Jeremías 32.
Es el año 588/587AC. A poco tiempo de ser tomada y destruida Jerusalén por medio
del fuego, que vendría por parte de los caldeos, en el 586.
Viendo todo
éste peligro a pasos de Jerusalén. El rey Sedequias sigue necio y obstinado. Pero
Dios muestra su buena voluntad al pueblo, que volverían otra vez a morar en
esta ciudad.
Jeremías
por predicar un sermón antinacionalista es encarcelado. En medio toda esta
experiencia que pasa el profeta. Dios propicia la compra del terreno de un familiar
a Jeremías. Demostrando con esta acción; que Jerusalén será habitada otra vez…
Vers.
(1-5) Jeremías, encarcelado por Sedequías debido a su profecía, (6-12) compra
la heredad de Hanameel. (13-15) Baruc debe guardar las pruebas como señal del
regreso del pueblo. (16-25) Jeremías ora a Dios, y se queja. (26-35) Dios
confirma el cautiverio por causa de los pecados del pueblo, (36-44) pero
promete un retorno gozoso.
1
PALABRA de Jehová que vino a Jeremías, el año décimo de Sedequías rey de Judá,
que fue el año decimoctavo de Nabucodonosor. 2
Entonces el ejército del rey de Babilonia tenía
sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la
cárcel que estaba en la casa del rey de Judá. 3
Porque Sedequías rey de Judá lo había puesto preso, diciendo: ¿Por qué
profetizas tú diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí yo entrego esta ciudad en
mano del rey de Babilonia, y la tomará; 4 y
Sedequías rey de Judá no escapará de la mano de los caldeos, sino que de cierto
será entregado en mano del rey de Babilonia, y hablará con él boca a boca, y
sus ojos verán sus ojos, 5 y
hará llevar a Sedequías a Babilonia, y allá estará hasta que yo le visite; y si peleareis contra los caldeos, no os
irá bien, dice Jehová?
6
Dijo Jeremías: Palabra de Jehová vino a mí, diciendo: 7 He
aquí que Hanameel hijo de Salum tu tío viene a ti, diciendo: Cómprame mi
heredad que está en Anatot; porque tú tienes derecho a ella para comprarla. 8 Y
vino a mí Hanameel hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de
la cárcel, y me dijo: Compra ahora mi heredad, que está en Anatot en tierra de
Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti corresponde el
rescate; cómprala para ti. Entonces conocí que era palabra de Jehová. 9 Y
compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le
pesé el dinero; diecisiete ciclos de plata. 10 Y
escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el
dinero en balanza. 11
Tomé luego la carta de venta, sellada según el derecho y costumbre, y la copia
abierta. 12 Y
di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel
el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de
venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.
13 Y
di orden a Baruc delante de ellos, diciendo: 14
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta
carta de venta sellada, y esta carta abierta, y ponlas en una vasija de barro,
para que se conserven muchos días. 15
Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades y viñas
en esta tierra.
16 Y después que di la carta de venta a
Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová,
diciendo: 17
¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran
poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti; 18
que haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus
hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su
nombre; 19
grande en consejo, y magnífico en hechos; porque tus ojos
están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para
dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras. 20 Tú
hiciste señales y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y
entre los hombres; y te has hecho nombre, como se ve en el día de hoy.
21 Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra
de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con
terror grande; 22 y
les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías, la
tierra que fluye leche y miel; 23 y entraron, y la disfrutaron; Pero No Oyeron Tu Voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que
les mandaste hacer; por tanto, has hecho
venir sobre ellos todo este mal. 24 He aquí que con arietes han acometido
la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos
que pelean contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la pestilencia;
ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo. 25
¡Oh Señor Jehová! ¿y tú me has dicho: Cómprate la heredad por dinero, y pon
testigos; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos?
26 Y
vino palabra de Jehová a jeremías, diciendo: 27 He
aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿Habrá Algo Que Sea Difícil Para Mí? 28
Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí voy a entregar
esta ciudad en mano de los caldeos, y en mano de Nabucodonosor rey de
Babilonia, y la tomará. 29 Y
vendrán los caldeos que atacan esta ciudad, y la pondrán a fuego y la quemarán, asimismo las casas sobre cuyas
azoteas ofrecieron incienso a Baal
y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira. 30
Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis
ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho
más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová.
31 De
tal manera que para enojo mío y
para ira mía me ha sido esta ciudad desde el día que la edificaron
hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia, 32
por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que han hecho
para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas,
y los varones de Judá y los moradores de Jerusalén. 33 Y
me volvieron la cerviz, y no el rostro;
y cuando los enseñaba desde temprano y sin cesar, no escucharon para recibir
corrección. 34
Antes pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre,
contaminándola. 35 Y
edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de
Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; Lo Cual No
Les Mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta
abominación, para hacer pecar a Judá.
36 Y
con todo, ahora así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís
vosotros: Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a
pestilencia: 37 He
aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi
furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente; 38 y
me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. 39 Y
les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que
tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.
40 Y
haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de
hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten
de mí. 41 Y
me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en
verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma. 42
Porque así ha dicho Jehová: Como traje sobre este pueblo todo este gran mal,
así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo. 43 Y
poseerán heredad en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desierta, sin
hombres y sin animales, es entregada en manos de los caldeos. 44
Heredades comprarán por dinero, y harán escritura y la sellarán y pondrán
testigos, en tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén, y en las
ciudades de Judá; y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de la
Sefela, y en las ciudades del Neguev; porque
yo haré regresar sus cautivos, dice Jehová. (Jeremías 32).
1. El Año Décimo. O sea 588/87 a. C., en pleno sitio final de
Jerusalén (ver com. cap. 52: 4). Este sincronismo entre al año 10.º de
Sedequías y el 18.º de Nabucodonosor es uno de los más útiles para los fines de
la cronología bíblica del AT (ver t. II, p. 164).
2. Tenía Sitiada A Jerusalén. La política traidora e intrigante de Sedequías
obligó a Nabucodonosor a sitiar a Jerusalén. En esta ocasión el rey de Judá,
lleno de ira por las persistentes predicciones de derrota hechas por Jeremías
(vers. 3-5; cap. 34: 2-3; 38: 20-23), hizo encarcelar al profeta en "el
patio de la cárcel" (cf. Neh. 3:
25). Nabucodonosor inició el sitio de Jerusalén en el año 9.º de Sedequías (ver
com. Jer. 39: 1); pero se vio obligado a suspender por un tiempo el sitio
debido a que se aproximaba un ejército egipcio (cap. 37: 5, 11). Desde que se inició el sitio (cap. 39: 1)
hasta que los babilonios lo levantaron transitoriamente, Jeremías había estado
en libertad en la ciudad (cap. 37: 4).
Después de que el profeta intentó regresar a Anatot y sus enemigos
falsearon sus propósitos (cap. 37: 11- 14), Jeremías fue encarcelado en
"la casa del escriba Jonatán" (cap. 37: 15). El rey hizo trasladar a Jeremías desde allí,
por pedido de éste, al "patio de la cárcel que estaba en la casa del rey
de Judá" quizá con el propósito de que el profeta estuviera disponible
para consultarlo en cuanto a los probables resultados del sitio (cap. 37:
20-21).
3. ¿Por Qué Profetizas? Debe notarse que la profecía que se cita en los
vers. 3-5 fue pronunciada por Jeremías en una ocasión anterior. Aquí aparece
como la razón por la cual Sedequías lo había mandado a encarcelar. En el cap.
34: 2-3 se registra la presentación de este mensaje a Sedequías.
4. Verán Sus Ojos. Una declaración muy significativa si se tiene en
cuenta la profecía de Ezequiel (ver com. Eze. 12:13).
Nabucodonosor le
"sacó los ojos al rey Sedequías" (Jer. 39:7); por esta razón, una de
las últimas cosas que vio el rey de Judá fue el rostro del conquistador
babilonio, el cual infundía terror por causa de su ira (Jer. 52:10-11; cf. 2
Rey. 25:6-7).
5. Allá Estará. Sedequías, ciego y desdichado, vivió sus últimos
años en una cárcel de Babilonia (cap. 52: 11).
No se lo menciona junto con Joaquín, cuando éste fue liberado de la
cárcel por Evil-merodac, lo cual podría indicar que Sedequías ya había muerto
(cap. 52:31). Yo Le Visite. Ver com. Sal.
8: 4; 59: 5.
7. Hanameel. La Biblia sólo dice que Hanameel era primo hermano
del profeta (vers. 8-9). Las propiedades se podían vender sólo hasta el
"año de jubileo", y el pariente más próximo tenía la primera
oportunidad de ejercer el "derecho a ella para comprarla" (Jer. 32:
7; ver com. Lev. 25: 13, 23-27; Rut 3: 12; 4: 1-6).
Cómprame Mi Heredad. Con esta compra suya de una propiedad en Anatot, el
profeta demostró claramente que creía en el mensaje divino que prometía que,
aunque los israelitas serían llevados cautivos, volverían a su propia tierra y
a sus labranzas (vers. 44). Este hecho tuvo su paralelo en la historia de Roma,
cuando los patriotas de esa ciudad compraron tierras al precio máximo de venta,
en el momento mismo en que Aníbal, el conquistador cartaginés, marchaba hacia
la capital, a orillas del Tíber (ver Tito Livio xxvi. 11).
8. Cómprala Para Ti. Es probable que la heredad de Hanameel ya estuviera
bajo el control de los ejércitos que estaban sitiando a Jerusalén (ver com.
vers. 2). Esto bastaba para inducir a Hanameel a que vendiera su campo. Además,
es posible que Hanameel creyera que como Jeremías instaba a todos a someterse a
Nabucodonosor, había buenas perspectivas de que los caldeos protegieran al
profeta y sus intereses.
9. Diecisiete Ciclos De Plata. Esta suma, en su equivalente babilónico, habría
servido para comprar un buey o unas nueve ovejas o cabras (ver t. 1, p. 178).
10. La Carta. Es decir, la escritura legal. El documento fue
sellado para evitar cualquier alteración fraudulenta. Todo se hizo en la forma
legal más estricta, para que tuviera más fuerza la parábola presentada en forma
objetiva.
Pesé El Dinero. Como en la antigüedad no se empleaban las monedas
acuñadas sino metal en barras o pedazos, había que pesarlo (Gén. 23: 16; Zac.
11: 12).
11. Carta. . . Sellada Y... Copia Abierta. Parece
que "la carta de venta, sellada", era el documento original, prueba
de la transferencia, en tanto que la "copia abierta" era el
duplicado. También es muy posible que el documento sellado hubiera contenido
detalles que no interesaban a los "testigos" (vers. 10-11).
12. Baruc. Ver en la p. 379 la historia de este importante
escriba. Delante De Todos Los Judíos. Esto prueba que Jeremías no había sido encerrado en
un calabozo, sino que estaba en el patio de la cárcel (vers. 2). Esta
experiencia real fue presentada como una lección objetiva ante muchos testigos,
y pronto sería conocida en toda la ciudad. Mediante esta aparente, locura suya
el profeta destacó la absoluta certeza de su predicción: que el pueblo, aunque
fuera llevado cautivo por los babilonios, volvería a su tierra (vers. 15).
14. Vasija De Barro. Era muy común que los antiguos escondieran sus
tesoros más preciados en tales vasijas (cf. 2 Cor. 4: 7), porque esos
recipientes, una vez enterrados, protegían mejor contra la humedad y la destrucción
que los de madera. Los famosos Manuscritos del Mar Muerto fueron conservados en
tales vasijas (ver t. 1, PP. 35-38).
Se Conserven Muchos Días. Una advertencia para los cautivos: no debían esperar
un pronto regreso a su patria.
15. Aún Se Comprarán. El profeta mismo no podía esperar que sacaría algún
provecho personal de su compra. Ya no era joven, y él mismo había predicho que
el cautiverio duraría 70 años. Sin embargo, Jeremías demostró ante el pueblo
-mediante la lección objetiva ya expuesta-, la gloriosa esperanza del retorno
del destierro.
16. Oré. Jeremías ahora inicia una de las más fervientes
intercesiones en favor del pueblo de Dios que encontramos registrada en la
Biblia (cf. Esd. 9:5-15; Isa. 37:16-20; Dan. 9:3-19).
17. Nada Que Sea Difícil Para Ti. El profeta basa en la omnipotencia de Dios su
petición humilde pero ferviente (cf. Gén. 18: 14; Jer. 32: 27).
18. Misericordia. Heb. jésed, "amor divino" (ver Nota
Adicional de Sal. 36). Este versículo presenta los dos fundamentos del gobierno
divino: el amor y la gracia de Dios, y su justicia (Exo. 20: 6; 34: 6-7; Sal.
85: 10; 89: 14). Jehová de los ejércitos. Ver com. cap. 7:3.
19. Grande En Consejo. Tanto en este título como en el anterior, "Dios
grande, poderoso", se emplean palabras similares a las que usó Isaías en
una de sus grandes profecías mesiánicas (Isa. 9: 6). Según Sus Caminos. Ver Jer. 17: 10; Mat. 16:27; 2 Cor. 5:10.
20. Hasta Este Día. Puede interpretarse que las "señales" y
los "portentos" manifestados por Dios en Egipto cuando liberó a su
pueblo, perduraban frescos en el recuerdo de la gente del tiempo de Jeremías, o
que las "señales" y los "portentos" que comenzaron a
manifestarse en Egipto aún continuaban entonces.
24. Arietes. El término hebreo se refiere a las torres de asedio
y a los terraplenes levantados para asaltar la ciudad (ver com. cap. 6: 6). Tal
como Jeremías lo había predicho, los babilonios ya estaban sitiando a
Jerusalén. Los habitantes de la ciudad condenada podían divisar las torres de
asalto. Era imposible que los israelitas escaparan de los sufrimientos de
"la espada, del hambre y de la pestilencia".
25. ¿Tú Me Has Dicho ...? Frente al asalto babilonio contra Judá y Jerusalén,
era fácil entender que el profeta no pudiera comprender el mandato divino de
comprar "la heredad por dinero" delante de testigos.
27. Algo Que Sea Difícil Para Mí. Dios deseaba fortalecer la fe de Jeremías y
confirmar su confianza para que obedeciera el mandato de comprar el campo
(vers. 17).
29. Sobre Cuyas Azoteas. Ver com. cap 19:13. Los mismos lugares donde los
habitantes de Jerusalén "ofrecieron incienso a Baal y derramaron
libaciones a dioses ajenos", presenciarían el castigo de Dios y la
retribución. En lugar de ascender el humo del "incienso" de su culto idólatra,
subiría el humo de las ruinas que arderían como testigos de la iniquidad del
pueblo.
31. La Edificaron. Jerusalén había sido una ciudad jebusea antes de que
David la conquistara (2 Sam. 5: 6-10). Posteriormente fue reconstruida y
agrandada. Sin embargo, la idolatría de los reyes de Judá hizo de ella un
motivo de provocación continua.
32. Sus Sacerdotes Y Sus Profetas. De nuevo se acusa a todos los dirigentes espirituales
(ver com. cap. 2: 8), juntamente con los dirigentes civiles y el pueblo.
33. Me Volvieron La Cerviz. Un ademán de desprecio y aversión (cap. 2:27; 7:24; 18:17). Desde Temprano. Ver com. cap. 7: 13.
34. Abominaciones. Las abominaciones de la adoración de ídolos
mencionadas en este versículo y el siguiente, habían sido cometidas por Acaz (2
Crón. 28: 1-4) y repetidas por Manasés (2 Rey. 21: 1-9; 2 Crón. 33: 1-9),
después de que Ezequías limpió el templo de esas prácticas inicuas (2 Crón.
29). Más tarde, Josías procuró eliminar la idolatría (2 Rey. 22; 23; 2 Crón.
34: 25), pero es evidente que la idolatría continuaba aun después de su muerte.
En La Cual Es Invocado Mi Nombre. Cf. Jer. 7:10-11, 14, 30; ver com. Deut. 28:10.
35. Lugares Altos. Los montes o elevaciones donde se practicaba la
idolatría (2 Rey. 17:9-11; 2 Crón. 31: 1). Hinom. Ver com. cap. 7:29, 31; 19:2.
37. Yo Los Reuniré. Ver com. cap. 29: 10-11. Respecto a la naturaleza
condicional de estas promesas ver p. 34.
38. Me Serán Por Pueblo. En los vers. 38-40 Dios repite su promesa de un
nuevo "pacto" (cap. 31: 31-34).
41. Los Plantaré. Imagen que sugiere seguridad y permanencia.
42. Este Gran Mal. Ver com. cap. 11: 11.
43. Poseerán Heredad. A los desesperados israelitas que temían que los
babilonios los privaran de sus tierras para siempre, les fue dada la seguridad
de que sus descendientes poseerían o adquirirían de nuevo los campos de Judá.
La transacción que hizo Jeremías de comprar el campo en Anatot, fue una
confirmación profética de esa seguridad (ver com. vers. 15).
Sin hombres y sin animales. Mientras los sitiados habitantes de Jerusalén veían
la desolación causada por los caldeos contra su amada tierra de Judá, daban
rienda suelta a sus sentimientos con estas patéticas palabras.
Ya se había
cumplido delante de sus ojos la predicción de Jeremías referente a la desolación
de la tierra (cap. 4:25; ver com. cap. 4:20, 23).
44. Neguev. Los distritos geográficos aquí mencionados componían
el territorio de Judá (cf. Jos. 15). En este pasaje no parece hacerse
referencia al territorio que anteriormente perteneció al reino del norte,
Israel.
Sus Cautivos. Para que nadie dejara de comprender esa lección
objetiva, el Señor proclama con seguridad que regresarán del cautiverio. La
promesa del retorno quedaba confirmada por el mismo hecho de que el Señor había
predicho el cautiverio, el cual había llegado ya. (4CBA) Ministerio Hno. Pio