jueves, diciembre 09, 2021

REFLEXIÓN 940. EXHORTACIÓN A UNA FIRME VIDA CRISTIANA: Consejos A Esposos Y Esposas … (1 PEDRO 3).

1 Pedro 3.

EXHORTACIÓN A UNA FIRME VIDA CRISTIANA 3:1-22:

*Consejos A Esposos Y Esposas: 

Los deberes mutuos, 3:1-7.

*Exhortación A La Unidad Y El Amor, 3:8-13.

*El Privilegio Y La Recompensa De Sufrir Con Cristo,

Soportando Valerosamente La Persecución, 3:14-18.

*La Obra De Cristo En Favor De Los Antediluvianos. 3:19-22.

1 ASIMISMO vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, 2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa. 3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.

5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; 6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza. 7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; 9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.

10 Porque: El que quiere amar la vida, y ver días buenos, 

Refrene su lengua de mal, 

Y sus labios no hablen engaño; 

11 Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.

12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal. 

13 ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?

14 Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; 16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. 17 Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. 18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. 21 El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo, 22 quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades. (1Pedro 3).

1. Asimismo. Las esposas cristianas deben honrar a sus esposos en palabra y en conducta (ver com. Gén. 3:16; Efe. 5:22,25).

Mujeres. Pedro confirma las enseñanzas de Pablo acerca de la ética de un hogar cristiano (ver com. Efe. 5:22; Tito 2:5).

Estad sujetas. O "continuad estando sujetas".

Vuestros maridos. Literalmente "los propios maridos". Pedro destaca la relación especial del matrimonio. Una esposa creyente siempre debe ser cristiana en espíritu y vivir en paz aun con un esposo incrédulo. Sus votos cristianos no la han liberado de sus votos matrimoniales hechos a un esposo incrédulo.

Los que. Osea los esposos que no creen.

No creen a la palabra. O no aceptan el Evangelio ni lo obedecen. 

Era frecuente que una esposa aceptase la verdad de Jesucristo, y que su esposo rechazara esa verdad y se opusiera. Pero la esposa cristiana no debía procurar liberarse de su vínculo matrimonial mientras su esposo estuviera dispuesto a vivir con ella (ver com.1Cor. 7:12-15). Debía continuar viviendo con su esposo, sujetándose a él como esposa, abrigando la esperanza de que su vida piadosa ganara a su cónyuge para el Maestro y orando fervorosamente para que eso sucediera.

Sean ganados. A la fe en Cristo.

Sin palabra. La sintaxis del texto griego pone en evidencia que "palabra" no designa aquí al mensaje evangélico como en el caso inmediato anterior en este mismo versículo. En vista de que la conducta debe ser el medio por el cual las esposas creyentes podían ganar a sus esposos incrédulos, "palabra" significa ahora, por contraste, persuasión verbal. Una esposa creyente puede ser tentada a veces a argumentar y a tratar de abrumar a su esposo mediante razonamientos lógicos; pero, en términos generales, esta no es la mejor forma de ganar a un esposo o a un incrédulo. El espíritu que produce acusaciones y discusiones es ajeno al espíritu y a los métodos de Cristo.

Conducta. Ver com. cap. 1:15. Una vida amable, santa y abnegada, llena de sereno dominio propio, representa un argumento incontestable y, por lo general, es mucho más eficaz que hablar y argumentar constantemente.

2. Considerando. O "mirando de cerca" (cf. cap. 2:12).

Conducta. Ver com. vers. 1

Casta. O "pura" (ver com. 1 Tim. 5:22). Toda la vida de la esposa cristiana debe ser moderada en comportamiento y en gusto. La esposa debe ser conocida por su permanente decoro en todas las cosas.

Respetuosa. Literalmente "en temor"; o sea en el santo temor de Dios (ver 1 Ped. 2:17-18; com. Sal. 19:9). Este versículo podría traducirse: "Habiendo observado de cerca vuestra conducta pura en el temor de Dios".

3. Atavío. Gr. kósmos, "ornamento", "decoración", "adorno" (ver com. Isa. 3:16-24; 1Tim. 2:9-10). "Cosmético" deriva del griego kósmos. No es apropiado que una mujer cristiana haga una vana exhibición de vestidos y adornos para llamar la atención a sí misma. Su mayor atractivo debe ser su conducta cristiana (ver com. 1Ped. 3:2).

Peinados ostentosos. Pedro cita un ejemplo de "adornos" antiguos que no reflejaban motivos "puros" (ver com. vers. 2). Los peinados complicados, en los cuales se perdía mucho tiempo, eran una demostración de riqueza y de apego a la moda en el mundo griego y romano de ese tiempo. El motivo era evidentemente el deseo de llamar la atención a la persona, lo cual no está en armonía con los principios básicos del cristianismo. Ver com. 1Tim. 2:9.

Adornos de oro. En el Imperio Romano abundaban los anillos, los brazaletes y las ajorcas brillantes que usaban las mujeres que vestían a la moda. Esos "adornos de oro" eran contrarios a los principios de recato y sencillez propios del cristianismo.

Vestidos lujosos. Quizá sea una referencia a la costumbre impuesta por la moda de cambiar de vestidos y de adornos varias veces al día para estar a tono con las diversas exigencias sociales. El afán de tener un abundante guardarropa ha sido una trampa engañosa para hombres y mujeres a través de los siglos. El dinero que podría gastarse en forma más provechosa para el bien eterno del que da y del que recibe, con frecuencia se malgasta en vestidos ostentosos.

4. El interno. La persona interior, lo que realmente somos y valemos. 

(Rom. 7:22; 2Cor. 4:16; Efe. 3:16).

Del corazón. Osea el carácter intrínseco y la personalidad. El tiempo que se utiliza en adornar el carácter con rasgos semejantes a los de Cristo es mucho más provechoso que el tiempo que se dedica al adorno externo del cuerpo.

Incorruptible. Este carácter incorruptible es el manto de justicia que Cristo promete impartir a todos los que lo aceptan por fe y acuden a él en busca de dirección (ver com. Mat. 22:11; Apoc. 3:18). Este es el adorno que Dios desea que posea la esposa cristiana. Ensalzará a la esposa y a su religión ante su esposo incrédulo y ante sus amigos como ninguna otra cosa podría hacerlo.

Espíritu. En este pasaje la palabra "espíritu" significa la disposición de la mente.

Afable. Gr. praús (ver com. Mat. 5:5). La modesta sencillez de la mujer cristiana resultará en manifiesto contraste con la arrogancia de las que tratan de llamar la atención sus personas con peinados llamativos, adornos resplandecientes y ropas ostentosas.

Apacible. La tranquilidad cristiana no de pende de modas cambiantes sino de Cristo, el cual permanece "el mismo ayer, y hoy, por los siglos" (Heb. 13:8), y cuyo compañerismo vale mucho más que el de inestables seres humanos.

De grande estima. El valor material de los adornos de oro y los vestidos lujosos, es insignificante en comparación con el valor eterno de los hombres y las mujeres que se han convertido de verdad.

5. Así también. O en el adorno del carácter.

Se ataviarían. Osea en "un espíritu afable y apacible" (ver com. vers. 4).

Mujeres. O "esposas".

Esperaban. Gr. elpízÇ, "tener esperanza". Esas piadosas mujeres depositaban su esperanza de reconocimiento y seguridad en las promesas de Dios. Sus deseos estaban en armonía con los planes de Dios para ellas.

Estando sujetas. No procuraban romper sus votos matrimoniales para solucionar sus problemas domésticos. Muchas esposas creyentes sin duda afrontaban situaciones extremadamente difíciles en sus hogares; pero merecían la aprobación de Dios por hacer frente a esas circunstancias con firmeza y humilde espíritu cristiano. Soportaban las pruebas sin irritarse.

6. Sara. Se presenta a Sara, la esposa de Abrahán, como la principal de todas las esposas piadosas y como un ejemplo de imitar.

Llamándole señor. Sara respetaba a Abrahán y se sometía a su liderazgo en el hogar (ver com. Gén. 18:12).

Hijas. Compárese con la enseñanza de Pablo acerca de Abrahán como nuestro padre espiritual (ver com. Rom. 4:11; Gál. 3:7).

Si hacéis el bien. Las esposas cristianas deben seguir el ejemplo de Sara con un comportamiento suave y modesto en sus hogares y en todo lugar. Esta conducta califica a las mujeres cristianas como "hijas" de Sara, así como los hombres de fe manifiestan las cualidades de Abrahán, su padre espiritual.

Amenaza. Gr. ptó'sis, "terror"; "espanto" (BC). Las esposas cristianas no deben desconcertarse por las situaciones amenazantes que a veces son creadas por la actitud de un esposo incrédulo, por los problemas que siempre existen al criar a los hijos, o debido a la mala voluntad expresada por amigos y vecinos incrédulos. La esposa cristiana debe conservar "un espíritu afable y apacible", no importa cuál sea la naturaleza de estos problemas (1Ped. 3:4). Los problemas de la vida la acercan más al Señor; no la desaniman.

7. Igualmente. El apóstol ahora habla de los deberes de los esposos. Dios no espera menos de un esposo cristiano que de una esposa cristiana.

Sabiamente. Es decir, con buen juicio y consideración, cumpliendo todos los deberes del matrimonio sabia y desinteresadamente. 

Una esposa cristiana debe respetar a su esposo como cabeza del hogar, pero el esposo no debe aprovecharse de esa prerrogativa. Con conocimiento emanado del amor divino, el esposo cristiano nunca debe aprovecharse de su esposa ni someterla a exigencias irrazonables (ver com. 1Cor. 7:2-5).

Dando honor. Es decir, respeto.

Vaso. O "instrumento", con el significado de "persona".

Más frágil. En comparación con el hombre.

Coherederas. Delante de Dios no hay desigualdad entre hombres y mujeres. Ambos compartirán igualmente como "coherederos" del reino eterno.

Gracia de la vida. La dádiva de la vida eterna, el resultado de la bondadosa benignidad de Dios (ver com. Juan 3:16).

Oraciones no tengan estorbo. El marido que no trata a su esposa con respeto cristiano, no puede esperar que Dios conteste sus oraciones (cf. Mat. 18:19). Dios no puede ser consecuente y prodigar bendiciones sobre los hombres que tratan a sus esposas con un espíritu irrazonable, egoísta y tiránico. Las peticiones que eleva a Dios la esposa maltratada anulan, en cierto sentido, las oraciones hipócritas de su esposo.

8. Finalmente. Pedro ya se ha dirigido a los cristianos en general (cap. 2:1-17), y en particular a los siervos cristianos (vers. 18-25), a las esposas (cap. 3:1-6) y a los esposos (vers. 7). Ahora retorna su admonición a los cristianos en general.

Todos. Es decir, todos "los expatriados de la dispersión" por toda el Asia Menor (ver com. cap. 1:1), y en un sentido más amplio todos los cristianos por doquiera y en todos los siglos.

De un mismo sentir. Gr. homófrón, "de un mismo parecer-", "unido en espíritu", "armonioso". La armonía entre los creyentes y la unidad de acción exigen una unidad básica en cuanto a las creencias fundamentales y a los propósitos y métodos de la iglesia.

Pero la unidad no requiere absoluta uniformidad en todos los detalles. Mientras los seres humanos tengan la facultad de pensar, inevitablemente habrá diferencias de opiniones en puntos menores. Pero a pesar de esta diversidad de opiniones se puede concordar en los principios y en la manera de hacer las cosas. En realidad, la unidad es algo que tiene que ver más con el corazón que con la mente. Los cristianos deben poder trabajar juntos en armonía a pesar de las diferencias en puntos de vista, si el espíritu de orgullo es suprimido por un deseo genuino de trabajar juntos. Entonces disminuirán las diferencias entre los hombres y todos estarán unidos por un vínculo cordial de compañerismo (ver com. Juan 17:21; Rom. 12:10,16).

Compasivos. Gr. sumpaths, "que sufre con", es decir "compasivo"; de ahí deriva la palabra "simpatía". Ver com. 1 Cor. 12:26.

Amándoos fraternalmente. Ver com. 1Ped. 1:22; cf. com. Mat. 5:43-48.

Misericordiosos. Gr. éusplagjnos, literalmente "de buenas entrañas", "compasivo", "misericordioso", "de corazón tierno". Ver coro. Efe. 4:32.

Amigables. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "de espíritu humilde" (BA); "humildes" (BJ). Ver com. Mat. 11:29; Rom. 12:16; 2Cor. 12:21.

9. Mal por mal. Ver coro. Mat. 5:39; Rom. 12:17; 1Tes. 5:15.

Maldición. O "insulto" (BJ, BA). Ver coro. cap. 2:23.

Bendiciendo. Ver com. Rom. 12:14.

Sabiendo. Mejor "porque para esto fuisteis llamados". Dios nos ha llamado para ser cristianos, para que podamos ayudar a otros, no sólo para que recibamos una bendición para nosotros mismos. El cristiano genuino espontáneamente busca maneras en las que pueda proporcionar una bendición a otros. Ver com. Mat. 5:43-44.

Heredaseis bendición. La mayor bendición que puede recibir una persona es la que se deriva de ser una bendición para otros. El reino eterno de Dios lo poblarán hombres y mujeres que tuvieron en la vida el hábito de compartir su felicidad. En un universo perfecto, el único interés de los seres inteligentes será la felicidad de otros.

10. El que quiere. Este es el espíritu que mueve el magnánimo corazón de Dios (ver com. Juan 3:16) y que caracterizará al pueblo de Dios (ver com. Mat. 25:40). 

El apóstol cita aquí Sal. 34:12-16 (ver el comentario respectivo). En medio de todos los problemas de la vida (ver 1Ped. 2:12-20), el creyente sincero tendrá el propósito de vivir una vida plena y digna, que sea una bendición para otros.

Amar la vida. El texto hebreo que Pedro parafrasea está muy bien traducido en Sal. 34:12 de la RVR. La cita tampoco concuerda exactamente con la LXX. Sin embargo, es claro que el pasaje se refiere al disfrute de esta vida. Ver com. Mat. 10:39.

Ver días buenos. Días que proporcionen verdadera satisfacción.

Refrene su lengua. ¡Cuántas amistades, cuántas carreras promisorias han sido destruidas por una palabra imprudente, precipitada! 

Calvin Coolidge, ex presidente de los Estados Unidos, observó una vez: "Nunca he sido perjudicado por algo que no dije". 

El que tiene dificultad para refrenar su lengua, podría hacer suya la oración de Sal. 141:3. Ver com. Prov. 15:1,28; 17:27-28; 18:21; 29:11; Sant. 1:19,26; 3:2-18.

Engaño. Ver com. cap. 2:1,22.

11. Apártese. Cuatro exhortaciones positivas que complementan la respuesta del vers. 10.

Del mal. De hacer mal a otros. El cristiano evita perjudicar a otros.

Haga el bien. A otros, por supuesto. El cristiano busca toda oportunidad posible para decir todo lo bueno que pueda de otros (vers. 10) y hacer todo el bien que pueda a otros (vers. 11).

Paz. Ver com. Jer. 6:14; Heb. 12:14.

Sígala. Literalmente "persígala"; "corra tras ella" (BC). Para poder conservar la paz es necesario ir sin cesar tras ella.

12. Porque. Pedro presenta la razón por la cual los cristianos deben apartarse del mal y hacer el bien.

Ojos del Señor. Cf. Sal. 33:18; Heb. 4:13. justos. Los que siguen la admonición del vers. 11.

Sus oídos. Dios no sólo vela por los que han elegido servirle sino que atiende sus pedidos en busca de gracia para hacer "el bien", y de misericordia cuando no han hecho "el bien".

Rostro. . . contra. Dios finalmente dará su merecido a los que hablan mal de otros y les causan mal (ver com. Mat. 6:15).

Hacen el mal. El mal caracteriza las vidas de éstos, los señala como personas malas. Los que viven perjudicando a otros, no pueden esperar que Dios los ayude.

13. ¿Os podrá hacer daño . . . ? Los que tienen el hábito de hacer bien a otros generalmente son tratados con bondad.

Si. . . seguís. Mejor "cuando celosos del bien os hacéis". Una vida dedicada fielmente a hacer el bien a otros hace que los incrédulos no tengan una razón válida para acusar o maltratar al cristiano (cf. Rom. 8:33-35). 

Esto no significa que desaparecerá toda oposición, pues aun Jesús fue falsamente acusado y maltratado. Es evidente que sus seguidores no pueden esperar ser mejor tratados de lo que fue él (ver com. Juan 15:20).

14. Mas también. O "pero si aún".

Por causa de la justicia. Ver com. Mat. 5:10-11; 1Ped. 2:20. Sobrevendría la persecución y los creyentes debían estar preparados.

Bienaventurados. Ver com. Mat. 5:3.

Temor de ellos. Es decir, su intento de aterrorizar a los cristianos. Esta oración podría parafrasearse así: "No permitáis que os atemoricen". La "esperanza de salvación" del cristiano es un "yelmo" (1Tes. 5:8), que tiene el propósito de impedir que reciba un golpe mortal la confianza en el poder de Dios para librar a su pueblo de los designios de los malignos.

Conturbéis. Gr. tarássÇ, "perturbar", "agitar". Este verbo lo empleó Juan para expresar las palabras de Jesús a sus discípulos: "No se turbe vuestro corazón" (Juan 14:1). Nunca debemos olvidar que Dios ocupa el trono del universo, y que desde allí gobierna los asuntos de todos los seres humanos consagrados (cf Rom. 8:31). Si bien algunos MSS omiten la frase "ni os conturbéis", la evidencia textual establece (cf. p. 10) su inclusión.

15. Santificad. O "reverenciad". 

La primera parte del versículo 15 es una cita de Isa. 8:13.

Dios el Señor. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto "Cristo el Señor", lo cual identifica "al Señor" -Jehová- del texto de Isaías (cap. 8:13) con Jesucristo. En cuanto a la naturaleza divina de Jesucristo, ver t. V, p. 894.

En vuestros corazones. La presencia de Jesucristo como santo Amigo y Guardián, asegura al creyente un bien equilibrado estado de ánimo que nunca falla. 

Ver com. Gál. 2:20,

Defensa. Gr. apología, "defensa", "justificación" (ver com. 1 Cor. 9:3). Las personas inteligentes deben poder dar razón de lo que creen y practican.

Mansedumbre. O "suavidad". La verdad puede ser rechazada si es comunicada con altivez o en forma polémica. El propósito de la verdad es hacer que los hombres sean semejantes a Cristo; pero si no se presenta en una forma como lo haría Cristo, pierde su atracción.

Reverencia. "Temor" (VM) corresponde más literalmente con el texto griego; es decir, con "temor" de Dios (ver com. Sal. 19:9).

Razón de la esperanza. La esperanza cristiana se centra en Jesucristo (1Tim. 1:1), y produce regocijo (Rom. 5:2; 12:12) porque promete vida eterna (Tito 1:2; 3:7). Un programa de estudio diligente y constante permitirá al creyente entender la voluntad de Dios. Debemos crecer "en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2Ped. 3:18; ver Efe. 4:13; Fil. 1:9; Col. 1:9-10; com. Efe. 1:17).

La gente sincera tiene derecho a esperar que los miembros de la iglesia puedan presentar sus convicciones en una forma inteligente y persuasiva. En realidad, los miembros de la iglesia deben estar preparados para hacer frente a los desafíos de las mentes más sutiles del mundo, La verdad es razonable y no tiene por qué temer frente a la oposición.

En vosotros. Debemos comprender la verdad antes de que podamos impartirla a otros.  Además, a medida que los cristianos captan más y más la verdad como es en Jesucristo, su comportamiento reflejará cada vez más el carácter de su Señor. Los principios del cristianismo deben manifestarse en nuestras vidas si queremos que sea eficaz nuestro testimonio a favor de la verdad. Una iglesia es juzgada muy a menudo no por su teología ni por los sermones que predican sus pastores, sino por el testimonio espontáneo de sus miembros, por sus palabras y sus obras.

16. Teniendo. O "manteniendo".

Conciencia. Gr. sunéid'sis, "conciencia de los propios actos", "conciencia de lo bueno y lo malo" (ver com. Rom. 2:15). El respeto de otros -por no decir el respeto propio- sólo puede tener el fundamento de una "buena conciencia".

Murmurón de vosotros. "sois calumniados". Ver com. cap. 2:12.

Avergonzados. La conducta honorable de los santos que son calumniados demuestra que sus acusadores son mentirosos.

Calumnian. Gr. ep'reázÇ, "maltratar", "insultar"

 (cf. Mat. 5:44; Luc. 6:28; ver com. 1Ped. 2:12).

Conducta. Gr. anastrof, "conducta", "tenor de vida" (cf. cap. 2:12; com. cap. 1:15).

En Cristo. En armonía con los principios cristianos.

17. Haciendo el bien. Cf. cap. 2:12,20.

Voluntad de Dios. Satanás -no Dios- es el autor del sufrimiento (ver com. Job 42:5; Sal. 38:3; 39:9; Sant. 1:2-5, 13). Sin embargo, Dios sabe cuándo es necesario el sufrimiento para el desarrollo del carácter, y por eso permite que sobrevenga (ver com. Heb. 2:9; 1Ped. 2:19).

18. También Cristo. Los que recibieron esta epístola estaban sufriendo persecuciones o se enfrentaban a esa perspectiva inminente (cap. 3:14-17; 4:12-16, 19). 

Pedro los animaba para que no consideraran ese "fuego de prueba" como una experiencia "extraña" o inaudita (cap. 4:12) porque "también Cristo padeció... una vez" (cap. 3:18).  

Tenían el privilegio de ser "participantes de los sufrimientos de Cristo"; es decir, de encontrar en el sufrimiento una dulce comunión con su Señor y Maestro (1Ped. 4:13; cf.  Juan 15:20). Él les había dejado el ejemplo de cómo soportar el sufrimiento (1Ped. 2:20-23).

Además, Cristo alcanzó la victoria mediante el sufrimiento (cap. 1:11; 4:13-9; 5:1); resucitó glorificado de los muertos (ver com. "vivificado" y com. vers. 21; cf. cap.1:11; 5:1) y ascendió al cielo, donde "ángeles, autoridades y potestades" están ahora "a él... sujetos" (cap. 3:22).

Cristo había advertido a sus seguidores que ellos también debían esperar "aflicción", pero añadió: "Confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33).

La victoria de Jesús mediante el sufrimiento era la seguridad que tenían ellos de vencer en el "fuego de prueba" que se avecinaba.

Pedro advirtió a aquellos a quienes escribía que no hicieran nada que les trajera sufrimiento (1 Ped. 2:20; 3:16-17; 4:15), sino que estuvieran seguros de que cuando sufrían fuera "por causa de la justicia" (cap. 3:14), "haciendo el bien" (cap. 3:17; cf. 4:14). 

Cuando Cristo sufrió, lo hizo por nuestros "pecados; sufrió el justo por los injustos" (cap. 3:18; cf. cap. 2:24). No había hecho nada que le mereciera los vejámenes que le infligieron; por lo tanto, sus atormentadores y los que atormentan a sus seguidores merecerán un castigo de acuerdo a su crimen.

Los lectores de esta epístola podían tener la seguridad de que a su debido tiempo Dios juzgaría a sus atormentadores y les pagaría según sus obras (cap. 4:5, 17-18). 

Tenían el ejemplo de Cristo, quien "encomendaba la causa al que juzga justamente" (cap. 2:23). Ellos, como Cristo, eran inocentes y podían quedar seguros de que se les haría justicia.

Los lectores de Pedro no debían, pues, avergonzarse por sufrir como cristianos (4:16), sino gozarse de que "en la revelación de su gloria" podrían gozarse "con gran alegría" (vers. 13). Podían sentirse "bienaventurados" al ser "vituperados por el nombre de Cristo" porque "el glorioso Espíritu de Dios" reposaría sobre ellos (vers. 14). Cristo "ha padecido por nosotros" (vers. 1), y tenemos el privilegio de ser "vituperados por el nombre de Cristo" (vers. 14).

Padeció. Aunque muchos MSS dicen "murió", la evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto "padeció". Esto concuerda mejor con el contexto y con el pensamiento paralelo (cap. 2:21; ver el comentario respectivo).

Una sola vez. Ver com. Heb. 9:26.

Por los pecados. Cristo sufrió el castigo de los pecados de todos los seres humanos (ver com. 1Cor. 15:3; 2Cor. 5:14; Heb. 4:15; 1Juan 2:2; t. V, p. 896), aunque no cometió ningún pecado (ver com. 1Ped. 2:22).

El justo. Es decir, Cristo (ver com. Hech. 3:14).

Por. Gr. hupér, "en representación de", "por el bien de", "en vez de". 

El hecho significativo en la muerte de Cristo es su naturaleza vicaria. Murió no como un hombre bueno que da un noble ejemplo sino como el Salvador de los pecadores.

 (Ver com. Isa. 53:4-5; Mat. 20:28; 1Ped. 2:24; cf. DTG 17).

Para llevarnos a Dios. Es decir, para restaurarnos al favor divino. 

Ver com. Rom. 5:1-2.

Siendo a la verdad muerto. El resto del versículo explica la primera parte: "Cristo padeció... por los pecados" siendo "muerto en la carne", y puede "llevarnos a Dios" en virtud del hecho de que fue "vivificado en espíritu". Cristo sufrió hasta la muerte y, sin duda alguna, nuestros sufrimientos "por causa de la justicia" no pueden exceder ese límite. Si el Salvador triunfó sobre la muerte, con toda certeza no tenemos nada que temer "del fuego de prueba" (1Ped. 4:12-13; ver com. 2Cor. 13:4).

En la carne. Literalmente "en carne" o "en cuanto a la carne"; es decir, en lo que tiene que ver con la naturaleza física que Cristo asumió en la encarnación. Pero fue resucitado con la naturaleza humana glorificada que poseerán todos los redimidos.

(Ver com. 1Cor. 15:38,48).

Vivificado. Cf. 1 Cor. 15:45.

En espíritu. La última parte de este versículo podría traducirse literalmente: "Hecho morir, ciertamente, en carne [sarkí]. pero hecho vivir en espíritu [pnéumati]. " Las frases paralelas "en espíritu' y "en carne" parecen rechazar la idea de que aquí se haga referencia al Espíritu Santo.

Cuando en otros pasajes del NT se usa, para referirse a Cristo, la expresión "en carne... en espíritu", o su equivalente, se habla de la existencia terrenal de Cristo como ser humano y de su existencia como ser divino después de la resurrección. Compárese con la antítesis muy similar de Rom. 1:3-4 (ver el comentario respectivo).

Cuando Cristo se encarnó toda su apariencia fue la de un ser humano. Después de la resurrección retuvo su naturaleza humana, pero se convirtió de nuevo esencialmente en un ser espiritual (ver t. V. pp. 895-896; cf. Juan 4:24). 

Compárese también con 1Tim. 3:16, en donde el texto griego dice también "en carne" y "en espíritu".

Nótense las frases paralelas "en carne... en espíritu" en 1 Ped. 4:6 aplicadas a seres humanos (ver el comentario respectivo). Para aclarar más el significado y la fuerza de las declaraciones de Pedro, ver Rom. 14:9; 2Cor. 13:4.

El hecho de que Cristo verdaderamente murió "en la carne" no significó el fin de su existencia. En la resurrección fue "vivificado" una vez más, aunque desde ese momento su naturaleza humana quedó más completamente subordinada a su naturaleza divina o espiritual (ver com. Luc. 24:39; cf. t. V, pp. 895-896) que cuando vivía en la tierra como un hombre entre los hombres. El hecho sublime de que el Cristo crucificado continúa viviendo, se destaca aquí como una seguridad de que aquellos que participan de sus sufrimientos no tienen por qué temer que la persecución que padecen acabará para siempre con su existencia (cf. 2Cor. 13:4). Cristo triunfó sobre la muerte, y los que sufren con él también están seguros de pasar victoriosamente por las pruebas de fuego de la vida. Compárese esto con el tema de Pablo en 1Cor. 15:13-23, donde presenta la resurrección de nuestro Señor como una garantía de que los que duermen en Jesús vivirán otra Vez.

19. En el cual. O "con respecto al cual", "en virtud del cual". 

Las opiniones difieren en cuanto a si "en el cual" se refiere al "espíritu" (vers. 18) o al pensamiento total del vers. 18.

Algunos sostienen que "en el cual" se refiere a "espíritu", e interpretan que el vers. 19 quiere decir que entre su crucifixión y su resurrección Cristo "predicó" a los espíritus de los antediluvianos, los que suponen que estaban desencarnados. Pero "en espíritu" no necesariamente significa que debamos aceptar esta conclusión. 

Además, esta deducción es completamente antibíblica, y por lo tanto no debe aceptarse (ver com. "espíritus").

LAS TRES EXPLICACIONES SIGUIENTES De Este Difícil Pasaje Están En Armonía Con La Enseñanza General De Las Escrituras En Cuanto A La Inconsciencia Del Hombre En La Muerte.

1. "En el cual" se refiere al "Espíritu", y el vers. 19 significa que Cristo predicó a los antediluvianos mediante el Espíritu Santo por medio del ministerio de Noé.

2. "En el cual" se refiere a "en espíritu" (vers. 18), lo cual es una alusión a Cristo en su estado de preexistencia, un estado que, como su naturaleza glorificada después de su resurrección, podría describirse como "en espíritu". Compárese con la expresión "Dios es espíritu" (ver com. Juan 4:24). Cristo predicó a los antediluvianos "mientras se preparaba el arca", antes de venir a la tierra o sea durante su preexistencia. 

Cf. com. Heb. 9:14.

3. "En el cual" se refiere retrospectivamente al vers. 18 en su conjunto, y el vers. 19 significa que Cristo, en virtud de su muerte vicaria y su resurrección aún futuras, "fue y predicó... en espíritu" a los antediluvianos mediante el ministerio de Noé. Como Cristo debía ser "muerto en la carne, pero vivificado en espíritu" (vers. 18), anteriormente predicó la salvación mediante Noé y salvó "por agua" a los que aceptaron esa salvación. Y es también "por la resurrección de Jesucristo" como "el bautismo... ahora nos salva" (vers. 21).

Las explicaciones 2 y 3 siguen más de cerca la construcción del texto griego (de los vers. 18 y 19), el contexto inmediato y diversos pasajes paralelos del NT. (Ver Nota Adicional de la traductora al final de este capítulo.)

También. O en adición a los incluidos en "llevarnos" (vers. 18). Lo que Cristo hizo posible en el Calvario "para llevarnos a Dios", "también" estuvo a disposición de los antediluvianos. Nunca ha habido otro camino para que los hombres escapen de la cárcel de Satanás (ver com. Hech. 4:12).

Fue y predicó. El énfasis se halla en la predicación y no en el acto de ir. "Predicó" es una traducción del verbo k'rússÇ, que es el que se usa generalmente para referirse a la predicación de Cristo en esta tierra. En cuanto al tiempo cuando sucedió esta predicación, ver com. vers. 20.

Espíritus. Gr. pnéuma, "viento", "aliento", "espíritu" 

(ver com. Luc. 8:55; cf. com. Núm. 5:14). 

El aliento es una de las características distintivas de los seres vivientes, pero aquí, debido a una sinécdoque, figura de retórica en la cual una parte de algo se toma como el todo, pnéuma podría significar sencillamente "persona".

Compárese con 1Cor. 16:18, donde "mi espíritu" significa "yo", y Gál. 6:18; 2Tim. 4:22; etc., donde "vuestro espíritu" o "tu espíritu" significan "vosotros" o tú" (cf. Fil. 4:23). 

Ver com. Heb. 12:9,23; cf. Núm. 16:22; 27:16. Por lo tanto estos "espíritus" pueden ser considerados como seres humanos vivos.

La primera parte del vers. 20 indudablemente los identifica como personas que vivieron en la tierra inmediatamente antes del diluvio. Eran seres humanos vivos tan ciertamente como lo fueron las "ocho almas" (BC), que es una traducción de la palabra psuj del vers. 20.

ALGUNOS SOSTIENEN QUE ESTOS PASAJES (cap. 3:18-20 y cap. 4:6), apoyan la doctrina de la inmortalidad del alma, del estado consciente de los muertos, y que durante el intervalo entre su crucifixión y resurrección Cristo descendió al hades, el reino figurado de los muertos (ver com. Mat. 11:23), para predicar a los espíritus desencarnados que allí se encontraban. Pero la lógica de este punto de vista pide que esos "espíritus" hubieran estado en alguna especie de purgatorio cuando Cristo les predicó, porque el propósito de su predicación era, a no dudarlo, darles una segunda oportunidad para salvarse y escapar del purgatorio. Pero la mayoría de los protestantes que creen que Pedro enseña aquí que el hombre está consciente en la muerte, se horrorizarían de aceptar las doctrinas del purgatorio y la no menos antibíblica de una segunda oportunidad para salvarse.

Los que sostienen que Pedro está apoyando la creencia en la llamada inmortalidad natural del alma, deben también explicar por qué Cristo favoreció a los "espíritus" de los pecadores muertos en el tiempo de Noé y no les dio la misma oportunidad a los de otras generaciones.

LAS ESCRITURAS ENSEÑAN CLARAMENTE que los seres humanos deben aceptar la salvación en esta vida presente porque su tiempo de gracia personal termina con la muerte (ver com. Mat. 16:27; Luc. 16:26-31; Rom.2:6; Heb. 9:27; cf Eze. 18:24; Apoc. 22:12). También enseñan claramente que los muertos están inconscientes (ver com. Sal. 146; 4; Ecl. 9:5-6; Mat. 10:28; Juan 11:11; 1Tes. 4:13; Cf com. Gén. 2:7; Ecl. 12:7).

Por tales razones, creer que esos "espíritus" son seres conscientes desencarnados capaces de oír y aceptar el Evangelio, contradice muchas evidentes enseñanzas de las Escrituras. Es bueno advertir que Pedro no enseña que Cristo predicó a esos supuestos espíritus desencarnados. (Ver Nota Adicional de la traductora al término del capítulo.)

Argumentar que la gente de los días de Noé no tuvo una oportunidad razonable para salvarse, es ignorar el hecho de que Noé fue un "pregonero de justicia" en esa generación (2Ped. 2:5), y que los antediluvianos rechazaron a sabiendas el mensaje que Dios les envió por medio de Noé (ver com. 1Ped. 3:20). "La paciencia de Dios" no hubiera esperado "en los días de Noé, mientras se preparaba el arca" (vers. 20), a menos que aquellos a quienes Dios esperaba tan pacientemente no hubieran tenido la oportunidad de creer y obedecer.

Encarcelados. Gr. en fulak, "en prisión", por lo tanto, un lugar donde las personas están detenidas y vigiladas, una "prisión". El contexto debe determinar si Pedro habla literal o figuradamente. Si se entiende literalmente, esta "prisión" sería un lugar donde las almas de los que han muerto -como algunos dicen que son los "espíritus" del vers.19- están detenidas hasta que se haya decidido su suerte. Si se entiende figuradamente, esa "prisión" se referiría a la condición espiritual de los "espíritus" que "desobedecieron".

En cuanto al uso de "prisión" en este último sentido, ver Isa. 42:7; cf. Isa. 61:1; Luc. 4:18. La segura prisión de los antediluvianos en la cárcel del pecado es evidente por Gén. 6:5-13 y por el hecho de que sólo ocho personas escaparon de ella (1Ped. 3:20). Sólo Cristo puede liberar a los hombres de sus malos hábitos y deseos con los cuales los encadena Satanás.

20. En otro tiempo. O "anteriormente".

Desobedecieron. Gr. apeithéÇ, "no creer", "desobedecer", lo que implica una incredulidad deliberada y una desobediencia intencional. Los pecadores de los días de Noé tuvieron suficiente luz espiritual para hacer una decisión inteligente; no se justificaba una segunda oportunidad. Eran tan desobedientes que Dios no pudo tolerarlos más (Gén. 6:5-13); pero a pesar de todo, "esperaba la paciencia de Dios" que ellos se arrepintieran.  Si Dios los "esperaba" no hay duda de que también nos espera con paciencia a nosotros.

Cuando. Es decir, cuando los "espíritus" -los antediluvianos- eran desobedientes, cuando "esperaba la paciencia de Dios" por amor a ellos "mientras se preparaba el arca".

Una vez. La evidencia textual establece la omisión de esta frase.

Esperaba. Gr. apekdéjomai, "esperar pacientemente". Dios tiernamente espera que se arrepientan los pecadores. No quiere "que ninguno perezca" (2Ped. 3:9).

Días de Noé. Ver Gén. 6:5-13.

Mientras. Ver com. "cuando".

Se preparaba. Mejor "se construía".

Ocho. Ver Gén. 7:7.

Fueron salvadas. Gr. dias^zo, "salvar" "conducir sano y salvo", verbo que también se usa para describir el proceso de curación de una enfermedad (Mat. 14:36) y un viaje con feliz destino (Hech. 23:24). Estas ocho personas prestaron atención al mensaje enviado por Cristo y proclamado a esa generación por Noé, el "pregonero de justicia" (2Ped. 2:5).

Por agua. O "a través del agua" (BJ, BA). Las aguas del diluvio, que sepultaron a los pecadores que "desobedecieron" en los días de Noé, fueron el medio para salvar a los que estaban dentro del arca de salvación, y así se les conservó la vida. La salvación "por agua" de esas "ocho... personas" y la razón de Pedro para insertarlo, es el clímax de este paréntesis un poco extenso en cuanto a los antediluvianos. La lección que se deduce de este episodio se expresa en el vers. 21: así como "fueron salvados por agua", así también" el bautismo... ahora nos salva". Pero tanto esos "ocho" antediluvianos como los cristianos son igualmente salvados en virtud de la resurrección de Cristo de los muertos (ver com. vers. 19, 21), pues de otra manera no habría esperanza para ninguno de esos grupos (ver 1Cor. 15:13-23).

21. Bautismo. Gr. báptisma, del verbo baptízÇ, "sumergir" (ver com. Mat. 3:6; Rom. 6:3-6).

Que corresponde. Gr. antítupos, "realidad simbolizada", "antitipo", "copia", "representación". Noé y su familia fueron salvados por "agua", y nosotros también somos salvados por el bautismo. Sin embargo, Pedro se apresura a explicar que, en realidad, la salvación depende de "la resurrección de Jesucristo", tanto para los antediluvianos (ver com. vers. 19) como para nosotros (vers. 18, 21).

No quitando. El apóstol niega que el simple lavamiento del cuerpo tenga poder alguno para limpiar el alma de una persona y expiar sus pecados. Los lavamientos ceremoniales judaicos sólo simbolizaban una limpieza más profunda del hombre interior, así también el bautismo cristiano es sólo la representación de una experiencia íntima.

Inmundicias de la carne. Es decir, la suciedad corporal común.

Buena conciencia. O "clara conciencia" (ver com. cap. 3:16). El bautismo sólo tiene valor cuando refleja una mente y un corazón transformados (ver com. Rom. 12:2).

Por. O "por medio de". El agua es sólo un símbolo o representación. Sin la resurrección de Cristo el bautismo sería un rito vacío, toda la predicación y toda la fe serían inútiles (ver com. 1Cor. 15:4,14).

22. Habiendo subido al cielo. Ver com. Hech. 1:9; Heb. 4:14; 6:20; 9:24.

Diestra. Ver com. Rom. 8:34; Heb. 1:3.

A él están sujetos. Com. 1Cor. 15:27; Col. 2:10; Heb. 2:8.

NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 3

(Esta nota ha sido preparada por la traductora a fin de ampliar la comprensión del pasaje de 1Ped. 3:18-22. Aunque su contenido difiere de la interpretación dada en este Comentario, ofrece una serie de ideas dignas de tenerse en cuenta al estudiar este difícil trozo de la Escritura.)

Los "espíritus encarcelados" aparecen en tres pasajes de las epístolas católicas o generales: 1Ped. 3:18-22; 2Ped. 2:4-9 y Jud. 5-7. La interpretación de estos versículos es difícil, no sólo para quienes creen en la inconsciencia del hombre en la muerte, sino para todos los cristianos que creen que las elecciones que se hacen en vida no pueden modificarse después de la muerte.

Para entender estos pasajes difíciles es necesario tener en cuenta su trasfondo en el Antiguo Testamento y en la literatura intertestamental. 

En Gén. 6 se relata que los "hijos de Dios" vieron la hermosura de las "hijas de los hombres" y las tomaron como esposas (vers. 2). Luego les nacieron hijos "valientes" que fueron "varones de renombre" (vers. 4).  

No se dan más detalles, pero lo que sucedió a continuación no debe haber sido del agrado de Dios, pues se dice que el Señor decidió destruir la tierra por medio de un diluvio a causa de la maldad existente (vers. 7).

El libro seudoepigráfico de Enoc, probablemente del último siglo antes de la era cristiana, amplía esta narración. Según él, los hijos de Dios son 200 ángeles caídos que bajan a la tierra y buscan esposas humanas. A ellas los ángeles les enseñan las propiedades medicinales de las plantas y también a hacer encantos. De estos matrimonios nacen gigantes que comen tanto que la gente llega a detestarlos. En vista de esta actitud, los gigantes se comen a la gente. También "pecan contra los animales" y toman sangre (Enoc 6-7).

Entre otras cosas, los ángeles enseñaron a los humanos a hacer espadas, cuchillos y armadura. También les mostraron a las mujeres el uso de diversos cosméticos y joyas.  Había entre ellos astrólogos y magos. El adulterio se hizo común (Enoc 8). Finalmente la gente clamó a Dios por causa de los gigantes y de la maldad de los ángeles casados con las mujeres (Enoc 9). En respuesta a este clamor, Dios mandó encerrar a los impíos en una oscura prisión donde debían quedar encerrados por setenta generaciones, hasta el día del juicio (Enoc 10).

Después de esto, Enoc fue designado como el que debía pronunciar el castigo de los ángeles encarcelados por causa de su conducta impía (Enoc 12). Al oír la proclamación de Enoc, los ángeles caídos se arrepintieron y pidieron a Enoc que le presentara a Dios el pedido de que en su misericordia los perdonara (Enoc 13). Pero Dios no acepta la intercesión de Enoc y lo manda a reiterarles a los ángeles caídos el castigo que les aguarda (Enoc 15-16).

Este relato fantasioso pasó a ser la interpretación aceptada de Gén. 6 entre muchos judíos y cristianos. Además, la suerte de estos ángeles caídos pasó a servir de ejemplo -junto con la suerte de los antediluvianos y los habitantes de Sodoma y Gomorra- del castigo que Dios impone a los que desobedecen.

Son evidentes los nexos entre este relato del período intertestamentario y los tres pasajes neotestamentarios que tienen que ver con los "espíritus encarcelados" o ángeles caídos, guardados en prisión.

1 Ped. 3:18-22. Este pasaje muestra a Cristo que predica en el espíritu a los espíritus encarcelados que en tiempos de Noé se niegan a obedecer. Este pasaje también afirma que Cristo, gracias a su resurrección, ha subido al cielo a la diestra de Dios, donde los ángeles, las autoridades y las potestades le están sujetos (vers. 22).

2 Ped. 2:4-9. En este pasaje se citan tres ejemplos de cómo Dios mantiene a los impíos en reserva hasta el juicio: los ángeles malos, los antediluvianos y los habitantes de Sodoma y Gomorra. Dice que los ángeles están en el infierno, en "prisiones de oscuridad", hasta el juicio.

Jud. 5-7. Aquí se afirma que ciertos ángeles no "guardaron su dignidad" y están guardados en prisiones eternas y oscuras. Junto con los hebreos que fueron infieles durante la peregrinación por el desierto, son considerados como ejemplos del castigo divino.

Pero aún más interesante que observar los parecidos entre el relato intertestamentario y los tres pasajes del NT es ver cómo se usó este material, que parece haber sido perfectamente bien conocido por cristianos y judíos en el siglo I.

En 1 Ped. 3, el apóstol señala la muerte de Cristo por nuestros pecados. Afirma que es apropiado el sufrimiento cuando se lo padece por hacer el bien (vers. 17). Luego sigue la afirmación de que Cristo "proclamó" o "pregonó" a los espíritus encarcelados. Así muestra que no hay por qué tener miedo de los espíritus malignos porque ya han sido condenados. En este sentido, el relato intertestamentario ayuda a comprender el pasaje, porque Enoc es enviado a anunciar el castigo a los espíritus, no a predicarles salvación. Pedro sugiere que Cristo ha realizado lo que comúnmente se le atribuía a Enoc. Con su muerte y resurrección ha dado el golpe de gracia a los espíritus malignos.

En 2 Ped. 2, los espíritus encarcelados que aguardan el juicio final son sólo un elemento en una serie de ejemplos negativos. Son evidencia de que Dios rescata a los piadosos y castiga a los impíos. Dentro del contexto de una advertencia en contra de falsos profetas y maestros, este pasaje no afirma que sea verdad la leyenda de Enoc. Simplemente la usa como ejemplo

En Jud. 6, la referencia al castigo de los ángeles es incidental. Es parte de una lista de ejemplos -común en el judaísmo de ese período- que muestra que Dios tiene preparado el castigo de los falsos maestros que amenazan a los cristianos a quienes Judas escribe.

Para algunos, el que un autor inspirado haya podido emplear materiales tomados de una evidente leyenda puede causar dificultad.

Sin embargo, corresponde recordar que la parábola del rico y Lázaro (Luc. 16) fue empleada por Cristo mismo para enseñar una lección.

Estos tres pasajes parecen entenderse mejor si se supone que los lectores conocían la ampliación intertestamental del relato de Gén. 6. También ocasionan menos dificultad de interpretación cuando se establece que son ejemplos tomados de un pasaje seudoepigráfico conocido, y no afirmaciones teológicas de Pedro y judas.

(Ver John C. Brunt, "Christ and the Imprisoned Spirits", Ministry, abril de 1988, pp. 15-17. "Ethiopic Apocalypse of Enoch [1 Enoch], in The Old Testament Pseudepigrapha, t. l, ed. James Charles worth [Garden City: Doubleday, 1983], pp. 5-108.) 7CBA

COMENTARIOS DE EGW

3. NB 124. Mientras estábamos en la casa del Hno. Harris tuve una entrevista con una hermana que usaba joyas de oro y sin embargo profesaba esperar la venida de Cristo. Le hablamos de las declaraciones expresas de la Escritura contra el uso de joyas. Pero ella se refirió a la ocasión en que se le ordenó a Salomón embellecer el templo, y a la declaración de que las calles de la ciudad de Dios eran de puro oro. Afirmó que si podíamos mejorar nuestra apariencia usando joyas, de manera que pudiéramos tener influencia en el mundo, esto estaba correcto.

Le repliqué que nosotros éramos pobres mortales caídos, y que en lugar de decorar nuestros cuerpos porque el templo de Salomón estaba gloriosamente adornado, debemos recordar nuestra condición caída y que costó el sufrimiento y la muerte del Hijo de Dios para redimirnos. Este pensamiento debe causar en nosotros un sentimiento de humillación. Jesús es nuestro modelo. Si él abandonara su humillación y sufrimientos, y clamara: "Si alguien quiere venir en pos de mí, agrádese a sí mismo, y goce del mundo, y será mi discípulo", la multitud lo creería y le seguiría. Pero Jesús no se nos presenta de otra manera que como el humilde crucificado.

Si queremos estar con él en el cielo, debemos ser como él fue en la tierra. El mundo reclamará a aquellos que le pertenecen. Y quien quiera ser vencedor, debe abandonar lo que es mundano.

3-4. HAp 417. EL APÓSTOL EXHORTÓ A LAS MUJERES CREYENTES a ser virtuosas en su conversación y modestas en su vestuario y conducta. "El adorno de las cuales -aconsejó- no sea exterior con encrespamiento del cabello, y atavío de oro, ni en compostura de ropas; sino el interno del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios."

LA LECCIÓN Se Aplica A Los Creyentes De Todas Las Épocas. "Así que, por sus frutos los conoceréis." (Mat. 7:20.) El adorno interior de un espíritu manso y pacífico es inestimable. En la vida del verdadero cristiano el adorno exterior estará siempre en armonía con la paz y santidad interiores. "Si alguno quiere venir en pos de mi -dijo Cristo,- niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame." (Mat. 16:24.) La abnegación y el sacrificio caracterizarán la vida del cristiano. Una evidencia de que el gusto se convirtió, se verá en el vestuario de todo aquel que anda en el camino allanado para los redimidos del Señor.

Es correcto amar lo bello y desearlo; pero Dios desea que primero amemos y busquemos las bellezas superiores, que son imperecederas. Ningún adorno exterior puede ser comparado en valor o belleza con aquel "espíritu agradable y pacífico," el "lino finísimo, blanco y limpio" (Apoc. 19:14) que todos los santos de la tierra usarán. Estas ropas los harán hermosos 418 y deseables aquí, y en el futuro serán su distintivo de admisión en el palacio del Rey. Su promesa es: "Y andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignos." (Apoc. 3:4.)

3-5. CN 390. CRISTO NOS ADVIRTIÓ. Cristo hizo resaltar la devoción al vestido y previno, sí, ordenó a sus seguidores que no se preocuparan demasiado por él. "Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan 390 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos". . . . 

El orgullo y la extravagancia en el vestido son pecados a los cuales están propensas especialmente las mujeres. De ahí que estas advertencias se refieran directamente a ellas. ¡De cuán poco valor son el oro, las perlas, o el atavío costoso cuando se comparan con la humildad y el encanto de Cristo! 

(Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 93, 94). 

INSTRUCCIÓN BÍBLICA PARA EL PUEBLO DE DIOS. Se me indicaron los siguientes pasajes. Dijo el ángel: "Han de instruir al pueblo de Dios". 1 Timoteo 2:9,10; "Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia no con peinado ostentoso, ni oro, ni perla, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad" 1 Ped. 3:3-5; "Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible, ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres" (Testimonies, tomo 1, pág. 189).

Muchas consideran que esas órdenes son demasiado anticuadas para que se les preste atención; pero el que las dio a sus discípulos, comprendía los peligros que entrañaría en nuestro tiempo el amor al vestido, y nos envió la consiguiente amonestación. ¿Le prestaremos atención y seremos sabios?

(Joyas de los Testimonios tomo 1, pág. 594). 

Los que realmente tratan de seguir a Cristo tendrán concienzudos escrúpulos en cuanto a la ropa que usan; se esforzarán por satisfacer los requisitos de esa orden tan claramente dada por el Señor [1 Ped. 3:3-5] (Mensajes para los Jóvenes 343, 344). 391

PELIGROS DEL AMOR AL VESTIDO. El amor al vestido hace peligrar la moralidad, y hace de la mujer lo contrario de una dama cristiana, caracterizada por la modestia y la sobriedad (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 600).

El vestido ostentoso y extravagante con demasiada frecuencia fomenta la concupiscencia en el corazón del que lo lleva y despierta bajas pasiones en el corazón del que mira. Dios ve que la ruina del carácter es precedida frecuentemente por la complacencia del orgullo y de la vanidad en el vestido. Ve que los atavíos costosos sofocan el deseo de hacer el bien (Testimonies, tomo 4. pág. 645).

EL TESTIMONIO DE LA SENCILLEZ EN EL VESTIDO. El vestido simple, sencillo y sin ostentación será una recomendación para mis hermanas jóvenes. De ninguna forma mejor podéis hacer brillar vuestra luz a otros que mediante vuestra sencillez en el vestido y vuestro comportamiento. Podéis mostrar a todos que, en comparación con las cosas eternas, colocáis una estimación adecuada en las cosas de esta vida.

(Id., tomo 3, pág. 376).

EL RECATO PROTEGERÁ DE MIL PELIGROS. Mis hermanas, evitad aun la apariencia de mal. En esta era disoluta, saturada de corrupción, no estáis seguros a menos que estéis protegidas. La virtud y el recato son raros. Os exhorto, como seguidoras de Cristo que hacéis una elevada profesión, que acariciéis la preciosa y sin par gema del recato. Ella preservará la virtud (Id., tomo 2, pág. 458).

La casta sencillez en el vestir, unida a la modestia de conducta será de mucha mayor influencia para rodear a una joven de una atmósfera de reserva sagrada que será para ella un escudo contra miles de peligros (La Educación, pág. 242).

6. PP 143. La instrucción impartida a Abrahán tocante a la santidad de la relación matrimonial, había de ser una lección para todas las edades. Declara que los derechos y la felicidad de estas relaciones deben resguardarse cuidadosamente, aun a costa de un gran sacrificio. Sara era la única esposa verdadera de Abrahán. Ninguna otra persona debía compartir sus derechos de esposa y madre. Reverenciaba a su esposo, y en este aspecto el Nuevo Testamento la presenta como un digno ejemplo. Pero ella no quería que el afecto de Abrahán fuese dado a otra; y el Señor no la reprendió par haber exigido el destierro de su rival.

Tanto Abrahán como Sara desconfiaron del poder de Dios, y este error fue la causa del matrimonio con Agar.Dios había llamado a Abrahán para que fuese el padre de los fieles, y su vida había de servir como ejemplo de fe para las generaciones futuras. Pero su fe no había sido perfecta. Había manifestado desconfianza para con Dios al ocultar el hecho de que Sara era su esposa, y también al casarse con Agar.

Para que pudiera alcanzar la norma más alta, Dios le sometió a otra prueba, la mayor que se haya impuesto jamás a hombre alguno.

8-15. OE 386. Debemos tener presente que encontraremos incredulidad y oposición. La verdad tuvo siempre que contender con estos elementos. Pero aunque encontréis la más acerba oposición, no acuséis a vuestros oponentes. Puede ser que, como Pablo, piensen estar sirviendo a Dios; y debemos manifestar hacia los tales paciencia, mansedumbre y longanimidad.

No sintamos que tenemos que sobrellevar penosas pruebas, soportar duros conflictos, al representar una verdad impopular. Pensemos, en Jesús y en lo que sufrió por nosotros, y callemos. Aun cuando se nos ultraje y acuse falsamente, no nos quejemos; no dejemos oír ninguna murmuración; no penetre en nuestra mente ningún pensamiento de oprobio o descontento. Sigamos una conducta recta "teniendo vuestra conversación honesta entre los gentiles; para que, en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, estimándoos por las buenas obras."*1Pedro 2:12.

Debéis portaros con mansedumbre hacia los que están en error, porque ¿no estabais acaso vosotros mismos no hace mucho en la ceguedad de vuestros pecados? 386 Y a causa de la paciencia de Cristo hacia vosotros, ¿no debéis ser tiernos y pacientes para con los demás? Dios nos ha dado muchas amonestaciones para que manifestemos gran bondad hacia los que se nos oponen, porque no influyamos en un alma para que se encamine en la mala dirección.

Nuestra vida debe estar oculta con Cristo en Dios. Debemos conocer a Cristo personalmente. Únicamente entonces podremos representarlo ante el mundo. Elevemos constantemente esta oración: "Señor, enséñame a hacer lo que Jesús haría si estuviese en mi lugar." Dondequiera que estemos, debemos dejar resplandecer nuestra luz para gloria de Dios en buenas obras. Tal es el grande e importante interés de nuestra vida.

LA PRUDENCIA AL CONDENAR LO MALO. El Señor quiere que su pueblo siga otros método que el de condenar lo malo, aun cuando la condenación sea justa. Él quiere que hagamos algo más que lanzar contra nuestros adversarios acusaciones que no hacen sino alejarlos más de la verdad. La obra que Cristo vino a hacer en nuestro mundo no consistía en erigir vallas y echar constantemente en cara la gente el hecho de que estaba equivocada. El que quiere dar la luz a un pueblo engañado debe acercársele y trabajar por él con amor. Debe llegar a ser u centro de influencia santa.

Al defender la verdad, debe tratarse con respeto y deferencia a los más acerbos oponentes. Alguno no responderán a nuestros esfuerzos, sino que se burlarán de la invitación evangélica. Otros, aun aquellos que nosotros creemos fuera de los límites de 387 la misericordia de Dios, serán ganados para Cristo.  Puede ser que la última obra verificada en la controversia sea la iluminación de aquellos que no rechazaron la luz y la evidencia pero estuvieron en las tinieblas de la medianoche y, en su ignorancia, trabajaron contra la verdad.  Por lo tanto, tratemos a cada hombre como sincero. No digamos ninguna palabra ni realicemos acción alguna que hubiere de confirmar a alguno en la incredulidad.

Si alguno tratare de hacer entrar a los obreros en debate o controversia sobre cuestiones políticas u otras, no presten ellos atención ni a la persuasión ni al desafío. Llevad adelante la obra de Dios con firmeza y fortaleza, pero con la mansedumbre de Cristo, y con tanta calma como sea posible. No se oiga ninguna jactancia humana. No se deje ver ninguna señal de suficiencia propia. Déjese ver que Dios nos ha llamado a manejar cometidos sagrados; prediquemos la palabra, seamos diligentes, sinceros y fervientes.

La influencia de vuestra enseñanza sería diez veces mayor si tuvieseis cuidado de vuestras palabras.  Palabras que debieran tener un sabor de vida para vida pueden recibir, del espíritu que las acompaña, un sabor de muerte para muerte. Y recordad que si por vuestro espíritu o vuestras palabras cerráis la puerta, aunque sea a una sola alma, aquella alma os confrontará en el día del juicio.

15. Ev 55. LA DOCTRINA DEBE SOPORTAR LA CRÍTICA DE LOS GRANDES HOMBRES.- "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna". Toda posición en favor de la verdad tomada por nuestros hermanos tendrá que soportar la crítica de los más grandes intelectos; los más encumbrados de los grandes hombres del mundo serán puestos en relación con la verdad, y por lo tanto toda posición que tomemos debiera ser examinada críticamente y probada con las Escrituras. Ahora parece que pasáramos inadvertidos, pero no será siempre así. Están obrando movimientos que nos pondrán sobre el tapete, y si nuestras teorías de la verdad pueden ser desmenuzadas por los historiadores o los más grandes hombres del mundo, eso será hecho.

Cada uno debe saber individualmente qué es la verdad, y estar preparado para dar razón de la esperanza que tiene, con mansedumbre y reverencia, no con orgullo, jactancia o suficiencia propia, sino con el Espíritu de Cristo. Nos acercamos al tiempo cuando nos encontraremos solos para responder de nuestras creencias. Los errores religiosos se están multiplicando y entrelazándose con el poder satánico que rodea a la gente. Apenas hay una doctrina de la Biblia que no haya sido negada (Carta 6, 1886).

18. PVGM 191. EN UNA PARÁBOLA NARRÓ EL TRATO DE UN REY CON LOS FUNCIONARIOS QUE ADMINISTRABAN LOS ASUNTOS DE SU GOBIERNO. Algunos de ellos recibían grandes sumas de dinero que pertenecían al estado. Cuando el rey investigó la forma en que habían administrado ese depósito, fue traído delante de él un hombre cuya cuenta mostraba que debía a su señor la inmensa suma de diez mil talentos. (Un Talento Equivalía Aprox. 1500 dólares). No tenía nada con qué pagar, y, de acuerdo con la costumbre, el rey ordenó que fuera vendido con todo lo que tenía para que se pudiera hacer el pago. Pero el hombre, aterrorizado, cayó a sus pies y le suplicó diciendo: "Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo".

"EL SEÑOR, MOVIDO A MISERICORDIA DE AQUEL SIERVO, LO SOLTÓ Y LE PERDONÓ LA DEUDA. "Y saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios (Un Denario Equivalía Aprox. 0.20 centavos de dólares); y trabando de él, le ahogaba, 191 diciendo: Págame lo que debes. Entonces su conservo, postrándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Más él no quiso; sino fue, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda.  Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon a su señor todo lo que había pasado. Entonces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste: ¿no te convenía también a ti tener misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que debía".

ESTA PARÁBOLA presenta detalles que son necesarios para completar el cuadro, pero que no se aplican en su significado espiritual.  No se debe desviar la atención hacia ellos. Se ilustran ciertas grandes verdades, y a ellas debemos dedicar nuestro pensamiento.

EL PERDÓN CONCEDIDO POR ESTE REY REPRESENTA UN PERDÓN DIVINO DE TODO PECADO. Cristo es representado por el rey, que, movido a compasión, perdonó al siervo deudor. 

El hombre estaba bajo la condenación de la ley quebrantada. No podía salvarse a sí mismo, y por esta razón Cristo vino a este mundo, revistió su divinidad con la humanidad, y dio su vida, el justo por el injusto. 

Se dio a sí mismo por nuestros pecados, y ofrece gratuitamente a toda alma el perdón comprado con su sangre. "En Jehová hay misericordia. Y abundante redención con él". Salmos 130:7.*

ESTA ES LA BASE SOBRE LA CUAL DEBEMOS TENER COMPASIÓN PARA CON NUESTROS PRÓJIMOS PECADORES. "Si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos a otros". "De gracia recibisteis -dice Cristo-, dad de gracia". 1Juan 4:11; Mateo 10:8.* En la parábola se revocó la sentencia cuando el deudor pidió una prórroga, con la promesa: "Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo". Toda la deuda fue cancelada, y pronto se le dio una oportunidad de seguir el ejemplo del 192 Señor que le había perdonado. Al salir, se encontró con un consiervo que le debía una pequeña suma. Se le habían perdonado diez mil talentos, y el deudor le debía cien denarios. Pero el que había sido tratado tan misericordiosamente, trató a su conservo en una forma completamente distinta. Su deudor le hizo una súplica similar a la que él mismo había hecho al rey, pero sin un resultado semejante. El que tan recientemente había sido perdonado no fue compasivo ni misericordioso. Al tratar a su consiervo no ejerció la misericordia que le había sido mostrada. No hizo caso del pedido de que fuese paciente. El siervo ingrato no recordó sino la pequeña suma que se le debía. Demandó todo lo que pensaba que se le debía, y aplicó una sentencia similar a aquella que había sido revocada tan generosamente en su caso.

¡CUÁNTOS HOY DÍA MANIFIESTAN EL MISMO ESPÍRITU!  Cuando el deudor suplicó misericordia a su señor, no comprendía verdaderamente la enormidad de su deuda. No se daba cuenta de su impotencia. Esperaba librarse. "Ten paciencia conmigo -dijo-, y yo te lo pagaré todo". Así también hay muchos que esperan merecer por sus propias obras el favor de Dios. No comprenden su impotencia. No aceptan la gracia de Dios como un don gratuito, sino que tratan de levantarse a sí mismos con su justicia propia. Su propio corazón no está quebrantado y humillado a causa del pecado, y son exigentes y no perdonan a otros. Sus propios pecados contra Dios, comparados con los pecados de sus hermanos contra ellos, son como diez mil talentos comparados con cien denarios, casi a razón de un millón por uno; sin embargo, se atreven a no perdonar.

EN LA PARÁBOLA, EL SEÑOR HIZO COMPARECER ANTE SÍ AL DESPIADADO DEUDOR Y LE DIJO: "Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste: ¿No te convenía también a ti tener misericordia de tu consiervo como también yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, 193 le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que debía". "Así también -dijo Jesús- hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonarais de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas". El que rehúsa perdonar está desechando por este hecho su propia esperanza de perdón.

PERO NO SE DEBEN APLICAR MAL LAS ENSEÑANZAS DE ESTA PARÁBOLA

El perdón de Dios hacia nosotros no disminuye en lo más mínimo nuestro deber de obedecerle.  Así también el espíritu de perdón hacia nuestros prójimos no disminuye la demanda de las obligaciones justas.

Ministerio Hno. Pio 


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