domingo, diciembre 12, 2021

REFLEXIÓN 944. SALUDOS E INTRODUCCIÓN/ PROPÓSITO DE LA EPÍSTOLA: Fortalecimiento De Los Creyentes En La Verdad Presente… (2 PEDRO 1).

2 Pedro 1.

SALUDOS E INTRODUCCIÓN, 1:1-11.

A). Saludos, 1:1-2. B). Exhortación, 1:3-11.

“Confirmación en la esperanza 

del crecimiento de las virtudes divinas, 

y exhortación a hacer firme el llamado divino

 por medio de la fe y las buenas obras”.

PROPÓSITO DE LA EPÍSTOLA, 1:12-21.

A). Fortalecimiento De Los Creyentes En La Verdad Presente, 1:12-15.

B). Confirmación del Evangelio mediante un testimonio personal, 1:16-18.

C). Confirmación del Evangelio por la profecía, 1:19-21.

“El apóstol sabe que su muerte está cerca y, por lo tanto, les recuerda cuidadosamente y amonesta a ser constantes en la fe de Cristo, el verdadero Hijo de Dios, según el testimonio personal de los apóstoles que vieron su majestad, y también del Padre y de los profetas”.

En Éste Capítulo 1, El Apóstol Pedro Anima A Sus Lectores, Refiriéndose A Su Propia Experiencia Y A La Palabra Profético.

1 SIMÓN Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: 2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.

3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.

8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

12 Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. 13 Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertarnos con amonestación; 14 sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. 15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.

16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. 17 Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. 18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.

19 Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; 20 entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2 Pedro 1).

1. Simón. Gr. SumeÇn, transliteración del Heb. Shim'on, "Simeón". 

La transliteración griega más común es SimÇn. 

Algunos MSS usan esta última transliteración. 

Ver com. Mat. 4:18.

Pedro. Ver com. Mat. 4: 18. 

En cuanto al autor de la epístola, ver pp. 611-612.

Siervo. Gr. dóulos (ver com. Rom. 1:1).

Apóstol. Gr. apóstoles, "mensajero", "enviado" 

(ver com. Mar. 3:14; Hech. 1:2; Rom. 1:1; 2Cor. 1:1.

De Jesucristo. Ver com. 1Ped. 1:1.

Alcanzado. Gr. lagjánÇ, "recibir", "obtener por suerte". En el NT se usa sólo aquí, en Luc. 1:9; Juan 19:24, y Hech. 1:17 (cf. com. Hech. 1:17). LagjánÇ se emplea para destacar el origen divino de la herencia. La dádiva se debe a la bondad de Dios y no a algún mérito inherente en la persona. El apóstol no describe específicamente a aquellos a quienes escribe, pero posiblemente son los mismos creyentes a quienes había dirigido la primera epístola (ver p. 613; com. 1Ped. 1:1).

Justicia de nuestro Dios. En cuanto a los diversos significados posibles de esta frase, ver com. Rom. 1:17. Respecto a "justicia" (dikaiosún'), ver com. Mat. 5:6. Pedro explica que sus lectores han compartido la misma fe que él posee por virtud de la misericordia divina, la cual busca extender la salvación a todos.

Y Salvador. La sintaxis griega hace que sea razonablemente seguro que "nuestro Dios y Salvador Jesucristo" se refieran a la misma Persona: a Jesucristo. La frase podría traducirse: "Nuestro Dios, es decir el Salvador Jesucristo". Una aceptación tan clara de la deidad de Jesús no debería sorprendernos, pues Pedro había reconocido a su Señor como "el Hijo del Dios viviente" (Mat. 16:16), y había oído que Tomás lo llamaba: "¡Señor mío, y Dios mío!" (Juan 20:28). En cuanto a los títulos de Cristo y su deidad, ver com. Mat. 1:1; t.V, pp. 894-896.

Fe. Podría referirse a la fe por la cual los creyentes respondían al llamamiento de Dios, o al conjunto de creencias que aceptaban cuando se hacían cristianos, o a ambas.

 (cf com. Hech. 6:7).

Igualmente preciosa. Gr. isótimos, "igualmente preciosa", 

"igualmente digna de honra".

Que la nuestra. Es decir, la que tenemos. Pedro iguala la fe de sus lectores con la suya. Se ha discutido mucho la cuestión en cuanto a qué se refiere el pronombre "nuestra". Algunos sostienen que Pedro alude a todo el conjunto de cristianos de origen judío, pues se supone que está escribiendo a gentiles como en la primera epístola.

 (Ver com. 1Ped. 1:1).

Otros, que creen que se está dirigiendo a judíos de la diáspora (ver com. 1Ped. 1:1), interpretan que "nuestra" se refiere al apóstol y a los miembros de la iglesia local desde donde Pedro escribió esta epístola, Pero hay otros que interpretan que "nuestra" es una referencia a todos los apóstoles que habían compartido su fe con los que se habían convertido en muchas partes del mundo. Esta última interpretación parece preferible, ya que evita cualquier distinción dogmática, excepto la que naturalmente existe entre apóstoles y laicos.

2. Gracia y paz. Ver com. Rom. 1:7; 2 Cor. 1:2.

Os sean multiplicadas. Los lectores ya poseían en cierta medida gracia y paz. Ahora el apóstol les desea que incrementen esos dones celestiales (cf. cap. 3:18).

En el conocimiento. Gr. epígnÇsis, "conocimiento", es una palabra más enfática que el sustantivo simple gnÇsis; implica un conocimiento más completo y más perfecto, que proviene de la contemplación del objeto que se estudia. Este tipo de conocimiento no puede menos que influir en la vida del que lo obtiene; y cuando tiene su centro en el Padre y en el Hijo, proporciona abundante gracia y paz en el corazón de su poseedor. El apóstol comprende muy bien la eficacia de esta clase de conocimiento -epígnÇsis-, y se refiere al mismo tres veces más en esta epístola (vers. 3,8; cap. 2:20).

Dios... y Jesús. En contraste con la frase similar en el vers. 1, la sintaxis griega indica que el apóstol se refiere a dos personas: al Padre y al Hijo.

3. Todas las cosas. Una frase que nos recuerda que el Señor nos proporciona todo lo necesario para nuestra salvación.

Vida. O vida espiritual como la que se requiere del cristiano, y también la vida natural (Hech. 17:25,28).

Piedad. Gr. eusébeia, "piedad", "religión"; es decir, conducta cristiana.

 (Ver com. 1Tim. 2:2). 

Los dones concedidos por Cristo deben capacitar a sus seguidores para alcanzar las normas que les son propuestas. Sin los dones no se puede vivir la vida victoriosa, por eso debemos aceptarlos y usarlos.

Nos han sido dadas. Gr.dÇréÇ, "regalar", "conferir"; un verbo más enfático que dídÇmi, que generalmente se usa con el significado de "dar". "Nos ha concedido" (BJ).

Por… mediante. O "viendo que". Esto amplía el pensamiento anterior de que la gracia y la paz derivan de una relación personal con Dios y con Cristo (vers. 2).

Su divino poder. El poder divino de Cristo pues él es la última persona a la que se ha hecho referencia en el vers. 2 y es llamado "Dios" en el vers. 1. El adjetivo "divino" (théios), sólo se usa en el NT aquí, en el vers. 4 y en Hech. 17:29, donde se ha traducido "Divinidad".

La palabra "poder" (de dúnamis, ver com. Hech. 1:8) aparece relacionada con théios en inscripciones griegas del siglo I d. C.; por lo tanto, Pedro está utilizando una expresión con la que sin duda estaban familiarizados sus lectores. Destaca la grandiosidad y majestad de su Señor, como lo hace en otros pasajes de la epístola (cap. 1:11, 16-17), y muestra lo que puede hacer a favor de nosotros el poder de su Señor.

Conocimiento. Gr. epígnÇsis (ver com. vers. 2).

Aquel que nos llamó. Podría referirse al Padre, presentado por lo general en el NT como Aquel que llama al cristiano (Rom. 8:30); o al Hijo, que llamó a los discípulos (Mar. 3:13) y a los pecadores (Mat. 9:13). Si se hace alguna distinción, no hay diferencia en la práctica, pues tanto el Padre como el Hijo se unen en el llamamiento. La invitación de cualquiera de ellos es igualmente eficaz.

Por su gloria y excelencia. La evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto: "Por su propia gloria y virtud" (BJ, BC, NC). La palabra que se traduce "virtud" (aret') también podría traducirse como "excelencia" (ver com. Fil. 4:8; 1Ped. 2:9). La frase en consideración podría apoyar la aplicación a Cristo de las palabras "aquel que nos llamó", pues el cristiano que se esfuerza, aspira, en primer lugar, a la gloria y a la excelencia de Cristo. La contemplación de Cristo "levantado" es lo que estimula a los seres humanos a abandonar el pecado y a ir tras las preciosas cualidades que tan persuasivamente exhibe el Salvador.

4. Por medio de las cuales. Una referencia a la gloria y la excelencia divinas que son en sí mismas la garantía de las promesas que a continuación se mencionan.

Nos ha dado. O "nos han sido concedidas" (BJ).

Preciosas y grandísimas promesas. Gr. epággelma, "promesa", palabra que en el NT aparece sólo aquí y en el cap. 3:13, y que podría traducirse "bendiciones prometidas", refiriéndose al cumplimiento de las promesas y no sencillamente a las promesas en sí. 

Sin duda se refiere a todas las afirmaciones divinas que se cumplen en la salvación de una persona; pero en vista del uso posterior que le da Pedro (cap. 3:13), podría tener una referencia especial a la segunda venida y a la gloria que la acompañará, acontecimiento en el que encontrarán su total cumplimiento todas las promesas divinas,

Para que por ellas. Es decir, por los dones espirituales prometidos ya recibidos por el creyente. Participantes. Gr. koinÇnós (ver com. 1Ped. 5:1).

Naturaleza divina. En cuanto a "divina" (théios), ver com. vers. 3. Adán fue creado "a imagen de Dios" (Gén. 1:27), pero al entrar el pecado se desfiguró la imagen divina. Cristo vino para restaurar lo que se había perdido, y por eso el cristiano puede esperar que se restaure en su alma la imagen divina (ver com. 2Cor. 3:18; Heb. 3:14). 

Esta posibilidad siempre debe estar ante los ojos del creyente para estimularlo a perfeccionarse a semejanza de Cristo. Avanzará hacia esa meta en la medida en que acepte y use el poder de los dones espirituales que Cristo ha puesto a su disposición. La transformación comienza con el nuevo nacimiento, y continúa hasta que Cristo vuelva (ver com. 1Juan 3:2).

Habiendo huido. Gr. apoféugÇ, "huir de", lo que implica no un rescate en el cual el cristiano es un ser pasivo, sino una fuga activa para huir del mal. También podría traducirse "tras haber huido".

Esto destaca una verdad importante: el creyente no es salvado en el pecado, sino que se le da poder para apartarse del pecado, para escapar de sus garras y vivir libre de su influencia corruptora (ver com. Mat. 1:21).

La sintaxis del texto griego muestra que el cristiano sólo puede alcanzar la participación en la naturaleza divina después de haber huido de la corrupción.

Corrupción. Gr. fthorá, "descomposición", "ruina", "destrucción". Es un término muy adecuado para la impiedad que hay en el mundo.

Mundo. Gr. kósmos (ver com. 1Juan 2:15).

A causa de la concupiscencia. Mejor "por la concupiscencia" (BJ), lo que identifica a la concupiscencia como el origen del mal que hay en el mundo. También podría traducirse "en la concupiscencia", lo que la presenta como la esfera en la cual se manifiesta el mal. En cuanto a la 'concupiscencia" (epithumía), ver com. Rom. 7:7.

5. Vosotros también. Mejor "mas también por esto mismo". Es evidente que el propósito de Dios al derramar sobre nosotros sus bendiciones prometidas -para que podamos participar de la naturaleza divina-, es razón suficiente para estimularnos a un mayor esfuerzo en la búsqueda de la justicia. Dios ha hecho su parte; nosotros debemos hacer la nuestra.

Poniendo toda diligencia. En cuanto a "diligencia" (spoud'), ver com. Rom. 12:8,11. Debemos añadir nuestra búsqueda diligente de las virtudes cristianas a los dones que Dios ya nos ha concedido. El cristiano puede crecer en la vida santificada si coopera con Dios. Añadid. Gr. epijor'géÇ, "proporcionar", "suministrar", "añadir".

A vuestra fe. O "en relación con vuestra fe". El apóstol comienza ahora su lista de virtudes, llamada a veces con razón "la escalera de Pedro". Parece que listas similares eran comunes en el mundo helenístico; sin embargo, la lista de Pedro difiere de las otras en su inspiración y marco cristiano, así como en lo que implica: que una virtud deriva de otra.

Virtud. Gr. aret' (ver com. vers. 3). El pensamiento de Pedro podría parafrasearse así: "En relación con vuestra fe, añadid excelencia moral". Si el cristiano presta atención a este consejo, alcanzará una vida equilibrada.

Conocimiento. Como en el caso de la frase anterior, ésta podría traducirse: "En relación con la excelencia moral [añadid] conocimiento". El "conocimiento" (gnÇsis) sin duda se refiere a una comprensión práctica de los caminos y los planes de Dios para el individuo, y no aun simple conocimiento intelectual (cf. com. 1Cor. 1:5; 12:8).

6. Dominio propio. Gr. egkráteia, "dominio propio" (ver com. Hech. 24:25), que debe predominar en todos los aspectos de la vida del creyente. Las cualidades precedentes serán de poco valor si no son acompañadas por el dominio propio. Ver com. Gál. 5:23.

Paciencia. Gr. hupomon', literalmente "que permanece debajo", lo que destaca una valiente y firme perseverancia bajo la más dura adversidad (ver com. Rom. 5:3).

Piedad. O "reverencia a Dios" (ver com. vers. 3). Esta cualidad impide que el cristiano se torne farisaico; lo mantiene humilde y amable.

7. Afecto fraternal. Gr. filadelfia, "amor por los hermanos". En el griego clásico esta palabra implicaba afecto por los consanguíneos, pero en el NT abarca a todos los miembros de la iglesia (ver com. Rom. 12:10). En una iglesia rodeada por el paganismo había una gran necesidad de genuino amor fraternal. La necesidad de la iglesia moderna no es menos apremiante en este aspecto.

Amor. Gr. ágap' (ver com. Mat. 5:43; 1Cor. 13:1). Este es el verdadero afecto cristiano porque sólo busca el bien del ser amado. Ágap' es un afecto basado en el conocimiento y la razón, un afecto que está dispuesto a sacrificar el yo por el bien del que se ama.

Esto es lo que Dios siente por Cristo y los hombres, y lo que él desea que los hombres sientan el uno por el otro. Esta es la cúpula y la corona de todas las cualidades precedentes enumeradas por Pedro. Es la mayor de todas las virtudes (1Cor. 13:13), la que debe gobernar todo lo que hacemos (1Cor. 16:14).

Todas las otras virtudes se resumen en ésta; sin ella todas las otras fracasan y son menos que nada (1 Cor. 13:1-3). 

Esta virtud es la que no hace mal al prójimo (Rom. 13:10). Su ausencia no puede reemplazarse ni siquiera con el sacrificio, ni aun con la misma vida (1Cor. 13:3).

8. Porque si. Pedro no está satisfecho con que existan las virtudes precedentes en la vida cristiana. Él dice que deben florecer y aumentar en poder y posiblemente en cantidad (ver com. cap. 3:18).

Ociosos. Gr. argós, "que no trabaja", "perezoso". Es imposible que una persona dotada de las virtudes enumeradas en los vers. 57 sea un miembro inactivo de la iglesia. Su fe, bondad fraternal y amor - para mencionar sólo tres de las ocho cualidades enumeradas- lo impulsarán a trabajar por otros y para el reino de su Señor.

Sin fruto. El apóstol incluye la promesa de que el servicio cristiano que se presta con el ejercicio de las cualidades básicas que acaban de ser examinadas, será productivo. Cuando el dinero es bien invertido se espera que produzca buenos dividendos, así como se espera que un campo cultivado produzca cosechas. La vida cristiana bien dotada de las virtudes necesarias, con seguridad también producirá buenos resultados (cf. Fil. 1:11; Sant. 3:17).

Conocimiento. Gr. epígnÇsis, como en el vers. 2 (ver el comentario respectivo), no gnÇsis, como en el vers. 5. Las virtudes precedentes sólo pueden desarrollarse, aplicarse y cumplir su verdadero propósito si están en relación con un conocimiento pleno de Jesucristo. Si no actúan en conexión con esos no darán su verdadero fruto; pero si se manifiestan en continua unión con el Salvador, su fruto no tendrá límites.

9. Pero el que no tiene estas cosas. El que no tiene las gracias mencionadas no puede conocer íntimamente a Jesús y no posee la Luz del mundo. Puede ver las cosas del mundo, pero es completamente corto de vista en cuanto a los asuntos espirituales. Como dice el apóstol, es "ciego".

Tiene la vista muy corta. Gr. muÇpazÇ, "ser miope", de donde deriva la palabra "miope". Pedro está hablando de los llamados cristianos que no han añadido las virtudes deseadas a su "fe" inicial (vers. 5). A todos esos les falta visión espiritual. Ven borrosamente los valores espirituales, pero son incapaces de percibir su verdadero valor. Les resulta más fácil ver las cosas cercanas, las del mundo.

Purificación de... pecados. El cristiano deficiente del cual habla Pedro, es tan defectuoso que ha permitido que se borre de su mente el hecho de su justificación anterior testificada por su bautismo (cf. 1Ped. 2:24; 3:18). La persona que olvida la purificación de todos los pecados que cometió hasta el momento de su justificación, ciertamente está en peligro de rechazar la cruz de Cristo y de perder la base para crecer en conocimiento espiritual y santificación.

10. Hermanos. Esta palabra del apóstol lo relaciona afectuosamente con sus lectores.

Tanto más. O en vista de todo el razonamiento presentado en los vers. 3-9, los lectores de Pedro debían prestar más atención al tema de la salvación.

Procurad. Gr. spoudázo, "esforzarse", "poner empeño", generalmente con premura. 

El apóstol claramente entendía la posición central de Cristo para efectuar la salvación del hombre; pero deseaba que los creyentes comprendieran su responsabilidad en cooperar con los instrumentos divinos.

Firme. Gr. bébaios, "firme", "sólido", "estable". 

El llamamiento y la elección son un acto de Dios (1Ped. 1:2; 2:21); sin embargo, es posible que uno deseche "la gracia de Dios" (Gál. 2:21). Por lo tanto, el creyente necesita ocuparse en su salvación "con temor y temblor" (Fil. 2:12). Entonces convertirá en realidad lo que Dios ya ha deseado y hecho posible.

Vocación. O "llamamiento". Ver com. Rom. 8:30; Fil. 3:14.

Elección. Ver com. Rom. 9:11.

Caeréis. O "tropezaréis". El apóstol no dice que el que sigue su consejo nunca caerá en pecado, sino que no caerá de la vocación y elección de Dios. Quizá pequemos, pero triunfaremos sobre el pecado; no caeremos completamente de la gracia y no perderemos la salvación provista, siempre que cumplamos con las condiciones que establece el apóstol (cf com. 1Juan 3:6-9).

11. Porque de esta manera. Es decir, cumpliendo el consejo del vers. 10.

Otorgada. Pedro usa el mismo verbo que se traduce como "añadir" en el vers. 5. Mediante el poder divino prometido debemos nutrir nuestra vida con sólidas virtudes cristianas (vers. 5-7). Entonces Dios podrá proporcionarnos un hogar eterno en el reino de su amado Hijo.

Amplia y generosa. El griego dice "ricamente". 

Todas las dádivas de Dios son concedidas generosamente. 

El futuro que ha preparado para los fieles creyentes supera las más elevadas expectativas del hombre (cf. com. 1Cor. 2:9-10), y sin duda será rico.

Reino eterno. Es el único texto del NT donde el adjetivo "eterno" se aplica a "reino". Por lo general se usa para "vida" (ver com. Juan 3:16).

Señor Jesucristo. Este título aplicado a Cristo confirma la insinuación de que la frase paralela del vers. 1, también se aplica al Salvador (ver el comentario respectivo). 

El reino es de Cristo (Luc. 22:30; Juan 18:36), pero también es de su Padre (Mat. 6:33; 26:29; Mar. 14:25). Es el reino que ha sido preparado para los fieles desde la fundación del mundo (Mat. 25:34; ver com. Mat. 4:17).

12. Por esto. Estas palabras sugieren el anhelo del apóstol y su sentido de responsabilidad frente a los peligros que amenazaban a la iglesia en sus días.

Yo no dejaré. Pedro estaba preparado para cumplir con su responsabilidad espiritual continuando con la enseñanza de las verdades presentadas en los vers. 3-11. Se daba cuenta de la necesidad de mantener una fe firme en las verdades del reino y la práctica fiel de los deberes que implica.

Confirmados. Gr. st'rízÇ (ver com. Rom. 16:25). Pedro había cumplido con la orden de su Maestro (Luc. 22:32), teniendo la seguridad de que sus lectores eran confirmados en la fe.

La verdad presente. O "la verdad que está presente [en vosotros]"; es decir, la verdad que había sido enseñada a los lectores de Pedro. La "verdad" (al'theia) se refiere a todo el conjunto de enseñanzas cristianas en que los creyentes ya habían sido instruidos y que conocían (cf com. Juan 8:32).

13. Tengo. Gr. h'géomai, "ir delante", "guiar", "pensar", "entender"; "considero" (NC). 

El apóstol considera que es su deber adelantarse cuanto antes para advertir a la iglesia sacudiendo la mente de los miembros. 

Este era un deber que no se atrevía a pasar por alto.

Justo. O "correcto", con referencia a su deber.

Cuerpo. Literalmente "tienda" (BJ, BC, NC), o "tabernáculo" (RVA), lo que da la idea de una residencia transitoria. 

Pedro piensa de su cuerpo mortal, material, como algo temporal que finalmente será sustituido por algo inmortal (1 Cor. 15:50-53; cf. com. 2Cor. 5:1). Pero mientras viviera su plan era ser un fiel pastor de la grey que el Señor le había encargado.

Despertaros. Gr. diegéirÇ, "despertar completamente"; en sentido figurado, "estimular" o "excitar". Con el tiempo presente del verbo, Pedro quiere decir "continuar despertándoos completamente". El apóstol tenía el plan de continuar con su buena obra mientras fuera necesario.

Con amonestación. O "con recordatorio". Pedro usa más adelante una frase similar (cap. 3:1). Cree que si sus lectores recuerdan con claridad cuál es la base de su fe, tendrán confianza completa en la enseñanza cristiana.

14. Sabiendo. El apóstol sabía con certeza porque su conocimiento provenía del Señor (ver más adelante).

En breve. Gr. tajinós, "pronto", "precipitado". Quizá Pedro se esté refiriendo a la violencia de su muerte próxima, o sólo a su inminencia. El Señor le había anunciado que moriría de muerte violenta (Juan 21:18-19); además, ya no era joven, y podría estar suponiendo que su fin se aproximaba, lo que realmente era así.

Debo abandonar. O "debo desprenderme"; metáfora más apropiada para referirse a una ropa que a una tienda.

Declarado. Gr. d'lóÇ, "dejar en claro", "señalar", "indicar", que se traduce también como "manifestar" (BJ, BC, NC, en este pasaje), "indicar" (1 Ped. 1:11; etc.). El texto griego se refiere a un tiempo definido, o sea al tiempo cuando el Señor predijo la muerte de Pedro (Juan 21:18-19).

15. Procuraré. O "seré diligente". Compárese con la expresión "procurad hacer firme" (vers. 10).

Partida. Gr. éxodos, "salida", "partida". Nótese que Pedro no esperaba estar vivo cuando regresara su Señor. Aceptaba la profecía de Cristo en cuanto a su muerte.

En todo momento. O cuando surgiera la necesidad.

Tener memoria. Pedro esperaba que sus lectores recordaran sus palabras, las que habían atesorado en sus corazones. Sin embargo, si las olvidaban, tenían esta carta a su disposición para refrescar su memoria con el sabio consejo del apóstol.

16. Dado a conocer. Quizá mediante la primera epístola de Pedro (1 Ped. 1:7,13; 4:13), o mediante la forma en que influyó el apóstol en el Evangelio de Marcos (ver t. V, 551-552), o por medio de instrucciones personales previas que había impartido a sus lectores.

El poder y la venida. El texto griego indica que ambos se refieren al mismo acontecimiento. Pedro había sido testigo de los milagros hechos por Cristo, y contempló el milagro de la transfiguración -una representación en miniatura del futuro reino de gloria (DTG 390)-, sin embargo, aquí piensa especialmente en la manifestación del poder divino que acompañará a la segunda venida, de la cual la transfiguración fue una promesa o anticipo. Esta interpretación se apoya en el indiscutible hecho de que dúnamis, "poder", tiene el artículo definido, mientras que parousía, "venida", no lo lleva. Ambos sustantivos están en el mismo caso y se encuentran unidos por una conjunción, por lo que constituyen una unidad de pensamiento: el poder divino en relación con la segunda venida. En cuanto a parousía, ver com. Mat. 24:3.

Fábulas. Gr. múthos, de donde deriva la palabra "mito". 

Pedro puede estar refiriéndose a los mitos paganos en cuanto al descenso de los dioses en figura humana, o, más probablemente, está advirtiendo contra enseñanzas que estaban siendo propagadas por los falsos maestros, a quienes desenmascara en el cap. 2 (cf. 1Tim. 1:4; 4:7; 2Tim. 2:18; Tito 1:14).

Artificiosas. "Ingeniosas" (BJ); "por arte compuestas" (RVA).

Con nuestros propios ojos. El hecho de que los apóstoles hubieran sido testigos oculares de la vida, el ministerio, la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, los convencía de que sin duda era el Mesías prometido, el Hijo de Dios. Esa convicción le daba, a su vez, un poder irresistible al mensaje que proclamaban. Ver com. Luc. 1:2; 1Juan 1:1-3.

Su majestad. O "la magnificencia de aquel'. El hecho de que los tres apóstoles fueran testigos oculares de la magnífica gloria de Cristo en la transfiguración, es una prueba de que eran dignos de confianza como predicadores de la segunda venida de Cristo. 

El poder divino desplegado en la transfiguración, proclamó la divinidad de Cristo a los tres apóstoles (2Ped. 1:17; Mat. 17:5). El poder divino hará conocer esa misma verdad a todo el mundo en la segunda venida.

17. El recibió. Se refiere al momento de la transfiguración.

Honra y gloria. El honor de ser públicamente reconocido por el Padre, y la gloria que brilló en la persona del Salvador durante la transfiguración que hacía recordar a la gloria que estaba sobre el arca en el santuario-, demostraban plenamente que Jesús de Nazaret era digno de ser honrado y adorado por todos los seres creados. 

Ver com. Juan 1:14.

Magnífica. Gr. megaloprep's, "propio de un gran hombre", "grande", "magnífico". Esta palabra sólo se usa aquí en el NT, pero se encuentra en Deut. 33:26 (LXX), donde podría traducirse como "El que es magnífico", con referencia a Dios. Pedro aplica la palabra a la nube de luz" que cubrió a los que participaron en la transfiguración y fueron testigos de ella (Mat. 17:5).

Una voz. Ver com. Mat. 17:5.

Hijo amado. La expresión completa es idéntica a la que se da en el Evangelio de Mateo (ver com. Mat. 17:5). 

Pedro nunca olvidó el mensaje que dio la divina voz. El significado de esa voz determinó el concepto del apóstol en cuanto al Hijo, de quien habló el Padre.

18. Nosotros oímos. El pronombre "nosotros" da en griego, como en español, más énfasis a la afirmación. De ese modo Pedro destaca la autoridad personal de los tres apóstoles como testigos oculares.

Cuando estábamos con él. Un énfasis sutil, pero claro, de la autenticidad del relato.  Pedro y sus compañeros habían estado presentes con Jesús en el momento de la transfiguración, y, por lo tanto, tenían plena autoridad para testificar acerca de su realidad y significado.

Monte santo. Este monte no ha podido ser identificado (ver com. Mat. 17:1), pero no se puede dudar de su santidad, pues el Santo de Dios fue revelado allí en su majestuosa gloria. Pero sin la presencia de Cristo ese monte no tenía santidad alguna (cf. com. Exo. 3:5).

19. Tenemos también. O "y tenemos", lo que sugiere que en las palabras siguientes Pedro habla de algo adicional a su extraordinaria experiencia en la transfiguración, aunque de ninguna manera la reemplaza. Los lectores de Pedro no habían estado presentes en la transfiguración y podían sentirse propensos a dudar de que ella había confirmado "el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo" (vers. 16). Pero hay algo igualmente convincente para Pedro, y quizá más aún para sus lectores: "la palabra profético más segura.

La palabra profético más segura. También, "así se nos hace más firme la palabra de los profetas" (BJ). Pedro y sus compañeros derivaban en gran medida sus firmes convicciones acerca de la misión de Cristo, de la forma en que su vida había cumplido las profecías de AT (cf Hech. 2:22-36; 3:18; 4:10,11, 23-28; etc.). 

Ese conocimiento, unido a su relación personal con el Señor durante su ministerio terrenal (cf. 1Juan 1:1-3), les daba una base inconmovible para su fe cristiana.  Pasaron sus vidas compartiendo esa fe con otros, y así edificaron la primera iglesia.  Los representantes de Cristo tienen ahora la misma misión que cumplir.

Hacéis bien en estar atentos. Pedro se dirige específicamente a sus lectores, como lo indica claramente la forma verbal "hacéis". La forma pronominal "la cual", podría referirse a todo el desarrollo de su razonamiento (vers. 16-18), que relaciona la transfiguración y la palabra profético en apoyo de las convicciones del apóstol, o sólo a la palabra profético que acaba de mencionar. Ambas interpretaciones son válidas, y cualquiera de ellas podría hacer que los lectores reconocieran a las Escrituras como la fuente de dirección y autoridad.

Antorcha. Gr. lújnos, "lámpara" (BJ, BA, BC, NC). Ver com. Sal. 119:105; Mat. 5:15.

Lugar oscuro. O "lugar miserable"; la palabra griega también significa "sucio". Los lectores de Pedro vivían en el ambiente miserable y sucio de la sociedad pagana, y necesitaban mucha luz espiritual para no caer en los numerosos abismos que los rodeaban.

El día. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión del artículo, que en el griego no hace falta para señalar que se habla de un día específico. El pensamiento de Pedro ha pasado de manera muy natural de la transfiguración -que prefiguraba el glorioso retorno del Señor- al gran "día" de su venida. No sólo estaba recordando a sus lectores el espectáculo que había contemplado en el monte, sino que dirigía sus pensamientos al glorioso acontecimiento simbolizado por la transfiguración: la segunda venida de Cristo en gloria y majestad.

Esclarezca. Literalmente "brille a través", como una luz que traspasa la oscuridad. 

El apóstol sabía que la venida de su Señor quitaría las tinieblas del mundo y daría comienzo a una luz eterna. Entonces no habría necesidad de lámpara, pues la Luz del mundo daría toda la luz necesaria a sus redimidos. Pero también podría haber pensado en el despuntar del día que traerá salvación a cada ser humano.

Lucero de la mañana. Gr. fÇsfóros, vocablo compuesto de fÇs, "luz" y férÇ, "llevar", o sea "portaluz", o "que trae luz". FÇsforos, que sólo aparece aquí en el NT, se aplicaba al planeta Venus, a veces conocido como el lucero de la mañana (cf. com. Isa. 14:12).  

El apóstol se refiere sin duda a Cristo (cf. com. Mal. 4:2; Luc. 1:78-79; Apoc. 2:28; 22:16).

En vuestros corazones. O "en vuestras mentes". Se destaca la experiencia del creyente que está firmemente arraigado en la fe de Cristo. La certeza de la convicción es el hilo del pensamiento que une los vers. 16-19.

20. Entendiendo primero esto. Cuando el cristiano estudia la palabra profética, constantemente debe tener en cuenta el principio básico que ahora enuncia claramente el apóstol.

Profecía de la Escritura. Pedro se refiere a los escritos del AT, quizá para distinguir entre la palabra inspirada y las enseñanzas de los falsos profetas, de los que se ocupa en el cap. 2.

De interpretación privada. Es decir, "propia" o "personal", lo cual se reviere al profeta que originalmente dio la profecía. El profeta era el vocero del Espíritu Santo, y por eso estaba bajo la conducción divina. No debía introducir sus propias ideas en los mensajes que eran dados para beneficio del pueblo de Dios. Este principio es cierto en el estudio de las profecías: el lector debe esforzarse por comprender el significado que el Espíritu Santo quiso dar a los pasajes que estudia.

21. Nunca. Gr. poté, "una vez", "jamás", lo que se refiere a los días del AT.

La profecía. Pedro habla de la profecía en general, y no de un pasaje particular. En cuanto a "profecía", ver com. Rom. 12:6; 1Cor. 12:10.

Por voluntad humana. La verdadera profecía es una revelación que procede de Dios. La iniciativa proviene de Dios. El decide lo que será revelado y lo que permanecerá oculto. A menos que el Espíritu Santo impresione la mente, el hombre es incapaz de profetizar -de hablar públicamente por Dios- no importa cuán ardientemente quiera hacerlo.

Los santos hombres de Dios hablaron. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto: "hablaron los hombres [de parte] de Dios"; es decir, los hombres que fueron inspirados por el Espíritu Santo presentaron los mensajes que habían recibido de Dios. Los que son inspirados por el Espíritu Santo tienen que ser santos, hombres de Dios. Cualquiera que sea el texto que se prefiera, el significado es virtualmente el mismo.

Inspirados. Gr. férÇ, "llevar"; en voz pasiva, "ser guiado", "ser llevado", lo que quizá sugiera velocidad o fuerza, como lo que es impulsado por el viento. En Hech. 27:15,17 se usa este verbo para referirse al barco impulsado por el viento, y en Hech. 2:2 para describir el recio viento que soplaba cuando el Espíritu Santo descendió sobre los creyentes en Pentecostés. El uso de férÇ implica que los profetas fueron llevados, impulsados por el Espíritu como un barco es movido por el viento. Estaban completamente bajo la dirección del Espíritu.

Espíritu Santo. Ver com. Mat. 1:18. Esta es la única referencia directa al Espíritu en esta epístola. (7CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1-8. HAp 422. EN LA SEGUNDA CARTA DE PEDRO a los que habían alcanzado la "fe igualmente preciosa" con él, el apóstol expone el plan divino para el desarrollo del carácter cristiano. Escribe: "Gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud: por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia.

"Vosotros También, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad. Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo."

ESTAS PALABRAS ESTÁN LLENAS DE INSTRUCCIÓN, y dan la nota tónica de la victoria. El apóstol presenta a los creyentes la escalera del progreso cristiano, en la cual cada peldaño representa un avance en el conocimiento de Dios, y en cuya ascensión no debe haber detenciones. Fe, virtud, ciencia, temperancia, paciencia, piedad, fraternidad y amor representan los peldaños de la escalera. Somos salvados subiendo escalón tras escalón, ascendiendo paso tras paso hasta el más alto ideal que Cristo tiene para nosotros. De esta manera, él es hecho para nosotros 423 sabiduría y justificación, santificación y redención.

1-11. 1JT 263. LA EXHORTACIÓN de Pedro es del más alto valor para todos los que buscan la inmortalidad. Se dirige así a los que tienen la misma fe preciosa:

"Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado fe igualmente preciosa con nosotros en la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo: gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el conocimiento de Aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud: por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia. Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad. Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Mas el que no tiene estas cosas, es ciego, y tiene la vista muy corta, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.  Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será abundantemente administrada la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo."  (2Ped. 1:1-11.)

Estamos en un mundo en el cual abundan la luz y el conocimiento; 264 y sin embargo, muchos de los que profesan pertenecer a la misma preciosa fe son voluntariamente ignorantes. Los rodea la luz; y sin embargo, no se la apropian.

Los padres no ven la necesidad de informarse, de obtener conocimiento, y de ponerlo en práctica en su vida matrimonial. Si siguiesen la exhortación del apóstol, y viviesen de acuerdo con el plan de la adición, no serían infructuosos en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero muchos no comprenden la obra de la santificación. Piensan que la han alcanzado, cuando han aprendido solamente las primeras lecciones de la adición. La santificación es una obra progresiva; no se alcanza en una hora o en un día, ni se conserva luego sin esfuerzo especial de nuestra parte.

Muchos padres no obtienen el conocimiento que debieran tener en la vida matrimonial. No se cuidan de manera que Satanás no les saque ventaja ni domine su mente y su vida. No ven que Dios requiere de ellos que se guarden de todo exceso en su vida matrimonial. Pero, muy pocos consideran que es un deber religioso gobernar sus pasiones. Se han unido en matrimonio con el objeto de su elección, y por lo tanto, razonan que el matrimonio santifica la satisfacción de las pasiones más bajas. Aún hombres y mujeres que profesan piedad, dan rienda suelta a sus pasiones concupiscentes, y no piensan que Dios los tiene por responsables del desgaste de la energía vital que debilita su resistencia y enerva todo el organismo.

9-11 HAp 425.

12-21. HAp 426.

Difícilmente puede la mente humana entender la anchura, profundidad y altura de las realizaciones espirituales del que obtiene este conocimiento. 424

A NADIE SE LE IMPIDE ALCANZAR, en su esfera, la perfección de un carácter cristiano. Por el sacrificio de Cristo se ha provisto para que los creyentes reciban todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad.

Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como ejemplo delante de nosotros el carácter de Cristo. En su humanidad, perfeccionada por una vida de constante resistencia al mal, el Salvador mostró que cooperando con la Divinidad los seres humanos pueden alcanzar la perfección de carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos da Dios de que nosotros también podemos obtener una victoria completa.

ANTE LOS CREYENTES se presenta la maravillosa posibilidad de llegar a ser semejantes a Cristo, obedientes a todos los principios de la ley de Dios. Pero por sí mismo el hombre es absolutamente incapaz de alcanzar esas condiciones. La santidad, que según la Palabra de Dios debe poseer antes de poder ser salvo, es el resultado del trabajo de la gracia divina sobre el que se somete en obediencia a la disciplina y a las influencias refrenadoras del Espíritu de verdad. La obediencia del hombre puede ser hecha perfecta únicamente por el incienso de la justicia de Cristo, que llena con fragancia divina cada acto de acatamiento. La parte que le toca a cada cristiano es perseverar en la lucha por vencer cada falta. Constantemente debe orar al Salvador para que sane las dolencias de su alma enferma por el pecado. El hombre no tiene la sabiduría y la fuerza para vencer; ellas vienen del Señor, y él las confiere a los que en humillación y contrición buscan su ayuda.

LA OBRA DE TRANSFORMACIÓN de la impiedad a la santidad es continua. Día tras día Dios obra la santificación del hombre, y éste debe cooperar con él, haciendo esfuerzos perseverantes a fin de cultivar hábitos correctos. Debe añadir gracia sobre gracia; y mientras el hombre trabaja según el plan de adición, Dios obra para él según el plan de multiplicación, Nuestro Salvador está siempre listo para oír y contestar la oración de un corazón contrito, y multiplica para los fieles su gracia y paz.425

GOZOSAMENTE DERRAMA sobre ellos las bendiciones que necesitan en sus luchas contra los males que los acosan.

Hay quienes intentan ascender la escalera del progreso cristiano, pero a medida que avanzan, comienzan a poner su confianza en el poder del hombre, y pronto pierden de vista a Jesús, el autor y consumador de su fe. El resultado es el fracaso, la pérdida de todo lo que se había ganado. Ciertamente es triste la condición de los que habiéndose cansado en el camino, permiten al enemigo de las almas que les arrebate las virtudes cristianas que habían desarrollado en sus corazones y en sus vidas. "Más el que no tiene estas cosas -declara el apóstol,- es ciego, y tiene la vista muy corta, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados."

EL APÓSTOL PEDRO HABÍA TENIDO UNA LARGA EXPERIENCIA EN LAS COSAS DIVINAS. Su fe en el poder salvador de Dios se había fortalecido con los años, hasta probar, más allá de toda duda, que no hay posibilidad de fracasar para aquel que, avanzando por fe, asciende escalón tras escalón, siempre hacia arriba y hacia adelante hasta el último peldaño de la escalera que llega a los mismos portales del cielo.

POR MUCHOS AÑOS PEDRO había recalcado a los creyentes la necesidad de un crecimiento constante en gracia y en conocimiento de la verdad; y ahora, sabiendo que pronto iba a ser llamado a sufrir el martirio por su fe, llamó una vez más su atención al precioso privilegio que está al alcance de cada creyente. En la completa seguridad de su fe, el anciano discípulo exhortó a sus hermanos a tener firmeza de propósito en la vida cristiana. "Procurad -rogaba Pedro- tanto más de hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será abundantemente administrada la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo." ¡Preciosa seguridad! ¡Gloriosa es la esperanza del creyente mientras avanza por fe hacia las alturas de la perfección cristiana!

"Yo no dejaré de amonestaros siempre de estas cosas -les 426 decía,- aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. Porque tengo por justo, en tanto que estoy en este tabernáculo, de incitaros con amonestación: sabiendo que brevemente tengo de dejar mi tabernáculo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia, que después de mi fallecimiento, vosotros podáis siempre tener memoria de estas cosas."

PEDRO ESTABA BIEN PREPARADO para hablar de los propósitos de Dios para con la raza humana; porque durante el ministerio terrenal de Cristo, había visto y oído mucho concerniente al reino celestial. "Porque no os hemos dado a conocer la potencia y la venida de nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas por arte compuestas -recordó a los creyentes;- sino como habiendo con nuestros propios ojos visto su majestad. Porque él había recibido de Dios Padre honra y gloria, cuando una tal voz fue a él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos juntamente con él en el monte santo."

POR MUY CONVINCENTE que fuese esa evidencia de la certidumbre de la esperanza de los creyentes, había otra aun más convincente en el testimonio de la profecía, por medio de la cual la fe de todos puede ser confirmada y asegurada firmemente. 

"Tenemos también -declaró Pedro- la palabra profética más permanente, a la cual hacéis bien de estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de particular interpretación, porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo." 

Ministerio Hno. Pio


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