Los sellos son
abiertos en orden;
lo que sigue
contiene una profecía
de lo que sucederá
hasta el fin del mundo.
LOS PRIMEROS SEIS
SELLOS, 6:1-17:
1. El Primer Sello: El Caballo Blanco, 6:1-2.
2. El Segundo
Sello: El Caballo Bermejo, 6:3-4.
3. El Tercer Sello:
El Caballo Negro, 6:5-6.
4. El Cuarto Sello:
El Caballo Amarillo (Pálido), 6:7-8.
5. El Quinto Sello:
El Clamor De Los Mártires, 6:9-11.
6. El Sexto Sello: El Día De La Ira De Dios, 6:12-17.
1 VI CUANDO el Cordero abrió uno
de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno:
Ven y mira. 2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un
arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.
3 Cuando abrió el segundo sello,
oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. 4 Y salió otro caballo,
bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y
que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
5 Cuando abrió el tercer sello,
oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo
negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. 6 Y oí una voz de en
medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de
trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el
aceite ni el vino.
7 Cuando abrió el cuarto sello,
oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. 8 Miré, y he aquí un
caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le
seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar
con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
9 Cuando abrió el quinto sello,
vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la
palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban a gran voz, diciendo:
¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en
los que moran en la tierra? 11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les
dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el
número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como
ellos.
12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto;
y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como
sangre; 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera
deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
14 Y el cielo se desvaneció como
un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. 15
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los
poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las
peñas de los montes; 16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre
nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y
de la ira del Cordero; 17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién
podrá sostenerse en pie? (Apocalipsis 6).
1. Vi. Ver com. cap. 4:1. La visión continúa en el mismo
escenario presentado en los cap. 4 y 5; pero comienza un nuevo aspecto de la
acción.
Los sellos del libro (cap. 5:1-5)
están por ser abiertos.
El Cordero. Ver com. cap. 5:6.
Abrió uno de los sellos. La siguiente declaración proyecta luz sobre el significado de los sellos: "Su [de los dirigentes judíos] decisión [de crucificar a Cristo] fue registrada en el libro que Juan vio en la mano de Aquel que se sienta en el trono, el libro que ningún hombre podía abrir. Con todo su carácter vindicativo aparecerá esta decisión delante de ellos el día en que este libro sea abierto por el León de la tribu de Judá"
(PVGM 236).
Esta declaración muestra que en
el libro se registraron, entre otras cosas, las acciones de los judíos durante
el enjuiciamiento de Cristo, y que en el gran juicio final (ver com. cap.
20:11-15) estos enemigos suyos tendrán que enfrentar el registro de sus impías
acciones. Es razonable concluir que el libro contiene también un registro de
otros acontecimientos significativos en el gran conflicto de los siglos. Parece
que a Juan se le dio una visión anticipada de algunos de esos acontecimientos.
En forma simbólica se presentó delante de él la historia del gran conflicto hasta llegar a su culminación en la vindicación del carácter de Dios en el día del juicio final.
(Cap. 20:11-15;
ver com. cap. 5:13).
El hecho de que Cristo "ha
vencido para abrir el libro" (cap. 5:5) significa que es el vencedor del
conflicto y el Señor de la historia. Cf.
CS 724-730.
Puede considerarse que las
escenas reveladas cuando se abren los sellos tienen una aplicación específica y
además otra general (ver com. cap. 1:11), como sucede con los mensajes a las
siete iglesias. Las escenas representan específicamente las fases sucesivas de
la historia por las cuales pasaría la iglesia en la tierra.
Seres vivientes. Ver com. cap. 4:6.
Ven y mira. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10)
por la
omisión de las palabras "y mira".
Si se retienen, la orden se
dirige a Juan; en caso contrario, la orden probablemente es para el caballo y
su jinete (vers. 2), quienes al ser llamados se presentan en el escenario
profético. Lo mismo puede decirse de esta frase en los vers. 3,5,7.
2. Un caballo blanco. Los cuatro caballos simbólicos de
los primeros cuatro sellos (vers. 2-8) a menudo se han comparado con los cuatro
caballos de la visión de Zacarías (Zac. 6:2-3).
Hay algunas semejanzas en el
simbolismo, pero también hay diferencias.
El orden en que se mencionan los
caballos es distinto.
En el Apocalipsis los caballos
tienen jinetes; en Zacarías tiran carros. La aplicación de los símbolos es también
completamente diferente (ver com. Zac. 6).
Los comentadores han sostenido
dos puntos de vista principales en cuanto a la interpretación del primer
caballo y su jinete. Unos entienden que este símbolo representa a la iglesia de
la era apostólica (c. 31-100 d. C.), cuando la pureza de su fe -sugerida por el
color blanco- y su celo llevaron a conquistar los mayores triunfos espirituales
de la historia cristiana.
Sin duda, ningún siglo desde el
primero de la era cristiana ha visto una expansión tan brillante del reino de
Dios. El arco en la mano del jinete simbolizaría conquista, y la corona
(st'fanos; ver com. Apoc. 2:10), victoria.
El Evangelio fue predicado tan
rápida y extensamente, que cuando Pablo escribió a los colosenses alrededor del
año 62 d. C., declaró que el Evangelio "se predica en toda la creación que
está debajo del cielo" (Col. 1:23; cf. HAp 40, 462).
Otro grupo de comentadores cree
que los caballos y jinetes no representan a la iglesia sino a las diversas
condiciones adversas bajo las cuales vivía la iglesia, y a las cuales pudo sobrevivir
por la gracia de Dios. En el simbolismo bíblico el caballo se relaciona con
guerra (ver Joel 2:1, 4-5), y el equipo del jinete del caballo blanco indica
que es un guerrero.
Puede entenderse que la corona
del jinete y la blancura del caballo simbolizan victoria; por lo tanto, el
primer jinete representaría una época en la que el pueblo de Dios vivía en un
mundo que se caracterizaba por la conquista y el dominio militar, cuando Roma
"salió venciendo, y para vencer" y mantuvo un imperio virtualmente
universal.
Los adventistas del séptimo día
en general han sostenido que el primer caballo representa a la iglesia de la
era apostólica (31-100 d. C.).
Un arco. Símbolo de batalla.
Corona. Gr. stéfanos (ver com. cap. 2: 10).
Venciendo, y para vencer. Se describe así una victoria
continua.
3. Segundo ser viviente. Ver com. cap. 4:6. Uno tras otro,
cada uno de los seres vivientes anuncia a uno de los cuatro jinetes.
Ven y mira. Ver com. vers. 1.
4. Bermejo. El simbolismo del segundo jinete describe muy bien las condiciones bajo las cuales vivió la iglesia desde el año 100 hasta el 313 d. C., poco más o menos.
(cf. com. cap. 2:10).
Las violentas persecuciones que
sufrió a manos de los emperadores romanos están simbolizadas por el jinete que
a una "gran espada" y que tiene el poder de "quitar de la tierra
la paz".
Si el blanco representa la pureza
de la fe (ver com. cap. 6:2), entonces el caballo rojo puede considerarse como
una corrupción de la fe por la introducción de diversas herejías (ver t. IV, p.
861; t. VI, 44-48, 53-59, 65-68.
Según otro punto de vista, el color de este caballo sugiere sangre.
El primer jinete se ha
considerado como un símbolo de la gloria de la conquista militar (ver com.
vers. 2), y por analogía puede considerarse que el segundo describe otros
aspectos de la guerra: pérdida de la paz y grandes y numerosas matanzas.
Este sería el inevitable
resultado de la conquista representada por el primer jinete, si se interpreta
que sus conquistas simbolizan el dominio de Roma.
Los adventistas del séptimo día
han sostenido en general el primer punto de vista.
Espada. Gn májaira, un cuchillo grande o espada corta que
se usaba para combatir. Compárese con el uso de esta palabra en Mat. 10:34; Juan
18:10; etc.
5. El tercer ser viviente. Ver com. cap. 4:6; 6:3.
Ven y mira. Ver com. vers. 1.
Un caballo negro. Si el caballo blanco simbolizaba
victoria y pureza (ver com. vers. 2), puede considerarse que el caballo negro
indica derrota, o que su color simboliza una mayor corrupción de la fe.
Una balanza. Gr. zugós "yugo", por la semejanza con
los brazos de una balanza. Puede
considerarse que este símbolo describe la condición espiritual dentro de la
iglesia después de la legalización del cristianismo en el siglo IV, cuando se unieron
la iglesia y el Estado. Después de esa unión, la iglesia se preocupó mayormente
por los asuntos seculares, y en muchos casos se produjo una falta de
espiritualidad. Hay una descripción de este período en las pp. 20-28.
Esta balanza también puede
interpretarse como símbolo de una indebida preocupación por las cosas
materiales.
Ya no se trata de una guerra
victoriosa, como en el caso del primer jinete (ver com. vers. 2), ni representa
un abundante derramamiento de sangre como en el segundo (ver com. vers. 4),
sino que su efecto es ahora aún más terrible: hambre.
6. Dos libras. Gr. jóinix, una medida que aproximadamente equivale a un litro.
(Ver t. V, p. 52).
Esta cantidad de grano
representaba la ración diaria de alimento para un obrero.
Un denario. Gr d'nárion, moneda de plata que pesaba menos de 4 g (ver t. V, p. 51).
El "denario" romano era el salario diario de un
obrero común (ver Mat. 20:2).
Por lo tanto, esta ración de
trigo para un día por el trabajo de un día representaba apenas el alimento
indispensable para un obrero y su familia, si es que no significaba morirse de
hambre.
Según los precios de los cereales
que da Cicerón (Contra Verres iii. 81) para Sicilia, los que menciona Juan eran
unas 8 ó 16 veces más altos que los precios normales. Pero a pesar del hambre
era posible sobrevivir.
Así ha protegido Dios siempre a
sus hijos en tiempos de necesidad.
Cuando este pasaje se aplica al
período de la historia cristiana que siguió a la legalización del cristianismo,
alrededor de 313-538 d. C. (cf. pp. 769-770), las palabras del anónimo locutor
pueden interpretarse como una indicación de la preocupación general por las
cosas materiales.
Cebada. Este grano era más barato que el trigo, como lo
indican los precios que se dan (ver 2 Rey. 7:18). La cebada era un alimento
común entre los pobres, y se usaba como forraje para los animales (ver com. Juan
6:9).
No dañes. La voz que anuncia el alto costo del trigo y de la
cebada, también ordena que no deben destruirse inútilmente el aceite y el vino.
El aceite ni el vino. Eran los dos líquidos comunes en
la alimentación en el mundo antiguo. Algunos han interpretado que simbolizan la
fe y el amor, que debían ser conservados frente al materialismo que dominó a la
iglesia después de su legalización por Constantino en el siglo IV.
7. Cuarto sello. Cf. com. cap. 5:1; 6:1.
Cuarto ser viviente. Ver com. cap. 4:6; 6:3.
Ven y mira. Ver com. vers. 1.
8. Amarillo. Gr jlÇrós, "verde claro", "pálido"; el color del temor y de la muerte. Con el caballo pálido los tiempos de la aflicción llegaron a una espantosa culminación.
(Ver com.
vers. 2, 4-5).
Hades. Gn hád's, "la morada de los muertos" (ver
com. Mat. 11:23). La muerte y el Hades son personificados y representados: la
una, jineteando el caballo; el otro, siguiéndola.
La cuarta parte de la tierra. Quizá significa una vasta
extensión de la tierra.
Espada. Gr. romfáia (ver com. cap. 1:16).
La enumeración,
espada, hambre, muerte (o pestilencia, ver com. "mortandad") y
fieras, puede considerarse como una descripción del deterioro progresivo de la
civilización que viene después de la guerra.
Los estragos de la espada, que
mata a los hombres y destruye las cosechas, produce el hambre, la que causa el
deterioro de la salud y produce pestilencias; y cuando éstas han cobrado su
tributo, la sociedad queda tan debilitada que no puede protegerse contra los
ataques de las fieras.
Cuando el cuarto jinete se aplica a un período particular de la historia cristiana, parece representar la situación especialmente característica del período que va desde el año 538 al 1517, poco más o menos, o sea el comienzo de la Reforma.
(cf. p. 770; ver com.
cap. 2:18).
Mortandad. Literalmente "con muerte". "Matar...
con mortandad" no es del todo claro. La dificultad quizá se resuelve mejor
cuando se entiende que la palabra que se traduce como "muerte",
thánatos, significa a veces "peste".
La LXX repetidas veces traduce la
palabra hebrea déber, "pestilencia", como thánatos,
"muerte" (Lev. 26:25; Jer. 21:6; Eze. 5:12).
Juan, para quien el pensamiento
semítico era más natural que el griego, sin duda sigue aquí el uso de la LXX
más bien que una definición estrictamente griega de la palabra.
9. El altar. Este altar, presentado en el cuadro profético,
quizá hacía recordar el altar de bronce del santuario hebreo, y puede deducirse
que los mártires eran sacrificios presentados delante de Dios.
La sangre de las víctimas o
sacrificios era derramada en la base de ese altar (Lev. 4:7), y "la vida
[LXX psuj', 'alma'] de la carne en la sangre está" (cap. 17:11); por lo
tanto, las almas, o los que habían sido muertos como mártires por la fe, pueden
considerarse figuradamente que están debajo del altar.
La tradición judía posterior
expuso la idea de que los muertos de Israel estaban sepultados, por así
decirlo, debajo del altar, y que los que estaban sepultados debajo del altar
eran enterrados, por así decirlo, debajo del trono de la gloria ver Strack y
Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament, t. 3. p. 803).
Algunos sostienen que el altar
debe identificarse con el que se menciona en Apoc. 8:3.
Almas. Gr. psuj'. Ver com. Mat. 10:28. Debe recordarse que
Juan contemplaba representaciones gráficas, y que, por lo tanto, deben tenerse
en cuenta las reglas que rigen la interpretación de tales profecías cuando se
intenta comprender el significado de los diversos símbolos (ver com. Eze.
1:10).
Juan vio un altar en cuya base
estaban las "almas" de los mártires. Las regias de interpretación no
nos obligan a localizar un altar específico en un lugar determinado y en un
momento definido de la historia.
Como ocurre con los detalles de
una parábola, no todos los elementos de un símbolo profético necesariamente son
de valor para la interpretación. Parece que el simbolismo del quinto sello fue
presentado para animar a los que se enfrentaban al martirio y a la muerte, para
darles la seguridad de que a pesar del triunfo aparente del enemigo, finalmente
llegaría su vindicación.
Este incentivo era especialmente
animador para los que vivían en los tiempos de las terribles persecuciones del
fin de la Edad Media; pero más aún durante el tiempo de la Reforma y después
(c. 1517-1755; ver pp. 44-70; com. vers. 12).
A ellos les habrá parecido que el
largo período de opresión nunca acabaría.
El mensaje del quinto sello les
confirmó que la causa de Dios triunfaría finalmente. Los que pasen por el
último gran conflicto recibirán el mismo estímulo (ver 2JT 151).
Cualquier intento de interpretar
que estas "almas" son los espíritus incorpóreos de mártires difuntos,
violenta las reglas de interpretación de las profecías simbólicas.
A Juan no se le dio una visión
del cielo como en realidad es. Allí no hay caballos blancos, bermejos, negros o
pálidos, montados por jinetes belicosos. Jesús no está en el cielo en la forma
de un cordero con una sangrante herida de cuchillo. Los cuatro seres vivientes no representan
criaturas aladas reales con características de animales (ver t. III, pp.
1128-1129).
Tampoco hay allí
"almas" que yacen en la base de un altar. Toda la escena fue una
representación gráfica y simbólica que tenía el propósito de enseñar la lección
espiritual que ya hemos destacado.
Los que habían sido muertos. El tema de la revelación ahora
cambia de una descripción de escenas prevalecientes de destrucción y muerte, en
las cuales sufre el pueblo de Dios, y se enfoca en la condición de los santos.
La palabra de Dios. Ver com. cap. 1:2,9.
Testimonio. Ver com. cap. 1:2,9.
10. Clamaban. Es decir, en la representación gráfica ya explicada
(ver com. vers. 9). Se oye hablar a las "almas".
Señor. Gr. despót's (ver com. Luc. 2:29).
Lo opuesto a despót's es dóulos,
"esclavo" (cf. 1 Ped. 2:18).
Los mártires han demostrado al dar su vida que son verdaderos "siervos de Dios" (ver Tito 1:1; cf. com. Apoc. 6:11), y de esta manera él es su Señor.
Aquí probablemente se
refiere al Padre.
Santo y verdadero. Ver com. cap. 3:7, donde se
aplican estas palabras a Cristo.
Vengas. Los mártires no piden vengarse ellos mismos; lo que
buscan es la vindicación del nombre de Dios (cf. Rom. 12:19; ver com. Apoc. 5:13).
Los que moran. Ver com. cap. 3:10.
11. Vestiduras. Mejor, "le fue dado a cada
uno un vestido blanco". La palabra stol' es diferente de la que se traduce
como "vestiduras" en cap. 3:5, o "ropa" en cap. 4:4. Stol'
era un manto largo que se usaba como señal de distinción (ver com. Mar. 12:38).
Juan contempla en la visión cómo son vestidas las 'almas"
con un manto blanco cada una.
El símbolo parece tener el
propósito de mostrar que a pesar de sus muertes ignominiosas y de que sus
martirios aún no han sido vengados por Dios, los mártires ya son reconocidos
por el Señor como vencedores.
En los días de Juan esta
seguridad era de especial consuelo para los cristianos, que habían visto cómo
sus hermanos creyentes eran aniquilados por la persecución de Nerón (64 d. C.),
y ellos mismos se enfrentaban al martirio con la persecución de Domiciano (ver
t. VI, p. 89).
En cada época, a partir de ese
tiempo, las promesas de Dios a sus santos mártires han animado a otros que
estaban por dar su vida por amor del nombre divino.
Descansasen. Esta orden se da a los que en la visión profética estaban intranquilos por la larga y aparente demora.
En verdad, los mártires han estado descansando desde que depusieron su vida, y seguirán descansando hasta el día de la resurrección (cf. com. cap. 14:13).
Sus
"consiervos" seguirían en la lucha hasta que ellos también fueran
victoriosos a pesar del martirio.
Un poco de tiempo. El tiempo no se pospondría indefinidamente.
(Ver com. cap. 1:1; cf. cap. 12:12).
El gran conflicto con el mal debe librarse hasta que llegue a un glorioso clímax. Debe permitirse que el pecado demuestre su carácter deforme tan plenamente, que luego no quede nunca ninguna duda en cuanto a la rectitud y justicia de Dios.
(Ver com. cap. 5:13).
Se completara. Esto no significa que la Providencia ha decretado
que un número específico debe sufrir el martirio. Era necesario que
transcurriera cierto tiempo para que quedara plenamente demostrada la verdadera
naturaleza del programa de acción de Satanás, y de esa manera se destacaran la
justicia y nobleza de Dios.
Consiervos. Gr. sundóulos, "coesclavo" (cf. com.
vers. 10).
12. Un gran terremoto. Los acontecimientos del sexto
sello revelan la destrucción del mundo físico. El profeta Joel ya había usado
la figura de un terremoto para describir los cataclismos de la naturaleza en el
día del Señor (Joel 2:10; cf. Isa. 13:9-11; Amós 8:9; CS 349- 351).
Puesto que el terremoto es seguido por el oscurecimiento del sol, y como este último acontecimiento puede ser ubicado en 1780 d. C. (cf. com. "el sol se puso negro"), este terremoto ha sido identificado como el de Lisboa, el 1.º de noviembre de 1755, una de las sacudidas sísmicas más extensas y severas que jamás se haya registrado.
El efecto del terremoto se
sintió no sólo en el norte del África, sino que llegó hasta las Antillas. La identificación del gran terremoto de
Lisboa, sugiere que 1755 es una fecha inicial apropiada para el sexto sello
(cf. p. 770).
El sol se puso negro. El oscurecimiento del sol se menciona en la profecía del AT en relación con las catástrofes que preceden al día del Señor (ver com. Isa. 13:10).
Jesús destacó especialmente este fenómeno
en su profecía del fin del mundo, y lo señaló como una de las señales por las
cuales sus seguidores podrían saber que su venida estaba cerca (ver com. Mat.
24:29, 33).
Un cumplimiento espectacular y
literal de la escena aquí descrita se vio en la parte oriental del Estado de
Nueva York y en el sur de Nueva Inglaterra, Estados Unidos, el 19 de mayo de
1780.
Un estudio cuidadoso de las
crónicas de los diarios de esa época revela que se produjo una oscuridad
inusitada en la parte oriental del Estado de Nueva York y al suroeste de Nueva
Inglaterra alrededor de las diez de esa mañana, y durante el día se trasladó
hacia el este cruzando la parte sur y central de la Nueva Inglaterra, y penetró
hasta alguna distancia en el mar. En cada localidad se informó que la oscuridad
duró varias horas. Este fenómeno ocurrió en el tiempo predicho: "en
aquellos días, después de aquella tribulación" (Mar. 13:24; ver com. Mat.
24:29).
Fue observado en una región donde
estaba por aparecer un notable reavivamiento del interés en las profecías de
Daniel y Apocalipsis, y fue reconocido por los estudiantes de esas profecías
como el cumplimiento de este pasaje (ver CS 351-354).
La luna se volvió toda como sangre. Ver com. Mat.
24:29.
Las estrellas del cielo cayeron. Ver com. Mat. 24:29; cf. Isa.
34:4.
Ver CS 381-382.
Higos. "Higos verdes" (BA). Gr. ólunthos, que
significa para algunos higos tempranos que se caen antes de madurar. Algunas
higueras de calidad inferior dejan caer todos o casi todos sus higos cuando han
alcanzado el tamaño de una cereza. Otros definen ólunthos como higos tardíos o
de verano. Cf. Isa. 34:4.
14. Como un pergamino. Gr. biblíon (ver com. vers. 5:1).
Esta descripción presenta el cielo enrollándose como un rollo de pergamino. En
la cosmología antigua el cielo se consideraba como una bóveda sólida por encima
de la tierra.
El profeta ve cómo se descorre el
cielo para que la tierra quede sin protección delante de Dios. Isaías (cap. 34:4)
presenta el mismo cuadro.
Este acontecimiento es sin duda
el mismo que fue descrito por Jesús cuando dijo: "las potencias de los
cielos serán conmovidas" (ver com. Mat. 24:29).
Este suceso es aún futuro, pero
se relaciona estrechamente con la aparición real del Hijo del hombre en los
cielos.
Todo monte y toda isla. En el cap. 16:20 estas terribles
convulsiones se presentan como sucesos que acontecerán durante la séptima
plaga.
15. Reyes. Cf. cap. 16:14; 7:12. La lista que sigue describe
toda la gama de la vida social y política que existía en el mundo de los días
de Juan.
Aunque la venida misma de Cristo
no se menciona aquí, el contexto expone claramente que está por aparecer.
Los grandes. Gr. megistán, "persona principal", "noble", " magnate", que corresponde tal vez al latín magistratus, que designa a un funcionario romano, como Plinio.
(Ver t. VI, pp.
62- 65, 90).
Este tipo de funcionario a menudo
condenó a muerte a los mártires cristianos.
Ricos. Ver com. Sant. 5:1-6.
Capitanes. Gr. jilíarjos, 'jefe de mil". En el NT esta palabra se usa para los tribunos militares romanos (Juan 18:12; Hech. 21:31-33), de manera que aquí probablemente representa oficiales militares de alto rango.
Los poderosos. Cf. 1 Cor 1:26.
Siervo. O "esclavo".
Libre. Cf. cap. 13:16; 19:18.
16. Caed sobre nosotros. Ver Ose. 10:8; Luc. 23:30. Enfrentarse
a Dios en ese momento es más espantoso que hacer frente aun a la muerte.
Ira. Gr org' (ver com. Rom. 1:18).
17. Gran día. Ver Joel 2:11, 31; com. Isa. 13:6.
¿Quién podrá sostenerse en pie? Cf. Nah. 1:6; Mal. 3:2; Luc.
21:36.
La escena concluye con esta penetrante pregunta. Cada uno de los seis sellos que se han abierto muestra una fase diferente del gran conflicto entre Cristo y Satanás, y cada uno ayuda a demostrar la justicia de Dios ante el universo que observa.
(Ver com. Apoc.
5:13).
Ahora se produce una pausa en la obra de abrir los sellos, porque antes debe contestarse una pregunta.
Hasta ahora en la descripción de los terribles acontecimientos que preceden al segundo advenimiento, no se ha dado indicación de que alguno pueda sobrevivir, y por eso se hace la dramática pregunta: "¿Quién podrá sostenerse en pie?"
El cap. 7 interrumpe la secuencia de los sellos con el propósito de
dar una respuesta adecuada. (7CBA).
COMENTARIOS DE EGW
2. 3JT 224. VI EN visión dos ejércitos empeñados en terrible conflicto. Una hueste iba
guiada por banderas que llevaban la insignia del mundo; la otra, por el
estandarte teñido en sangre del Príncipe Emmanuel. Estandarte tras estandarte
quedaba arrastrando en el polvo, mientras que una compañía tras otra del
ejército del Señor se unía al enemigo, y tribu tras tribu de las filas del
enemigo se unía con el pueblo de Dios observador de los mandamientos.
Un ángel que
volaba por el medio del cielo puso el estandarte de Emmanuel en muchas manos,
mientras que un poderoso general clamaba con voz fuerte: "Acudid a las
filas. Ocupen sus posiciones ahora los que son leales a los mandamientos de
Dios y al testimonio de Cristo. Salid de entre ellos y separaos, y no toquéis lo
inmundo, que yo os recibiré, y os seré por Padre y me seréis por hijos e hijas.
Acudan todos los que quieran en auxilio de Jehová, en auxilio de Jehová contra
los poderosos."
La batalla seguía rugiendo. La
victoria alternaba de un lado al otro. A veces cedían los soldados de la cruz,
"como abanderado en derrota." (Isa. 10:18.) Pero su retirada aparente
era tan sólo para ganar una posición más ventajosa. Se oían gritos de gozo. Se
elevó un canto de alabanza a Dios, y las voces de los ángeles se le unieron
mientras los soldados de Cristo plantaban su estandarte en las murallas de las
fortalezas hasta entonces sostenidas por el enemigo.
El Capitán de nuestra salvación
ordenaba la batalla y mandaba refuerzos a sus soldados. Su fuerza se
manifestaba poderosamente y los alentaba a llevar la batalla hasta las puertas.
Les enseñó cosas terribles en justicia, mientras que, vencedor y dispuesto a
vencer, los conducía paso a paso. 225
Al fin se ganó la victoria. El
ejército que seguía la bandera que tenía la inscripción: "Los mandamientos
de Dios y la fe de Jesús," triunfó gloriosamente. Los soldados de Cristo
estaban cerca de las puertas de la ciudad, y con gozo la ciudad recibió a su
Rey. Se estableció el reino de paz, gozo
y justicia eterna.
6. 2JT 258. A fin de conquistarse al hombre y
asegurar su eterna salvación, Cristo dejó las cortes reales del cielo, y vino a
esta tierra, soportó las agonías del pecado y la vergüenza en lugar del hombre,
y murió para libertarle. En vista del precio infinito pagado por la redención
del hombre, ¿Cómo puede cualquiera que profese el nombre de Cristo atreverse a
tratar con indiferencia a uno de sus pequeñuelos? ¡Cuán cuidadosamente debieran
los hermanos y las, hermanas de la iglesia velar sobre cada palabra y acción
para no dañar al aceite y al vino! ¡Con cuánta paciencia, bondad y afecto
debieran tratar lo adquirido por la sangre de Cristo! ¡Cuán fiel y
fervorosamente debieran trabajar para elevar a los abatidos y desalentados!
¡Cuán tiernamente debieran tratar a los que procuran obedecer a la verdad y, no
hallando estímulo en casa, han de respirar constantemente una atmósfera de
incredulidad y tinieblas!
10. 2JT 151. Como el
acercamiento de los ejércitos romanos fue para los discípulos una señal de la
inminente destrucción de Jerusalén, esta apostasía podrá ser para nosotros una
señal de que se llegó al límite de la tolerancia de Dios, de que nuestra nación
colmó la medida de su iniquidad, y de que el ángel de la misericordia está por
emprender el vuelo para nunca volver.
Los hijos de
Dios se verán entonces sumidos en aquellas escenas de aflicción y angustia que
los profetas describieron como el tiempo de angustia de Jacob. Ascienden al
cielo los clamores de los fieles y perseguidos. Y como la sangre de Abel clamó
desde el suelo, hay voces que claman a Dios desde la tumba de los mártires,
desde los sepulcros del mar, desde las cuevas de las montañas, desde las
bóvedas de los conventos: "¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no
juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?" (Apoc. 6:10.)
*El Señor está haciendo su obra.
Todo el cielo está conmovido. El Juez de toda la tierra ha de levantarse pronto
para vindicar su autoridad insultada. La señal de la liberación será puesta
sobre los que guardan los mandamientos de Dios, reverencian su ley y rechazan
la marca de la bestia y su imagen.
11. PVGM 143. Dios Limpiará La
Tierra De Su Corrupción Moral, No Por Un Mar De Aguas, Como En Los Días De Noé,
Sino Por Un Mar De Fuego Que No Podrá Ser Apagado Por Ninguna Invención Humana.
"Será
tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces: más
en aquel tiempo será libertado 143 tu pueblo,
todos los que se hallaren escritos en el libro". Daniel 12:1. De
buhardillas, de chozas, de calabozos, de patíbulos, de montañas y desiertos, de
cuevas de la tierra y cavernas del mar, Cristo reunirá a sus hijos a sí. En la
tierra, han sido destituidos, afligidos y atormentados.
MILLONES HAN DESCENDIDO A LA TUMBA CARGADOS DE INFAMIA por haber rehusado rendirse a las engañosas pretensiones de Satanás. Los hijos de Dios han sido ajusticiados por los tribunales humanos como los más viles criminales. Pero está cerca el día cuando Dios será "el juez". Salmos 50:6.
Entonces las decisiones de la tierra serán
invertidas. "Quitará la afrenta de su pueblo". A
cada hijo de Dios se le darán ropas blancas. "Y llamarles han
Pueblo Santo, Redimidos de Jehová". Isa. 25:8; Apoc. 6:11, Isa. 62:12.
CUALESQUIERA SEAN
LAS CRUCES QUE HAYAN SIDO LLAMADOS A LLEVAR,
cualesquiera las pérdidas que hayan soportado, cualquiera la persecución que
hayan sufrido, aun hasta la pérdida de su vida temporal, los hijos de Dios
serán ampliamente recompensados. "Verán su cara; y su nombre
estará en sus frentes". Apoc. 22:4.
12. CS 349. "EL PENSAR en la venida del Señor -decía
Baxter- es dulce en extremo para mí y me llena de alegría." "Es obra
de fe y un rasgo característico de sus santos desear con ansia su advenimiento
y vivir con tan bendita esperanza."
"Si la muerte es
el último enemigo que ha de ser destruído en la resurrección podemos
representarnos con cuánto ardor los creyentes esperarán y orarán por la segunda
venida de Cristo, cuando esta completa y definitiva victoria será
alcanzada."
"Ese es el día 349 que todos los creyentes deberían desear con ansia por ser el día en que habrá de quedar consumada toda la obra de su redención, cumplidos todos los deseos y esfuerzos de sus almas." "¡Apresura, oh Señor, ese día bendito!"
Ricardo Baxter, Works, tomo
17 págs. 555; 500; 182, 183.
TAL FUE LA ESPERANZA DE LA IGLESIA APOSTÓLICA, de la "iglesia del desierto," y de los reformadores. No sólo predecían las profecías cómo ha de producirse la venida de Cristo y el objeto de ella, sino también las señales que iban a anunciar a los hombres cuándo se acercaría ese acontecimiento.
Jesús
dijo: "Habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas."
(Lucas 21:25.) "El sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor; y
las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están en los cielos serán
conmovidas; y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con
mucha potestad y gloria." (Marcos 13:24-26.) El revelador describe así la
primera de las señales que iban a preceder el segundo advenimiento: "Fue
hecho un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de silicio, y la
luna se puso toda como sangre." (Apocalipsis 6: 12.)
ESTAS SEÑALES se vieron
antes de principios del siglo XIX. En cumplimiento de esta profecía, en 1755 se
sintió el más espantoso terremoto que se haya registrado. Aunque generalmente
se lo llama el terremoto de Lisboa, se extendió por la mayor parte de Europa,
África y América. Se sintió en Groenlandia en las Antillas, en la isla de
Madera, en Noruega, en Suecia, en Gran Bretaña e Irlanda.
Abarcó por lo menos diez millones
de kilómetros cuadrados. La conmoción fue casi tan violenta en África como en
Europa. Gran parte de Argel fue destruída; y a corta distancia de Marruecos, un
pueblo de ocho a diez mil habitantes desapareció en el abismo. Una ola
formidable barrió las costas de España y África, sumergiendo ciudades y
causando inmensa desolación.
Fue en España y Portugal donde la
sacudida alcanzó su mayor violencia. Se dice que en Cádiz, la oleada llegó a
350 sesenta pies de altura.
Algunas de las montañas "más
importantes de Portugal fueron sacudidas hasta sus cimientos y algunas de ellas
se abrieron en sus cumbres, que quedaron partidas de un modo asombroso, en
tanto que trozos enormes se desprendieron sobre los valles adyacentes. Se dice
que de esas montañas salieron llamaradas de fuego." -Sir Carlos Lyell,
Principles of Geology, pág. 495.
En Lisboa "se oyó bajo la
tierra un ruido de trueno, e inmediatamente después una violenta sacudida
derribó la mayor parte de la ciudad. En unos seis minutos murieron sesenta mil
personas.
El mar se retiró primero y dejó
seca la barra, luego volvió en una ola que se elevaba hasta cincuenta pies
sobre su nivel ordinario." "Entre los sucesos extraordinarios
ocurridos en Lisboa durante la catástrofe, se cuenta la sumersión del nuevo
malecón, construido completamente de mármol y con ingente gasto.
Un gran gentío se había reunido
allí en busca de un sitio fuera del alcance del derrumbe general; pero de
pronto el muelle se hundió con todo el gentío que lo llenaba, y ni uno de los
cadáveres salió jamás a la superficie." -Ibid.
"La sacudida" del
terremoto "fue seguida instantáneamente del hundimiento de todas las
iglesias y conventos, de casi todos los grandes edificios públicos y más de la
cuarta parte de las casas. Unas horas después estallaron en diferentes barrios
incendios que se propagaron con tal violencia durante casi tres días que la ciudad
quedó completamente destruída. El terremoto sobrevino en un día de fiesta en
que las iglesias y conventos estaban llenos de gente, y escaparon muy pocas
personas." -Encyclopaedia
Americana, art. Lisboa, nota (ed. 1831).
"El terror del pueblo era indescriptible.
Nadie lloraba; el siniestro superaba la capacidad de derramar lágrimas. Todos
corrían de un lado a otro, delirantes de horror y espanto, golpeándose la cara
y el pecho, gritando: '¡Misericordia! ¡Llegó el fin del mundo!' Las madres se
olvidaban de sus hijos y corrían de un lado a otro llevando crucifijos.
Desgraciadamente, muchos 351
corrieron a refugiarse en las iglesias; pero en vano se expuso el sacramento;
en vano aquella pobre gente abrazaba los altares; imágenes, sacerdotes y
feligreses fueron envueltos en la misma ruina." Se calcula que noventa mil
personas perdieron la vida en aquel aciago día.
12-17. CS 382. En el Journal
of Commerce de Nueva York del 14 de noviembre (1833) se publicó un largo
artículo referente a este maravilloso fenómeno y en él se leía la siguiente
declaración: "Supongo que ningún filósofo ni erudito ha referido o
registrado jamás un suceso como el de ayer por la mañana. Hace mil ochocientos
años un profeta lo predijo con toda exactitud, si entendemos que las estrellas
que cayeron eran estrellas errantes o fugaces, . . . que es el único sentido
verdadero y literal."
Así se realizó la última de las señales de su venida acerca de las cuales Jesús había dicho a sus discípulos: "Cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas."
(Mateo 24:33.)
Después de estas señales, Juan
vio que el gran acontecimiento que debía seguir consistía en que el cielo
desaparecía como un libro cuando es arrollado, mientras que la tierra era
sacudida, las montañas y las islas eran movidas de sus lugares, y los impíos,
aterrorizados, trataban de esconderse de la presencia del Hijo del hombre.
(Apocalipsis 6:12-17.)
Muchos de los que presenciaron la caída de las estrellas la consideraron como un anuncio del juicio venidero -"como un signo precursor espantoso, un presagio misericordioso, de aquel grande y terrible día."- "The Old Countryman," en el Evening Advertiser de Portland, 26 de nov. de 1833.
Así fue dirigida la atención del
pueblo hacia el cumplimiento de la profecía, y muchos fueron inducidos a hacer
caso del aviso del segundo advenimiento.
14-17. PP 353-354. "VENDRÁ
NUESTRO DIOS, y no callará: fuego consumirá delante de él, y en
derredor suyo habrá tempestad grande. Convocará a los cielos de arriba, y a la
tierra, para juzgar a su pueblo." (Sal. 50:3,4) De él procederá una
corriente de fuego que fundirá los elementos con su ardiente calor; y la tierra
y las obras que hay en ella serán consumidas. 353 "Se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles
de su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a
Dios, ni obedecen al evangelio." (2 Tes. 1:7,8)
Nunca, desde que se creó al
hombre, se había presenciado semejante manifestación del poder divino como
cuando se proclamó la ley desde el Sinaí. "La tierra tembló; también
destilaron los cielos a la presencia de Dios: aquel Sinaí tembló delante de
Dios, del Dios de Israel." (Sal. 68:8.) En medio de las más terríficas
convulsiones de la naturaleza, la voz de Dios se oyó como una trompeta desde la
nube. El monte fue sacudido desde la base hasta la cima, y las huestes de
Israel, demudadas y temblorosas, cayeron de hinojos.
Aquel, cuya voz hizo entonces
temblar la tierra, ha declarado: "Aun una vez, y yo conmoveré no solamente
la tierra, mas aun el cielo." La Escritura dice: "Jehová bramará
desde lo alto, y desde la morada de su santidad dará su voz," "y
temblarán los cielos y la tierra." En aquel gran día que se acerca, el
cielo mismo se apartará "como un libro que es envuelto." Y todo monte
y toda isla se moverán de su sitio. "Temblará la tierra vacilando como un
borracho, y será removida como una choza; y agravaráse sobre ella su pecado, y
caerá, y nunca más se levantará." (Heb. 12:26; Jer. 25:30; Joel 3:16;
Apoc. 6:14; Isa. 24:20.)
"Por tanto, se enervarán todas las manos, y desleiráse todo corazón de hombre: y se llenarán de terror; angustias y dolores los comprenderán; ... pasmaráse cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas."
"Y visitaré la maldad
sobre el mundo, y sobre los impíos su iniquidad; y haré que cese la arrogancia
de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes." (Isa. 13:7,8,11;
Jer. 30:6.)
Cuando Moisés regresó de su
encuentro con la divina presencia en el monte, donde había recibido las tablas
del testimonio, el culpable Israel no pudo soportar la luz que glorificaba su
semblante. ¡Cuánto menos podrán los transgresores mirar al Hijo de Dios cuando
aparezca en la gloria de su 354 Padre, rodeado de todas las huestes
celestiales, para ejecutar el juicio sobre los transgresores de su ley y sobre
los que rechazan su sacrificio expiatorio!
LOS
QUE MENOSPRECIARON LA LEY DE DIOS y pisotearon bajo
sus pies la sangre de Cristo, "los reyes de la tierra, y los
príncipes, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes," se
esconderán "en las cuevas y entre las peñas de los montes," y
dirán a los montes y a las rocas: "Caed sobre nosotros, y
escondednos de la cara de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira
del Cordero porque el gran día de su ira es venido; y ¿quién podrá estar
firme?" En "aquel día arrojará el
hombre, a los topos y murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, . .
. y se entrarán en las hendiduras de las rocas, y en las cavernas de las peñas,
por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad,
cuando se levantaré para herir la tierra." (Apoc. 6:15-17; Isa. 2:20,21).
Entonces se verá que la rebelión
de Satanás contra Dios dio como resultado la ruina de sí mismo, y de todos los
que eligieron ser sus súbditos. El hizo creer que de la transgresión resultaría
un gran bien; pero se verá que "la paga del pecado es muerte."
"Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno; y todos los
soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel día que vendrá,
los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, el cual no les dejará ni raíz
ni rama." Satanás, la raíz de todo pecado, y todos los obradores del mal,
que son sus ramas, serán completamente extirpados. Se pondrá fin al pecado, y a
toda la aflicción y ruina que acarreó.
El salmista dice:
"Destruiste al malo, raíste el nombre de ellos para siempre jamás. Oh
enemigo, acabados son para siempre los asolamientos." (Rom. 6:23; Mal.
4:1; Sal. 9:5,6.)
Pero en medio de la tempestad de
los castigos divinos, los hijos de Dios no tendrán ningún motivo para temer.
"Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de
Israel." El día que traerá terror y destrucción para los transgresores 355 de la ley de Dios, para los
obedientes significará "gozo inefable y glorificado." "Juntadme
mis santos -dirá el Señor;- los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y
denunciarán los cielos su justicia; porque Dios es el juez." (Joel 3:16;
1Ped. 1:8; Sal. 50:5,6.)
"ENTONCES
os tomaréis, y echaréis de ver la diferencia entre el justo y el malo, entre el
que sirve a Dios y el que no le sirve." "Oídme, los que conocéis
justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley." "He aquí he quitado de
tu mano el cáliz de aturdimiento . . . nunca más lo beberás." "Yo, yo
soy vuestro consolador." "Porque los montes se moverán, y los
collados temblarán; mas no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi
paz vacilará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti." (Mal. 3:18;
Isa 51:7,22,12; 54:10.)
EL GRAN PLAN DE
LA REDENCIÓN dará por resultado el completo restablecimiento del favor de Dios para el
mundo. Será restaurado todo lo que se perdió a causa del pecado. No sólo el
hombre, sino también la tierra, será redimida, para que sea la morada eterna de
los obedientes.
DURANTE SEIS
MIL AÑOS, Satanás luchó por mantener la posesión de la tierra. Pero se cumplirá el
propósito original de Dios al crearla. "Tomarán el reino los santos del
Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, y hasta el siglo de los
siglos." (Dan 7:18)
"Desde el nacimiento del sol
hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová." "En aquel día
Jehová será uno, y uno su nombre." "Y Jehová será Rey sobre toda la
tierra."
La Sagrada Escritura dice:
"Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos."
"Fieles son todos sus mandamientos; afirmados por siglo de siglo."
Los sagrados estatutos que Satanás ha odiado y ha tratado de destruir, serán
honrados en todo el universo inmaculado. Y "como la tierra produce su
renuevo, y como el huerto hace brotar su simiente, así el Señor Jehová hará
brotar justicia y alabanza delante de todas las gentes." (Sal. 113:3; Zac.
14:9; Sal. 119:89; 111:7,8; Isa. 61:1.) 356
*LOS 7 SELLOS DE APOCALIPSIS CON ESTEBAN BOHR/AUDIO/PROFECÍAS.
TEMARIO: “Como Interpretar Los Símbolos De Las Profecías” “La Estructura De Apocalipsis” “Visión Introductoria A Los Sellos” “El Primer Y Segundo Sello” “Los Tres Primeros Sellos” “Cuarto Y Quinto Sello” “El Sexto Sello” “Los Sellados” “El Séptimo Sello: Job Y Apocalipsis”
https://www.youtube.com/playlist?list=PL0QviWO_Fy-0oAOgRzEFFNeFkcpPcx5Tn
*EL ESTADO DE LOS MUERTOS Con Esteban Bohr/AUDIO.
TEMAS: Las abominaciones de Babilonia, ¿Qué es el hombre?, Qué tienes en tu computadora, Un ladrón y una pitonisa, Ausente del cuerpo y presente en espíritu, El rico y Lázaro, Cuidado con la nueva era, Las almas debajo del altar, Textos problemáticos, Los dos errores capitales.
https://www.youtube.com/playlist?list=PL0QviWO_Fy-3WlADllJ3iIU6N9NssGPZ3
Ministerio Hno. Pio
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