1 Pedro 3.
EXHORTACIÓN A UNA FIRME VIDA
CRISTIANA 3:1-22:
*Consejos A Esposos Y Esposas:
Los deberes mutuos, 3:1-7.
*Exhortación A La
Unidad Y El Amor, 3:8-13.
*El Privilegio Y La
Recompensa De Sufrir Con Cristo,
Soportando Valerosamente
La Persecución, 3:14-18.
*La Obra De Cristo En Favor De Los Antediluvianos. 3:19-22.
1 ASIMISMO vosotras, mujeres,
estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la
palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, 2
considerando vuestra conducta casta y respetuosa. 3 Vuestro atavío no sea el
externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 sino
el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y
apacible, que es de grande estima delante de Dios.
5 Porque así también se ataviaban
en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a
sus maridos; 6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual
vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.
7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la
mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
8 Finalmente, sed todos de un
mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; 9
no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario,
bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
10 Porque: El que quiere amar la vida, y ver días buenos,
Refrene su lengua de mal,
Y sus labios no hablen engaño;
11 Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.
12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.
13 ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?
14 Mas también si alguna cosa
padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os
amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 sino santificad a Dios el
Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón
de la esperanza que hay en vosotros; 16 teniendo buena conciencia, para que en
lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que
calumnian vuestra buena conducta en Cristo. 17 Porque mejor es que padezcáis
haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. 18
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu;
19 en el cual también fue y
predicó a los espíritus encarcelados, 20 los que en otro tiempo desobedecieron,
cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se
preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas
por agua. 21 El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando
las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia
hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo, 22 quien habiendo subido al
cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y
potestades. (1Pedro 3).
1. Asimismo. Las esposas cristianas deben honrar a sus esposos
en palabra y en conducta (ver com. Gén. 3:16; Efe. 5:22,25).
Mujeres. Pedro confirma las enseñanzas de Pablo acerca de la
ética de un hogar cristiano (ver com. Efe. 5:22; Tito 2:5).
Estad sujetas. O "continuad estando sujetas".
Vuestros maridos. Literalmente "los propios
maridos". Pedro destaca la relación especial del matrimonio. Una esposa
creyente siempre debe ser cristiana en espíritu y vivir en paz aun con un
esposo incrédulo. Sus votos cristianos no la han liberado de sus votos
matrimoniales hechos a un esposo incrédulo.
Los que. Osea los esposos que no creen.
No creen a la palabra. O no aceptan el Evangelio ni lo obedecen.
Era frecuente que una esposa aceptase la verdad de Jesucristo, y que
su esposo rechazara esa verdad y se opusiera. Pero la esposa cristiana no debía
procurar liberarse de su vínculo matrimonial mientras su esposo estuviera
dispuesto a vivir con ella (ver com.1Cor. 7:12-15). Debía continuar viviendo
con su esposo, sujetándose a él como esposa, abrigando la esperanza de que su
vida piadosa ganara a su cónyuge para el Maestro y orando fervorosamente para
que eso sucediera.
Sean ganados. A la fe en Cristo.
Sin palabra. La sintaxis del texto griego pone en evidencia que
"palabra" no designa aquí al mensaje evangélico como en el caso
inmediato anterior en este mismo versículo. En vista de que la conducta debe
ser el medio por el cual las esposas creyentes podían ganar a sus esposos
incrédulos, "palabra" significa ahora, por contraste, persuasión
verbal. Una esposa creyente puede ser tentada a veces a argumentar y a tratar
de abrumar a su esposo mediante razonamientos lógicos; pero, en términos
generales, esta no es la mejor forma de ganar a un esposo o a un incrédulo. El
espíritu que produce acusaciones y discusiones es ajeno al espíritu y a los
métodos de Cristo.
Conducta. Ver com. cap. 1:15. Una vida amable, santa y
abnegada, llena de sereno dominio propio, representa un argumento incontestable
y, por lo general, es mucho más eficaz que hablar y argumentar constantemente.
2. Considerando. O "mirando de cerca"
(cf. cap. 2:12).
Conducta. Ver com. vers. 1
Casta. O "pura" (ver com. 1 Tim. 5:22). Toda la
vida de la esposa cristiana debe ser moderada en comportamiento y en gusto. La
esposa debe ser conocida por su permanente decoro en todas las cosas.
Respetuosa. Literalmente "en temor"; o sea en el
santo temor de Dios (ver 1 Ped. 2:17-18; com. Sal. 19:9). Este versículo podría
traducirse: "Habiendo observado de cerca vuestra conducta pura en el temor
de Dios".
3. Atavío. Gr. kósmos, "ornamento", "decoración",
"adorno" (ver com. Isa. 3:16-24; 1Tim. 2:9-10). "Cosmético"
deriva del griego kósmos. No es apropiado que una mujer cristiana haga una vana
exhibición de vestidos y adornos para llamar la atención a sí misma. Su mayor
atractivo debe ser su conducta cristiana (ver com. 1Ped. 3:2).
Peinados ostentosos. Pedro cita un ejemplo de
"adornos" antiguos que no reflejaban motivos "puros" (ver
com. vers. 2). Los peinados complicados, en los cuales se perdía mucho tiempo,
eran una demostración de riqueza y de apego a la moda en el mundo griego y
romano de ese tiempo. El motivo era evidentemente el deseo de llamar la
atención a la persona, lo cual no está en armonía con los principios básicos
del cristianismo. Ver com. 1Tim. 2:9.
Adornos de oro. En el Imperio Romano abundaban
los anillos, los brazaletes y las ajorcas brillantes que usaban las mujeres que
vestían a la moda. Esos "adornos de oro" eran contrarios a los
principios de recato y sencillez propios del cristianismo.
Vestidos lujosos. Quizá sea una referencia a la
costumbre impuesta por la moda de cambiar de vestidos y de adornos varias veces
al día para estar a tono con las diversas exigencias sociales. El afán de tener
un abundante guardarropa ha sido una trampa engañosa para hombres y mujeres a
través de los siglos. El dinero que podría gastarse en forma más provechosa
para el bien eterno del que da y del que recibe, con frecuencia se malgasta en
vestidos ostentosos.
4. El interno. La persona interior, lo que realmente somos y valemos.
(Rom. 7:22; 2Cor. 4:16; Efe. 3:16).
Del corazón. Osea el carácter intrínseco y la personalidad. El
tiempo que se utiliza en adornar el carácter con rasgos semejantes a los de
Cristo es mucho más provechoso que el tiempo que se dedica al adorno externo
del cuerpo.
Incorruptible. Este carácter incorruptible es el manto de justicia
que Cristo promete impartir a todos los que lo aceptan por fe y acuden a él en
busca de dirección (ver com. Mat. 22:11;
Apoc. 3:18). Este es el adorno que Dios desea que posea la esposa
cristiana. Ensalzará a la esposa y a su
religión ante su esposo incrédulo y ante sus amigos como ninguna otra cosa
podría hacerlo.
Espíritu. En este pasaje la palabra "espíritu" significa
la disposición de la mente.
Afable. Gr. praús (ver com. Mat. 5:5). La modesta sencillez
de la mujer cristiana resultará en manifiesto contraste con la arrogancia de
las que tratan de llamar la atención sus personas con peinados llamativos, adornos
resplandecientes y ropas ostentosas.
Apacible. La tranquilidad cristiana no de pende de modas
cambiantes sino de Cristo, el cual permanece "el mismo ayer, y hoy, por
los siglos" (Heb. 13:8), y cuyo compañerismo vale mucho más que el de
inestables seres humanos.
De grande estima. El valor material de los adornos
de oro y los vestidos lujosos, es insignificante en comparación con el valor
eterno de los hombres y las mujeres que se han convertido de verdad.
5. Así también. O en el adorno del carácter.
Se ataviarían. Osea en "un espíritu afable y apacible"
(ver com. vers. 4).
Mujeres. O "esposas".
Esperaban. Gr. elpízÇ, "tener esperanza". Esas
piadosas mujeres depositaban su esperanza de reconocimiento y seguridad en las
promesas de Dios. Sus deseos estaban en armonía con los planes de Dios para
ellas.
Estando sujetas. No procuraban romper sus votos
matrimoniales para solucionar sus problemas domésticos. Muchas esposas
creyentes sin duda afrontaban situaciones extremadamente difíciles en sus
hogares; pero merecían la aprobación de Dios por hacer frente a esas
circunstancias con firmeza y humilde espíritu cristiano. Soportaban las pruebas
sin irritarse.
6. Sara. Se presenta a Sara, la esposa de Abrahán, como la
principal de todas las esposas piadosas y como un ejemplo de imitar.
Llamándole señor. Sara respetaba a Abrahán y se
sometía a su liderazgo en el hogar (ver com. Gén. 18:12).
Hijas. Compárese con la enseñanza de Pablo acerca de
Abrahán como nuestro padre espiritual (ver com. Rom. 4:11; Gál. 3:7).
Si hacéis el bien. Las esposas cristianas deben
seguir el ejemplo de Sara con un comportamiento suave y modesto en sus hogares
y en todo lugar. Esta conducta califica a las mujeres cristianas como
"hijas" de Sara, así como los hombres de fe manifiestan las
cualidades de Abrahán, su padre espiritual.
Amenaza. Gr. ptó'sis, "terror";
"espanto" (BC). Las esposas cristianas no deben desconcertarse por
las situaciones amenazantes que a veces son creadas por la actitud de un esposo
incrédulo, por los problemas que siempre existen al criar a los hijos, o debido
a la mala voluntad expresada por amigos y vecinos incrédulos. La esposa
cristiana debe conservar "un espíritu afable y apacible", no importa
cuál sea la naturaleza de estos problemas (1Ped. 3:4). Los problemas de la vida
la acercan más al Señor; no la desaniman.
7. Igualmente. El apóstol ahora habla de los deberes de los
esposos. Dios no espera menos de un esposo cristiano que de una esposa
cristiana.
Sabiamente. Es decir, con buen juicio y consideración, cumpliendo todos los deberes del matrimonio sabia y desinteresadamente.
Una esposa
cristiana debe respetar a su esposo como cabeza del hogar, pero el esposo no
debe aprovecharse de esa prerrogativa. Con conocimiento emanado del amor
divino, el esposo cristiano nunca debe aprovecharse de su esposa ni someterla a
exigencias irrazonables (ver com. 1Cor. 7:2-5).
Dando honor. Es decir, respeto.
Vaso. O "instrumento", con el significado de
"persona".
Más frágil. En comparación con el hombre.
Coherederas. Delante de Dios no hay desigualdad entre hombres y
mujeres. Ambos compartirán igualmente como "coherederos" del reino
eterno.
Gracia de la vida. La dádiva de la vida eterna, el
resultado de la bondadosa benignidad de Dios (ver com. Juan 3:16).
Oraciones no tengan estorbo. El marido que no trata a su
esposa con respeto cristiano, no puede esperar que Dios conteste sus oraciones
(cf. Mat. 18:19). Dios no puede ser consecuente y prodigar bendiciones sobre
los hombres que tratan a sus esposas con un espíritu irrazonable, egoísta y
tiránico. Las peticiones que eleva a Dios la esposa maltratada anulan, en
cierto sentido, las oraciones hipócritas de su esposo.
8. Finalmente. Pedro ya se ha dirigido a los cristianos en general
(cap. 2:1-17), y en particular a los siervos cristianos (vers. 18-25), a las
esposas (cap. 3:1-6) y a los esposos (vers. 7). Ahora retorna su admonición a
los cristianos en general.
Todos. Es decir, todos "los expatriados de la
dispersión" por toda el Asia Menor (ver com. cap. 1:1), y en un sentido
más amplio todos los cristianos por doquiera y en todos los siglos.
De un mismo sentir. Gr. homófrón, "de un mismo
parecer-", "unido en espíritu", "armonioso". La
armonía entre los creyentes y la unidad de acción exigen una unidad básica en
cuanto a las creencias fundamentales y a los propósitos y métodos de la
iglesia.
Pero la unidad no requiere absoluta
uniformidad en todos los detalles. Mientras los seres humanos tengan la
facultad de pensar, inevitablemente habrá diferencias de opiniones en puntos
menores. Pero a pesar de esta diversidad de opiniones se puede concordar en los
principios y en la manera de hacer las cosas. En realidad, la unidad es algo
que tiene que ver más con el corazón que con la mente. Los cristianos deben
poder trabajar juntos en armonía a pesar de las diferencias en puntos de vista,
si el espíritu de orgullo es suprimido por un deseo genuino de trabajar juntos.
Entonces disminuirán las diferencias entre los hombres y todos estarán unidos
por un vínculo cordial de compañerismo (ver com. Juan 17:21; Rom. 12:10,16).
Compasivos. Gr. sumpaths, "que sufre con", es
decir "compasivo"; de ahí deriva la palabra "simpatía". Ver
com. 1 Cor. 12:26.
Amándoos fraternalmente. Ver com. 1Ped. 1:22; cf. com.
Mat. 5:43-48.
Misericordiosos. Gr. éusplagjnos, literalmente
"de buenas entrañas", "compasivo",
"misericordioso", "de corazón tierno". Ver coro. Efe. 4:32.
Amigables. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto
"de espíritu humilde" (BA); "humildes" (BJ). Ver com. Mat.
11:29; Rom. 12:16; 2Cor. 12:21.
9. Mal por mal. Ver coro. Mat. 5:39; Rom. 12:17;
1Tes. 5:15.
Maldición. O "insulto" (BJ, BA). Ver coro. cap. 2:23.
Bendiciendo. Ver com. Rom. 12:14.
Sabiendo. Mejor "porque para esto fuisteis
llamados". Dios nos ha llamado para ser cristianos, para que podamos
ayudar a otros, no sólo para que recibamos una bendición para nosotros mismos. El
cristiano genuino espontáneamente busca maneras en las que pueda proporcionar una
bendición a otros. Ver com. Mat. 5:43-44.
Heredaseis bendición. La mayor bendición que puede
recibir una persona es la que se deriva de ser una bendición para otros. El reino
eterno de Dios lo poblarán hombres y mujeres que tuvieron en la vida el hábito
de compartir su felicidad. En un universo perfecto, el único interés de los
seres inteligentes será la felicidad de otros.
10. El que quiere. Este es el espíritu que mueve el magnánimo corazón de Dios (ver com. Juan 3:16) y que caracterizará al pueblo de Dios (ver com. Mat. 25:40).
El apóstol
cita aquí Sal. 34:12-16 (ver el comentario respectivo). En medio de todos los
problemas de la vida (ver 1Ped. 2:12-20), el creyente sincero tendrá el
propósito de vivir una vida plena y digna, que sea una bendición para otros.
Amar la vida. El texto hebreo que Pedro parafrasea está muy bien
traducido en Sal. 34:12 de la RVR. La cita tampoco concuerda exactamente con la
LXX. Sin embargo, es claro que el pasaje se refiere al disfrute de esta vida.
Ver com. Mat. 10:39.
Ver días buenos. Días que proporcionen verdadera
satisfacción.
Refrene su lengua. ¡Cuántas amistades, cuántas carreras promisorias han sido destruidas por una palabra imprudente, precipitada!
Calvin Coolidge, ex presidente de los Estados Unidos, observó una vez: "Nunca he sido perjudicado por algo que no dije".
El que tiene dificultad para refrenar su lengua, podría hacer suya la oración de Sal. 141:3. Ver com. Prov. 15:1,28; 17:27-28; 18:21; 29:11; Sant. 1:19,26; 3:2-18.
Engaño. Ver com. cap. 2:1,22.
11. Apártese. Cuatro exhortaciones positivas que complementan la
respuesta del vers. 10.
Del mal. De hacer mal a otros. El cristiano evita perjudicar
a otros.
Haga el bien. A otros, por supuesto. El cristiano busca toda
oportunidad posible para decir todo lo bueno que pueda de otros (vers. 10) y
hacer todo el bien que pueda a otros (vers. 11).
Paz. Ver com. Jer. 6:14; Heb. 12:14.
Sígala. Literalmente "persígala"; "corra
tras ella" (BC). Para poder conservar la paz es necesario ir sin cesar
tras ella.
12. Porque. Pedro presenta la razón por la cual los cristianos
deben apartarse del mal y hacer el bien.
Ojos del Señor. Cf. Sal. 33:18; Heb. 4:13.
justos. Los que siguen la admonición del vers. 11.
Sus oídos. Dios no sólo vela por los que han elegido servirle
sino que atiende sus pedidos en busca de gracia para hacer "el bien",
y de misericordia cuando no han hecho "el bien".
Rostro. . . contra. Dios finalmente dará su merecido
a los que hablan mal de otros y les causan mal (ver com. Mat. 6:15).
Hacen el mal. El mal caracteriza las vidas de éstos, los señala
como personas malas. Los que viven perjudicando a otros, no pueden esperar que
Dios los ayude.
13. ¿Os podrá hacer daño . . . ? Los que tienen el hábito de hacer
bien a otros generalmente son tratados con bondad.
Si. . . seguís. Mejor "cuando celosos del bien os hacéis". Una vida dedicada fielmente a hacer el bien a otros hace que los incrédulos no tengan una razón válida para acusar o maltratar al cristiano (cf. Rom. 8:33-35).
Esto no significa que desaparecerá toda oposición, pues aun
Jesús fue falsamente acusado y maltratado. Es evidente que sus seguidores no
pueden esperar ser mejor tratados de lo que fue él (ver com. Juan 15:20).
14. Mas también. O "pero si aún".
Por causa de la justicia. Ver com. Mat. 5:10-11; 1Ped.
2:20. Sobrevendría la persecución y los creyentes debían estar preparados.
Bienaventurados. Ver com. Mat. 5:3.
Temor de ellos. Es decir, su intento de
aterrorizar a los cristianos. Esta oración podría parafrasearse así: "No
permitáis que os atemoricen". La "esperanza de salvación" del
cristiano es un "yelmo" (1Tes. 5:8), que tiene el propósito de
impedir que reciba un golpe mortal la confianza en el poder de Dios para librar
a su pueblo de los designios de los malignos.
Conturbéis. Gr. tarássÇ, "perturbar",
"agitar". Este verbo lo empleó Juan para expresar las palabras de
Jesús a sus discípulos: "No se turbe vuestro corazón" (Juan 14:1).
Nunca debemos olvidar que Dios ocupa el trono del universo, y que desde allí
gobierna los asuntos de todos los seres humanos consagrados (cf Rom. 8:31). Si
bien algunos MSS omiten la frase "ni os conturbéis", la evidencia
textual establece (cf. p. 10) su inclusión.
15. Santificad. O "reverenciad".
La
primera parte del versículo 15 es una cita de Isa. 8:13.
Dios el Señor. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto
"Cristo el Señor", lo cual identifica "al Señor" -Jehová-
del texto de Isaías (cap. 8:13) con Jesucristo. En cuanto a la naturaleza
divina de Jesucristo, ver t. V, p. 894.
En vuestros corazones. La presencia de Jesucristo como santo Amigo y Guardián, asegura al creyente un bien equilibrado estado de ánimo que nunca falla.
Ver com. Gál. 2:20,
Defensa. Gr. apología, "defensa", "justificación"
(ver com. 1 Cor. 9:3). Las personas inteligentes deben poder dar razón de lo
que creen y practican.
Mansedumbre. O "suavidad". La verdad puede ser
rechazada si es comunicada con altivez o en forma polémica. El propósito de la
verdad es hacer que los hombres sean semejantes a Cristo; pero si no se
presenta en una forma como lo haría Cristo, pierde su atracción.
Reverencia. "Temor" (VM) corresponde más literalmente
con el texto griego; es decir, con "temor" de Dios (ver com. Sal. 19:9).
Razón de la esperanza. La esperanza cristiana se centra
en Jesucristo (1Tim. 1:1), y produce regocijo (Rom. 5:2; 12:12) porque promete
vida eterna (Tito 1:2; 3:7). Un programa de estudio diligente y constante permitirá
al creyente entender la voluntad de Dios. Debemos crecer "en la gracia y
el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2Ped. 3:18; ver
Efe. 4:13; Fil. 1:9; Col. 1:9-10; com. Efe. 1:17).
La gente sincera tiene derecho a
esperar que los miembros de la iglesia puedan presentar sus convicciones en una
forma inteligente y persuasiva. En realidad, los miembros de la iglesia deben
estar preparados para hacer frente a los desafíos de las mentes más sutiles del
mundo, La verdad es razonable y no tiene por qué temer frente a la oposición.
En vosotros. Debemos comprender la verdad antes de que podamos
impartirla a otros. Además, a medida que
los cristianos captan más y más la verdad como es en Jesucristo, su
comportamiento reflejará cada vez más el carácter de su Señor. Los principios
del cristianismo deben manifestarse en nuestras vidas si queremos que sea
eficaz nuestro testimonio a favor de la verdad. Una iglesia es juzgada muy a
menudo no por su teología ni por los sermones que predican sus pastores, sino
por el testimonio espontáneo de sus miembros, por sus palabras y sus obras.
16. Teniendo. O "manteniendo".
Conciencia. Gr. sunéid'sis, "conciencia de los propios actos",
"conciencia de lo bueno y lo malo" (ver com. Rom. 2:15). El respeto
de otros -por no decir el respeto propio- sólo puede tener el fundamento de una
"buena conciencia".
Murmurón de vosotros. "sois calumniados". Ver
com. cap. 2:12.
Avergonzados. La conducta honorable de los santos que son
calumniados demuestra que sus acusadores son mentirosos.
Calumnian. Gr. ep'reázÇ, "maltratar", "insultar"
(cf. Mat. 5:44; Luc. 6:28; ver com. 1Ped. 2:12).
Conducta. Gr. anastrof, "conducta",
"tenor de vida" (cf. cap. 2:12; com. cap. 1:15).
En Cristo. En armonía con los principios cristianos.
17. Haciendo el bien. Cf. cap. 2:12,20.
Voluntad de Dios. Satanás -no Dios- es el autor del
sufrimiento (ver com. Job 42:5; Sal. 38:3; 39:9; Sant. 1:2-5, 13). Sin embargo,
Dios sabe cuándo es necesario el sufrimiento para el desarrollo del carácter, y
por eso permite que sobrevenga (ver com. Heb. 2:9; 1Ped. 2:19).
18. También Cristo. Los que recibieron esta epístola estaban sufriendo persecuciones o se enfrentaban a esa perspectiva inminente (cap. 3:14-17; 4:12-16, 19).
Pedro los animaba para que no consideraran ese "fuego de prueba" como una experiencia "extraña" o inaudita (cap. 4:12) porque "también Cristo padeció... una vez" (cap. 3:18).
Tenían el privilegio de ser
"participantes de los sufrimientos de Cristo"; es decir, de encontrar
en el sufrimiento una dulce comunión con su Señor y Maestro (1Ped. 4:13;
cf. Juan 15:20). Él les había dejado el
ejemplo de cómo soportar el sufrimiento (1Ped. 2:20-23).
Además, Cristo alcanzó la
victoria mediante el sufrimiento (cap. 1:11; 4:13-9; 5:1); resucitó glorificado
de los muertos (ver com. "vivificado" y com. vers. 21; cf. cap.1:11;
5:1) y ascendió al cielo, donde "ángeles, autoridades y potestades"
están ahora "a él... sujetos" (cap. 3:22).
Cristo había advertido a sus
seguidores que ellos también debían esperar "aflicción", pero añadió:
"Confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33).
La victoria de Jesús mediante el
sufrimiento era la seguridad que tenían ellos de vencer en el "fuego de
prueba" que se avecinaba.
Pedro advirtió a aquellos a quienes escribía que no hicieran nada que les trajera sufrimiento (1 Ped. 2:20; 3:16-17; 4:15), sino que estuvieran seguros de que cuando sufrían fuera "por causa de la justicia" (cap. 3:14), "haciendo el bien" (cap. 3:17; cf. 4:14).
Cuando Cristo sufrió, lo hizo por nuestros
"pecados; sufrió el justo por los injustos" (cap. 3:18; cf. cap.
2:24). No había hecho nada que le mereciera los vejámenes que le infligieron;
por lo tanto, sus atormentadores y los que atormentan a sus seguidores
merecerán un castigo de acuerdo a su crimen.
Los lectores de esta epístola podían tener la seguridad de que a su debido tiempo Dios juzgaría a sus atormentadores y les pagaría según sus obras (cap. 4:5, 17-18).
Tenían el
ejemplo de Cristo, quien "encomendaba la causa al que juzga
justamente" (cap. 2:23). Ellos, como Cristo, eran inocentes y podían
quedar seguros de que se les haría justicia.
Los lectores de Pedro no debían,
pues, avergonzarse por sufrir como cristianos (4:16), sino gozarse de que
"en la revelación de su gloria" podrían gozarse "con gran
alegría" (vers. 13). Podían sentirse "bienaventurados" al ser
"vituperados por el nombre de Cristo" porque "el glorioso
Espíritu de Dios" reposaría sobre ellos (vers. 14). Cristo "ha
padecido por nosotros" (vers. 1), y tenemos el privilegio de ser
"vituperados por el nombre de Cristo" (vers. 14).
Padeció. Aunque muchos MSS dicen "murió", la
evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto "padeció". Esto
concuerda mejor con el contexto y con el pensamiento paralelo (cap. 2:21; ver
el comentario respectivo).
Una sola vez. Ver com. Heb. 9:26.
Por los pecados. Cristo sufrió el castigo de los
pecados de todos los seres humanos (ver com. 1Cor. 15:3; 2Cor. 5:14; Heb. 4:15;
1Juan 2:2; t. V, p. 896), aunque no cometió ningún pecado (ver com. 1Ped. 2:22).
El justo. Es decir, Cristo (ver com. Hech. 3:14).
Por. Gr. hupér, "en representación de", "por el bien de", "en vez de".
El hecho significativo en la muerte de Cristo es su naturaleza vicaria. Murió no como un hombre bueno que da un noble ejemplo sino como el Salvador de los pecadores.
(Ver com. Isa. 53:4-5; Mat.
20:28; 1Ped. 2:24; cf. DTG 17).
Para llevarnos a Dios. Es decir, para restaurarnos al favor divino.
Ver com. Rom. 5:1-2.
Siendo a la verdad muerto. El resto del versículo explica la
primera parte: "Cristo padeció... por los pecados" siendo
"muerto en la carne", y puede "llevarnos a Dios" en virtud
del hecho de que fue "vivificado en espíritu". Cristo sufrió hasta la
muerte y, sin duda alguna, nuestros sufrimientos "por causa de la
justicia" no pueden exceder ese límite. Si el Salvador triunfó sobre la
muerte, con toda certeza no tenemos nada que temer "del fuego de
prueba" (1Ped. 4:12-13; ver com. 2Cor. 13:4).
En la carne. Literalmente "en carne" o "en cuanto a la carne"; es decir, en lo que tiene que ver con la naturaleza física que Cristo asumió en la encarnación. Pero fue resucitado con la naturaleza humana glorificada que poseerán todos los redimidos.
(Ver com. 1Cor. 15:38,48).
Vivificado. Cf. 1 Cor. 15:45.
En espíritu. La última parte de este versículo podría traducirse
literalmente: "Hecho morir, ciertamente, en carne [sarkí]. pero hecho
vivir en espíritu [pnéumati]. " Las frases paralelas "en espíritu' y
"en carne" parecen rechazar la idea de que aquí se haga referencia al
Espíritu Santo.
Cuando en otros pasajes del NT se
usa, para referirse a Cristo, la expresión "en carne... en espíritu",
o su equivalente, se habla de la existencia terrenal de Cristo como ser humano
y de su existencia como ser divino después de la resurrección. Compárese con la
antítesis muy similar de Rom. 1:3-4 (ver el comentario respectivo).
Cuando Cristo se encarnó toda su apariencia fue la de un ser humano. Después de la resurrección retuvo su naturaleza humana, pero se convirtió de nuevo esencialmente en un ser espiritual (ver t. V. pp. 895-896; cf. Juan 4:24).
Compárese también con 1Tim.
3:16, en donde el texto griego dice también "en carne" y "en
espíritu".
Nótense las frases paralelas
"en carne... en espíritu" en 1 Ped. 4:6 aplicadas a seres humanos (ver
el comentario respectivo). Para aclarar más el significado y la fuerza de las
declaraciones de Pedro, ver Rom. 14:9; 2Cor. 13:4.
El hecho de que Cristo
verdaderamente murió "en la carne" no significó el fin de su existencia.
En la resurrección fue "vivificado" una vez más, aunque desde ese
momento su naturaleza humana quedó más completamente subordinada a su
naturaleza divina o espiritual (ver com. Luc. 24:39; cf. t. V, pp. 895-896) que
cuando vivía en la tierra como un hombre entre los hombres. El hecho sublime de
que el Cristo crucificado continúa viviendo, se destaca aquí como una seguridad
de que aquellos que participan de sus sufrimientos no tienen por qué temer que
la persecución que padecen acabará para siempre con su existencia (cf. 2Cor.
13:4). Cristo triunfó sobre la muerte, y los que sufren con él también están
seguros de pasar victoriosamente por las pruebas de fuego de la vida. Compárese
esto con el tema de Pablo en 1Cor. 15:13-23, donde presenta la resurrección de
nuestro Señor como una garantía de que los que duermen en Jesús vivirán otra
Vez.
19. En el cual. O "con respecto al cual", "en virtud del cual".
Las opiniones difieren en cuanto a
si "en el cual" se refiere al "espíritu" (vers. 18) o al
pensamiento total del vers. 18.
Algunos sostienen que "en el cual" se refiere a "espíritu", e interpretan que el vers. 19 quiere decir que entre su crucifixión y su resurrección Cristo "predicó" a los espíritus de los antediluvianos, los que suponen que estaban desencarnados. Pero "en espíritu" no necesariamente significa que debamos aceptar esta conclusión.
Además, esta deducción es completamente
antibíblica, y por lo tanto no debe aceptarse (ver com. "espíritus").
LAS TRES EXPLICACIONES SIGUIENTES De Este Difícil
Pasaje Están En Armonía Con La Enseñanza General De Las Escrituras En Cuanto A
La Inconsciencia Del Hombre En La Muerte.
1. "En el cual" se
refiere al "Espíritu", y el vers. 19 significa que Cristo predicó a
los antediluvianos mediante el Espíritu Santo por medio del ministerio de Noé.
2. "En el cual" se refiere a "en espíritu" (vers. 18), lo cual es una alusión a Cristo en su estado de preexistencia, un estado que, como su naturaleza glorificada después de su resurrección, podría describirse como "en espíritu". Compárese con la expresión "Dios es espíritu" (ver com. Juan 4:24). Cristo predicó a los antediluvianos "mientras se preparaba el arca", antes de venir a la tierra o sea durante su preexistencia.
Cf. com. Heb. 9:14.
3. "En el cual" se
refiere retrospectivamente al vers. 18 en su conjunto, y el vers. 19 significa
que Cristo, en virtud de su muerte vicaria y su resurrección aún futuras,
"fue y predicó... en espíritu" a los antediluvianos mediante el
ministerio de Noé. Como Cristo debía ser "muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu" (vers. 18), anteriormente predicó la salvación
mediante Noé y salvó "por agua" a los que aceptaron esa salvación. Y
es también "por la resurrección de Jesucristo" como "el
bautismo... ahora nos salva" (vers. 21).
Las explicaciones 2 y 3 siguen
más de cerca la construcción del texto griego (de los vers. 18 y 19), el
contexto inmediato y diversos pasajes paralelos del NT. (Ver Nota Adicional de
la traductora al final de este capítulo.)
También. O en adición a los incluidos en
"llevarnos" (vers. 18). Lo que Cristo hizo posible en el Calvario
"para llevarnos a Dios", "también" estuvo a disposición de
los antediluvianos. Nunca ha habido otro camino para que los hombres escapen de
la cárcel de Satanás (ver com. Hech. 4:12).
Fue y predicó. El énfasis se halla en la predicación y no en el
acto de ir. "Predicó" es una traducción del verbo k'rússÇ, que es el
que se usa generalmente para referirse a la predicación de Cristo en esta
tierra. En cuanto al tiempo cuando sucedió esta predicación, ver com. vers. 20.
Espíritus. Gr. pnéuma, "viento", "aliento", "espíritu"
(ver com. Luc. 8:55; cf. com. Núm. 5:14).
El aliento es
una de las características distintivas de los seres vivientes, pero aquí,
debido a una sinécdoque, figura de retórica en la cual una parte de algo se
toma como el todo, pnéuma podría significar sencillamente "persona".
Compárese con 1Cor. 16:18, donde "mi espíritu" significa "yo", y Gál. 6:18; 2Tim. 4:22; etc., donde "vuestro espíritu" o "tu espíritu" significan "vosotros" o tú" (cf. Fil. 4:23).
Ver com. Heb. 12:9,23; cf.
Núm. 16:22; 27:16. Por lo tanto estos "espíritus" pueden ser considerados
como seres humanos vivos.
La primera parte del vers. 20
indudablemente los identifica como personas que vivieron en la tierra inmediatamente
antes del diluvio. Eran seres humanos vivos tan ciertamente como lo fueron las
"ocho almas" (BC), que es una traducción de la palabra psuj del vers. 20.
ALGUNOS SOSTIENEN QUE ESTOS PASAJES (cap. 3:18-20
y cap. 4:6), apoyan la doctrina de la inmortalidad del alma, del estado
consciente de los muertos, y que durante el intervalo entre su crucifixión y
resurrección Cristo descendió al hades, el reino figurado de los muertos (ver
com. Mat. 11:23), para predicar a los espíritus desencarnados que allí se
encontraban. Pero la lógica de este punto de vista pide que esos
"espíritus" hubieran estado en alguna especie de purgatorio cuando Cristo
les predicó, porque el propósito de su predicación era, a no dudarlo, darles
una segunda oportunidad para salvarse y escapar del purgatorio. Pero la mayoría
de los protestantes que creen que Pedro enseña aquí que el hombre está
consciente en la muerte, se horrorizarían de aceptar las doctrinas del
purgatorio y la no menos antibíblica de una segunda oportunidad para salvarse.
Los que sostienen
que Pedro está apoyando la creencia en la llamada inmortalidad natural del
alma, deben también explicar por qué Cristo favoreció a los
"espíritus" de los pecadores muertos en el tiempo de Noé y no les dio
la misma oportunidad a los de otras generaciones.
LAS ESCRITURAS
ENSEÑAN CLARAMENTE que los seres humanos deben aceptar la salvación en esta
vida presente porque su tiempo de gracia personal termina con la muerte (ver
com. Mat. 16:27; Luc. 16:26-31; Rom.2:6; Heb. 9:27; cf Eze. 18:24; Apoc.
22:12). También enseñan claramente que los muertos están inconscientes (ver
com. Sal. 146; 4; Ecl. 9:5-6; Mat. 10:28; Juan 11:11; 1Tes. 4:13; Cf com. Gén.
2:7; Ecl. 12:7).
Por tales razones, creer que esos
"espíritus" son seres conscientes desencarnados capaces de oír y
aceptar el Evangelio, contradice muchas evidentes enseñanzas de las Escrituras.
Es bueno advertir que Pedro no enseña que Cristo predicó a esos supuestos
espíritus desencarnados. (Ver Nota Adicional de la traductora al término del
capítulo.)
Argumentar que la gente de los
días de Noé no tuvo una oportunidad razonable para salvarse, es ignorar el
hecho de que Noé fue un "pregonero de justicia" en esa generación (2Ped.
2:5), y que los antediluvianos rechazaron a sabiendas el mensaje que Dios les
envió por medio de Noé (ver com. 1Ped. 3:20). "La paciencia de Dios"
no hubiera esperado "en los días de Noé, mientras se preparaba el
arca" (vers. 20), a menos que aquellos a quienes Dios esperaba tan
pacientemente no hubieran tenido la oportunidad de creer y obedecer.
Encarcelados. Gr. en fulak, "en prisión", por lo
tanto, un lugar donde las personas están detenidas y vigiladas, una
"prisión". El contexto debe determinar si Pedro habla literal o
figuradamente. Si se entiende literalmente, esta "prisión" sería un
lugar donde las almas de los que han muerto -como algunos dicen que son los
"espíritus" del vers.19- están detenidas hasta que se haya decidido
su suerte. Si se entiende figuradamente, esa "prisión" se referiría a
la condición espiritual de los "espíritus" que
"desobedecieron".
En cuanto al uso de "prisión" en este último sentido, ver Isa. 42:7; cf. Isa. 61:1; Luc. 4:18. La
segura prisión de los antediluvianos en la cárcel del pecado es evidente por
Gén. 6:5-13 y por el hecho de que sólo ocho personas escaparon de ella (1Ped.
3:20). Sólo Cristo puede liberar a los hombres de sus malos hábitos y deseos
con los cuales los encadena Satanás.
20. En otro tiempo. O "anteriormente".
Desobedecieron. Gr. apeithéÇ, "no
creer", "desobedecer", lo que implica una incredulidad
deliberada y una desobediencia intencional. Los pecadores de los días de Noé
tuvieron suficiente luz espiritual para hacer una decisión inteligente; no se
justificaba una segunda oportunidad. Eran tan desobedientes que Dios no pudo
tolerarlos más (Gén. 6:5-13); pero a pesar de todo, "esperaba la paciencia
de Dios" que ellos se arrepintieran.
Si Dios los "esperaba" no hay duda de que también nos espera
con paciencia a nosotros.
Cuando. Es decir, cuando los "espíritus" -los
antediluvianos- eran desobedientes, cuando "esperaba la paciencia de
Dios" por amor a ellos "mientras se preparaba el arca".
Una vez. La evidencia textual establece la omisión de esta
frase.
Esperaba. Gr. apekdéjomai, "esperar pacientemente".
Dios tiernamente espera que se arrepientan los pecadores. No quiere "que
ninguno perezca" (2Ped. 3:9).
Días de Noé. Ver Gén. 6:5-13.
Mientras. Ver com. "cuando".
Se preparaba. Mejor "se construía".
Ocho. Ver Gén. 7:7.
Fueron salvadas. Gr. dias^zo, "salvar"
"conducir sano y salvo", verbo que también se usa para describir el
proceso de curación de una enfermedad (Mat. 14:36) y un viaje con feliz destino
(Hech. 23:24). Estas ocho personas prestaron atención al mensaje enviado por
Cristo y proclamado a esa generación por Noé, el "pregonero de
justicia" (2Ped. 2:5).
Por agua. O "a través del agua" (BJ, BA). Las aguas
del diluvio, que sepultaron a los pecadores que "desobedecieron" en
los días de Noé, fueron el medio para salvar a los que estaban dentro del arca
de salvación, y así se les conservó la vida. La salvación "por agua"
de esas "ocho... personas" y la razón de Pedro para insertarlo, es el
clímax de este paréntesis un poco extenso en cuanto a los antediluvianos. La
lección que se deduce de este episodio se expresa en el vers. 21: así como
"fueron salvados por agua", así también" el bautismo... ahora
nos salva". Pero tanto esos "ocho" antediluvianos como los
cristianos son igualmente salvados en virtud de la resurrección de Cristo de
los muertos (ver com. vers. 19, 21), pues de otra manera no habría esperanza
para ninguno de esos grupos (ver 1Cor. 15:13-23).
21. Bautismo. Gr. báptisma, del verbo baptízÇ,
"sumergir" (ver com. Mat. 3:6; Rom. 6:3-6).
Que corresponde. Gr. antítupos, "realidad
simbolizada", "antitipo", "copia",
"representación". Noé y su familia fueron salvados por
"agua", y nosotros también somos salvados por el bautismo. Sin
embargo, Pedro se apresura a explicar que, en realidad, la salvación depende de
"la resurrección de Jesucristo", tanto para los antediluvianos (ver
com. vers. 19) como para nosotros (vers. 18, 21).
No quitando. El apóstol niega que el simple lavamiento del
cuerpo tenga poder alguno para limpiar el alma de una persona y expiar sus
pecados. Los lavamientos ceremoniales judaicos sólo simbolizaban una limpieza
más profunda del hombre interior, así también el bautismo cristiano es sólo la
representación de una experiencia íntima.
Inmundicias de la carne. Es decir, la suciedad corporal
común.
Buena conciencia. O "clara conciencia"
(ver com. cap. 3:16). El bautismo sólo tiene valor cuando refleja una mente y
un corazón transformados (ver com. Rom. 12:2).
Por. O "por medio de". El agua es sólo un
símbolo o representación. Sin la resurrección de Cristo el bautismo sería un
rito vacío, toda la predicación y toda la fe serían inútiles (ver com. 1Cor.
15:4,14).
22. Habiendo subido al cielo. Ver com. Hech. 1:9; Heb. 4:14;
6:20; 9:24.
Diestra. Ver com. Rom. 8:34; Heb. 1:3.
A él están sujetos. Com. 1Cor. 15:27; Col. 2:10; Heb.
2:8.
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 3
(Esta nota ha sido preparada por
la traductora a fin de ampliar la comprensión del pasaje de 1Ped. 3:18-22. Aunque
su contenido difiere de la interpretación dada en este Comentario, ofrece una
serie de ideas dignas de tenerse en cuenta al estudiar este difícil trozo de la
Escritura.)
Los "espíritus
encarcelados" aparecen en tres pasajes de las epístolas católicas o
generales: 1Ped. 3:18-22; 2Ped. 2:4-9 y Jud. 5-7. La interpretación de estos
versículos es difícil, no sólo para quienes creen en la inconsciencia del
hombre en la muerte, sino para todos los cristianos que creen que las
elecciones que se hacen en vida no pueden modificarse después de la muerte.
Para entender estos pasajes difíciles es necesario tener en cuenta su trasfondo en el Antiguo Testamento y en la literatura intertestamental.
En Gén. 6 se relata que los "hijos de Dios" vieron la hermosura de las "hijas de los hombres" y las tomaron como esposas (vers. 2). Luego les nacieron hijos "valientes" que fueron "varones de renombre" (vers. 4).
No se dan más detalles, pero lo que sucedió a
continuación no debe haber sido del agrado de Dios, pues se dice que el Señor
decidió destruir la tierra por medio de un diluvio a causa de la maldad
existente (vers. 7).
El libro seudoepigráfico de Enoc,
probablemente del último siglo antes de la era cristiana, amplía esta
narración. Según él, los hijos de Dios son 200 ángeles caídos que bajan a la tierra
y buscan esposas humanas. A ellas los ángeles les enseñan las propiedades
medicinales de las plantas y también a hacer encantos. De estos matrimonios
nacen gigantes que comen tanto que la gente llega a detestarlos. En vista de
esta actitud, los gigantes se comen a la gente. También "pecan contra los
animales" y toman sangre (Enoc 6-7).
Entre otras cosas, los ángeles
enseñaron a los humanos a hacer espadas, cuchillos y armadura. También les
mostraron a las mujeres el uso de diversos cosméticos y joyas. Había entre ellos astrólogos y magos. El adulterio
se hizo común (Enoc 8). Finalmente la gente clamó a Dios por causa de los
gigantes y de la maldad de los ángeles casados con las mujeres (Enoc 9). En
respuesta a este clamor, Dios mandó encerrar a los impíos en una oscura prisión
donde debían quedar encerrados por setenta generaciones, hasta el día del
juicio (Enoc 10).
Después de esto, Enoc fue
designado como el que debía pronunciar el castigo de los ángeles encarcelados
por causa de su conducta impía (Enoc 12). Al oír la proclamación de Enoc, los
ángeles caídos se arrepintieron y pidieron a Enoc que le presentara a Dios el
pedido de que en su misericordia los perdonara (Enoc 13). Pero Dios no acepta
la intercesión de Enoc y lo manda a reiterarles a los ángeles caídos el castigo
que les aguarda (Enoc 15-16).
Este relato fantasioso pasó a ser
la interpretación aceptada de Gén. 6 entre muchos judíos y cristianos. Además,
la suerte de estos ángeles caídos pasó a servir de ejemplo -junto con la suerte
de los antediluvianos y los habitantes de Sodoma y Gomorra- del castigo que
Dios impone a los que desobedecen.
Son evidentes los nexos entre
este relato del período intertestamentario y los tres pasajes neotestamentarios
que tienen que ver con los "espíritus encarcelados" o ángeles caídos,
guardados en prisión.
1 Ped. 3:18-22. Este pasaje muestra a Cristo que predica en el
espíritu a los espíritus encarcelados que en tiempos de Noé se niegan a
obedecer. Este pasaje también afirma que Cristo, gracias a su resurrección, ha
subido al cielo a la diestra de Dios, donde los ángeles, las autoridades y las
potestades le están sujetos (vers. 22).
2 Ped. 2:4-9. En este pasaje se citan tres ejemplos de cómo Dios
mantiene a los impíos en reserva hasta el juicio: los ángeles malos, los
antediluvianos y los habitantes de Sodoma y Gomorra. Dice que los ángeles están
en el infierno, en "prisiones de oscuridad", hasta el juicio.
Jud. 5-7. Aquí se afirma que ciertos ángeles no
"guardaron su dignidad" y están guardados en prisiones eternas y
oscuras. Junto con los hebreos que fueron infieles durante la peregrinación por
el desierto, son considerados como ejemplos del castigo divino.
Pero aún más interesante que
observar los parecidos entre el relato intertestamentario y los tres pasajes
del NT es ver cómo se usó este material, que parece haber sido perfectamente
bien conocido por cristianos y judíos en el siglo I.
En 1 Ped. 3, el apóstol señala la muerte de Cristo por nuestros
pecados. Afirma que es apropiado el sufrimiento cuando se lo padece por hacer
el bien (vers. 17). Luego sigue la afirmación de que Cristo
"proclamó" o "pregonó" a los espíritus encarcelados. Así
muestra que no hay por qué tener miedo de los espíritus malignos porque ya han
sido condenados. En este sentido, el relato intertestamentario ayuda a
comprender el pasaje, porque Enoc es enviado a anunciar el castigo a los
espíritus, no a predicarles salvación. Pedro sugiere que Cristo ha realizado lo
que comúnmente se le atribuía a Enoc. Con su muerte y resurrección ha dado el
golpe de gracia a los espíritus malignos.
En 2 Ped. 2, los espíritus encarcelados que aguardan el juicio
final son sólo un elemento en una serie de ejemplos negativos. Son evidencia de
que Dios rescata a los piadosos y castiga a los impíos. Dentro del contexto de
una advertencia en contra de falsos profetas y maestros, este pasaje no afirma
que sea verdad la leyenda de Enoc. Simplemente la usa como ejemplo
En Jud. 6, la referencia al castigo de los ángeles es
incidental. Es parte de una lista de ejemplos -común en el judaísmo de ese
período- que muestra que Dios tiene preparado el castigo de los falsos maestros
que amenazan a los cristianos a quienes Judas escribe.
Para algunos, el que un autor
inspirado haya podido emplear materiales tomados de una evidente leyenda puede
causar dificultad.
Sin embargo, corresponde recordar
que la parábola del rico y Lázaro (Luc. 16) fue empleada por Cristo mismo para
enseñar una lección.
Estos tres pasajes parecen entenderse mejor si se supone que los lectores
conocían la ampliación intertestamental del relato de Gén. 6. También ocasionan
menos dificultad de interpretación cuando se establece que son ejemplos tomados
de un pasaje seudoepigráfico conocido, y no afirmaciones teológicas de Pedro y
judas.
(Ver John C. Brunt,
"Christ and the Imprisoned Spirits", Ministry, abril de 1988, pp.
15-17. "Ethiopic Apocalypse of Enoch [1 Enoch], in The Old Testament
Pseudepigrapha, t. l, ed. James Charles worth [Garden City: Doubleday, 1983],
pp. 5-108.) 7CBA
COMENTARIOS DE EGW
3. NB 124. Mientras estábamos en la casa del
Hno. Harris tuve una entrevista con una hermana que usaba joyas de oro y sin
embargo profesaba esperar la venida de Cristo. Le hablamos de las declaraciones
expresas de la Escritura contra el uso de joyas. Pero ella se refirió a la
ocasión en que se le ordenó a Salomón embellecer el templo, y a la declaración
de que las calles de la ciudad de Dios eran de puro oro. Afirmó que si podíamos
mejorar nuestra apariencia usando joyas, de manera que pudiéramos tener
influencia en el mundo, esto estaba correcto.
Le repliqué que nosotros éramos
pobres mortales caídos, y que en lugar de decorar nuestros cuerpos porque el
templo de Salomón estaba gloriosamente adornado, debemos recordar nuestra
condición caída y que costó el sufrimiento y la muerte del Hijo de Dios para redimirnos.
Este pensamiento debe causar en nosotros un sentimiento de humillación. Jesús
es nuestro modelo. Si él abandonara su humillación y sufrimientos, y clamara:
"Si alguien quiere venir en pos de mí, agrádese a sí mismo, y goce del
mundo, y será mi discípulo", la multitud lo creería y le seguiría. Pero
Jesús no se nos presenta de otra manera que como el humilde crucificado.
Si queremos estar
con él en el cielo, debemos ser como él fue en la tierra. El mundo reclamará a aquellos que
le pertenecen. Y quien quiera ser vencedor, debe abandonar lo que es mundano.
3-4. HAp 417. EL
APÓSTOL EXHORTÓ A LAS MUJERES CREYENTES a ser virtuosas en su conversación y
modestas en su vestuario y conducta. "El
adorno de las cuales -aconsejó- no sea exterior con encrespamiento del cabello,
y atavío de oro, ni en compostura de ropas; sino el interno del corazón que
está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo
cual es de grande estima delante de Dios."
LA
LECCIÓN Se Aplica A Los Creyentes De Todas Las Épocas. "Así
que, por sus frutos los conoceréis." (Mat. 7:20.) El adorno interior de un
espíritu manso y pacífico es inestimable. En la vida del verdadero cristiano el
adorno exterior estará siempre en armonía con la paz y santidad interiores.
"Si alguno quiere venir en pos de mi -dijo Cristo,- niéguese a sí mismo, y
tome su cruz, y sígame." (Mat. 16:24.) La abnegación y el sacrificio
caracterizarán la vida del cristiano. Una evidencia de que el gusto se
convirtió, se verá en el vestuario de todo aquel que anda en el camino allanado
para los redimidos del Señor.
Es
correcto amar lo bello y desearlo; pero Dios desea que primero amemos y
busquemos las bellezas superiores, que son imperecederas. Ningún adorno
exterior puede ser comparado en valor o belleza con aquel "espíritu
agradable y pacífico," el "lino finísimo, blanco y limpio"
(Apoc. 19:14) que todos los santos de la tierra usarán. Estas ropas los harán
hermosos 418 y deseables aquí, y en el futuro serán su distintivo de admisión
en el palacio del Rey. Su promesa es: "Y andarán conmigo en vestiduras
blancas; porque son dignos." (Apoc. 3:4.)
3-5. CN 390. CRISTO NOS ADVIRTIÓ. Cristo hizo resaltar la devoción al vestido y previno, sí, ordenó a sus seguidores que no se preocuparan demasiado por él. "Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan 390 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos". . . .
El orgullo y la extravagancia en el vestido son pecados a los cuales están propensas especialmente las mujeres. De ahí que estas advertencias se refieran directamente a ellas. ¡De cuán poco valor son el oro, las perlas, o el atavío costoso cuando se comparan con la humildad y el encanto de Cristo!
(Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 93, 94).
INSTRUCCIÓN BÍBLICA PARA EL PUEBLO DE DIOS. Se me indicaron los siguientes pasajes. Dijo el ángel: "Han de instruir al pueblo de Dios". 1 Timoteo 2:9,10; "Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia no con peinado ostentoso, ni oro, ni perla, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad" 1 Ped. 3:3-5; "Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible, ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres" (Testimonies, tomo 1, pág. 189).
Muchas
consideran que esas órdenes son demasiado anticuadas para que se les preste
atención; pero el que las dio a sus discípulos, comprendía los peligros que
entrañaría en nuestro tiempo el amor al vestido, y nos envió la consiguiente
amonestación. ¿Le prestaremos atención y seremos sabios?
(Joyas de los Testimonios tomo 1, pág. 594).
Los que realmente tratan de seguir a Cristo tendrán concienzudos escrúpulos en cuanto a la ropa que usan; se esforzarán por satisfacer los requisitos de esa orden tan claramente dada por el Señor [1 Ped. 3:3-5] (Mensajes para los Jóvenes 343, 344). 391
PELIGROS DEL AMOR AL VESTIDO. El amor al vestido hace peligrar la moralidad, y hace de la mujer lo contrario de una dama cristiana, caracterizada por la modestia y la sobriedad (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 600).
El vestido ostentoso y extravagante con demasiada frecuencia fomenta la concupiscencia en el corazón del que lo lleva y despierta bajas pasiones en el corazón del que mira. Dios ve que la ruina del carácter es precedida frecuentemente por la complacencia del orgullo y de la vanidad en el vestido. Ve que los atavíos costosos sofocan el deseo de hacer el bien (Testimonies, tomo 4. pág. 645).
EL TESTIMONIO DE LA SENCILLEZ EN EL VESTIDO. El vestido simple, sencillo y sin ostentación será una recomendación para mis hermanas jóvenes. De ninguna forma mejor podéis hacer brillar vuestra luz a otros que mediante vuestra sencillez en el vestido y vuestro comportamiento. Podéis mostrar a todos que, en comparación con las cosas eternas, colocáis una estimación adecuada en las cosas de esta vida.
(Id., tomo 3, pág. 376).
EL RECATO PROTEGERÁ DE MIL PELIGROS. Mis hermanas, evitad aun la apariencia de mal. En esta era disoluta, saturada de corrupción, no estáis seguros a menos que estéis protegidas. La virtud y el recato son raros. Os exhorto, como seguidoras de Cristo que hacéis una elevada profesión, que acariciéis la preciosa y sin par gema del recato. Ella preservará la virtud (Id., tomo 2, pág. 458).
La
casta sencillez en el vestir, unida a la modestia de conducta será de mucha
mayor influencia para rodear a una joven de una atmósfera de reserva sagrada
que será para ella un escudo contra miles de peligros (La Educación, pág. 242).
6. PP 143. La instrucción
impartida a Abrahán tocante a la santidad de la relación matrimonial, había de
ser una lección para todas las edades. Declara que los derechos y la felicidad
de estas relaciones deben resguardarse cuidadosamente, aun a costa de un gran
sacrificio. Sara era la única esposa verdadera de Abrahán. Ninguna otra persona
debía compartir sus derechos de esposa y madre. Reverenciaba a su esposo, y en
este aspecto el Nuevo Testamento la presenta como un digno ejemplo. Pero ella
no quería que el afecto de Abrahán fuese dado a otra; y el Señor no la
reprendió par haber exigido el destierro de su rival.
Tanto Abrahán como Sara
desconfiaron del poder de Dios, y este error fue la causa del matrimonio con
Agar.Dios había llamado a Abrahán para que fuese el padre de los fieles, y su
vida había de servir como ejemplo de fe para las generaciones futuras. Pero su
fe no había sido perfecta. Había manifestado desconfianza para con Dios al
ocultar el hecho de que Sara era su esposa, y también al casarse con Agar.
Para que pudiera alcanzar la
norma más alta, Dios le sometió a otra prueba, la mayor que se haya impuesto
jamás a hombre alguno.
8-15. OE 386. Debemos tener
presente que encontraremos incredulidad y oposición. La verdad tuvo siempre que
contender con estos elementos. Pero aunque encontréis la más acerba oposición,
no acuséis a vuestros oponentes. Puede ser que, como Pablo, piensen estar
sirviendo a Dios; y debemos manifestar hacia los tales paciencia, mansedumbre y
longanimidad.
No sintamos que tenemos que
sobrellevar penosas pruebas, soportar duros conflictos, al representar una
verdad impopular. Pensemos, en Jesús y en lo que sufrió por nosotros, y
callemos. Aun cuando se nos ultraje y acuse falsamente, no nos quejemos; no
dejemos oír ninguna murmuración; no penetre en nuestra mente ningún pensamiento
de oprobio o descontento. Sigamos una conducta recta "teniendo vuestra conversación honesta entre los gentiles; para
que, en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a
Dios en el día de la visitación, estimándoos por las buenas obras."*1Pedro
2:12.
Debéis portaros con mansedumbre
hacia los que están en error, porque ¿no estabais acaso vosotros mismos no hace
mucho en la ceguedad de vuestros pecados? 386 Y a causa de la paciencia de
Cristo hacia vosotros, ¿no debéis ser tiernos y pacientes para con los demás?
Dios nos ha dado muchas amonestaciones para que manifestemos gran bondad hacia
los que se nos oponen, porque no influyamos en un alma para que se encamine en
la mala dirección.
Nuestra vida debe estar oculta
con Cristo en Dios. Debemos conocer a Cristo personalmente. Únicamente entonces
podremos representarlo ante el mundo. Elevemos constantemente esta oración:
"Señor, enséñame a hacer lo que Jesús haría si estuviese en mi
lugar." Dondequiera que estemos, debemos dejar resplandecer nuestra luz
para gloria de Dios en buenas obras. Tal es el grande e importante interés de
nuestra vida.
LA PRUDENCIA AL CONDENAR LO MALO.
El Señor quiere que su pueblo siga otros método que el de condenar lo malo, aun
cuando la condenación sea justa. Él quiere que hagamos algo más que lanzar
contra nuestros adversarios acusaciones que no hacen sino alejarlos más de la
verdad. La obra que Cristo vino a hacer en nuestro mundo no consistía en erigir
vallas y echar constantemente en cara la gente el hecho de que estaba
equivocada. El que quiere dar la luz a un pueblo engañado debe acercársele y
trabajar por él con amor. Debe llegar a ser u centro de influencia santa.
Al defender la verdad, debe
tratarse con respeto y deferencia a los más acerbos oponentes. Alguno no
responderán a nuestros esfuerzos, sino que se burlarán de la invitación
evangélica. Otros, aun aquellos que nosotros creemos fuera de los límites de
387 la misericordia de Dios, serán ganados para Cristo. Puede ser que la última obra verificada en la
controversia sea la iluminación de aquellos que no rechazaron la luz y la
evidencia pero estuvieron en las tinieblas de la medianoche y, en su
ignorancia, trabajaron contra la verdad.
Por lo tanto, tratemos a cada hombre como sincero. No digamos ninguna
palabra ni realicemos acción alguna que hubiere de confirmar a alguno en la
incredulidad.
Si alguno tratare de hacer entrar
a los obreros en debate o controversia sobre cuestiones políticas u otras, no
presten ellos atención ni a la persuasión ni al desafío. Llevad adelante la
obra de Dios con firmeza y fortaleza, pero con la mansedumbre de Cristo, y con
tanta calma como sea posible. No se oiga ninguna jactancia humana. No se deje
ver ninguna señal de suficiencia propia. Déjese ver que Dios nos ha llamado a
manejar cometidos sagrados; prediquemos la palabra, seamos diligentes, sinceros
y fervientes.
La influencia de
vuestra enseñanza sería diez veces mayor si tuvieseis cuidado de vuestras
palabras. Palabras que debieran tener un
sabor de vida para vida pueden recibir, del espíritu que las acompaña, un sabor
de muerte para muerte. Y recordad que si por vuestro espíritu o vuestras
palabras cerráis la puerta, aunque sea a una sola alma, aquella alma os
confrontará en el día del juicio.
15. Ev 55. LA DOCTRINA
DEBE SOPORTAR LA CRÍTICA DE LOS GRANDES HOMBRES.- "Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna". Toda posición en favor de la verdad tomada por nuestros hermanos
tendrá que soportar la crítica de los más grandes intelectos; los más
encumbrados de los grandes hombres del mundo serán puestos en relación con la
verdad, y por lo tanto toda posición que tomemos debiera ser examinada
críticamente y probada con las Escrituras. Ahora parece que pasáramos inadvertidos,
pero no será siempre así. Están obrando movimientos que nos pondrán sobre el
tapete, y si nuestras teorías de la verdad pueden ser desmenuzadas por los
historiadores o los más grandes hombres del mundo, eso será hecho.
Cada uno debe saber individualmente
qué es la verdad, y estar preparado para dar razón de la esperanza que tiene,
con mansedumbre y reverencia, no con orgullo, jactancia o suficiencia propia,
sino con el Espíritu de Cristo. Nos acercamos al tiempo cuando nos
encontraremos solos para responder de nuestras creencias. Los errores
religiosos se están multiplicando y entrelazándose con el poder satánico que
rodea a la gente. Apenas hay una doctrina de la Biblia que no haya sido negada
(Carta 6, 1886).
18. PVGM
191. EN UNA PARÁBOLA NARRÓ EL TRATO DE UN REY CON LOS FUNCIONARIOS QUE
ADMINISTRABAN LOS ASUNTOS DE SU GOBIERNO. Algunos
de ellos recibían grandes sumas de dinero que pertenecían al estado. Cuando
el rey investigó la forma en que habían administrado ese depósito, fue traído
delante de él un hombre cuya cuenta mostraba que debía a su señor la inmensa
suma de diez mil talentos. (Un Talento Equivalía Aprox. 1500
dólares). No tenía nada con qué pagar, y, de acuerdo con la costumbre,
el rey ordenó que fuera vendido con todo lo que tenía para que se pudiera hacer
el pago. Pero el hombre, aterrorizado, cayó a sus pies y le suplicó diciendo:
"Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo".
"EL SEÑOR,
MOVIDO A MISERICORDIA DE AQUEL SIERVO, LO SOLTÓ Y LE PERDONÓ LA DEUDA. "Y
saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien
denarios (Un Denario Equivalía Aprox. 0.20 centavos de dólares); y
trabando de él, le ahogaba, 191 diciendo: Págame lo que debes. Entonces su
conservo, postrándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y
yo te lo pagaré todo. Más él no quiso; sino fue, y le echó en la cárcel
hasta que pagase la deuda. Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se
entristecieron mucho, y viniendo, declararon a su señor todo lo que había
pasado. Entonces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda
aquella deuda te perdoné, porque me rogaste: ¿no te convenía también a ti tener
misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti? Entonces
su señor enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que
debía".
ESTA
PARÁBOLA presenta detalles que son necesarios para completar el cuadro, pero
que no se aplican en su significado espiritual. No se debe desviar la
atención hacia ellos. Se ilustran ciertas grandes verdades, y a ellas
debemos dedicar nuestro pensamiento.
EL PERDÓN CONCEDIDO POR ESTE REY REPRESENTA UN PERDÓN DIVINO DE TODO PECADO. Cristo es representado por el rey, que, movido a compasión, perdonó al siervo deudor.
El hombre estaba bajo la condenación de la ley quebrantada. No podía salvarse a sí mismo, y por esta razón Cristo vino a este mundo, revistió su divinidad con la humanidad, y dio su vida, el justo por el injusto.
Se
dio a sí mismo por nuestros pecados, y ofrece gratuitamente a toda alma el perdón
comprado con su sangre. "En Jehová hay misericordia. Y
abundante redención con él". Salmos 130:7.*
ESTA ES LA BASE
SOBRE LA CUAL DEBEMOS TENER COMPASIÓN PARA CON NUESTROS PRÓJIMOS PECADORES. "Si
Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos a
otros". "De gracia recibisteis -dice Cristo-, dad de
gracia". 1Juan 4:11; Mateo 10:8.* En
la parábola se revocó la sentencia cuando el deudor pidió una prórroga, con la
promesa: "Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo". Toda
la deuda fue cancelada, y pronto se le dio una oportunidad de seguir el ejemplo
del 192 Señor que le había perdonado. Al salir, se encontró con un
consiervo que le debía una pequeña suma. Se le habían perdonado diez mil
talentos, y el deudor le debía cien denarios. Pero el que había sido
tratado tan misericordiosamente, trató a su conservo en una forma completamente
distinta. Su deudor le hizo una súplica similar a la que él mismo había
hecho al rey, pero sin un resultado semejante. El que tan recientemente
había sido perdonado no fue compasivo ni misericordioso. Al tratar a su
consiervo no ejerció la misericordia que le había sido mostrada. No hizo
caso del pedido de que fuese paciente. El siervo ingrato no recordó sino
la pequeña suma que se le debía. Demandó todo lo que pensaba que se le
debía, y aplicó una sentencia similar a aquella que había sido revocada tan
generosamente en su caso.
¡CUÁNTOS HOY DÍA
MANIFIESTAN EL MISMO ESPÍRITU! Cuando
el deudor suplicó misericordia a su señor, no comprendía verdaderamente la
enormidad de su deuda. No se daba cuenta de su impotencia. Esperaba
librarse. "Ten paciencia conmigo -dijo-, y yo te lo pagaré
todo". Así también hay muchos que esperan merecer por sus propias
obras el favor de Dios. No comprenden su impotencia. No aceptan la
gracia de Dios como un don gratuito, sino que tratan de levantarse a sí mismos
con su justicia propia. Su propio corazón no está quebrantado y humillado
a causa del pecado, y son exigentes y no perdonan a otros. Sus propios pecados
contra Dios, comparados con los pecados de sus hermanos contra ellos, son como
diez mil talentos comparados con cien denarios, casi a razón de un millón por
uno; sin embargo, se atreven a no perdonar.
EN LA PARÁBOLA,
EL SEÑOR HIZO COMPARECER ANTE SÍ AL DESPIADADO DEUDOR Y LE DIJO: "Siervo
malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste: ¿No te convenía
también a ti tener misericordia de tu consiervo como también yo tuve
misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, 193 le entregó a los verdugos,
hasta que pagase todo lo que debía". "Así también -dijo
Jesús- hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonarais de vuestros
corazones cada uno a su hermano sus ofensas". El que rehúsa
perdonar está desechando por este hecho su propia esperanza de perdón.
PERO NO SE DEBEN APLICAR MAL LAS ENSEÑANZAS DE ESTA PARÁBOLA.
El perdón de Dios hacia nosotros no disminuye en lo más mínimo nuestro deber de
obedecerle. Así también el espíritu de perdón hacia nuestros prójimos no
disminuye la demanda de las obligaciones justas.
Ministerio Hno. Pio
No hay comentarios:
Publicar un comentario