viernes, diciembre 24, 2021

REFLEXIÓN 961. LAS CARTAS A LAS SIETE IGLESIAS: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira (APOCALIPSIS 2).

Apocalipsis 2

LAS CARTAS A LAS SIETE IGLESIAS:

Se Ordena Que Se Escriba A Los Ángeles,

Es Decir, A Los Ministros De Las Iglesias De:

A Éfeso, 2:1-7.

A Esmirna, 2:8-11.

A Pérgamo, 2:12-17.

A Tiatira, 2:18-29.

1 Escribe al ángel de la iglesia en ÉFESO: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: 2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.

5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti; y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. 

7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

8 Y escribe al ángel de la iglesia en ESMIRNA: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: 9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 

11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. 

El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

12 Y escribe al ángel de la iglesia en PÉRGAMO. El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: 13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.

15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. 

17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

18 Y escribe al ángel de la iglesia en TIATIRA: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: 19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.

21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. 23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.

24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; 25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. 

26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; 28 y le daré la estrella de la mañana. 29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. (Apocalipsis 2).

1. Ángel. Ver com. cap. 1:20.

Éfeso. Algunos definen el nombre Éfeso con el significado de "deseable".

Éfeso era en los días de Juan la ciudad principal de la provincia de Asia, y más tarde fue su capital (ver p. 93; mapa p. 640; com. cap. 1: 4; 2: 12).

Estaba situada en el extremo occidental de una gran carretera que atravesaba el Asia Menor desde Siria; esto y su ubicación como un puerto marítimo importante sobre el mar Egeo, hacían de ella un centro comercial importante.

Parece que el cristianismo fue predicado allí por primera vez por Pablo alrededor del año 52 d. C., cuando se detuvo por un corto tiempo en esa ciudad de camino a Jerusalén y Antioquía en su segundo viaje misionero.

Sus amigos Aquila y Priscila se radicaron allí en esa ocasión y, junto con un judío alejandrino llamado Apolos -cuyo concepto del cristianismo parece haber sido formado antes de Pentecostés- fomentaron la obra de evangelización hasta el regreso de Pablo, quizá uno o dos años más tarde (Hech. 18:19 a 19:7).

Esta vez el apóstol permaneció en Éfeso unos tres años (ver t. VI, p. 31), más que en cualquier otro lugar en sus otros viajes misioneros. Esto parece indicar que su obra allí fue muy fructífera. Lucas, su biógrafo, declara que "todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús" (Hech. 19:10).

Por lo tanto, es probable que durante este tiempo fueron establecidas por lo menos algunas de las otras iglesias de Asia (ver Col. 4:13, 15-16). Después de su primer encarcelamiento en Roma, Pablo parece haber visitado nuevamente a Éfeso, quizá alrededor del año 64 d. C., y dejó como encargado a Timoteo (1 Tim. 1:3).

No se conoce con exactitud nada más de la historia de la iglesia de Éfeso, hasta que su nombre aparece probablemente unos treinta años más tarde en el Apocalipsis; sin embargo, la tradición indica que Juan, el discípulo amado de Jesús, llegó a ser el dirigente de esta iglesia, quizá después de la disolución de la sede cristiana de Jerusalén, alrededor del 68 d. C., durante la guerra judío- romana.

Por lo tanto, cuando se escribió el Apocalipsis Éfeso debe haber sido uno de los centros principales del cristianismo. Era, pues, muy adecuado que el primer mensaje de Cristo por medio de Juan hubiera sido dirigido a esta iglesia.

Su posición central en relación con el mundo cristiano general, hace más comprensible el hecho de que su condición espiritual pudiese muy bien ser característica de toda la iglesia durante el período apostólico período de la historia cristiana que se extiende aproximadamente hasta fines del siglo I 

(c. 31-100 d. C.; ver Nota Adicional al final del capítulo).

Este período bien puede llamarse el de la pureza apostólica, atributo sumamente deseable a la vista de Dios.

Tiene. Gr. kratéÇ, "sostener firmemente" una expresión más vigorosa que la que se usa en cap. 1:16.

Siete estrellas. Ver com. cap. 1:16,20.

Los dirigentes de la iglesia deben estar de manera especial bajo la protección y dirección de Cristo.

En la tarea que se les ha asignado son siempre sostenidos por el poder y la gracia de Dios. Debe notarse que la manera característica como Cristo se presenta a cada una de las siete iglesias, proviene de la visión más amplia que Juan contempló en el capitulo 1:11-18.

Anda. Una descripción más completa de la relación de Cristo con su iglesia que la que se da en el cap. 1:13, donde Juan simplemente dice que Cristo está "en medio de los siete candeleros".

Las iglesias del tiempo apostólico disfrutaron del cuidado, la atención y el ministerio de Cristo, y esta ha sido también la privilegiada situación de la iglesia cristiana en conjunto a través de los períodos sucesivos de su historia.

Así se cumple la promesa que el Señor hizo a sus discípulos de estar con ellos "todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28:20).

Candeleros. Ver com. cap. 1:12.

2. Yo conozco. A cada una de las siete iglesias Cristo declara: "Yo conozco tus obras".

Su amonestación es la de Aquel que conoce a fondo los problemas de cada iglesia, y que por lo mismo es capaz de indicar una solución apropiada y eficaz.

Tus. Posesivo que corresponde a la segunda persona del singular, porque Cristo se dirige al "ángel" (vers. 1) que representa a cada miembro individualmente o a la iglesia como una sola unidad.

Cristo trata con los seres humanos tanto en su condición de grupos -como una iglesia- como también en una relación personal directa con él.

Obras. Gr. érgon, "hecho", "acción", "actividad", más particularmente obras que demuestren carácter moral. La vida y conducta de la iglesia son conocidas totalmente por Jesucristo.

Trabajo. Gr. kópos, la fatiga o cansancio que resulta de un intenso esfuerzo.

Cristo afirma tener conocimiento de las obras realizadas por la iglesia.

También reconoce la fatiga que han causado y la paciencia que fue necesaria.

Paciencia. Gr. hupomon', "perseverancia", "paciencia", "resistencia".

Ver cap. 1:9, com. "paciencia".

No puedes soportar. Ahora, como en tiempos pasados, la iglesia se siente muy a menudo inclinada a "soportar" o tolerar en su seno enseñanzas y prácticas malas supuestamente en nombre de la paz. 

Posiblemente sea más cómodo para los ministros de Cristo permanecer callados en cuanto a los pecados favoritos de sus congregaciones que tomar una posición firme a favor de la verdad (cf. Isa. 30:10; 2Tim. 4:3).

La iglesia de Éfeso debía ser alabada por hacer una clara distinción entre la verdad y el error -ya fuera en doctrina o en práctica- y por definirse con firmeza contra el error.

Los malos. Es decir, los falsos apóstoles que se considerarán un poco más adelante con mayor detalle.

Los crasos errores doctrinales se reflejan tarde o temprano en mala conducta.

Lo que una persona hace es el inevitable resultado de lo que piensa y cree.

 (Ver Prov. 4:23; Mat. 12:34; 1Juan 3:3).

Probado. Gr. peirázÇ, "probar", "poner a prueba".

La iglesia de Éfeso había investigado diligentemente las pretensiones y enseñanzas de esos falsos apóstoles.

Ignacio, que escribió a principios del siglo II, habla de la diligencia de los cristianos efesios al rechazar las herejías (A los efesios ix 1).

Juan previno a los creyentes en una de sus epístolas en cuanto a la venida del "anticristo", y les aconsejó que probasen "los espíritus si son de Dios" (1Juan 4:1-3).

Se había cumplido la amonestación dada por Pablo a los dirigentes de Éfeso muchos años antes, de que en medio de ellos entrarían los "lobos rapaces" que "hablarían cosas perversas" (Hech. 20:29-30).

Había aconsejado a los tesalonicenses: 

"examinadlo todo; retened lo bueno" (1Tes. 5:21).

Pedro había escrito detalladamente respecto a los "falsos profetas" y "f'alsos maestros" (2 Ped. 2). Cf. 1Tim. 1:20; 2Tim. 4:14-18.

Aunque al principio tal vez no era fácil reconocer los errores sutiles de sus enseñanzas, los maestros podían ser reconocidos "por sus frutos" (Mat. 7:15-20).

Lo mismo sucede hoy, porque el verdadero "fruto del Espíritu" (Gál. 5:22-23) no crece en las vidas de los que enseñan y practican el error. Al cristiano sincero, sensible a las cosas espirituales, se le promete que si así lo desea podrá discernir el espíritu y los móviles no cristianos que impulsan a todo maestro del error.

 (Ver com. 1Juan 4:1; Apoc. 3:18).

Apóstoles. Entre las herejías más serias que amenazaron a la iglesia a fines del sigloI, estaban el docetismo y una forma antigua del gnosticismo.

Estas y otras herejías que azotaron a la iglesia de los días apostólicos, 

se tratan en el t. V, pp. 890-891 y t. VI, pp. 53-60.

Una antigua tradición indica en forma más específica que un gnóstico llamado Cerinto visitó a Éfeso y le creó dificultades a Juan y a su congregación.

 (Ver Ireneo, Contra herejías iii. 3. 4).

Lo que sucedió en Éfeso durante este período, en relación con las luchas con los falsos profetas, parece haber acontecido en la iglesia general.

3. Has sufrido. La iglesia de los efesios se había negado a "soportar a los malos" (ver com. vers. 2), y sufrió pacientemente la inevitable aflicción causada por los falsos maestros y la persecución que padeció a manos de judíos y gentiles fanáticos.

Paciencia. Ver com. vers. 2.

Has trabajado. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras. El texto establecido del vers. 3 dice: "Y tienes paciencia y sufriste por mi nombre y no has desfallecido".

Por amor de mi nombre. Ver com. Hech. 3:16. Los seguidores de Cristo eran conocidos por el nombre de él: eran llamados cristianos. Su fidelidad a este nombre, su lealtad a Aquel a quien reconocían como a su Señor, fue lo que los sometió a la persecución de las autoridades romanas (ver p. 738), y los indujo a sufrir a manos de los que estaban empeñados en destruir su fe.

Desmayado. Gr. kopiáÇ, "cansarse", "fatigarse". Compárese con el uso de kopiáÇ en Isa. 40:31 (LXX); Juan 4:6.

4. Tu primer amor. Este "amor" probablemente incluía un amor de todo corazón a Dios y a la verdad, y amor mutuo fraternal para sus semejantes en general.

 (Ver com. Mat. 5:43-44; 22:34-40).

Las controversias doctrinales suscitadas por los falsos profetas quizá habían dado lugar a un espíritu de división.

Además, a pesar de los diligentes esfuerzos de muchos para contener la marea de falsas enseñanzas, una cantidad de personas que permanecieron en las iglesias sin duda estaban afectadas en mayor o menor grado por ellas.

La actividad del Espíritu Santo como mensajero de la verdad (Juan 16:13), con la tarea de convertir los principios de la verdad en fuerza viva para lograr la transformación del carácter (ver Juan 16:8-11; Gál. 5:22-23; Efe. 4:30, etc.), fue estorbada en la medida que el error halló cabida en la iglesia.

Además, a medida que morían los que se habían relacionado personalmente con Jesús y su testimonio dejaba de oírse, y al comenzar a borrarse la visión de la inminencia del regreso de Cristo (ver com. Apoc. 1:1), la llama de la fe y la consagración ardía cada vez más débilmente.

Para un comentario sobre otros aspectos del abandono de esta primera pureza de fe y práctica, ver t. IV, pp. 861-862.

5. Quitaré tu candelero. Ver com. cap.1:12. La iglesia perdería su posición como legítima representante de Cristo. La iglesia había "caído", pero la misericordia divina le dio una oportunidad de arrepentimiento (cf. 2Ped. 3:9).

Si no te hubieras arrepentido. En el Prólogo de su Epístola a los Efesios, Ignacio nos informa que la iglesia prestó atención a la invitación que le decía "recuerda", "arrepiéntete", y "haz las primeras obras" (ver también Ignacio, A los efesios i. 1; xi. 2).

6. Nicolaítas. Una de las sectas heréticas que atormentó a las iglesias de Éfeso y Pérgamo (vers. 15) y tal vez a otras. Ireneo identifica a los nicolaítas como una secta gnóstica: "Juan el discípulo del Señor, predica esta fe [la deidad de Cristo], y mediante la proclamación del Evangelio procura quitar aquel error que había sido diseminado entre los hombres por Cerinto, y mucho tiempo antes por los llamados nicolaítas, que son una rama de aquella falsamente llamada 'ciencia', a fin de poder confundirlos y persuadirlos de que sólo hay un Dios que hizo todas las cosas por su Palabra" 

(Contra herejías iii. 11.1).

Hay también evidencia histórica de que más o menos un siglo después hubo una secta gnóstica llamada de los nicolaítas.

Algunos padres de la iglesia que nos informan respecto a esta secta (Ireneo, Contra herejías i. 26, 3; Hipólito, Refutación de todas las herejías vii. 24), identifican a su fundador con Nicolás de Antioquía, uno de los siete diáconos (Hech. 6: 5). No sabemos si esta tradición relativa a Nicolás el diácono es correcta, pero la secta puede ser la misma mencionada por Juan.

Los seguidores de esta secta parecen haber enseñado, por lo menos en el siglo II, que las obras de la carne no afectan la pureza del alma, y por consiguiente no tienen que ver con la salvación.

7. El que tiene oído. Es decir, preste atención a los consejos que se han dado.

 (Ver com. cap.1:3; cf. com. Isa. 6:9-10; Mat. 11:15). 

Esta misma declaración acompaña la promesa para cada una de las siete iglesias.

Oiga. El verbo griego usado aquí significa oír con comprensión (cf. com. Hech. 9:4).

El oír la Palabra de Dios no tiene sentido si la vida no es modelada a semejanza de lo que se ha oído (ver com. Mat. 19:21-27).

Las iglesias. La promesa dirigida particularmente a la iglesia de Éfeso es, en un sentido especial, para todas "las iglesias" de los tiempos apostólicos representadas por esta iglesia; pero aunque era particularmente apropiada para ella, se aplica también a los creyentes de todas las edades (ver com. cap. 1:11).

Venciere. La flexión del verbo en griego implica que la persona "continúa venciendo".

La victoria es un tema que se repite en el Apocalipsis.

Las promesas del Apocalipsis han sido especialmente preciosas para los perseguidos hijos de Dios de todos los siglos. Sin embargo el contexto (vers. 2-6) sugiere que esta victoria es en un sentido especial el triunfo sobre los falsos apóstoles y maestros que habían estado tentando a los creyentes a comer del árbol del conocimiento humano. ¡Cuán apropiado es que la recompensa por la victoria sea el acceso al árbol de la vida!

Árbol de la vida. Ver com. Gén. 2:9; Apoc. 22:2.

En medio. Como en el jardín del Edén (Gén. 2:9).

La ubicación destaca la importancia del árbol 

en el plan de Dios para un mundo perfecto.

Paraíso. Ver com. Luc. 23:43. El huerto del Edén era el "paraíso" en la tierra.

Cuando el Edén sea restituido a este mundo (ver PP 46-47; CS 704, 706), la tierra llegará nuevamente a ser un "paraíso".

En cuanto a la aplicación del mensaje a la iglesia de Éfeso en determinado período en la historia, ver Nota Adicional al final de este capítulo; y en cuanto a la aplicación del mensaje a la iglesia literal, ver com. Apoc. 1:11.

8. Ángel. Ver com. cap. 1:20.

Esmirna. Durante mucho tiempo se creyó que este nombre derivaba de múron, el nombre de una goma aromática que se extraía del árbol arábigo Balsamodendron myrrha. Esta goma se usaba para embalsamar a los muertos, como medicina era un ungüento o bálsamo, y también se quemaba como incienso. Ver com. Mat. 2:11.

Los eruditos se inclinan ahora a opinar que este nombre deriva de Samorna, una diosa de Anatolia que era adorada en Esmirna (ver p. 98).

Acerca de la antigua ciudad de Esmirna, ver p. 96; mapa p. 640. No hay registro de cuándo ni durante el ministerio de quién se estableció la iglesia de Esmirna.

Esta iglesia no es mencionada en ningún otro lugar de las Escrituras.

El período histórico correspondiente a la iglesia de Esmirna puede considerarse que comienza a fines del siglo I (c. 100 d. C.) y continúa aproximadamente hasta el año 313 d.C.

Cuando el emperador Constantino favoreció la causa de la iglesia (ver Nota Adicional al final del capítulo; com. vers. 10); pero algunos sugieren el año 323 d. C., la fecha de la supuesta conversión de este emperador al cristianismo. 

Debe notarse que las profecías de los cap. 2 y 3 no son, en sentido estricto, profecías que indiquen tiempo exacto; las fechas se sugieren sencillamente para facilitar la correlación aproximada de la profecía con la historia.

El primero y el postrero. Ver com. cap. 1:8,17.

Estuvo muerto. Ver com. cap. 1:18; 2:1. Para una iglesia que enfrentaba la persecución y la muerte por su fe, el énfasis sobre la vida en Cristo cobraba un significado especial.

9. Tus. Ver com. vers. 2.

Obras. La evidencia textual establece (cf. p. 10) 

la omisión de esta palabra. 

Ver com. vers. 2.

Tribulación. O "aflicción", "dificultad". Persecuciones intermitentes lanzadas por diferentes emperadores romanos, caracterizaron la situación de la iglesia durante este período.

En El Tiempo De Los Emperadores Trajano (98-117), Adriano (117-138) Y Marco Aurelio (161-180), La Persecución Fue Esporádica Y Local.

LA PRIMERA PERSECUCIÓN general y sistemática contra los cristianos fue obra de Decio (249-251) y Valeriano (253-259).

La opresión política llegó a su manifestación más sangrienta con el emperador Diocleciano (284-305) y sus sucesores inmediatos (305-313).

El Período Representado Por La Iglesia De Esmirna Bien Puede Llamarse Históricamente El Tiempo De Los Mártires.

Los siglos que han transcurrido desde entonces han sido perfumados (ver com. vers. 8) con el amor y la consagración de los millares de anónimos que en este período fueron fieles "hasta la muerte".

Pobreza. Gr. ptÇ jéia, "pobreza extrema" (cf. Mar. 12:42).

La iglesia de Esmirna sin duda no era tan grande ni tan próspera como la congregación vecina de Éfeso. Los cristianos de Efeso habían dejado "su primer amor ", sin embargo no se le hace esta tensión a los de Esmirna. En cambio Cristo les recuerda que son espiritualmente "ricos" (ver com. Sant. 2:5).

Blasfemia. Gr. blasfemía, "maledicencia", "difamación", ya sea acerca de Dios o del hombre. En este contexto podría ser preferible traducción "calumnia".

Judíos. Probablemente "judíos" en sentido figurado y no literal (los cristianos ahora son un símbolo de Israel: Rom. 2:28-29; 9:6-7; Gál. 3:28-29; 1Ped. 2:9).

El término, tal como se usa aquí, sin duda se refiere a los pretendían servir a Dios, pero en verdad servían a Satanás.

La figura tiene una base histórica. El libro de los Hechos revela que muchas de las dificultades de la iglesia primitiva surgieron de calumnias y acusaciones lanzadas por los judíos contra los cristianos (Hech. 13:45; 4:2,19; 17:5,13; 18:5-6, 12; 21:27).

Esa situación evidentemente existía en Esmirna. Se dice que en el siglo II los judíos causaron martirio de Policarpo, obispo de Esmirna. durante ese tiempo Tertuliano habla de las sinagogas como "fuentes de persecución" (Scorpiace 10).

No lo son. Eran hipócritas.

Sinagoga de Satanás. Compárese con el vergonzoso calificativo 

"generación de víboras" (Mat. 3:7). 

La sinagoga, como centro de vida comunal judía (ver t. V, pp. 57-59), 

sin duda el lugar donde se tramaron muchas intrigas contra los cristianos. 

El nombre De Satanás significa "acusador" o "adversario" 

(Ver com. Zac. 3:1; Apoc. 12:10). 

Estos centros judíos llegaron a ser, literalmente, 

"sinagogas del acusador".

10. No temas nada. Ver com. Sant. 1:2; cf. Juan 16:33.

Vas a padecer. O "estás por padecer". La iglesia de Esmirna había sido indudablemente importante blanco de las calumnias de los judíos, pero los miembros no habían sentido aún toda la violencia de la persecución. Sin embargo, esos cristianos sin duda conocían la persecución que ya había azotado otros lugares y tuvieron que haber pensado en que les sobrevendrían dificultades futuras. Eso está implícito en la forma del verbo "temer": indica que ya estaban temerosos. Cristo los consuela con la seguridad de que a pesar de las sombrías perspectivas de persecución no tenían por qué tener temor. Ver Mat. 5:10-12.

Probados. O "sometidos a prueba". Satanás los sometería a persecución para obligarlos a renunciar a su fe. Dios permitiría la persecución como un medio de fortalecer y probar la sinceridad de su fe. Aunque Satanás ruja contra la iglesia, la mano de Dios cumple su propósito. Ver Sant. 1:2; Apoc. 2:9.

El emperador Trajano (98-117 d. C.) decretó la primera política oficial romana contra el cristianismo.

En la famosa carta 97, dirigida a Plinio el joven, su gobernador en Bitinia y Ponto en Asia Menor, Trajano trazó un procedimiento para tratar a los cristianos, que eran en ese tiempo una sociedad religiosa ilegal.

Ordenó que los funcionarios romanos no habían de buscar a los cristianos, pero que si los que eran traídos ante ellos por otros delitos resultaban ser cristianos, debían ser ejecutados a menos que renegasen de su fe. Este edicto, aunque estuvo lejos de ser puesto en vigor uniformemente, permaneció como ley hasta que Constantino promulgó su edicto de tolerancia en 313 d. C.

Los cristianos estuvieron pues constantemente sujetos durante dos siglos a la posibilidad de ser súbitamente arrestados y ejecutados a causa de su fe. Su bienestar dependía en gran medida del favor de sus vecinos paganos y judíos, quienes podían dejarlos en paz o acusarlos ante las autoridades. Esto podría denominarse persecución permitida.

El emperador no tomaba la iniciativa de perseguir a los cristianos, pero permitía que sus representantes y las autoridades locales tomasen dichas medidas contra los cristianos si lo creían conveniente.

Esta política dejaba a los cristianos a merced de los diversos funcionarios locales bajo los cuales vivían.

Los cristianos fueron atacados especialmente en tiempos de hambrunas, terremotos, tormentas y otras catástrofes, pues sus vecinos paganos creían que habían atraído la ira divina sobre todo el país porque se negaban a adorar a sus dioses. 

Sin embargo, a veces el gobierno romano llevó a cabo persecuciones agresivas contra la iglesia (ver com. vers. 9).

Los romanos observadores veían que el cristianismo crecía sin cesar en extensión y en influencia por todo el imperio, y que era fundamentalmente incompatible con el modo de vida romano. Se dieron cuenta de que con el tiempo destruiría el modo de vida romano. Por lo tanto, los emperadores más capaces fueron los que a menudo persiguieron a la iglesia, mientras que los que descuidaban sus responsabilidades generalmente estuvieron dispuestos a no molestarles.

La primera persecución general y sistemática contra la iglesia fue emprendida por el emperador Decio, cuyo edicto imperial del año 250 tenía el propósito de suprimir totalmente el cristianismo mediante torturas, muerte y confiscación de propiedades.

La ocasión de este decreto fue la celebración de los mil años de la fundación de Roma que se habían cumplido unos tres años antes, época en que se vio más claramente la decadencia del imperio en comparación con las glorias del pasado.

El cristianismo llegó a ser la víctima o chivo expiatorio, y se decidió raer la iglesia presumiblemente para salvar el imperio.

Esta política decayó con la muerte de Decio en el año 251 d. C., pero resurgió con Valeriano poco tiempo después. Con la muerte de éste decayó nuevamente, y no fue hasta el reinado de Diocleciano cuando la iglesia se vio frente a otra crisis mayor. 

(Ver el comentario inmediato siguiente).

Diez días. Esta expresión ha sido interpretada de dos maneras. Aplicando el principio de día por año para computar los lapsos proféticos (ver com. Dan. 7:25), como un período de diez años literales, el cual se ha aplicado al período de la implacable persecución imperial de 303-313 d. C. Diocleciano y su cogobernante y sucesor, Galerio, dirigieron en esa década la más encarnizada campaña de aniquilamiento que el cristianismo jamás sufriera a manos de la Roma pagana.

Creían, como sus predecesores Decio y Valeriano, que el cristianismo había crecido tanto en Poder y popularidad dentro del imperio, que a menos que fuese rápidamente exterminado, dejaría de existir el modo tradicional de vida romano y el imperio se desintegraría.

Por eso iniciaron una política destinada a exterminar a la iglesia. El primer decreto de Diocleciano contra los cristianos fue promulgado en el año 303; éste prohibía la práctica del cristianismo en todo el imperio.

La persecución comenzó dentro del ejército y se extendió por todo el imperio.

Las autoridades romanas concentraron su crueldad en los clérigos cristianos, pues creían que si se destruía a los pastores, la grey sería dispersada. Los horrores de esta persecución son descritos vívidamente por el historiador eclesiástico Teodoreto (Historia eclesiástica i. 6), quien describe la reunión de los obispos de la iglesia en el Concilio de Nicea varios años después del fin de la persecución (325 d. C.).

Algunos asistieron sin ojos, otros sin brazos porque les habían sido arrancados, otros con el cuerpo terriblemente mutilado en diferentes formas. Por supuesto, muchos no sobrevivieron a este sombrío tiempo de aflicción. En el año 313, unos diez años después del comienzo de estas persecuciones, Constantino promulgó un decreto que concedía a los cristianos plena libertad para practicar su religión.

Pero otros piensan que no es del todo seguro que los "diez días" representen un tiempo profético, y lo explican así: "lo que va a padecer", "el diablo", "la cárcel" y "la muerte" sin duda son literales, por lo tanto, es natural esperar que los "diez días" también fueran literales.

En este caso el número "diez" podría considerarse como un número global, como sucede muy a menudo en las Escrituras. 

(Ecl. 7:19; Isa. 5:10; Dan. 1:20; Amós 6:9; Hag. 2:16; Zac. 8:23; Mat. 25:1,28; Luc. 15:8; etc.; cf. Mishnah Aboth 5.1-9).

"Diez días" representarían, como número redondo, un breve período de persecución como la que sin duda sufrió la iglesia de Esmirna en los tiempos apostólicos.

Estaría completamente de acuerdo con sólidos principios de interpretación profético (ver com. Deut. 18:15) que los "diez días" tuviesen una interpretación literal respecto a la situación histórica inmediata de Esmirna y una aplicación figurada al período representado por esta iglesia (ver com. Apoc. 1:; 2:1,8 -y p. 742).

 Nota Adicional al final del capítulo).

Sé fiel. La flexión del verbo se traduce mejor "continúa siendo fiel".

Esmirna demostró que era una iglesia fiel.

Hasta la muerte. O "incluso en la muerte".

Corona. Gr. stéfanos, "diadema" o "guirnalda de victoria", 

no una diadema de autoridad.

Esta palabra describía las guirnaldas 

que se daban a los vencedores de los juegos griegos.

Es un símbolo de la recompensa que se dará 

al vencedor en la lucha con Satanás.

De la vida. La frase "corona de la vida" probablemente se traduciría mejor con el sentido "la corona que es vida". Esta corona es la evidencia de la victoria sobre el diablo y la "tribulación" que él ha causado. Cf. 2Tim. 4:8.

11. El que tiene oído. Ver com. vers. 7.

El que venciere. Ver com. vers. 7.

Quizá deba destacarse que se vence a pesar de la "tribulación" 

ya mencionada (vers. 10). 

Segunda muerte. En contraste con la primera muerte, que transitoriamente pone fin a la vida ahora, pero de la cual habrá una resurrección tanto de "justos como... injustos" (Hech. 24:15).

La segunda muerte será la extinción final del pecado y los pecadores, y de ella no habrá resurrección (ver com. Apoc. 20:14; cf. cap. 21:8).

12. Ángel. Ver com. cap. 1:20.

Pérgamo. Esta ciudad fue la capital de la provincia romana de Asia durante dos siglos, después de que Atalo III, su último rey, la legó junto con el reino de Pérgamo a Roma en el año 133 a. C. (ver pp. 99- 100).

La ciudad de Pérgamo había sido desde principios del siglo III a. C. uno de los centros principales de la vida cultural e intelectual del mundo helenístico.

Aunque en el tiempo de Juan, Éfeso comenzaba a superarla como ciudad principal de Asia, Pérgamo continuó reteniendo en buena medida su importancia anterior. Las dos ciudades habían competido mucho tiempo por este honor. Hay más información en cuanto a la antigua ciudad de Pérgamo en la p. 98; ver mapa p. 640.

El significado del nombre Pérgamo es incierto, pero parece provenir de "ciudadela" o "acrópolis".

El estado característico de la iglesia durante el período de Pérgamo fue de ensalzamiento. Después de ser considerada como una secta proscrita y perseguida, surgió a la popularidad y al poder (ver com. vers. 13).

Espada aguda de dos filos. Esta descripción, como las que introducen los mensajes para las iglesias de Éfeso y Esmirna, proviene de la que se da del Cristo glorificado en el cap 1:16 (ver el comentario respectivo y com. cap. 2:1).

13. Tus obras. La evidencia textual establece la omisión de las palabras "tus obras".

Cf. com. vers. 2.

El trono de Satanás. Pérgamo se distinguió en el año 29 a. C. por ser la sede del primer culto rendido en vida a un emperador. Se edificó un templo y fue dedicado a la adoración conjunta de la diosa Roma (personificación del espíritu del imperio) y al emperador Augusto.

En los días en que Juan escribió estas palabras los cristianos sufrían intensas persecuciones por negarse a adorar al emperador Domiciano (81-96 d. C.), quien insistía en ser adorado como "señor y dios".

Pérgamo era también la capital religiosa de Asia Menor, el centro de las religiones de misterio, y tenía muchos templos paganos. Su designación como el lugar "donde está el trono de Satanás" resultaba pues muy apropiada (ver p. 100).

El período de la historia de la iglesia correspondiente a Pérgamo puede considerarse que comienza alrededor del tiempo en que el emperador Constatino favoreció la causa de la iglesia, en el año 313 d. C. o en el de su aparente conversión en 323, y termina en 538 (ver Nota Adicional al final de este capítulo).  Durante este período fue cuando el papado consolidó su posición como cabeza religiosa y política de la Europa occidental (ver Nota Adicional de Dan. 7) y Satanás estableció su "trono" dentro de la iglesia cristiana.

El Papado Era Y Es Una Combinación Maestra De Paganismo Con Cristianismo.

Este Período Bien Puede Llamarse La Era De La Popularidad.

Nombre. Ver com. vers. 3.

Mi fe. Es decir, fe en mí. Compárese con los casos de los héroes de la fe cuyos nombres están registrados en Heb. 11.

Antipas. Un nombre griego familiar, compuesto de las palabras: anti, "en lugar de", y pas, forma abreviada de patér, "padre" (cf. com. Luc. 3:1; 24:18; ver Josefo, Antigüedades xiv. 1. 3).

Este nombre reflejaba la esperanza de un padre de que el hijo así llamado finalmente lo sustituiría en el mundo. Algunos comentarios sostienen que un cristiano llamado Antipas había sido martirizado por su fe poco antes en Pérgamo, quizá por negarse a adorar al emperador.

Si así sucedió, el caso y ejemplo de ese fiel mártir pueden considerarse como típicos de los incontables millares que sufrieron por su fe en siglos posteriores.

Aunque es posible que el nombre tenga una aplicación figurada al período de la historia eclesiástica correspondiente con Pérgamo, la Inspiración no proporciona ninguna clave evidente en cuanto a esta aplicación.

Testigo. Gr. mártus, "testigo". Un "mártir" es aquel cuya muerte testifica de su fe.

14. Ti. Acerca del énfasis del singular, ver com. vers. 2.

Balaam. Ver Núm. 22-24.

 La analogía con Balaam sugiere que en Pérgamo había personas cuyo propósito era dividir y arruinar a la iglesia fomentando prácticas que eran prohibidas para los cristianos. (Ver el comentario sobre "cosas santificadas"; cf. com. Hech. 15:29).

Balaam fomentó sus intereses personales, no los del pueblo de Dios.

Tropiezo. Gr. skándalon, el dispositivo que hace saltar una trampa; por lo tanto, "poner tropiezo" delante de una persona es hacerla caer. Ver com. Mat. 5:29.

Cosas sacrificadas. El comer estas cosas y la fornicación fueron prácticas prohibidas expresamente por el concilio de Jerusalén.

 (Ver coro. Hech. 15:29; Rom. 14:1; 1Cor. 8:1).

Balaam influyó en Israel para que fornicara "con las hijas de Moab", sacrificara a los dioses moabitas y comiera, quizá, de la carne sacrificada a esos dioses,

 (Núm. 25:1-2; 31:16).

Estos dos pecados condujeron a una mezcla 

de paganismo con la verdadera religión.

Esta descripción, aplicada a la historia cristiana, corresponde con la situación de la iglesia en el período que siguió a la legalización del cristianismo hecha por Constantino en 313 y su conversión nominal diez años más tarde. Este emperador practicó la política de combinar el paganismo y el cristianismo en todo lo posible, en un intento deliberado por unir los diversos elementos del imperio para fortalecerlo.

La posición favorable, y aun dominante, que se le otorgó a la iglesia la hizo caer víctima de las tentaciones que siempre acompañan a la prosperidad y la popularidad.

En los días de Constantino y sus sucesores casi todos continuaron su política favorable a la iglesia, la cual rápidamente llegó a ser una institución político-eclesiástica y perdió gran parte de su anterior espiritualidad.

15. Nicolaítas. Ver com. vers. 6.

16. Arrepiéntete. Esta penetrante amonestación refleja el grave peligro espiritual en que estaba la iglesia de Pérgamo.

La espada de mi boca. Ver com. cap. 1:16; cf. cap. 2:12. 

La espada simboliza el castigo que resultaría si no se arrepentía.

17. Tiene oído. Ver com. vers. 7.

Al que venciere. Ver com. vers. 7.

Maná escondido. Ver Exo. 16:14-36. Algunos creen que esta alusión puede ser al maná que Aarón colocó en una vasija y guardó en el arca (Exo. 16:33; Heb. 9:4). Una antigua enseñanza judía declara que cuando venga el Mesías, "el tesoro del maná descenderá nuevamente de lo alto, y comerán de él en aquellos años" (2 Baruc 29:8).

Según lo que dice el apóstol en Juan 6:31-34, aquí, "maná" parecería simbolizar la vida espiritual en Cristo ahora y la vida eterna en el más allá (ver com. Juan 6:32-33).

Piedrecita blanca. Se han sugerido varias costumbres antiguas como base para esta alusión al obsequio de una piedra blanca, pero ninguna de ellas es completamente satisfactoria. Una de las costumbres antiguas comunes era que los miembros de un jurado usaban una piedra blanca y otra negra para absolver o para condenar. Todo lo que puede decirse con razonable certeza es que Juan sin duda se refiere a alguna ceremonia que implicaba el conferir un presente o rendir un honor especial.

Nombre nuevo. En la Biblia el nombre de una persona a menudo representa su carácter, y un nombre nuevo indicarla un nuevo carácter. El nombre nuevo no sigue el modelo del antiguo, sino que lo reemplaza, es diferente. 

Se le promete al cristiano un "nombre nuevo", es decir, un carácter nuevo y diferente, modelado según el de Dios (cf. Isa. 62:2; 65:15; Apoc. 3:12).

Ninguno conoce. El renacimiento espiritual y la transformación del carácter sólo pueden ser entendidos por la persona que los ha experimentado. Todo esfuerzo por explicar dicha experiencia a alguien que no ha renacido, nunca puede presentar un cuadro verdadero o completo de ella (cf. Juan 3:5-8).

18. Ángel. Ver com. cap. 1:20.

Tiatira. El origen y significado de este nombre son inciertos. Algunos han sugerido que Tiatira significa "dulce sabor de trabajo", tal vez teniendo en cuenta las "obras" de la iglesia expuestas en el vers. 19.

Aunque menos notable que las otras seis ciudades mencionadas, sin embargo la antigua Tiatira se distinguía por el número y la variedad de las artes y los oficios que allí florecían. Entre ellos evidentemente se destacaba el teñido de telas (cf. Hech. 16:14).

Los cristianos de Tiatira sin duda se ocupaban principalmente en los oficios de su ciudad. Hay más informaciones acerca de la antigua ciudad de Tiatira en la p. 101.

El mensaje a Tiatira, aplicado a la historia cristiana, corresponde particularmente con lo que experimentó la iglesia durante la oscura Edad Media.

 (Ver Nota Adicional al final de este capítulo).

Esa edad oscura resultó ser un tiempo de máxima dificultad para los que verdaderamente amaban y servían a Dios, y el período de la historia de la iglesia que corresponde a Tiatira bien puede llamarse la edad de la adversidad. Debido a la persecución, la llama de la verdad vaciló y casi se apagó.

Algunas tendencias que comenzaron en períodos anteriores llegaron a predominar durante esa edad oscura. Como las Escrituras no estaban al alcance de todos los cristianos, en su lugar se ensalzó la tradición. Se llegó a considerar las obras como un medio para alcanzar la salvación.

Un falso sacerdocio humano oscureció el verdadero sacerdocio divino de Jesucristo. Ver Nota Adicional de Dan. 7. La Reforma consistió esencialmente en un reavivamiento y una restauración de las grandes verdades del Evangelio.

La Reforma proclamaba que los hombres sólo se salvan por la fe en Cristo, que su única norma de fe y práctica es la Escritura, y que toda persona puede presentarse por sí misma delante del gran Sumo Sacerdote, Jesucristo, sin un intercesor humano.

Hijo de Dios. Ver com. Luc. 1:35; Juan 1:14. 

Este título, como los que introducen los mensajes a las otras iglesias, deriva de la descripción del Cristo glorificado de Apoc. 1:13 (ver coro. cap. 2:1).

Aquí se usa el artículo definido para identificar específicamente al Autor del mensaje con la segunda persona de la Deidad (cf. com. cap. 1: 13).

Ojos... pies. Ver com. cap. 1:14-15.

19. En cuanto a la fuerza que tiene el singular, ver com. vers. 2.

Obras. Ver com. vers. 2.

Amor. Gr. agápe, "amor" (ver com. Mat. 5: 43-44).

La evidencia textual establece (cf. p. 10) la secuencia: 

"amor, y fe, y servicio, y tu paciencia".

Es una enumeración de las "obras" de la iglesia de Tiatíra, entre las cuales el amor y la fe son la base interna de la manifestación externa de servicio y paciencia.

Fe. Gr. pístis (ver com. Rom. 3:3).

Servicio. Gr. diakonía, "servicio" o "ministerio"

(ver com. Rom. 12:7),

Paciencia. Gr hupomoné (ver com. cap. 1:9).

Postreras. El mensaje para Tiatira es el único de los siete que reconoce que ha habido un mejoramiento. A pesar de las dificultades en Tiatira, esa iglesia creció espiritualmente. Establézcase un contraste con el caso opuesto de Efeso (vers. 4-5)

20. Unas pocas cosas. Aunque algunos MSS dicen "tengo mucho contra ti" y otros dicen "tengo poco contra ti", la evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "tengo contra ti que toleras" (cf. vers. 4).

Toleras. Gr. afi'mi, "permitir", "dejar operar". La iglesia estaba mal no sólo porque muchos abiertamente apostataban, sino también porque no se hacía un esfuerzo diligente para reprimir el avance del mal.

Jezabel. Ver en 1 Rey 16:31; 18:13; 19:1-2; 21:5-16, 23-25; 2 Rey 9:30-37 el relato acerca de la conducta de Jezabel. Parece que así como Jezabel fomentó el culto a Baal en Israel (1 Rey 21:25), también en los días de Juan alguna falsa profetisa procuraba desviar a la iglesia de Tiatira.

El mensaje indica que en Tiatira se extendía más que en Pérgamo (Apoc. 2:14) la apostasía.

Cuando se aplica el período de la historia cristiana que corresponde a Tiatira, la figura de Jezabel representa al poder que produjo la gran apostasía de la Edad Media. 

(Ver Nota Adicional de Dan. 7; com. Apoc. 2:18; cf. Apoc. 17).

A fornicar... comer cosas sacrificadas. Ver com. Apoc. 2:14; cf. 2 Rey 9:22. 

Esta conducta sin duda tuvo primero una aplicación local en la iglesia de Tiatira. Aplicado al período histórico de la iglesia representado por Tiatira, representaría una mezcla de paganismo con cristianismo. (Ver com. Eze. 16:15; Apoc. 17:1).

Este proceso se aceleró al máximo en los días de Constantino y sus sucesores. Hablando en términos generales, el cristianismo medieval fue más pagano que cristiano en su forma y espíritu.

21. Tiempo. El ofrecimiento de perdón le fue extendido a la impenitente profetisa durante un tiempo considerable.

No quiere arrepentirse. No se trataba de un caso de simple ignorancia, ni aun de ignorancia voluntaria, sino de rebelión insistente y desafiante.

22. La arrojo en cama. La forma del castigo que le sería aplicado a la falsa profetisa correspondería con su crimen. Esta expresión parece ser de origen semítico, y se usa para describir al que cae enfermo (Exo. 21:18; Judit 8:3, LXX; Mat. 9:2, literalmente "un paralítico arrojado sobre una cama"). Ver com. Apoc. 17:16-17; 18.

Los que con ella adulteran. No se identifica a esas personas. Cf. com. cap. 17:1-2.

Si no se arrepienten. La puerta de la misericordia aún no se había cerrado del todo. Dios nunca se separa de los pecadores; son éstos los que se separan de él.

Las obras de ella. Desde el punto de vista de Dios que habla a su iglesia, los pecados de Jezabel y sus amantes son esencialmente los pecados de ella porque es ella quien, como profetisa, aspira a dirigir la iglesia.

23. Hijos. La fornicación de esta Jezabel era habitual y de larga duración porque tenía hijos. En sentido figurado quizá esto daría a entender que había ganado discípulos fieles. Los castigos caerían no sólo sobre la madre sino también sobre los hijos porque estaban contaminados por su impío carácter. Compárese con la destrucción de los hijos de Acab (2 Rey. 10:7).

Muerte. Juan puede haber tenido en mente Eze. 33:27 (LXX), donde dice muy significativamente: "y a los que están en las cuevas mataré con muerte".

En vez de "muerte" el hebreo dice "pestilencia" o "plaga". Posiblemente éste es el significado de "muerte" en este pasaje de Apocalipsis.

Mente. Literalmente "los riñones" (BJ, BC).

Antiguamente se creía que en los riñones estaba la sede de la voluntad y los afectos (cf. com. Sal. 7:9).

Corazón. Es decir la mente, con el significado de intelecto. Cristo se posesiona tanto de los pensamientos como de las emociones. El juicio de Cristo es justo porque ve y toma en consideración los secretos del corazón. 

Ver Sal. 7:9; Jer. 11:20; coro. 1 Sam. 16:7.

24. Los demás. Es decir, los creyentes leales de Tiatira. Históricamente se refiere a pequeños grupos que a través de la Edad Media procuraron permanecer fieles al cristianismo apostólico. Tales movimientos estuvieron dentro y fuera de la estructura de la Iglesia Católica.

Particularmente importantes fueron los grupos de los valdenses en la Europa continental y los seguidores de Wyclef en Inglaterra.

Ninguno de esos grupos alcanzó la medida de la verdad evangélica que fue proclamada más tarde por la Reforma Protestante, pero el mensaje "a los demás que están en Tiatira" era apropiado para ellos.

Dios no les impuso otra carga sino la de ser fieles a la luz que tenían.

Esa doctrina. Es decir, las enseñanzas de Jezabel (ver com. vers. 20).

Profundidades. "Cosas profundas". Cristo toma las palabras que los apóstatas orgullosamente aplican a sus propias enseñanzas "lo que ellos llaman" y las aniquila llamándolas llamándolas profundidades de Satanás".

Los gnósticos pretendían ser los únicos que conocían "las cosas profundas" (ver t. VI, pp. 56-59).

No os impondré otra carga. Bastaba que fueran fieles a la luz que tenían.

25. Hasta que yo venga. La "esperanza bienaventurada" (Tito 2:13) de la pronta venida de Cristo siempre ha sido el sostén de los cristianos en la aflicción. Cristo no dice necesariamente que vendría durante la vida de los miembros de la iglesia literal de Tiatira, ni tampoco durante el período de la historia de la iglesia correspondiente a Tiatira. Ver com. cap. 1:1.

26. Al que venciere. Ver com. vers. 7.

Mis obras. Es decir, obras que reflejan el carácter de Cristo. Estas obras se hallan en agudo contraste con las "obras" de los que se alían con Jezabel (ver com. vers. 22).

Autoridad sobre las naciones. Cf. cap. 20:4.

27. Regirá. Gr. poimáinÇ, literalmente "pastorear", y por lo tanto "gobernar"

 (ver com. Mat. 2:6).

El pasaje se cita de Sal. 2:9. En cuanto al tiempo, las circunstancias y la naturaleza de la forma en que Cristo quebrantará a las naciones con "vara de hierro" 

ver com. Apoc. 19:15.

Que los judíos consideraban el pasaje de Sal. 2:9 como una predicción mesiánica, es evidente por los Salmos de Salomón 17:23-24, obra seudoepigráfica, que contiene una plegaria para que Dios suscite al hijo de David "para echar a los pecadores de la heredad, destruir la arrogancia del pecador como vaso de alfarero" y "hacer pedazos toda su sustancia con una vara de hierro".

Como los redimidos vivirán y reinarán con Cristo, se los representa aquí compartiendo la obra de Cristo (ver com. Apoc. 12:5; 20:4).

Vara. La palabra que aquí se usa representa al shébet hebreo de Sal. 2:9, que puede corresponder con una vara o cayado de un pastor (Sal. 23:4), un cetro (Sal. 45:6), o una vara de castigo (Sal. 125:3).

El contexto de Apoc. 2:27 sugiere que la "vara" aquí es símbolo de gobierno e instrumento de castigo.

Quebradas. Este dominio o reinado causará la destrucción de los impíos. 

En cuanto a la naturaleza de ese reino, ver com. cap. 20:4.

Vaso de alfarero. Cf. Jer. 19:1, 10-11.

Como yo también la he recibido. 

Ver Mat. 11.27; 28:18; Juan 3:35; 5:22, 27; Hech. 17:31; t. V, p. 896.

28. La estrella de la mañana. Es decir, Cristo mismo (Apoc. 22:16; cf. 2Ped. 1:19). 

29. Tiene oído. Ver com. vers. 7.

NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 2

La aplicación de los diversos mensajes para las siete iglesias a siete períodos consecutivos de la historia de la iglesia (ver com. cap. 2:1) sugiere, naturalmente, la conveniencia de utilizar una serie de fechas de transición para facilitar la coordinación de los distintos mensajes con sus respectivos períodos históricos; sin embargo, al procurar fijar tales fechas, es bueno recordar que:

(1) la profecía de las siete iglesias no implica un tiempo exacto en el sentido común de la palabra, porque no la acompañan datos cronológicos específicos.

Tiene que ver principalmente con las sucesivas vicisitudes de la iglesia, y difiere en mucho de profecías como las que se refieren a los 1.260 días de Dan. 7:25, los 2.300 días del cap. 8:14 y las 70 semanas del cap. 9:25.

(2) Es difícil delimitar con fechas exactas los grandes períodos de la historia. Usadas con este fin las fechas son, en el mejor de los casos, hitos útiles de un carácter más bien general sin determinar límites exactos. La verdadera transición de un período a otro es un proceso gradual; sin embargo, conviene escoger fechas aproximadas para ayudar a correlacionar los mensajes con los acontecimientos correspondientes de la historia.

Algunos pueden sugerir fechas diferentes de las que se dan a continuación y usarían expresiones diferentes para describir los diversos períodos; pero estas diferencias de fechas y nombres no afectan esencialmente el mensaje general de las cartas a las siete iglesias.

1. Éfeso. Por consenso general, el período que aquí se representa abarca la era apostólica, y por lo tanto puede extenderse aproximadamente desde el año 31 d. C., año de la ascensión de nuestro Señor (ver t. V, pp. 249-253), hasta el año 100 d. C.

2. Esmirna. Para la fijación del año 100 d. C. como comienzo de este período, ver el párrafo anterior sobre "Éfeso". 

Los mensajes a la segunda y a la tercera iglesia identifican la transición de Esmirna a Pérgamo como el paso de la persecución a la popularidad.

El reinado de Constantino el Grande (306-337), el primer emperador de Roma llamado cristiano, marca esta transición. Antes de su famoso edicto de Milán de 313, el cristianismo era una religión ilegal y sufrió repetidos períodos de terrible persecución por parte del Estado (ver t. VI, pp. 48-49, 62-63; t. VII, pp. 20-21).

En ese edicto se decretaron iguales derechos para todas las religiones en todo el imperio y se restituyó a los cristianos las propiedades que les habían sido confiscadas. En el mismo año Constantino eximió a los clérigos cristianos del servicio civil y militar, y liberó de impuestos sus propiedades. La fecha de su supuesta conversión al cristianismo generalmente se fija en el año 323.

Podría tomarse 313 ó 323 como un año apropiado para señalar la transición del período de Esmirna al de Pérgamo.

3. Pérgamo. Para la transición al período de Pérgamo, ver el párrafo anterior sobre "Esmirna". La inspiración ha caracterizado el período de Pérgamo como un tiempo de componendas, apostasía y popularidad, tiempo durante el cual la Iglesia de Roma consolidó su poder y autoridad.

Por lo tanto, el fin del período de Pérgamo hallaría desplazada a la Roma imperial y al papado plenamente establecido y listo para emprender su carrera como gobernante de la cristiandad occidental (ver Nota Adicional de Dan. 7).

Cualquiera de los diversos acontecimientos podría servir como un hito aceptable para la terminación de este período. El destronamiento del último emperador romano en 476DC podría ser una fecha tal.

Otra fecha podría ser la conversión, en 496, de Clodoveo, rey de los francos, el primer gobernante germano que abrazó el cristianismo romano y se unió con la iglesia en la conquista de otros pueblos germanos.  

En el año 538 entró en vigor el decreto de Justiniano que le daba al papa plenos poderes políticos en el Occidente.

Los historiadores estiman generalmente que el pontificado de Gregorio el Grande (590-604) fue el momento de transición entre la antigüedad y la Edad Media, y su reinado como papa podría considerarse como otro punto de partida. 

Gregorio es considerado como el primero de los prelados de la Edad Media. Osadamente asumió el papel de emperador de Occidente, y su administración puso el fundamento para las pretensiones posteriores del absolutismo papal.

El año 756 señala la consolidación del poder político papal y el surgimiento de Francia para asumir el papel que le valió el nombre de "hija mayor del papado" 

(ver t. IV, p. 863).

En ese año Pipino de Francia sometió a los lombardos del norte de Italia, que habían estado amenazando al papa, y cedió a éste el territorio de los lombardos.

Esa concesión, generalmente llamada la Donación de Pipino, marca el principio de los Estados Pontificios, que el papa gobernó como monarca durante más de 1.000 años.

Sin embargo, la importancia de 538 como el punto de partida de los 1.260 años.

 (Ver com. Dan. 7:25), 

https://elaguila3008.blogspot.com/2021/02/enlaces-565-577-reflexionesmhp-daniel-1.html

sugiere ese año como la fecha final más apropiada que cualquiera de las otras para el período de Pérgamo. Ver pp. 20-22.

4.Tiatira. Para ubicar el año 538 como fecha del comienzo del período de Tiatira, ver lo dicho en cuanto a "Pérgamo".

 El período de Tiatira se caracteriza como la era de la supremacía papal. La importancia del período de los 1.260 años en la profecía bíblica (ver com. Dan. 7:25; Apoc. 12:6) sugiere que 1798 bien podría escogerse como fecha final para Tiatira; pero en vista de la importancia de la Reforma en el quebrantamiento de la supremacía papal, 1517 sería también una fecha final apropiada (ver t. IV, p. 864; t. VII, p. 53).

Algunos podrían sostener que la pérdida de los Estados Pontificios en 1870 y el consiguiente enclaustramiento que se autoimpuso el papa como "prisionero del Vaticano", también harían que dicha fecha fuese digna de consideración. Sin embargo, el año 1870 parece ser un poco tardío para encajar ya sea con los 1.260 años de la profecía o con los siguientes períodos de la historia de la iglesia que se esbozan en Apoc. 2 y 3.

5. Sardis. Esta es la iglesia característica de los tiempos de la Reforma, y como tal puede considerarse que se inicia en 1517 o tal vez en 1798 (ver lo que antecede acerca de "Tiatira"). Los que proponen la fecha 1798 como la terminación del período de la iglesia de Tiatira y el comienzo del período de Sardis, sugieren que 1833 es un año apropiado para señalar el final de esta última. Por razones que se expondrán al tratar de "Filadelfia", otros sugieren a 1755 como la fecha apropiada para terminar.

6.Filadelfia. La inspiración ha presentado a ésta como la iglesia del gran despertar del segundo advenimiento. Se han sugerido varias fechas apropiadas para el comienzo de este período. Algunos proponen el año 1833, año que fue testigo de la última gran señal en los cielos predicha por nuestro Señor (ver com. Mat. 24:33), y que se relaciona muy de cerca en cuanto al tiempo con la proclamación inicial del mensaje adventista hecha por Guillermo Miller.

Otros sugieren a 1798, el comienzo del "tiempo del fin" de Dan. 11:35 

(ver el comentario respectivo), lo que también podría aceptarse. 

Hay otros que prefieren a 1755, que generalmente se acepta como que indica la primera de las señales específicas del fin predichas en Apoc. 6:12 (ver el comentario respectivo), teniendo en cuenta que esta elección concuerda bien con el carácter de la iglesia de Filadelfia como la iglesia del despertar del advenimiento. 

Los expositores adventistas concuerdan unánimemente en que el año 1844 debe considerarse como el fin del período de Filadelfia y comienzo del período de Laodicea (ver com. Dan. 8:14).

7. Laodicea. Para fijar el año 1844 como la fecha del comienzo de este período, ver lo que antecede en cuanto a "Filadelfia". Por ser ésta la última de las siete iglesias, el período de Laodicea continúa hasta el fin del tiempo. (7CBA).

COMENTARIOS EGW

1. HAp 468;

4-5. HAp 469.

7, 10. HAp 470

CRISTO FUE PRESENTADO COMO SOSTENIENDO LAS SIETE ESTRELLAS EN SU MANO DERECHA. Esto nos asegura que ninguna iglesia que sea fiel a su cometido necesita temer la destrucción; porque ninguna estrella que tiene la protección del Omnipotente puede ser arrancada de la mano de Cristo.

"El que tiene las siete estrellas en su diestra. . . dice estas cosas." (Apoc. 2:1.) Estas palabras son dirigidas a los maestros de la iglesia, a aquellos a quienes Dios confió pesadas responsabilidades. Las dulces influencias que han de abundar en la iglesia están vinculadas estrechamente con los ministros de Dios, quienes deben revelar el amor de Cristo. Las estrellas del cielo están bajo su dirección.

LAS LLENA DE LUZ; GUÍA Y DIRIGE SUS MOVIMIENTOS. Si no lo hiciera, llegarían a ser estrellas caídas. Así es con sus ministros. Son instrumentos en sus manos, y todo lo bueno que pueden hacer es realizado por medio del poder divino. Por medio de ellos se difunde la luz del Salvador, quien ha de ser su eficiencia. Si tan sólo miraran a él como él miraba al Padre, serían capacitados para hacer su obra. Cuando dependan de Dios, él les dará su esplendor para reflejarlo al mundo.

EN EL COMIENZO DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA, el misterio de iniquidad, predicho por el apóstol Pablo, comenzó a hacer su 469 obra impía; y al insistir en sus herejías los falsos maestros, acerca de los cuales Pablo amonestó a los creyentes, muchos fueron engañados por falsas doctrinas. Algunos vacilaron bajo las pruebas, y fueron tentados a abandonar la fe. En el tiempo cuando Juan recibía esta revelación, muchos habían perdido su primer amor a la verdad del Evangelio. Pero en su misericordia Dios no dejó que su iglesia permaneciese en la apostasía. En un mensaje de infinita ternura reveló su amor hacia ella, y su deseo de que hiciera una obra segura para la eternidad. "Recuerda -rogó- de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras." (Apoc. 2:5.)

LA IGLESIA TENÍA DEFECTOS, y necesitaba severa reprensión y corrección; y Juan fue inspirado a escribir mensajes de amonestación, reprensión y ruego a los que, habiendo perdido de vista los principios fundamentales del Evangelio, ponían en peligro la esperanza de su salvación.

Pero las palabras de reproche que Dios halla necesario enviar se pronuncian siempre con tierno amor, y con la promesa de paz a cada creyente arrepentido. "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo -dice el Señor;- si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apoc. 3:20.)

Y PARA LOS QUE EN MEDIO DEL CONFLICTO MANTUVIESEN SU FE EN DIOS, le fueron confiadas al profeta estas palabras de encomio y promesa: "Yo conozco tus obras: he aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar; porque tienes un poco de potencia, y has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. . . . Porque has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la tentación que ha de venir en todo el mundo, para probar a los que moran en la tierra." Se amonestó al creyente: "Sé vigilante y confirma las otras cosas que están para morir." "He aquí, yo vengo presto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona." (Apoc. 3:8,10,2,11.)

POR MEDIO DE UNO QUE DECLARÓ SER "HERMANO, y participante en la tribulación" (Apoc. 1:9), Cristo reveló a su iglesia las 470 cosas que ella debía sufrir por su causa. Al penetrar con su vista a través de largos siglos de tinieblas y superstición, el anciano desterrado vio a multitudes sufrir el martirio por causa

de su amor haca la verdad. Pero también vio que Aquel que sostuvo a sus primeros testigos, no olvidaría a sus fieles seguidores durante los siglos de persecución que debían venir antes del fin del tiempo. "No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer -declara el Señor,- He aquí, el diablo ha de enviar algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación. . . . Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida." (Apoc. 2:10.)

Y para todos los fieles que están luchando contra el mal, Juan oyó hacer las promesas: "Al que venciere, daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios." "El que venciere, será vestido de vestiduras blancas: y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles." "Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono." (Apoc. 2:7; 3:5,21.)

2-3. HAp 462. EN LOS DÍAS DE LOS APÓSTOLES, los creyentes cristianos estaban llenos de celo y entusiasmo. Tan incansablemente trabajaban por su Maestro que, en un tiempo relativamente corto, a pesar de la terrible oposición, el Evangelio del reino se divulgó en todas las partes habitadas de la tierra. El celo manifestado en ese tiempo por los seguidores de Jesús fue registrado por la pluma inspirada como estímulo para los creyentes de todas las épocas.

DE LA IGLESIA DE ÉFESO, que el Señor Jesús usó como símbolo de toda la iglesia cristiana de los días apostólicos, el Testigo fiel y verdadero declara: "Yo sé tus obras y tu trabajo y paciencia; y que tú no puedes sufrir los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has desfallecido." (Apoc. 2:2,3-)

Al principio, la iglesia de Éfeso se distinguía por su sencillez y fervor. Los creyentes trataban seriamente de obedecer cada palabra de Dios, y sus vidas revelaban un firme y sincero amor a Cristo. Se regocijaban en hacer la voluntad de Dios porque el Salvador moraba constantemente en sus corazones. Llenos de amor para con su Redentor, su más alto propósito era ganar almas para él. No pensaron en atesorar para sí el precioso tesoro de la gracia de Cristo. Sentían la importancia de su vocación y, cargados con el mensaje: "Sobre la tierra paz; entre los hombres buena voluntad," ardían en deseos de llevar las buenas nuevas de la salvación a los rincones más remotos de la tierra. Y el mundo conoció que ellos habían estado con Jesús. Pecadores arrepentidos, perdonados, limpiados y santificados se allegaron a Dios por medio de su Hijo. 463

9. Ev 438. El espiritismo está por cautivar el mundo. Hay muchos que piensan que el espiritismo se 438 mantiene gracias a trucos e imposturas, pero esto dista mucho de la verdad. Un poder sobrehumano está trabajando en una diversidad de formas, y pocos tienen siquiera idea de lo que serán las manifestaciones del espiritismo en el futuro. El fundamento para el éxito del espiritismo ha sido puesto en las aserciones hechas desde los púlpitos de nuestro país. Los ministros han proclamado como doctrinas bíblicas falsedades que se habían originado con el archiengañador.

La doctrina de la perduración de la vida consciente después de la muerte, de los espíritus de los muertos en comunicación con los vivos, no tiene fundamento en las Escrituras, y sin embargo esas teorías son afirmadas como verdad. 

Mediante esta doctrina falsa se ha abierto el camino para que los espíritus de demonios engañen a la gente al presentarse a sí mismos como los muertos. Los instrumentos satánicos personifican a los muertos y en esa forma llevan cautivas a las almas. Satanás tiene una religión, tiene una sinagoga y adoradores devotos. Para llenar las filas de sus devotos, utiliza toda clase de engaños (Manuscrito sin fecha, Nº 66).

UN ENGAÑO DESTINADO A LOS ENLUTADOS.- La deificación de los muertos ha ocupado un lugar prominente en casi todos los sistemas paganos, como asimismo la supuesta comunicación con los muertos. Se creía que los dioses comunicaban su voluntad a los hombres, y también que los aconsejaban cuando eran consultados. De esta índole eran los famosos oráculos de Grecia y Roma.

Todavía existe la creencia en la comunicación con los muertos, aun en los países que profesan ser cristianos. Con el nombre de espiritismo se ha difundido ampliamente la práctica de comunicarse con seres que pretenden ser los espíritus de los muertos. Este ha sido concebido para aprovecharse de los sentimientos de los que han depositado en la tumba a sus seres amados (Signs of the Times, 23 de junio, 1890).

COLOCANDO EL FUNDAMENTO DEL ESPIRITISMO.- El [Satanás] a veces se presenta en la forma de una persona joven y agradable, o de una hermosa sombra. Lleva a cabo sanamientos y es adorado como benefactor de nuestra raza por los mortales engañados. . . Miles están en contacto con este dios-demonio y están recibiendo instrucciones de él, y obran de acuerdo con sus enseñanzas. 

El mundo, que se supone estar beneficiándose tanto con la frenología y el magnetismo animal, nunca ha estado tan corrompido. Satanás usa precisamente estas cosas para destruir la virtud y colocar el fundamento del espiritismo (Testimonies, tomo 1, págs. 296, 297. Año 1862).

17. CS 704. Antes de entrar en la ciudad de Dios, el Salvador confiere a sus discípulos los emblemas de la victoria, y los cubre con las insignias de su dignidad real. Las huestes resplandecientes son dispuestas en forma de un cuadrado hueco en derredor de su Rey, cuya majestuosa estatura sobrepasa en mucho a la de los 704 santos y de los ángeles, y cuyo rostro irradia amor benigno sobre ellos. De un cabo a otro de la innumerable hueste de los redimidos, toda mirada está fija en él, todo ojo contempla la gloria de Aquel cuyo aspecto fue desfigurado "más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hijos de Adam."

Sobre la cabeza de los vencedores, Jesús coloca con su propia diestra la corona de gloria. Cada cual recibe una corona que lleva su propio "nombre nuevo" (Apocalipsis 2:17), y la inscripción: "Santidad a Jehová." A todos se les pone en la mano la palma de la victoria y el arpa brillante. Luego que los ángeles que mandan dan la nota, todas las manos tocan con maestría las cuerdas de las arpas, produciendo dulce música en ricos y melodiosos acordes. Dicha indecible estremece todos los corazones, y cada voz se eleva en alabanzas de agradecimiento. "Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre; a él sea gloria e imperio para siempre jamás." (Apocalipsis 1:5,6.)

Delante de la multitud de los redimidos se encuentra la ciudad santa. Jesús abre ampliamente las puertas de perla, y entran por ellas las naciones que guardaron la verdad. Allí contemplan el paraíso de Dios, el hogar de Adán en su inocencia. Luego se oye aquella voz, más armoniosa que cualquier música que haya acariciado jamás el oído de los hombres, y que dice: "Vuestro conflicto ha terminado." "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo."

Entonces se cumple la oración del Salvador por sus discípulos: "Padre, aquellos que me has dado. quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo." A aquellos a quienes rescató con su sangre, Cristo los presenta al Padre "delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría" (Judas 24, V.M.), diciendo: "¡Heme aquí a mí, y a los hijos que me diste!" "A los que me diste, yo los guardé." ¡Oh maravillas 705 del amor redentor! ¡qué dicha aquella cuando el Padre eterno, al ver a los redimidos verá su imagen, ya desterrada la discordia del pecado y sus manchas quitadas, y a lo humano una vez más en armonía con lo divino!

Ministerio Hno. Pio 

 

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