Juan 4. Retiro temporario de Judea. Vers. (1-26) Cristo habla con la samaritana, y se manifiesta a ella. (27-30) Sus discípulos se maravillan de que hablara con la mujer, (31-38) y él les manifiesta su celo por la gloria de Dios. (39-42) Muchos samaritanos creen en él. (43-54) Viaja a Galilea, y en Capernaúm sana al hijo de un oficial.
1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan 2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), 3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
4 Y le era necesario pasar por Samaria. 5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo Judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
10 Respondió Jesús
y le dijo: Si conocieras el don de Dios,
y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua
viva.
11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. 16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.
17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el
Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
27 En esto vinieron sus
discípulos, y se maravillaron de que
hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué
hablas con ella?
28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32 El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer?
34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.
41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
43 Dos días después, salió de allí y fue a Galilea. 44 Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra. 45 Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta.
46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47 Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir.
48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis. 49 El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52 Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53 El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. 54 Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea. (Juan 4).
EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO 1-28.
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EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS 1-16
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EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS 1-24
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1. El Señor. [La mujer samaritana, Juan 4:1-42.] Si bien algunos MSS dicen "Señor", la
evidencia textual se inclina por la variante (cf. p. 147) "Jesús".
Los fariseos habían oído. Los fariseos se aprovecharon de
los celos de los discípulos de Juan, ocasionados por la creciente popularidad
de Jesús, y abrigaban la esperanza de crear disensiones entre Juan y Jesús, y
perjudicar de esa manera los esfuerzos de ambos. Ver com. cap. 3:25.
Más discípulos. Ver com. cap. 3:26,30. Es obvio
que Juan estaba todavía predicando y bautizando, y que aún no había sido
encarcelado.
2. Jesús. "Jesús mismo" (BJ).
Al aceptar personalmente el
bautismo de manos de Juan, Jesús había aprobado el rito al declarar: "Así
conviene que cumplamos toda justicia" (Mat. 3:15).
Además, los discípulos de Jesús
realizaban el rito bajo su dirección (Juan 3:22; 4:1). No se nos dice por qué
Jesús mismo no bautizaba. Quizá tuvo el propósito de evitar que se creara en la
mente de algunos la idea de que tenían una autoridad superior en la iglesia
porque habían sido bautizados por Cristo personalmente. Comparar con la
disensión acerca de los respectivos méritos del bautismo realizado por Jesús y
por los discípulos (ver com. cap. 3:22; 4:1-3).
La siguiente mención del bautismo
se relaciona con la comisión evangélica de Mat. 28:19-20. Jesús puede haber
interrumpido por un tiempo el rito debido a los conflictos que ocasionaba.
3. Salió de Judea. Esto fue en torno del mes de diciembre
de 28 d. C. o enero de 29dC. La razón para este retiro transitorio de Judea
fue para evitar conflictos inútiles con los fariseos por un lado, y con Juan y
sus discípulos por el otro. La decisión de salir de Judea no fue movida por el
temor sino por la prudencia (cf. Mat. 10:23). Hay un estudio del marco
cronológico de este retiro de Judea en la Nota Adicional, com. Luc. 4.
Otra vez a Galilea. En cuanto a la visita anterior a Galilea, ver cap. 2:1-12.
4. Por Samaria. La ruta directa a Galilea pasaba
por Samaria. Sin embargo, debido a la enemistad entre los judíos y los
samaritanos, los peregrinos galileos que viajaban a Jerusalén para las grandes
fiestas nacionales preferían dar un rodeo yendo por el valle del Jordán (ver Luc.
9: 51-52; com. cap. 2:42).
En ese tiempo, Samaria y Judea eran una unidad política administrada por un procurador romano, Poncio Pilato (ver pp. 47, 69). Acerca de los samaritanos, ver t. III, p. 70; t.V, pp. 20, 47; com. 2 Rey. 17:23-34.
5. Sicar. Quizá la moderna Askar. La designación
"ciudad" comúnmente se usa en los Evangelios tanto para pueblos
pequeños como para ciudades más grandes.
Heredad. Ver Gén. 33:19; 48:22; Jos. 24:32.
6. Pozo de Jacob. Este pozo se encuentra como a 1 km
al sur de la aldea de Askar. Ningún sitio relacionado con la vida de Jesús se
ha identificado con mayor certidumbre que este pozo, que todavía proporciona
agua fresca a quienes llegan hasta la cripta de la antigua iglesia griega al
pie del monte Gerizim, donde se encuentra el pozo.
Las numerosas vertientes que hay
en la región hacen que parezca extraño que alguien se tomara la molestia de
cavar un pozo. Pero Jacob era forastero y quizá cavó el pozo para evitar una
contienda por el uso de agua (cf. Gén. 26:17-22).
Cansado. Quizá Jesús y los discípulos habían estado en
camino desde el alba, y tal vez habían viajado unos 25 ó 30 km.
Juan con frecuencia menciona las emociones y limitaciones físicas de Jesús como un hombre entre los hombres (cap. 1:14; 11:3,33,35,38; 12:27; 13:21; 19:28; ver com. cap. 4:7). Jesús nunca realizó un milagro para satisfacer sus necesidades personales o para mitigar sus malestares provocados por la sed o el hambre (ver com. Mat. 4:3,6).
La hora sexta. No se sabe con certeza qué cómputo de tiempo usaba
Juan (cf. cap. 1:39; 4:52; 19:14). Sin embargo, generalmente se piensa que
"la hora sexta" sería el medio día (DTG 155).
Si hubiese sido al anochecer,
probablemente Jesús hubiera acompañado a los discípulos a Sicar o hubiera
proseguido a Siquem, un poco más lejos, a fin de buscar albergue para la noche.
La mañana y el atardecer eran
también los momentos cuando se sacaba agua, y sin duda otros estaban junto al
pozo.
7. Una mujer de Samaria. Es decir, una mujer de estirpe
samaritana (ver com. vers. 4), no una mujer de la ciudad de Samaria, que estaba
a más de dos horas de distancia.
Dame de beber. Es reconfortante saber que Jesús, al igual que
nosotros, experimentó sed, hambre, cansancio y dolor (ver com. vers. 6). Se
hizo uno con nosotros a fin de socorrernos en cualquier circunstancia que pudiera
suscitarse (ver com. cap. 1:14).
El proceso para ganar a la mujer de Samaria merece el más cuidadoso estudio de todos los que se proponen ganar a otros para Cristo.
Hubo cuatro etapas principales en este proceso: (1) Despertar el deseo de algo mejor, vers. 7-15. (2) Despertar la convicción de una necesidad personal, vers. 16-20. (3) La exhortación sobre una decisión de reconocer a Jesús como el Mesías, vers. 21-26. (4) El estímulo a una acción apropiada para la decisión, vers. 28-30, 39-42. Hay un comentario detallado e inspirador de los pasos en cada una de las etapas del proceso en com. vers. 7, 16, 21, 28.
Jesús llamó la atención de la
mujer con el pedido: "Dame de beber". Su sorpresa es evidente en la
respuesta-pregunta del vers. 9: "¿Cómo tú ...?" Habiendo conseguido
así su atención por completo, Jesús despertó su interés con el ofrecimiento del
"agua viva" (vers. 10). La reacción de ella aparece en las preguntas
"con qué" sacaría un agua tal (vers. 11), y si pretendía ser
"mayor" que Jacob, que había cavado el pozo (vers. 12). Partiendo de
la atención y el interés, Jesús la indujo a desear el "agua viva",
declarando que el que bebe de ésta "no tendrá sed jamás" (vers. 14). La
mujer respondió con el pedido: "Señor, dame esa agua" (vers. 15),
aunque no comprendía bien todavía lo que estaba pidiendo.
8. La ciudad. Sicar, aproximadamente a 1 km en el camino hacia
Siquem.
9. ¿Cómo tú? El odio racial mantenía tan alejados a los judíos y a los samaritanos, que ambos procuraban no tener ningún contacto social. En cuanto al origen de los samaritanos, ver com. 2 Rey. 17:23-29; y en relación al origen de la antipatía entre los judíos y los samaritanos, ver t. III, p. 70; com. Esd. 4:1-3,17-23; Neh. 2:10; 4:1-2.
Un
relato de esa época que se ocupa de las dificultades entre judíos y samaritanos
se encuentra en Antigüedades, de Josefo, xx. 6. 2.
No se tratan. Evidentemente, es un comentario explicativo añadido
por Juan para una mejor comprensión de los lectores que no eran judíos, y no una afirmación
de la mujer a Jesús. Si bien en algunos MSS no aparece, la evidencia textual se
inclina (cf. p. 147) por la inclusión de esta frase.
El pedido de Jesús sorprendió a
la mujer. ¿Podía haber algo más extraño que un pedido tal que emanara de un
judío?
10. El don de Dios. Es decir, Jesús mismo, como lo aclara la cláusula siguiente. El no aparentaba ser sino un viajero cansado y sediento, pero el ofrecimiento del "agua viva" superaba lo que la mujer había comprendido. Aunque el pedido de Jesús parecía extraño, había en él algo aún más misterioso.
Lo
significativo en cuanto a Jesús no era que fuera judío, sino que él era, y es,
"el don de Dios" (Juan 3:16; 2 Cor. 9:15).
Quién es. Jesús está por presentarse a la mujer como el
Mesías (vers. 25-26), y aquí, con mucho tacto, la induce a comprender que hay
mucho más implicado que lo que se ve a primera vista. Tácitamente, Jesús le dijo: "Tú puedes
satisfacer mi sed física, pero yo puedo satisfacer la sed de tu alma".
Agua viva. Gr. húdÇr zÇn, "agua fresca", "agua que fluye" o "agua que da vida" (cf. Eze. 47:9). Jesús aquí se refiere a sí mismo (ver Juan 7:37; cf. cap. 6:27, 51).
El profeta Jeremías hablaba de Jehová como
la "fuente de agua viva" (cap. 2:13; 17:13; cf. Isa. 12:3; Apoc.
22:1). La mujer pensó que Jesús se refería al agua de un manantial, en
contraste con el agua comparativamente quieta del pozo. Pero si Jesús tenía acceso al "agua
viva" literal, ¿por qué tenía que pedir de beber?
11. Señor. Gr. kúrios, "Señor", en el sentido
bíblico, o "señor" en su acepción común. Aquí se aplica al segundo
caso, como una expresión de respeto. Algo en la voz y el proceder de Jesús impresionó a la mujer, y su
indiferente "tú, siendo judío" (vers. 9), se transformó en un trato
que reflejaba respeto.
¿De dónde? La mujer todavía pensaba que Jesús hablaba de agua
literal. Pero es obvio que no se refería a ese pozo -de más de 30 m de
profundidad- pues no tenía con qué sacar agua de él.
12. ¿Eres tú mayor? La palabra "tú" es enfática. ¿Quién pretendía ser Jesús? Cf. cap. 8:53. Nuestro padre Jacob. La samaritana pretendía descender de Jacob a través de José, y consideraba que Jacob era el "padre" de los samaritanos, más o menos en la misma forma en que los judíos decían ser hijos de Abrahán (cap. 8:33).
El lugar donde estaban Jesús y la
mujer había sido asignado a los descendientes de José (Jos. 24:32).
14. El que bebiere. Literalmente "quien quiera
que beba [una vez]". Beber una vez del "agua viva" que Jesús
tiene para ofrecer satisfará permanentemente a las almas sedientas (ver com.
cap. 7:38).
Yo le daré. La palabra "yo" es enfática, y establece
un clarísimo contraste entre el "agua viva" y la del pozo de Jacob.
No tendrá sed jamás. Literalmente "no [ou] no
[m'] tendrá sed hasta el siglo [eis ton ai^na]". En castellano, las tres
expresiones ou, m' y eis ton ai^na se concentran en dos palabras:
"no" y "jamás". El griego es mucho más enfático que la
traducción castellana. La expresión eis ton ai^na se traduce "para
siempre" en el cap. 6:51; "eternamente" en el cap. 6:58; 11: 26;
"nunca" en el cap. 8:51-52, y "jamás" en el cap. 10:28. En
cuanto a la palabra griega ai^n, ver com. Mat. 13:39.
En él una fuente. Ahora se ve con claridad que es
figurada el "agua viva" que Jesús ofrecía a la mujer.
Esta agua satisface
la sed que tiene el alma de mejores cosas que las que esta vida ofrece.
Para vida eterna. Gr. eis zÇ'n
aionion (ver com. cap. 3:16). En cuanto
a aionios, en su sentido de "eterno", ver com. Mat. 25:41. El
resultado de beber el "agua viva" (ver com. Juan 4:10) es una vida
que nunca termina.
15. Dame esa agua. Al fin, vislumbrando apenas lo
que Jesús tenía para ofrecerle, la mujer respondió ávidamente a las promesas
del vers. 14, que si bebía del "agua viva", "jamás" tendría
"sed" y ciertamente tendría "vida eterna". Sin embargo,
todavía vinculaba el ofrecimiento de "agua viva" con el agua literal,
pensando que una vez que hubiera logrado el "agita viva", no
necesitaría más hacer sus viajes diarios al pozo de Jacob. Quizá pensaba que el
"agua viva" era sólo para ella y que todavía necesitaría sacar agua
para su "marido" (vers. 16).
Pero como Jesús se apresuró a
explicar, esa "agua viva" atañía tanto a su esposo como a ella.
16. Llama a tu marido. Habiendo despertado plenamente el
deseo del "agua viva" (vers. 15), súbitamente Jesús cambió el tema de
la conversación. Su propósito (vers. 16-20) fue despertar en la mujer una
convicción de su desesperada necesidad de esa agua (ver com. vers. 7). Hizo eso
enfocando la atención en los secretos de la vida de ella.
La mujer no estaba
todavía lista para recibir el "agua viva" que pedía sin darle
importancia (4:15). En primer lugar, había aguas de pecado estancadas que
debían ser eliminadas. La antigua vida de pecado debía morir antes de que
pudiera comenzar la nueva vida de rectitud. Las dos no pueden coexistir lado a
lado (cf. Sant. 3:11-12).
Pero la mujer rechaza el escudriñamiento que Jesús
hace de su vida, negando que tuviera esposo. Prefiere no ocuparse de asuntos
privados con un extraño.
Jesús reconoce la exactitud de su afirmación (vers. 17), demuestra que conoce mucho más en cuanto a ella de lo que ella ha estado dispuesta a revelar (vers. 18).
Así la convence de que él es profeta (ver com. vers. 10)
y de que ella es una gran pecadora. Hábilmente, ella elude la estocada más
directa desviando la conversación acerca de ella, para ocuparse de nuevo de Jesús
(vers. 19), y para tratar después de religión en general (vers. 20).
Como toda alma cuyo error o
pecado queda manifiesto, trata de escapar.
Tratar de desviar la conversación de una verdad
desadable a temas religiosos discutibles o baladíes, demuestra que existe la
convicción de que será necesario un cambio de conceptos y de vida. Se realizan
desesperados esfuerzos para evadir la verdad o para buscar pretextos a fin de
ignorarla o rechazarla.
Sin embargo, lo que se necesita
no es aclarar los puntos suscitados para un debate. Jesús no perdió tiempo en
analizar su condición de "profeta" o dónde debía rendirse culto. Más
bien, con sencillez llamó la atención de la mujer (1) hacia el espíritu del
verdadero culto, y (2) hacia sí mismo como el Cristo.
Estos son los
mismos puntos de que deben ocuparse los hombres hoy para que lleguen a una
decisión (ver com. vers. 21).
17. No tengo marido. Este fue el primer intento de la
mujer para mantener ocultos los secretos de su vida. (ver com. vers. 16).
18. Cinco maridos. Entonces Jesús le puso
completamente de manifiesto toda su vida pasada, demostrándole que para él los
secretos de su vida eran un libro abierto (ver com. cap. 1:48). Era una mujer
pecadora que necesitaba muchísimo el "agua viva" que Jesús le ofrecía
generosamente.
19. Tú eres profeta. La mujer evadió que se tratara
acerca de su vida, cambiando el tema de la conversación a un pensamiento sin
implicaciones personales. Si podía lograr que Jesús se ocupara de una disputa
religiosa, se vería libre del bochorno de confesar los tenebrosos hechos de su
vida pasada.
20. Este monte. Es decir, el monte Gerizim, a
cuyo pie están Sicar y el pozo de Jacob.
Los samaritanos habían erigido un templo en Gerizim alrededor del año 432 a. C., pero había quedado en ruinas desde que lo destruyó Juan Hircano alrededor del año 129 a. C. (ver p. 35).
(LA HISTORIA DE ISRAEL (DEL SIGLO IV-NUEVO TESTAMENTO).
PELIGROS PARA LA RELIGIÓN JUDÍA.- Los judíos repatriados durante
el reinado de Artajerjes I quizá conocían las enseñanzas del zoroastrismo,
puesto que ésa era la religión oficial del Imperio
Persa. Probablemente Nehemías y otros caudillos comprendieron la
necesidad de tener cuidado de que el pueblo no confundiera el culto de Jehová
con el de Ahuramazda (Ormuz). Tanto los persas como los judíos
creían que llegaría el día de un gran juicio, cuando el Dios de justicia
vencería al adversario de todo bien, y se daría a los justos una bendita morada
en condiciones diferentes a las actuales. Los persas creían en dos
espíritus opuestos -el justo Ahuramazda y el impío Ahrimán-, y los contraponían
en un dualismo que tendía a igualarlos en poder. Los judíos, con sus
Sagradas Escrituras, hablaban siempre de un Dios eterno y todopoderoso, y muy
poco de un adversario malo y evidentemente inferior, que había sido creado
perfecto (Eze. 28: 14-19), pero que más tarde se convirtió en el autor del
pecado.
UNA
RELIGIÓN RIVAL EN SAMARIA.- Los judíos que
regresaron a Jerusalén encontraron resistencia cuando trataron de establecer
normas de culto diferentes de los conceptos populares de los pueblos
semipaganos que se habían establecido en el país durante el cautiverio (ver t.
II, pp. 943-944; t. III, p. 71). Sanbalat y Tobías pensaban que los
repatriados tenían conceptos estrechos y eran intolerantes, e hicieron todo lo
posible para anular sus planes. Un hijo de Joiada el sacerdote fue
desterrado por Nehemías debido a su casamiento con la hija de Sanbalat. Este
quizá es el Manasés que menciona Josefo (ver com. Neh. 13:28-29), a
quien Sanbalat de Samaria dio la bienvenida y constituyó como sacerdote de un
templo samaritano rival sobre el monte Gerizim. El resultado fue un culto
samaritano rival que se menciona en el Nuevo Testamento (Juan 4:20), y que
todavía sobrevive en Nablús.
EL
DESARROLLO DE LA TRADICIÓN JUDÍA.- Esta
oposición de los samaritanos fue un gran incentivo para el estudio y el
ensalzamiento de la Torah (Torá, Tora, Pentateuco) por parte de los judíos,
quienes comenzaron a practicar rigurosamente todos sus ritos y enseñanzas, y
establecieron sinagogas por todo el país. La lectura de las Escrituras,
presentada en los servicios del sábado, se traducía al arameo o se explicaba en
ese idioma, el cual se había convertido en la lengua del pueblo durante el
exilio (ver t. I, pp. 33-34). Mediante esas explicaciones, los rabinos
guiaban a los laicos en lo que consideraban que eran las interpretaciones
correctas de la Torah. No es extraño que en esas condiciones surgiera
gradualmente un conjunto de interpretaciones tradicionales de las Escrituras,
aunque los dirigentes disintieran entre sí en cuanto a puntos de doctrina y
procedimiento. El nacionalismo judío había despertado, y los impulsó a
estudiar sus libros sagrados; pero poco a poco se confundieron en cuanto al
correcto significado de las Escrituras. En vez de poner a un lado sus
opiniones preconcebidas y de permitir que el Espíritu de Dios los guiara a toda
verdad, cavaron para sí cisternas rotas para beber el error. Así se
pusieron los fundamentos de las interpretaciones erróneas, lo que resultaría en
un complejo conjunto de tradiciones (ver t. V, pp. 97-102). Estos
falsos conceptos finalmente dominaron la 21 religión
judía y prepararon el camino para que rechazaran completamente a Cristo.
LA
TRADICIÓN DE JADÚA Y ALEJANDRO.- Hay
pocos registros referentes a los judíos, correspondientes a los reinados de
Artajerjes II (Mnemón), 405/404-359/358 a. C. y Artajerjes III (Oco),
359/358-338/337, mientras Johanán y Jadúa eran sumos sacerdotes.
Josefo
menciona un hecho relacionado con las conquistas de Alejandro, que, aunque
muchos eruditos no lo consideran histórico, lo presentamos debido a su posible
relación con la profecía de Daniel acerca de Grecia, y porque no es totalmente
imposible si se acepta que el libro de Daniel fue escrito en el siglo VI a. C.
Dice
el relato (Josefo, Antigüedades xi. 8. 4, 5) que Alejandro fue de Tiro a
Jerusalén, en camino a Egipto, y se le mostró la profecía de Daniel
(probablemente cap. 8: 2l); que se impresionó tanto con ella, que concedió
grandes favores a los judíos, y no sólo para ellos sino para todos los de raza
judía en los países que él pudiera conquistar en el futuro (ver t. III, pp.
374-375). Es cierto que Josefo, relacionando a Sanbalat y a Darío III como
contemporáneos, confunde este relato con el del casamiento de la hija de
Sanbalat con un hijo de Joiada (Neh. 13: 28); sin embargo no es imposible que
un tal Jadúa fuera sumo sacerdote en tiempo de Alejandro, y que pudiera haber
ocurrido un hecho tal. Dios podría haber dirigido a Alejandro tan
fácilmente como dirigió a Ciro en los días de Daniel.
Además,
otro hecho indujo a Alejandro a otorgar favores a los judíos. Los caudillos
samaritanos habían quemado vivo al gobernador Andrómaco, a quien Alejandro
había nombrado en Samaria para que administrara toda Celesiria y
Palestina. Cuando Alejandro regresó de Egipto vengó esa atrocidad,
concedió favores a los judíos y les dio cierto territorio fronterizo reclamado
por los samaritanos. 5CBA
LOS JUDÍOS DEL PRIMER SIGLO DE LA ERA CRISTIANA.
SAMARIA.- Samaria estaba
al norte de Judea, en el territorio donde se establecieron las tribus de
Efraín, Manasés occidental y parte de Benjamín. Limitaba al norte con la
planicie de Esdraelón y el monte Gilboa. En su centro estaban los
montes Gerizim y Ebal, a cuyo pie estaba la antigua ciudad de Siquem (cerca de
la actual Nablús), próxima al pozo de Jacob. La ciudad de Samaria, por
mucho tiempo la capital del reino del norte de Israel, estaba a unos pocos
kilómetros más hacia el norte. Samaria era un país de colinas y
fértiles valles. La enemistad entre judíos y samaritanos se originó cuando se
separaron los reinos del norte y del sur (t.II, p. 78), separación que
duró desde la secesión en los días de Jeroboan I, en el año 931 a. C., hasta el
cautiverio de las tribus del norte en 723/ 722 a. C. Los asirios deportaron a
muchos de los israelitas y los reemplazaron con habitantes que eran una mezcla
de pueblos paganos de otras provincias que habían conquistado (2 Rey. 17:
24). Esos pueblos trajeron consigo sus dioses paganos; pero cuando
sobrevino un desastre a esos nuevos colonos, los asirios -movidos por su
superstición- enviaron a Samaria a un sacerdote israelita para que les hiciera conocer
al Dios del país. La mezcla de los israelitas que permanecieron en el país
con los inmigrantes paganos produjo una religión mixta, que era en parte un
culto a Jehová y en parte un ritual pagano.
Cuando los judíos regresaron de Babilonia a Judea, esta mezcolanza religiosa se convirtió en una razón muy poderosa para su odio contra los samaritanos. Casi 48 inmediatamente hubo fricciones entre los dos pueblos (t. III, pp. 71-74, 323-324; ver com. Esd. 4; Neh. 4; 6). Los samaritanos pusieron estorbos para la reedificación de las ciudades judías, y cuando hicieron propuestas de alianza, los judíos las rechazaron terminantemente.
Los samaritanos
establecieron su propio templo en el monte Gerizim como rival al de
Jerusalén. Esta enemistad nunca mejoró. Durante las luchas de los
macabeos, los samaritanos cooperaron con Antíoco Epífanes (p. 32; ver
com. Dan. 11:14). Entre los dos pueblos no había trato social de ninguna
clase (Neh. 2 a 6; Juan 4:9). 5CBA
Donde se debe adorar. Para esa mujer, como para la mayoría
de los judíos y de los samaritanos, la religión consistía esencialmente de
formas relacionadas con el culto. No comprendía todavía que "los
verdaderos adoradores" son los que adoran "al Padre en espíritu y en
verdad" (vers. 23).
21. Mujer, créeme. Este es el único caso del NT en
que se usa la expresión enfática "créeme". Comparar con la solemne afirmación "de
cierto, de cierto" (ver com. cap. 1:51). Jesús solemnemente exhortó a la
mujer a que se olvidara de las formas del culto y de la controversia tradicional
entre judíos y samaritanos en cuanto a dónde debían practicarse esas formas
cultuales.
La hora viene. Cf. vers. 23.
Ni en este monte. El culto divino no se
restringiría a determinada localidad: Judea, Samaria u otro lugar.
Habiendo despertado en la mujer un deseo del "agua viva", cualquiera fuera ésta, y una convicción de que ella la necesitaba
personalmente, Jesús prosiguió conduciéndola al punto de la decisión (vers.
21-27).
Concentró en un punto sus pensamientos dispersos definiendo la verdadera religión (vers. 21-23); le extendió una invitación para que se convirtiera en una verdadera adoradora (vers. 23-24), y luego la llevó al punto de la decisión identificándose como el Mesías (vers. 26), y por lo tanto como alguien que hablaba con autoridad espiritual.
Desbarató por completo sus prejuicios y frustró su intento de evadir la cuestión, aclarando que él no compartía los prejuicios religiosos que separaban a los judíos de los samaritanos. Ambos podían llegar a ser "verdaderos adoradores". Finalmente, no ha de haber sino un "redil" (cap. 10:16).
Ella respondió con una honrada confesión de fe en la
esperanza mesiánica que compartían los samaritanos. Su pronta acción (cap. 4:28-29)
testificó elocuentemente de su decisión.
Aquí Jesús anticipó
el día cuando los judíos dejarían de ser el pueblo escogido de Dios.
Adoraréis. Esto incluye a todos los samaritanos que verdaderamente adoran a Dios.
22. La salvación. La única salvación que hay (Hech.
4:12). La religión de los samaritanos era una combinación de la religión hebrea
apóstata y del paganismo (pp. 20, 47). Los samaritanos tenían el Pentateuco
como su Biblia y se jactaban de ser más ortodoxos que los judíos, pero adoraban
a Dios a ciegas -no sabían lo que adoraban- y por lo tanto lo adoraban "en
vano" (Mar. 7:7).
Dios dispuso en su providencia
que los judíos fueran sus testigos elegidos para las naciones de la tierra (ver
t. IV, pp. 28-32).
https://piopablohuaman.blogspot.com/2020/10/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html
Llegaron a ser el recipiente de la voluntad divina
revelada y los encargados de velar por ella (Rom. 3:1-2; 9:3-5). Por lo tanto,
Jesús afirmó la absoluta superioridad de la religión judía, habiendo ya
aclarado que la superioridad en ninguna forma se relaciona con el lugar del
culto (Juan 4: 21).
La superioridad del judaísmo consistía en que Dios
había elegido al pueblo hebreo para que fuera su representante en la tierra, en
que le había confiado los oráculos divinos y en que el Mesías había de ser
judío (Rom. 9:4-5).
23. La hora viene. La "hora" del vers. 21 -cuando el lugar del culto deja de ser un asunto de importancia- ha llegado ahora. No es necesario proseguir luchando en la huella del pasado. No es necesario esperar algún tiempo futuro para participar del verdadero culto, para recibir el "agua viva".
Jerusalén había sido el lugar señalado para el culto (vers. 21) y
permanecería así durante un corto tiempo más, pero el verdadero culto puede
comenzar "ahora". Lo que importa es cómo se rinde culto y no dónde.
Verdaderos adoradores. Es decir, aquellos cuya adoración
emana del corazón, y no el culto que consiste esencialmente en formas rituales
realizadas en algún lugar particular.
En espíritu y en verdad. Es decir, con toda sinceridad,
con las más excelsas facultades intelectivas y con todo fervor, cuando se
aplican al corazón los principios de la verdad (ver com. Mat. 5:3,48; 7:21-27; Mar. 7:6-9). Jesús dice
que ésta es adoración genuina; todo lo demás es falso. La misma distinción que
aquí se hace entre la adoración verdadera y las formas del culto es claramente
presentada por el profeta Miqueas (cap. 6:7-8).
El Padre . . . busca. El Padre no es un dios remoto que
no se preocupa de sus hijos, sino que se interesa individualmente en ellos
(Isa. 57:15). No sólo acepta a los "verdaderos adoradores", sino que
ansiosamente "busca". a los que estén dispuestos a adorarle "en
espíritu y en verdad", y los anima a que se le acerquen (ver Eze.
18:31-32; Juan 3:16; Hech. 17:24-31; 2 Ped. 3:9). La salvación no es el
resultado de los débiles esfuerzos de los hombres que buscan a un Dios
indiferente, sino de los incansables esfuerzos de un Padre celestial que, con
solícita compasión, busca a sus hijos perdidos (ver com. Mat. 18:12-14; Juan
10:1-21). Juan destaca repetidas veces esta verdad (Juan 3:16; 6:44; 15:16; 1
Juan 4:10). Comparar esto con las parábolas de la oveja perdida, de la moneda
perdida y del hijo perdido (Luc. 15:1-32).
24. Dios es Espíritu. Literalmente "Espíritu el
Dios". Como un ser espiritual infinito, Dios no está sujeto a las mismas
limitaciones de los seres materiales finitos, y, por lo tanto, no se interesa
tanto por lugares visibles y formas de culto como por el espíritu con que lo
adoran los hombres (ver com. vers. 22).
25. Sé. La mujer tenía razón de vincular el culto verdadero
con el tema del Mesías venidero. Los samaritanos basaban sus esperanzas
mesiánicas en la predicción de Deut. 18:15,18. Generalmente, se referían al Mesías como a "Taheb", "el
que vuelve" o "el Restaurador".
Llamado el Cristo. Evidentemente esta es una frase
explicativa añadida por Juan para beneficio de los lectores que no fueran
judíos (ver com. cap. 1:38).
26. Yo soy, el que habla. El camino había sido
completamente preparado para esta asombrosa revelación que hizo que terminara
súbitamente la conversación. ¿Acaso Jesús no había revelado un conocimiento
sobrenatural de la vida de ella (ver com. vers. 17-19), y ella ya no lo había
reconocido como "profeta"? Teniendo en cuenta Deut. 18:15,18, ella
había expresado la creencia de que cuando viniera el Mesías, él declararía
"todas las cosas" (Juan 4:25), y ahora este "profeta"
declaraba que era el Mesías. Ella llegó en forma natural a la conclusión: No es
sólo "un profeta", sino el Profeta a quien Moisés predijo.
27. Se maravillaron. O "quedaron
sorprendidos" (BJ, 1966). Los judíos consideraban como algo sumamente
indigno que un hombre investido con la dignidad de un rabino conversara en
público con una mujer. Una obra literaria judía antigua, Aboth R. N.
2 (Id), aconseja: "Nadie converse con una mujer en la calle; no, ni siquiera
con su propia esposa". En la Mishnah se amonesta a los hombres: "No
converséis demasiado con las mujeres" (Aboth 1. 5; cf. Talmud "Erubin
53b).
Ninguno dijo. Debido al respeto que tenían por su Maestro, los
discípulos no le dijeron nada a él ni a la mujer.
28. Dejó su cántaro. Cuando los discípulos volvieron de la aldea con alimento para Jesús, la mujer estaba por marcharse; su cántaro estaba lleno (DTG 155).
Estaba ansiosa de llegar a la aldea y contar a otros su
gran descubrimiento, y no se preocupó por el cántaro. Había experimentado el
deseo, la convicción y la decisión (ver com. vers. 7), y el siguiente paso
lógico era la acción: fue a narrar a otros su gran descubrimiento. Esto dio
testimonio de la realidad de su decisión. El cántaro que la esperaba era una
evidencia muda de su intención de volver sin demora.
29. Todo. Lo que decía la mujer era algo exagerado. Indudablemente,
razonaba que si Jesús conocía los profundos y tenebrosos secretos de su vida,
ninguna cosa podía ocultarse de él.
El Cristo. En cuanto a la relación entre la evidencia
presentada -el conocimiento sobrenatural de Jesús- y la conclusión de que debía
ser el Cristo, ver com. vers. 26. Con tacto, la mujer presentó su hallazgo en
forma de una pregunta, e invitó a los aldeanos para que fueran y examinaran por
sí mismos la evidencia. Comparar con la invitación de Felipe a Natanael:
"Ven y ve" (cap. 1:46).
30. Salieron. El informe de la mujer impresionó a los aldeanos y
los incitó a que investigaran. Al principio su creencia se basó en el informe
de la mujer, pero después de la debida investigación, dependió de su propia
comprobación (vers. 39, 42).
31. Rabí, come. Velando por el bienestar de su
Maestro (vers. 6), los discípulos le habían evitado el esfuerzo innecesario de
comprar el alimento. Hacían lo que podían
por aliviarle sus cargas.
En cuanto a la palabra
"rabí", ver com. cap. 1:38.
32. Comida. La ávida respuesta de la mujer fue más reconfortante
para el alma de Jesús que el alimento para su cuerpo.
Las cosas materiales son de poca
importancia en la estimación de todos los que realmente son colaboradores con
Cristo.
La importancia relativa que los
obreros cristianos dan a las cosas materiales en comparación con las cosas del
espíritu, es un índice de su consagración (ver com. Mat. 20:15).
33. ¿Le habrá traído alguien? La forma de la pregunta en griego
anticipa una respuesta negativa. En realidad, los discípulos no creían que
Jesús había comido, pero estaban perplejos al descubrir que ya no tenía hambre
(vers. 6).
34. Mi comida. Ver com. vers. 32. Jesús vivía para el único
propósito de hacer la voluntad de su Padre (ver com. Mat. 4:4; Luc. 2:49; Juan
6:38). La mayoría de los hombres vive para "la comida que perece"
(Juan 6:27), pero Jesús no deseaba nada excepto "la comida que a vida
eterna permanece". Las necesidades materiales de la vida eran secundarias
frente a su gran propósito de lograr la salvación del hombre (ver com. Mat. 6:24-34;
Juan 6:26-58).
Del que me envió. En cuanto al sentido en el que el
Padre "envió" a Jesús al mundo, ver com. cap. 3:17. Con frecuencia
Juan cita a Jesús en relación con su misión divina (Juan 3:17; 5:30,36-37;
6:38,44; 7:18, 28, 33; 8:16,18,26,29; 9:4; 10:25,32,37; 12:44,49; 13:20;
14:10,24,31; 15:21; 16:5; 17:4; ver com. Luc. 2:49).
Acabe su obra. Es decir, la "obra" para la cual Dios
envió a su Hijo al mundo (ver com. Mat. 1:21; Juan 17:4).
35. Siega. En Palestina los cereales se sembraban en el otoño
y se cosechaban en la primavera (ver t. II, pp. 112-113). Puesto que la cosecha
de cereales en regiones como Sicar se efectuaba en abril o mayo, este incidente
probablemente ocurrió en diciembre o enero (ver Nota Adicional com. Luc. 4;
diagrama 6, p. 219; cf. DTG 162).
Mirad los campos. Los discípulos podían ver a los
aldeanos que iban al pozo por entre los campos de cereales todavía verdes (DTG
162). La semilla de la verdad sembrada en el corazón de esa mujer de Samaria ya
había comenzado a dar fruto, y en los dos días siguientes hubo una abundante
cosecha (vers. 39-42).
36. El que siega. El sentido y las versiones sugieren que la palabra "ya" debe leerse con el vers. 36: "Ya el segador recibe el salario" (BJ). En el caso de la mujer samaritano, apenas se había completado la siembra de la semilla, cuando llegó el glorioso tiempo de la cosecha (cf. Sant. 5:7).
Recoge fruto. Ver com. Mat. 13:30.
Vida eterna. Ver com. cap. 3:16.
Goce juntamente. Ver Sal. 126:5-6; Isa. 9:3; com.
Luc. 15:7.
37. Uno es el que siembra. Quizá Jesús pensaba en sí mismo
como el sembrador y en los discípulos como los segadores (ver Juan 4: 38; cf.
Mat. 9:37-38; 10:1), y anticipaba la cosecha mayor de Samaria después de su
resurrección (ver com. Hech. 8:6-8, 14,25). En la cosecha de las almas con
frecuencia el que siembra la semilla del Evangelio no es el que tiene el
privilegio de cosechar (cf. 1 Cor. 3:6-7). En cuanto a Jesús como el sembrador
de la buena semilla, ver com. Mat.
13:38,18-23.
38. Yo os he enviado a segar. Indudablemente, Jesús se refería
al ministerio en Judea mencionado brevemente (cap. 3:22). En un sentido, Jesús
y sus discípulos estaban recogiendo la cosecha de la semilla sembrada por Juan
el Bautista. Después de la resurrección los discípulos segarían una abundante
cosecha producida por la semilla sembrada durante el tiempo del ministerio de
Jesús (ver Hech. 2:41,47; 5:14).
39. Muchos de los samaritanos. Este fue el primer grupo de conversos.
En el transcurso de los dos días siguientes hubo una segunda cosecha
(vers. 41). Mientras cumplían su misión, los setenta visitaron muchos de los
pueblos de Samaria, y recibieron una cordial recepción (DTG 452). Después de la
resurrección, todavía hubo otra cosecha (ver com. vers. 38).
La palabra de la mujer. Ver com. vers. 29.
Los que la
conocían deben haber vislumbrado lo que estaba incluido en su declaración de
que Jesús le había dicho "todo" lo que ella había hecho. El que una
persona como ella tuviera una convicción tan profunda en cuanto a cosas
espirituales era suficiente para llamar la atención de cualquiera. Con
frecuencia Juan hace resaltar que muchos "creyeron" en Jesús (cap.
7:31; 8:30; 10:42; 11:45; 12:42; ver com. cap. 1:12).
40. Dos días. Es
decir, el resto de ese día y el día siguiente (vers. 43; ver t. I, pp. 190-192; t. V, pp. 239-241). Estos
dos días fueron una ocasión gozosa de siembra y cosecha espiritual.
41. Creyeron. Ver
com. cap. 1:12.
Muchos más. Cf. vers. 39.
Por la palabra de él. Los
que no se habían convertido por la palabra de la mujer, sin duda porque ponían
en duda todo lo que ella pudiera decir, y quizá porque eran más cautelosos para
aceptar alguna cosa sin llevar a cabo primero una investigación personal ahora
creyeron. Además, quizá algunos no
estuvieron presentes para escuchar el testimonio de la mujer.
42. Hemos oído. Testificaban
de lo que habían oído. Ninguna evidencia es más convincente que la de la
experiencia personal.
Verdaderamente éste es. La
presteza de estos samaritanos para aceptar la evidencia de que Jesús era el
"Profeta" de quien habló Moisés (ver com. vers. 26), contrasta
muchísimo con la incertidumbre con que los judíos lo recibieron (ver com. cap.
1:10-11). Su vida y mensaje constituían una evidencia convincente para los
samaritanos de que se había cumplido la predicción de Moisés en la persona de
Jesús de Nazaret (ver com. Mat. 1:23; cf. DTG 374).
El Salvador. Ver
com. Mat. 1:21.
El Cristo. La evidencia
textual establece la omisión (cf. p. 147) de estas palabras.
43. Dos días después. [El hijo del funcionario, Juan 4:43-54; en cuanto a los milagros, pp. 198-203.]
Es decir, el día después de los sucesos registrados en vers. 5-39
(ver com. vers. 40). Ahora se reanuda el viaje de los vers. 3-5.
44. En su propia tierra. Es decir, Nazaret (ver com. Mar.
6:1, 4; cf. DTG 167), no Galilea (ver com.
Juan 4:45). Juan inserta este comentario para explicar por qué Jesús fue
directamente a Caná, unos 13 km más al norte (ver com. cap. 2:1).
45. Los galileos. Ver com. Mat. 4:13. Sin embargo, notar que en Mat. 4:13 se hace referencia al comienzo formal del ministerio en Galilea, unos seis meses más tarde.
(Ver Nota Adicional com. Luc. 4).
Habiendo visto. Quizá una referencia a los sucesos narrados en cap. 2:13-23, especialmente los milagros del vers. 23.
La limpieza del templo (cap. 2:13-22) motivó la propagación de un informe según el cual Jesús se había declarado el Mesías (DTG 167).
También ellos habían ido. Así como lo hacían todos los judíos piadosos.
(Ver com. Exo. 23:14-17; Deut. 16:16).
46. Caná. Ver com. cap. 2:1.
Había convertido el agua en vino. Ver com. cap. 2:1-11. Jesús estaba ahora entre amigos que ya habían sido testigos del poder divino que obraba mediante él.
En Capernaúm. Cristo y el "oficial" estaban en Caná, y
el hijo en Capernaúm, a unos 25 km de distancia. Jesús había visitado Capernaúm
hacía aproximadamente un año (cap. 2:12), pero no se consigna ninguna obra
pública realizada allí en ese tiempo.
Oficial del rey. "Funcionario real"
(BJ), quizá en este caso un cortesano de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y
Perea. Este "oficial" era judío, probablemente herodiano (cf. com.
Mar. 3:6). Algunos han sugerido que se lo identifique con Chuza (Luc. 8:3) o
Manaén (Hech. 13:1), funcionarios de Herodes que se hicieron cristianos.
47. Cuando oyó. La rapidez con que se divulgó la
noticia de que Jesús había vuelto a Galilea testifica de su popularidad (ver
Juan 4:45; Mar. 3:7-12).
Vino a él. Este es el primer caso que se registra de un pedido
de curación, aunque ya se han mencionado milagros en general (cap. 2:23).
Descendiese. Ver com. cap. 2:12.
A punto de morir. La sabiduría y la habilidad
humanas no podían hacer más, y como último recurso el padre viajó a Caná con la
esperanza de persuadir a Jesús para que fuera inmediatamente con él a Capernaúm
(vers. 49). Al encontrar a Jesús rodeado por una multitud, el padre hizo
arreglos para una entrevista privada con él (DTG 168).
48. Si no viereis. De acuerdo con lo que leemos en
DTG 168, el padre estaba dispuesto a aceptar a Jesús como el Mesías (ver com.
vers. 45) siempre que accediera a su pedido, pensando que Jesús estaría más
dispuesto a condescender a fin de ganar a un "oficial" como seguidor
suyo. Pero Jesús detectó la falta de sinceridad
por el modo de hablar y el comportamiento del "oficial", y comprendió
que su fe era imperfecta.
En realidad, tenía algo de fe,
pues de lo contrario no hubiera venido. Pero una fe como la suya está lejos de
ser perfecta, y Jesús siempre requería una fe completa e incondicional, antes
de que pudiera actuar el poder divino.
El "oficial" tenía el
plan de creer si podía primero ver. Jesús le pidió que creyera antes de que
viera. La fe que depende de la concesión de ciertos pedidos descansa sobre un
débil fundamento, y se desmorona ante las circunstancias cuando Dios ve que lo
mejor es no conceder lo que se desea. Jesús demoró la respuesta al pedido del
funcionario porque éste no estaba listo para recibir lo que había venido a
pedir. En su condición mental no merecía recibir nada del Señor (Sant. 1:5-7), y
Jesús no podía hacer nada para él hasta que comprendiera su gran necesidad y
estuviera dispuesto a ser movido por una fe confiada e incondicional. Por lo
tanto, Jesús no le contestó ni sí ni no, y el padre comprendió que su pedido no
había sido concedido ni negado.
Señales y prodigios. Es decir, milagros (ver pp.
198-199).
LA NATURALEZA Y
EL PROPÓSITO DE LOS MILAGROS.
LOS ESCRITORES DE LOS EVANGELIOS SE
REFIEREN A LOS MILAGROS DE NUESTRO SEÑOR EN VARIOS TÉRMINOS. Los más comunes son dúnamis, "poder", y
s'meíon, "señal". El primero se usa cuando se desea caracterizar el
milagro como una manifestación del poder divino; el segundo, como una
confirmación visible de la autoridad divina de Jesús. Cuando el escritor desea destacar la reacción
de la gente, usa téras, "maravilla", thaumásion, "cosa
admirable", éndoxon, "cosa gloriosa", o parádoxon, "cosa
extraña". Téras era la palabra
común para una "maravilla" hecha por un mago, y por eso los
escritores del Nuevo Testamento siempre la acompañan con una de las palabras
que indican un milagro genuino como un acto de Dios. Jesús comúnmente hablaba
de sus milagros como érga, "obras".
HE AQUÍ DOS DEFINICIONES DE MILAGRO: "Acto del poder divino, superior al orden natural
y a las fuerzas humanas. Cualquier
suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa" (Diccionario de la Real
Academia). "En sentido estricto, intervención extraordinaria de la
Providencia en el orden natural de las cosas, y puede definirse: suceso ocurrido
fuera del orden y de las leyes naturales (supra, contra o praeter naturam) cuya
causa excede el poder de toda naturaleza creada" (Martín Alonso,
Enciclopedia del idioma).
LA PALABRA MILAGRO DERIVA DEL LATÍN
MIRACULUM: "un objeto de
admiración", "cosa maravillosa", "cosa extraña",
"cosa admirable", "algo asombroso"; de mirari:
"maravillarse".
POR LO TANTO, NUESTRA PALABRA
"MILAGRO" designa específicamente
cualquier suceso que resulta inexplicable debido a las limitaciones del
conocimiento humano y a nuestra comprensión. No hay milagros para Dios, pues su
conocimiento y su comprensión son infinitos. La apariencia milagrosa de ciertos
fenómenos naturales no radica tanto en los hechos mismos como en el efecto que
producen en la mente de los seres limitados que los contemplan. El suceso es
objetivo, pero su apariencia milagrosa es subjetiva.
A MEDIDA QUE AUMENTAN EL
CONOCIMIENTO Y LA COMPRENSIÓN DE LOS HOMBRES, algunos sucesos que antes parecían milagrosos pueden dejar de
serlo. Por ejemplo, cuando se inventó la imprenta, se la consideró como algo
milagroso y se la atribuyó al diablo. Los hombres de ese tiempo y con esos
conceptos, ¿qué habrían pensado de la televisión? Sin embargo, los milagros de nuestro Señor
significaron la acción de un poder completamente desconocido para el hombre y
produjeron resultados que aún hoy día no se pueden explicar dependiendo del
conocimiento humano.
A PESAR DE TODO, LO QUE PARECE SER
UNA VIOLACIÓN DE UNA LEY DE LA NATURALEZA, tal como la comprendemos, podría ser sencillamente la acción
de una ley de naturaleza superior y desconocida que modifica o contrarresta una
ley inferior y conocida. Por ejemplo, la gravedad atrae todas las cosas hacia
la tierra; pero una ley superior de la naturaleza contrarresta la ley de la
gravedad cuando un ser viviente levanta esas mismas cosas, cuando el sol eleva
hacia la atmósfera toneladas de agua para formar las nubes, o cuando la acción
de la capilaridad hace subir la savia desde las raíces de un abeto gigantesco
(como las sequoais de California) hasta sus ramas más altas. O cuando una ley
puede ser modificada por otra, como en el caso de las fuerzas centrífuga y
centrípeta, que se equilibran para mantener un planeta en su órbita. Las
fuerzas de la naturaleza actúan de acuerdo con la expresa voluntad de Dios, y
por esto es difícil pensar o demostrar que los milagros sean una violación de
la ley natural. Sería más correcto considerarlos como variaciones de la acción
de una ley natural tal como la conocen y entienden los hombres. Dios nunca procede
en contra de sí mismo. 199
UN MILAGRO DE CURACIÓN NO ES MAYOR
QUE EL MILAGRO DE UNA VIDA TRANSFORMADA.
En realidad, una vida tal es el mayor de todos los milagros. Y Dios
sencillamente actúa en cada uno de ellos en forma que no podemos comprender
plenamente, para nuestro bien en esta vida y en la venidera. Hay una ley
espiritual que determina que "la paga del pecado es muerte"; pero hay
otra ley superior que enseña que "la dádiva de Dios es vida eterna"
(Rom. 6:23; 7:21 a 8:4). Ver DTG
373-374.
PARA PODER COMPRENDER EL PROPÓSITO por el cual se produjeron los milagros de Jesús y las
condiciones bajo las cuales pudieron ser hechos, es necesario verlos en su
verdadera perspectiva, tal como se relacionan con el ministerio de Jesús en la
tierra.
¿POR QUE JESÚS HIZO MILAGROS? Cada milagro de nuestro Señor tuvo un propósito definido. Nunca ejerció su poder divino para satisfacer la curiosidad ociosa o para demostrar que tenía la facultad de proceder así (DTG 678), o para beneficiarse a sí mismo (DTG 677). "Sus obras admirables fueron todas hechas para beneficio de otros" (DTG 95; cf. 373), y contribuyeron material y espiritualmente al bienestar de ellos. De esa manera procuraba que los hombres estuvieran seguros del amor, la simpatía y la protección de su Padre celestial.
La evidencia de la obra de Cristo en favor de los hombres, demostrada en
formas extraordinarias los guiaría a una mejor comprensión y a un aprecio más
profundo de la forma en que él suple las necesidades de ellos día tras día en
los sucesos más comunes de la vida (DTG
334-335).
LOS MILAGROS DE NUESTRO SEÑOR TAMBIÉN ILUSTRABAN VERDADES ESPIRITUALES. El paralítico de Capernaúm primero fue curado de su parálisis espiritual (Mat. 2: 9-11). El ciego de Siloé disfrutó de la restauración de su vista natural y de la espiritual (Juan 9:5-7, 35-38). El pan que se dio a los 5.000 tenía el propósito de conducirlos al Pan de vida que descendió del cielo (Juan 6:26-35).
La resurrección de Lázaro
demostró el poder de Cristo para impartir vida a todos los que creen en él
(Juan 11:23-26; cf. 5:26-29) y su poder para infundir nueva vida en los que
están espiritualmente muertos.
"Cada milagro era de un carácter destinado a conducir a la gente al
árbol de la vida, cuyas hojas son para la sanidad de las naciones" (DTG
334).
LOS MILAGROS DE NUESTRO SEÑOR
TESTIFICABAN, POR SOBRE TODO, De Su Misión Divina Como El
Salvador De La Humanidad y daban validez a la verdad de
su mensaje. Jesús se refirió una y otra vez a sus obras asombrosas como una evidencia
de su autoridad divina y de su mesianismo (Mat. 11:20-23; Juan 5:36; 10:25, 32,
37-38; 14:10-11); y por eso los de sincero corazón reconocían la divinidad que
obraba en Cristo y mediante él (Mat. 13:54; Luc. 9:43; 19:37; 24:19; Juan 3:2;
6:14; 9:16, 33).
LOS MILAGROS DE CRISTO NO SÓLO
CONTRIBUYERON EN UNA FORMA GENERAL
para la comprensión de esos propósitos, sino que cada uno -por lo menos los
registrados en los Evangelios- parece haber sido significativo en sí mismo y
por sí mismo (ver com. Luc. 2:49). Por
eso, un estudio de los milagros de nuestro Señor debiera incluir una
investigación de sus resultados, y, por lo tanto, del propósito que los produjo
y qué indujo a los evangelistas a registrarlos (ver la columna "Propósito
Y [o] resultado(s)", pp. 200-203).
¿EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS HIZO JESÚS
MILAGROS? "Cristo no realizó nunca
un milagro que no fuese para suplir una necesidad verdadera" (DTG 334).
Dios no recibe honra cuando se acude a él para que haga lo que los hombres
pueden hacer por sí mismos. El propósito final de un milagro sólo se puede
comprender cuando los hombres reconocen que sus necesidades superan a su
sabiduría. No hay duda de que primero debe haber un profundo sentido de
necesidad. Luego debe creerse que Dios
puede proporcionar la ayuda que se necesita tan desesperadamente y que él la proporcionará,
También debe existir un ferviente deseo y un intenso anhelo de que Dios 200
supla esa necesidad. Debe haber una
disposición del corazón y de la mente de avanzar por fe, en armonía con todo lo
que Dios pueda pedir. Finalmente tiene que sentirse la disposición de ordenar
la vida desde ese momento en armonía con los principios del reino de los cielos
y de dar testimonio del amor de Dios y de su poder.
No creeréis. O "nunca jamás creeréis". En griego, la doble negación da más énfasis a esta aseveración. El funcionario debe haber reconocido esto como un reflejo de sus propios pensamientos (ver com. cap. 1:47-49).
Las palabras de Jesús están en plural porque pensó en los dirigentes judíos y en otros cuyo proceder era igual al de este funcionario, y lo clasificó con sus compatriotas como incrédulos (ver Juan 2:18; 6:30; 1 Cor. 1:22; com. Mat. 16:1-9).
Por el contrario, la gente de Samaria había creído en
Jesús y lo había recibido cordialmente con fe sencilla (Juan 4:41-42). Jesús
sentía dolor porque sus propios compatriotas eran tan lentos para creer (ver
com. cap. 1:10-11). Tenía una dádiva mayor para el funcionario que la que él
había venido a pedir, la dádiva de la salvación, y no podía concederle la
dádiva menor, la curación del hijo, sin la mayor (ver p. 199; DTG 168).
49. Señor. Ver com. vers. 11.
Antes que mi hijo muera. La transformación que se
necesitaba tuvo lugar en un momento, fue instantánea. El padre, comprendiendo
que Jesús le leía el corazón, sintió que sus motivos eran egoístas. Comprendió
que su única esperanza de que se salvara su hijo estaba en que su fe fuera
implícita e incondicional, y sin vacilaciones renunció a su orgullo descreído y
falso. Refiriéndose con amor a su hijo, el padre empleó un diminutivo (paidíon,
"niñito" en griego), palabra diferente de la que se traduce como
"hijo" (Gr. huiós) en el vers. 46.
50. Ve. Una vez que se efectuó la transformación necesaria,
no hubo demora en la concesión del pedido, aunque en una forma que el padre no
había esperado. Había buscado a Jesús para que "descendiera" a
Capernaúm, pero Jesús sencillamente le dijo "ve" ("vete",
BJ). De esa manera, le pidió al funcionario que se fuera sin la seguridad de
que había sido concedida su petición (ver com. vers. 48). La fe del funcionario
fue puesta a prueba. Debía aceptar la dádiva por fe. Debía actuar por fe, creyendo que había
recibido lo que había venido a pedir.
Vive. El texto griego expresa la idea no sólo de que el
hijo "vive" sino que continuaría viviendo.
El hombre creyó. Aunque su intención había sido
ver antes de creer, aceptó la palabra de Jesús.
Procedió por fe, y como resultado la paz y el gozo llenaron su corazón
(ver DTG 168-170; com. cap. 1:12).
51. Descendía. La distancia no era más que unos 25 km. Caná estaba
en la zona montañosa de Galilea, quizá a una altura de unos 250 m; Capernaúm,
en cambio, estaba a orillas del mar de Galilea, a 208 m bajo el nivel del mar,
unos 450 m más abajo. El viaje de regreso normalmente le habría llevado cuatro
o cinco horas, y con facilidad podría haber sido hecho esa misma tarde. Aunque el padre había estado ansioso por la
vida de su hijo, su nueva fe le hizo comprender la realidad de la dádiva
preciosa que había recibido, y no se apresuró indebidamente para regresar.
Sus siervos salieron a recibirle. Esto ocurrió a
la mañana siguiente, mientras el funcionario todavía estaba a cierta distancia
de su hogar.
Tú hijo vive. Los siervos fueron el eco de las mismas palabras
que Jesús había hablado el día anterior (vers. 50).
52. A las siete. Es decir, aproximadamente a la
1:00 de la tarde (cf. cap. 1:39; 4:6).
53. Aquella era la hora. "La misma hora" (BJ). Era
evidente la relación de causa y efecto. Si la curación se hubiera efectuado más
temprano o más tarde, habría quedado una duda en cuanto a si se podía atribuir
a otra causa que a la voluntad y a las palabras de Jesús.
Creyó. La palabra aquí se usa en el sentido absoluto. El
padre aceptó a Jesús como el Mesías o -como diríamos- se hizo cristiano. Fueron
abarcantes los resultados de este milagro. El muchacho se curó, toda la familia
creyó, y el camino quedó preparado para Jesús cuando, unos seis meses más
tarde, hizo de Capernaúm el centro de su ministerio en Galilea (ver com. Luc.
4:31).
54. Segunda señal. "Segundo milagro" (VM).
Cf. cap. 2:11. En cuanto a la bienvenida popular que le brindaron a Jesús los
habitantes de la ciudad de Capernaúm, ver com. Mar. 1:32-37,45. (5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-42. DTG 155-166. "JUNTO
AL POZO DE JACOB"
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-19-junto-al-pozo-de-jacob.html
43-54. DTG
167-170. "SI NO VIEREIS
SEÑALES Y MILAGROS"
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-20-si-no-viereis-senales-y.html
Ministerio Hno.
Pio
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