martes, noviembre 17, 2009

04 El Equilibrio entre la Fe y las Obras


Un testimonio vivo
"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". Hay muchos en el mundo cristiano que pretenden que todo lo que es necesario para la salvación es tener fe; las obras no significan nada; la fe es lo único esencial. Pero la Palabra de Dios nos dice que la fe sin las obras es muerta.

Muchos rehúsan obedecer los mandamientos de Dios, y sin embargo destacan mucho la fe. Pero la fe debe tener un fundamento. Las promesas de Dios están dadas todas bajo condiciones. Si hacemos su voluntad, si andamos en la verdad, entonces podemos pedir lo que queremos, y nos será hecho. Mientras hacemos fervientes esfuerzos para ser obedientes, Dios oirá nuestras peticiones; pero él no nos bendecirá en la desobediencia. Si elegimos desobedecer sus mandamientos, podemos clamar: "Fe, fe, sólo hay que tener fe", y la respuesta la recibiremos de la segura Palabra de Dios: 
"La fe sin obras es muerta". Semejante fe será como metal que resuena y címbalo que retiñe.

A fin de tener los beneficios de la gracia de Dios, debemos hacer nuestra parte; debemos trabajar con fidelidad, y producir frutos dignos de arrepentimiento. Somos obreros juntamente con Dios. No hemos de sentarnos en la indolencia, esperando alguna ocasión grandiosa para realizar una gran obra por el Maestro. No habéis de descuidar el deber que encontráis directamente en vuestro sendero; pero habéis de aprovechar las oportunidades que se abren delante de vosotros. 35 Habéis de proseguir haciendo lo mejor que podáis en los trabajos más pequeños de la vida, asumiendo de todo corazón
 y con toda fidelidad la obra que la providencia de Dios os ha asignado. Por pequeña que sea, debéis hacerla con todo el cuidado con que haríais una obra mayor. Vuestra fidelidad será aprobada en los registros del cielo.

No necesitáis esperar que vuestro camino sea suavizado delante de vosotros. Empezad a trabajar para utilizar los talentos que se os han confiado. No tenéis nada que hacer con lo que el mundo pensará acerca de vosotros. Que vuestras palabras, vuestro espíritu, vuestras acciones, sean un testimonio vivo de Jesús, y el Señor cuidará de que el testimonio dado para su gloria, presentado en una vida bien ordenada y en una conversación piadosa, pueda profundizarse e intensificarse con poder. Sus resultados pueden nunca ser conocidos en la tierra, pero serán manifestados delante de Dios y de los ángeles.


¿Cuál es mi parte?
Hemos de hacer todo lo que podemos, todo lo que está de nuestra parte para pelear la buena batalla de la fe. Hemos de luchar, de trabajar, de esforzarnos, de agonizar para entrar por la puerta estrecha. Hemos de poner al Señor siempre delante de nosotros. Con manos limpias, con corazones puros, hemos de buscar el honor de Dios en todos nuestros caminos. Se ha provisto ayuda para nosotros en Aquel que es poderoso para salvar. El espíritu de verdad y de luz nos vivificará y renovará por su actuación misteriosa; pues todo nuestro progreso espiritual viene de Dios, no de nosotros.
El verdadero obrero tendrá poder divino que lo ayude, pero el ocioso no será sostenido por el Espíritu de Dios.

En un sentido dependemos de nuestra propia energía; hemos de luchar fervorosamente para ser celosos y para arrepentirnos, para limpiar nuestras manos y purificar nuestros corazones de toda contaminación; hemos de alcanzar la norma más alta, creyendo que Dios nos ayudará en nuestros esfuerzos. Debemos buscar si queremos encontrar, y buscar con fe; debemos llamar, para que la puerta nos sea abierta. 36

La Biblia enseña que todo lo que se relaciona con nuestra salvación depende de nuestra propia conducta. Si perecemos, 
la responsabilidad descansará totalmente sobre nosotros. Si la provisión ya está hecha, y si aceptamos los términos de Dios, podemos echar mano de la vida eterna. Debemos ir a Cristo con fe, debemos ser diligentes para hacer firme nuestra vocación y elección.


¿Una fe que no hace nada?
El perdón del pecado le está prometido a aquel que se arrepiente y cree; la corona de la vida será la recompensa del que es fiel hasta el fin. Debemos crecer en la gracia progresando por medio de la gracia que ya tenemos. Debemos mantenernos sin mancha de este mundo, si queremos ser hallados sin culpa en el día de Dios. 
La fe y las obras van mano en mano, actúan de común acuerdo en la obra de vencer.

Las obras sin la fe están muertas, y la fe sin obras es muerta. las obras nunca nos salvarán; es el mérito de Cristo lo que tendrá valor en nuestro favor. Por medio de la fe en él, Cristo hará que todos nuestros esfuerzos imperfectos sean aceptables para Dios. la fe que se requiere que tengamos no es una fe que no hace nada; la fe salvadora es la que obra por amor y purifica el alma. El que levanta manos puras a Dios sin ira y sin dudas, andará inteligentemente en el camino de los mandamientos de Dios.

Si hemos de tener el perdón de nuestros pecados, debemos comprender primeramente qué es el pecado, para que podamos arrepentirnos, y producir frutos dignos de arrepentimiento. Debemos tener un fundamento sólido para nuestra fe; debe estar fundado en la Palabra de Dios, y sus resultados se verán en la obediencia a la voluntad expresada de Dios. Dice el apóstol: "Sin santidad nadie verá al Señor".

Equilibrio
la fe y las obras nos mantendrán equilibrados, y nos darán éxito en la obra de perfeccionar un carácter cristiano. 
 Jesús dice: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi 37 Padre que está en los cielos". Hablando del alimento temporal, el apóstol exclamó: "Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma". la misma regia se aplica a nuestra nutrición espiritual; si alguien quiere tener el pan de la vida eterna, haga esfuerzo para obtenerlo.

Vivimos en un período importante e interesante de la historia de esta tierra. Necesitamos más fe de la que hemos tenido hasta ahora; necesitamos un sostén más firme desde arriba. Satanás está trabajando con todo su poder para obtener la victoria sobre nosotros, porque él sabe que tiene solamente poco tiempo en el cual trabajar. Pablo tenía temblor y temor al trabajar por su salvación; ¿y no debiéramos nosotros temer, no sea que no lleguemos a obtener la promesa que se nos ha dejado, demostrando que no somos merecedores de la vida eterna? Debemos velar y orar, 
y luchar con esfuerzo agonizante para entrar por la puerta estrecha.

No hay excusa para el pecado, o para la indolencia. Jesús ha ido delante de nosotros, y él quiere que nosotros sigamos en sus pisadas. El ha sufrido, él se ha sacrificado como ninguno de nosotros lo ha hecho para poner la salvación a nuestro alcance. No necesitamos desanimarnos. Jesús vino a nuestro mundo a traerle poder divino al hombre, para que por su gracia, podamos ser transformados a su semejanza.

Después que yo haya hecho lo mejor, ¿Qué pasará?
Cuando está en el corazón humano el deseo de obedecer a Dios, cuando se realizan esfuerzos con ese propósito, 
Jesús acepta esta disposición y este esfuerzo como el mejor servicio del hombre, y él compensa la deficiencia con su propio mérito divino. Pero él no aceptará a los que pretenden tener fe en él, y sin embargo son desleales al mandamiento de su Padre.

Oímos mucho hablar de fe, pero debemos oír hablar mucho más acerca de obras. Muchos están engañando sus propias almas, viviendo una religión fácil, acomodaticio, desprovista de cruz. Pero Jesús dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame".* 38

Semejante a dos remos
Si somos fieles en hacer nuestra parte, en cooperar con él, Dios obrará por medio de nosotros para que hagamos su buena voluntad. Pero Dios no puede obrar por nosotros si no hacemos ningún esfuerzo. Si ganamos la vida eterna, debemos trabajar, y trabajar fervorosamente... No nos engañemos por la aseveración a menudo repetida: "Todo lo que tenéis que hacer es creer".

 La fe y las obras son dos remos que debemos usar en forma pareja si anhelamos remontar la corriente de la incredulidad. "La fe, si no tiene obras, es muerta". El cristiano es un hombre de pensamiento y de paciencia. Su fe fija sus raíces firmemente en Cristo. Por la fe y las buenas obras se mantiene espiritualmente fuerte y saludable, y su fuerza espiritual aumenta mientras lucha para hacer las buenas obras de Dios.*

Un mensaje actual y equilibrado
Sed muy cuidadosos, mis hermanos, en cuanto a la forma de presentar el tema de la fe y las obras ante los oyentes, 
no sea que las mentes se confundan... No presente nadie la idea de que el hombre tiene poco o nada que hacer en la gran obra de vencer, pues Dios no hace nada para el hombre sin su cooperación. Tampoco se diga que después de que habéis hecho todo lo que podéis de vuestra parte, Jesús os ayudará. Cristo ha dicho: "Separados de mí nada podéis hacer" 
(Juan 15:5). 

 Desde el principio hasta el fin, el hombre ha de ser colaborador con Dios. A menos que el Espíritu Santo actúe sobre 
el corazón humano, tropezaremos y caeremos a cada paso. Los esfuerzos del hombre solo no son nada sino inutilidad, 
pero la cooperación con Cristo significa victoria...

No diga nadie que sus obras no tienen nada que ver con su jerarquía y posición delante de Dios. En el juicio, 
se pronunciará la sentencia de acuerdo con lo que ha sido hecho o lo que ha sido dejado sin hacer
(Mat. 25: 34-40).

Se requieren esfuerzos y labor de parte del que recibe la gracia de Dios, pues el fruto es el que manifiesta cuál es el carácter del árbol. Aunque las buenas obras del hombre, 39 sin fe en Jesús, no tienen más valor que la ofrenda de Caín, sin embargo, cubiertas con los méritos de Cristo, testifican de la idoneidad del que las hace para heredar la vida eterna. 
 Lo que es considerado como moral en el mundo no alcanza la norma divina y no tiene más mérito delante del cielo 
que el que tuvo la ofrenda de Caín.* 40 (Reavivamientos Modernos Capitulo 4)

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