martes, julio 06, 2021

REFLEXIÓN 755. (II). COMIENZOS DEL MINISTERIO, BAUTISMO HASTA LA PASCUA, 27-28 D. C (JUAN 1:19-51).

Juan 1: 19-51. Vers. (19-38) El testimonio de Juan. (39-51) El llamamiento a Andrés, Pedro, Felipe y Natanael.

19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías?  Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta?  Y respondió: No. 22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?

23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? 26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. 28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. 31 Y yo no le conocía; más para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. 

32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. 33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. 

35 El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. 36 Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. 37 Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. 

38 Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?  Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? 39 Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.

40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. 41 Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). 42 Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro). 43 El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. 44 Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. 46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.

47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. 48 Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. 49 Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 50 Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees?  Cosas mayores que estas verás. 51 Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre. (Juan 1).

19. El testimonio de Juan. [Jesús es declarado "el Cordero de Dios", Juan 1:19-34].

Es decir, su testimonio concerniente a Cristo: (1) cuando la delegación procedente de Jerusalén vino a preguntarle (vers. 19-28), (2) el día siguiente, cuando públicamente identificó a Jesús como "el Cordero de Dios" (vers. 29-34), y (3) el tercer día, cuando en privado indicó a dos de sus discípulos quién era Jesús (vers. 35-36). Juan el evangelista comienza su narración evangélica con un relato del testimonio del precursor del mesianismo de Jesús de Nazaret. Cf. Mat. 3:1-2; Mar. 1:1-4; Luc. 3:1-6; Hech. 10:37-38; ver com. Luc. 3:15-18.

Cuando los judíos enviaron. Es decir, el sanedrín, la autoridad suprema de los judíos en ese tiempo (cf. cap. 5:15-18; 7:13; 9: 22; 18:12; ver p. 68). Las preguntas que se le hicieron a Juan reflejan la elevada estima en que por lo general le tenía la gente (Mat. 14:5; 21:26) y cómo los dirigentes respetaban la creencia popular de que era un profeta, y que aun quizá podía ser el Mesías (Luc. 3:15). Son evidentes los alcances de la influencia de Juan por el hecho de que su audiencia incluía no sólo a grandes multitudes del común del pueblo (Mat. 3:5), sino también a los dirigentes religiosos (vers. 7) y políticos (Mat. 14:4; DTG 185) de la nación. 

La excitación había alcanzado tal magnitud, que el sanedrín ya no podía eludir más la cuestión. Sin duda, el pueblo había presionado a sus dirigentes para que dieran una respuesta a las mismas preguntas con que la delegación ahora interrogaba a Juan. Posiblemente (ver com.  Juan 1:25) los dirigentes reconocían el derecho de un profeta -como portavoz directo de Dios- para que enseñara sin la autorización de ellos, una vez que hubiera reconocida la validez de sus credenciales (ver com. Mat. 12:38; 16:1). En todos los otros casos, ejercían el derecho de fiscalizar todas las enseñanzas públicas (ver Mishnah Sanhedrin 11).

De Jerusalén. Quizá a unos 40 km de distancia.

Sacerdotes y levitas. Ver com. Exo. 28:1; Deut. 10:8. Aunque la mayoría de los sacerdotes y levitas eran saduceos, esta delegación estaba compuesta de fariseos (ver com.  Juan 1:24), quizá porque sentían más preocupación por el asunto. Así también posteriormente fueron los fariseos quienes acosaron a Jesús. Quizá se determinó que sacerdotes y levitas fueran los que interrogaran a Juan por consideración a que su padre había sido sacerdote y su madre hija de un sacerdote (Luc. 1:5). Juan mismo tenía opción al sacerdocio, y por lo tanto podía llegar a ser maestro.

¿Tú, quién eres? No se preocupaban por la identidad de Juan como individuo, sino por su autoridad para predicar y enseñar (vers. 25). Posteriormente, las autoridades formularon la misma pregunta a Jesús (cap. 8:25). Quizá la delegación en cierta medida esperaba que Juan pretendiera que era el Mesías. Sin duda, su pregunta reflejaba esa suposición, pues la respuesta de Juan fue una categórica negativa de semejante pretensión (cap. 1:20; cf. DTG 108).

20. Confesó. La categórica negación de Juan de que él fuera el Mesías decidió ese aspecto de la cuestión. En forma característica, Juan el evangelista enfatiza esta declaración afirmativa con una proposición negativa correspondiente: "y no negó" (cf. Juan 1:3; 3:16; 6:50; 1 Juan 1:5; 2:4).

Yo no soy el Cristo. La construcción de esta oración es enfática. Es como si Juan hubiera dicho: "yo mismo no soy el Cristo".

21. ¿Qué pues? La negación de Juan dejó sin respuesta la pregunta básica en cuanto a su autoridad para predicar.

¿Eres tú Elías? Era popular la creencia de que Elías aparecería en persona para proclamar la venida del Mesías (Mat. 17:10; DTG 390; cf. Mishnah Shekalim 2.5; Eduyoth 8. 7; Baba Mezia l. 8; 2. 8; 3. 4-5).

No soy. Juan afirmó que él había venido para hacer la obra que los profetas de la antigüedad habían predicho que haría Elías (Juan 1:23; cf. Mal. 3:1; 4:5; Mar. 1:2-3), pero habría sido mal comprendido si hubiera pretendido que era Elías. 

Se había predicho de Juan que iría delante del Mesías "con el espíritu y el poder de Elías" (Luc. 1:17). En cuanto a la declaración de Cristo de que Juan era Elías, ver com.  Mat. 11:14; 17:12.

El profeta. Es decir, el profeta predicho por Moisés en Deut. 18:15 (ver allí el comentario). Había una creencia popular de que Moisés sería resucitado de los muertos, y sin duda alguna se preguntaban si Juan podía ser él (DTG 108). Posteriormente, la gente pensó lo mismo de Jesús (Juan 6:14; 7:40; cf. Hech. 3:22; 7:37).

22. ¿Quién eres? La pregunta ahora era general y no específica (ver com. vers. 19-21). Respuesta. Hasta ahora las preguntas sólo habían logrado respuestas negativas. Ahora los sacerdotes y levitas procuraron que Juan diera una declaración positiva.

Los que nos enviaron. Es decir, el sanedrín de Jerusalén (ver com. vers. 19).

23. Yo soy la voz. Ver com. Mat. 3:3. Aquí Juan parece consignar las palabras exactas del Bautista, pues la cita que aquí se registra parece provenir directamente, de memoria, del hebreo.

 De otra manera, como en el caso de los sinópticos, probablemente provendría de la LXX.  Se declara que Jesús es "el Verbo" (Juan 1:1-3,14); el Bautista pretendía ser sólo una "voz".  Tan sólo era el portavoz de Dios; Jesús era el Verbo encarnado.

El camino del Señor. Juan insinúa que los dirigentes de Israel deberían desviar su atención de aquel enviado para ser heraldo de la venida del Mesías y comenzar a buscar al Mesías mismo.

24. De los fariseos. Es decir, eran de la secta conocida como fariseos. Algunos han sugerido que la delegación estaba compuesta por saduceos enviados por los fariseos, pero parece no haber razón valedera para aceptar esta interpretación. Lo que dice en griego hace resaltar que la delegación estaba compuesta de individuos que eran "de" los fariseos, es decir que "pertenecían a" ellos. Ver com. vers. 19.

25. ¿Por qué, pues, bautizas? Este era el punto crucial de la cuestión: la autoridad de Juan. Siendo que no pretendía ser el Mesías ni ninguno de los profetas, ¿qué autoridad tenia para presentarse como un reformador sin el permiso de las autoridades religiosas?  Ver com. vers. 19. La pregunta implica conocimiento del rito de bautismo con agua, y a lo menos una comprensión parcial de su significado (ver com. Mat. 3:6). Descubrimientos realizados en Qumrán revelan que en ese tiempo se practicaban lavamientos e inmersiones con agua (ver com. Mat. 3:6; ver pp. 64, 93). Acerca del rito del bautismo, ver Mat. 3:6; Rom. 6:3-6.

26. Yo bautizo. Ver com. Mat. 3:11.

Está uno. Jesús había sido bautizado (cf. vers. 29-34) por lo menos 40 días antes de esto, y acababa de volver del desierto (ver com. Mat. 3:13 a 4: 11; cf. DTG 110). Mientras Juan hablaba, vio a Jesús, y esperaba que éste respondiera al anuncio que aquél había hecho (DTG 110).

El Evangelio de Juan no dice nada acerca del bautismo de Jesús. Una explicación del silencio de Juan en cuanto a éste y a otros hechos importantes, es que él daba por sentado que sus lectores ya conocían esos hechos por los Evangelios sinópticos. 

En cuanto al bautismo de Cristo, ver com. Mat. 3:13-17.

A quien vosotros no conocéis. La palabra "conocéis" proviene del Gr. óida. Más de tres años después los sacerdotes y ancianos declararon que no "sabían" (Gr. óida) si Juan el Bautista era un emisario del cielo (Mat. 21:27). Los sacerdotes y levitas que habían llegado para interrogar a Juan miraron atentamente al auditorio, pero no vieron a nadie a quien pudieran aplicar la descripción hecha por Juan (DTG 109). Pero Juan hablaba principalmente de reconocer a Jesús como el Mesías de la profecía. En las tinieblas de sus almas, esos guías espirituales no habían captado la verdadera Luz (ver com. Juan 1:5), no la reconocieron (vers. 10) y, por lo tanto, no "recibieron" a Jesús (vers. 11; cf. vers. 31-33; cap. 8:19; 14:7, 9; 16:3). Ni ellos ni los que los enviaron pudieron llegar a una decisión que pudiera anunciarse públicamente, y por ello no quisieron comprometerse (ver com. Mat. 21:23-27).

27. Este es. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de "este es". En el griego este versículo no constituye una nueva oración, sino una cláusula descriptiva de "a quien vosotros no conocéis". La inserción "este es" entró en las Biblias en castellano mediante la influencia de la Vulgata latina. Por lo tanto, la primera parte del vers. 27 debiera leerse: "que viene detrás [o 'después'] de mí" (BJ).

Después de mí. Ver com. Mat. 3:11.

El que es antes de mí. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta frase aquí, pero establece su presencia en los vers. 15 y 30.

No soy digno. Ver com. Mat. 3:11.

28. Betábara. La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) la variante "Betania" (BJ), llamada "Betania más allá del Jordán" para distinguirla de la Betania cerca de Jerusalén. El nombre "Betábara" fue usado por Orígenes (c. 250 d. C.), el cual en sus días no encontró ningún pueblo cerca del Jordán de nombre Betania, pero sí encontró uno que entonces se conocía como Betábara. En los tiempos modernos, ninguno de esos lugares ha sido identificado. Hay un vado llamado Abarah, a unos 20 km al sur del mar de Galilea, pero está demasiado el norte. Betábara quizá se deba a una transposición de letras por la cual Beth-'arabah se convirtió en Beth-'abarah.  Había un pueblo en los límites de Juda y Benjamín de nombre Bet-arabá (Jos. 15:6, 61; 18:22), pero no está junto al río. Betábara, literalmente "casa para cruzar", sería un nombre apropiado para una aldea cercana a cualquiera de los muchos vados que cruzan el Jordán. El lugar tradicional del bautismo de Jesús está cerca de Bet-hogla, ahora Ein-hayla, a unos 6 km al sureste de Jericó. Ver mapa p. 206; también el mapa frente a la p.961 en el t.I.

29. El siguiente día. Es decir, el día después de los sucesos de los vers. 19-28. 

Juan se caracteriza por una información detallada y, con frecuencia, cronológicamente precisa (cap. 1:29, 39, 43; 2:1, 12; 4:43; 6:22; 11:6, 17; 12:1, 12; 20:26).

Vio Juan a Jesús. La delegación procedente de Jerusalén se había retirado. Sin duda, los que la componían no tomaron en serio a Juan, pues de lo contrario habrían continuado con su investigación para descubrir, de ser posible, de quién hablaba él (vers. 26). El día anterior Jesús no había sido identificado como el Mesías, a pesar de la referencia indirecta hecha por Juan (vers. 26). Ahora lo hace resaltar entre la multitud.

He aquí. ¡Qué privilegio ser el primer heraldo de Jesús (ver com. Mat. 3:1), de Aquél de quien dieron testimonio todos los profetas de la antigüedad, como el verdadero sacrificio! ¡Cuál de los profetas no se hubiera conmovido ante ese privilegio! No es de extrañarse que más tarde Jesús hablara de Juan como del profeta mayor que hubo en Israel (Luc. 7:28).

Cordero de Dios. Es decir, el Cordero proporcionado por Dios.  Sólo Juan designa así a Cristo, aunque Lucas (Hech. 8:32) y Pedro (1 Ped. 1:19) emplean comparaciones similares (cf. Isa. 53:7). Juan el Bautista presenta a Jesús como "el Cordero de Dios" a Juan el evangelista (ver com.  Juan 1:35-36), y para el discípulo este título debe haber tenido un profundo significado.

El símbolo -que hace resaltar la inocencia de Jesús y su perfección de carácter, y por ende la naturaleza vicaria de su sacrificio (Isa. 53:4-6, 11-12; ver com. Exo. 12:5)- hace recordar el cordero pascual de Egipto, que simbolizaba la liberación del yugo del pecado. "Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada" (1 Cor. 5:7). Mediante la figura de un cordero, Juan identifica al Mesías sufriente como aquel en quien se hace real y tiene significado el sistema de sacrificios de los tiempos del AT. En la presciencia divina y en el propósito de Dios, él era el "Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo" (Apoc. 13:8).

En vista de que en el pensamiento judío de esa época no había lugar para un Mesías sufriente, los críticos dudan que Juan pudiera haber sostenido un concepto tal (ver Juan 12:34; cf. Mar. 9:31-32; Luc. 24:21). Pero, como Robertson bien ha dicho (Word Pictures in the New Testament, com. Juan 1:29), "ciertamente el Bautista no tenía por qué ser tan ignorante como los rabinos".  Juan tenía la profecía mesiánica de Isa. 53 (ver com. Isa. 53:1, 4-6; DTG 109). Además, hubiera sido extraño que Dios dispusiera que Juan el Bautista fuera el heraldo del Mesías venidero y no le impartiera el conocimiento de este aspecto fundamental de la misión del Mesías.

Quita. Gr. áirÇ, "levantar", "llevarse", "quitar". Sólo en virtud de que el Cordero de Dios no tenía pecado (Heb. 4:15; 1 Ped. 2:22) él podía "quitar [Gr. airo] nuestros pecados" (1Juan 3:5). Debido a que la carga de pecado era demasiado pesada para que la lleváramos nosotros, Jesús vino para levantar la carga de nuestras vidas destrozadas.

Pecado. Al emplear la forma singular de la palabra, Juan hace resaltar el pecado como un principio, y no los pecados específicos (ver 1 Juan 2:2; 3:5; 4:10).

30. De quien. Mejor "por quien" (BJ), no "concerniente a quien".

Después de mí... antes de mí. Ver com. vers. 15.

31. Yo no le conocía. Como si hubiera dicho con énfasis, "ni siquiera yo le conocía" que fuera el Mesías. El primer testimonio de Juan acerca del Mesías se basaba en una revelación directa. No había habido una confabulación entre Jesús y Juan. Conociendo las circunstancias referentes a los primeros años de la vida de Jesús y su perfección de carácter, Juan creía que Jesús era el Prometido, pero hasta el bautismo no tuvo una evidencia positiva de que eso era así (DTG 84).

Manifestado a Israel. Juan era la "voz" proveniente de Dios (ver com. vers. 23) que dirigía a los hombres hacia "el Cordero de Dios" (ver com. vers. 29). El bautismo de Jesús señaló el pináculo de la misión de Juan, aunque sus labores continuaron quizá durante un año y medio más.  Después del bautismo, declaró que Jesús debía crecer, y él menguar (cap. 3:30).

32. Dio Juan testimonio. Ver com. vers. 19.

Vi al Espíritu. Ver com.  Mat. 3:16-17; Luc. 3:21-22.

33. Yo no le conocía. Ver com. vers. 29, 31. El que me envió. Juan señala a Dios como la fuente de su autoridad (ver com. vers. 6).

34. Yo le vi. Juan habla como testigo ocular (cf. 1 Juan 1:1). Hijo de Dios. Si bien algunos MSS dicen "elegido de Dios", la evidencia textual (cf. p. 147) favorece el texto como aparece en la RVR.  Ver com. Luc. 1:35; cf. com. Juan 1:1-3, 14. En el AT (Sal. 2:7) y en el seudoepigráfico Libro de Enoc (105:2), aproximadamente del siglo I a. C., "Hijo [de Dios]" aparece como un título claramente mesiánico. Sólo en el Evangelio de Juan se dice que Jesús usó este título refiriéndose a sí mismo (cap. 5:25; 10:36; 11:4). Los judíos del tiempo de Cristo entendían claramente el título en su sentido más excelso (cap. 19: 7). El propósito de Juan al escribir un Evangelio era proporcionar una evidencia convincente de que "Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios" (cap. 20: 31).

35. El siguiente día otra vez. [Los primeros discípulos, Juan 1: 35-51. Ver mapa p. 206; diagrama p. 220.] Ver com. vers. 19; cf. vers. 29, 43.  Juan usa con frecuencia la frase "otra vez", casi siempre como una conjunción, a fin de relacionar una nueva sección de su relato con la sección precedente, antes que con un sentido de repetición (cap. 8:12, 21; 10:7, 19; 21:1; etc.).

Dos de sus discípulos. Uno de ellos era Andrés (vers. 40). La actitud de Juan, a través de todo su Evangelio, de no referirse a sí mismo en relación con los hechos en que participaba, es un indicio bastante decisivo de que él era el otro de los dos discípulos (cf. cap. 20:2; 21:20-25; DTG 111).

36. Mirando. Aquí y en el vers. 42, una mirada fija, intensa, ferviente. Esta es la última ocasión en que el relato evangélico habla de que Juan estuviera con Jesús.

37. Siguieron. Gr. akolouthéÇ, "seguir", quizá no todavía en el sentido de convertirse en discípulos (Juan 8:12; 10:4, 27; 12:26; 21:19-20, 22; ver com. Mat. 4:19). Aquí Andrés y Juan "siguieron" a Jesús en el sentido de que lo reconocieron como "el Cordero de Dios" (Juan 1:36). Andrés y Juan fueron los primeros seguidores. 

Pronto Pedro, Felipe y Natanael (Bartolomé) se les unieron (Juan 1:40, 43, 45; ver com. Mar. 3:16-18). En este tiempo, los seguidores no interrumpieron permanentemente sus ocupaciones habituales para convertirse en discípulos en el sentido pleno de la palabra. Tan sólo más de un año después -entre marzo y mayo de 29 d. C.- recibieron la invitación para participar de un discipulado permanente (ver com. Luc. 5:1,11). Sólo entonces se pudo decir que "dejándolo todo, le siguieron" (Luc. 5:11). La elección oficial de los doce fue aún posterior, entre junio y agosto del mismo año (ver com. Mar. 3:14).

38. ¿Qué buscáis? Estas son las primeras palabras de Jesús registradas por Juan (cf. Luc. 2:49). Rabí. Gr. rabbí, del arameo rabi, que significa "mi grande", por lo general el equivalente de "señor". Se usa también en un sentido más restringido como un título de distinción y respeto para un maestro de la ley (ver com. Mat. 23:7). Se ha sugerido que, en este último sentido, la palabra sólo se empezó a usar recientemente.

En Juan, "rabí" siempre es el término con el que se dirigen a Jesús los que lo reconocen como un maestro, quizá aun como un profeta, pero que todavía no comprenden que es el Mesías o no están dispuestos a admitirlo (cap. 1:38, 49; 3:2; 4:31; 6:25; 9:2; 11:8). Aquellos para quienes Jesús realizaba milagros, con frecuencia lo llamaban "Señor" (cap. 9:36; 11:3, 21,27,32). En el comienzo del trato de los discípulos con Jesús, Juan los cita llamándolo "rabí"; pero con la creciente convicción de que sin duda es el Enviado de Dios, más tarde lo llaman "Señor" (cap. 6:68;11:12; 13:6, 25; 14:5, 8, 22; 21:15, 20; etc.). Después de la resurrección, el título "Señor" siempre se usa para referirse a Jesús (1 Cor. 16:22), nunca "Rabí". Los autores de los sinópticos no hacen diferencia entre estos títulos como lo hace Juan. Los discípulos del Bautista lo llamaban "Rabí" (Juan 3:26).

Los que llamaban a Jesús "Rabí" expresaban en esa forma su disposición de aprender de él, al paso que los que lo llamaban "Señor" (arameo mari, Gr. kúrios) expresaban así su respeto o su sumisión incondicional como siervos. Sin embargo, con frecuencia los términos eran usados sin que hubiera un claro sentido de diferencia entre ellos.

Que traducido. Escribiendo para lectores griegos, con frecuencia Juan presenta las palabras arameas originales, pero siempre las traduce al griego (cap. 1:41-42-, 4:25; 5:2; 9:7; 11:16; 19:13, 17; 20:16, 24; 21:2).

¿Dónde moras? Andrés y Juan desean una entrevista más prolongada y personal que la que podía realizarse en un lugar público.

39. La hora décima. Es decir, en torno de las 4 de la tarde (16 hs.). En los días de Jesús, según la costumbre romana en boga en Palestina, se dividía la parte clara del día en 12 horas (cap. 11:9; p. 52; cf. Josefo, Vida 54). El recuerdo vívido de Juan en cuanto a las horas refleja la profunda impresión que hicieron en su memoria los sucesos de ese día (cap. 4:6, 52; 18:28; 19:14; 20:19). Esta exactitud concuerda con su afirmación de haber sido testigo ocular (Juan 19:35; 21:24; 1 Juan 1:1-2).

40. Andrés. Ver com. Mar. 3:18.

Simón Pedro. Ver com.  Mar. 3:16.

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Uno de los dos. El autor sólo identifica a uno de los dos. Generalmente se cree que el otro era el mismo autor, Juan el hermano de Jacobo, que modestamente se abstiene de identificarse (ver com. vers. 35; cf. cap. 21:20-24; DTG 111).

Habían seguido. Juan y Andrés deseaban conversar con Jesús acerca de la afirmación del vers. 36: "He aquí el Cordero de Dios". Todavía no pensaban seguirle en el sentido de convertirse en sus seguidores habituales (ver com. vers. 43). Probablemente estaba terminando el otoño o comenzaba el invierno (noviembre-diciembre) del año 27 d. C. (ver diagrama 3, p. 218).  Siguieron a Jesús intermitentemente durante un año y medio, antes de que él los llamara a un discipulado permanente (ver com. Luc. 5:11). Jesús eligió definitivamente a los doce cuando estaba terminando el verano de 29 d. C. (ver com. Mar. 3:13-19). Los cinco que "siguieron" a Jesús en el Jordán lo hicieron tan sólo en el sentido de haber aceptado el testimonio de Juan en cuanto al mesianismo de Jesús.

41. A su hermano. Andrés se convirtió en el primer discípulo que comenzó a llevar a otros ante Jesús. Él lo hizo "primero", es decir antes de que hiciera ninguna otra cosa. Esto es un testimonio de la profunda impresión efectuada en su mente y en su corazón por esa primera conversación con Jesús.

Mesías. Ver com.  Mat. 1:1.

Traducido. Ver com. vers. 38.

42. Simón... Cefas. Ver com. Mat. 16:18; Mar. 3:16. El nombre "Simón" proviene de la forma griega del hebreo "Simeón" (ver com. Gén. 29:33).

Quiere decir. Ver com. vers. 38.

43. El siguiente día. Es decir, el día después de los sucesos de los vers. 35-42, y quizá el tercer día después de los de los vers. 19-28 (vers. 29, 35).

Quiso Jesús ir. O estaba por ir.

Halló a Felipe. Quizá como resultado de los esfuerzos de los tres que ya habían hallado a Jesús. Acerca de Felipe, ver com. Mar. 3: 18.

Sígueme. Aquí se aproxima más al significado de convertirse en discípulo (ver com. Mar. 2:14) y no tan sólo en el sentido de caminar en pos de alguien, como en el vers. 37. Sin embargo, ver com. Luc. 5:11; Juan 1:40.

44. Betsaida. Ver com. Mat. 11:21.

45. Felipe halló a Natanael. Así como en el día anterior Andrés había llevado a su hermano ante Jesús, así también Felipe ahora lleva a un amigo. El primer impulso del corazón del que en realidad se convierte es compartir el gozo y la bendición de la salvación con otros, especialmente con los que están cerca y son amados. Es común identificar a Natanael con Bartolomé (ver com. Mar. 3:18).

La ley. Aquí es una designación técnica que corresponde con los cinco primeros libros del AT (ver com. Luc. 24:44). Felipe se refiere particularmente a la predicción de Deut. 18:15 (ver allí el comentario) que halló su cumplimiento en Jesús de Nazaret (ver com.  Juan 6:14). Hijo de José. Ver com. Mat. 1:20-21; Luc. 2:33, 41.

46. Nazaret. Ver com.  Mat. 2:23.

Algo de bueno. Hay un dejo de sarcasmo en la réplica de Natanael ante el emocionante anuncio de Felipe. Natanael procedía de Caná (cap. 21:2), que estaba a poca distancia de Nazaret, y sin duda hablaba de lo que sabía personalmente.

Ven y ve. Cf. vers. 29. Encontrarse con Jesús cara a cara sería una evidencia más convincente que un largo argumento. Lo mismo sucede hoy día. La única forma de lograr una evidencia positiva de la certeza de la fe en Cristo es experimentándola.

47. Un verdadero israelita. O "un israelita de verdad" (BJ), es decir uno que servía a Dios con sinceridad de corazón (cap. 4:23-24) y no un hipócrita (ver com. Mat. 6:2; 7:5; 23:13). Natanael pertenecía a ese grupo pequeño y consagrado de los que fielmente esperaban "la consolación de Israel" (ver com. Luc. 2:25) y anhelaban alcanzar los altos ideales puestos ante ellos por Dios (ver t. IV, pp. 28-32). Un verdadero israelita no era necesariamente un descendiente literal de Abrahán (ver Juan 8:33-34), sino uno que elegía vivir en armonía con la voluntad de Dios (ver Juan 8:39; Hech. 10:34-35; Rom. 2:28-29; 9:6-7, 25-27; 10:12-13; Gál. 3:9, 28-29; 1 Ped. 2:9-10).

Engaño. Gr. dólos, literalmente "carnada", como la que se usa para pescar, pero en sentido figurado "ardid", "engaño", "traición". Pretextos falsos son la "carnada" usada por el hipócrita para convencer a los hombres de que es mejor de lo que realmente es.

48. ¿De dónde me conoces? Natanael quedó asombrado al descubrir que su vida estaba abierta como un libro ante Jesús.

Higuera. La higuera y el olivo eran en Palestina los árboles favoritos que se cultivaban por sus frutos. "Sentarse" debajo "de la higuera" de uno significaba estar en casa y en paz (Miq. 4:4; Zac. 3:10; etc.).

49. Rabí. Ver com. vers. 38.

Hijo de Dios. Ver com. Luc. 1:35. La profunda impresión hecha por la afirmación de Cristo (vers. 47) se ve claramente por la directa e incondicional profesión de fe de Natanael (vers. 49). Evidentemente tenía el ferviente deseo de entender mejor por qué el Bautista había identificado a Jesús como el "Cordero de Dios" (vers. 29, 36) y como "el Hijo de Dios" (vers. 34). Por eso buscó un lugar apropiado para la meditación y la oración (DTG 113-114). En respuesta a esa oración, se le dio una prueba convincente de que Jesús era divino. Con frecuencia, Jesús leía los más recónditos pensamientos de los hombres y los secretos ocultos de sus vidas, dándoles así una evidencia de su divinidad (ver com. Mar. 2:8). Hay otras declaraciones de los discípulos que muestran su fe en la divinidad de Jesús en Mat. 14:33; 16:16; Juan 6:69; 16: 30; etc.

Rey de Israel. Un título mesiánico adicional con el que reconocía Natanael a Jesús como Aquel prometido por los profetas para restaurar "el reino a Israel" (Hech. 1:6). Este título era equivalente a la expresión "hijo de David" (ver com. Mat. 1:1; Mar. 10:48; cf. Zac. 6:13).

50. Cosas mayores. Jesús aquí se refiere a las muchas pruebas convincentes de su divinidad que Natanael había de recibir durante su relación con Cristo (DTG 115).

51. De cierto, de cierto. Ver com. Mat. 5: 18. De todos los escritores del NT, sólo Juan repite esta expresión como aparece aquí. Lo hace en total 25 veces, en cada caso citando a Jesús.

El equivalente hebreo de la expresión "de cierto, de cierto" aparece repetidas veces en el Manual de Disciplina (1QS), uno de los Manuscritos del Mar Muerto (ver p. 92), pero en un sentido algo diferente del que le da Juan.

Ángeles de Dios. Con esta pintoresca figura de lenguaje, Jesús describe su propio ministerio para la humanidad (DTG 115-117). Indudablemente la figura se basa en el sueño de Jacob en Bet-el, mientras iba a Harán (Gén. 28:12; cf. Heb. 1:14).

Hijo del Hombre. Ver com. Mar. 2:10. Este es el primer caso que se registra en el que Jesús usó este título. (5CBA).

COMENTARIOS DE EGW

19-51. DTG 106-117. "HEMOS HALLADO AL MESÍAS"

https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-14-hemos-hallado-al-mesias.html

Ministerio Hno. Pio

 

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