(Este capítulo 21. Está basado en San Juan 5).
"Y HAY en Jerusalem a la puerta del ganado un
estanque, que en hebraico es llamado Betesda, el cual tiene cinco portales. En
éstos yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban esperando
el movimiento del agua."
EN CIERTOS MOMENTOS, SE AGITABAN LAS AGUAS DE
ESTE ESTANQUE; y se creía que ello se debía a un poder sobrenatural, y que
el primero que en ellas entrara después que fuesen agitadas sanaba de cualquier
enfermedad que tuviese. Centenares de enfermos visitaban el lugar; pero era tan
grande la muchedumbre cuando el agua se agitaba, que se precipitaban y
pisoteaban a los más débiles. Muchos no podían ni acercarse al estanque.
OTROS, Habiendo Logrado
Alcanzarlo, Morían En Su Orilla.
SE HABÍAN LEVANTADO REFUGIOS EN DERREDOR DEL
LUGAR, a fin de que los
enfermos estuviesen protegidos del calor del día y del frío de la noche.
Algunos pernoctaban en esos pórticos, arrastrándose a la orilla del estanque
día tras día, con una vana esperanza de alivio.
JESÚS ESTABA
OTRA VEZ EN JERUSALÉN. Andando solo, en aparente meditación y oración, llegó al
estanque.
VIO A Los Pobres Dolientes esperando lo que suponían ser su única
oportunidad de sanar.
ANHELABA Ejercer Su Poder Curativo y devolver la salud a todos los que sufrían.
PERO ERA SÁBADO.
Multitudes iban al templo para adorar, y él sabía que un acto de curación como
éste excitaría de tal manera el prejuicio de los judíos que abreviaría su obra.
Pero El Salvador Vio Un Caso De Miseria
Suprema. Era el de un hombre que había estado imposibilitado
durante treinta y ocho años. Su enfermedad era en gran parte resultado de su
propio pecado y considerada como juicio de Dios. Solo y sin amigos, sintiéndose
privado de la misericordia de Dios, el enfermo había sufrido largos años.
Cuando se esperaba que las aguas iban a ser revueltas, los que se compadecían
de su incapacidad lo llevaban a los pórticos; pero en el momento 172 favorable
no tenía a nadie para ayudarle a entrar. Había visto agitarse el agua, pero
nunca había podido llegar más cerca que la orilla del estanque.
OTROS MÁS FUERTES que
él se sumergían antes. No podía contender con éxito con la muchedumbre egoísta
y arrolladora. Sus esfuerzos perseverantes hacia su único objeto, y su ansiedad
y continua desilusión, estaban agotando rápidamente el resto de su fuerza.
EL ENFERMO ESTABA ACOSTADO EN SU ESTERA, y levantaba ocasionalmente la cabeza para mirar al
estanque, cuando un rostro tierno y compasivo se inclinó sobre él, y atrajeron
su atención las palabras: "¿Quieres Ser Sano?"
LA ESPERANZA RENACIÓ EN SU CORAZÓN. Sintió que de algún modo iba a recibir ayuda. Pero el
calor del estímulo no tardó en desvanecerse.
SE ACORDÓ de
cuántas veces había tratado de alcanzar el estanque y ahora tenía pocas
perspectivas de vivir hasta que fuese nuevamente agitado.
VOLVIÓ LA CABEZA,
cansado, diciendo: "Señor, . . . no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el
agua fuere revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha
descendido."
JESÚS No Pide A
Este Enfermo Que Ejerza Fe En Él. Dice simplemente: "Levántate, toma tu lecho, y anda."
PERO LA FE DEL HOMBRE SE AFERRA A ESA PALABRA. En cada nervio y músculo pulsa una nueva vida, y se
transmite a sus miembros inválidos una actividad sana. Sin la menor duda,
dedica su voluntad a obedecer a la orden de Cristo, y todos sus músculos le
responden. De un salto se pone de pie, y encuentra que es un hombre activo.
Jesús no le había dado seguridad alguna de ayuda divina. El hombre podría
haberse detenido a dudar, y haber perdido su única oportunidad de sanar. Pero
creyó la palabra de Cristo, y al obrar de acuerdo con ella recibió fuerza.
POR LA MISMA FE PODEMOS RECIBIR CURACIÓN
ESPIRITUAL. El pecado
nos separó de la vida de Dios. Nuestra alma está paralizada. Por nosotros
mismos somos tan incapaces de vivir una vida santa como aquel lisiado lo era de
caminar.
SON MUCHOS LOS QUE COMPRENDEN SU IMPOTENCIA y anhelan esa vida espiritual que los pondría
en armonía con Dios; luchan en vano para obtenerla. En su desesperación claman:
¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte? (Romanos
7:24). Alcen 173 la mirada estas almas que luchan presa de la desesperación.
EL SALVADOR se inclina hacia el alma adquirida por su sangre, diciendo con inefable
ternura y compasión: "¿Quieres ser sano?" Él os invita a levantaros
llenos de salud y paz. No esperéis hasta sentir que sois sanos. Creed en su
palabra, y se cumplirá. Poned vuestra voluntad de parte de Cristo. Quered
servirle, y al obrar de acuerdo con su palabra, recibiréis fuerza. Cualquiera
sea la mala práctica, la pasión dominante que haya llegado a esclavizar vuestra
alma y cuerpo por haber cedido largo tiempo a ella, Cristo puede y anhela
libraros. El impartirá vida al alma de los que "estabais muertos en
vuestros delitos." (Efesios 2:1). Librará al cautivo que está sujeto por
la debilidad, la desgracia y las cadenas del pecado.
EL PARALÍTICO SANADO SE AGACHÓ PARA RECOGER SU CAMA, que era tan sólo una estera y una manta, y al enderezarse
de nuevo con una sensación de deleite, miró en derredor buscando a su
libertador; pero Jesús se había perdido entre la muchedumbre. El hombre temía
no conocerle en caso de volver a verlo.
MIENTRAS SE IBA APRESURADAMENTE CON PASO FIRME Y LIBRE, alabando a Dios y regocijándose en la fuerza que acababa de
recobrar, se encontró con varios fariseos e inmediatamente les contó cómo había
sido curado.
LE SORPRENDIÓ LA FRIALDAD CON QUE ESCUCHABAN SU HISTORIA. Con frentes ceñudas, le interrumpieron, preguntándole por
qué llevaba su cama en sábado. Le recordaron severamente que no era lícito
llevar cargas en el día del Señor. En su gozo, el hombre se había olvidado de
que era sábado, y sin embargo no se sentía condenado por obedecer la orden de
Aquel que tenía tanto poder de Dios. Contestó
osadamente: "El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda."
LE PREGUNTARON QUIÉN HABÍA HECHO ESTO; PERO ÉL NO SE LO
PODÍA DECIR. Esos gobernantes sabían
muy bien que sólo uno se había demostrado capaz de realizar este milagro; pero
deseaban una prueba directa de que era Jesús, a fin de poder condenarle como
violador del sábado. En su opinión, no sólo había quebrantado la ley sanando al
enfermo en sábado, sino que había cometido un sacrilegio al ordenarle que
llevase su cama.
LOS JUDÍOS HABÍAN PERVERTIDO DE TAL MANERA LA
LEY, Que Hacían De Ella Un Yugo Esclavizador. Sus requerimientos sin
174 sentido habían llegado a ser ludibrio entre otras naciones.
Y EL SÁBADO estaba especialmente
recargado de toda clase de restricciones sin sentido. No era para ellos una
delicia, santo a Jehová y honorable. Los escribas y fariseos habían hecho de su
observancia una carga intolerable. Un judío no podía encender fuego, ni siquiera
una vela, en sábado. Como consecuencia, el pueblo hacía cumplir por gentiles
muchos servicios que sus reglas les prohibían hacer por su cuenta. No
reflexionaban que si estos actos eran pecaminosos, los que empleaban a otros
para realizarlos eran tan culpables como si los hiciesen ellos mismos. Pensaban
que la salvación se limitaba a los judíos; y que la condición de todos los
demás, siendo ya desesperada, no podía empeorar.
Pero Dios No Ha Dado Mandamientos Que No
Puedan Ser Acatados Por Todos. Sus Leyes No Sancionan Ninguna Restricción
Irracional O Egoísta.
EN EL TEMPLO, JESÚS SE ENCONTRÓ CON EL HOMBRE QUE HABÍA SIDO
SANADO. Había venido para traer una ofrenda
por su pecado y de agradecimiento por la gran merced recibida. Hallándole entre
los adoradores, Jesús se le dio a conocer, con estas palabras de amonestación: "He aquí, has sido sanado; no peques
más, porque no te venga alguna cosa peor".
EL HOMBRE SANADO quedó
abrumado de regocijo al encontrar a su libertador. Como desconocía la enemistad
que ellos sentían hacia Jesús, dijo a los fariseos que le habían interrogado,
que ése era el que había realizado la curación. "Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban
matarle, porque hacía estas cosas en sábado."
JESÚS FUE
LLEVADO ANTE EL SANEDRÍN PARA RESPONDER A LA ACUSACIÓN DE HABER
VIOLADO EL SÁBADO. Si en ese tiempo los
judíos hubiesen sido una nación independiente, esta acusación habría servido
sus fines de darle muerte. Pero la sujeción a los romanos lo impedía. Los
judíos no tenían facultad de infligir la pena capital, y las acusaciones
presentadas contra Cristo no tendrían peso en un tribunal romano. Sin embargo,
esperaban conseguir otros objetos.
A Pesar De Los Esfuerzos
Que Ellos Hacían Para Contrarrestar Su Obra, Cristo estaba llegando, aun en Jerusalén, a ejercer sobre
el pueblo una influencia mayor que la de ellos. Multitudes que no se
interesaban en las arengas de los rabinos eran atraídas por su enseñanza.
Podían 175 comprender sus palabras, y sus corazones eran consolados y
alentados. Hablaba de Dios, no como de un Juez vengador, sino como de un Padre
tierno, y revelaba la imagen de Dios reflejada en sí mismo. Sus palabras eran
como bálsamo para el espíritu herido. Tanto por sus palabras como por sus obras
de misericordia, estaba quebrantando el poder opresivo de las antiguas
tradiciones y de los mandamientos de origen humano, y presentaba el amor de Dios
en su plenitud inagotable. En una de las más antiguas profecías dadas acerca de
Cristo, está escrito: "No será quitado el cetro de Judá, y el legislador
de entre sus pies, hasta que venga Shiloh; y a él se congregarán los
pueblos." (Génesis 49:10).
La Gente Se Congregaba En Derredor De Cristo. Con
Corazones Llenos De Simpatía, La Multitud Aceptaba Sus Lecciones De Amor Y
Benevolencia Con Preferencia A Las Rígidas Ceremonias Requeridas Por Los
Sacerdotes.
Si Los Sacerdotes Y Rabinos No Se Hubiesen
Interpuesto, Esta Enseñanza Habría Realizado Una Reforma Cual Nunca La
Presenciara El Mundo. Pero A Fin De Conservar Su Poder, Estos Dirigentes
Resolvieron Quebrantar La Influencia De Jesús.
Su Emplazamiento Ante El
Sanedrín Y Una Abierta Condenación De Sus Enseñanzas Debían
Contribuir A Lograr Esto; porque la gente tenía
todavía gran reverencia por sus dirigentes religiosos. Cualquiera que se
atreviese a condenar los requerimientos rabínicos, o intentase aliviar las
cargas que habían impuesto al pueblo, era considerado culpable, no sólo de
blasfemia, sino de traición.
Basándose En Esto, los rabinos esperaban excitar las sospechas contra Jesús.
Afirmaban que trataba de destruir las costumbres establecidas, causando así
división entre la gente y preparando el completo sojuzgamiento de parte de los
romanos. Pero los planes que tan celosamente procuraban cumplir estos rabinos
nacieron en otro concilio.
DESPUÉS Que
Satanás Fracasó En Su Intento De Vencer A Cristo En El Desierto, combinó sus fuerzas para que se opusiesen a
su ministerio y si fuese posible estorbasen su obra. Lo que no pudo lograr por
el esfuerzo directo y personal, resolvió efectuarlo por la estrategia. Apenas
se retiró del conflicto en el desierto, tuvo concilio con sus ángeles y maduró
sus planes para cegar aún más la mente del pueblo judío, a fin de que no
reconociese a su Redentor. Se proponía obrar mediante sus agentes humanos en el
176 mundo religioso, infundiéndoles su propia enemistad contra el campeón de la
verdad. Iba a inducirlos a rechazar a Cristo y a hacerle la vida tan amarga
como fuese posible, esperando desalentarlo en su misión.
Y LOS DIRIGENTES De Israel Llegaron A Ser
Instrumentos De Satanás Para Guerrear Contra El Salvador. Jesús había venido para "magnificar la
ley y engrandecerla." Él no había de rebajar su dignidad, sino ensalzarla.
La Escritura dice: "No se cansará, ni desmayará, hasta que ponga en la
tierra juicio." (Isaías 42:21,4).
Había Venido Para Librar Al
Sábado De Estos Requerimientos Gravosos Que Hacían De Él Una Maldición En Vez
De Una Bendición. Por esta razón, había
escogido el sábado para realizar el acto de curación de Betesda. Podría haber
sanado al enfermo en cualquier otro día de la semana; podría haberle sanado
simplemente, sin pedirle que llevase su cama, pero esto no le habría dado la
oportunidad que deseaba. Un propósito sabio motivaba cada acto de la vida de
Cristo en la tierra. Todo lo que hacía era importante en sí mismo y por su
enseñanza. Entre los afligidos del estanque, eligió el caso peor para el
ejercicio de su poder sanador, y ordenó al hombre que llevase su cama a través
de la ciudad a fin de publicar la gran obra que había sido realizada en él.
Esto Iba A
Levantar La Cuestión De Lo Que Era Lícito Hacer En Sábado, y prepararía el terreno para denunciar las
restricciones de los judíos acerca del día del Señor y declarar nulas sus
tradiciones.
Jesús Les
Declaró que la obra de aliviar a
los afligidos estaba en armonía con la ley del sábado. Estaba en armonía con la
obra de los ángeles de Dios, que están siempre descendiendo y ascendiendo entre
el cielo y la tierra para servir a la humanidad doliente.
Jesús dijo: "Mi Padre hasta ahora obra, y yo
obro." Todos los días son de Dios y apropiados para realizar sus planes en
favor de la familia humana. Si la interpretación que los judíos daban a la ley
era correcta, entonces era culpable Jehová cuya obra ha vivificado y sostenido
toda cosa viviente desde que echó los fundamentos de la tierra. Entonces el que
declaró buena su obra, e instituyó el sábado para conmemorar su terminación,
debía hacer alto en su labor y detener los incesantes procesos del universo.
¿Debía Dios Prohibir
Al Sol Que Realizase Su Oficio En 177 Sábado, Suspender Sus Agradables Rayos Para Que No Calentasen La
Tierra Ni Nutriesen La Vegetación? ¿Debía El Sistema De Los Mundos Detenerse
Durante El Día Santo? ¿Debía Ordenar A Los Arroyos Que Dejasen De Regar Los
Campos Y Los Bosques, Y Pedir A Las Olas Del Mar Que Detuviesen Su Incesante
Flujo Y Reflujo? ¿Debían El Trigo Y La Cebada Dejar De Crecer, Y El Racimo
Suspender Su Maduración Purpúrea? ¿Debían Los Árboles Y Las Flores Dejar De
Crecer O Abrirse En Sábado?
En tal caso, el
hombre echaría de menos los frutos de la tierra y las bendiciones que hacen
deseable la vida. La naturaleza
debía continuar su curso invariable. Dios no podía detener su mano por un
momento, o el hombre desmayaría y moriría.
Y el hombre
también tiene una obra que cumplir en sábado: atender las necesidades de la vida, cuidar a los enfermos, proveer
a los menesterosos. No será tenido por inocente quien descuide el alivio del
sufrimiento ese día.
EL SANTO DÍA DE REPOSO DE
DIOS FUE HECHO PARA EL HOMBRE, y
las obras de misericordia están en perfecta armonía con su propósito. Dios no
desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviada en
sábado o cualquier otro día.
Lo que se demanda a Dios en
sábado es aún más que en los otros días.
Sus hijos dejan entonces su ocupación corriente, y dedican su tiempo a la
meditación y el culto. Le piden más favores el sábado que los demás días.
Requieren su atención especial. Anhelan sus bendiciones más selectas. Dios no
espera que haya transcurrido el sábado para otorgar lo que le han pedido.
La obra del
cielo no cesa nunca, y los hombres no debieran nunca descansar de hacer bien.
El Sábado, No
Está Destinado A Ser Un Período De Inactividad Inútil.
La Ley Prohíbe El Trabajo Secular En El Día De
Reposo Del Señor;
Debe Cesar El Trabajo Con El Cual Nos Ganamos
La Vida;
Ninguna Labor Que Tenga Por Fin El Placer
Mundanal O El Provecho Es Lícito En Ese Día;
Pero Como Dios Abandonó Su Trabajo De Creación
Y Descansó El Sábado Y Lo Bendijo, El Hombre Ha De Dejar Las Ocupaciones De Su
Vida Diaria, Y Consagrar Esas Horas Sagradas Al Descanso Sano, Al Culto Y A Las
Obras Santas.
LA OBRA QUE HACÍA CRISTO AL SANAR A LOS ENFERMOS ESTABA EN
PERFECTA ARMONÍA CON LA LEY. Honraba
el sábado. Jesús aseveró tener derechos iguales a los de Dios mientras 178
hacía una obra igualmente sagrada, del mismo carácter que aquella en la cual se
ocupaba el Padre en el cielo. Pero esto airó aún más a los fariseos. No sólo
había violado la ley, a juicio de ellos, sino que al llamar a Dios "mi
Padre," se había declarado igual a Dios. Toda la nación judía llamaba a
Dios su Padre, y por lo tanto no se habrían enfurecido si Cristo hubiese dicho
tener esa misma relación con Dios. Pero le acusaron de blasfemia, con lo cual
demostraron entender que él hacía este aserto en su sentido más elevado.
Estos Adversarios De Cristo
No Tenían Argumento Con Que Hacer Frente A Las Verdades Que Presentaba A Su
Conciencia. Lo único que podían citar
eran sus costumbres y tradiciones, y éstas parecían débiles cuando se
comparaban con los argumentos que Jesús había sacado de la Palabra de Dios y
del incesante ciclo de la naturaleza. Si los rabinos hubieran sentido algún
deseo de recibir la luz, se habrían convencido de que Jesús decía la verdad.
Pero evadieron los puntos que él presentaba acerca del sábado y trataron de
excitar iras contra él porque aseveraba ser igual a Dios.
EL FUROR DE LOS GOBERNANTES NO CONOCIÓ LÍMITES. Si no hubiesen temido al pueblo, los sacerdotes y rabinos
habrían dado muerte a Jesús allí mismo. Pero el sentimiento popular en su favor
era fuerte. Muchos reconocían en Jesús al amigo que había sanado sus
enfermedades y consolado sus pesares, y justificaban la curación del enfermo de
Betesda. Así que por el momento los dirigentes se vieron obligados a refrenar
su odio.
JESÚS RECHAZÓ EL CARGO DE BLASFEMIA. Mi autoridad, dijo él, por hacer la obra de la cual me
acusáis, es que soy el Hijo de Dios, uno con él en naturaleza, voluntad y
propósito. Cooperó con Dios en todas sus obras de creación y providencia. "No puede el Hijo hacer nada de sí
mismo, sino lo que viere hacer al Padre."
LOS SACERDOTES Y RABINOS reprendían al Hijo de Dios por la
obra que había sido enviado a hacer en el mundo. Por sus pecados se habían separado de Dios, y en su orgullo
obraban independientemente de él. Se sentían suficientes en sí mismos para
todo, y no comprendían cuánto necesitaban que una sabiduría superior dirigiese
sus actos.
PERO EL HIJO
DE DIOS SE HABÍA ENTREGADO A LA VOLUNTAD DEL PADRE Y DEPENDÍA DE SU 179 PODER. Tan completamente había anonadado
Cristo al yo que no hacía planes por sí mismo. Aceptaba los planes de Dios para
él, y día tras día el Padre se los revelaba. De tal manera debemos depender de Dios
que nuestra vida sea el simple desarrollo de su voluntad.
CUANDO MOISÉS ESTABA POR CONSTRUIR EL SANTUARIO COMO MORADA
DE DIOS, Se Le Indicó Que Hiciese Todas Las Cosas De Acuerdo Con El Modelo Que
Se Le Mostrara En El Monte. Moisés estaba lleno de celo
para hacer la obra de Dios; los hombres más talentosos y hábiles estaban a su
disposición para ejecutar sus sugestiones. Sin embargo, no había de hacer una
campana, una granada, una borla, una franja, una cortina o cualquier vaso del
santuario sin que estuviese de acuerdo con el modelo que le había sido
mostrado. Dios le llamó al monte y le reveló las cosas celestiales. El Señor le
cubrió de su gloria para que pudiese ver el modelo, y de acuerdo con éste se
hicieron todas las cosas. Así también Dios, deseoso de hacer de Israel su
morada, le había revelado su glorioso ideal del carácter. Le mostró el modelo
en el monte cuando le dio la ley desde el Sinaí, y cuando pasó delante de
Moisés y proclamó: "Jehová, Jehová,
fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y
verdad; que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad, la
rebelión, y el pecado." (Éxodo 34:6,7).
ISRAEL HABÍA PREFERIDO SUS PROPIOS CAMINOS. No había edificado de acuerdo con el dechado; pero Cristo,
el verdadero templo para morada de Dios, modeló todo detalle de su vida
terrenal de acuerdo con el ideal de Dios. Dijo: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en
medio de mi corazón." (Salmos 40:8 VM.). Así también nuestro carácter debe ser
edificado "para morada de Dios en
Espíritu." Y hemos de hacer todas las cosas de acuerdo con el Modelo, a
saber Aquel que "padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que
vosotros sigáis sus pisadas." (Efesios 2:22; 1 Pedro 2:21).
LAS PALABRAS DE CRISTO NOS ENSEÑAN que debemos considerarnos inseparablemente unidos a nuestro Padre celestial. Cualquiera sea nuestra situación, dependemos de Dios, quien tiene todos los destinos en sus manos.
Él nos ha señalado
nuestra obra, y nos ha dotado de facultades y recursos para ella. Mientras
sometamos la voluntad a Dios, y confiemos en su fuerza y 180 sabiduría, seremos
guiados por sendas seguras, para cumplir nuestra parte señalada en su gran plan. Pero el que depende de su propia sabiduría y poder
se separa de Dios. En vez de obrar al unísono con Cristo, cumple el propósito
del enemigo de Dios y del hombre.
EL SALVADOR
CONTINUÓ: "Todo lo que él [el Padre] hace, esto también hace el Hijo
juntamente.... Como el Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el
Hijo a los que quiere da vida."
Los Saduceos sostenían que no habría resurrección del cuerpo; pero Jesús les
dice que una de las mayores obras de su Padre es la de resucitar a los muertos,
y que él mismo tiene poder para hacerla. "Vendrá
hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que
oyeren vivirán."
Los Fariseos Creían En La Resurrección. Cristo les dice que ya está entre ellos el
poder que da vida a los muertos, y que han de contemplar su manifestación. Este
mismo poder de resucitar es el que da vida al alma que está muerta en "delitos y pecados." (Efesios 2:1). Ese espíritu de vida en
Cristo Jesús, "la virtud de su
resurrección," libra a los hombres "de la ley del pecado y de la
muerte." (Filipenses 3:10; Romanos 8:2). El dominio del mal es
quebrantado, y por la fe el alma es guardada de pecado. El que abre su corazón
al Espíritu de Cristo llega a participar de ese gran poder que sacará su cuerpo
de la tumba.
EL HUMILDE NAZARENO ASEVERA SU VERDADERA NOBLEZA. Se eleva por encima de la humanidad, depone el manto de
pecado y de vergüenza, y se revela como el Honrado de los ángeles, el Hijo de
Dios, Uno con el Creador del universo. Sus oyentes quedan hechizados.
NADIE HABLÓ JAMÁS PALABRAS COMO LAS SUYAS, ni tuvo un porte de tan real majestad. Sus declaraciones son
claras y sencillas; presentan distintamente su misión y el deber del mundo. "Porque el Padre a nadie juzga, mas
todo el juicio dio al Hijo; para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.... Porque como el
Padre tiene vida en sí mismo, así dio también al Hijo que tuviese vida en sí
mismo: y también le dio poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del
hombre."
Los Sacerdotes Y Gobernantes Se Habían Constituido
Jueces, Para Condenar La Obra De Cristo, Pero Él Se Declaró Juez De Ellos Y De
Toda La Tierra.
EL MUNDO HA SIDO CONFIADO A CRISTO, y por él 181 ha fluido toda bendición de Dios a la especie
caída. Era Redentor antes de su encarnación tanto como después. Tan pronto como
hubo pecado, hubo un Salvador.
HA DADO LUZ Y VIDA A TODOS, y según la medida de la luz dada, cada uno será juzgado. Y
el que dio la luz, el que siguió al alma con las más tiernas súplicas, tratando
de ganarla del pecado a la santidad, es a la vez su Abogado y Juez.
DESDE EL PRINCIPIO DE LA GRAN CONTROVERSIA EN EL CIELO, Satanás ha sostenido su causa por medio del engaño; y
Cristo ha estado obrando para desenmascarar sus planes y quebrantar su poder. El
que hizo frente al engañador, y a través de todos los siglos procuró arrebatar
cautivos de su dominio, es quien pronunciará el juicio sobre cada alma. Y Dios "le ha dado potestad de ejecutar
juicio, por cuanto él es Hijo del hombre." (Juan 5:27).
PORQUE GUSTÓ LAS MISMAS HECES DE LA AFLICCIÓN y tentación humanas, y comprende las debilidades y los
pecados de los hombres; porque en nuestro favor resistió victoriosamente las
tentaciones de Satanás y tratará justa y tiernamente con las almas por cuya
salvación fue derramada su sangre, por todo esto, el Hijo del hombre ha sido
designado para ejecutar el juicio. Pero la misión de Cristo no era juzgar, sino
salvar. "No envió Dios a su Hijo al
mundo para que condene al mundo, más para que el mundo sea salvo por él.'
(Juan3:17).
Y DELANTE DEL
SANEDRÍN, JESÚS DECLARÓ: "El que oye mi palabra, y cree al que
me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más pasó de muerte
a vida."
INVITANDO A SUS OYENTES A NO ASOMBRARSE, Cristo reveló ante ellos, en una visión aun mayor, el
misterio de lo futuro. "Vendrá hora
--dijo,-- cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que
hicieron bien, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron mal, a
resurrección de condenación."
Esta seguridad de la vida
futura era lo que durante tanto tiempo Israel había esperado recibir cuando
viniera el Mesías. Resplandecía sobre ellos la única luz que puede iluminar la
lobreguez de la tumba. Pero la obstinación es ciega.
JESÚS Había Violado Las Tradiciones De Los Rabinos Y
Despreciado Su Autoridad, y ellos no querían creer.
El tiempo, el lugar, la ocasión, la intensidad de los 182 sentimientos que
dominaban a la asamblea, todo se combinaba para hacer más impresionantes las
palabras de Jesús ante el Sanedrín. Las más altas autoridades religiosas de la
nación procuraban matar a Aquel que se declaraba restaurador de Israel.
EL SEÑOR DEL
SÁBADO Había Sido Emplazado Ante
Un Tribunal Terrenal Para Responder A La Acusación De Violar La Ley Del Sábado.
Cuando declaró tan intrépidamente su misión, sus jueces le miraron con asombro
e ira; pero sus palabras eran incontestables. No podían condenarle. Negó a los
sacerdotes y rabinos el derecho a interrogarle, o a interrumpir su obra. No
habían sido investidos con esa autoridad. Sus pretensiones se basaban en su
propio orgullo y arrogancia. No quiso reconocerse culpable de sus acusaciones,
ni ser catequizado por ellos. En vez de disculparse por el hecho del cual se
quejaban, o explicar el propósito que tuviera al realizarlo, Jesús se encaró
con los gobernantes, y el acusado se trocó en acusador. Los reprendió por la
dureza de su corazón y su ignorancia de las Escrituras. Declaró que habían
rechazado la palabra de Dios, puesto que habían rechazado a Aquel a quien Dios
había enviado. "Escudriñáis las Escrituras, pues pensáis que en ellas
tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.' (Juan 5:39).
EN TODA
PÁGINA, sea de historia, preceptos o profecía, las Escrituras del Antiguo
Testamento irradian la gloria del Hijo de Dios. Por cuanto era de institución
divina, todo el sistema del judaísmo era una profecía compacta del Evangelio.
Acerca de Cristo "dan testimonio todos los profetas.' (Hechos 10:43).
DESDE LA PROMESA HECHA A ADÁN, por el linaje patriarcal y la economía legal, la gloriosa
luz del cielo delineó claramente las pisadas del Redentor. Los videntes
contemplaron la estrella de Belén, el Shiloh venidero, mientras las cosas
futuras pasaban delante de ellos en misteriosa procesión. En todo sacrificio,
se revelaba la muerte de Cristo. En toda nube de incienso, ascendía su
justicia. Toda trompeta del jubileo hacía repercutir su nombre. En el pavoroso
misterio del lugar santísimo, moraba su gloria.
LOS JUDÍOS POSEÍAN LAS ESCRITURAS, Y Suponían Que En El Mero
Conocimiento Externo De La Palabra Tenían Vida Eterna. Pero Jesús dijo: "No tenéis su palabra morando en
vosotros.' (Juan 5:38). Habiendo rechazado a Cristo en su palabra, le
rechazaron 183 en persona. "No
queréis venir a mí --dijo,-- para que tengáis vida."
LOS DIRIGENTES JUDÍOS Habían Estudiado Las Enseñanzas De Los
Profetas Acerca Del Reino Del Mesías; pero
lo habían hecho, no con un sincero deseo de conocer la verdad, sino con el
propósito de hallar evidencia con que sostener sus ambiciosas esperanzas.
Cuando Cristo vino de una manera contraria a sus expectativas, no quisieron
recibirle; y a fin de justificarse, trataron de probar que era un impostor. Una
vez que hubieron asentado los pies en esta senda, fue fácil para Satanás
fortalecer su oposición a Cristo.
INTERPRETARON CONTRA ÉL Las Mismas Palabras Que Deberían
Haber Recibido Como Evidencia De Su Divinidad.
Así trocaron la verdad de Dios en mentira, y cuanto más directamente les
hablaba el Salvador en sus obras de misericordia, más resueltos estaban a
resistir la luz.
JESÚS DIJO: "Gloria de los hombres no recibo." No deseaba la influencia ni la sanción del Sanedrín. No
podía recibir honor de su aprobación. Estaba investido con el honor y la
autoridad del cielo. Si lo hubiese deseado, los ángeles habrían venido a
rendirle homenaje; el Padre habría testificado de nuevo acerca de su divinidad.
Pero Para Beneficio De Ellos Mismos, por causa de la nación cuyos dirigentes eran, deseaba que
los gobernantes judíos discerniesen su carácter y recibiesen las bendiciones
que había venido a traerles.
"He venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si
otro viniere en su propio nombre, a aquél recibiréis." Jesús vino por autoridad de Dios, llevando su imagen,
cumpliendo su palabra y buscando su gloria; sin embargo, no fue aceptado por
los dirigentes de Israel; pero cuando vinieran otros, asumiendo el carácter de
Cristo, pero impulsados por su propia voluntad y buscando su propia gloria, los
recibirían.
¿POR QUÉ? Porque
El Que Busca Su Propia Gloria Apela Al Deseo De Exaltación Propia En Los Demás.
Y a una incitación tal los
judíos podían responder. Recibirían al falso maestro porque adularía su orgullo
sancionando sus caras opiniones y tradiciones. Pero la enseñanza de Cristo no
coincidía con sus ideas. Era espiritual, y exigía el sacrificio del yo; por lo
tanto, no querían recibirla. No conocían a Dios, y para ellos su voz expresada
por medio de Cristo era la voz de un extraño. 184
¿No Se Repite El Caso Hoy? ¿No Hay Muchos, Aun Entre Los Dirigentes Religiosos, Que Están Endureciendo Su Corazón Contra El Espíritu Santo, Incapacitándose Así Para Reconocer La Voz De Dios?
¿No Están Rechazando La Palabra De Dios, A Fin De
Conservar Sus Tradiciones?
"Si
Vosotros Creyeseis A Moisés --Dijo Jesús,-- Creeríais A Mí; Porque De Mí
Escribió Él. Y Si A Sus Escritos No Creéis, ¿Cómo Creeréis A Mis
Palabras?"
FUE CRISTO QUIEN HABLÓ A ISRAEL POR MEDIO DE MOISÉS. Si hubieran escuchado la voz divina que les hablaba por
medio de su gran caudillo, la habrían reconocido en las enseñanzas de Cristo.
Si hubiesen creído a Moisés, habrían creído en Aquel de quien escribió Moisés.
JESÚS SABÍA QUE LOS SACERDOTES Y RABINOS ESTABAN RESUELTOS A
QUITARLE LA VIDA; pero les explicó
claramente su unidad con el Padre y su relación con el mundo. Vieron que la
oposición que le hacían era inexcusable, pero su odio homicida no se aplacó. El
temor se apoderó de ellos al presenciar el poder convincente que acompañaba su
ministerio; pero resistieron sus llamamientos, y se encerraron en las
tinieblas.
HABÍAN FRACASADO SEÑALADAMENTE EN SUBVERTIR LA AUTORIDAD DE JESÚS o enajenarle el respeto y la atención del pueblo, de entre el cual muchos se habían convencido por sus palabras. Los gobernantes mismos habían sentido profunda convicción mientras había hecho pesar su culpa sobre su conciencia; pero esto no hizo sino amargarlos aun más contra él. Estaban resueltos a quitarle la vida.
Enviaron mensajeros por todo
el país para amonestar a la gente contra Jesús como impostor. Mandaron espías
para que lo vigilasen, e informasen de lo que decía y hacía. El precioso
Salvador estaba ahora muy ciertamente bajo la sombra de la cruz. 185
(Este capítulo 21. Está basado en San Juan
5).
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