Hechos 5. La Comunidad Cristiana Y Sus Desafíos: Vers. (1-11) Ananías y Safira mueren por haber mentido al Espíritu Santo. (12-13) Los apóstoles hacen muchas señales y prodigiosos, (14-16) y aumenta en gran cantidad el número de los convertidos. (17-18) Los apóstoles son de nuevo encarcelados, (19-20) pero son liberados por un ángel, quien les ordena que prediquen públicamente a todos. (21-28) Los apóstoles predican en el templo (29-32) y delante del concilio. (33-39) Los sacerdotes, enfurecidos, intentan matarlos, pero son librados por el consejo de Gamaliel, un respetable maestro de los judíos. (40-42) Los apóstoles son azotados, pero glorifican a Dios y no cesan ni un solo día de predicar y enseñar.
1 Pero cierto hombre llamado
Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, 2 y sustrajo del precio,
sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de
los apóstoles.
3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué
llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses
del precio de la heredad? 4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida,
¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a
los hombres, sino a Dios.
5 Al oír Ananías estas palabras,
cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y
levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. 7 Pasado
un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que
había acontecido. 8 Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendiste en tanto la
heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. 9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en
tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han
sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10 Al instante ella cayó a los pies
de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la
sacaron, y la sepultaron junto a su marido.
11 Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas. 12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.
13 De los demás, ninguno se
atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. 14 Y los
que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres;
15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos,
para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. 16
Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y
atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.
17 Entonces levantándose el sumo
sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se
llenaron de celos; 18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la
cárcel pública.
19 Mas un ángel del Señor,
abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: 20 Id, y puestos
en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.
21 Habiendo oído esto, entraron
de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y
los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los
hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. 22 Pero cuando
llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y
dieron aviso, 23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda
seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a
nadie hallamos dentro. 24 Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el
jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué
vendría a parar aquello.
25 Pero viniendo uno, les dio
esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el
templo, y enseñan al pueblo. 26 Entonces fue el jefe de la guardia con los
alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el
pueblo. 27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo
sacerdote les preguntó, 28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no
enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra
doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.
29 Respondiendo Pedro y los
apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres levantó
a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31 A éste, Dios ha
exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel
arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Y nosotros somos testigos suyos de
estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le
obedecen.
33 Ellos, oyendo esto, se
enfurecían y querían matarlos.
34 Entonces levantándose en el
concilio un fariseo llamado Gamaliel,
doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un
momento a los apóstoles, 35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por
vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. 36 Porque antes de estos
días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como
de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían
fueron dispersados y reducidos a nada. 37 Después de éste, se levantó Judas el
galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció
también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.
38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; 39 más si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
40 Y convinieron con él; y
llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimidaron que no hablasen
en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. 41 Y ellos salieron de la
presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer
afrenta por causa del Nombre.
42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. (Hechos 5).
1. Pero. Hay un agudo contraste entre la bondadosa generosidad de Bernabé (cap. 4:36-37) y la avaricia de Ananías y Safira (cap. 5:1-11).
Cierto hombre. Sólo un narrador veraz relataría la historia de
Ananías y de Safira a esta altura del relato. Así como hubo un Judas entre los
doce discípulos, así también en la naciente iglesia, pura y activa, hubo dos
que prefirieron la mezquindad a la generosidad, y la hipocresía a la
honestidad. Pero a pesar de todo se
presenta el relato tranquila e imparcialmente, y el lector aprende y se
conmueve por la narración de los hechos tales como sucedieron.
Ananías. Significa "Jehová es benigno". Era un
nombre común. También se llamaba así el que ayudó a Saulo de Tarso cuando éste
se convirtió (cap. 9:10-17), y un sumo sacerdote (cap. 23:2; 24:1). Es el mismo
nombre que aparece en Jer. 28:1 ("Hananías") y Dan. 1:6-7.
Safíra. Es probable que este nombre derive del arameo
shappira', "hermosa", aunque algunos sugieren que sería del griego
sápfeiros, "zafiro" o "lapislázuli".
Heredad. Ver com. cap. 2:45. Sin duda se trataba de un
terreno (cap. 5:3).
2. Sustrajo. Gr. nosfizomai, "guardar para uno
mismo". En Tito 2:10 se traduce
"defraudando". En la LXX se emplea en Jos. 7:1 el mismo verbo para
describir el pecado de Acán ("cometieron una prevaricación", RVR).
El hecho de que
Ananías retuviera parte del precio de la propiedad no era en sí mismo un
pecado, pues en realidad no estaba obligado a dar nada. Había dicho que daría,
pero no le era imperioso dar una cantidad específica. El dinero le pertenecía,
y podía darlo todo o sólo una parte; pero presentó la parte como si fuera el
todo. Este fue el engaño. Su acción fue una mentira.
La forma sincera como Lucas narra
la abnegación de Bernabé probablemente refleje la aprobación de la iglesia.
Ananías posiblemente también pensó que podía conseguir
esa misma aprobación, pero haciendo un menor sacrificio. El deseo de agradar a
otros no fue suficientemente fuerte para alcanzar una victoria total sobre la
avaricia; pero la codicia sí fue más que suficiente para triunfar sobre
la honradez.
El impulso a vender
provenía del Espíritu de Dios; por lo tanto era malo el impulso de retener
parte del precio. Este acto fue un intento de servir al mismo tiempo a Dios y a
Mamón. Este pecado fue en cierto sentido similar al de Giezi (ver com. 2 Rey.
5:20-27); pero teniendo en cuenta los milagros de Pentecostés y el
extraordinario progreso de la iglesia bajo la conducción del Espíritu, fue más
repulsivo y recibió un castigo más severo.
Su mujer. Evidentemente Safira se prestó para ser cómplice
del plan. Su falta fue premeditada.
3. Pedro. Aquí el portavoz de la iglesia.
¿Por qué . . . ? Si Ananías lo hubiera deseado,
podría haber resistido la tentación. Si así lo hubiera hecho, el tentador se habría
apartado de él (Sant. 4:7).
Llenó Satanás tu corazón. Pedro señaló el origen del mal.
Su conocimiento de lo que habían hecho Ananías y Safira le venía del don de
discernir (1 Cor. 2:14; 12:10). Pero en triste contraste con este
discernimiento, Ananías había abierto su corazón a Satanás hasta que su mente
se llenó de codicia y de engaño.
Espíritu Santo. El Espíritu había sido dado para
guiar a los creyentes a toda verdad (Juan 16:13), pero Ananías estaba en verdad
intentando engañar al Espíritu de verdad (ver com. Juan 14:17,26; 16:13).
4. Reteniéndola. Nadie había obligado a Ananías a
vender la propiedad. Sólo se esperaba que honradamente entregara el producto de
lo que había prometido. Lo que Pedro dijo indica que la iglesia no obligaba a
nadie a contribuir para el fondo común, pero si una persona prometía dar, debía
entregar lo que había prometido. Ananías estuvo siempre libre de hacer lo que
mejor le parecía. Es posible que la parte que retuvo no fuera grande, y podría
haberse guardado mucho más si lo hubiera hecho en forma honrada. Pero este
intento de obtener fama de ser generoso sin hacer realmente un sacrificio lo
hizo culpable de sacrilegio.
Pusiste esto. En el texto griego dice "pusiste esta
acción". Esto implica un plan premeditado de Ananías. No se trataba de
haber cedido a una tentación repentina, sino de haber acariciado un plan que
nunca fue correcto, y que resultó en un mal acto. Satanás había entrado en su
corazón con este plan, y Ananías nunca lo rechazó.
Mentido . . . a Dios. No significa que Ananías no
hubiera mentido a los hombres, sino que su pecado en primer lugar consistía en
que había tratado de engañar a Dios. En última instancia, todo pecado es contra
Dios, aunque también afecta mucho a los hombres. David reconoció esto cuando
dijo: "Contra ti, contra ti solo he pecado" (Sal. 51:4). Ananías o no
tuvo en cuenta a Dios, o pensó que podía engañarlo así como esperaba engañar a
sus hermanos en la fe. Sea como fuere, estaba pecando contra Dios, y con
justicia Pedro destaca esto.
El empleo de la palabra "Dios" aclara la
enseñanza bíblica referente al Espíritu Santo. En Hech. 5:3 se dice que el
pecado de Ananías fue mentir "al Espíritu Santo"; aquí se dice que
mintió "a Dios". Esta relación sugiere la unidad que existe entre el
Espíritu y el Padre, y sirve para advertir al cristiano en cuanto a la
pecaminosidad de una santidad fingida (ver com. Mat. 12:31).
5. Expiró. Gr. ekpsújÇ, "expirar",
"morir", que aparece también en la literatura médica griega. La
muerte de Ananías no fue una simple coincidencia. Hubo una estrecha relación
entre el reproche de Pedro contra el pecado y la muerte del pecador. Cualquier
duda que pudiera haber en cuanto a esto desaparece al considerar la muerte de
Safira (vers. 7-10), la cual fue predicha por Pedro después de poner en claro
el engaño. Compárese esto con el castigo de Nadab y Abiú (Lev. 10:2) y de Acán
(Jos. 7:20-26); ver com. 2 Crón. 22:8. Cf. Mat. 27:50.
Este fue un castigo terrible,
pero no debemos asombrarnos. Ananías y Safira eran miembros de la naciente
iglesia. Se habían acercado a Dios.
Indudablemente habían gustado de algunos de los dones celestiales de la
salvación. Quizá habían recibido algunos de los dones del Espíritu; pero,
siguiendo a un espíritu falso, habían cometido un acto sacrílego. Si no
recibían un castigo visible y notorio en esos primeros días de la iglesia,
tales actos de engaño podrían haber socavado la obra de los apóstoles. Dios
intervino en este caso para salvar a su iglesia de mayores males y peligros.
Este episodio encierra una
lección para nosotros: si una persona asiste a un servicio religioso y canta
con fervor, "Mi espíritu, alma y cuerpo, mi ser, mi vida entera, cual
viva, santa ofrenda te entrego a ti, mi Dios", cuando en realidad no ha
entregado todo, comete el pecado de Ananías y Safira.
Gran temor. Lucas muchas veces asocia los milagros con el temor
que sintieron quienes lo contemplaban (Luc. 1:12, 65; 5:26; 7:16; 8:37; Hech.
2:43; 19:17); pero aquí es evidente que hay más que el temor reverente que se
presenta en Hech. 2:43.
En un grupo grande bien podría
haber otras personas deshonradas quienes pudieron haber sentido cierto terror
Debe haberse apoderado de los demás una mayor reverencia hacia el Dios que
podía destacar de este modo la justicia divina. El temor fue inmediato. Se
extendió entre los creyentes antes de que Safira se enterara de la muerte de su
esposo. Este tipo de temor debería ser saludable para cualquiera que no sea
completamente sincero en su vida cristiana.
6. Los jóvenes. Con más precisión, "los más jóvenes". Lo envolvieron. Quizá en el manto que llevaba puesto en ese momento. Era costumbre envolver el cuerpo en una mortaja y enterrarlo de inmediato fuera de los muros de la ciudad. Para los judíos el contacto con un cadáver causaba la contaminación ceremonial (ver com. Núm. 19:11). Esto, más el deseo de evitar costosos métodos de embalsamamiento, requería un entierro inmediato.
Lo sepultaron. Como puede verse por los relatos del entierro de
Lázaro (ver com. Juan 11:38) y de Jesús (ver com. Mat. 27:60), los muertos eran
colocados en cuevas o tumbas cuya entrada se cerraba con grandes piedras. Se
habrá necesitado, pues, poco tiempo para enterrar a Ananías. Con referencia a
los aspectos de los ritos funerarios judíos, ver com. Hech. 8:2.
7. Lapso como de tres horas. Es posible que este lapso fue el
que transcurrió hasta la siguiente hora de oración. Hubo suficiente tiempo para
retirar el cuerpo de Ananías, pero Safira aún no se había enterado.
Entró. Entró donde estaban Pedro y el resto de la
congregación que acababan de ser testigos de la muerte y entierro de su esposo.
8. Le dijo. Pedro no hizo esta pregunta para entrampar a un
cómplice, sino para darle a Safira la oportunidad de manifestar
arrepentimiento. Posiblemente ella hubiera podido impedir el pecado de su esposo,
pero no lo había hecho. Ahora se le presentaba la oportunidad de confesar su
pecado y dejar limpia su conciencia. No había aprovechado bien la oportunidad
anterior; ahora fracasó de nuevo.
Dime. La pregunta directa de Pedro podría haber advertido
a Safira que su engaño ya era conocido; sin embargo, siguió afirmando la
mentira que había convenido con su esposo, y contestó sin vacilar: "Sí, en
tanto". Quizá Pedro le dijo la suma que Ananías había entregado.
9. Convinisteis. La falta era especialmente
detestable porque implicaba un engaño premeditado.
Tentar al Espíritu. Es decir "poner a
prueba" (BJ) al Espíritu para saber si realmente podía discernir los
secretos del corazón humano. Es probable que se emplee la expresión
"Espíritu del Señor" con el sentido que se le da en el AT:
"Espíritu de Jehová" (cf. 2 Rey 2:16; Isa. 61:1; etc.). La frase
"Espíritu del Señor" aparece sólo aquí en el NT y en 2 Cor. 3:17.
Te sacarán a ti. Pedro no habla como juez sino
como profeta. El Espíritu Santo ya los había condenado. En este caso se predice
el castigo venidero, y su anuncio apenas precedió a su ejecución. El don de
discernir le mostró a Pedro que los jóvenes, cuyas pisadas oía cuando
regresaban de enterrar a Ananías, muy pronto tendrían que hacer otra tarea
similar
10. Al instante. Su muerte fue tan inmediata como
la de su marido.
La hallaron muerta. Esto ocurrió en cumplimiento de
la profecía de Pedro.
La sepultaron. En otras ocasiones se prodigaban cuidados especiales
a los muertos (cf. Luc. 23:55-56); pero en esta doble tragedia no hubo ninguna
ceremonia fúnebre.
11. Gran temor. Ver com. vers. 5.
La iglesia. Esta es la primera vez que se usa la palabra
"iglesia" en el libro de Hechos, con excepción de su dudosa inclusión
en el cap. 2:47. Su utilización sugiere que ya hay cierto desarrollo en la organización.
Ver com. Mat. 18:17. La sorpresiva muerte de Ananías y de Safira daba un nuevo
significado a dicha sociedad y a sus dirigentes.
Todos los que oyeron. Estos estaban fuera de la
iglesia, pero oyeron del poder que actuaba entre sus miembros.
12. Por la mano. Es posible que esta sea una forma
hebrea de expresar el instrumento que ejecuta la acción (cf. Exo. 35:29;
Lev. 8:36; etc.). Pero en el NT las
manos de Jesús muchas veces aparecen como el instrumento de sus milagros (Mar.
6:2,5; Luc. 4:40; etc.). La promesa para los seguidores de Cristo fue:
"Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" (Mar. 16:18). Por
lo tanto, esta expresión puede tomarse en forma literal, aunque en Hech. 5:15
se muestra que la gente creía que también podían hacerse curaciones sin que los
apóstoles usaran las manos.
Señales y prodigios. Ver com. Mar. 16:17-18; Juan
14:12; Hech. 2:22. La iglesia primitiva surgió dentro de un ambiente de
milagros, así como había transcurrido el ministerio de Cristo. La tragedia de
Ananías y Safira fue seguida por milagros de curación y de bendición.
Unánimes. Ver com. cap. 1:14; 4:24. A Lucas le agrada destacar
la unidad de los discípulos. Como menciona "el pórtico de Salomón",
es posible que esta descripción se refiera a las reuniones dirigidas por los
apóstoles a las horas acostumbradas de la oración, alrededor de las 9 de la
mañana y las 3 de la tarde.
El pórtico de Salomón. Ver com. Juan 10:23 y Hech. 3:2,11. Este pórtico
parece que era un lugar de reunión preferido por los maestros para congregarse
con sus oyentes; sin embargo, no hay ninguna prueba de que los cristianos
hubieran ocupado este pórtico como un lugar acostumbrado para su culto
exclusivo (cf. cap. 3:11).
13. De los demás. Nótese el contraste entre estas
personas y los que según el vers. 12 sí eran creyentes. Los comentadores han
sugerido diversas explicaciones para este pasaje. El aparente contraste entre
"el pueblo" -última parte del versículo- y "los demás",
podría sugerir que éstos pertenecían a la clase alta, a los dirigentes.
Ninguno se atrevía. El temor de compartir la suerte
de Ananías y de Safira apartó a los que no estaban dispuestos a seguir de todo
corazón a Jesucristo.
A juntarse. Gr. kolláÇ "apegarse",
"unirse". Cf. com. cap. 9:26.
Mas. Se destaca la reacción favorable del
"pueblo".
Los alababa grandemente. Mejor "el pueblo hablaba de
ellos [los apóstoles] con elogio" (BJ).
14. Aumentaban más. Mejor "Cada vez en mayor
número se adherían al Señor" (BJ). Las conversiones se sucedían casi
diariamente.
Hombres . . . mujeres. El hecho de que se mencione
específicamente a las mujeres sugiere que muchas de ellas entraban en la
iglesia. En cuanto a la importancia que se da a las mujeres en los relatos de
Lucas, ver com. Luc. 8:2. Lucas también menciona mujeres que sufrieron durante
la persecución que se desató después de la muerte de Esteban (Hech. 8:3).
15. Tanto que. Este pensamiento sigue a lo que se expresa en la
primera parte del vers. 12, después de varias oraciones que son una especie de
paréntesis.
Sacaban los enfermos. Cf. Mar. 1:32-34. No bastaba que
los discípulos sanaran en lugares públicos y en las casas. Los parientes de los
enfermos los sacaban a la calle para que pudieran ser atendidos con mayor
rapidez. La maravillosa obra de curación se llevaba a cabo en la manera más
pública posible. Las noticias de las extraordinarias labores de los apóstoles y
de sus hermanos en la fe, llegaron no sólo a toda la ciudad de Jerusalén sino
también a las aldeas vecinas (Hech. 5:16), y fue grande la cosecha de almas.
Su sombra. Aquí sólo se menciona a Pedro, y es posible que él
hubiera hecho la mayor parte de las curaciones. Sin embargo, en el vers. 12 se
dice claramente que todos los apóstoles participaban en la realización de
milagros. Los que eran sanados tenían fe, pero no en Pedro ni en sus
compañeros, sino en Dios, a quien los apóstoles representaban.
16. A Jerusalén. Mejor "También acudía la
multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén" (BJ). La evidencia textual
se inclina (cf. p. 10) por el texto de la BJ. No era que necesariamente los
traían a Jerusalén, sino que la gente venía de las ciudades vecinas a
Jerusalén. Es posible que este versículo describa lo ocurrido durante un período
relativamente largo, durante el cual los apóstoles bien podrían haber visitado
muchas "de las ciudades vecinas" a Jerusalén.
Atormentados. El verbo griego que se traduce
"atormentados" en el NT sólo se encuentra aquí y en Luc. 6:18, pero
aparece con frecuencia en las obras de los autores médicos griegos. Es una
palabra que evidentemente bien podría encontrarse en los escritos del médico
Lucas.
Espíritus inmundos. Ver com. Mat. 12:43-44. Cristo
dio a sus discípulos poder para expulsar esos espíritus inmundos (Mat. 10:1). Los
setenta ya habían ejercido ese poder (Luc. 10:17), y los doce, sin duda, habían
hecho milagros parecidos. Pero ahora, con el poder pleno del Espíritu Santo,
estaban haciendo las obras "mayores" que Jesús había prometido (Juan
14:12; Mar. 16:17).
Todos eran sanados. Cf. Mat. 8:16; 12:15; DTG 208,
donde se describen resultados similares del ministerio médico de Cristo. Cuán
extraordinario debe haber sido ver familias, y quizá hasta comunidades enteras,
libres de enfermedades. La fama de la iglesia y de sus dirigentes se extendió
por todas partes.
17. Entonces. Mejor "pero". Se presenta el contraste
entre las multitudes que acudían a los discípulos en busca de curación y el
sumo sacerdote que se preparaba para perseguir a los discípulos por segunda
vez.
Sumo sacerdote. Anás (ver com. cap. 4:6).
Todos los que estaban con él. Quizá sea esta una expresión más
abarcante que la que se emplea en el cap. 4:6: "Todos los que eran de la
familia de los sumos sacerdotes" (ver com. sobre "la familia de los
sumos sacerdotes"). La oposición había tenido tiempo para fortalecerse.
Secta. Gr. háiresis, "elección", "opinión
elegida"; por extensión, "partido" o "facción". De
esta palabra deriva "herejía", palabra que originalmente no tenía el
sentido peyorativo que las autoridades eclesiásticas le dieron después. En
otros pasajes (cap. 15:5 y 26:5) le emplea háiresis, "secta", para
referirse al grupo de los fariseos, sin que se note un tono despectivo; sin
embargo, cuando se usa para identificar a los nazarenos (cristianos) en cap.
24:5 y 28:22, bien podría tener una connotación despectiva.
Los saduceos. Ver com. cap. 4:1.
Celos. Gr. z'los, "celos",
"envidia".Hubo un intenso brote de hondos sentimientos partidistas. Había
preocupación por lo que pudieran hacer los seguidores del Nazareno, y tanto los
fariseos como los saduceos podían estar dominados por esa emoción. Había
resentimiento en ambos grupos porque los apóstoles iletrados se atrevían a
enseñar a la gente; pero los saduceos estaban especialmente contrariados porque
los apóstoles enseñaban que había una vida futura, creencia que ellos
rechazaban. El hecho de que los fariseos concordaran con los apóstoles en esta
doctrina, desagradaba a los saduceos (ver t. V, pp. 53-55).
18. Echaron mano. Las autoridades saduceas estaban
sumamente indignadas y los apóstoles -quizá todos- fueron apresados. Esto
aclara que aunque Lucas sólo ha mencionado los discursos de Pedro y ha hecho
alguna referencia a las actividades de Juan, el resto de los apóstoles también
había estado trabajando públicamente.
En la cárcel pública. La frase griega puede también
entenderse: "públicamente, en la cárcel"; sin embargo, la traducción
de la RVR es la más acertada. El uso rabínico posterior apoya la traducción de
la RVR.
19. Mas. Se destaca aquí un contraste con el vers. 18.
Las autoridades encarcelaron a los apóstoles; pero el ángel los libertó. Parece como si fuera una protesta divina contra el proceder de los saduceos, que enseñaban que no había "ni ángel, ni espíritu" (cap. 23:8).
Ángel. Lucas evidentemente registra lo que considera algo sobrenatural. Los que no aceptan esa posición, y sin embargo desean conservar la historicidad del relato, se ven obligados a sugerir que el "ángel" era algún discípulo valiente y celoso, y que los apóstoles, en la oscuridad de la noche y emocionados por su liberación, erróneamente atribuyeron su rescate a la intervención de un ángel. Sin embargo, es imposible explicar adecuadamente las palabras de Lucas si es que no se aceptan como la narración de un hecho milagroso. La ayuda de Gamaliel en un momento posterior y casi inmediato, se registra en forma clara y manifiesta (vers. 34-39); pero la liberación se describe aquí como evidentemente sobrenatural. Aunque los apóstoles fueron arrestados de nuevo unas pocas horas después (vers. 26), Dios había demostrado su poder.
Los apóstoles habían sido
reconfortados por la intervención celestial en su favor, y los saduceos habían
recibido la oportunidad de darse cuenta que estaban luchando contra poderes
sobrenaturales. Indudablemente los ángeles son "espíritus ministradores,
enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación"
(Heb. 1:14).
De noche. Mejor "durante la noche".
Abriendo . . . las puertas. Para los ángeles de Dios las
puertas, aun las más herméticamente cerradas de una cárcel, no constituyen
problema alguno. Los apóstoles fueron sacados delante de los mismos ojos de sus
guardianes, ya fuera rodeados de profunda oscuridad o porque los ojos de los
guardias estuvieran cerrados (cf. cap. 12:6-7). Las puertas fueron cerradas y
sin duda trancadas de nuevo, dejando todo como había estado antes de que
llegara el ángel del Señor (cf. cap. 5:23).
Sacándolos. Cf. cap. 12:10.
20. Puestos en pie. Se les ordenó que debían presentarse públicamente y con toda decisión, porque el templo era el lugar más público.
Allí habían sido arrestados (cap. 3:1,11; 4:1-3).
Las palabras de esta vida. El adjetivo "esta" es
significativo. Se refiere a la vida que los apóstoles estaban proclamando: la
vida de Cristo. Esa vida comienza en este mundo y continuará por la eternidad
(cf. Juan 17:3). Esta enseñanza era especialmente inaceptable para los saduceos
porque no creían en la vida futura. Ver t. V, p. 54.
21. Habiendo oído esto. Nótese la obediencia inmediata de
los apóstoles.
De mañana. Mejor "al amanecer" (BJ). La Mishnah
indica que los sacrificios comenzaban a ofrecerse en el templo en cuanto el
cielo comenzaba a clarear por la mañana (Talmud, Yoma 3.1; Tamid 3.2).
Enseñaban. Esto era precisamente lo que los saduceos habían
prohibido en el concilio que hicieran los apóstoles (cap. 4:17-18). Esos
orgullosos dirigentes estaban llenos de ira porque unos galileos indoctos y sin
autorización estuvieran enseñando; que enseñaran que había resurrección y que dieran
testimonio de que Jesucristo después de ser crucificado se había levantado de entre los
muertos. Pero los apóstoles obedecían órdenes divinas. La iglesia tiene una
misión que cumplir: presentar el Evangelio del Señor Jesucristo a un mundo
enfermo de pecado. Esta tarea nunca debe
descuidarse.
Vinieron. El sumo sacerdote y los ancianos llegaron a la sala
de sesión del concilio para decidir qué debía hacerse con los apóstoles
encarcelados. El concilio aún no había recibido la noticia de su misteriosa
liberación.
Los que estaban. Ver com. vers. 17.
Concilio. Es decir, el sanedrín (ver t. V, p. 68). El caso
que tenían delante de ellos evidentemente era considerado tan importante, que
no ahorraron esfuerzos para reunir a tantos miembros como fuera posible. La
presencia de Gamaliel indica que fueron convocados a esta reunión no sólo los
saduceos sino también los fariseos y otros más (cf. vers. 34).
Los ancianos. Gr. gerousía, "consejo de los ancianos",
palabra que se aplicó al consejo de los ancianos de Esparta. Esta palabra
también designa al sanedrín de Jerusalén (t. V. p. 68). Aquí se refiere a un
grupo oficial de ancianos, calificados por su edad y su experiencia para aconsejar
en ocasiones especiales. Es posible que fuera una asamblea equivalente a
"los ancianos" (cap. 22:5).
Cárcel. Gr. desmÇt'rion, "lugar donde se guardan los
presos". Aunque es una palabra diferente de la que se emplea en el vers.
18, puede referirse al mismo lugar.
22. Los alguaciles. Gr. hup'rét's, el que sirve a un superior, "siervo", "ayudante". Aquí y en Luc. 4:20 se refiere a funcionarios que estaban a las órdenes del sanedrín.
No los hallaron. No había ninguna evidencia visible de su fuga de la prisión (ver com. vers. 19,23).
23. Hemos hallado cerrada. Si el ángel abrió las puertas,
las cerró de nuevo después de libertar a los apóstoles. Los que vigilaban las
puertas parece que no se habían dado cuenta de la fuga de los presos. Compárese
con la liberación de Pedro (cap. 12:6-10); pero nótese el contraste con la agitación
que rodeó el episodio de Pablo y Silas en Filipos (cap. 16:25-30).
24. Estas palabras. O sea el informe de los
alguaciles.
El sumo sacerdote. La evidencia textual establece
(cf. p. 10) la omisión de esta frase.
El jefe de la guardia. Ver com. Luc. 22:4; Hech. 4:1.
Los principales sacerdotes. Gr. "los sumos
sacerdotes". Probablemente fueran los principales de los 24 grupos de
sacerdotes. No deben confundirse con el sumo sacerdote.
Dudaban. Mejor "se preguntaban perplejos" (BJ). No
sabían qué hacer ni cómo entender lo que había ocurrido. Los esfuerzos
represivos de los dirigentes judíos habían fracasado; un milagro había liberado
a sus víctimas, y progresaba la difusión del cristianismo.
25. Viniendo uno. Ya era tarde. El sanedrín había
sido convocado y se había reunido, pero aún no sabían dónde estaban los
apóstoles. Mientras tanto la noticia acerca de las actividades de éstos se
había difundido por todas partes, y llegó al sanedrín.
Que pusisteis en la cárcel. Esto fue como una burla para los
dirigentes judíos. Habían encarcelado a los apóstoles, pero ahora estaban en el
templo haciendo exactamente lo que se les había prohibido que hicieran en
cualquier lugar.
Están en el templo. En el griego dice, "están en
el templo en pie y enseñando". Los apóstoles siguieron estrictamente las
instrucciones del ángel (vers. 20). Actuaban como hombres que sabían cuál era
la obra que debían hacer, obra que sólo había sido brevemente interrumpida,
pero que debían reanudar tan pronto como les fuera posible.
A los saduceos les irritaba mucho
que enseñaran al pueblo. Si los apóstoles sólo se hubieran conformado con
rendir culto, guardándose para sí su nueva fe, podrían haberse librado de
molestias; pero habían recibido una comisión, y se sentían impulsados a
llevarla a cabo. Debían propagar su fe. El sufrir persecución por compartir el
tesoro de la fe es mucho mejor que sufrir una mala conciencia por haberla
escondido "debajo de un almud" (Mat. 5:15).
26. El jefe de la guardia con los alguaciles. Ver com. cap.
4:1; 5:22.
Sin violencia. Los apóstoles dieron ejemplo de sumisión, no
opusieron resistencia, aunque sin duda el sentimiento popular estaba en su
favor y fácilmente podría haberse levantado un tumulto popular. Sus recientes
milagros y su conducta intachable les habían ayudado a ganar amigos para la
nueva fe. Su actitud de no oponer resistencia fue una imitación del ejemplo de
su Maestro. Cuando comparecieron pacíficamente ante el sanedrín tuvieron una
excelente oportunidad de proclamar el Evangelio a sus miembros, quienes de otro
modo quizá nunca hubieran oído el mensaje de salvación.
Temían ser apedreados por el pueblo. Cf. com. Mat.
21:26,46. Hay muchas pruebas de la estimación que tenía el pueblo por los
creyentes en ese momento. Aparentemente la gente estaba tan dispuesta a
apedrear a los alguaciles como lo estaban los sacerdotes para apedrear a los
apóstoles.
27. El sumo sacerdote les preguntó. Hasta donde lo
señala el relato de Lucas, el sanedrín evitó discutir el tema de la liberación
de los apóstoles: o no creyeron que hubo una intervención sobrenatural, o se
negaron a hacer referencia a la misma. Su actitud no sorprende, pues ya se
habían negado a creer en un milagro mayor: en la resurrección de Aquel a quien
habían crucificado.
28. ¿No os mandamos estrictamente? La evidencia
textual se inclina (cf. p. 10) por el texto como aparece en la RVR. Sin
embargo, en varios MSS se lee como en la BJ: "Os prohibimos
severamente". La frase griega "con mandato os mandamos" parece
ser la reproducción de la construcción hebrea enfática con el infinitivo
absoluto, lo cual podría sugerir que Lucas está traduciendo algo que originalmente
fue dicho en arameo.
La orden de no predicar había
sido dada sólo a Pedro y a Juan (cap. 4:18), pero los doce ya la conocían. Los
apóstoles habían declarado que no obedecerían esa orden, y habían seguido
predicando con valor (cap. 4:19-20, 31). Estaban obedeciendo a su Señor, a la
Autoridad Suprema (Mat. 28:19-20; Hech. 1:8).
Que no enseñaseis en ese nombre. Cf. com. cap. 3:16; 4:17. Este
era el gran delito de los apóstoles. Los judíos habían ordenado que ni siquiera
se mencionase ese nombre, el nombre de Aquel a quien ellos sabían que habían
crucificado, y que ahora se proclamaba que estaba vivo, y cuyos seguidores
estaban haciendo prodigios que no podían ser negados. Este nombre, y la
actividad que se centraba en él, eran el objeto del ataque de los saduceos.
Habéis llenado a Jerusalén. Este es un testimonio inconsciente de los enemigos de los apóstoles de que éstos habían trabajado fielmente y con éxito para cumplir la primera parte de la orden de Cristo (cf. cap. 1:8): proclamar primero el Evangelio en Jerusalén. Doctrina. Mejor "enseñanza"; la misma palabra se traduce también "doctrina" en Mat. 7:28. Sin embargo, esa "enseñanza" rápidamente estaba adquiriendo las características y el significado de una "doctrina", con su sentido moderno, como se ve en 1 Tim. 4:16.
Queréis. Esto no era cierto. Pedro quería la salvación de
ellos y no su condenación.
La sangre de ese hombre. Evitaron mencionar el nombre de
Jesús. Esto pudo haber ocurrido porque despreciaban al Galileo crucificado, o
porque se sentían culpables debido a su participación en su muerte, o por el
temor que tenían, pues sabían cuán poderoso era ese nombre. En ocasiones
anteriores, y sin vacilación, Pedro los había acusado de crucificar a este Jesús
(cap. 2:36; 3:13-15; 4:10), haciendo vano el desprecio de ellos y razonable su
temor. Si lo que sostenían hubiera sido justo, estos Jueces sacerdotales
habrían pronunciado sentencias; pero se encontraban en la situación de ser unos
culpables que aguardaban una acusación. En sus oídos debe haber sonado el
terrible clamor de la multitud ante Pilato: "Su sangre sea sobre nosotros,
y sobre nuestros hijos" (Mat. 27:25). Ellos mismos habían hecho que
"la sangre de ese hombre" cayera ahora sobre ellos,
29. Pedro y los apóstoles. Este orden no significa que Pedro
fuera superior a los apóstoles ni que estuviera excluido del grupo. Había sido
sin duda el más activo en todo lo que había acontecido hasta entonces, y es
natural que su nombre y su personalidad descuellen en este relato.
Es necesario obedecer a Dios. Es imprescindible (cf. cap. 1:16)
que así lo hagamos. Esta es una afirmación aún más contundente que otra que
Pedro y Juan habían hecho anteriormente (cap. 4:19), con un mayor énfasis en el
hecho de que no podían escoger otra cosa sino obedecer a Dios, no importa
cuáles pudieran ser las consecuencias. Habían recibido la orden de Jesús en la
gran comisión y la exhortación a ser testigos de él (cap. 1:8), y más tarde, el
mandato explícito del ángel (cap. 5:20). Jesús había establecido el principio
de que se debía obedecer a César y a Dios. Se debía obedecer a César en lo que
se refiere a las leyes de derecho común, y a Dios en lo que a él le corresponde
(Mat. 22:21). Pero el cristiano no puede servir a dos señores (Mat. 6:24; Luc.
16:13). Como hay sólo un Señor a quien se debe rendir por sobre todo la lealtad
máxima, ese Señor debe ser Dios. Pedro presenta con toda claridad este
principio básico. Los dirigentes del sanedrín no se habían dignado mencionar el
nombre de Jesús, por lo tanto Pedro tampoco enuncia los nombres de los
dirigentes en la declaración de este principio. Sencillamente dice
"hombres"; hombres de autoridad como aquellos delante de los cuales
se hallaba. Considera a los miembros del sanedrín como hombres que una vez
fueron instrumentos de Dios, pero que ahora han perdido de vista su deber para
con Dios.
En la dieta de Worms, Lutero declaró: "Si no se me convence con testimonios
bíblicos, o con razones evidentes, y si no se me persuade con los mismos textos
que yo he citado, y si no sujetan mi conciencia a la Palabra de Dios, yo no
puedo ni quiero retractarme de nada, por no ser digno de un cristiano hablar
contra su conciencia. Heme aquí; no me es dable hacer de otro modo. ¡Que Dios me
ayude! ¡Amén!" (CS 170-171).
Estas valientes palabras ilustran
un principio noble, y revelan una noble experiencia. ¡Ojalá que los cristianos
pudieran imitarla!
30. El Dios de nuestros padres. Los apóstoles no se apartaron de
Israel. Estaban sirviendo al mismo Dios al cual los miembros del sanedrín afirmaban
que servían (cf. cap. 3:13).
Levantó. Hay dos posibles interpretaciones de esta palabra:
o puede referirse al don de Dios -Cristo encarnado (cf. cap. 3:22)-, o al acto
de Dios al resucitar a Cristo de entre los muertos (cf. cap. 10:40; 13:37). Ambas
interpretaciones son aceptables.
Vosotros matasteis. En griego el pronombre es
enfático, y señala el contraste con lo que el Señor había hecho. Esta expresión
insinúa que la culpabilidad de los judíos por la crucifixión era tan grande
como si ellos mismos hubieran matado a Jesús.
Colgándole. Mejor "habiéndole colgado". Se describe
la forma romana de crucifixión, y no la judía. Esta misma expresión aparece en
la LXX en Deut. 21:23 donde se emplea con un sentido más amplio, para incluir
castigos tales como el ahorcamiento y el empalamiento. Los judíos colgaban sólo
a los que ya estaban muertos (Deut. 21:22-23; Jos. 10:26). El
"madero" es evidentemente la cruz, pero el griego emplea la palabra
que se traduce "árbol" (ver com.
Hech. 16:24), la cual puede referirse a algo hecho de madera. Pedro usa la frase "colgado de un
madero" en Hech. 10:39 y alude a lo mismo en 1 Ped. 2:24: "llevó él
mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero". En Gál. 3:13 se hace
referencia a la maldición de Deut. 21:23, que recaía sobre el que era colgado
de un madero (cruz o árbol).
Pero el pecador que busca a su
Señor sabe que no se puede echar la culpa de la muerte de Jesús sobre judíos o
romanos, porque comprende que son sus propios pecados los que mataron a su
Señor. Cristo, que no conocía pecado, se hizo pecado por nosotros, para que por
medio de una transacción infinitamente bondadosa pudiéramos recibir la justicia
de Dios por medio de él (2 Cor. 5:21).
31. Ha exaltado. Gr. hupsóÇ, literalmente
"levantar" (Juan 3:14; 12:32), y en su sentido figurado
"exaltar". En Hech. 2:32-33, y nuevamente aquí, Pedro habla de que
Dios resucitó a Jesús y lo exaltó; y a continuación describe esa exaltación.
Con su diestra. O "a su diestra" (ver
com. Hech. 2:33). En la Biblia la "diestra" se emplea comúnmente para
representar autoridad y poder (cf. Exo. 15:6).
Príncipe. Ver com. cap. 3:15. El título de soberanía está
estrechamente ligado al que promete salvación. Cristo desea gobernar a los
hombres para poder ser su Salvador. No puede ser nuestro Salvador a menos que
nos gobierne; y si gobierna nuestras vidas, nos salvará. Esas dos funciones del
Señor son inseparables.
Salvador. Con referencia al significado de este título, ver
com. Mat. 1:21.
Para dar a Israel arrepentimiento. Nótese cómo
concuerdan la enseñanza de los apóstoles con la de Juan el Bautista y la de
Jesús (ver com. Mat. 3:2; 4:17). El registro de la enseñanza apostólica
presenta una revelación más completa de la manera en la cual se ordenó que el
perdón fuera mediante la muerte vicaria del Salvador.
Perdón de pecados. La palabra griega que se traduce "perdón" viene de un verbo que significa "despedir", "soltar", y se refiere al acto de quitar los pecados (ver com. Hech. 2:38). El arrepentimiento es una introducción necesaria para que haya perdón.
El perdón es un regalo conjunto del Padre y del Hijo (ver com. Mar. 2:7-11).
Un
Dios justo y santo no puede aceptar en su presencia a un pecador, a menos de
que éste conozca por fe a Jesucristo como el que lleva sus pecados (1 Ped. 2:24)
y lo acepte como Salvador personal (Rom. 3:23-26). Por medio de la obra de
Cristo como el que carga con los pecados, las transgresiones del que se
arrepiente son perdonadas (ver com. Juan 1:29), y el pecador queda justificado
delante de Dios.
32. Testigos suyos. Algunos MSS antiguos dicen
"testigos de él"; otros pocos, "testigos en él (o por él)".
Pero la evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto más corto:
"somos testigos de estas cosas". Ver com. cap. 1:8. "Estas
cosas" son los grandes hechos de la salvación: la muerte, el entierro y la
resurrección de Jesús, tal como se mencionan (cap. 5:30-31).
Y también el Espíritu Santo. Cuando Cristo estuvo en la tierra
declaró que el Espíritu Santo testificaría de él Juan 15:26; ver com. Juan
16:13-14). El Espíritu Santo testificó de Jesús recordando a los discípulos
todo lo ocurrido (Juan 14:26), y dándoles entendimiento en cuanto a la manera
en que la vida de Cristo había cumplido las profecías; pero además el Espíritu
Santo también estaba dando testimonio de Cristo mediante las facultades que
habían recibido los apóstoles desde el derramamiento de Pentecostés. El
Espíritu también dio un testimonio íntimo de la resurrección en el corazón de
los creyentes. Ver com. Hech. 4:33.
Ha dado Dios. Los apóstoles entendían que el Espíritu provenía
del Padre (ver com. Juan 14:26; 15:26; Hech. 1:4).
A los que le obedecen. El Espíritu es dado no sólo a los apóstoles, sino a todos los que sinceramente se dejan dirigir por Dios, y por lo tanto le obedecen. obediencia de la criatura a su Creador, prestada de todo corazón y con amor, es el fundamento y la esencia de una relación correcta con Dios.
Los ángeles obedecen a Dios (Sal. 103:20-21), pero por amor, no con un
formalismo frío y legal (DMJ 90). Los hombres deben obedecer (Sal. 103:17-18;
Ecl. 12:13), pero movidos por el amor (Juan 14:15). La obediencia es mejor que
cualquier sacrificio (1Sam. 15:22). Se debe obedecer a la verdad (Rom. 2:8), a
la doctrina correcta (Rom. 6:17) y al Evangelio (2 Tes. 1:8; 1 Ped. 4:17). La
salvación eterna, ofrecida por gracia y recibida por fe (Efe. 2:5,8), está a
disposición de los que obedezcan y se sometan a la voluntad de Dios (Heb. 5:9).
Cf. com. Hech. 5:29. La verdadera obediencia se manifiesta observando con amor
los santos mandamientos de Dios (1 Juan 5:3).
33. Se enfurecían. Gr. diapríÇ "cortar en
dos", en forma figurada, "enfurecer". En el NT este verbo sólo
se usa aquí y en Hech. 7:54. La BJ traduce: "se consumían de rabia". Su
furia era un elocuente testimonio del efecto de la verdad de las valientes
acusaciones de los apóstoles.
Querían. Algunos MSS griegos y la RVA dicen,
"consultaban"; pero la evidencia textual se inclina (cf. p.10) por la
palabra "querían". Ya eran responsables de la sangre de Jesús, y
ahora "querían" quitar la vida a sus doce principales seguidores.
Matarlos. Deseaban matar a los apóstoles porque habían
desobedecido al sanedrín y lo acusaban de haber dado muerte a Cristo.
34. Entonces. Mejor "pero" (cf. com. vers. 13).
Fariseo. Los fariseos eran un partido religioso opuesto al
del sumo sacerdote, que era saduceo (vers. 17).
Gamaliel. Heb. Gamli'el, "Dios ha recompensado". Gamaliel
era nieto del famoso Hillel (t. V, p.
98), pero él también era un renombrado maestro y un destacado fariseo. La
responsabilidad de Hillel parece haber caído sobre sus hombros; ejerció la
dirección de su partido desde aproximadamente el año 25 hasta el 50 d. C. No
hay suficiente base para afirmar que fue uno de cuatro presidentes del gran
sanedrín de Jerusalén, puesto que en los años anteriores a la destrucción del
templo el cargo supremo siempre era ocupado por el sumo sacerdote (vers. 27). Pero
no hay duda de que fue un hombre de gran influencia y muy estimado por los
judíos. Fue el primero que recibió el título de Rabban, lo que sugiere la alta
estima en que le tenían sus compatriotas.
La tradición judía lo destaca
como el fariseo ideal, digno representante de la escuela de Hillel, que era más
tolerante y menos legalista que la escuela de Shammai. Pablo tuvo el privilegio de estudiar con
Gamaliel (cap. 22:3). Es posible que pueda verse la influencia del maestro en
la trayectoria de su famoso alumno. Este Gamaliel era conocido como
"Gamaliel el mayor", para distinguirlo de su nieto "Gamaliel el
menor", quien se destacó alrededor del año 90 d. C.
Doctor. Es decir, maestro.
Apóstoles. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la
palabra "hombres" y no "apóstoles". Es probable que
Gamaliel hubiera empleado esa palabra (como en el vers. 35) y no,"apóstoles".
Gamaliel quería que los apóstoles salieran de la sala donde estaban reunidos
los miembros del sanedrín, mientras él y sus colegas discutían libremente lo
que debía hacerse. Parece que era común deliberar en ausencia del acusado (cf.
cap. 4:15). El informe de lo ocurrido mientras los apóstoles estuvieron fuera
de la sala pudo haberle llegado a Lucas mediante algún miembro del concilio,
quizá por medio de Nicodemo (HAp 85-86).
35. Varones israelitas. Una manera familiar y simpática de dirigirse a iguales (cf. cap. 2:22). Nótese, como contraste, la modalidad de Pedro al dirigirse al mismo grupo (4:8).
Mirad por vosotros. Es decir "mirad bien" (BJ) o "tened cuidado". No se trata de advertir de un peligro inminente, sino de indicar la necesidad de pensar antes de actuar. Compárese con la manera en que Jesús (Mat. 6:1; 7:15; 10:17) y Pablo (1 Tim. 1:4; 4:13; Tito 1:14) utilizaron este mismo recurso.
36. Teudas. Probablemente sea la forma abreviada de algún nombre griego del cual forma parte la palabra theós, "dios". Este nombre aparece en manuscritos griegos. Josefo relata una insurrección dirigida por un tal Teudas que afirmaba ser profeta. Ese caudillo persuadió a muchos a que lo siguieran al Jordán, cuyas aguas prometía dividir para facilitar su paso. El procurador Fado (44-46 d. C.) rápidamente puso fin al levantamiento, capturó a su cabecilla y envió su cabeza a Jerusalén (Antigüedadesxx.5.1).
Según Gamaliel, citado por Lucas,
Teudas se levantó antes que "Judas el galileo" (vers. 37), quien se
rebeló "en los días del censo", o sea en el año 6 ó 7 d. C., y el
discurso de Gamaliel fue pronunciado alrededor del año 40 d. C. Por lo tanto,
no es posible hacer coincidir los relatos de Josefo y de Lucas en el mismo
suceso. Pocos eruditos atribuirían error a Josefo en este asunto, y tampoco hay
razón válida para atribuírselo a Lucas. Lucas, citando a Gamaliel, dice que
"cuatrocientos hombres" siguieron a Teudas; pero Josefo afirma
específicamente que "una gran parte del pueblo" siguió a este falso
profeta. Algunos han visto en esta discrepancia que ambos escritores se
refieren a diferentes sucesos.
37. Después de éste. Es decir, después de la rebelión
de Teudas.
Judas el galileo. Josefo habla de un rebelde llamado Judas. En un pasaje (Antigüedades xviii. 1.1) dice que era de Golán; en otros, que era de Galilea (Antigüedades xx. 5.2; Guerra ii. 8.1). Judas, que se rebeló contra la dominación romana, se propuso lograr la independencia de Israel, y su revolución fue de grandes proporciones. Él y sus seguidores prohibieron el pago de impuestos a César.
Josefo describe la insurrección como
una guerra religiosa en la cual podía usarse cualquier arma. Judas y sus
seguidores estaban afiliados a los fariseos y su movimiento. Su caudillo fue
derrotado y muerto, pero esto dio origen a la secta o partido de los zelotes
(t. V, p. 56).
Censo. Ver com. Luc. 2:1. Este no es el censo mencionado
en Luc. 2:2. La revolución de Judas ocurrió más tarde, alrededor del año 6 d.
C. Josefo, Antigüedades xviii. 1. 1; cf. t. V, p. 232). Judas declaró que ese
impuesto era el comienzo de la esclavitud, e instó a toda la nación a proclamar
su libertad.
Mucho pueblo. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto
"pueblo". El adjetivo fue añadido posteriormente.
Pereció. Josefo no dice cuál fue el fin de Judas y de sus
seguidores, pero Gamaliel bien pudo haber sabido cómo terminaron sus días y
estaba en condiciones de dar los detalles que están en este versículo.
38. Apartaos. El argumento de Gamaliel era perfectamente lógico. Resistir
al movimiento representado por los apóstoles era innecesario o inútil. Si era
innecesario, ¿para qué gastar energías en combatirlo? Si era inútil ¿para qué
enfrentar dificultades para combatirlo?
Se desvanecerá. "Se destruirá" (BJ) o "será
destruido". Para dar mayor énfasis a la idea, se repite el mismo verbo en
el vers. 39.
39. De Dios. El consejo de Gamaliel, típicamente rabínico, da
lugar a la posibilidad de que la obra de los apóstoles fuera de origen divino.
Luchando contra Dios. Gr. theomájos, "quien lucha
contra Dios".
40. Convinieron. Los saduceos quizá habrían
preferido una acción más enérgica, pero había muchos fariseos en el sanedrín y
se decidió adoptar una actitud menos radical, según lo había recomendado
Gamaliel.
Llamando a los apóstoles. Los hicieron regresar a la sala
del concilio.
Después de azotarlos. Probablemente con 39 azotes (ver
com. Deut. 25:1-3; 2 Cor. 11:24), un castigo muy doloroso. Evidentemente el
sanedrín juzgó que los apóstoles eran dignos de castigo, ya porque habían desobedecido
la orden de Hech. 4:18, o por causar disturbios públicos con su predicación en
el templo (cap. 5:25), o por haberse fugado de la cárcel, o por todas estas
razones juntas. Parece que esta fue la primera vez que la iglesia tuvo que
sufrir un castigo físico.
Que no hablasen. La misma prohibición anterior
(cap. 4:18), más la añadidura del castigo físico para darle mayor realce.
En el nombre. Ver com. cap. 2:38; 3:6,16; 4:12. Los dirigentes
judíos estaban comenzando a temer el poder que acompañaba a ese nombre.
41. Salieron. No volvieron a la cárcel, sino que salieron libres.
Gozosos. Demostraron el espíritu de la última
bienaventuranza (Mat. 5:11-12). Su reacción frente al dolor no fue la habitual,
sino que se sintieron felices de sufrir, se sintieron honrados por padecer por
la causa de Cristo. Este mismo espíritu animó a muchos mártires que los
siguieron. Los doce estaban preparados para este trato; deben haber recordado
lo que el Maestro les había advertido en Mat. 10:17-20.
42. En el templo. Nótese el valor de los
apóstoles. Volvieron al lugar donde habían sido arrestados en dos ocasiones
(cap. 3:11; 4:3; 5:26).
Por las casas. Es probable que esta frase se refiera a la obra
misionera hecha en forma privada y a las reuniones cristianas que se celebraban
en los hogares.
No cesaban. No necesitaban que nadie les animara a dar su
testimonio.
Enseñar y predicar. La construcción griega insinúa
continuidad: continuamente estaban enseñando y predicando. El griego dice que
enseñaban y "evangelizaban"; esta última palabra se emplea en Hech.
8:4,12,25; Rom. 10:15.
Jesucristo. Literalmente "a Cristo Jesús". Enseñaban
y predicaban que el Mesías había venido en la persona de Jesús de Nazaret. Este
era constantemente el contenido del mensaje presentado por la iglesia
primitiva. (6CBA).
COMENTARIOS DE EGW
1-42. HAp 59-71. UNA AMONESTACIÓN CONTRA LA HIPOCRESÍA. 58-63
https://elaguila3008.blogspot.com/2012/05/capitulo-7-una-amonestacion-contra-la.html
ANTE EL
SANEDRÍN 64-71.
https://elaguila3008.blogspot.com/2012/05/los-hechos-de-los-apostoles-8-ante-el.html
Ministerio Hno. Pio