Evangelio Según San Juan
INTRODUCCIÓN
1. TÍTULO. Casi sin excepción, desde los primeros siglos se ha conocido el cuarto
Evangelio con el nombre de Evangelio según Juan. El nombre Juan significa:
"el Señor es benigno". Con referencia a la etimología del nombre, ver
com. Luc. 1:13. En cuanto al significado de la palabra traducida
"evangelio" ver com. Mar. 1:1.
2. AUTOR. Este Evangelio es anónimo en el sentido de que, por razones conocidas sólo
por el autor, éste evita deliberadamente toda mención de su persona por nombre.
No se identifica como uno de los dos discípulos que primero siguieron a Jesús
(cap. 1:37; cf. DTG 111), y con obvia modestia se refiere a sí mismo con las
expresiones: "aquel discípulo" (cap. 21:23), "el discípulo a
quien amaba Jesús" (vers. 20), "el discípulo que da testimonio de
estas cosas, y escribió estas cosas" (vers. 24).
Desde Muy Antiguo, la tradición cristiana ha señalado a Juan el amado, no sólo como la fuente de información, sino también como el escritor del Evangelio que lleva su nombre. En las pp. 182-183 se trata de la fecha en que se escribió el cuarto Evangelio, y la relación de la fecha con el problema de quién fue el autor. (90-110 DC. Aprox.).
Juan Se Distinguió por sobre los otros doce como "el discípulo a quien amaba Jesús"
(cap. 21:20). La llama de la lealtad personal y de la ardiente dedicación a su
Maestro parecía arder más pura y más brillante en su corazón que en el de sus
compañeros. Entre Juan y Jesús se desarrolló una amistad más íntima que la que
cultivaron los otros (DTG 259). Así como Cristo, por ser el único que conocía
perfectamente al Padre, era el único que podía revelarlo perfectamente, así
también Juan estaba en magníficas condiciones para presentar, en su Evangelio, las
sublimes verdades acerca de Cristo.
Cuando Juan Y Su Hermano Jacobo Llegaron Por Primera Vez A Cristo, recibieron el apodo de "hijos del trueno". Eran orgullosos, seguros de sí mismos, ambiciosos de honores, iracundos; se ofendían fácilmente; a menudo albergaban el deseo de vengarse y lo llevaban a cabo cuando tenían la oportunidad (HAp 430-431).
Eran
graves defectos, y es indudable que Juan no fue escogido como discípulo por
tener un carácter agradable o noble. Pero, por debajo de esta apariencia desalentadora
Jesús discernió un corazón ardiente, sincero y amante. Fue al comienzo un
alumno lerdo, pero en quien el Maestro vio un apóstol dinámico. Cuando Juan
tomó sobre sí el yugo de Cristo, se transformaron su carácter y toda su vida.
Al Contemplar A Jesús, Aquel que es "codiciable" en todo sentido, Juan sintió el
supremo anhelo de asemejarse a su Maestro. Era menor que los otros discípulos
(DTG 259) y, con la confianza y la admiración que la juventud siente por un
héroe, le abrió el corazón a Jesús. Siempre estaba al lado de su Maestro y,
como resultado de entregarse más de lleno a la influencia de esa vida perfecta,
llegó a reflejarla más plenamente que sus compañeros. Su espíritu era más
receptivo, más sumiso. Cuando la pura luz del Sol de justicia le reveló uno
tras otro sus defectos, se humilló y aceptó el reproche implícito en la vida
perfecta de Cristo y explícito en sus palabras de consejo y reprobación. A
medida que entregaba su vida a la influencia del Salvador, el amor y la gracia
divinos lo fueron transformando.
El Hogar De La Infancia De Juan
Estaba En Betsaida, una aldea de pescadores en la orilla norte del
mar de Galilea. Su padre parece haber sido un hombre de bastantes recursos y de
cierta posición social, y su madre se unió al grupo de mujeres piadosas que
suplían las necesidades de Jesús y de los doce en sus viajes por Galilea y por
otras partes de Palestina.
Juan Fue Miembro De Ese Círculo
Íntimo De Tres Hombres a quienes Jesús tuvo como
compañeros especiales, y que compartieron con él las vivencias más profundas de
la misión de su vida. Ya en la cruz, Jesús le encomendó a Juan el cuidado de su
madre.
La Tradición Cuenta que muchos años más tarde ella fue a vivir con el apóstol a Efeso, donde
él dirigía las comunidades cristianas de la región.
Juan Fue El Primero De Los
Discípulos en llegar a la tumba en la mañana de la
resurrección, y el primero en comprender la gloriosa verdad de que el Señor
había resucitado (cap. 20:8). Desde ese momento se dedicó por entero a
proclamar al Salvador crucificado, resucitado y próximo a volver, dando
testimonio de lo que había oído, visto y experimentado del "Verbo de
vida" (1 Juan 1:1-2).
3. MARCO HISTÓRICO. Ver en la p. 266 un breve resumen del marco histórico de la vida y la misión de Jesús. En las pp. 42, 68 se estudia más ampliamente el tema. o
https://elaguila3008.blogspot.com/2021/04/una-base-para-la-cronologia-del-nuevo.html
4. TEMA. Cuando el Evangelio de Juan fue escrito hacia fines del siglo I, tres grandes peligros amenazaban la vida y la pureza de la iglesia cristiana. El más serio era la decadencia de la piedad; otro era la herejía, sobre todo el gnosticismo, que negaba la realidad de la encarnación y fomentaba el libertinaje; el tercero era la persecución.
Habían transcurrido unos 30 años
desde que se escribieron los Evangelios sinópticos (ver pp.
170-173), y el anciano Juan, único sobreviviente de los doce (HAp 432), sintió
el deseo de presentar de nuevo la vida de Cristo, a fin de contrarrestar las
fuerzas malignas que amenazaban destruir la iglesia. Se necesitaba un cuadro
vívido del Salvador a fin de fortalecer la fe en la realidad de las grandes
verdades del Evangelio, tales como la encarnación de Jesús, su verdadera
divinidad y verdadera humanidad, su vida perfecta, su muerte expiatoria, su
gloriosa resurrección y su prometido retorno. "Y todo aquel que tiene esta
esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él [Cristo] es puro" (1
Juan 3:3).
Solamente cuando la vida y la misión del Salvador se conservan como una
realidad viviente en la mente y en el corazón, puede ser efectivo en la vida el
poder transformador de su gracia.
Por eso Juan declara que su relato fue "escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (20:31).
Admite francamente que podría haber referido mucho
más (vers. 30), pero que sólo ha relatado aquellos hechos que considera más
convenientes para atestiguar de las grandes verdades fundamentales del
Evangelio. Lo movió la certeza de que lo que lo había convencido a él,
convencería también a otros (cf. 1 Juan 1:1-3).
Como se mencionara en la p. 173, hubo un tiempo cuando pesó sobre el Evangelio de Juan la acusación de que tendía hacia el gnosticismo.
El pensamiento gnóstico cristiano giraba en torno del concepto de que, en esencia, el bien y el mal deben identificarse con el espíritu y la materia, respectivamente.
Se enseñaba que aquellos en cuyas almas reside una
chispa de la luz celestial son prisioneros en este mundo de materia. Se
afirmaba que la salvación consiste en obtener el conocimiento necesario para
escapar del reino de la materia al reino del espíritu.
El gnosticismo negaba la verdadera encarnación de Cristo y sostenía que la
forma humana que los hombres creían ver era una apariencia. El Cristo divino -según el gnosticismo-, había entrado en el Jesús humano
en su bautismo, y se había retirado antes de su muerte en la cruz.
Indudablemente, Juan procuraba contrarrestar, al menos en parte, estos
falsos conceptos acerca del pecado y de la salvación mediante su relato de la
vida de Jesús.
Unos 30 años antes, Pablo había
escrito a la iglesia de Colosas acerca de los peligros ocultos en lo que era
entonces la nueva e intrigante secta del gnosticismo (Col. 2:8;
Hech. 20:29-30). Ahora Juan se enfrentaba con una filosofía vigorosa y cada vez
más popular, que amenazaba la misma vida de la iglesia.
Con buen criterio, emanado de la inspiración, Juan se abstiene de atacar
directamente el gnosticismo, y se limita a la declaración positiva de la
verdad. Es digno de notar que - evidentemente, en forma intencional- evita el
uso de ciertos sustantivos griegos tales como gnÇsis, pístis, y sofía,
"conocimiento", "fe", y "sabiduría", palabras
claves del vocabulario gnóstico.
Comienza el Evangelio afirmando
con lenguaje inconfundible la verdadera deidad de Cristo y la realidad de su
encarnación. Aparentemente, la selección que hizo de los
sucesos relatados se debió al deseo de presentar aquellos aspectos de la vida y
del ministerio de Cristo que revelan en forma muy clara estas verdades
fundamentales.
Exceptuando unos pocos casos notables -las bodas de Caná, la visita a
Sicar, la curación del hijo del "oficial", la alimentación de los
5.000 y el sermón acerca del pan de vida- Juan trata exclusivamente, y a menudo
extensamente, aquellos sucesos ocurridos en Judea que implicaban a los
dirigentes de la nación judía. En este sentido, su Evangelio es un complemento
de los sinópticos, que se ocupan ampliamente del ministerio en Galilea y pasan
por alto en relativo silencio la mayoría de los hechos ocurridos en Judea.
Existen otras diferencias entre
Juan y los sinópticos. Hay extensas secciones de su
Evangelio dedicadas a largas polémicas en el templo de Jerusalén. Además, se
dedican varios capítulos a las instrucciones impartidas a los discípulos en la
víspera de la crucifixión. Por otra parte, Juan no dice nada en cuanto a
acontecimientos de tal magnitud como el bautismo, la transfiguración o la
experiencia del Getsemaní. Tampoco relata ningún caso de curación de un
demoníaco. Los milagros que él registra son presentados específicamente como
pruebas del poder divino, y contribuyen al propósito ya anunciado de demostrar
que Jesús es el Hijo de Dios. No relata ninguna de las parábolas de los
sinópticos.
Su meta no es tanto escribir
biografía o historia como escribir teología, aunque también emplea mucho
material histórico y biográfico. Mientras los escritores
sinópticos presentan el mesianismo de Jesús en forma inductiva, Juan lo afirma
osadamente en el primer capítulo, y luego presenta la prueba. Otras importantes
diferencias radican en la diferente cronología de la vida de Cristo. Si no
existiese otro registro sino el de los sinópticos, probablemente llegaríamos a
la conclusión de que el ministerio de Cristo se extendió durante un período no
mucho mayor que el de un año, mientras que el relato de Juan exige reconocer al
menos 2 1/2 años, y da a entender un período de 3 1/2 años. También hay una
diferencia entre Juan y los sinópticos en cuanto a su correlación de la última
pascua con la crucifixión (ver la primera Nota Adicional de Mat. 26).
La palabra clave de este
Evangelio es "Verbo", Gr. lógos (cap. 1:1),
usada en su sentido literal solamente en el capítulo introductorio. Lógos, como
palabra específica, parece haberse originado con los estoicos, que la empleaban
para designar la sabiduría divina como la fuerza integrante del universo.
El filósofo judío Filón usa la
palabra lógos 1.300 veces en su exposición del AT.
Se ha afirmado muchas veces que Juan usa la palabra lógos en este sentido
filosófico; pero el Lógos de Juan es estrictamente cristiano. Presenta a Jesús
como la expresión encarnada de la sabiduría divina que hizo posible la
salvación, la encarnación de la voluntad divina y del carácter divino, del
poder divino activo en la transformación de la vida de los hombres. Juan se
refiere vez tras vez al hecho de que Jesús vino a la tierra como la expresión
viviente de la mente, la voluntad y el carácter del Padre. Esto se ve en las 26
veces donde cita a Jesús cuando habla del Padre como de "el que me envió"
o alguna frase equivalente, como también en su uso de verbos sinónimos para
referirse a que la misión de Cristo provenía del Padre. Presenta al Salvador de
la humanidad como el Creador de todas las cosas, la Fuente de luz y vida.
También hace resaltar la importancia de creer la verdad acerca de Jesús. Para
esto usa la palabra "creer" o su equivalente más de 100 veces. Si
bien es cierto que el Evangelio según Juan es nuevo y definidamente cristiano
en sus conceptos, se estima que 427 de sus 879 versículos reflejan el AT, ya
sea por cita directa o por alusión.
5. BOSQUEJO.
Puesto que en las pp. 186-191 hay un bosquejo cronológico completo del
Evangelio de Juan, este que aquí se presenta sólo abarca las etapas principales
de la vida y del ministerio de Jesús.
I. Prólogo: El Verbo de Dios
encarnado, 1:1-18.
II. Comienzos del ministerio,
bautismo hasta la pascua, 27-28 d. C., 1: 19 a 2:12.
III. Ministerio en Judea, de
pascua a pascua, 28-29 d. C., 2:13 a 5:47.
A. En la primera pascua, 2: 13 a 3: 21.
B. Ministerio en Judea, 3: 22-36.
C. Retiro temporario de Judea, 4: 1-54.
D. En la segunda pascua, 5: 1-47.
IV. Ministerio en Galilea, de
pascua a pascua, 29-30 d. C., 6: 1 a 7: 1.
V. Ministerio, de pascua a
pascua, 30-31 d. C., 7: 2 a 11: 57.
A. En la fiesta de los tabernáculos, 30 d. C., 7: 2 a 10: 21.
B. En la fiesta de la dedicación, invierno (dic-feb), 30-31 d.
C. 10:22-42.
C. La resurrección de Lázaro, 11: 1-57.
VI. Ministerio final en
Jerusalén, pascua, 31 d. C., 12: 1 a 19: 42.
A. Acontecimientos previos a la semana de la pasión, 12: 1-11.
B. Los dirigentes judíos rechazan a Jesús, 12: 12-50.
C. La última cena, 13: 1-30.
D. Enseñanzas antes de partir, 13: 31 a 16: 33.
E. Oración de intercesión de Jesús, 17: 1-26.
F. Getsemaní, 18: 1-12.
G. El enjuiciamiento, 18: 13 a 19: 16.
H. La crucifixión y la inhumación, 19: 17-42.
VII. La resurrección; apariciones
posteriores; 20: 1-29; 21: 1-23.
VIII. Epílogo, 20: 30-31; 21:
24-25. (5CBA) MHP
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