Hechos 1:12-26. En Espera Del Poder Del Espíritu: Vers. (12-13) Los discípulos regresan a Jerusalén (14-26) y, dedicándose a la oración, escogen a Matías como sucesor de Judas.
12 Entonces volvieron a Jerusalén
desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino
de un día de reposo.* 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban
Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de
Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo.
14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
15 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17 y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. 18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; Y 'Tome otro su oficio'.
21 Es necesario, pues, que de
estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor
Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan
hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho
testigo con nosotros, de su resurrección. 23 Y señalaron a dos: a José, llamado
Barsabás, que tenía por sobrenombre justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron:
Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has
escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que
cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26 Y les echaron
suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.
(Hechos 1).
12. Volvieron. Los discípulos se alejaron de la cruz profundamente tristes y completamente frustrados. Después de cada aparición del Maestro resucitado, quedaban perplejos aunque esperanzados. Sin embargo, ahora, después de haber visto que su Señor ascendía al cielo, volvieron con gozo y con la firme seguridad de que volvería. A Jerusalén. Obedeciendo la orden del vers. 4.
Del Olivar. El lugar de la ascensión. El
monte de los Olivos está al este de Jerusalén, aproximadamente a mitad de camino
a Betania (ver com. Mat. 21:1). Betania queda a unos 15 estadios (Gr. stádion,
t. V, p. 52), o sea a unos
Camino de un día de reposo. Esta frase sólo aparece aquí en
la Biblia; indica la distancia que había entre Jerusalén y el monte de los
Olivos (ver com. Exo. 16:29; t. V, p.52). Josefo registra que la distancia era
de 5 ó 6 estadios (Antigüedades xx. 8.6; Guerra v. 2.3), o sea poco más de un
kilómetro. La Mishnah concuerda con estas cifras, porque dice que el
"límite sabático" era de 2.000 codos: "Si un hombre salía [más
allá del límite sabático] para hacer algo permitido [dar testimonio de la luna
nueva o salvar una vida] y entonces se le decía que esa acción ya se había
realizado, tiene el derecho de moverse dentro de dos mil codos en cualquier
dirección; si estaba dentro del límite sabático es como si no hubiera salido, porque
cualquiera que sale para librar [a uno que está en peligro] puede volver a su
lugar [de donde partió]" (Erubin 4.3). Había maneras para superar los
inconvenientes causados por ese límite: "Si un hombre estaba de viaje [a
su casa] y lo sorprendía la noche, y reconocía un árbol o un cerco y decía,
'sea mi lugar de descanso sabático debajo de él, no ha dicho nada; pero si
dijera: 'sea mi lugar de descanso sabático en su raíz, puede caminar desde
donde está hasta su raíz [hasta la distancia de] dos mil codos y desde su raíz
a su casa [hasta la distancia de] dos mil codos. De este modo puede viajar
cuatro mil codos después de que haya oscurecido. Si no reconoce [ningún árbol o
cerco]... y dice: 'Sea mi lugar de descanso sabático donde estoy parado', su posición
le da el derecho a caminar hasta dos mil codos en cualquier dirección como [si
estuviera] en un círculo... Pero los sabios dicen: como [si estuviera] en un
cuadrado, como una tablilla cuadrada, para que aproveche el beneficio de las
esquinas" (Mishnah, Erubin 4.7-8).
"Los sabios no han ordenado
la regla del límite sabático para añadir restricciones, sino para que sean
menos rigurosas" (Erubin 5.5). Se dice que el origen del límite de los dos
mil codos puede hallarse en la tradición de que la distancia desde la tienda
más apartada del campamento de Israel, en el desierto, hasta la tienda de la reunión
o tabernáculo (Núm. 35:5), era la mayor distancia que podía caminar un hebreo
sin que se dijera que había salido de su lugar en el séptimo día (Exo. 16:29). Pero
con más probabilidad, era la distancia que Josué especificó que debía haber
entre el pueblo y los levitas que llevaban el arca durante el cruce del Jordán
(Jos. 3:4).
Crisóstomo (Homilía III, Hechos
1:12) suponía que la ascensión tuvo que haber ocurrido en sábado, porque de
otro modo no tendría razón la mención del "camino de un día de
reposo". Sin embargo, esta
conclusión no es necesaria. Es probable que la ascensión ocurriera un jueves
(ver Nota Adicional de Mat. 28).
13. Aposento alto. Este aposento alto no estaba en el templo (Luc. 24:53), donde los discípulos aún rendían culto a Dios (cf. Hech. 3:1), sino en el piso alto de una casa particular, en un lugar privado (ver com. Mat. 26:18; Mar. 14:15; Luc. 24:33; Juan 20:19).
Pedro. Con referencia a la lista de los apóstoles, ver com. Mat. 10:2-5; Mar. 3:13-19.
14. Perseveraban unánimes. Es notable el contraste con el
espíritu de rivalidad manifestado durante la última cena (Luc. 22:24). ¡Cuán
diferente por su calma y solemne gozo fue este período de espera! Aquí comenzó
el espíritu de unanimidad que dio resultados tan maravillosos pocos días más
tarde (Hech. 2:1,41).
En oración. Gr. t' proseuj', "en la
oración". Estas palabras pueden interpretarse por lo menos en dos formas:
(1) "en oración", o (2) "en el lugar de oración", sentido
que tienen las mismas palabras en otro pasaje (cap. 16:16). Algunos
comentadores sugieren que los discípulos no permanecieron siempre en el
aposento alto, sino que iban de vez en cuando al templo, y que tales visitas
están incluidas en el significado de Luc. 24:53: "y estaban siempre en el
templo".
Y ruego. La evidencia textual establece
(cf. p. 10) la omisión de estas palabras. Sin embargo, permanece el hecho de la
unanimidad en la oración de los discípulos. Durante los días antes de
Pentecostés, los 120 (vers. 15) reverentemente suplicaron que se cumpliera la
promesa de que vendría el Espíritu, el Consolador (Juan 14:16), con poder
(Hech. 1:8) "dentro de no muchos días" (vers. 5; cf. HAp 29-30). Este
texto contiene una excelente fórmula para la oración eficaz: (1) el pedido:
oraron; (2) la perseverancia: continuaron orando; (3) la unanimidad: oraron con
un mismo espíritu. Ver com. Mat. 18:19-20; Luc. 18:1-8.
Con las mujeres. Literalmente "con
mujeres", lo cual podría referirse a las esposas de los hombres allí
reunidos. Esta interpretación se apoya en el hecho de que "María, la madre
de Jesús", que no era la esposa de ninguno de los presentes, se menciona
en otro lugar. Sin embargo, la interpretación más común es que estas mujeres
eran las que servían a Jesús, entre las cuales estaban María Magdalena, Juana,
Susana, y "muchas otras" (ver Nota Adicional de Luc. 7; com. Luc. 8:23).
María. Esta
referencia a la madre de Jesús es muy significativa. Su relación especial con
el Señor que acababa de ascender justifica que se la mencione en forma
especial; pero no se le asigna ninguna preeminencia
indebida.
En esta ocasión -la última vez
que se menciona en las Escrituras- María es una de las personas que se ha unido
para perseverar "unánimes en oración y ruego". Las leyendas que se
refieren a su vida posterior y a su posición después de muerta, no tienen base
ni bíblica ni histórica.
Sus Hermanos. Jacobo, José, Simón y Judas (Mat. 13:55; ver com. Mat. 12:46; Mar. 6:3). Ellos se habían distanciado de Jesús (Juan 7:5; DTG 413-415), y no se los menciona entre los que se reunieron junto a la cruz (Juan 19:25-27).
Pero las escenas finales de
la vida terrenal de Jesús los habían convertido, y ahora formaban parte de sus
discípulos. De Simón y de José no se sabe más nada; pero Jacobo probablemente
llegó a ser dirigente en la iglesia (ver com. Hech. 12:17; cf. Hech. 15:13; 1
Cor. 15:7; Gál. 1:19; t. V, p. 73); y muchos piensan que fue el autor de la
Epístola de Santiago (ver Introducción a la Epístola de Santiago, t. Vll). Judas
quizá fue el autor de la breve epístola que lleva su nombre (ver com. Mar. 6:3;
Introducción a la Epístola de Judas, t. VII).
15. En aquellos días. Entre la ascensión y Pentecostés. La ascensión ocurrió 40 días después de la resurrección (vers. 3).
Por lo
tanto, quedaban diez días hasta Pentecostés, el día quincuagésimo, el día de la
fiesta de las semanas (ver com. Lev. 23:16; Hech. 2: 1). Cf. t. V, p. 223.
Pedro. Con referencia a su llamamiento,
posición y carácter, ver com. Mar. 3:14-16. Las lecciones que había recibido de
Jesús (Luc. 22:32; Juan 21:15-17; DTG 752-754) ahora daban buen fruto. Sus
dones naturales habían sido santificados por la conversión, y surge ahora como
un dirigente de la iglesia. Pero en su liderazgo no hay nada dictatorial. Estimula
a sus hermanos a la acción concertada, y las decisiones subsiguientes proceden
de todo el grupo y no de un hombre. Desempeña un papel prominente en los asuntos
de la iglesia primitiva. Su sermón en el día de Pentecostés es el único que se
registra (Hech. 2:14-40); otros sermones suyos también reciben mención
específica (cap. 3:12-26; 4:8-12; 10:34-43). El, junto con Juan, hace el primer
milagro de curación que se registra en Hechos (cap. 3:1-11); su don de hacer
milagros se menciona en forma especial (cap. 5:15; 9:32-41), y cumple el papel
principal en la reprensión de Ananías y de Safira (cap. 5:3-11). No hay duda de
que desempeñó una posición destacada en la iglesia primitiva; pero desaparece
del relato de Lucas después del cap. 15:7, y a partir de entonces éste concentra
la atención en Pablo. Con referencia a la supuesta supremacía de Pedro, ver
com. Mat. 14:28; 16:16-19.
Los hermanos. Estos hermanos no son únicamente
los hermanos de Cristo (Hech. 1:14), pues había como 120 personas
presentes. Es evidente que fue una
reunión formal, convocada para elegir al duodécimo apóstol en reemplazo de
Judas Iscariote.
Ciento veinte. La palabra "como" indica que se trataba de un número aproximado; sin embargo, el grupo era suficientemente grande para constituir un cimiento firme de la joven iglesia en Jerusalén.
El número no incluye a todos los que habían creído, porque "más
de quinientos hermanos" habían visto a Jesús después de su resurrección (1
Cor. 15:6).
16. Varones hermanos. Algunos han sugerido que Pedro se
dirigió específicamente a los hombres reunidos, y que sólo ellos participaron
en la elección del duodécimo apóstol.
Era necesario que se cumpliese. No se trata de que los
acontecimientos fueron dispuestos para que coincidieran con las Escrituras,
sino que las Escrituras, inspiradas por el Espíritu Santo, predijeron los
acontecimientos. Mateo emplea muchas veces citas del AT de la misma manera (ver
com. Mat. 1:22).
La Escritura. La Escritura que se cita en el
vers. 20. Nótese cómo, desde su mismo comienzo, la iglesia apostólica basó su
autoridad en el AT.
Espíritu Santo. Pedro revela ahora la convicción
de los discípulos en cuanto a la inspiración de los salmos de David. Creían que
David había hablado (o escrito) como portavoz del Espíritu. Esta enseñanza
concuerda con 2 Tim. 3:16 y 2 Ped. 1:21.
Judas. Nótese la manera en que el
apóstol aplica la Escritura. El ve el cumplimiento del suceso de acuerdo con la
predicción de la Escritura, y lo aplica categóricamente a una persona: a Judas,
aunque David no menciona el nombre del traidor.
Que fue guía. O "que llegó a ser
guía" (ver com. Mat. 26:3,14,47). ¡Qué cambio tan terrible! El que había
sido ordenado para guiar a los hombres a Cristo a fin de que fueran salvos,
prefirió guiar a los hombres a Cristo para que el Salvador fuera destruido. Sin
embargo, nótese la delicadeza con la cual se describe a Judas. A pesar del
horror que Pedro y los otros apóstoles deben haber sentido, no hay
recriminaciones. Deja el juicio de Judas en las manos de Dios.
17. Era contado con nosotros. Había sido del grupo apostólico
(Mat. 10:4; Mar. 3:19; Luc. 6:16). No hay registro alguno de que fuera llamado
como discípulo; se ofreció para ser uno de los doce (DTG 260-261).
Tenía. Mejor "obtuvo un puesto" (BJ). Se destaca el hecho de que Cristo lo aceptó como discípulo. Parte. Gr. kl'ros, "suerte", "porción", "parte". De esta palabra deriva "clero".
Este ministerio. Gr diakonía, "servicio", "ministerio", y más tarde "diaconado".
Quienes trabajaron en la iglesia primitiva sintieron profundamente la responsabilidad del ministerio (diakonía) del Evangelio (Hech. 12:25; 20:24; 1 Cor. 16:15; Col. 4:17; 2Tim. 4:5).
18. Adquirió. Es posible que los vers. 18 y 19
sean la explicación de Lucas intercalada en el discurso de Pedro. Difícilmente
habría necesitado Pedro dar a los 120, detalles acerca de la muerte de Judas. No
es necesario deducir de este relato que Lucas creía que Judas había comprado el
"campo de sangre" antes de morir. Con el dinero mal habido de Judas
se compró el campo, y su sepultura allí fue la recompensa de su iniquidad. El
registro de Mateo es explícito: Cuando Judas vio que Jesús había sido condenado
a ser crucificado y no hacía ningún esfuerzo por salvarse, sintió remordimiento
por su traición. Devolvió las treinta piezas de plata a los sacerdotes con
quienes había hecho su infame trato, y luego se ahorcó. Con ese dinero los
principales sacerdotes compraron el campo del alfarero -donde se tiraban los
desechos de las alfarerías-, y allí enterraron a Judas. Por causa de esto, o
debido a que el dinero era el precio de "sangre inocente", el lugar
fue llamado "campo de sangre" (ver com. Mat. 27:3-10; DTG 669-670). La
diferencia entre los relatos de Mateo y de Lucas es asunto de retórica, no de
hechos. Todo lo que recibió Judas como recompensa fue una vergonzosa sepultura
en un campo baldío.
Cayendo de cabeza. Se ha sugerido que las palabras
que así se traducen podrían haber significado "hinchado"; pero la
evidencia es insuficiente para apoyar tal traducción. Judas, que quizá fue el
discípulo que tuvo más ambición personal, había procurado alcanzar altos
niveles de poder mundanal identificándose con el reino que creía que Jesús
establecería sobre la tierra. Su horrible muerte parece señalar en forma
notable los trágicos resultados de una ambición tal. En vez de alcanzar las
alturas a las cuales traicioneramente ambicionaba, "cayendo de
cabeza", pereció.
19. Fue notorio a todos. A medida que se divulgó el relato
de la traición de Judas y su suicidio, probablemente influyó en la gente de
Jerusalén en favor de Cristo, porque comprendió que él había sido la víctima de
las intrigas sacerdotales y de la traición de un discípulo. Además, las escenas
de la crucifixión habían sido vistas por las multitudes (Luc. 23:27,35; Juan
19:19-20; DTG 690, 720-723). Los que resucitaron después del gran terremoto, se
aparecieron a muchos (Mat. 27:52-53; DTG 730). Los acontecimientos que rodearon
el sacrificio de Cristo en favor de los pecadores no ocurrieron en secreto; no se
ocultaron en un rincón (Hech. 26:26).
Se llama. Algunos han sugerido que la forma
verbal traducida "se llama", proporciona una evidencia natural de que
Lucas escribió el libro de Hechos antes de la destrucción de Jerusalén en el
año 70 d. C., pues luego de esto los nombres de los lugares, salvo los más
significativos, se perdieron en gran medida.
Su propia lengua. Mejor "su propio dialecto
[dialéktos]". Esto sugiere que el arameo no era la lengua de Lucas y que
no era judío.
Acéldama. Una transliteración a través del
griego de las palabras armaras jaqel dema, "campo de sangre". La
tradición asocia el lugar con Hakk ed-Dumm, en la orilla sur del valle de
Hinom, al sur de Jerusalén (ver com. Mat. 5:22). En el campo comprado con las
treinta piezas de plata se sepultaba a los extranjeros que no tuvieran
parientes o amigos que los enterraran (Mat. 27:6-10; cf. Zac. 11:12-13).
20. Está escrito. Debe notarse y mantenerse la
relación con el vers. 17. Después de la explicación de los vers. 18-19, Pedro
cita Sal. 69:25 (de la LXX, con ligeras modificaciones) y Sal. 109:8 (también
de la LXX). El Sal. 69 incluye imprecaciones sobre los enemigos de David, pero
también declaraciones proféticas que se refieren al Mesías, como puede verse en
los vers. 7-21. El vers. 25 es mayormente una maldición sobre los enemigos de
David, y por extensión sobre los del Mesías; por lo tanto, puede aplicarse a
judas. El Sal. 109 también es imprecatorio, con palabras aún más ásperas que el
otro; y el vers. 8 es un ruego para que el enemigo aludido, al cual se maldice,
tenga una vida corta y sea quitado de su cargo (ver com. Sal. 69; 109). Judas y
sus terribles acciones concuerdan con lo que se describe en estos salmos, y su
merecida suerte corresponde con la de los enemigos que se describen en estos
pasajes. Este es un tipo de exégesis empleado con frecuencia en el NT para
interpretar y aplicar el AT (cf. 1 Ped. 1:10-11; cf. com. Deut. 18:15). Pedro
ha tomado la cita y la ha aplicado al campo que judas compró (ver com. vers.
18), previendo que no sería habitado.
Tome otro su oficio. El apóstol emplea Sal. 109:8 como
autoridad para la elección de otro que ocupara el lugar dejado vacante por
judas.
21. Es necesario. Gr. dei, "es necesario"
(cf. vers. 16). Parece que Pedro pensaba que se debía mantener el número
original de discípulos. Sin duda, los apóstoles tenían el concepto de que el
número 12 representaba plenitud, siguiendo el ejemplo de las 12 tribus de
Israel. En verdad, se les había prometido 12 tronos desde los cuales gobernarían
a las tribus (Mat. 19:28), promesa que recuerda las 12 estrellas en la corona
de la iglesia (Apoc. 12:1), y los 12 cimientos de los muros de la nueva
Jerusalén, donde están inscritos los nombres de los 12 apóstoles (Apoc. 21:14).
Jesús había ordenado un grupo de 12 de los cuales se había perdido uno. Pedro
pensó que era necesario tener el número completo para dar testimonio
concerniente a todos los aspectos de la vida y de las obras del Señor. Delante
de los apóstoles había una gran tarea, y se necesitaba el número completo de
testigos para llevarla a cabo. El número de los 12 fue discontinuado cuando
Jacobo murió como mártir alrededor del año 44 dC. (cap. 12:2); pero no hay
registro alguno de que se hubiera nombrado a otro para reemplazarlo.
Estos hombres. Parece que entre los creyentes
había más de un individuo que tenía las cualidades imprescindibles para ser el
sucesor de Judas, pero sólo uno fue escogido.
Han estado juntos con nosotros. Pedro describe aquí las
cualidades que se deseaba que tuviera el candidato. Debía haber estado con los
discípulos durante el ministerio terrenal del Señor, desde los días de Juan el
Bautista hasta el día de la ascensión de Cristo.
Entraba y salía. Hebraísmo para referirse a las
actividades diarias, como las que Jesús había compartido con sus discípulos.
22. Comenzando. Compárese con el
"principio" de Mar. 1:1.
Bautismo de Juan. Podría referirse a los días
cuando Juan bautizaba y predicaba, o al día específico cuando bautizó a Jesús.
Uno sea hecho testigo. O "sea constituido
testigo". Con referencia al testimonio que debería dar, ver com. vers. 8.
Se destaca el testimonio del hecho histórico de la resurrección (ver com. Luc. 24:48).
23. Señalaron. Es probable que quienes hicieron
este señalamiento fueran los 120, aunque el contexto inmediato de los vers.
21-22 posiblemente podría sugerir que sólo fueron los once apóstoles.
Señalaron a dos. Gr. ést'san dúo, lo cual podría
traducirse como "pusieron a dos delante" o "se pusieron de pie
dos". En el primer sentido, se entendería que José y Matías fueron
propuestos por los discípulos como candidatos para los cuales podía echarse
suerte. Si se entiende en la segunda forma, indicaría que cuando Pedro hubo
presentado cuáles eran las cualidades necesarias para que un hombre ocupara el
puesto de Judas, preguntó si había entre los presentes alguien con esas
cualidades, y José y Matías se pusieron de pie.
José. Nombre común judío (ver com. Gén. 30:24).
Barsabás. Gr. barsabbás, transliteración
del arameo, quizá de bar shabba, sea, "hijo del sábado", es decir,
uno nacido en sábado; o de bar Ñeba' o bar sa'b<, ambos de significado
dudoso. Algunos han tratado de identificar a este Barsabás con Bernabé, el
levita de Chipre que fue compañero de Pablo (cap. 4:36; 9:27; 11:22,24), pero
no hay base bíblica para hacerlo. Es posible que fuera el hermano de Judas
Barsabás mencionado en otro pasaje (cap. 15:22).
Justo. Un apellido latino. En los
tiempos de los romanos muchos judíos adoptaron tales apellidos.
Matías. Quizá una forma abreviada de
Matatías, que deriva del Heb. Mattithyah, "don de Jehová". Fuera del
vers. 26 no se lo menciona más en el NT, ni tampoco hay ninguna tradición
fidedigna en cuanto a su vida posterior. Eusebio (Historia eclesiástica i. 12.3;
iii. 25.6) lo incluye entre los setenta, y menciona el evangelio apócrifo que
se le atribuía. Se dice que murió como mártir en Etiopía o en Judea (p. 38).
24. Orando. ¡Qué oración debe de haber sido
esa, la cual brotaba pura de una fe sencilla y perseverante! La joven iglesia
recurría espontáneamente a la oración en cada momento de dificultad. No lo
hacían sólo por hábito, aunque el hábito era bueno; ni tampoco como un ritual,
porque aún no habían organizado la liturgia de la iglesia, sino porque a los
apóstoles les parecía que era tan natural hablar por medio de la oración con su
Señor celestial como lo habían hecho cara a cara con Jesús en la tierra. Así
debería haber ocurrido siempre en las vicisitudes de la iglesia, y así también
debería ocurrir hoy.
Señor. Puesto que Jesús había instruido
a sus discípulos que debían dirigir sus pedidos al Padre en su nombre, es
decir, el de Jesús, debe suponerse que aquí el nombre Señor se refiere al
Padre.
Conoces los corazones. Cf. 1 Sam. 16:7; Sal. 139:1-4;
Juan 2:25.
Muestra. Los 120 habían recurrido a su
mejor criterio al proponer los nombres de Barsabás y de Matías. Ahora pidieron
al Señor que hiciera la decisión final.
25. Parte. La evidencia textual (cf. p. 10)
favorece el texto "el lugar".
Este ministerio y apostolado. Los apóstoles estaban plenamente
conscientes de la dignidad espiritual de su llamamiento (ver com. vers. 17).
Cayó... por transgresión. Mejor "que judas
desertó" (BJ) o "se apartó", o "se desvió", como rezan
otras versiones.
Su propio lugar. "Adonde le correspondía"
(BJ). Se le pedía al Señor que escogiera a uno para reemplazar al que había
preferido la apostasía y había hallado "su propio lugar" en el
desastre y la muerte. Tal lugar pertenecía a judas por su propia elección. Los
acontecimientos habían probado lo que el Señor ya había previsto (Juan 6:70-71;
13:2,21,26): que a judas no le correspondía un lugar entre los doce.
26. Les echaron suertes. Podría entenderse de dos formas: (1) que el grupo echó suertes por los dos, o (2) que los candidatos mismos echaron suertes. No importa cuál fuera el método empleado, fue elegido Matías.
Los judíos del AT conocían bien el método de echar suertes como algo habitual para tomar decisiones: (1) para escoger los machos cabríos en las muy significativas ceremonias del día de la expiación (Lev. 16:5-10); (2) para distribuir la tierra de Canaán entre las tribus (Núm. 26:55; Jos. 18:10), y al volver del exilio (Neh. 10:34; 11:1); (3) para determinar casos de crímenes en los cuales había duda (Jos. 7:14, 18; 1 Sam. 14:41-42); (4) para elegir los combatientes para una batalla (juec. 20:8-10); (5) para designar a uno que debía ocupar un puesto de jerarquía (1 Sam. 10:19-21); y (6) para designar las ciudades de los sacerdotes y levitas (1 Crón. 6:54-65).
En 1 Cron.
Hasta donde lo indica el
registro, se aceptó sin discusión la propuesta de Pedro de que se usara el
método de echar suertes. Parece que
después de Pentecostés, la dirección directa del Espíritu Santo hizo que el
echar suertes estuviera de más (Hech. 5:3; 11:15-18; 13:2; 16: 6-9). En la iglesia
posterior a los apóstoles hay un caso en donde se usó el echar suertes para
elegir a un obispo en el tercer canon del Concilio de Barcelona, España, en el
año 599 d.C.
Fue contado. Del Gr. sugkataps'fízomai, de
sun, "con", katá, "abajo", y ps'fos,
"piedrecita". Se refiere al antiguo método de elegir a una persona
echando una piedrecita en una urna. Puede traducirse "fue designado",
"fue elegido por votación".
Con los once. A los ojos del mundo Matías había
ocupado una posición muy modesta: ser uno de los dirigentes de un
insignificante grupo de humildes personas que pronto serían perseguidas. Pero
para los creyentes, la posición a la cual Matías había sido comisionado
representaba inconmensurables posibilidades para el futuro. No hay razón para
negarle a Matías su dignidad como sucesor de Judas en el cuerpo apostólico. Si
alguien afirma que no se dice nada en la Biblia en cuanto a la obra posterior
de Matías, recuérdese que tampoco se menciona nada de la obra posterior de
Andrés, Felipe (el Felipe del cap. 8 era el diácono), Tomás, Bartolomé, Mateo,
Jacobo el menor, Simón Zelote, y Judas Lebeo Tadeo.
No se registra que los discípulos
hubieran impuesto las manos a Matías (cf. cap. 6:6; 13:3). Evidentemente la iglesia creía que el
Espíritu Santo había demostrado su aprobación en la elección mediante suertes.
En esta elección de Matías tenemos importantes y antiguas evidencias de
organización eclesiástica: (1) una reunión oficial de creyentes, (2) el tratar
un importante asunto eclesiástico, (3) la decisión y su ejecución. La iglesia
estaba organizada y ahora aguardaba el poder divino.
Algunos hacen de Pablo el duodécimo
apóstol. Sin embargo, aunque Pablo se llamó a sí mismo apóstol vez tras vez (Rom.
1:1; 1 Cor. 1:1; 2 Cor. 1:1, y en otras epístolas), nunca pretendió ser uno de
los doce, ni se lo designa de esa manera en ninguna parte. En verdad, reconocía
y destacaba que ser de los doce era una distinción (1 Cor. 15:5-8). Decía
claramente que no había recibido su conocimiento del Evangelio de los doce (Gál.
1:11-12, 15-19), y siguió un programa diferente al de ellos (Rom. 15:20-21). En
PE 199 y HAp 84 se afirma que Pablo ocupó el lugar de Esteban. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
14. EC 101. LA OBEDIENCIA a
cada palabra de Dios es otra de las condiciones del éxito. Las victorias no
se obtienen por ceremonias u ostentación sino por la sencilla obediencia al supremo
General: Jehová, Dios de los cielos. El que confía en este Jefe, jamás sabrá lo
que es derrota. La derrota proviene de depender de los métodos humanos, de las
invenciones humanas, relegando lo divino a un segundo lugar. La
obediencia fué la lección que el Capitán de las huestes del Señor trató de
enseñar a los vastos ejércitos de Israel; obediencia a cosas en que ellos no
podían ver éxito. Cuando se preste obediencia a la voz de nuestro Jefe,
Cristo dirigirá sus batallas en forma que ha de sorprender a los mayores
poderes de la tierra.
Somos soldados de Cristo y se espera de los que se
alisten en su ejército que lleven a efecto trabajo dificultoso, trabajo que
exigirá el máximo de sus energías. Debemos comprender que la vida de un [101]
soldado es una vida de lucha agresiva, de perseverancia y de aguante. Por
Cristo, hemos de soportar pruebas. No estamos empeñados en batallas simuladas.
Tenemos que hacer frente a los adversarios más poderosos, por cuanto “no
tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra
potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra
malicias espirituales en los aires”. Efesios 6:12. Tenemos que encontrar
nuestra fortaleza precisamente donde la hallaron los primeros discípulos: “Todos
éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la
madre de Jesús, y con sus hermanos”. “Y como hubieron orado, el lugar en que
estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y
hablaron la palabra de Dios con confianza. Y la multitud de los que habían
creído era de un corazón y un alma: y ninguno decía ser suyo algo de lo que
poseía; mas todas las cosas les eran comunes”. Hechos 1:14; 4:31,
32.—Testimonies for [102] the Church 6:137-140.
3JT 193. No comprendemos
suficientemente el gran conflicto que pone frente a frente los ejércitos
invisibles de los ángeles buenos y de los ángeles desleales. Los ángeles buenos
y los malos luchan alrededor de cada hombre. No es un conflicto imaginario; no
son batallas simuladas aquellas en que estamos empeñados. Tenemos que hacer
frente a los adversarios más poderosos y nos incumbe decidir quiénes vencerán. Debemos
hallar nuestra fuerza precisamente donde hallaron la suya los primeros
discípulos. "Perseveraban unánimes
en oración y ruego." "De
repente vino un estruendo del cielo como de un viento recio que corría, el cual
hinchió toda la casa donde estaban sentados." "Y fueron todos llenos
del Espíritu Santo." (Hech. 1:14; 2:2, 4).
21-26. 3JT 411-412. En el primer capítulo de los Hechos, se nos dan igualmente instrucciones en cuanto a la elección de los obreros que deben llevar responsabilidades en la iglesia.
La traición de Judas había dejado una vacante en las filas de los apóstoles, y era necesario elegir un reemplazante. Pedro se expresó de esta manera: "Conviene, pues, que de estos hombres que han estado junto, con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entró y salió entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día que fue recibido arriba de entre nosotros, uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías.
Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos,
muestra cuál escoges de estos dos, para que tome el oficio de este ministerio y
apostolado, del cual cayó Judas por transgresión, para irse a su lugar. Y les
echaron suertes, y cayó la suerte sobre Matías; y fue contado con los once
apóstoles." (Hech. 1:21-26.)
Estos pasajes nos enseñan que el
Señor destina a ciertos 412 hombres para ocupar puestos determinados. Enseñará
a su pueblo a usar de circunspección y a elegir juiciosamente a hombres que no
traicionarán los cometidos sagrados. Si en los días de Cristo era necesario que
los creyentes usasen de prudencia para la elección de los hombres que habían de
asumir las responsabilidades, cuánto mayor será en este tiempo nuestra
necesidad de obrar con gran discreción.
Debemos presentar a Dios cada caso, y en oración ferviente pedir al Señor
que elija por nosotros.
Ministerio Hno. Pio
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