jueves, diciembre 16, 2021

REFLEXIÓN 949. EXHORTACIÓN A UNA VIDA SIN PECADO: Cristo El Abogado Y Propiciación Por El Pecado… /LOS HIJOS DE DIOS EN CONTRASTE CON LOS HIJOS DEL DIABLO: La Justicia De Los Hijos De Dios (1 JUAN 2).

1 Juan 2.

EXHORTACIÓN A UNA VIDA SIN PECADO, 2:1-28.

A.-  CRISTO El Abogado Y Propiciación Por El Pecado, 2:1-2.

“Consuelo En Cuanto A Los Pecados Por La Debilidad”.

B.-    ANDAR como él anduvo, 2:3-6.

“Conocer Correctamente A Dios

Equivale A Guardar Sus Mandamientos”

C.-  El Mandamiento Nuevo, 2:7-11.

“Amar A Nuestros Hermanos”

D.- EXHORTACIONES Personales A Los Hijos Espirituales, 2:12-28.

1. Razones para escribir, 2:12-14.

2. No Amar Al Mundo, Para No Ser Enemigos De Dios, 2:15-17.

3. Cuidarse De Los Anticristos Y Sus Herejías, 2:18-26.

“Debemos Guardarnos De Los Engañadores,

De Cuyas Mentiras Están A Salvo Los Justos

Debido A Su Perseverancia En La Fe Y Santidad De Vida”.

4. Permanecer En Cristo A Fin De Prepararse Para Su Venida, 2:27-28.

LOS HIJOS DE DIOS En Contraste Con Los Hijos Del Diablo, 2:29.

“La justicia de los hijos de Dios”.

1 HIJITOS míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiera pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

3 Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. 4 El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; 5 pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 6 El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

7 Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. 8 Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.

9 El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. 10 El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. 11 Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

12 Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. 13 Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. 14 Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.

15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, abrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.

20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. 22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.

24 Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. 25 Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.

26 Os he escrito esto sobre los que os engañan. 27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. 29 Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él. (1 Juan 2).

1. Hijitos. Gr. tekníon (ver com. Juan 13:33), 

diminutivo de téknon, "hijos"

 (ver com. Rom. 8:14). 

Puede traducirse "queridos hijos" porque el diminutivo se usa para expresar cariño antes que estatura o edad. El Salvador y su discípulo amado son los únicos que usan esta palabra en el NT (Juan 13:33; 1Juan 2:12,28; 3:7,18; 4:4; 5:21), aunque en algunos MSS de Gál. 4:19 aparece como parte de la carta de Pablo.

La ternura de esta expresión podría sugerir que el apóstol se estaba dirigiendo a sus propios conversos.

El anciano apóstol tenía derecho a llamar "hijitos" aun a los padres (1Juan 2:12-14). Consideraba a todos los cristianos como miembros de una gran familia cuyo Padre es Dios (cf. Efe. 3:14-15), pero en la cual había muchos padres e hijos humanos. Esto no significa, sin embargo, que Juan aceptara el título de "padre". Cristo había ordenado a sus discípulos que no dieran a nadie nombre alguno que significara dominio sobre la conciencia de otro o sobre lo que debe creer (Mat. 23:7-9; cf. DTG 564).

Estas cosas. Puede ser una referencia al capítulo precedente o al contenido de toda la epístola. Ambas posibilidades concuerdan con la intención del autor.

Escribo. En un pasaje anterior (cap. 1:4) Juan escribe en plural, pero aquí da más intimidad a su mensaje y limita la referencia a sí mismo, así como se dirige a sus lectores llamándolos "hijitos".

No pequéis. El tiempo del verbo griego muestra que Juan aquí habla de caer en el pecado, de cometer pecados específicos (cf. com. cap. 3: 9). 

Él quería que sus lectores evitaran cometer aun un solo acto de pecado. No hay una verdadera interrupción del pensamiento entre los cap. 1 y 2, pues en ambos se anima a los cristianos a apropiarse del poder divino para vivir libres de pecado. 

Sin embargo, Juan ya ha advertido (cap. 1:10) contra la pretensión de no haber pecado. ¿Quiere decir con esto que esperaba que los hombres se conformaran con seguir pecando? No. La liberación completa del poder del pecado es la meta que se pone delante de los hijos de Dios, y se han ordenado todos los medios para que la alcancen (ver com. cap. 3:6).

Si alguno hubiere pecado. Es decir, que haya caído en pecado o cometido un acto pecaminoso. Aunque la meta del cristiano es no pecar, Juan reconoce la posibilidad de que un sincero cristiano cometa un pecado (cf. com. cap. 1:7-9). Lo hace no porque tolera el pecado, sino para presentar a Aquel que puede salvar al cristiano del pecado en que pudiera haber caído.

Abogado. Gr. parákl'tos (ver com. Juan 14:16). Sólo Juan usa esta palabra en el NT. En el Evangelio se refiere al Espíritu Santo (Juan 14:16,26; 15:26; 16:7). "Abogado" se refiere, por la propia identificación de Juan, al Hijo en su obra de salvación; pero es claro que el autor considera que tanto el Hijo como el Espíritu llevan a cabo la obra de parákl'tos. "Mediador" o "intercesor" hubiera sido una mejor traducción.

Tenemos. Juan se incluye de nuevo entre sus lectores, quizá para destacar que Cristo se a convertido en el abogado de todos los cristianos.

Para con el Padre. "Para con" es una traducción de pros, la misma palabra griega usada antes (cap.1:2) y en Juan 1:1-2. 

Indica la relación íntima entre el Abogado y el Padre: el Mediador se halla en la misma presencia de Dios y es igual a él (ver com. Juan 1:1; Heb. 7:25).

Jesucristo. Ver com. Mat. 1:1; Fil. 2:5.

El justo. Gr. díkaios (ver com. Mat. 1:19). Cristo continúa siendo justo después de haber sido "tentado en todo según nuestra semejanza" (Heb. 2:18; 4:15; 7:26), y por esta razón se halla capacitado para ser nuestro Sumo Sacerdote y Abogado. 

Si hubiese pecado no podría presentarse ante el Padre; si no hubiera sufrido las tentaciones, no podría ser nuestro verdadero representante. Los gnósticos afirmaban que todo ser alberga luz y tinieblas en grados diferentes, y por eso concluían que hasta en el carácter del Salvador hubo una pequeña proporción de pecado. Pero esa falsa enseñanza es fuertemente refutada por el apóstol.

2. Propiciación. Gr. hilasmós, afín del verbo hiláskomai, "ser propicio" (Luc. 18:13), "expiar los pecados" (Heb. 2:17). Ver com. Rom. 3:25. En el concepto pagano una "propiciación" era un presente o sacrificio que tenía el propósito de apaciguar la ira de un dios para convertirlo en amigo, o que perdonara; pero nuestro Dios no tiene por qué ser apaciguado o reconciliado con nosotros, pues él ama a los hombres aun cuando son pecadores (Rom. 5:8; Apoc. 13:8). Nosotros somos los que necesitamos ser reconciliados con Dios (2Cor. 5:18-19). La sintaxis griega destaca que Cristo es en sí mismo la propiciación y también el propiciador. Él es tanto el sacerdote como la víctima.

Por nuestros pecados. O "en cuanto a nuestros pecados", la esfera en la cual actúa la propiciación. Si no hubiera pecado, no habría necesidad de propiciación; pero Juan reconoce que aun los cristianos han pecado y presenta la seguridad de que "Jesucristo el justo" se ha hecho cargo de esos pecados mediante su muerte expiatoria. El ofrece su propia sangre para la eliminación de nuestros pecados (Juan 1:29; Heb. 9:25-26; DTG 608).

Todo el mundo. Las palabras "los de" han sido añadidas. La cláusula completa podría ser traducida, "sino también en cuanto a [teniendo en cuenta a] todo el mundo". Algunos han interpretado que esto se refiere a la suma total de pecados en todo el mundo. Sin embargo, las palabras añadidas hacen que la afirmación esté de acuerdo con la enseñanza bíblica de que Cristo murió para quitar los pecados de todo el mundo (Juan 1:29; Heb. 2:9; 2Ped. 3:9). Los pecados de cada hombre, mujer y niño son colocados sobre el Salvador. Sin embargo, esto no significa salvación universal, pues la Biblia declara explícitamente que la salvación es nuestra sólo si individualmente aceptamos la salvación ofrecida.

3. En esto. Se refiere a la condición que se registra en la segunda mitad del versículo: "si guardamos sus mandamientos" (cf. vers. 5; cap. 3:16,19; etc.). 

Juan frecuentemente usa en su Evangelio una expresión similar: "por esto" o "por esta causa", para referirse retrospectivamente a lo dicho y para proseguir con el tema (Juan 5:16,18; 8:47; etc.); pero en esta epístola "en esto" generalmente se refiere a lo que sigue (cf. com. cap. 4:9).

Sabemos que nosotros le conocemos. En el griego no sólo los verbos son diferentes, sino también los tiempos. El primero está en presente; el segundo en perfecto, que da la idea de haber conocido y de seguir conociendo. 

Juan emplea a menudo el verbo "conocer" (Juan 14:7; 17:3,25; 1Juan 2:4,13; 3:1; 4:2) en relación con "Dios", para expresar no un simple conocimiento del Señor sino un trato personal con él (cf. com. Juan 17:3). Este conocimiento era una barrera eficaz contra las heréticas enseñanzas gnósticas acerca de Cristo, a las que ya se ha hecho referencia (ver pp. 643-644).

Le. Es decir, Cristo, el Abogado (vers. 1), la Propiciación (vers. 2). Una vida amoldada a la voluntad de Dios es la única evidencia segura de que una persona conoce a Dios. Juan continúa refutando en toda esta epístola la pretensión de los gnósticos de que sólo el conocimiento tiene valor y que la conducta no tiene especial importancia para determinar la situación del hombre ante Dios. Los apóstoles declaran que no son los oidores de la Palabra los que son justificados, sino los hacedores de ella (Rom. 2:13; Sant. 1:22-23). Las pretensiones de piedad deben corresponder con la conducta moral.

Guardamos sus mandamientos. La flexión del verbo traducida "guardamos" (del verbo t'réÇ), expresa la idea de observar en forma continuada, de seguir guardando. Aquí representa el propósito íntimo que produce la conformidad de nuestros actos con la voluntad de Dios, como se expresa en sus "mandamientos". 

En cuanto a "mandamientos" (entol'), ver com. Mat. 19:17; Juan 14:15.

 Juan usa muchas veces la frase "guardad [o 'guarda'] mis mandamientos" y su equivalente "has guardado la palabra", o expresiones similares (Juan 14:15,23; 1Juan 3:22,24; 5:2; 2Juan 6; Apoc. 3:10; 12:17).

4. El que dice. Cf. com. cap. 1:6. Es probable que se trate de los que, influidos por herejías como el docetismo (ver p. 643), pretendían conocer a Cristo pero, en realidad, no tomaban en cuenta sus mandamientos. 

A esas personas alude Juan para evitar nombrarlas o incluir específicamente a sus lectores dentro del número de ellas (cf. cap. 2:6,9). No había excusa para esas enseñanzas engañosas dentro de la iglesia, pues Cristo había hecho claro que el está dispuesto a recibir la verdad, le será revelada (ver com. Juan 7:17), y que los que realmente lo aman, guardarán sus mandamientos (ver com. cap. 14:15).

Es mentiroso. Tanto la persona como su pretensión son falsas. 

El mentiroso demuestra con su conducta 

que "la verdad no está en él" (cf. com. cap. 1:6,8). 

Nótese otra vez el uso paralelo y contrastante de expresiones 

afirmativas y negativas (cf. cap. 1:5-6, 8,10).

5. El que guarda. El apóstol no se satisface con dejar a sus lectores sólo el cuadro negativo, sino que inmediatamente describe el aspecto positivo para animar a los fieles.

En éste verdaderamente. El adverbio "verdaderamente" se destaca en forma aguda con la ilusoria pretensión mencionada en el vers. 4.

Amor de Dios. Puede ser el amor del hombre a Dios, o el amor que Dios siente por el hombre. Juan usa estas palabras en ambos sentidos, pero parece referirse principalmente al segundo (cap. 4: 9; cf. cap. 3:1, 16-17; 4:14,16; sin embargo, ver además cap. 2:15; 5:3). "El amor es de Dios" (cap. 4:7). 

Todo verdadero amor proviene de Dios, y el que se siente movido a guardar los mandamientos de Dios, lo hace en virtud del amor que emana de Dios. 

En cuanto a "amor" (agáp'), ver com. Mat. 5:43-44; 1Cor. 13:1.

Perfeccionado. Gr. teleióÇ, "completar", "perfeccionar". "Ha llegado a su plenitud" (BJ). En cuanto al adjetivo téleios, ver com. Mat. 5:48.

Por esto. Ver com. vers. 3, donde equivale a "en esto". Esta expresión podría referirse aquí a guardar la Palabra de Dios (vers. 5), o a andar como anduvo Cristo (vers. 6). 

Ambas afirmaciones demuestran que se está en Cristo.

En él. Es decir, en Cristo. Esta frase aparece con frecuencia en el NT. 

Ver com. 2Cor. 5:17; Efe. 1:1; cf. com. 1Juan 15:4, Gál. 2:20.

6. El que dice. Ver com. vers. 4. 

Una referencia a todos los que dicen ser cristianos, ya sean sinceros o no.

Permanece. Gr. ménÇ "quedarse", "continuar", "permanecer", "morar". Juan usa mucho el verbo ménÇ: 41 veces en su Evangelio y 26 veces en sus tres epístolas.

En sus escritos tiene con frecuencia un sentido místico que indica la unión que hay entre Dios y Cristo (Juan 14:10), y la unión similar que debe haber entre Cristo y el creyente (Juan 15:4-10; 1Juan 2:24,28; 3:6,24).

"Permaneced en él" o "permanece en él" es el equivalente de Juan para "estar en Cristo", que usa Pablo (ver com. "en él", vers. 5). Aunque esta expresión tiene un significado místico, también tiene una aplicación práctica que se refiere a la vida diaria del cristiano.

Debe. Gr. oféilÇ, "deber", con referencia a deudas (Mat. 18:28; etc.); "estar bajo la obligación" de hacer algo (Juan 13:14). Juan usa este verbo cuatro veces en sus epístolas (vers. 6; 1Juan 3:16; 4:11; 3Juan 8). En el contexto bíblico oféilÇ equivale a un agudo sentido de obligación moral.

Andar. Gr. peripatéÇ (ver com. Efe. 2:2), verbo que se usa a menudo en el NT para referirse a la conducta cristiana (cf. com. 1Tes. 2:12).

Como él anduvo. Jesús nos dejó un ejemplo perfecto para que lo sigamos todos. 

El cristiano debe estar completamente familiarizado con esa vida impecable, para imitarla y aplicar sus principios a las condiciones en que le toque vivir. Juan insiste en que el que dice que vive en Cristo debe demostrar diariamente que está imitando a su Salvador. La vida debe concordar con la profesión de fe que se hace (CC 57-58).

7. Hermanos. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "amados". Es un término adecuado aquí, pues Juan lo usa como introducción a una sección que trata del amor entre los hermanos (vers. 7-11). "Amados" (BA); "carísimos" (BC, NC).

Nuevo. Gr. kainós, "nuevo" en calidad antes que en tiempo. Este mandamiento no es de otra clase. En la oración siguiente, la palabra que se traduce "antiguo" (palaiós) indica que el "mandamiento" fue dado hace mucho tiempo. Juan niega cualquier supuesta intención de dar a sus lectores una nueva clase de "mandamiento", ya que el antiguo es adecuado. El contexto (vers. 9-11) indica que el "mandamiento" del cual se habla es el amor al hermano (ver com. Juan 13:34).

Desde el principio. Posiblemente desde el principio de la vida cristiana de los lectores, aunque algunos sugieren que se refiere al momento en que Cristo dio este "mandamiento", o aun antes en el Sinaí (ver com. Mat. 22:39-40).

Palabra. Gr. lógos, aquí, "conjunto de enseñanzas", "mensaje". Juan se refiere a una enseñanza anterior debido a la cual los "hermanos" habían abrazado la fe cristiana.

8. Sin embargo. Este versículo provee la explicación del inmediato anterior.

Mandamiento nuevo. El mandamiento "antiguo" hubiera sido suficiente si se hubiera aceptado su consejo. Pero los seres humanos oscurecieron hasta tal grado el verdadero propósito de la ley, que perdieron completamente de vista su calidad espiritual. En sus enseñanzas, y muy especialmente en el Sermón del Monte, Cristo eliminó las añadiduras seculares y reveló el brillo original del "mandamiento"

 (ver com. Mat. 5:22). 

Esa enseñanza parecía tan nítida y significativa, que pudo adecuadamente describirla como un mandamiento "nuevo" (ver com. Juan 13:34).

En él y en vosotros. La repetición de la preposición "en" sugiere que hay una diferencia entre la forma en que esta afirmación opera en Cristo y en el creyente. 

En Cristo, el mandamiento no necesitaba ser renovado, pues era una expresión del carácter del Señor; en nosotros, el mandamiento debe ser puesto en acción para transformar nuestros caracteres a fin de que puedan ser "verdaderos". Esto sucede cuando nos amamos mutuamente como Cristo nos ha amado.

Tinieblas. Ver com. Juan 1:5.

Van pasando. Gr. parágÇ, "irse", "desaparecer". En el vers. 17 se describe la naturaleza transitoria del mundo pecaminoso. El tiempo de los verbos en griego -"van pasando", "está alumbrando"- indica que Juan se da cuenta de que las tinieblas no se despejarían inmediatamente. La victoria de "la luz verdadera" sobre las tinieblas sería gradual, pero segura. Estas tinieblas están constituidas por la ignorancia, voluntaria o involuntaria, que impide que los seres humanos vean la verdadera naturaleza de la Palabra de Dios.

La luz verdadera. Es decir, la revelación de Dios por medio de Jesucristo. 

(Ver com. Juan 1:4-9).

Ya alumbra. La luz verdadera ha estado brillando sobre el mundo entenebrecido desde la encarnación, y los hombres han tenido desde entonces menos excusa que antes para permanecer en las tinieblas. La venida de Jesús significó una nueva responsabilidad y también una nueva bendición para los hombres.

9. El que dice. Ver com. vers. 4. Juan parece referirse otra vez a las enseñanzas heréticas, como las de los gnósticos. 

Ya había contrastado la luz con las tinieblas (cap. 1:5-7; 2:8) y la verdad con la mentira (cap. 1:8-10; 2:4). Ahora se ocupa del amor y del odio (cap. 2:9-11).

En la luz. En un pasaje anterior (cap. 1:5-7) se presenta el estado de los que verdaderamente están "en la luz" (ver el respectivo comentario).

Aborrece. Nada se dice del grado de aborrecimiento. Puede ser en un estado pasivo por falta de amor, o como una aversión activa, o como un odio maligno que procura dañar al que se odia. El más leve rastro de odio es suficiente para mostrar que el Dios de amor no gobierna plenamente el corazón Mat. 5:21-22; DMJ 51-54).

Hermano. En los escritos de Juan, excepto cuando especifica una relación familiar, la palabra "hermano" por lo general se refiere a un miembro de la iglesia cristiana. Aunque el odio en el corazón significa que un hombre está en tinieblas, Juan especialmente se interesa en las relaciones cristianas.

Tinieblas. Ver com. cap. 1:5. El que dice que disfruta de luz espiritual y sin embargo alberga dio hacia un hermano en la fe, demuestra claramente que está en tinieblas espirituales "todavía", es decir, en el mismo momento en que se jacta de estar en la luz.

10. El que ama. Dios es amor (cap. 4:8). Dios es luz (cap. 1:5), y el que continúa amando a su hermano a pesar de las circunstancias que podrían generar odio, está viviendo su vida con Dios, y por lo tanto anda en la luz divina.

En él. O "en ella". El texto griego puede entenderse en una u otra forma. "En él" se referiría al "que ama" a su hermano; "en ella", a "la luz" (cf. Juan 11:9-10). 

Una comparación con 1Juan 2:11 podría implicar la segunda posibilidad. Si así fuera, el vers. 10 constituiría la primera parte de una antítesis (la luz no hace tropezar a nadie), y el vers. 11 la segunda parte (las tinieblas ciegan los ojos).

Tropiezo. Gr. skándalon (ver com. Mat. 5:29; 16:23; 1Con 1:23).

11. El que aborrece. Un contraste diametral con el que ama (vers. 10). En vez de habitar en la luz vivificante de Dios, permanece en tinieblas espirituales.

Anda. Ver com. vers. 6. El aborrecimiento a su hermano ha afectado otros aspectos de su vida, hasta el punto de que su existencia está completamente entenebrecido.

A dónde va. La expresión completa es una cita de las palabras de Cristo (Juan 12:35). Hubiera sido raro que el discípulo amado no repitiera algunas de las sentencias de su Maestro. El que odia sin duda piensa que sabe a dónde va, pero está engañado. No se da cuenta de su destino final. Si lo supiera, probablemente cambiaría su estilo de vida (ver Prov. 14:12).

Las tinieblas le han cegado. La ceguera ya ha ocurrido. La luz es esencial para la vista, y el que rechaza la luz, pierde la facultad de ver. 

La idea de que el rechazo de la luz lleva a la ceguera espiritual también se encuentra en el AT (cf. Sal. 82:5; Ecl. 2:14; Isa. 6:10); pero el que prefiere vivir en la luz recibe más iluminación y orientación (Prov. 4:18-19). 

Ninguna figura de lenguaje podría describir adecuadamente la condición de los que odian a sus hermanos. El ciego vive en tinieblas y sabe que es ciego; pero los que han sido cegados por Satanás piensan que ven cuando en realidad andan a tientas; se ven a sí mismos como seres superiores que caminan por un sendero iluminado hacia un fin deseable (ver com. Gén. 3:6).

12. Os escribo. El apóstol deja a un lado algunas consideraciones generales (cap. 1:4 a 2:11) y es ocupa de problemas específicos (cap. 2:12 en adelante); sin embargo, primero enumera sus razones para escribir, nombrando algunas clases de personas en particular. 

Según el griego, dice tres veces "os escribo" y tres veces "os escribí"; según la RVR repite cuatro veces "os escribo" (vers. 12-13) y dos veces "os he escrito" (vers. 14). 

Se ha discutido mucho el significado de la diferencia de tiempo en el verbo. Algunos piensan que con "he escrito" Juan se refiere a su Evangelio; pero no hay una evidencia concluyente de que el Evangelio fuera escrito antes que la epístola (ver pp. 642-643).

Otros ven en esto una referencia a una epístola previa que se perdió.

Otros sugieren que Juan sencillamente variaba su lenguaje para evitar monótonas repeticiones. Pero él, más que los otros escritores del NT, no teme una aparente monotonía cuando estima que es un recurso literario eficaz, y sus variaciones rara vez carecen de significado. Por lo tanto, otros sugieren que al usar el tiempo presente Juan se refiere a lo que está por escribir, y con el pasado, a lo que ha escrito poco antes.

Hijitos. Gr. tekníon (ver com. vers. 1). Que esta palabra abarca a todos los fieles miembros de la iglesia - ancianos y jóvenes-, es claro por el resto del versículo. 

Los mensajes para grupos de personas de una edad especifica, 

aparecen en los vers. 13 y 14.

Porque. Gr. hóti, "que" o "porque". Algunos prefieren "que", pensando que Juan quiere recordar a sus lectores que sus pecados están perdonados. Si bien es cierto que esta traducción de hóti es posible aquí no es aceptable en los vers. 13 y 14.

Han sido perdonados. Este pretérito perfecto griego indica, como en español, que continúa el resultado de un acto pasado, en este caso de perdón. Ver com. cap. 1:9.

Por su nombre. O "debido a su nombre [de Cristo]" "a causa de su nombre", "en atención a su nombre" (ver com. Sal. 31:3; Hech. 3:6,16; cf. com. Hech. 4:12). 

El Padre perdona el pecado del pecador arrepentido debido al "nombre" de Cristo, es decir, en virtud del carácter y la obra del Salvador. Como los lectores de Juan sabían por experiencia propia que había perdón en el nombre del Salvador, el apóstol se sentía en libertad de tratar con ellos profundas verdades espirituales. El perdón había abierto un nuevo mundo ante ellos, y él tiene ahora el propósito de ayudarlos a explorarlo.

13. Os escribo. Ver com. vers. 12.

Padres. Una forma insólita en el NT para dirigirse a otros. 

En el AT frecuentemente se refiere a antepasados (Gén. 15:15; 31:3; etc.); también se usa así en el NT (Hech. 3:13,22,25; etc.)."Padres" también puede incluir a los ancianos o dirigentes del pueblo (Hech. 7:2; 22:1).

Parece que Juan se dirige aquí a varones de edad avanzada ya fueran padres carnales o no, en contraste con el grupo siguiente: los "jóvenes". Los "padres "podrían haber vivido como cristianos durante mucho tiempo, además de ser de edad avanzada, por lo que habrían alcanzado madurez espiritual.

Porque. Ver com. vers. 12.

Conocéis. Gr. ginóskÇ (ver com. vers. 3). Es poco probable que algunos de los lectores de Juan hubieran conocido a Cristo personalmente, todos tenían el privilegio de cultivar una verdadera relación espiritual con él. Tenemos el privilegio de disfrutar de la misma convicción íntima de comunión con el Salvador (cf. com. Fil. 3:10). Todos los cristianos deben poder decir junto con Pablo: "yo sé a quién he creído" (2Tim. 1:12).

Al que es desde. Una comparación con el pasaje anterior (cap. 1:1-3) confirma que Juan está hablando aquí del Hijo. Al final del versículo afirma que todos los creyentes poseen un conocimiento del padre.

Jóvenes. Juan divide a sus lectores en dos grupos, "padres" y "jóvenes". El que no está en el primero, estará en el segundo

Vencido. Gr. nikáÇ , "triunfar" , "vencer". Este verbo se halla 28 veces en el NT, de las cuales 6 están en esta epístola y 18 en los otros escritos de Juan. El pensamiento de la victoria cristiana ocupa un lugar dominante en el pensamiento del apóstol. El tiempo del verbo en griego indica, como en español, que los creyentes ya habían vencido y disfrutaban del gozo de su victoria.

Maligno. Es decir, el diablo (cf. com. Juan 17:15). 

Los creyentes no sólo habían conquistado la victoria sobre sus malos deseos y hábitos que los extraviaban, sino también sobre el odio perverso y las sutiles tentaciones del adversario (cf. com. Mat. 4:1).

En esta época de tanto conocimiento y jactancioso escepticismo, pocos se dan cuenta del poder del maligno y sus innumerables ayudantes. A los hombres les gusta creer que son amos de su propio destino, y se olvidan que desde que Adán pecó todos los hombres fueron hechos esclavos del maligno.  

La única manera de escapar de esa servidumbre es apropiarse del único poder personal que ha permanecido con el ser humano: la facultad de escoger otro Amo para rendirle su débil voluntad. 

Entonces Cristo los liberará de la esclavitud del diablo y dirigirá su voluntad para el bien (Rom. 6:13-23).

Os escribo. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "os escribí".

Hijitos. Gr. paidíon, término que no expresa el mismo tono de afecto que tekníon (ver com. vers. 1), pero en cambio destaca la idea de subordinación y dependencia, e implica la necesidad de conducción. Incluye sin duda, como tekníon, a todos los creyentes viejos y jóvenes (ver com. vers. 12).

Padre. O Dios. El apóstol da por sentado en el vers. 12 que los creyentes sabían que sus pecados habían sido perdonados; aquí les atribuye un conocimiento personal del, verdadero Dios. Juan destaca este conocimiento en sus epístolas y en su Evangelio pues comprende que es esencial para la vida eterna (ver com. Juan 17:3).

14. Os he escrito. Ver com. vers. 12.

Padres. Cf. Vers. 13. El conocimiento íntimo del salvador que ellos poseen, que deriva de una larga experiencia, es la característica más importante que Juan puede atribuirles. Los que han conocido a Dios también deben haber conocido al Hijo, el único medio por el cual se puede conocer al padre (ver com. Juan 1:18).

Sois fuertes. Juan hace más amplia su exhortación a los jóvenes. En el vers. 13 registra la victoria de ellos sobre el diablo. Ahora revela el factor que, la hace posible (cf. Efe. 6:10-18).

Palabra de Dios. A primera vista, podría pensarse que Juan se está refiriendo al Verbo (Palabra) encarnado (cf. com. Juan 1:1-3; 1Juan 1:1-3); pero es claro que piensa en la Palabra escrita, las Sagradas Escrituras, que pueden "morar" en el corazón o estar ocultas en él (Juan 15:7; Sal. 119:11).

La Palabra de Dios en el corazón inspira y capacita al soldado de la cruz para pelear la buena batalla (ver com. Efe. 6:17). Ella revela la condición caída del hombre, el poder y la malicia de Satanás, el poder salvador de Cristo ejercido mediante el Espíritu Santo, las normas elevadas que los hombres deben alcanzar en su devoción a ella y la gloriosa recompensa de los vencedores.

El Salvador usó de la palabra en su batalla con el tentador (Mat. 4:1-11). Librando la batalla del hombre como hombre, el salvador no tenía un arma más penetrante, que las palabras que el Espíritu Santo había inspirado para tales ocasiones (Mat. 4:4,7,10). Sólo cuando los cristianos siguen el ejemplo de Cristo -atesorando en su memoria la preciosa palabra de Dios y siguiendo su consejo-, pueden ganar la victoria sobre el yo y sobre el pecado.

Vencido. Como en el caso de los padres, 

Juan repite su razón para alabarlos (cf. vers. 13).

15. No améis. Después de dar su razón para escribirles y para esperar que siguieran su consejo, Juan continúa advirtiendo a los más jóvenes acerca de las cosas que deben evitar. Lo hace en forma directa e inequívoca usando el imperativo del verbo "amar" (agapáÇ; Ver com. Mar. 5:43; Juan 21:15). Su palabra de admonición podría traducirse "dejad de amar" o "no continuéis amando".

Mundo. Gr. kósmos, "mundo", considerado como una disposición ordenada de cosas o personas (ver com. Mat. 4:8; Juan 1:9) En el NT con frecuencia representa la multitud impía, ajena a Dios y hostil a él, o los asuntos del mundo que alejan a Dios.

Juan usa kósmos mas de 100 veces en sus escritos y más que ningún otro autor del NT. En la mayoría de los casos presenta al mundo como ajeno y hostil a Dios y en oposición a su reino. Esta modalidad podría reflejar preocupación por las falsas enseñanzas que más tarde constituyeron el gnosticismo, con su dualismo, su creencia en la lucha entre las tinieblas y la luz, entre la materia y el espíritu, entre el demiurgo y el verdadero Dios (ver t.VI, pp. 56-59).

Por lo tanto, cuando Juan ordena a sus lectores: "no améis al mundo", no está pensando en la tierra cuando salió de las manos del Creador, sino en los elementos terrenales, animados e inanimados, que Satanás ha unido en su rebelión contra Dios. Juan sabe cuán atrayente pueden parecer, y ordena a los cristianos que se cuiden de ellos y resistan su poder seductor. Aborrecer al mundo lleno de pecado no impide que el cristiano trate de ayudar al pecador. Al contrario, lo capacita para amar más eficazmente a la víctima del pecado. En ese aspecto Dios mismo es nuestro ejemplo (Juan 3:16).

Las cosas. O las partes separadas que, en conjunto, componen el kósmos. Las cosas que no se pueden usar para bien deben ser completamente evitadas, y aun muchas cosas buenas en sí mismas pueden interponerse entre el hombre y Dios.

 Casas y tierras, vestidos y muebles, parientes y amigos, son posesiones que es bueno tener, pero si cualquiera de ellas se convierte en un centro de atención que perjudica la vida espiritual, toma el lugar de Dios y se convierte en un ídolo.

(Ver com. Mat. 10:37; Luc. 14:26). 

El yo es lo que, sin ninguna duda, se interpone finalmente entre el hombre y Dios.

Si alguno. O "cuando alguno". El apóstol presenta de nuevo una afirmación condicional, aun cuando debe de haber conocido a muchos que albergaban en su corazón el amor al mundo (cf. com. cap. 1:6). Esta clase de oración condicional muestra cuál es el resultado cuando se cumple la condición: cuando se ama al mundo, el amor del Padre no está presente. Los que se encariñan con intereses opuestos a Dios, no aman realmente al Señor. El cristiano no puede servir ni amar al mismo tiempo a Dios y a las riquezas (ver com. Mat. 6:24).

Amor del Padre. Esta es la única vez que la expresión "amor del Padre" aparece en la Biblia. Se refiere al afecto del creyente por su Padre celestial, no al amor del Padre por sus hijos terrenales (ver com. vers. 5; cf. com. Rom. 5:5; 2Tes. 3:5). 

Aun cuando permitamos que el amor del mundo entre en nuestro corazón, Dios sigue amándonos pues nos amó antes de que ni siquiera pensáramos en arrepentirnos y servirle (Rom. 5:8).

16. Porque. Cf. com. vers. 12. Juan presenta ahora la razón para su afirmación categórica del vers. 15.

Deseos. Gr. epithumía, "ansia", "pasión "deseo vehemente" 

(ver com. Mat. 5:28; Juan 8:44; Rom. 7:7).

Carne. La naturaleza sensual del ser humano, que anhela el mal y en la que "no mora el bien" (Rom. 7:18; cf. Rom. 8:1). Los deseos de la carne son las ansias de complacerse en el mal.

Juan no habla del cuerpo, que posteriormente los gnósticos enseñaron que era intrínsecamente malo. Los escritores del NT consideran que en el cuerpo humano hay disposición para el bien y también para el mal, y que, por lo tanto, está sujeto a la redención comprada por Cristo (Rom. 12:1; 1Cor. 6:15; Fil. 1:20; 3:21).

La expresión "deseos de la carne" incluye todo aquello que tiende irresistiblemente a una complacencia que contradice la voluntad de Dios. El apóstol no estaba acusando a sus lectores de pecados viles, sino advirtiéndoles en cuanto a la enemistad inherente que existe entre Dios y todas las manifestaciones de pecado. Confiaba en que su advertencia serviría para salvarlos de las redes del pecado.

Los deseos de los ojos. "Concupiscencia de los ojos" (BJ). 

Si "los deseos de la carne" se aplican particularmente a los pecados que provienen del cuerpo, puede entenderse que "los deseos de los ojos" se refiere al placer mental que es estimulado por la vista. Buena parte del placer pecaminoso del mundo se experimenta mediante los ojos (ver com. Mat. 5:27-28).

Muchos que se apresurarían a negar cualquier intención de complacerse en un pecado consumado, sienten un vivo deseo de leer en cuanto al pecado, de verlo en láminas o presentado en una pantalla. Aquí se aplican las palabras de 1Cor. 10:12: "El que piensa estar firme, mire que no caiga" (cf. com. Gén. 3:6). Quizá Juan pensaba en los brutales espectáculos del circo romano, cuando los hombres luchaban a muerte entre sí o contra animales salvajes. Esos espectáculos despertaban la misma curiosidad morbosa que avivan algunos deportes inmorales en nuestros días.

Vanagloria. Gr. Alazonéia, "jactancia", "ostentación", "orgullo" (cf. com. Sant. 4:16).

Vida. Gr. bíos, "vida", aquí en el sentido de "manera de vivir" (ver com. Rom. 6:4). " expresión "vanagloria de la vida" implica una satisfacción materialista con los bienes del mundo, un estado mental en el que lo material ocupa el lugar de lo espiritual. Todos estamos inclinados en diferentes grados a una vanagloria tal, y debemos precavernos contra ella. Algunos se enorgullecen indebidamente de su trabajo; otros, de sus posesiones, su belleza o sus hijos.

No proviene del Padre. Ni los deseos apasionados ni la vanagloria que Juan menciona, provienen del Padre. Estas características indeseables se originaron con Satanás (cf. Juan 8:44).

Del mundo. Por lo tanto, es enemistad contra Dios (ver com. vers. 15).

17. El mundo. Ver com. vers. 15. Se refiere sin duda a los principios que se oponen a Dios y que producen los deseos errados mencionados en el vers. 16.

Pasa. O "está pasando" (ver com. vers. 8). Juan recuerda a sus lectores que los propósitos dudosos del amor de los hombres son transitorios. Muchos de ellos quizá parezcan permanentes e importantes, pero llegarán a su fin. Por lo tanto, ¿Qué es lo que se gana codiciándolos y corriendo tras ellos?

El que hace. Ver com. Mat. 7:21. El que hace la voluntad de Dios aplica a su propia vida cotidiana la voluntad revelada de Dios, en contraste con el que deja a Dios a un lado y prefiere los seductores caminos del mundo.

Permanece. Gr. ménÇ (ver com. vers. 6).

Para siempre. Gr. eis ton iÇna (ver com. Mat. 13:39; Apoc. 14:11). El apóstol destaca el contraste entre la vida transitoria del que ama el mundo y la experiencia permanente del que hace la voluntad de Dios. La muerte puede sorprender al cristiano fiel, pero éste tiene la seguridad de la vida eterna y por eso puede decirse que permanece "para siempre" (ver com. Juan 10:28; 11:26).

El que ama al mundo, ama lo transitorio, lo que está tan identificado con la muerte y el pecado, que irremediablemente perecerá con ellos. Con el paso del mundo y de su pecaminosidad también desaparece el que ama el pecado; pero el que ama al Dios eterno, a su reino eterno y a sus permanentes principios de rectitud, permanecerá para siempre.

18. Hijitos. Gr. paidíon (ver com. vers. 13; cf. com. vers. 1).

El último tiempo. Literalmente "última hora es". La ausencia del artículo definido en el griego con frecuencia destaca una cualidad y, como aquí, puede indicar un acontecimiento único. Juan está hablando de una única "última hora".

La mención de esta última hora final sigue inmediata y naturalmente al pensamiento del vers. 17. La consideración de la naturaleza fugaz del "mundo... y sus deseos" pone al lector frente a frente con los pensamientos del fin de las cosas terrenales, con la llegada del "último tiempo" y con la venida del Salvador (vers. 28; cf. cap. 3:2).

El significado de las palabras del apóstol debe estudiarse teniendo en cuenta las circunstancias cuando fueron escritas. El autor había vivido con Jesús, y de sus propios labios había oído que volvería. 

Ahora anciano, vivía en medio de los disturbios políticos y sociales del mundo romano, y era natural que su mente se llenara con la esperanza de ver personalmente el regreso de su Señor. 

Deseaba compartir esa esperanza con otros. Todos los otros acontecimientos eran de segunda importancia en comparación con la perspectiva de esa reunión tan largamente anhelada. Cf. Juan 14:1-3; 1Tes. 4:16-17.

Debe recordarse que el principal interés de los escritores bíblicos era espiritual y no cronológico, pues procuraban preparar a sus lectores para que se encontraran con Jesús y no se proponían darles información cronológica en cuanto a los últimos días (cf. com. Hech. 1:6-7). 

El mensaje de Juan tenía el valor inmediato de animar a sus hermanos en la fe para que vivieran pensando en el futuro regreso de Cristo. Los estimulaba a vivir de la manera en que deben vivir todos los cristianos: como si cada día fuera su último día. 

El solemne anuncio "es el último tiempo", también estimularía a los creyentes para que fueran testigos más fervientes, lo cual apresuraría el advenimiento.

Ver Nota Adicional de Rom. 13; com. Mat. 24:34; Rom. 13:11; 2Ped. 3:12; Apoc. 1:1.

Oísteis. Ya fuera por medio de Juan u otros maestros cristianos autorizados. 

Los creyentes habían sido bien instruidos acerca de los sucesos de los últimos días (cf 2Tes. 2:3).

Anticristo. En el griego "anticristo" no tiene artículo, como si fuera nombre propio. También podría traducirse con el artículo indefinido, "un Anticristo" (BJ). "Anticristo" es una transliteración de antíjristos, sustantivo griego compuesto de antí, "contra" o "en lugar de", jristós, "Cristo". Por lo tanto, la palabra puede significar uno que se opone a Cristo, o uno que pretende ocupar el lugar de Cristo, o uno en quien se combinan ambas características. El título "anticristo" podría también aplicarse a cualquiera que pretendiera ocupar el lugar de Cristo, pues esa es una pretensión falsa.

El apóstol Juan es el único que usa el vocablo "anticristo" en el NT (vers. 18, 22; 4:3; 2Juan 7), pero no da ninguna indicación precisa para identificar específicamente a ninguna persona, personas u organización. Da como hecho que sus lectores conocían el tema, que esperaban la venida del "anticristo" y que creían que su presencia indicaba la proximidad de los últimos días. Sin duda Juan pensaba en herejías de su época como el docetismo y la herejía de Cerinto, ramificaciones del gnosticismo de entonces (ver t. VI, pp. 56-59; t. VII, pp. 643-644; com. 1Juan 2:22; 2Juan 7).

Es oportuno recordar que el "anticristo" original y por antonomasia es Satanás, quien siempre se ha opuesto a Cristo con la ayuda de varios instrumentos humanos. Muchos siglos antes de que el hombre fuera creado, Satanás intentó desplazar a Cristo (ver com. Isa. 14:12-14; Eze. 28:12-13), y desde entonces ha inspirado sin cesar toda oposición contra Dios y su Hijo Jesucristo (cf. com. 2Tes. 2:8-9).

Viene. O "está por venir" (cf. com. Juan 14:3). La flexión del verbo da énfasis a la certidumbre de un acontecimiento aún futuro en el momento en que los creyentes escuchaban por primera vez acerca de él. Juan prosigue explicando que la profecía acerca de la venida del "anticristo" está en proceso de cumplimiento en el momento en que él escribe.

Muchos anticristos. El plural indica que Juan no se refería a ninguna manifestación específica, sino que clasificaba como "anticristos" a todos los adversarios heréticos. 

El cristianismo todavía estaba en su infancia, sin embargo, ya habían prosperado varias falsas enseñanzas y estaban atacando a la joven iglesia (ver t. VI, pp. 53-60).

Por esto conocemos. Aunque la apostasía es lamentable, Juan la ve como una señal del fin que se aproxima, y en ese sentido advierte a sus lectores.

19. Salieron de nosotros. O "se apartaron de nosotros". Ya habían salido los falsos maestros (vers. 18).  Los lectores no necesitaban que se les dijeran las circunstancias de la apostasía, la cual, sin duda, conocían bien. No se sabe si los "anticristos" y sus seguidores se apartaron voluntariamente de la iglesia, o si fueron expulsados; lo que sí es claro es que esos falsos maestros originalmente habían profesado el cristianismo.

No eran de nosotros. No habían experimentado el genuino arrepentimiento ni nunca habían pertenecido de corazón a la iglesia. Pero sin duda se habían convencido a sí mismos de que sus falsas enseñanzas acerca de la naturaleza de Cristo eran verdaderas.

Permanecido. Gr. ménÇ, "quedarse", "morar", voz que Juan usa con frecuencia (ver com. vers. 6). Si los miembros que apostataron hubieran pertenecido verdaderamente a la iglesia, habrían permanecido en ella compartiendo de su espíritu. Su salida demostraba la debilidad de su relación con Cristo y la iglesia.

Se manifestase. Mientras los falsos maestros permanecieran dentro de la iglesia, no era fácil que los fieles discernieran su verdadero carácter; pero cuando salieron de la iglesia se manifestó su herejía, y se hizo evidente que, en realidad, nunca habían pertenecido a Cristo.

No todos son de nosotros. Es decir, sólo algunos son de nosotros. El texto griego puede interpretarse también como que ninguno de los apóstatas jamás perteneció realmente a la iglesia. Algunos han deducido, apoyados en esta declaración de Juan, que estos apóstatas habían sido predestinados para la perdición y que ningún verdadero cristiano puede caer de la gracia.

Sin embargo, no debe olvidarse que Juan advierte a sus lectores en cuanto a los peligros que amenazan la senda del cristiano (vers. 15-17), ya que había la posibilidad de que algunos que pertenecían a Cristo pudieran extraviarse. 

Si se apartan de la iglesia es debido a su propia elección (ver com. Juan 10:28), y no por ningún decreto divino irrevocable. Acerca de la predestinación bíblica, ver com. Juan 3:17-21; Rom. 8:29; Efe. 1:4-6; cf. 1Ped. 1:2.

20. Unción. Gr. jrísma, "ungimiento", del verbo jríÇ, "ungir" (ver com. Mat. 1:1). 

El uso de jrísma puede haber sido sugerido por el uso de antíjritos (vers. 18). 

Cf. com. Mat. 3:11; Luc. 24:49.

Santo. El AT habla de Dios como el Santo de Israel (Sal. 71:22; Isa. 1:4; etc.). El NT aplica específicamente ese título a Cristo (Mar. 1:24; Hech. 3:14; ver com. Juan 6:69). Juan sabía que el Espíritu Santo había sido dado por el Padre a través de la mediación del Hijo (Juan 14:16,26), y por lo tanto la referencia puede ser tanto al Padre como al Hijo.

Conocéis todas las cosas. La evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto "vosotros todos sabéis". Juan no dice que los cristianos poseen todo el conocimiento, sino que todos los cristianos tienen suficiente conocimiento. Sin embargo, "conocéis todas las cosas" también tiene un buen apoyo textual, pero no debe entenderse que los cristianos poseen todo el conocimiento sino sencillamente que tienen todo el conocimiento esencial para su salvación.

El ungimiento en el AT era únicamente para los sacerdotes, gobernantes y profetas (Exo. 29:7; 1Sam. 9:16; 1Rey. 19:16); pero bajo el nuevo pacto todos los creyentes están ungidos y todos reciben el conocimiento divinamente impartido, que conduce a la vida eterna (ver com. Juan 14:26; 16:13).

21. No os he escrito. El apóstol, con mucho tacto, no se dirige a sus lectores como si necesitaran instrucción, sino que los exhorta en términos del conocimiento que ya poseen (cf. com. vers. 12-14).

La conocéis. El verdadero cristiano no tiene por qué temer la pretensión de sus adversarios de que poseen un conocimiento superior. El continuo ungimiento del Espíritu Santo le imparte el conocimiento esencial para la salvación y la capacidad de usar hábilmente ese conocimiento en la causa de la verdad.

Ninguna mentira. Es decir, todo rastro de falsedad proviene de una fuente que no es aquélla de la que emana la verdad. La verdad se origina en Cristo. Las mentiras, sean cuales fueren, tienen su origen en Satanás, el padre de la mentira (ver com. Juan 8:44).

22. ¿Quién es el mentiroso? Es decir ¿quién es el gran mentiroso?

El que niega. Juan ya ha advertido la presencia de los falsos maestros (vers. 18-21), y ahora procede a identificar su doctrina. El tiempo del verbo griego implica una negación continua.

Jesús es el Cristo. Ver com. Mat. 1:1; Fil. 2:5. Juan expone como fundamental la creencia de que Jesús de Nazaret es el Cristo, el Ungido, el Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo (ver com. Luc. 1:35; Juan 1:14; Nota Adicional de Juan 1).

El que lo niega, está negando el hecho histórico central de la redención, y de esa manera hace imposible su propia salvación (ver com. Hech. 4:12).

No Puede Haber Una Perversión Más Destructora Del Cristianismo Que Negar La Deidad De Jesús.

El docetismo, y más tarde el gnosticismo y otras herejías, pervirtieron grandemente la verdad concerniente a la naturaleza de Cristo (ver t. V, pp. 870-871; t. VI, pp. 56-59), y Juan se refiere en primer lugar a esas enseñanzas negativas.

La verdad presente era para él la aceptación plena de Jesús como el Hijo de Dios encarnado, como lo presenta elocuente y enfáticamente en su Evangelio (Juan 1:1-3, 14) y en esta epístola (cap. 2:22; 4:1-3, 15; 5:1,5). 

La misma gloriosa verdad necesita ser proclamada con énfasis ahora, junto con los mensajes que incumben especialmente a nuestro tiempo (ver com. Apoc. 14:6-12).

Este es anticristo. Literalmente "este es el anticristo". Ver com. vers. 18. Juan claramente identifica al anticristo, del cual escribe como a cualquier falso maestro cristiano que niegue al Padre y al Hijo.

Niega al Padre. Tan estrecha es la unión entre el Padre y el Hijo, que es imposible debilitar la posición del Hijo sin menoscabar el respeto debido al Padre (ver com. Juan 10:30). 

Esto lo estaban haciendo los falsos maestros. Los que se niegan a aceptar la revelación de Dios en Cristo, tergiversan también la naturaleza y los propósitos del Padre (ver com. Juan 1:18; Juan 14:6,9; 2Cor. 5:19; cf. Mat. 10:32-33).

23. Tampoco tiene al Padre. Los que atacaban la posición de Cristo quizá creían que no menoscababan en nada al Padre. El apóstol pone énfasis en ese error cuando declara que tales maestros no disfrutaban de la íntima comunión con Dios como ellos lo pensaban, y que su profesión de fe era vana (cf. com. 1Juan 4:3; cf. Mat. 10:33).

Confiesa. La sintaxis de la última parte de este versículo armoniza con el estilo literario del apóstol: afianzar una enseñanza con una afirmación negativa o positiva de su declaración precedente, según sea el caso.

24. Lo que. La sentencia completa dice literalmente: "Vosotros, lo que oísteis desde el principio, en vosotros permanezca" (BJ). Juan contrasta al anticristo con el cristiano fiel.

Permanezca. Gr. ménÇ (ver com. vers. 6).

Desde el principio. Ver com. vers. 7. Juan suplica a sus lectores a que retengan la fe que les había sido dada por los apóstoles o sus colaboradores. El autor les asegura que si lo hacen continuarán disfrutando de lo que los anticristos han perdido: una comunión constante con el Hijo y el Padre. Este consejo tiene vigencia para el cristiano de hoy día (cf. com. Apoc. 2:4).

25. Esta es la promesa. En un pasaje anterior (cap. 1: 5) hay una expresión similar. Primero se da la seguridad de la promesa, y posteriormente se presenta la promesa. 

La promesa es hecha por "él", por Cristo, mediante quien se hacen y cumplen todas las promesas de Dios (2 Cor. 1:20).

Algunas de las promesas referentes a la vida eterna se encuentran en los Evangelios (Mat. 5:1-12; Juan 3:15-17; 6:47; etc.).

Vida eterna. Ver com. cap. 1:2.

26. Esto. Es decir, el consejo de los vers. 18-25, 

donde el autor amonesta contra los anticristos.

Engañan. Gr. planáÇ, "descarriar" (cf. com. 1Juan 1:8; ver com. Mat. 18:12). No se puede de afirmar si los falsos maestros tuvieron éxito en descarriar a los destinatarios de la epístola de Juan.

27. Unción. Gr.jrísma Ver com. vers. 20. La oración dice literalmente: "Y vosotros, la unción que habéis recibido de parte de él permanece en vosotros". Se destaca el contraste entre la preparación espiritual de los creyentes y las artimañas del anticristo (como en los vers. 20 y 24).

El apóstol sigue con su método acostumbrado de animar a su grey, y recuerda a los miembros de ella los privilegios que tienen, y con mucho tacto da por sentado que demostrarán que son dignos de su herencia espiritual (cf. ver. 5, 12-14, 20,24).

De él. Es decir, de Cristo. En esta epístola, el pronombre "él" 

generalmente se refiere al Hijo.

Permanece. Gr.ménÇ (ver com. vers. 6). Juan espera que el Espíritu Santo permanezca en el corazón del cristiano, y que de ese modo sea la influencia que gobierne su vida.

No tenéis necesidad. La dádiva original del Espíritu Santo y su continua presencia en el corazón, aseguran progreso en la comprensión espiritual (Juan 14:26; 16:13); Por lo tanto, el creyente no depende completamente de la enseñanza humana ni está a merced de los falsos maestros. Pero no debe depender sólo de la conducción directa del Espíritu Santo, con exclusión de todo lo demás, pues si así fuera Juan no estaría escribiendo esta epístola.

La unción misma. Aunque algunos MSS dicen como la RVR, la evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "su unción", es decir la de Cristo (cf. com. vers. 20).

Es verdadera. Referencia a la unción con el Espíritu Santo. La instrucción original, dada al creyente antes del bautismo, cuando en una forma especial recibió el Espíritu santo, siempre es verdadera.

Nada que haya sido dado posteriormente ente por el Espíritu Santo estará en conflicto con las enseñanzas básicas de la fe cristiana. El Señor puede tener más luz para nosotros, pero la nueva luz confirmará los principios antiguos. La actitud o consagración del pueblo de Dios hacia la nueva luz es lo que revela su devoción a la verdad y su posesión del ungimiento de Cristo (OE 312-315).

No es mentira. Juan afianza otra vez una declaración positiva mediante una negación. No hay mezcla de error en la revelación hecha por el Espíritu Santo.

Ella. La unción de Cristo.

Os ha enseñado. Somos ungidos por el Espíritu Santo que nos enseña "todas las cosas" (Juan 14:26).

En él. Es decir, en Cristo (cf. vers. 28). La sintaxis del griego de la segunda mitad del vers. 27, es oscura.  El apóstol parece estar afirmando que los que permanecen fieles a las instrucciones del Espíritu, continuarán en íntima comunión con Cristo.

28. Y ahora. Estas palabras señalan la conclusión de la primera parte de la epístola, y no tienen ninguna referencia particular al momento cuando Juan la escribía. Juan, a punto de llegar al clímax de su argumentación, exhorta solemnemente a sus lectores teniendo en cuenta lo que ha escrito en los vers. 18-27.

Hijitos. Gr. tekníon (ver com. vers. 1).

Permaneced en él. Es decir, en Cristo. Este es un consejo directo de hacer lo que se ha recomendado en el vers. 27, en vista del previsto regreso de Jesús.

 (ver com. vers.18). 

Los que permanezcan en Cristo son los únicos que estarán preparados para encontrarse con él en su venida (cf. Mat. 24:13; Juan 15:6).

Cuando se manifieste. Estas palabras no implican duda, 

sino más bien una firme certeza. 

La sintaxis griega indica que una vez que se cumpla la condición -la manifestación de Cristo-, tendremos seguridad. En otros pasajes Juan hace destacar la realidad del regreso de Cristo (1Juan 3:2; cf. Juan 14:1-3; 21:22; Apoc. 1:7; 22:12,20), pero reconoce la incertidumbre en cuanto al tiempo del advenimiento de Cristo.

(cf. com. Mat. 24:36-44).

Confianza. Gr. parr'sía, originalmente, "libertad para hablar", por lo tanto, "osadía" (ver com. Hech. 4:13). Este vocablo aparece 31 veces en el NT, de las cuales Juan lo usa en 13 oportunidades. 

Describe al que ha vivido en Cristo consecuentemente y no teme encontrarse con él en su venida. Los que viven esta vida con su Señor, le darán la bienvenida cuando venga (cf. Isa. 25:9). Los pecadores arrepentidos lo saludarán no con la osadía de la confianza propia, sino con la tranquila seguridad de que son hijos de Dios.

Venida. Gr. parousía (ver com. Mat. 24:3), vocablo que Juan usa sólo esta vez, pero muy frecuente en los escritos de Pablo (1Cor. 15:23; Fil. 1:26; 1Tes. 2:19; etc.), de Mateo (Mat. 24:3,27,37,39), de Santiago (Sant. 5:7-8) y de Pedro (2Ped. 1:16; 3:4,12).

Avergonzados. Juan destaca nuevamente lo que quiere decir, repitiéndolo en forma negativa (cf. cap. 1:5-6, 8; 2:4,27; etc.); y al hacerlo presenta la actitud de los que no se han preparado para encontrarse con su Señor. 

Se sentirán llenos de vergüenza al hacer frente a Aquel a quien han despreciado y rechazado. Se sentirán avergonzados por la forma en que trataron al Redentor y por su propia vida de pecado. Comprenderán que únicamente ellos son culpables de haber perdido la vida eterna (cf. com. Apoc. 6:15-17). Pero los que permanecen en Cristo pueden anticipar con gozo la venida del Redentor.

29. Si sabéis. Este "si" no implica duda o incertidumbre; puede traducirse "cuando" 

(ver com. vers. 28). 

"Sabéis" es traducción del verbo óida, que se refiere a un conocimiento intuitivo; y "sabed", que deriva del verbo ginÇskÇ, se refiere a un conocimiento adquirido por la experiencia (ver com. 1Juan 1:3; Rom.3:19).

El Apóstol Relaciona Así El Conocimiento Teórico Del Creyente Con Su Conocimiento Práctico Como Una Base Para Su Exhortación A Una Vida Recta.

El. La opinión se halla dividida en cuanto a si Juan se está refiriendo a Cristo o al Padre. Algunos razonan que las palabras finales "nacido de él" sólo pueden referirse al Padre, porque Juan sólo habla de que el creyente es "nacido de Dios" (cap. 3:9; 4:7; 5:1,4,18), y por eso deducen que el apóstol habla del Padre. 

Nadie podrá dudar de la justicia de Dios, y finalmente todos los que son redimidos han nacido de él (Juan 1:13); pero también es cierto que hasta ahora Juan ha estado hablando del Hijo (1Juan 2:25, 27-28), y es poco probable que haya hecho un cambio tan súbito del Hijo al Padre. Cristo es justo y mediante su poder, en cooperación con el Espíritu, el cristiano nace de nuevo. De modo que podría ser que la referencia siga siendo en primer lugar, al Hijo.

Justo. Gr. díkaios (ver com. Mat. 1:19; 1Juan 1:1).

Justicia. Ver com. Mat. 5:6. El que es siempre justo en pensamiento, palabra, actitud v hechos, demuestra que es nacido de Dios, de Aquel de quien proviene todo lo bueno (Mat. 7:20; Sant. 1:17). Si una persona tal continúa permitiendo que Dios obre en ella, recibirá más instrucciones de Dios hasta que llegue a caminar en la plena luz del cielo (Prov. 4:18; Juan 7:17; DTG 205; CS 583). Sin embargo, transitoriamente algunos pueden dar una falsa apariencia de rectitud, inspirada por amor al yo (Mat. 6:1-18; 1Cor. 13:3; 3T 336; CC 20, 26-27).

Nacido de él. Ver com. Juan 1:12-13; 3:3-8. (7CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1-2. HAp 441. "Y SI ALGUNO HUBIERE PECADO, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo; y él es la propiciación por nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo." "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados y nos limpie de toda maldad."

LAS CONDICIONES para obtener la misericordia de Dios son sencillas y razonables. El Señor no requiere que hagamos algo doloroso a fin de obtener el perdón. No necesitamos hacer largas y cansadoras peregrinaciones o ejecutar penitencias penosas para encomendar nuestras almas a él o para expiar nuestra transgresión. El que "confiesa y se aparta" de su pecado "alcanzará misericordia." (Prov. 28:13.)

En los atrios celestiales, Cristo intercede por su iglesia, intercede por aquellos para quienes pagó el precio de la redención con su sangre. Los siglos de los siglos no podrán menoscabar la eficiencia de su sacrificio expiatorio. Ni la vida ni la muerte, ni lo alto ni lo bajo, pueden separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús; no porque nosotros nos asimos de él tan firmemente, sino porque él nos sostiene con seguridad.

SI NUESTRA SALVACIÓN dependiera de nuestros propios esfuerzos, no podríamos ser salvos; pero ella depende de Uno que endosa todas las promesas. Nuestro asimiento de él puede parecer débil, pero su amor es como el de un hermano mayor; mientras mantengamos nuestra unión con él, nadie podrá arrancarnos de su mano.

A MEDIDA QUE LOS AÑOS TRANSCURRÍAN y el número de creyentes crecía, Juan trabajaba con mayor fidelidad y fervor en favor de sus hermanos. Los tiempos estaban llenos de peligro para la iglesia.

POR TODAS PARTES EXISTÍAN ENGAÑOS SATÁNICOS. Por medio de la falsedad y el engaño los emisarios de Satanás procuraban suscitar oposición contra las doctrinas de Cristo; como consecuencia las disensiones y herejías ponían en peligro a la iglesia. 442 Algunos que creían en Cristo decían que su amor los libraba de obedecer la ley de Dios.

3-5. PVGM 109-110. EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROMESAS DE DIOS ES CONDICIONAL, y la oración no ocupará nunca el lugar del deber. "Si me amáis -dice Cristo-, guardad mis mandamientos". "El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él". Juan 14:15,21.

AQUELLOS QUE PRESENTAN SUS PETICIONES ANTE DIOS, Invocando Su Promesa, Mientras No Cumplen Con Las Condiciones, insultan a Jehová. Invocan el nombre de Cristo como su autoridad para el cumplimiento de la promesa, pero no hacen las cosas que demostrarían fe en Cristo y amor por él.

MUCHOS NO ESTÁN CUMPLIENDO LAS CONDICIONES DE ACEPTACIÓN POR EL PADRE. Necesitamos examinar detenidamente las disposiciones que se han hecho para aproximarnos a Dios. Si somos desobedientes, traemos al Señor un pagaré para que él lo haga efectivo cuando no hemos cumplido las condiciones que lo harían pagadero a nosotros.

PRESENTAMOS A DIOS SUS PROMESAS y le pedimos que las cumpla, cuando, al hacerlo, él deshonraría su propio nombre.

LA PROMESA ES: "Si estuvierais en mí, y mis palabras estuvieron en vosotros, pedid todo lo que quisierais, y os será hecho". Juan 15:7.

Y JUAN DECLARA: "Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos. El que dice, yo le he conocido, y no guarda sus 110 mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él, más el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él".

 1 Juan 2:3-5.

UNO DE LOS ÚLTIMOS MANDAMIENTOS QUE CRISTO DIERA A SUS DISCÍPULOS FUE"Que os améis los unos a los otros: como os he amado". Juan 13:34. 

¿Estamos obedeciendo este mandato, o estamos condescendiendo con rasgos de carácter hirientes y no cristianos? Si de alguna forma hemos agraviado o herido a otros, es nuestro deber confesar nuestra falta y buscar la reconciliación. Esta es una condición esencial para que podamos presentarnos a Dios con fe y pedir su bendición.

HAY OTRO ASUNTO DEMASIADO A MENUDO DESCUIDADO POR LOS QUE BUSCAN AL SEÑOR EN ORACIÓN. 

¿Habéis sido honrados con Dios? 

El Señor declara mediante el profeta Malaquías: "Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Tornaos a mí, y yo me tornaré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de tornar? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado?  Los diezmos y las primicias". 

Malaquías 3:7,8.

COMO DADOR DE TODAS LAS BENDICIONES, Dios reclama una porción determinada de todo lo que poseemos. Esta es la provisión que él ha hecho para sostener la predicación del Evangelio. Y debemos demostrar nuestro aprecio por sus dones devolviendo esto a Dios. Pero si retenemos lo que le pertenece a él, ¿Cómo podemos pretender sus bendiciones? Si somos mayordomos infieles en las cosas terrenales, ¿Cómo podemos esperar que él nos confíe las celestiales?

Puede Ser Que Aquí Se Encuentre El Secreto De La Oración No Contestada.

PERO EL SEÑOR, EN SU GRAN MISERICORDIA, está listo para perdonar, y dice: "Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto... si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros 111 bendición hasta que sobreabunde. Increparé también por vosotros al devorador, y no os corromperá el fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo abortará...Y todas las gentes os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos". Malaquías 3:10-12.

4-5. HAp 450. HAY QUIENES PROFESAN SANTIDAD, quienes declaran que están completamente con el Señor, quienes pretenden tener derecho a las promesas de Dios, mientras rehúsan prestar obediencia a sus mandamientos. Dichos transgresores de la ley quieren recibir todas las cosas que fueron prometidas a los hijos de Dios; pero eso es presunción de su parte, por cuanto Juan nos dice que el verdadero amor a Dios será revelado mediante la obediencia a todos sus mandamientos. No basta creer la teoría de la verdad, hacer una profesión de fe en Cristo, creer que Jesús no es un impostor, y que la religión de la Biblia no es una 450 fábula por arte compuesta. "El que dice, Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos -escribió Juan-, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él, mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él: por esto sabemos que estamos en él." "El que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él." (1 Juan 2:4,5; 3:24.)

JUAN no enseñó que la salvación puede ser ganada por la obediencia; sino que la obediencia es el fruto de la fe y del amor. "Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados -dijo,- y no hay pecado en él. Cualquiera que permanece en él, no peca; cualquiera que peca, no le ha visto, ni le ha conocido." (1Juan 3:5,6.) Si permanecemos en Cristo, si el amor de Dios habita en el corazón, nuestros sentimientos, pensamientos y acciones estarán de acuerdo con la voluntad de Dios. El corazón santificado está en armonía con los preceptos de su ley.

MUCHOS Son Los Que, Aunque Se Esfuerzan Por Obedecer Los Mandamientos De Dios, Tienen Poca Paz Y Alegría. Esa falta en su experiencia es el resultado de no ejercer fe. Caminan como si estuvieran en una tierra salitroso, o en un desierto reseco. Demandan poco, cuando podrían pedir mucho, por cuanto no tienen límite las promesas de Dios. Los tales no representan correctamente la santificación que viene mediante la obediencia a la verdad. El Señor desea que todos sus hijos sean felices, llenos de paz y obedientes. Mediante el ejercicio de la fe el creyente llega a poseer esas bendiciones. Mediante ella puede ser suplida cada deficiencia del carácter, cada contaminación purificada, cada falta corregida, cada excelencia desarrollada.

LA ORACIÓN ES EL MEDIO Ordenado Por El Cielo Para Tener Éxito en el conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano.  Las influencias divinas que vienen en respuesta a la oración de fe, efectuarán en el alma del suplicante todo lo que pide. Podemos pedir perdón del pecado, el Espíritu Santo, un temperamento semejante al de Cristo, sabiduría y poder para realizar 451 su obra, o cualquier otro don que él ha prometido; y la promesa es: "Se os dará."

6. CC 61. Esa así llamada fe en Cristo, que según se declara exime a los hombres de la obligación de la obediencia a Dios, no es fe sino presunción.

"Por gracia sois salvos, por medio de la fe". Más "la fe, si no tuviere obras, es de suyo muerta' (Efesios 2:8; Santiago 2:7). Jesús dijo de sí mismo antes de venir al mundo: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón" (Salmo 40:8).

Y cuando estaba por ascender a los cielos, dijo otra vez: "Yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor' (Juan 15:10). La Escritura dice: “¡Y en esto sabemos que le conocemos a él, a saber, si guardamos sus mandamientos.... El que dice que mora en él, debe también él mismo andar así como él anduvo' (1 Juan 2:3-6). "Pues que Cristo también sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo, para que sigáis en sus pisadas" (1Pedro 2:21).

La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: la perfecta obediencia a la ley de Dios, la perfecta justicia. Si la vida eterna se concediera con alguna condición 62 inferior a ésta, peligraría la felicidad de todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado con todo su séquito de dolor y miseria para siempre.

7. DMJ 46. La misión de Cristo en la tierra no fue abrogar la ley, sino hacer volver 46 a los hombres por su gracia a la obediencia de sus preceptos. El discípulo amado, que escuchó las palabras de Jesús en el monte, al escribir mucho tiempo después, bajo la inspiración del Espíritu Santo, se refirió a la ley como a una norma de vigencia perpetua.  Dice que "el pecado es infracción de la ley". y que "todo aquel que comete pecado, infringe también la ley". *1Juan 3:4. Expresa claramente que la ley a la cual se refiere es "el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio". *1 Juan 2:7. Habla de la ley que existía en la creación y que se reiteró en el Sinaí.

Al hablar de la ley, dijo Jesús: "No he venido para abrogar, sino para cumplir". Aquí usó la palabra "cumplir" en el mismo sentido que cuando declaró a Juan el Bautista su propósito de "cumplir toda justicia", *Mt. 3:15, es decir, llenar la medida de lo requerido por la ley, dar un ejemplo de conformidad perfecta con la voluntad de Dios.

Su misión era "magnificar la ley y engrandecerla". Isa. 42:21. 
Debía enseñar la espiritualidad de la ley, presentar sus principios de vasto alcance y explicar claramente su vigencia perpetua. La belleza divina del carácter de Cristo, de quien los hombres más nobles y más amables son tan sólo un pálido reflejo; de quien escribió Salomón, por el Espíritu de inspiración, que es el "señalado entre diez mil... y todo él codiciable"; * Cant. 5:10-16.  de quien David, viéndolo en visión profética, dijo: "Más hermoso eres que los hijos de los hombres" *Sal. 45:2. Jesús, la imagen de la persona del Padre, el esplendor de su gloria; el que fue abnegado Redentor en toda su peregrinación de amor en el mundo, era una representación viva del carácter de la ley de Dios.  En su vida se manifestó el hecho de que el amor nacido en el cielo, los principios fundamentales de Cristo, sirven de base a las leyes de rectitud eterna.

"Hasta que pasen el cielo y la tierra -dijo Jesús-, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido". Por: su propia obediencia a la ley, Jesús atestiguó su carácter inalterable y demostró que con su gracia puede obedecerla perfectamente todo hijo e hija de Adán.

8-11. HAp 438. COMPRENDIENDO JUAN que el amor fraternal iba mermando en la iglesia, se esforzaba por convencer a los creyentes de la necesidad constante de ese amor. Sus cartas a las iglesias están 438 llenas de este pensamiento. "Carísimos, amémonos unos a otros -escribe;- porque el amor es de Dios. Cualquiera que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos a otros."

TOCANTE AL SENTIDO ESPECIAL en que ese amor debería manifestarse por los creyentes, el apóstol dice: "Os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros; porque las tinieblas son pasadas, y la verdadera luz ya alumbra. El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, el tal aun está en tinieblas todavía. El que ama a su hermano, está en luz, y no hay tropiezo en él. Mas el que aborrece a su hermano, está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a donde va; porque las tinieblas le han cegado los ojos." "Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros." "El que no ama a su hermano, está en muerte. Cualquiera que aborrece a su hermano, es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permaneciente en sí. En esto hemos conocido el amor, porque él puso su vida por nosotros: también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos."

EL MAYOR PELIGRO de la iglesia de Cristo no es la oposición del mundo. Es el mal acariciado en los corazones de los creyentes lo que produce el más grave desastre, y lo que, seguramente, más retardará el progreso de la causa de Dios. No hay forma más segura para destruir la espiritualidad que abrigar envidia, sospecha, crítica o malicia. Por otro lado, el testimonio más fuerte de que Dios ha enviado a su Hijo al mundo, es la armonía y unión entre hombres de distintos caracteres que forman su iglesia. El privilegio de los seguidores de Cristo es 439 dar ese testimonio. Pero para poder hacerlo, deben colocarse bajo las órdenes de Cristo. Sus caracteres deben conformarse a su carácter, y sus voluntades a la suya.

"UN MANDAMIENTO NUEVO OS DOY -DIJO CRISTO:- Que os améis unos a otros: como os he amado, que también os améis los unos a los otros." (Juan 13:34.)

¡QUÉ MARAVILLOSA DECLARACIÓN! Pero, ¡cuán poco se la practica! Hoy día en la iglesia de Dios, el amor fraternal falta, desgraciadamente. Muchos que profesan amar al Salvador, no se aman unos a otros. Los incrédulos observan para ver si la fe de los profesos cristianos ejerce una influencia santificadora sobre sus vidas; y son prestos para discernir los defectos del carácter y las acciones inconsecuentes.

NO PERMITAN LOS CRISTIANOS que le sea posible al enemigo señalarlos diciendo: Mirad cómo esas personas, que se hallan bajo la bandera de Cristo, se odian unas a otras. Todos los cristianos son miembros de una familia, hijos del mismo Padre celestial, con la misma esperanza bienaventurada de la inmortalidad. Muy estrecho y tierno debe ser el vínculo que los une.

EL AMOR DIVINO dirige sus más conmovedores llamamientos al corazón cuando nos pide que manifestemos la misma tierna compasión que Cristo mostró. Solamente el hombre que tiene un amor desinteresado por su hermano, ama verdaderamente a Dios.

EL VERDADERO CRISTIANO no permitirá voluntariamente que un alma en peligro y necesidad camine desprevenida y desamparada. No podrá mantenerse apartado del que yerra, dejando que se hunda en la tristeza y desánimo, o que caiga en el campo de batalla de Satanás.

LOS QUE NUNCA EXPERIMENTARON el tierno y persuasivo amor de Cristo, no pueden guiar a otros a la fuente de la vida. Su amor en el corazón es un poder competente, que induce a los hombres a revelarlo en su conversación, por un espíritu tierno y compasivo, y en la elevación de las vidas de aquellos con quienes se asocian.

LOS OBREROS CRISTIANOS que tienen éxito en sus esfuerzos deben conocer a Cristo, y a fin de conocerle, 440 deben conocer su amor. En El Cielo se mide su idoneidad como obreros por su capacidad de amar como Cristo amó y trabajar como él trabajó.

"No amemos de palabra," escribe el apóstol, "sino de obra y en verdad." La perfección del carácter cristiano se obtiene cuando el impulso de ayudar y beneficiar a otros, brota constantemente de su interior. Cuando una atmósfera de tal amor rodea el alma del creyente, produce un sabor de vida para vida, y permite que Dios bendiga su trabajo.

14. 2JT 230. UN MINISTERIO MEJOR EDUCADO. Cuánto quisiéramos que hubiese jóvenes fuertes, arraigados y afirmados en la fe, que tuviesen tal comunión viva con Dios que pudieran, si así se lo aconsejasen nuestros hermanos dirigentes, entrar en los colegios superiores de nuestro país, donde tendrían un campo más amplio de estudio y observación. El trato con diferentes clases de mentes, el familiarizarse con los trabajos y los métodos populares de educación, y un conocimiento de la teología como se enseña en las principales instituciones del saber, serían de gran valor para tales obreros, y los prepararían para trabajar en favor de las clases educadas y para hacer frente a los errores que prevalecen en nuestros tiempos. Tal era el método seguido por los antiguos valdenses; y, si fuesen fieles a Dios, nuestros jóvenes, como los suyos, podrían hacer una buena obra, aun mientras adquirieran su educación, sembrando la semilla de la verdad en otras mentes.

"Portaos varonilmente, y esforzaos." (1 Cor. 16:13.) Preguntad a Aquel que sufrió oprobio, burlas e insultos por causa nuestra: "Señor, ¿qué quieres que haga?" (Hech. 9:6.) Nadie está demasiado educado para ser un humilde discípulo de Cristo. Los que sienten que es un privilegio dar lo mejor de su vida y aprender de Aquel del cual lo recibieron todo, no rehuirán trabajo ni sacrificio alguno para devolver a Dios los talentos que les confió sirviéndole en la forma más elevada. En la gran batalla de la vida, muchos de los obreros pierden de vista la solemnidad y el carácter sagrado de su misión. La mortífera maldición del pecado continúa agostando y borrando 230 en ellos la imagen de Dios, porque no trabajan como Cristo trabajó.

Vemos la necesidad de estimular ideas superiores de educación y emplear más hombres preparados en el ministerio. Los que no obtienen la debida clase de educación antes de entrar en la obra de Dios no son competentes para aceptar su cometido santo ni para llevar a cabo la obra de reforma. Sin embargo, todos pueden continuar educándose después que han entrado en la obra.  Deben tener la Palabra de Dios morando en sí. Necesitamos más cultura, refinamiento y nobleza de alma en nuestros obreros. Una mejora tal daría resultados en la eternidad.

"Os escribo a vosotros, padres, porque habéis conocido a aquel que es desde el principio." "Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno." (1 Juan 2:13,14.) El apóstol liga aquí la experiencia de los padres con la de los jóvenes; igualmente hay un vínculo entre los discípulos de más edad en esta causa y los más jóvenes, que no han tenido experiencia en los primeros sucesos de este mensaje. Los que eran jóvenes cuando el mensaje nació, tendrán que ser educados por los viejos portaestandartes. Estos maestros deben darse cuenta de que no pueden esmerarse demasiado para preparar hombres para su cometido santo, mientras los viejos abanderados pueden todavía sostener en alto el estandarte. Y, sin embargo, los que han peleado durante tanto tiempo en las batallas, pueden todavía ganar victorias. Han conocido tan cabalmente las astucias de Satanás que no serán arrebatados fácilmente de las antiguas sendas. Recuerdan los tiempos antiguos. Conocen a Aquel que es desde el principio. Pueden ser siempre portadores de luz, fieles testigos por Dios, epístolas vivas, conocidas y leídas de todos los hombres.

Por lo tanto, demos gracias a Dios porque quedan algunos, como quedaba Juan, para relatar su experiencia en el comienzo de este mensaje y la recepción de lo que ahora nos es tan caro. 231 Pero uno tras otro están cayendo en sus puestos, y no es sino prudente que preparemos a otros para reanudar la obra donde ellos la dejan.

Deben hacerse esfuerzos para preparar jóvenes para la obra. Deben adelantarse al frente, para llevar cargas y responsabilidades. Los que son ahora jóvenes deben llegar a ser hombres fuertes. Deben ser capaces de hacer planes y dar consejos. La Palabra de Dios, morando en ellos, los hará puros y los llenará de fe, esperanza, valor y devoción. La obra está ahora grandemente atrasada porque hay hombres que llevan responsabilidades para las cuales no están preparados. ¿Continuará y aumentará esta gran necesidad? ¿Habrán de caer estas grandes responsabilidades de las manos de los obreros ancianos y expertos en las manos de los que son incapaces de manejarlas? ¿No estamos descuidando una obra muy importante al dejar de educar y preparar a nuestra juventud para ocupar puestos de confianza?

Edúquense los obreros, pero al mismo tiempo sean mansos y humildes de corazón. Elevemos la obra al más alto nivel posible, recordando siempre que si hacemos nuestra parte, Dios no dejará de hacer la suya. 232

15-16. DMJ 81. "NINGUNO PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES". Cristo no dice que el hombre no querrá  servir a dos señores ni que no deberá servirlos, sino que no puede hacerlo. Los intereses de Dios y los de Mamón* no pueden armonizar en forma alguna. Donde la conciencia del cristiano le aconseja abstenerse, negarse a sí mismo, detenerse, allí mismo el hombre del mundo avanza para gratificar sus tendencias egoístas. A un lado de la línea divisoria se encuentra el abnegado seguidor de Cristo, al otro lado se halla el amante del mundo, dedicado a satisfacerse a sí mismo, siervo de la moda, embebido en frivolidades, regodeándose con placeres prohibidos. A ese lado de la línea no puede pasar el cristiano.

Nadie puede ocupar una posición neutral; no existe una posición intermedia, en la que no se ame a Dios y tampoco se sirva al enemigo de la justicia. Cristo ha de vivir en sus agentes humanos, obrar por medio de sus facultades y actuar por sus habilidades. Ellos deben someter su voluntad a la de Cristo y obrar con su Espíritu. Entonces, ya no son ellos los que viven, sino que Cristo vive en ellos. Quien no se entrega por entero a Dios se ve gobernado por otro poder y escucha otra voz, cuyas sugestiones revisten un carácter completamente distinto. 

El servicio a medias coloca al agente humano del lado del enemigo, como aliado eficaz de los ejércitos de las tinieblas. 

Cuándo los que profesan ser soldados de Cristo se unen a la confederación de Satanás y colaboran con él, se revelan como enemigos de Cristo. Traicionan cometidos sagrados. Constituyen un eslabón entre Satanás y los soldados fieles; y por medio de dichos agentes el enemigo trabaja constantemente para seducir los corazones de los soldados de Cristo. 81

El baluarte más fuerte del vicio en nuestro mundo no es la vida perversa del pecador abandonado ni del renegado envilecido; es la vida que en otros aspectos parece virtuosa y noble, pero en la cual se alberga un pecado, se consciente un vicio. Para el alma que lucha secretamente contra alguna tentación gigantesca, que tiembla al borde del precipicio, tal ejemplo es uno de los alicientes más poderosos para pecar. Aquel que, a pesar de estar dotado de un alto concepto de la vida, de la verdad y del honor, quebranta voluntariamente un solo precepto de la santa ley de Dios, pervierte sus nobles dones en señuelos del pecado. El genio, el talento, la simpatía y aun los actos generosos y amables pueden llegar a ser lazos de Satanás para arrastrar a otras almas hasta hacerlas, caer en el precipicio de la ruina, para esta vida y para la venidera.

"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está, en él.  Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo". *1Juan 2:15, 16.

17. DMJ 85. "BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS". Los oyentes de las palabras de Cristo seguían aguardando ansiosamente algún anuncio del reino terrenal. Mientras Jesús les ofrecía los tesoros del cielo, la pregunta que preocupaba a muchos era: ¿Cómo podrá mejorar nuestra perspectiva en el mundo una relación con él? Jesús les mostró que al hacer de las cosas mundanales su anhelo supremo, se parecían a las naciones paganas que los rodeaban, pues vivían como si no hubiera Dios que cuidase tiernamente a sus criaturas.

"Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo", *Lucas 12:30. dice Jesús. "Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". He venido para abriros el reino de amor, de justicia y de paz. Abrid el corazón para recibir este reino, y dedicad a su servicio vuestro más alto interés.

Aunque es un reino espiritual, no temáis que vuestras necesidades temporales sean desatendidas. Si os entregáis al servicio de Dios, el que es todopoderoso en el cielo y en la tierra proveerá todo cuanto necesitéis.

CRISTO NO NOS EXIME DE LA NECESIDAD DE ESFORZARNOS, pero nos enseña que en todo le hemos de dar a él el primer lugar, el último y el mejor. No debemos ocuparnos en ningún negocio ni buscar placer alguno que pueda impedir el desarrollo de su justicia en nuestro carácter y en nuestra vida. Cuanto hagamos debe hacerse sinceramente, como para el Señor.

Mientras vivió en la tierra, Jesús dignificó la vida en todos sus detalles al recordar a los hombres la gloria de Dios y someterlo todo a la voluntad de su Padre. Si seguimos su ejemplo, nos asegura que todas las cosas necesarias: nos "serán añadidas". Pobreza o riqueza, enfermedad o salud, simpleza o sabiduría, todo queda atendido en la promesa de su gracia.

El brazo eterno de Dios rodea al alma que, por débil que sea, se vuelve a él buscando ayuda. Las cosas preciosas de los collados perecerán; pero el alma que vive para Dios 85 permanecerá con él.

"El mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre".

LA CIUDAD DE DIOS ABRIRÁ SUS PUERTAS DE ORO para recibir a aquel que durante su permanencia en la tierra aprendió a confiar en Dios para obtener dirección y sabiduría, consuelo y esperanza, en medio de las pérdidas y las penas. Los cantos de los ángeles le darán la bienvenida allá, y para él dará frutos el árbol de la vida. "Los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti". *1 Juan 2:17; Isaías 54:10.

22-23. PP 742. La idolatría antigua, que, según hemos visto, abarca tanto el culto de los muertos como la pretendida comunicación con ellos, era, declara la Biblia, una manifestación del culto de los demonios.

El apóstol Pablo, al amonestar a sus hermanos contra cualquier participación en la idolatría de sus vecinos paganos, dice: "Lo que los Gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios: y no querría que vosotros fueseis partícipes con los demonios." (1Cor. 10: 20.) Hablando de Israel el salmista dice: "Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios;" y en el próximo versículo explica que los "sacrificaron a los ídolos de Canaán." (Sal. 106:37,38.) En su supuesta adoración de los muertos, adoraban, en realidad, a los demonios.

Ese espiritismo moderno, basado en el mismo fundamento, no es sino un renacimiento, en nueva forma, de la hechicería y del culto demoniaco que Dios había condenado y prohibido en la antigüedad.

Estaba predicho en las Escrituras, las cuales declaraban: "En los venideros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios." (1 Tim 4:1.)

El apóstol Pablo, en su segunda epístola a los tesalonicenses, señala la obra especial de Satanás en el espiritismo como cosa que había de suceder inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo. Hablando del segundo advenimiento de Cristo, declara que habría antes "operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos." (2 Tes. 2:9.)

Y Pedro, refiriéndose a los peligros a los cuales la iglesia se vería expuesta en los últimos días, dice que 742 como hubo falsos profetas que indujeron a Israel a pecar, habrá falsos maestros, "que introducirán encubiertamente herejías de perdición, y negarán al Señor que los rescató, y muchos seguirán sus disoluciones." (2 Ped. 2:1,2.)

Así anunció el apóstol una de las características más señaladas de los maestros espiritistas. Se niegan a reconocer a Cristo como el Hijo de Dios. Tocante a esta clase de maestros, el amado apóstol Juan declara: "¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este tal es anticristo, que niega al Padre y al Hijo. Cualquiera que niega al Hijo, este tal tampoco tiene al Padre." (1 Juan 2:22,23.) El espiritismo, al negar a Cristo, niega tanto al Padre como al Hijo, y la Biblia declara que es manifestación del anticristo.

Al predecir la perdición de Saúl por medio de la pitonisa de Endor, Satanás quería entrampar al pueblo de Israel.  Esperaba que dicho pueblo llegaría a tener confianza en la pitonisa, y se vería inducido a consultarla.  Así se apartaría de Dios como su consejero, y se colocaría bajo la dirección de Satanás.

La seducción por medio de la cual el espiritismo atrae a las multitudes es su supuesto poder de descorrer el velo del futuro y revelar a los hombres lo que Dios ocultó. Dios nos reveló en su Palabra los grandes acontecimientos del porvenir, todo lo que es esencial que sepamos, y nos ha dado una guía segura para nuestros pies en medio de los peligros; pero Satanás quiere destruir la confianza y la fe de los hombres en Dios, dejarlos descontentos de su condición en la vida, e inducirles a procurar el conocimiento de lo que Dios sabiamente les vedó y a menospreciar lo que les reveló en su santa Palabra.

Ministerio Hno. Pio


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