a sus
discípulos que orasen. En el nombre de Cristo han de permanecer siguiéndole
delante de Dios.
Ministerio Hno. Pio
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