Juan 17. Oración de intercesión de Jesús. Vers. (1-5) Cristo ruega a su Padre que lo glorifique, (6-10) que guarde a sus apóstoles (11-16) en la unidad (17-19) y la verdad, (20-26) para que sean glorificados con él en el cielo, y también todos los otros que crean.
1 ESTAS cosas habló Jesús, y
levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu
Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2 como le has dado potestad
sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
6 He manifestado tu nombre a los
hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu
palabra.
7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; 8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
11 Y ya no estoy en el mundo; mas
éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado,
guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
12 Cuando estaba con ellos en el
mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se
cumpliese.
13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Santificalos en tu verdad; tu
palabra es verdad.
18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
20 Mas no ruego solamente por
éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21
para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 La gloria que me diste, yo les
he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú
en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me
enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
24 Padre, aquellos que me has
dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi
gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del
mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y
éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Y les he dado a conocer tu nombre, y
lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y
yo en ellos. (Juan 17).
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1-28.
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EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1-16
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EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1-24
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1. Estas cosas habló Jesús. [La oración de intercesión de
Jesús, Juan 17:1-26.] Con esta oración terminan los consejos de despedida que
Jesús comenzó en el aposento alto y continuó en el camino al Getsemaní.
Esta oración es la más extensa de
las oraciones de Jesús que se registran.
Bengel dice respecto al cap. 17,
que de todos los capítulos de las Escrituras es el más fácil en cuanto a las
palabras; el más profundo en cuanto a las ideas. Esta oración se divide
claramente en tres partes: (1) Oración por Cristo mismo (vers. 1-5); (2)
oración por los discípulos (vers. 6-19); (3) oración por todos los creyentes
(vers. 20-26).
Levantando los ojos. Ver com. cap. 11:41. Padre. Ver com. cap. 11:41.
Glorifica. Ver com. cap. 13:31; cf. cap. 12:16,23. Jesús sería
glorificado al ser levantado en una muerte victoriosa, que era el preludio
necesario de su gloriosa resurrección.
2. Potestad. Gr. exousía, "autoridad" (ver com. Mat.
28:18).
Carne. Es decir, seres humanos (cf. Mar. 13:20; Luc. 3:6;
etc.).
Vida eterna. Ver com. Juan 1:4; 3:16; 8:51; 10:10; cf. Rom. 6:23.
Los que le diste. Ver com. cap. 6:37.
3. Te conozcan. Un conocimiento experimental y
viviente conduce a la vida eterna. No hay salvación en sólo conocer, pero
tampoco puede haber salvación sin conocimiento (Rom. 10:13-15). Aquí se define
el conocimiento salvador como el que se centra en el "Dios verdadero"
-en contraste con los dioses falsos- y en Jesucristo.
Fue muy notable la ausencia del conocimiento de Jesucristo en la religión
de los judíos.
En el día final los hombres serán
rechazados porque despreciaron el conocimiento esencial (ver com. Ose. 4:6). En
cuanto a la importancia del conocimiento en el desarrollo del carácter
cristiano, ver com. Juan 17:17; cf. 2 JT 331.
4. Te he glorificado. La segunda parte de la sentencia
amplía la primera. Dios fue glorificado cuando fue completada la obra que Jesús
vino a hacer para la salvación del hombre.
5. Glorifícame tú. Cf. vers. 1. Jesús pide volver a
su antigua gloria. En cuanto a la preexistencia de Cristo, ver com. cap.
1:1,14; cf. cap. 8:58. Pablo describe el cumplimiento de esta oración:
"Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que
es sobre todo nombre" (Fil. 2:9).
6. Tu nombre. "Nombre" aquí -como en otros casos- significa carácter. En cuanto a Jesús como la revelación personal del carácter de su Padre, ver com. cap. 1:14,18.
Me diste. Ver com. cap. 6:37. Se hace resaltar la unidad del Padre y del Hijo (ver com. cap. 10:30).
Han guardado tu palabra. Lo que equivale a "han
guardado tus mandamientos". Esto no implica una perfecta obediencia, pero
hace resaltar el hecho de que, en contraste con la mayoría de los judíos, los
discípulos habían echado su suerte con Jesús y habían procurado cumplir con los
requisitos del discipulado.
7. Han conocido. Es decir, de acuerdo con el
griego, "han llegado a conocer y ahora están enterados". La relación
de Cristo con el Padre -el Dios al cual los judíos adoraban- era un punto de
énfasis constante en las enseñanzas de Jesús (cap. 8; 10; etc.). Los judíos lo
acusaban de blasfemia y lo tildaban de impostor porque afirmaba que Dios era su
Padre, pero los discípulos estaban persuadidos del verdadero origen y la
verdadera identidad de Jesús.
8. Que me diste. Un énfasis adicional de que Cristo dependía del Padre durante la encarnación (cap. 1:14; 5:19,30). Las recibieron. Ver com. vers. 7.
9. Yo ruego por ellos. Ya habían sido presentados los
discípulos (vers. 6-8). Ahora comienza la oración por ellos.
No ruego por el mundo. Es decir, en esa ocasión. En ese momento Jesús se ocupaba de sus discípulos. Jesús no quiere decir que el mundo esté fuera del alcance del cuidado de él o de su Padre. Dios ama al mundo, y gratuitamente ofrece salvación a todos (Juan 3:16; Apoc. 22:17). Después Jesús incluye en su oración a "los que han de creer en mí por la palabra de ellos" (Juan 17:20).
Los que me diste. Ver com. cap. 6:37.
10. Lo mío es tuyo. La propiedad mutua hace resaltar más la unidad del Padre y del Hijo (ver com. vers. 6). Glorificado. El Padre fue glorificado por la obediencia de Cristo (ver com. vers. 4). Así también el Hijo fue glorificado por la obediencia de los discípulos, pero más por el hecho de que fueran sus mensajeros al mundo.
11. Ya no estoy. El futuro inmediato es
considerado como presente. De acuerdo con el cómputo judío, ya había comenzado
el día de la crucifixión.
Yo voy a ti. Un presente futurista que se refiere al regreso de
Jesús al Padre, no a su acercamiento a Dios en oración.
Padre santo. Este título sólo aparece aquí en el NT. En los
vers. 1 y 5 la forma de dirigirse a Dios es "Padre" y en el vers. 25
"Padre justo". Sin duda se emplea esta expresión en vista del pedido
que sigue. El tema de los vers. 17-19 es la santificación. La palabra que aquí se usa en griego para
"santificalos" es el verbo hagiázÇ (vers. 17), "hacer
santo", y la palabra para "santo" en el título que se le da a
Dios es hágios, que con toda corrección se traduce como "santo". La
petición para que los discípulos sean santos se eleva al Padre Santo. En cuanto
a la santidad de Dios, ver Lev. 11:44; cf. 1Ped. 1:16. El título "Padre
Santo" también aparece en una oración eucarística de la Didajé 10:2.
Los que me has dado. La evidencia textual se inclina
por (cf. p. 147) la variante "lo que", es decir el
"nombre". Esta variante implica el pensamiento de que Dios dio su
nombre al Hijo. Este concepto debiera entenderse de acuerdo con otros pasajes
(1:18; 14:9). Jesús vino a representar el nombre, o carácter de su Padre,
y durante el tiempo de su encarnación actuó bajo la autoridad de su Padre.
Guárdalos. Jesús estaba por irse. Por eso confió los
discípulos al cuidado de su Padre (cf. vers. 11-12). Ellos quedarían en un
mundo malvado y necesitarían de una gracia especial en su lucha contra el
pecado. Cada cristiano puede pedir ese poder protector. Dios no permitirá que
un hijo suyo sea tentado más allá de lo que pueda soportar (1Cor. 10:13). El
cristiano será inexpugnable ante los ataques de Satanás mientras luche con la
fortaleza y la luz del cielo. Sin embargo, Dios protege sólo a los que eligen
ser protegidos. Cuando los hombres, yendo en contra del consejo divino, se
colocan voluntariamente en el terreno del enemigo, no pueden esperar ser
preservados por el poder de Dios.
12. Yo los guardaba. Ver com. vers. 11.
Los que me diste. Ver com. cap. 6:37.
Hijo de perdición. Es decir, Judas Iscariote. Esta
expresión describe a uno destinado a la perdición o destrucción. Esto se aplica
al anticristo en 2 Tes. 2:3. La palabra griega traducida como perdición
(apÇleia) se usa con frecuencia en el NT y muchas veces describe la destrucción
final de los impíos (ver Mat. 7:13; Rom. 9:22; Fil. 3:19; Heb. 10:39; Apoc.
17:8,11; etc.). Por su propia elección Judas se convirtió en un hombre destinado
a la destrucción (ver com. Juan 3:17-20).
Se cumpliese. Sin duda, esta cláusula debiera entenderse como una consecuencia o un resultado, y no como un propósito. En el texto griego puede entenderse de una forma u otra (ver com. Mat. 1:22; Juan 9:3).
Judas no estaba
predestinado a traicionar a Jesús (ver com. Juan 6:71; 13:18). Su acto
aborrecible fue fruto de su propia elección. El pasaje aludido probablemente es
Sal. 41:9, que se menciona en Juan 13:18.
13. Voy a ti. Una referencia de que Jesús regresaría al Padre, como en el vers. 11 (ver allí el comentario). Gozo cumplido. Ver com. cap. 15:11; cf. cap. 16:24.
14. Les he dado. Cf. vers. 8,17. Los discípulos habían guardado (vers. 6) la palabra que les fue dada. Los aborreció. Ver com. cap. 15:18-21.
No son del mundo. Estaban en el mundo (vers. 11,15),
pero no participaban del espíritu del mundo. Fueron enviados al mundo (vers.18)
para que pudieran persuadir a otros a que renunciaran al mundo (Mar. 16:15).
15. Quites del mundo. Podría haberse pensado que ése era el medio más eficaz para que fueran preservados del mal del mundo.
Pero los
discípulos tenían una misión para cumplir en el mundo, así como Jesús había
venido al mundo a cumplir su obra (vers. 4).
Del mal. "Del Maligno" (BJ). En griego puede
entenderse como una referencia al mal como un principio, o al maligno (ver com.
Mat. 6:13). Ambos significados encuadran bien con el contexto. La misma palabra
aparece en 1 Juan 5:18, donde, debido a una diferencia gramatical, se
identifica el adjetivo como masculino, lo que hace que se vea con claridad que
se trata del maligno.
16. No son del mundo. Ver com. vers. 14.
17. Santifícalos. Gr. hagiázÇ, "considerar
como santo", "apartar para fines sagrados",
"consagrar", "hacer santo". Los discípulos debían ser
consagrados para su tarea. La santidad es uno de los atributos de Dios (1 Ped.
1:16). Por lo tanto, ser hecho santo es llegar a ser semejante a Dios. El plan
de salvación tuvo el propósito de que se cumpliera esta obra (2 Ped. 1:4; Ed
121).
En tu verdad. Hay una definición de la verdad en com. cap. 8:32. La
Palabra de Dios es declarada la "verdad". Las Escrituras nos revelan
el carácter de Dios y de Jesucristo. Llegamos a ser nuevas criaturas haciendo
de las verdades de la Palabra de Dios una parte de la vida.
18. Me enviaste. Ver com. cap. 3:17.
Los he enviado. Los había enviado antes (Luc. 9:1-2),
y otra vez los enviaría antes de irse de este mundo (Juan 20:21-22).
19. Me santifico a mí mismo. "Me consagro a mí
mismo" (BJ, 1966). Aquí el significado "me consagro a mí mismo"
o "me dedico a mí mismo" parece ser la definición más apropiada (ver
com. vers. 17). Jesús se dedicó a sí mismo para completar la tarea que había venido
a cumplir en este mundo. Ante él estaba la cruz, y en el acto de ofrecerse a sí
mismo hizo posible la santificación de todos los creyentes (Heb. 10:10).
20. Sino también. Aquí comienza la oración por
todos los creyentes (ver com. vers. 1) hasta el fin del tiempo.
Por la palabra de ellos. Es decir, por medio de su
predicación, su enseñanza y sus escritos.
21. Sean uno. Habría diversidad de dones (1 Cor. 12), pero debía
haber unidad de espíritu, propósito y creencia. No debiera haber contiendas por
la supremacía, como las que hacía poco habían contaminado a los doce (Luc.
22:24-30). La unidad que emanara de la mezcla armoniosa de las vidas de los
cristianos impresionaría al mundo con el origen divino de la iglesia cristiana.
22. Gloria. Aquí, probablemente, la gloria del Cristo
encarnado. Esa gloria había de relucir en el creyente. Bengel observa:
"¡Cuán grande es la majestad de los cristianos!" Cf. Rom. 8:30.
23. En ellos. Se hace resaltar más la unidad íntima entre el
creyente y los miembros de la Deidad.
Sean perfectos. Ver com. Mat. 5:48. Sólo puede
efectuarse el crecimiento hacia la perfección cuando el creyente permanece en
Cristo (Juan 15:1-5).
El mundo conozca. Ver com. vers. 21.
24. Estén conmigo. Es decir, en el cielo. Jesús ora por la culminación del plan de redención en la glorificación de la iglesia de Dios, en el tiempo de su segunda venida. Por mucho tiempo la familia humana ha estado en tierra extranjera (Heb. 11:13-14), alejada de la casa del Padre (Apoc. 14:2-3). "Toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto... esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo" (Rom. 8:22-23). La redención acontecerá cuando el Señor descienda del cielo y reúna a sus hijos de los cuatro "vientos" de la tierra (Mat. 24:31; 1 Tes. 4:16). En ese tiempo, los fieles irán para estar "siempre con el Señor" (1 Tes. 4:17). Jesús oró por la llegada de ese feliz momento. Todo cristiano debería orar para que se cumpla prontamente la promesa (Apoc. 22:20).
Antes de la fundación. La misma frase aparece en Efe. 1: 4; 1 Ped. 1:20. Ver com. Juan 1:1,14.
25. Padre justo. Comparar con la expresión
"Padre santo" (vers. 11). El mundo no había reconocido al Padre a
pesar de que Jesús lo reveló.
26. He dado a conocer. Ver com. cap. 1:18. Nombre. Es decir, el carácter.
Lo daré a conocer. Por medio de nuevas revelaciones del Espíritu (ver com. 14:26; 16:13). 5CBA
COMENTARIOS DE EGW
1-3. Con Palabras Enérgicas Y Llenas De Esperanza, El
Salvador Terminó Sus Instrucciones. Luego volcó la cara de su alma en una oración
por sus discípulos Elevando los ojos al cielo, dijo: "Padre la hora es
llegada; glorifica a tu Hijo, para que también 635 tu Hijo te glorifique a ti;
como le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida eterna a todos los
que le diste. Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios
verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado."
Cristo
había concluido la obra que se le había confiado. Había glorificado a Dios en
la tierra. Había manifestado el nombre del Padre. Había reunido a aquellos que
habían de continuar su obra entre los hombres. Y dijo: "Yo soy glorificado en ellos. Y ya no
estoy en el mundo, más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. ¡Padre Santo,
guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que ellos sean uno, así
como nosotros lo somos!"*(San Juan 17:10,11).
ASÍ, CON EL LENGUAJE de quien tenía
autoridad divina, Cristo entregó a su electa iglesia en los brazos del Padre.
COMO CONSAGRADO sumo sacerdote,
intercedió por los suyos.
COMO FIEL PASTOR, reunió a su
rebaño bajo la sombra del Todopoderoso, en el fuerte y seguro refugio.
A ÉL Le Aguardaba La
Última Batalla con Satanás, y salió para hacerle frente. DTG/EGW
10-11; 20-23. DTG 635. "NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN"
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-73-no-se-turbe-vuestro.html
4. DMJ 18. Jesús se vació a
sí mismo, y en todo lo que hizo jamás se manifestó el yo. Todo lo
sometió a la voluntad de su Padre. Al acercarse el final de su misión en la
tierra, pudo decir: "Yo te he glorificado en la tierra: he acabado
la obra que mediste que hiciese". Y nos ordena: "Aprended
de mí que soy manso y humilde de corazón". "Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo";*Juan 17:4; Mat. 11:29; 16:24.
Renuncie a todo sentimiento de egoísmo para que éste no tenga más dominio sobre
el alma. Quien contemple a Cristo en su abnegación y en su humildad de corazón,
no podrá menos que decir como Daniel: "Mi fuerza se cambió en
desfallecimiento". Dan. 10:8.
El
espíritu de independencia y predominio de que nos gloriamos se revela en su
verdadera vileza, como marca de nuestra sujeción a Satanás. La naturaleza
humana pugna siempre por expresarse; está siempre lista para luchar.
Más el que aprende de Cristo
renuncia al yo, al orgullo, al amor por la supremacía, y hay silencio en su
alma. El yo se
somete a la voluntad del Espíritu Santo.
No ansiaremos entonces ocupar el lugar más elevado. No pretenderemos
destacarnos ni abrirnos paso por la fuerza, sino que sentiremos que nuestro más
alto lugar está a los pies de nuestro Salvador. Miraremos a Jesús,
aguardaremos que su mano nos guíe y escucharemos su voz que nos dirige. El
apóstol Pablo experimentó esto y dijo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más
vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí". Gal. 2:20.
Cuando recibimos a Cristo como huésped permanente en el alma, la paz de Dios que sobrepuja a todo entendimiento guardará nuestro espíritu y nuestro corazón por medio de Cristo Jesús. La vida terrenal del Salvador, aunque 19 transcurrió en medio de conflictos, era una vida de paz. Aun cuando lo acosaban constantemente enemigos airados, dijo: "El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada". Ninguna tempestad de la ira humana o satánica podía perturbar la calma de esta comunión perfecta con Dios.
Y él nos dice: "La paz os
dejo, mi paz os doy". "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso". Juan
8:29; 14:27; Mat. 11:29. Llevad conmigo el yugo de servicio para
gloria de Dios y elevación de la humanidad, y veréis que es fácil el yugo y
ligera la carga. Es el amor a uno mismo lo que destruye nuestra paz. Mientras viva
el yo, estaremos siempre dispuestos a protegerlo contra los insultos y la
mortificación; pero cuando hayamos muerto al yo y nuestra vida esté escondida
con Cristo en Dios, no tomaremos a pecho los desdenes y desaires.
4-6. MC 360.
https://elaguila3008c.blogspot.com/2019/12/38-importancia-del-verdadero.html
20-26. "Padre,
aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también
conmigo; para que vean mi gloria que me has dado: por cuanto me has amado desde
antes de la constitución del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, más
yo te he conocido; y éstos han conocido que tú me enviaste; y yo les he
manifestado tu nombre, y manifestarélo aún; para que el amor con que me has
amado, esté en ellos, y yo en ellos." (Juan 17: 20-26.)
El propósito de Dios es que sus hijos
se fusionen en la unidad. ¿No es vuestra esperanza vivir juntos en el mismo
cielo? ¿Está Cristo dividido contra sí mismo? ¿Dará él éxito a sus hijos antes
que hayan apartado de su medio toda discordia y toda crítica, antes que los obreros,
en una perfecta unidad de intención, hayan consagrado sus corazones, sus
pensamientos y sus fuerzas a una obra tan santa a la vista de Dios? La unión
hace la fuerza. La desunión causa debilidad. Trabajando juntos y con armonía
para la salvación de los hombres, debemos ser en verdad "coadjutores . . .
de Dios." Los que se niegan a trabajar en armonía con los demás deshonran
a Dios. El enemigo de las almas se regocija cuando ve a ciertos hermanos
contrariándose unos a otros en su trabajo. Los tales necesitan cultivar el amor
fraternal y ternura en su corazón. Si pudiesen apartar el velo que cubre el
porvenir y percibir las consecuencias de su desunión, ciertamente se
arrepentirían.
El mundo mira con satisfacción la
desunión de los cristianos. Los
incrédulos se regocijan. Dios desea que se realice un cambio en su pueblo. La
unión con Cristo y los unos con los otros constituye nuestra única salvaguardia
en estos últimos días. No dejemos a Satanás la posibilidad de señalar con el
dedo a los miembros de nuestra iglesia, diciendo: "Mirad cómo éstos, que
se hallan bajo el estandarte de Cristo, se aborrecen unos a otros. Nada
necesitamos temer de ellos, puesto que gastan más energías luchando unos contra
otros que combatiendo a mis fuerzas."
Después del derramamiento del
Espíritu Santo, los discípulos 245 salieron para proclamar al Salvador
resucitado, poseídos del único deseo de salvar almas. Se regocijaban en la
dulzura de la comunión con los santos. Eran afectuosos, atentos, abnegados,
dispuestos a hacer cualquier sacrificio en favor de la verdad. En sus
relaciones cotidianas unos con otros, manifestaban el amor que Cristo les había
ordenado revelar al mundo. Por sus palabras y sus acciones desinteresadas, se
esforzaban por encender este amor en otros corazones.
Los creyentes debían continuar cultivando el amor que llenaba el corazón de los apóstoles después del derramamiento del Espíritu Santo.
Debían
proseguir adelante y obedecer gustosos al nuevo mandamiento: "Como os he
amado, que también os améis los unos a los otros." (Juan 13:34). Debían
vivir tan unidos con Cristo que se verían capacitados para cumplir sus
requerimientos. Debían ensalzar el poder
de un Salvador que podía justificarlos por su justicia. 3JT 244-245.
Ministerio
Hno. Pio
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