sábado, julio 31, 2021

REFLEXIÓN 787. MINISTERIO EN JERUSALÉN: La Comunidad Cristiana Primitiva: Fraude, Muerte; Arresto, Liberación (HECHOS 5).

Hechos 5. La Comunidad Cristiana Y Sus Desafíos: Vers. (1-11) Ananías y Safira mueren por haber mentido al Espíritu Santo. (12-13) Los apóstoles hacen muchas señales y prodigiosos, (14-16) y aumenta en gran cantidad el número de los convertidos. (17-18) Los apóstoles son de nuevo encarcelados, (19-20) pero son liberados por un ángel, quien les ordena que prediquen públicamente a todos. (21-28) Los apóstoles predican en el templo (29-32) y delante del concilio. (33-39) Los sacerdotes, enfurecidos, intentan matarlos, pero son librados por el consejo de Gamaliel, un respetable maestro de los judíos. (40-42) Los apóstoles son azotados, pero glorifican a Dios y no cesan ni un solo día de predicar y enseñar. 

1 Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, 2 y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.

3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

5 Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. 7 Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. 8 Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendiste en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. 9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.

11 Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas. 12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.

13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. 14 Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. 16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.

17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; 18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.

19 Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: 20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.

21 Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. 22 Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, 23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. 24 Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.

25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. 26 Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. 27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.

29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31 A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.

33 Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos.

34 Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, 35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. 36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. 37 Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.

38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; 39 más si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.

40 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimidaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. 41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.

42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. (Hechos 5).

1. Pero. Hay un agudo contraste entre la bondadosa generosidad de Bernabé (cap. 4:36-37) y la avaricia de Ananías y Safira (cap. 5:1-11).

Cierto hombre. Sólo un narrador veraz relataría la historia de Ananías y de Safira a esta altura del relato. Así como hubo un Judas entre los doce discípulos, así también en la naciente iglesia, pura y activa, hubo dos que prefirieron la mezquindad a la generosidad, y la hipocresía a la honestidad.  Pero a pesar de todo se presenta el relato tranquila e imparcialmente, y el lector aprende y se conmueve por la narración de los hechos tales como sucedieron.

Ananías. Significa "Jehová es benigno". Era un nombre común. También se llamaba así el que ayudó a Saulo de Tarso cuando éste se convirtió (cap. 9:10-17), y un sumo sacerdote (cap. 23:2; 24:1). Es el mismo nombre que aparece en Jer. 28:1 ("Hananías") y Dan. 1:6-7.

Safíra. Es probable que este nombre derive del arameo shappira', "hermosa", aunque algunos sugieren que sería del griego sápfeiros, "zafiro" o "lapislázuli".

Heredad. Ver com. cap. 2:45. Sin duda se trataba de un terreno (cap. 5:3).

2. Sustrajo. Gr. nosfizomai, "guardar para uno mismo".  En Tito 2:10 se traduce "defraudando". En la LXX se emplea en Jos. 7:1 el mismo verbo para describir el pecado de Acán ("cometieron una prevaricación", RVR).

El hecho de que Ananías retuviera parte del precio de la propiedad no era en sí mismo un pecado, pues en realidad no estaba obligado a dar nada. Había dicho que daría, pero no le era imperioso dar una cantidad específica. El dinero le pertenecía, y podía darlo todo o sólo una parte; pero presentó la parte como si fuera el todo. Este fue el engaño. Su acción fue una mentira.

La forma sincera como Lucas narra la abnegación de Bernabé probablemente refleje la aprobación de la iglesia.

Ananías posiblemente también pensó que podía conseguir esa misma aprobación, pero haciendo un menor sacrificio. El deseo de agradar a otros no fue suficientemente fuerte para alcanzar una victoria total sobre la avaricia; pero la codicia sí fue más que suficiente para triunfar sobre la honradez.

El impulso a vender provenía del Espíritu de Dios; por lo tanto era malo el impulso de retener parte del precio. Este acto fue un intento de servir al mismo tiempo a Dios y a Mamón. Este pecado fue en cierto sentido similar al de Giezi (ver com. 2 Rey. 5:20-27); pero teniendo en cuenta los milagros de Pentecostés y el extraordinario progreso de la iglesia bajo la conducción del Espíritu, fue más repulsivo y recibió un castigo más severo.

Su mujer. Evidentemente Safira se prestó para ser cómplice del plan. Su falta fue premeditada.

3. Pedro. Aquí el portavoz de la iglesia.

¿Por qué . . . ? Si Ananías lo hubiera deseado, podría haber resistido la tentación. Si así lo hubiera hecho, el tentador se habría apartado de él (Sant. 4:7).

Llenó Satanás tu corazón. Pedro señaló el origen del mal. Su conocimiento de lo que habían hecho Ananías y Safira le venía del don de discernir (1 Cor. 2:14; 12:10). Pero en triste contraste con este discernimiento, Ananías había abierto su corazón a Satanás hasta que su mente se llenó de codicia y de engaño.

Espíritu Santo. El Espíritu había sido dado para guiar a los creyentes a toda verdad (Juan 16:13), pero Ananías estaba en verdad intentando engañar al Espíritu de verdad (ver com. Juan 14:17,26; 16:13).

4. Reteniéndola. Nadie había obligado a Ananías a vender la propiedad. Sólo se esperaba que honradamente entregara el producto de lo que había prometido. Lo que Pedro dijo indica que la iglesia no obligaba a nadie a contribuir para el fondo común, pero si una persona prometía dar, debía entregar lo que había prometido. Ananías estuvo siempre libre de hacer lo que mejor le parecía. Es posible que la parte que retuvo no fuera grande, y podría haberse guardado mucho más si lo hubiera hecho en forma honrada. Pero este intento de obtener fama de ser generoso sin hacer realmente un sacrificio lo hizo culpable de sacrilegio.

Pusiste esto. En el texto griego dice "pusiste esta acción". Esto implica un plan premeditado de Ananías. No se trataba de haber cedido a una tentación repentina, sino de haber acariciado un plan que nunca fue correcto, y que resultó en un mal acto. Satanás había entrado en su corazón con este plan, y Ananías nunca lo rechazó.

Mentido . . . a Dios. No significa que Ananías no hubiera mentido a los hombres, sino que su pecado en primer lugar consistía en que había tratado de engañar a Dios. En última instancia, todo pecado es contra Dios, aunque también afecta mucho a los hombres. David reconoció esto cuando dijo: "Contra ti, contra ti solo he pecado" (Sal. 51:4). Ananías o no tuvo en cuenta a Dios, o pensó que podía engañarlo así como esperaba engañar a sus hermanos en la fe. Sea como fuere, estaba pecando contra Dios, y con justicia Pedro destaca esto.

El empleo de la palabra "Dios" aclara la enseñanza bíblica referente al Espíritu Santo. En Hech. 5:3 se dice que el pecado de Ananías fue mentir "al Espíritu Santo"; aquí se dice que mintió "a Dios". Esta relación sugiere la unidad que existe entre el Espíritu y el Padre, y sirve para advertir al cristiano en cuanto a la pecaminosidad de una santidad fingida (ver com. Mat. 12:31).

5. Expiró. Gr. ekpsújÇ, "expirar", "morir", que aparece también en la literatura médica griega. La muerte de Ananías no fue una simple coincidencia. Hubo una estrecha relación entre el reproche de Pedro contra el pecado y la muerte del pecador. Cualquier duda que pudiera haber en cuanto a esto desaparece al considerar la muerte de Safira (vers. 7-10), la cual fue predicha por Pedro después de poner en claro el engaño. Compárese esto con el castigo de Nadab y Abiú (Lev. 10:2) y de Acán (Jos. 7:20-26); ver com. 2 Crón. 22:8. Cf. Mat. 27:50.

Este fue un castigo terrible, pero no debemos asombrarnos. Ananías y Safira eran miembros de la naciente iglesia. Se habían acercado a Dios.  Indudablemente habían gustado de algunos de los dones celestiales de la salvación. Quizá habían recibido algunos de los dones del Espíritu; pero, siguiendo a un espíritu falso, habían cometido un acto sacrílego. Si no recibían un castigo visible y notorio en esos primeros días de la iglesia, tales actos de engaño podrían haber socavado la obra de los apóstoles. Dios intervino en este caso para salvar a su iglesia de mayores males y peligros.

Este episodio encierra una lección para nosotros: si una persona asiste a un servicio religioso y canta con fervor, "Mi espíritu, alma y cuerpo, mi ser, mi vida entera, cual viva, santa ofrenda te entrego a ti, mi Dios", cuando en realidad no ha entregado todo, comete el pecado de Ananías y Safira.

Gran temor. Lucas muchas veces asocia los milagros con el temor que sintieron quienes lo contemplaban (Luc. 1:12, 65; 5:26; 7:16; 8:37; Hech. 2:43; 19:17); pero aquí es evidente que hay más que el temor reverente que se presenta en Hech. 2:43.

En un grupo grande bien podría haber otras personas deshonradas quienes pudieron haber sentido cierto terror Debe haberse apoderado de los demás una mayor reverencia hacia el Dios que podía destacar de este modo la justicia divina. El temor fue inmediato. Se extendió entre los creyentes antes de que Safira se enterara de la muerte de su esposo. Este tipo de temor debería ser saludable para cualquiera que no sea completamente sincero en su vida cristiana.

6. Los jóvenes. Con más precisión, "los más jóvenes". Lo envolvieron. Quizá en el manto que llevaba puesto en ese momento. Era costumbre envolver el cuerpo en una mortaja y enterrarlo de inmediato fuera de los muros de la ciudad. Para los judíos el contacto con un cadáver causaba la contaminación ceremonial (ver com. Núm. 19:11). Esto, más el deseo de evitar costosos métodos de embalsamamiento, requería un entierro inmediato.

Lo sepultaron. Como puede verse por los relatos del entierro de Lázaro (ver com. Juan 11:38) y de Jesús (ver com. Mat. 27:60), los muertos eran colocados en cuevas o tumbas cuya entrada se cerraba con grandes piedras. Se habrá necesitado, pues, poco tiempo para enterrar a Ananías. Con referencia a los aspectos de los ritos funerarios judíos, ver com. Hech. 8:2.

7. Lapso como de tres horas. Es posible que este lapso fue el que transcurrió hasta la siguiente hora de oración. Hubo suficiente tiempo para retirar el cuerpo de Ananías, pero Safira aún no se había enterado.

Entró. Entró donde estaban Pedro y el resto de la congregación que acababan de ser testigos de la muerte y entierro de su esposo.

8. Le dijo. Pedro no hizo esta pregunta para entrampar a un cómplice, sino para darle a Safira la oportunidad de manifestar arrepentimiento. Posiblemente ella hubiera podido impedir el pecado de su esposo, pero no lo había hecho. Ahora se le presentaba la oportunidad de confesar su pecado y dejar limpia su conciencia. No había aprovechado bien la oportunidad anterior; ahora fracasó de nuevo.

Dime. La pregunta directa de Pedro podría haber advertido a Safira que su engaño ya era conocido; sin embargo, siguió afirmando la mentira que había convenido con su esposo, y contestó sin vacilar: "Sí, en tanto". Quizá Pedro le dijo la suma que Ananías había entregado.

9. Convinisteis. La falta era especialmente detestable porque implicaba un engaño premeditado.

Tentar al Espíritu. Es decir "poner a prueba" (BJ) al Espíritu para saber si realmente podía discernir los secretos del corazón humano. Es probable que se emplee la expresión "Espíritu del Señor" con el sentido que se le da en el AT: "Espíritu de Jehová" (cf. 2 Rey 2:16; Isa. 61:1; etc.). La frase "Espíritu del Señor" aparece sólo aquí en el NT y en 2 Cor. 3:17.

Te sacarán a ti. Pedro no habla como juez sino como profeta. El Espíritu Santo ya los había condenado. En este caso se predice el castigo venidero, y su anuncio apenas precedió a su ejecución. El don de discernir le mostró a Pedro que los jóvenes, cuyas pisadas oía cuando regresaban de enterrar a Ananías, muy pronto tendrían que hacer otra tarea similar

10. Al instante. Su muerte fue tan inmediata como la de su marido.

La hallaron muerta. Esto ocurrió en cumplimiento de la profecía de Pedro.

La sepultaron. En otras ocasiones se prodigaban cuidados especiales a los muertos (cf. Luc. 23:55-56); pero en esta doble tragedia no hubo ninguna ceremonia fúnebre.

11. Gran temor. Ver com. vers. 5.

La iglesia. Esta es la primera vez que se usa la palabra "iglesia" en el libro de Hechos, con excepción de su dudosa inclusión en el cap. 2:47. Su utilización sugiere que ya hay cierto desarrollo en la organización. Ver com. Mat. 18:17. La sorpresiva muerte de Ananías y de Safira daba un nuevo significado a dicha sociedad y a sus dirigentes.

Todos los que oyeron. Estos estaban fuera de la iglesia, pero oyeron del poder que actuaba entre sus miembros.

12. Por la mano. Es posible que esta sea una forma hebrea de expresar el instrumento que ejecuta la acción (cf. Exo. 35:29; Lev.  8:36; etc.). Pero en el NT las manos de Jesús muchas veces aparecen como el instrumento de sus milagros (Mar. 6:2,5; Luc. 4:40; etc.). La promesa para los seguidores de Cristo fue: "Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" (Mar. 16:18). Por lo tanto, esta expresión puede tomarse en forma literal, aunque en Hech. 5:15 se muestra que la gente creía que también podían hacerse curaciones sin que los apóstoles usaran las manos.

Señales y prodigios. Ver com. Mar. 16:17-18; Juan 14:12; Hech. 2:22. La iglesia primitiva surgió dentro de un ambiente de milagros, así como había transcurrido el ministerio de Cristo. La tragedia de Ananías y Safira fue seguida por milagros de curación y de bendición.

Unánimes. Ver com. cap. 1:14; 4:24. A Lucas le agrada destacar la unidad de los discípulos. Como menciona "el pórtico de Salomón", es posible que esta descripción se refiera a las reuniones dirigidas por los apóstoles a las horas acostumbradas de la oración, alrededor de las 9 de la mañana y las 3 de la tarde.

El pórtico de Salomón. Ver com.  Juan 10:23 y Hech. 3:2,11. Este pórtico parece que era un lugar de reunión preferido por los maestros para congregarse con sus oyentes; sin embargo, no hay ninguna prueba de que los cristianos hubieran ocupado este pórtico como un lugar acostumbrado para su culto exclusivo (cf. cap. 3:11).

13. De los demás. Nótese el contraste entre estas personas y los que según el vers. 12 sí eran creyentes. Los comentadores han sugerido diversas explicaciones para este pasaje. El aparente contraste entre "el pueblo" -última parte del versículo- y "los demás", podría sugerir que éstos pertenecían a la clase alta, a los dirigentes.

Ninguno se atrevía. El temor de compartir la suerte de Ananías y de Safira apartó a los que no estaban dispuestos a seguir de todo corazón a Jesucristo.

A juntarse. Gr. kolláÇ "apegarse", "unirse". Cf. com. cap. 9:26.

Mas. Se destaca la reacción favorable del "pueblo".

Los alababa grandemente. Mejor "el pueblo hablaba de ellos [los apóstoles] con elogio" (BJ).

14. Aumentaban más. Mejor "Cada vez en mayor número se adherían al Señor" (BJ). Las conversiones se sucedían casi diariamente.

Hombres . . . mujeres. El hecho de que se mencione específicamente a las mujeres sugiere que muchas de ellas entraban en la iglesia. En cuanto a la importancia que se da a las mujeres en los relatos de Lucas, ver com. Luc. 8:2. Lucas también menciona mujeres que sufrieron durante la persecución que se desató después de la muerte de Esteban (Hech. 8:3).

15. Tanto que. Este pensamiento sigue a lo que se expresa en la primera parte del vers. 12, después de varias oraciones que son una especie de paréntesis.

Sacaban los enfermos. Cf. Mar. 1:32-34. No bastaba que los discípulos sanaran en lugares públicos y en las casas. Los parientes de los enfermos los sacaban a la calle para que pudieran ser atendidos con mayor rapidez. La maravillosa obra de curación se llevaba a cabo en la manera más pública posible. Las noticias de las extraordinarias labores de los apóstoles y de sus hermanos en la fe, llegaron no sólo a toda la ciudad de Jerusalén sino también a las aldeas vecinas (Hech. 5:16), y fue grande la cosecha de almas.

Su sombra. Aquí sólo se menciona a Pedro, y es posible que él hubiera hecho la mayor parte de las curaciones. Sin embargo, en el vers. 12 se dice claramente que todos los apóstoles participaban en la realización de milagros. Los que eran sanados tenían fe, pero no en Pedro ni en sus compañeros, sino en Dios, a quien los apóstoles representaban.

16. A Jerusalén. Mejor "También acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén" (BJ). La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto de la BJ. No era que necesariamente los traían a Jerusalén, sino que la gente venía de las ciudades vecinas a Jerusalén. Es posible que este versículo describa lo ocurrido durante un período relativamente largo, durante el cual los apóstoles bien podrían haber visitado muchas "de las ciudades vecinas" a Jerusalén.

Atormentados. El verbo griego que se traduce "atormentados" en el NT sólo se encuentra aquí y en Luc. 6:18, pero aparece con frecuencia en las obras de los autores médicos griegos. Es una palabra que evidentemente bien podría encontrarse en los escritos del médico Lucas.

Espíritus inmundos. Ver com. Mat. 12:43-44. Cristo dio a sus discípulos poder para expulsar esos espíritus inmundos (Mat. 10:1). Los setenta ya habían ejercido ese poder (Luc. 10:17), y los doce, sin duda, habían hecho milagros parecidos. Pero ahora, con el poder pleno del Espíritu Santo, estaban haciendo las obras "mayores" que Jesús había prometido (Juan 14:12; Mar. 16:17).

Todos eran sanados. Cf. Mat. 8:16; 12:15; DTG 208, donde se describen resultados similares del ministerio médico de Cristo. Cuán extraordinario debe haber sido ver familias, y quizá hasta comunidades enteras, libres de enfermedades. La fama de la iglesia y de sus dirigentes se extendió por todas partes.

17. Entonces. Mejor "pero". Se presenta el contraste entre las multitudes que acudían a los discípulos en busca de curación y el sumo sacerdote que se preparaba para perseguir a los discípulos por segunda vez.

Sumo sacerdote. Anás (ver com. cap. 4:6).

Todos los que estaban con él. Quizá sea esta una expresión más abarcante que la que se emplea en el cap. 4:6: "Todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes" (ver com. sobre "la familia de los sumos sacerdotes"). La oposición había tenido tiempo para fortalecerse.

Secta. Gr. háiresis, "elección", "opinión elegida"; por extensión, "partido" o "facción". De esta palabra deriva "herejía", palabra que originalmente no tenía el sentido peyorativo que las autoridades eclesiásticas le dieron después. En otros pasajes (cap. 15:5 y 26:5) le emplea háiresis, "secta", para referirse al grupo de los fariseos, sin que se note un tono despectivo; sin embargo, cuando se usa para identificar a los nazarenos (cristianos) en cap. 24:5 y 28:22, bien podría tener una connotación despectiva.

Los saduceos. Ver com. cap. 4:1.

Celos. Gr. z'los, "celos", "envidia".Hubo un intenso brote de hondos sentimientos partidistas. Había preocupación por lo que pudieran hacer los seguidores del Nazareno, y tanto los fariseos como los saduceos podían estar dominados por esa emoción. Había resentimiento en ambos grupos porque los apóstoles iletrados se atrevían a enseñar a la gente; pero los saduceos estaban especialmente contrariados porque los apóstoles enseñaban que había una vida futura, creencia que ellos rechazaban. El hecho de que los fariseos concordaran con los apóstoles en esta doctrina, desagradaba a los saduceos (ver t. V, pp. 53-55).

18. Echaron mano. Las autoridades saduceas estaban sumamente indignadas y los apóstoles -quizá todos- fueron apresados. Esto aclara que aunque Lucas sólo ha mencionado los discursos de Pedro y ha hecho alguna referencia a las actividades de Juan, el resto de los apóstoles también había estado trabajando públicamente.

En la cárcel pública. La frase griega puede también entenderse: "públicamente, en la cárcel"; sin embargo, la traducción de la RVR es la más acertada. El uso rabínico posterior apoya la traducción de la RVR.

19. Mas. Se destaca aquí un contraste con el vers. 18. 

Las autoridades encarcelaron a los apóstoles; pero el ángel los libertó. Parece como si fuera una protesta divina contra el proceder de los saduceos, que enseñaban que no había "ni ángel, ni espíritu" (cap. 23:8).

 Ángel. Lucas evidentemente registra lo que considera algo sobrenatural. Los que no aceptan esa posición, y sin embargo desean conservar la historicidad del relato, se ven obligados a sugerir que el "ángel" era algún discípulo valiente y celoso, y que los apóstoles, en la oscuridad de la noche y emocionados por su liberación, erróneamente atribuyeron su rescate a la intervención de un ángel. Sin embargo, es imposible explicar adecuadamente las palabras de Lucas si es que no se aceptan como la narración de un hecho milagroso. La ayuda de Gamaliel en un momento posterior y casi inmediato, se registra en forma clara y manifiesta (vers. 34-39); pero la liberación se describe aquí como evidentemente sobrenatural. Aunque los apóstoles fueron arrestados de nuevo unas pocas horas después (vers. 26), Dios había demostrado su poder.

Los apóstoles habían sido reconfortados por la intervención celestial en su favor, y los saduceos habían recibido la oportunidad de darse cuenta que estaban luchando contra poderes sobrenaturales. Indudablemente los ángeles son "espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación" (Heb. 1:14).

De noche. Mejor "durante la noche".

Abriendo . . . las puertas. Para los ángeles de Dios las puertas, aun las más herméticamente cerradas de una cárcel, no constituyen problema alguno. Los apóstoles fueron sacados delante de los mismos ojos de sus guardianes, ya fuera rodeados de profunda oscuridad o porque los ojos de los guardias estuvieran cerrados (cf. cap. 12:6-7). Las puertas fueron cerradas y sin duda trancadas de nuevo, dejando todo como había estado antes de que llegara el ángel del Señor (cf. cap. 5:23).

Sacándolos. Cf. cap. 12:10.

20. Puestos en pie. Se les ordenó que debían presentarse públicamente y con toda decisión, porque el templo era el lugar más público. 

Allí habían sido arrestados (cap. 3:1,11; 4:1-3).

Las palabras de esta vida. El adjetivo "esta" es significativo. Se refiere a la vida que los apóstoles estaban proclamando: la vida de Cristo. Esa vida comienza en este mundo y continuará por la eternidad (cf. Juan 17:3). Esta enseñanza era especialmente inaceptable para los saduceos porque no creían en la vida futura. Ver t. V, p. 54.

21. Habiendo oído esto. Nótese la obediencia inmediata de los apóstoles.

De mañana. Mejor "al amanecer" (BJ). La Mishnah indica que los sacrificios comenzaban a ofrecerse en el templo en cuanto el cielo comenzaba a clarear por la mañana (Talmud, Yoma 3.1; Tamid 3.2).

Enseñaban. Esto era precisamente lo que los saduceos habían prohibido en el concilio que hicieran los apóstoles (cap. 4:17-18). Esos orgullosos dirigentes estaban llenos de ira porque unos galileos indoctos y sin autorización estuvieran enseñando; que enseñaran que había resurrección y que dieran testimonio de que Jesucristo después de ser crucificado se había levantado de entre los muertos. Pero los apóstoles obedecían órdenes divinas. La iglesia tiene una misión que cumplir: presentar el Evangelio del Señor Jesucristo a un mundo enfermo de pecado. Esta tarea nunca debe descuidarse.

Vinieron. El sumo sacerdote y los ancianos llegaron a la sala de sesión del concilio para decidir qué debía hacerse con los apóstoles encarcelados. El concilio aún no había recibido la noticia de su misteriosa liberación.

Los que estaban. Ver com. vers. 17.

Concilio. Es decir, el sanedrín (ver t. V, p. 68). El caso que tenían delante de ellos evidentemente era considerado tan importante, que no ahorraron esfuerzos para reunir a tantos miembros como fuera posible. La presencia de Gamaliel indica que fueron convocados a esta reunión no sólo los saduceos sino también los fariseos y otros más (cf. vers. 34).

Los ancianos. Gr. gerousía, "consejo de los ancianos", palabra que se aplicó al consejo de los ancianos de Esparta. Esta palabra también designa al sanedrín de Jerusalén (t. V. p. 68). Aquí se refiere a un grupo oficial de ancianos, calificados por su edad y su experiencia para aconsejar en ocasiones especiales. Es posible que fuera una asamblea equivalente a "los ancianos" (cap. 22:5).

Cárcel. Gr. desmÇt'rion, "lugar donde se guardan los presos". Aunque es una palabra diferente de la que se emplea en el vers. 18, puede referirse al mismo lugar.

22. Los alguaciles. Gr. hup'rét's, el que sirve a un superior, "siervo", "ayudante". Aquí y en Luc. 4:20 se refiere a funcionarios que estaban a las órdenes del sanedrín.

 No los hallaron. No había ninguna evidencia visible de su fuga de la prisión (ver com. vers. 19,23).

23. Hemos hallado cerrada. Si el ángel abrió las puertas, las cerró de nuevo después de libertar a los apóstoles. Los que vigilaban las puertas parece que no se habían dado cuenta de la fuga de los presos. Compárese con la liberación de Pedro (cap. 12:6-10); pero nótese el contraste con la agitación que rodeó el episodio de Pablo y Silas en Filipos (cap. 16:25-30).

24. Estas palabras. O sea el informe de los alguaciles.

El sumo sacerdote. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de esta frase.

El jefe de la guardia. Ver com. Luc. 22:4; Hech. 4:1.

Los principales sacerdotes. Gr. "los sumos sacerdotes". Probablemente fueran los principales de los 24 grupos de sacerdotes. No deben confundirse con el sumo sacerdote.

Dudaban. Mejor "se preguntaban perplejos" (BJ). No sabían qué hacer ni cómo entender lo que había ocurrido. Los esfuerzos represivos de los dirigentes judíos habían fracasado; un milagro había liberado a sus víctimas, y progresaba la difusión del cristianismo.

25. Viniendo uno. Ya era tarde. El sanedrín había sido convocado y se había reunido, pero aún no sabían dónde estaban los apóstoles. Mientras tanto la noticia acerca de las actividades de éstos se había difundido por todas partes, y llegó al sanedrín.

Que pusisteis en la cárcel. Esto fue como una burla para los dirigentes judíos. Habían encarcelado a los apóstoles, pero ahora estaban en el templo haciendo exactamente lo que se les había prohibido que hicieran en cualquier lugar.

Están en el templo. En el griego dice, "están en el templo en pie y enseñando". Los apóstoles siguieron estrictamente las instrucciones del ángel (vers. 20). Actuaban como hombres que sabían cuál era la obra que debían hacer, obra que sólo había sido brevemente interrumpida, pero que debían reanudar tan pronto como les fuera posible.

A los saduceos les irritaba mucho que enseñaran al pueblo. Si los apóstoles sólo se hubieran conformado con rendir culto, guardándose para sí su nueva fe, podrían haberse librado de molestias; pero habían recibido una comisión, y se sentían impulsados a llevarla a cabo. Debían propagar su fe. El sufrir persecución por compartir el tesoro de la fe es mucho mejor que sufrir una mala conciencia por haberla escondido "debajo de un almud" (Mat. 5:15).

26. El jefe de la guardia con los alguaciles. Ver com. cap. 4:1; 5:22.

Sin violencia. Los apóstoles dieron ejemplo de sumisión, no opusieron resistencia, aunque sin duda el sentimiento popular estaba en su favor y fácilmente podría haberse levantado un tumulto popular. Sus recientes milagros y su conducta intachable les habían ayudado a ganar amigos para la nueva fe. Su actitud de no oponer resistencia fue una imitación del ejemplo de su Maestro. Cuando comparecieron pacíficamente ante el sanedrín tuvieron una excelente oportunidad de proclamar el Evangelio a sus miembros, quienes de otro modo quizá nunca hubieran oído el mensaje de salvación.

Temían ser apedreados por el pueblo. Cf. com. Mat. 21:26,46. Hay muchas pruebas de la estimación que tenía el pueblo por los creyentes en ese momento. Aparentemente la gente estaba tan dispuesta a apedrear a los alguaciles como lo estaban los sacerdotes para apedrear a los apóstoles.

27. El sumo sacerdote les preguntó. Hasta donde lo señala el relato de Lucas, el sanedrín evitó discutir el tema de la liberación de los apóstoles: o no creyeron que hubo una intervención sobrenatural, o se negaron a hacer referencia a la misma. Su actitud no sorprende, pues ya se habían negado a creer en un milagro mayor: en la resurrección de Aquel a quien habían crucificado.

28. ¿No os mandamos estrictamente? La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto como aparece en la RVR. Sin embargo, en varios MSS se lee como en la BJ: "Os prohibimos severamente". La frase griega "con mandato os mandamos" parece ser la reproducción de la construcción hebrea enfática con el infinitivo absoluto, lo cual podría sugerir que Lucas está traduciendo algo que originalmente fue dicho en arameo.

La orden de no predicar había sido dada sólo a Pedro y a Juan (cap. 4:18), pero los doce ya la conocían. Los apóstoles habían declarado que no obedecerían esa orden, y habían seguido predicando con valor (cap. 4:19-20, 31). Estaban obedeciendo a su Señor, a la Autoridad Suprema (Mat. 28:19-20; Hech. 1:8).

Que no enseñaseis en ese nombre. Cf. com. cap. 3:16; 4:17. Este era el gran delito de los apóstoles. Los judíos habían ordenado que ni siquiera se mencionase ese nombre, el nombre de Aquel a quien ellos sabían que habían crucificado, y que ahora se proclamaba que estaba vivo, y cuyos seguidores estaban haciendo prodigios que no podían ser negados. Este nombre, y la actividad que se centraba en él, eran el objeto del ataque de los saduceos.

Habéis llenado a Jerusalén. Este es un testimonio inconsciente de los enemigos de los apóstoles de que éstos habían trabajado fielmente y con éxito para cumplir la primera parte de la orden de Cristo (cf. cap. 1:8): proclamar primero el Evangelio en Jerusalén. Doctrina. Mejor "enseñanza"; la misma palabra se traduce también "doctrina" en Mat. 7:28. Sin embargo, esa "enseñanza" rápidamente estaba adquiriendo las características y el significado de una "doctrina", con su sentido moderno, como se ve en 1 Tim. 4:16.

Queréis. Esto no era cierto. Pedro quería la salvación de ellos y no su condenación.

La sangre de ese hombre. Evitaron mencionar el nombre de Jesús. Esto pudo haber ocurrido porque despreciaban al Galileo crucificado, o porque se sentían culpables debido a su participación en su muerte, o por el temor que tenían, pues sabían cuán poderoso era ese nombre. En ocasiones anteriores, y sin vacilación, Pedro los había acusado de crucificar a este Jesús (cap. 2:36; 3:13-15; 4:10), haciendo vano el desprecio de ellos y razonable su temor. Si lo que sostenían hubiera sido justo, estos Jueces sacerdotales habrían pronunciado sentencias; pero se encontraban en la situación de ser unos culpables que aguardaban una acusación. En sus oídos debe haber sonado el terrible clamor de la multitud ante Pilato: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" (Mat. 27:25). Ellos mismos habían hecho que "la sangre de ese hombre" cayera ahora sobre ellos,

29. Pedro y los apóstoles. Este orden no significa que Pedro fuera superior a los apóstoles ni que estuviera excluido del grupo. Había sido sin duda el más activo en todo lo que había acontecido hasta entonces, y es natural que su nombre y su personalidad descuellen en este relato.

Es necesario obedecer a Dios. Es imprescindible (cf. cap. 1:16) que así lo hagamos. Esta es una afirmación aún más contundente que otra que Pedro y Juan habían hecho anteriormente (cap. 4:19), con un mayor énfasis en el hecho de que no podían escoger otra cosa sino obedecer a Dios, no importa cuáles pudieran ser las consecuencias. Habían recibido la orden de Jesús en la gran comisión y la exhortación a ser testigos de él (cap. 1:8), y más tarde, el mandato explícito del ángel (cap. 5:20). Jesús había establecido el principio de que se debía obedecer a César y a Dios. Se debía obedecer a César en lo que se refiere a las leyes de derecho común, y a Dios en lo que a él le corresponde (Mat. 22:21). Pero el cristiano no puede servir a dos señores (Mat. 6:24; Luc. 16:13). Como hay sólo un Señor a quien se debe rendir por sobre todo la lealtad máxima, ese Señor debe ser Dios. Pedro presenta con toda claridad este principio básico. Los dirigentes del sanedrín no se habían dignado mencionar el nombre de Jesús, por lo tanto Pedro tampoco enuncia los nombres de los dirigentes en la declaración de este principio. Sencillamente dice "hombres"; hombres de autoridad como aquellos delante de los cuales se hallaba. Considera a los miembros del sanedrín como hombres que una vez fueron instrumentos de Dios, pero que ahora han perdido de vista su deber para con Dios.

En la dieta de Worms, Lutero declaró: "Si no se me convence con testimonios bíblicos, o con razones evidentes, y si no se me persuade con los mismos textos que yo he citado, y si no sujetan mi conciencia a la Palabra de Dios, yo no puedo ni quiero retractarme de nada, por no ser digno de un cristiano hablar contra su conciencia. Heme aquí; no me es dable hacer de otro modo. ¡Que Dios me ayude! ¡Amén!" (CS 170-171).

Estas valientes palabras ilustran un principio noble, y revelan una noble experiencia. ¡Ojalá que los cristianos pudieran imitarla!

30. El Dios de nuestros padres. Los apóstoles no se apartaron de Israel. Estaban sirviendo al mismo Dios al cual los miembros del sanedrín afirmaban que servían (cf. cap. 3:13).

Levantó. Hay dos posibles interpretaciones de esta palabra: o puede referirse al don de Dios -Cristo encarnado (cf. cap. 3:22)-, o al acto de Dios al resucitar a Cristo de entre los muertos (cf. cap. 10:40; 13:37). Ambas interpretaciones son aceptables.

Vosotros matasteis. En griego el pronombre es enfático, y señala el contraste con lo que el Señor había hecho. Esta expresión insinúa que la culpabilidad de los judíos por la crucifixión era tan grande como si ellos mismos hubieran matado a Jesús.

Colgándole. Mejor "habiéndole colgado". Se describe la forma romana de crucifixión, y no la judía. Esta misma expresión aparece en la LXX en Deut. 21:23 donde se emplea con un sentido más amplio, para incluir castigos tales como el ahorcamiento y el empalamiento. Los judíos colgaban sólo a los que ya estaban muertos (Deut. 21:22-23; Jos. 10:26). El "madero" es evidentemente la cruz, pero el griego emplea la palabra que se traduce "árbol" (ver com.  Hech. 16:24), la cual puede referirse a algo hecho de madera.  Pedro usa la frase "colgado de un madero" en Hech. 10:39 y alude a lo mismo en 1 Ped. 2:24: "llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero". En Gál. 3:13 se hace referencia a la maldición de Deut. 21:23, que recaía sobre el que era colgado de un madero (cruz o árbol).

Pero el pecador que busca a su Señor sabe que no se puede echar la culpa de la muerte de Jesús sobre judíos o romanos, porque comprende que son sus propios pecados los que mataron a su Señor. Cristo, que no conocía pecado, se hizo pecado por nosotros, para que por medio de una transacción infinitamente bondadosa pudiéramos recibir la justicia de Dios por medio de él (2 Cor. 5:21).

31. Ha exaltado. Gr. hupsóÇ, literalmente "levantar" (Juan 3:14; 12:32), y en su sentido figurado "exaltar". En Hech. 2:32-33, y nuevamente aquí, Pedro habla de que Dios resucitó a Jesús y lo exaltó; y a continuación describe esa exaltación.

Con su diestra. O "a su diestra" (ver com. Hech. 2:33). En la Biblia la "diestra" se emplea comúnmente para representar autoridad y poder (cf. Exo. 15:6).

Príncipe. Ver com. cap. 3:15. El título de soberanía está estrechamente ligado al que promete salvación. Cristo desea gobernar a los hombres para poder ser su Salvador. No puede ser nuestro Salvador a menos que nos gobierne; y si gobierna nuestras vidas, nos salvará. Esas dos funciones del Señor son inseparables.

Salvador. Con referencia al significado de este título, ver com. Mat. 1:21.

Para dar a Israel arrepentimiento. Nótese cómo concuerdan la enseñanza de los apóstoles con la de Juan el Bautista y la de Jesús (ver com. Mat. 3:2; 4:17). El registro de la enseñanza apostólica presenta una revelación más completa de la manera en la cual se ordenó que el perdón fuera mediante la muerte vicaria del Salvador.

Perdón de pecados. La palabra griega que se traduce "perdón" viene de un verbo que significa "despedir", "soltar", y se refiere al acto de quitar los pecados (ver com. Hech. 2:38). El arrepentimiento es una introducción necesaria para que haya perdón. 

El perdón es un regalo conjunto del Padre y del Hijo (ver com. Mar. 2:7-11). 

Un Dios justo y santo no puede aceptar en su presencia a un pecador, a menos de que éste conozca por fe a Jesucristo como el que lleva sus pecados (1 Ped. 2:24) y lo acepte como Salvador personal (Rom. 3:23-26). Por medio de la obra de Cristo como el que carga con los pecados, las transgresiones del que se arrepiente son perdonadas (ver com. Juan 1:29), y el pecador queda justificado delante de Dios.

32. Testigos suyos. Algunos MSS antiguos dicen "testigos de él"; otros pocos, "testigos en él (o por él)". Pero la evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto más corto: "somos testigos de estas cosas". Ver com. cap. 1:8. "Estas cosas" son los grandes hechos de la salvación: la muerte, el entierro y la resurrección de Jesús, tal como se mencionan (cap. 5:30-31).

Y también el Espíritu Santo. Cuando Cristo estuvo en la tierra declaró que el Espíritu Santo testificaría de él Juan 15:26; ver com. Juan 16:13-14). El Espíritu Santo testificó de Jesús recordando a los discípulos todo lo ocurrido (Juan 14:26), y dándoles entendimiento en cuanto a la manera en que la vida de Cristo había cumplido las profecías; pero además el Espíritu Santo también estaba dando testimonio de Cristo mediante las facultades que habían recibido los apóstoles desde el derramamiento de Pentecostés. El Espíritu también dio un testimonio íntimo de la resurrección en el corazón de los creyentes. Ver com. Hech. 4:33.

Ha dado Dios. Los apóstoles entendían que el Espíritu provenía del Padre (ver com. Juan 14:26; 15:26; Hech. 1:4).

A los que le obedecen. El Espíritu es dado no sólo a los apóstoles, sino a todos los que sinceramente se dejan dirigir por Dios, y por lo tanto le obedecen. obediencia de la criatura a su Creador, prestada de todo corazón y con amor, es el fundamento y la esencia de una relación correcta con Dios. 

Los ángeles obedecen a Dios (Sal. 103:20-21), pero por amor, no con un formalismo frío y legal (DMJ 90). Los hombres deben obedecer (Sal. 103:17-18; Ecl. 12:13), pero movidos por el amor (Juan 14:15). La obediencia es mejor que cualquier sacrificio (1Sam. 15:22). Se debe obedecer a la verdad (Rom. 2:8), a la doctrina correcta (Rom. 6:17) y al Evangelio (2 Tes. 1:8; 1 Ped. 4:17). La salvación eterna, ofrecida por gracia y recibida por fe (Efe. 2:5,8), está a disposición de los que obedezcan y se sometan a la voluntad de Dios (Heb. 5:9). Cf. com. Hech. 5:29. La verdadera obediencia se manifiesta observando con amor los santos mandamientos de Dios (1 Juan 5:3).

33. Se enfurecían. Gr. diapríÇ "cortar en dos", en forma figurada, "enfurecer". En el NT este verbo sólo se usa aquí y en Hech. 7:54. La BJ traduce: "se consumían de rabia". Su furia era un elocuente testimonio del efecto de la verdad de las valientes acusaciones de los apóstoles.

Querían. Algunos MSS griegos y la RVA dicen, "consultaban"; pero la evidencia textual se inclina (cf. p.10) por la palabra "querían". Ya eran responsables de la sangre de Jesús, y ahora "querían" quitar la vida a sus doce principales seguidores.

Matarlos. Deseaban matar a los apóstoles porque habían desobedecido al sanedrín y lo acusaban de haber dado muerte a Cristo.

34. Entonces. Mejor "pero" (cf. com. vers. 13).

Fariseo. Los fariseos eran un partido religioso opuesto al del sumo sacerdote, que era saduceo (vers. 17).

Gamaliel. Heb. Gamli'el, "Dios ha recompensado". Gamaliel era nieto del famoso Hillel (t.  V, p. 98), pero él también era un renombrado maestro y un destacado fariseo. La responsabilidad de Hillel parece haber caído sobre sus hombros; ejerció la dirección de su partido desde aproximadamente el año 25 hasta el 50 d. C. No hay suficiente base para afirmar que fue uno de cuatro presidentes del gran sanedrín de Jerusalén, puesto que en los años anteriores a la destrucción del templo el cargo supremo siempre era ocupado por el sumo sacerdote (vers. 27). Pero no hay duda de que fue un hombre de gran influencia y muy estimado por los judíos. Fue el primero que recibió el título de Rabban, lo que sugiere la alta estima en que le tenían sus compatriotas.

La tradición judía lo destaca como el fariseo ideal, digno representante de la escuela de Hillel, que era más tolerante y menos legalista que la escuela de Shammai. Pablo tuvo el privilegio de estudiar con Gamaliel (cap. 22:3). Es posible que pueda verse la influencia del maestro en la trayectoria de su famoso alumno. Este Gamaliel era conocido como "Gamaliel el mayor", para distinguirlo de su nieto "Gamaliel el menor", quien se destacó alrededor del año 90 d. C.

Doctor. Es decir, maestro.

Apóstoles. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la palabra "hombres" y no "apóstoles". Es probable que Gamaliel hubiera empleado esa palabra (como en el vers. 35) y no,"apóstoles". Gamaliel quería que los apóstoles salieran de la sala donde estaban reunidos los miembros del sanedrín, mientras él y sus colegas discutían libremente lo que debía hacerse. Parece que era común deliberar en ausencia del acusado (cf. cap. 4:15). El informe de lo ocurrido mientras los apóstoles estuvieron fuera de la sala pudo haberle llegado a Lucas mediante algún miembro del concilio, quizá por medio de Nicodemo (HAp 85-86).

35. Varones israelitas. Una manera familiar y simpática de dirigirse a iguales (cf. cap. 2:22). Nótese, como contraste, la modalidad de Pedro al dirigirse al mismo grupo (4:8). 

Mirad por vosotros. Es decir "mirad bien" (BJ) o "tened cuidado". No se trata de advertir de un peligro inminente, sino de indicar la necesidad de pensar antes de actuar. Compárese con la manera en que Jesús (Mat. 6:1; 7:15; 10:17) y Pablo (1 Tim. 1:4; 4:13; Tito 1:14) utilizaron este mismo recurso.

36. Teudas. Probablemente sea la forma abreviada de algún nombre griego del cual forma parte la palabra theós, "dios". Este nombre aparece en manuscritos griegos. Josefo relata una insurrección dirigida por un tal Teudas que afirmaba ser profeta. Ese caudillo persuadió a muchos a que lo siguieran al Jordán, cuyas aguas prometía dividir para facilitar su paso. El procurador Fado (44-46 d. C.) rápidamente puso fin al levantamiento, capturó a su cabecilla y envió su cabeza a Jerusalén (Antigüedadesxx.5.1). 

Según Gamaliel, citado por Lucas, Teudas se levantó antes que "Judas el galileo" (vers. 37), quien se rebeló "en los días del censo", o sea en el año 6 ó 7 d. C., y el discurso de Gamaliel fue pronunciado alrededor del año 40 d. C. Por lo tanto, no es posible hacer coincidir los relatos de Josefo y de Lucas en el mismo suceso. Pocos eruditos atribuirían error a Josefo en este asunto, y tampoco hay razón válida para atribuírselo a Lucas. Lucas, citando a Gamaliel, dice que "cuatrocientos hombres" siguieron a Teudas; pero Josefo afirma específicamente que "una gran parte del pueblo" siguió a este falso profeta. Algunos han visto en esta discrepancia que ambos escritores se refieren a diferentes sucesos.

37. Después de éste. Es decir, después de la rebelión de Teudas.

Judas el galileo. Josefo habla de un rebelde llamado Judas. En un pasaje (Antigüedades xviii. 1.1) dice que era de Golán; en otros, que era de Galilea (Antigüedades xx. 5.2; Guerra ii. 8.1). Judas, que se rebeló contra la dominación romana, se propuso lograr la independencia de Israel, y su revolución fue de grandes proporciones. Él y sus seguidores prohibieron el pago de impuestos a César. 

Josefo describe la insurrección como una guerra religiosa en la cual podía usarse cualquier arma. Judas y sus seguidores estaban afiliados a los fariseos y su movimiento. Su caudillo fue derrotado y muerto, pero esto dio origen a la secta o partido de los zelotes (t. V, p. 56).

Censo. Ver com. Luc. 2:1. Este no es el censo mencionado en Luc. 2:2. La revolución de Judas ocurrió más tarde, alrededor del año 6 d. C. Josefo, Antigüedades xviii. 1. 1; cf. t. V, p. 232). Judas declaró que ese impuesto era el comienzo de la esclavitud, e instó a toda la nación a proclamar su libertad.

Mucho pueblo. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "pueblo". El adjetivo fue añadido posteriormente.

Pereció. Josefo no dice cuál fue el fin de Judas y de sus seguidores, pero Gamaliel bien pudo haber sabido cómo terminaron sus días y estaba en condiciones de dar los detalles que están en este versículo.

38. Apartaos. El argumento de Gamaliel era perfectamente lógico. Resistir al movimiento representado por los apóstoles era innecesario o inútil. Si era innecesario, ¿para qué gastar energías en combatirlo? Si era inútil ¿para qué enfrentar dificultades para combatirlo?

Se desvanecerá. "Se destruirá" (BJ) o "será destruido". Para dar mayor énfasis a la idea, se repite el mismo verbo en el vers. 39.

39. De Dios. El consejo de Gamaliel, típicamente rabínico, da lugar a la posibilidad de que la obra de los apóstoles fuera de origen divino.

Luchando contra Dios. Gr. theomájos, "quien lucha contra Dios".

40. Convinieron. Los saduceos quizá habrían preferido una acción más enérgica, pero había muchos fariseos en el sanedrín y se decidió adoptar una actitud menos radical, según lo había recomendado Gamaliel.

Llamando a los apóstoles. Los hicieron regresar a la sala del concilio.

Después de azotarlos. Probablemente con 39 azotes (ver com. Deut. 25:1-3; 2 Cor. 11:24), un castigo muy doloroso. Evidentemente el sanedrín juzgó que los apóstoles eran dignos de castigo, ya porque habían desobedecido la orden de Hech. 4:18, o por causar disturbios públicos con su predicación en el templo (cap. 5:25), o por haberse fugado de la cárcel, o por todas estas razones juntas. Parece que esta fue la primera vez que la iglesia tuvo que sufrir un castigo físico.

Que no hablasen. La misma prohibición anterior (cap. 4:18), más la añadidura del castigo físico para darle mayor realce.

En el nombre. Ver com. cap. 2:38; 3:6,16; 4:12. Los dirigentes judíos estaban comenzando a temer el poder que acompañaba a ese nombre.

41. Salieron. No volvieron a la cárcel, sino que salieron libres.

Gozosos. Demostraron el espíritu de la última bienaventuranza (Mat. 5:11-12). Su reacción frente al dolor no fue la habitual, sino que se sintieron felices de sufrir, se sintieron honrados por padecer por la causa de Cristo. Este mismo espíritu animó a muchos mártires que los siguieron. Los doce estaban preparados para este trato; deben haber recordado lo que el Maestro les había advertido en Mat. 10:17-20.

42. En el templo. Nótese el valor de los apóstoles. Volvieron al lugar donde habían sido arrestados en dos ocasiones (cap. 3:11; 4:3; 5:26).

Por las casas. Es probable que esta frase se refiera a la obra misionera hecha en forma privada y a las reuniones cristianas que se celebraban en los hogares.

No cesaban. No necesitaban que nadie les animara a dar su testimonio.

Enseñar y predicar. La construcción griega insinúa continuidad: continuamente estaban enseñando y predicando. El griego dice que enseñaban y "evangelizaban"; esta última palabra se emplea en Hech. 8:4,12,25; Rom. 10:15.

Jesucristo. Literalmente "a Cristo Jesús". Enseñaban y predicaban que el Mesías había venido en la persona de Jesús de Nazaret. Este era constantemente el contenido del mensaje presentado por la iglesia primitiva. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1-42. HAp 59-71. UNA AMONESTACIÓN CONTRA LA HIPOCRESÍA. 58-63

https://elaguila3008.blogspot.com/2012/05/capitulo-7-una-amonestacion-contra-la.html

ANTE EL SANEDRÍN 64-71.

https://elaguila3008.blogspot.com/2012/05/los-hechos-de-los-apostoles-8-ante-el.html

Ministerio Hno. Pio 


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